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Lección 4 para el 28 de enero
de 2023
“¿Qué pagaré al
Señor por todos sus
beneficios hacia mí?
Levantaré la copa
de la salvación e
invocaré el nombre
del Señor. Ahora
cumpliré mis votos
al Señor, ante todo
su pueblo”
(Salmo 116:12-14)
Las ofrendas son mencionadas tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. Pero, al contrario de lo que ocurre con el diezmo, no
existe una norma fija para ellas.
Con respecto a las ofrendas, se habla de la voluntad del oferente
(ofrendas de agradecimiento); de sus circunstancias (ofrendas por el
pecado); de su finalidad (ofrendas para los pobres); e incluso existían
ofrendas de importe exacto (para el mantenimiento del templo).
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2ª de Corintios 9:7)
Entregar una ofrenda a Dios es un acto voluntario,
no una obligación (Sal. 54:6). No obstante, no
entregar ninguna ofrenda es considerado, por
parte de Dios, como un robo (Mal. 3:8).
Agradecer el sacrificio de Jesús y
sus bendiciones.
Expresar nuestra entrega completa
a Dios.
Manifestar nuestra confianza en Él.
Revelar nuestro amor a Dios y al
prójimo.
Renunciar al amor al dinero.
Dios, que no necesita nada
de nosotros (Sal. 50:12),
recibe nuestras ofrendas, y
las usa para realizar su
obra en esta tierra.
Pero ¿cuál debe ser nuestra
motivación a la hora de
ofrendar?
“Cada uno llevará ofrendas, según lo haya bendecido el
SEÑOR tu Dios” (Deuteronomio 16:17 NVI)
Al ofrendar, manifestamos nuestro agradecimiento por
las bendiciones recibidas. Es lógico, pues, que las
ofrendas sean proporcionales a las bendiciones.
¿Significa esto que le estamos pagando al Señor por sus
bendiciones (Sal. 116:12-14 NVI)?
El salmista es claro. No podemos pagarle a Dios por lo
que hace por nosotros. Tan solo podemos darle una
respuesta de agradecimiento. Y esto lo manifestamos al
ser generosos con la causa de Dios, y con nuestros
semejantes.
Al ser generosos, desarraigamos el egoísmo de nuestro
corazón. Traer una ofrenda al Señor es un deber cristiano
con implicaciones espirituales y morales. ¿Cuáles?
“Dad a Jehová la honra debida a su nombre;
traed ofrendas, y venid a sus atrios” (Salmo 96:8)
En Israel, nadie debía presentarse a adorar ante Dios “con las
manos vacías” (Dt. 16:16), es decir, sin traer su ofrenda.
Al igual que la música, la oración, la predicación o el estudio
de la Palabra, la recogida de la ofrenda forma parte de
nuestro culto de adoración.
Al depositar nuestra ofrenda [ya sea en billetes, en monedas o
por medios electrónicos], estamos rindiendo culto a aquel que
nos ha bendecido dándonos todo lo que poseemos.
Así, pues, la devolución de los
diezmos y las ofrendas es parte de
nuestra experiencia de adoración
a Dios.
Mientras Jesús observaba cómo “muchos ricos echaban mucho”
en el arca de las ofrendas, una pobre viuda echó tan solo 2
moneditas (unos 40₵ de euro). ¿Cómo es posible que Jesús
dijera que ella había echado más que todos (Mr. 12:41-44)?
Tendemos a medir la generosidad por el monto de la ofrenda.
Sin embargo, Dios ve las motivaciones del oferente. Esta viuda
anhelaba intensamente colaborar con la obra de Dios, y le dio a
Él todo lo que tenía.
En el caso de Cornelio, vemos cómo Dios
tiene en cuenta también nuestras
acciones en favor de los necesitados (Hch.
10:1-4). Ante Dios, las limosnas de
Cornelio mostraban lo que había en su
corazón: amor a Dios y a su prójimo.
La ofrenda de María fue especial en
dos aspectos (Mr. 14:3-5): no fue
una ofrenda en dinero; y su costo
fue elevado (10 meses de trabajo).
Esto nos enseña que Dios no acepta
solo dinero como ofrenda.
Podemos ofrendarle objetos
necesarios para una obra concreta;
o nuestro trabajo y esfuerzo; o…
Bernabé también realizó una
ofrenda especial: el importe
completo de la venta de un
campo, convirtiéndose en un
ejemplo de generosidad para
todos (Hch. 4:34-37).
En todo el mundo encontramos
iglesias que han sido
construidas en terrenos
donados por personas que
amaban la obra de Dios y, por
ello, se desprendieron de
sus posesiones.
“Dios no recibe las ofrendas de nadie porque las
necesite y no pueda tener gloria y riquezas sin ellas,
sino porque es para beneficio de sus siervos entregar a
Dios las cosas que son del Señor. Él recibirá las
ofrendas de buena voluntad del corazón contrito, y
recompensará al dador con las más ricas bendiciones.
Las recibe como el sacrificio de agradecida obediencia.
