1. SUPLEMENTO ES
Los que no se enamoran
Cuando llega, el enamoramiento es inevitable, pero su ausencia no implica ser condenados a
la infelicidad
En vísperas de San Valentín muchas parejas ya se están preparando para celebrar su fiesta.
Pero ¿qué pasa con los que no están enamorados o que nunca se enamoran? Se puede vivir
igual de bien. Solos o en pareja
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PIERGIORGIO M. SANDRI | 13/02/2010 | Actualizada a las 03:36h | Gente y TV
Si usted ha encontrado a su media naranja, en estos momentos debe (o tal vez debería) de tenerlo más o
menos todo a punto para celebrar mañana el día de los enamorados. Pero piénselo: ¿está enamorado de
verdad?
Formas de no amar
Es difícil identificar categorías y tipologías de los que no quieren enamorarse (o que han dejado de estarlo) por mucho que la
química o las hormonas se metan en medio.
Maniáticos
Son aquellas personas que con el pasar del tiempo se han vuelto quisquillosas y a las que cuesta asumir un compromiso o pactar
con la pareja. No se quieren enamorar porque son incapaces de compartir la vida con alguien.
Hiperocupados
No se enamoran porque no tienen tiempo. Trabajan muchas horas y caen rendidos cuando tienen un poco de tiempo libre.
Algunos se sienten realizados con su oficio, su obra artística o el éxito profesional y eso les basta. Y a su pareja, a menudo,
también.
Inseguros
Creen que no dan la talla, se sienten feos, son tímidos, sufren algún complejo… Para no sufrir, deciden que es mejor no
enamorarse porque están convencidos de que no encontrarán a nadie que les corresponda. Su autoestima los bloquea.
Perfeccionistas
Están tan obsesionados con enamorarse de la chica de sus sueños que al final no se enamoran de ninguna. Probablemente
porque no existe.
Aventureros
Muy atraídos por las vivencias, no tienen ningún problema en saltar de una relación a otra. Algunos mantienen una relación
estable principal, que cuidan a su manera. Disfrutan por momentos breves y ya piensan en la siguiente. Rechazan el amor, pero
no el enamoramiento.
1 http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100213/53890225734.html
2. Autosuficientes
Defienden el culto a la independencia y disfrutan de la soledad y de los placeres de la vida. Enamorarse les supone un estorbo.
Serenos
Viven en pareja, respetan y quieren a su media naranja, pero ya no sienten la pasión de antes. Esto no le impide ser felices.
Se supone que sí. En nuestra sociedad tenemos la costumbre de identificar el hecho de tener pareja estable con el
enamoramiento. Durante siglos las bodas se celebraban simplemente por conveniencia o interés, pero en la época del
romanticismo el enamoramiento llegó a ser mitificado y glorificado. En la era moderna, con la llegada de la libertad y de
la emancipación, las relaciones pasan a basarse en el sentimiento. Pese a que en algunas culturas todavía se conciba
el vivir en pareja como un arreglo y contrato social, en la mayoría de las sociedades desarrolladas se comparte la vida
con alguien "porque se le quiere". "Es en el siglo XX cuando el amor se convierte en la primera reivindicación
auténticamente planetaria. Se impone el derecho de cada uno a ser amado y la pareja se convierte en una relación
entre dos personas que se hablan, se observan, se juzgan y se aman", escriben Jacques Attali y Stéphanie
Bonvicini en su libro Amours, un ensayo sobre la historia de las relaciones hombres y mujeres.
Sin embargo, en la actualidad, aunque la mayoría quiera a su pareja, su corazón no le late cada minuto como cuando
era adolescente. Por no hablar de los que están encantados con su soledad o simplemente resignados a ella, sin
agobios. Porque nunca han conocido el amor. O porque el amor, simplemente, no entra sus planes. Si usted forma
parte de este grupo, entonces tranquilo. No está condenado a la infelicidad ni es una persona incompleta. Y tampoco
es un bicho raro, sino miembro de una tribu más numerosa de lo que la gente cree: los que no se enamoran.
Preguntado sobre el tema, el ex presidente de Fiat Gianni Agnelli –dandi, bon vivant, playboy convencido y padre de
familia a la vez–, contestó una vez al periodista Indro Montanelli con cierto desprecio que "sólo se enamoran las
camareras". Agnelli creía que dejarse llevar por los sentimentalismos era una fantasía un tanto ingenua. Para él,
gobernar las pasiones no sólo era posible, sino recomendable. Al teclear la frase "es posible no enamorarse nunca" en
Google aparecen cuatro millones de entradas. La duda, por lo menos, es legítima.
Dicen algunos biólogos que enamorarse es un sano desequilibrio químico, con lo que las personas con el sistema
neuroendocrino bien ajustado tarde o temprano experimentan esa sensación. Sería algo inevitable a lo largo de la vida,
porque es un fenómeno incontrolable. Según Jean Didier Vincent, neurobiólogo del CNRS de París, el flechazo es un
acontecimiento emocional transitorio, seguido de un reconocimiento recíproco. Desde un punto de vista estrictamente
biológico, se liberan en ese momento determinadas hormonas, como la dopamina entre muchas otras.