Requiere y acepta nuestro oro y plata como una
evidencia de que todo lo que tenemos y somos
pertenece a él. […] Sin amor puro la más cara ofrenda
es demasiado pobre para que Dios la acepte”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 2, pg. 576)

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  • 1. Lección 4 para el 28 de enero de 2023
  • 2. “¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí? Levantaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Ahora cumpliré mis votos al Señor, ante todo su pueblo” (Salmo 116:12-14)
  • 3. Las ofrendas son mencionadas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Pero, al contrario de lo que ocurre con el diezmo, no existe una norma fija para ellas. Con respecto a las ofrendas, se habla de la voluntad del oferente (ofrendas de agradecimiento); de sus circunstancias (ofrendas por el pecado); de su finalidad (ofrendas para los pobres); e incluso existían ofrendas de importe exacto (para el mantenimiento del templo).
  • 4.
  • 5. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2ª de Corintios 9:7) Entregar una ofrenda a Dios es un acto voluntario, no una obligación (Sal. 54:6). No obstante, no entregar ninguna ofrenda es considerado, por parte de Dios, como un robo (Mal. 3:8). Agradecer el sacrificio de Jesús y sus bendiciones. Expresar nuestra entrega completa a Dios. Manifestar nuestra confianza en Él. Revelar nuestro amor a Dios y al prójimo. Renunciar al amor al dinero. Dios, que no necesita nada de nosotros (Sal. 50:12), recibe nuestras ofrendas, y las usa para realizar su obra en esta tierra. Pero ¿cuál debe ser nuestra motivación a la hora de ofrendar?
  • 6. “Cada uno llevará ofrendas, según lo haya bendecido el SEÑOR tu Dios” (Deuteronomio 16:17 NVI) Al ofrendar, manifestamos nuestro agradecimiento por las bendiciones recibidas. Es lógico, pues, que las ofrendas sean proporcionales a las bendiciones. ¿Significa esto que le estamos pagando al Señor por sus bendiciones (Sal. 116:12-14 NVI)? El salmista es claro. No podemos pagarle a Dios por lo que hace por nosotros. Tan solo podemos darle una respuesta de agradecimiento. Y esto lo manifestamos al ser generosos con la causa de Dios, y con nuestros semejantes. Al ser generosos, desarraigamos el egoísmo de nuestro corazón. Traer una ofrenda al Señor es un deber cristiano con implicaciones espirituales y morales. ¿Cuáles?
  • 7.
  • 8. “Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas, y venid a sus atrios” (Salmo 96:8) En Israel, nadie debía presentarse a adorar ante Dios “con las manos vacías” (Dt. 16:16), es decir, sin traer su ofrenda. Al igual que la música, la oración, la predicación o el estudio de la Palabra, la recogida de la ofrenda forma parte de nuestro culto de adoración. Al depositar nuestra ofrenda [ya sea en billetes, en monedas o por medios electrónicos], estamos rindiendo culto a aquel que nos ha bendecido dándonos todo lo que poseemos. Así, pues, la devolución de los diezmos y las ofrendas es parte de nuestra experiencia de adoración a Dios.
  • 9. Mientras Jesús observaba cómo “muchos ricos echaban mucho” en el arca de las ofrendas, una pobre viuda echó tan solo 2 moneditas (unos 40₵ de euro). ¿Cómo es posible que Jesús dijera que ella había echado más que todos (Mr. 12:41-44)? Tendemos a medir la generosidad por el monto de la ofrenda. Sin embargo, Dios ve las motivaciones del oferente. Esta viuda anhelaba intensamente colaborar con la obra de Dios, y le dio a Él todo lo que tenía. En el caso de Cornelio, vemos cómo Dios tiene en cuenta también nuestras acciones en favor de los necesitados (Hch. 10:1-4). Ante Dios, las limosnas de Cornelio mostraban lo que había en su corazón: amor a Dios y a su prójimo.
  • 10.
  • 11. La ofrenda de María fue especial en dos aspectos (Mr. 14:3-5): no fue una ofrenda en dinero; y su costo fue elevado (10 meses de trabajo). Esto nos enseña que Dios no acepta solo dinero como ofrenda. Podemos ofrendarle objetos necesarios para una obra concreta; o nuestro trabajo y esfuerzo; o… Bernabé también realizó una ofrenda especial: el importe completo de la venta de un campo, convirtiéndose en un ejemplo de generosidad para todos (Hch. 4:34-37). En todo el mundo encontramos iglesias que han sido construidas en terrenos donados por personas que amaban la obra de Dios y, por ello, se desprendieron de sus posesiones.
  • 12. “Dios no recibe las ofrendas de nadie porque las necesite y no pueda tener gloria y riquezas sin ellas, sino porque es para beneficio de sus siervos entregar a Dios las cosas que son del Señor. Él recibirá las ofrendas de buena voluntad del corazón contrito, y recompensará al dador con las más ricas bendiciones. Las recibe como el sacrificio de agradecida obediencia. Requiere y acepta nuestro oro y plata como una evidencia de que todo lo que tenemos y somos pertenece a él. […] Sin amor puro la más cara ofrenda es demasiado pobre para que Dios la acepte” E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 2, pg. 576)