Sin embargo, hay quien asegura estar inmune a esta descarga emotiva. Existen personas que eso del "amor ideal" y
del "enamoramiento" no lo llevan muy bien. O que por lo menos no está en sus genes y en su biología. Leticia Brando,
psicóloga y autora del libro Las mujeres y los hombres que no aman demasiado (Letras Difusión, 2009) recoge algunos
testimonios sugerentes. "Somos más individualistas que antes, tanto hombres y mujeres. Eso conlleva a que haya más
gente dispuesta a estar sola. Todos conocimos a alguien con quien podríamos haber empezado algo pero no lo
hicimos. Yo no me veo comenzando nada, aunque quiera" (Albert, ingeniero, 35 años). "Me siento llena en cuanto a
vida profesional y a los amigos que me rodean, pero estoy un poco desanimada en cuanto a encontrar esa pasión tan
añorada, que al menos dure un mes. Ya no hablo de encontrar al hombre de mi vida" (Marta, 30 años, notaria).
Walter Riso, autor de libros como Amores altamente peligrosos o Amar o depender (ed. Planeta), cree que hay que
distinguir entre enamoramiento y amor. "El primero es una respuesta fisiológica o evolutiva o química, si se prefiere. Se
escapa a la razón. Es una función genética, relacionada con la procreación. No se puede elegir no enamorarse, pero sí
enamorarse brevemente, por unos meses y luego largarse", puntualiza. "En cambio sí se puede evitar el compromiso
del amor, que es otra cosa respecto al flechazo. Porque el amor es algo que se construye, que se basa en la amistad,
la ternura y el cariño y la compasión, además de una parte de enamoramiento. Es algo menos biológico, es un
fenómeno más cultural, social y que se puede escoger como una opción cualquiera".
2 http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100213/53890225734.html
3. Dicho de otra manera: la flecha de Cupido sí existe. Es inevitable, pero por definición es breve. Lo que ocurre es que
existen personas que se conforman con eso y no dan el paso siguiente. Son los miembros de un colectivo que
simplemente ha decidido vivir sin tener relaciones estables como estilo de vida o bien que optan mantener una relación
permanente con otra persona aunque sin estar del todo enamorados. El sociólogo Francesco Alberonideclaró una vez
que "enamorarse es un acto de rebeldía" en contra de la pereza, de las convenciones, de las costumbres. Pero al
parecer no todos somos tan rebeldes, en este sentido. Enamorarse puede ser cosa de valientes, pero, pese a la
presión social y cultural que lleva consigo, no es siempre indispensable. Hoy más que nunca. Y menos aún, en la
pareja.
"A partir del 2000 la llegada de internet está renovando el lenguaje del amor. Nacen encuentros e historias de amor que
revelan, tanto entre los chicos como las chicas, la existencia de un apetito sexual cada vez más desvinculado de
cualquier connotación amorosa", advierten Attali y Bonvicini, que citan una encuesta reveladora: "Las razones para
hacer el amor se transforman. Según un estudio norteamericano de agosto del 2007, existirían hasta un total 237. El
primer motivo es la atracción física, mientras que la necesidad de amor está en el cuarto lugar para las mujeres y en el
quinto para los hombres. Cada uno de los dos sexos ya no sabe qué esperar del otro y se está generando un
fenómeno colectivo en el que pronto cada uno será enamorado sólo de sí mismo".
El cuadro puede resultar excesivo, pero –Romeo y Julieta nos perdonarán– si se aspira a vivir en pareja feliz, el estar
enamorado… ¡puede ser un aspecto secundario! Carmen Penales López, del centro de Psicología Clínica y
Psicoterapia de Madrid (psicoterapeutas.com) invita a no caer en el mito erróneo de que el amor romántico está en la
base de un buen matrimonio. "Los estudios confirman que el enamoramiento dura entre 18 y 24 meses. Pero después
esta pasión deja espacio a otras cosas. Aunque un miembro de la pareja sienta que no está enamorado, de alguna
manera, sabe que la quiere. El amor es una elección, un acto de voluntad que se lleva a cabo con el lóbulo frontal",
recuerda esta experta. En su opinión, "aunque se pueda experimentar en algún momento menos afecto o una
disminución sensación emocional, es posible tener una relación feliz basándose en conductas como bondad,
amabilidad, consideración, comunicación, participación conjunta en varias actividades, consenso en valores,
reciprocidad, respeto mutuo. El matrimonio no es algo romántico, es una relación práctica y seria".
El reputado etólogo Desmond Morris va más allá al sostener que el enamoramiento exclusivo hacia una persona para
toda la vida es incompatible con la evolución humana, lo que justifica la infidelidad por ejemplo. En un reciente artículo
en la prensa británica, recordaba: "La estrategia principal del macho y de la hembra es la de dedicar una parte
relevante de su tiempo y de sus energías a criar los hijos nacidos en la pareja. Pero existe una estrategia menor, que
remonta a un pasado antiguo, que consiste en estar en condiciones, cuando tenga la oportunidad, de lanzarse a una
aventura sexual, siempre que no se perjudique su estrategia principal. Hasta en un matrimonio feliz cualquier miembro
de la pareja puede transgredir en nombre de este instinto primario de reproducción".
La reciente devaluación del enamoramiento explica también el auge que están teniendo los singles. Un tema de salsa
de Ray Sepulveda y Johnny Rivera de hace unos años reflejaba bien este fenómeno. "No vale la pena enamorarse / El
amor te da la vida. Y también te la quita / Cada que vez que te enamoras y luego termina". Si se busca el vídeo en
YouTube, se verá como los usuarios dejan algunos comentarios muy indicativos al respeto. "Enamorarse es pura
fantasía barata, porque la vida es dura... y los únicos que te quieren de verdad son los miembros de la familia".
"Enamorarse: eso es pura mentira, algo que no existe".
¿Son estas personas unos fracasados? En absoluto. Porque, en el fondo, enamorarse no es tán
importante como parece. "En las grandes ciudades como Barcelona y Madrid se puede hablar de un culto
a la soltería y a las relaciones esporádicas. La gente no se enamora, pero tampoco está sola. Vivimos en
la edad de la precariedad, incluso en lo laboral. Tampoco los sentimientos parecen ser la excepción",
explica Leticia Brando.
Según un estudio de Parship, portal de contactos en internet, en Europa hay unos 44 millones de singles
sin pareja estable. De estos, un 24% no ha tenido ni una relación seria en su vida. Por lo tanto, en el Viejo
Continente hay unos diez millones de personas que no se han enamorado nunca (o que en todo caso no
han podido experimentar el amor al no ser correspondidos). De acuerdo con las mismas fuentes, en
España existen 7,5 millones de solteros (más que todos los habitantes de Barcelona y Madrid juntos). No
son unas almas en pena, sino todo lo contrario: de acuerdo con el informe, alrededor de la mitad de ellos
3 http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100213/53890225734.html
4. no busca relación estable. Es decir, que no quieren saber nada del amor. Aparentemente, para ellos no
hay química (y compromiso) que valga.
El culto al individualismo y el bienestar han hecho que el número de estas personas se haya disparado.
Según la revista Impar, los solteros, separados, viudos y divorciados alcanzan al 42% de la población.
¿Deprimidos? Para nada. Los impares (así se llaman) son los que más salen, viajan, van al cine. Según
sostiene el psicólogo Jorge Barraca en su libro 500 preguntas a un psicólogo (ed. Zenith) en la última
década ese colectivo se ha incrementado un 10%. "A diferencia del pasado, la situación del single se
idealiza, se percibe como algo provechoso, pues se supone que es una demostración de independencia,
un deseo de no renunciar a la propia autonomía, de ir contra corriente, algo que revela la capacidad de
dirigir la propia vida". ¿Vamos hacia una sociedad llena de cínicos y ascetas del enamoramiento? ¿San
Valentín celebra algo que hoy por hoy carece de importancia?
Riso discrepa: "No es verdad que el colectivo del solterón empedernido aumente. Lo que aumentan son
las separaciones. Por ejemplo, por primera vez, el número de separados ya supera al de casados en
Estados Unidos. En pleno auge del individualismo, aumenta la propensión a buscar propuestas nuevas.
Ojo, que los egoístas también se enamoran". En su opinión, no hay que caer en el estereotipo de que los
que han decidido no enamorarse sean superficiales, inmaduros o irresponsables. "De alguna manera los
que han optado por este camino también han asumido un compromiso: siguen su dictamen casi como si
fuera una actitud religiosa, como un voto de castidad sentimental", explica.
El ya mencionado estudio de Parship muestra, no obstante, una contradicción que es muy reveladora.
Sólo el 9% de los solteros en España (alrededor de un millón de personas) se declara "muy feliz".
"Muchos no son felices, pero al mismo tiempo no quieren cambiar su estatus: significa que para ellos no
estar enamorados tampoco es algo tan grave y que pueden sobrevivir así", dice Brando. De alguna
manera, el mito de soltero feliz es igual de equivocado que el de la pareja feliz. Esta psicóloga concluye:
"En realidad, ni estar en pareja es un paraíso, ni estar soltero nos asegura independencia, libertad y
fiestas interminables. Tanto los hombres como las mujeres provienen de un hogar, que suele implicar una
pareja: una madre y un padre. Por tanto, las personas solteras siguen aspirando a enamorarse y
encontrar un compañero de ruta".
En resumen, puede que el hecho de enamorarse no sea tan determinante como antes, pero, ojo, que
Cupido nos persigue…
4 http://www.lavanguardia.es/lv24h/20100213/53890225734.html