Este documento presenta lineamientos para un proyecto de vida sacerdotal permanente basado en los documentos del Vaticano II, incluyendo "Pastores dabo vobis" y el "Directorio". Propone que el proyecto cubra toda la vida del sacerdote y lo ayude a configurarse con Cristo como buen pastor, continuar su misión a través de la comunión eclesial, y vivir una espiritualidad de santidad en el ejercicio del ministerio.
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IDEARIO, OBJETIVOS Y MEDIOS PARA UN PROYECTO DE VIDA SACERDOTAL EN EL
PRESBITERIO
1. Invitación de "Pastores dabo vobis" y del "Directorio".
2. Ideario: síntesis de PO, PDV, Directorio.
3. Objetivos.
4. Medios y programación.
1. Invitación de "Pastores dabo vobis" y del "Directorio"
Siguiendo las indicaciones del Concilio (PO 19; CIC can 279), la
exhortación postsinodal y el Directorio han querido recalcar la importancia
de la formación permanente, señalando unos caminos de profundización que
abarquen toda la vida y todo el ministerio sacerdotal (PDV cap. VI;
Directorio cap. III).
Todos los temas sacerdotales, también la formación permanente, deben
analizarse a la luz de la caridad del Buen Pastor. "Alma y forma de la
formación permanente del sacerdote es la caridad pastoral" (PDV 70). Esta
formación ha de entenderse como "opción consciente y libre que impulse el
dinamismo de la caridad pastoral y del Espíritu Santo. En este sentido la
formación permanente es una exigencia intrínseca del don del ministerio
sacramental recibido, que es necesaria en todo tiempo, pero hoy lo es
particularmente urgente... por la 'nueva evangelización'" (ibídem).
El capítulo final de PDV, si se lee en el contexto de todo el
documento, es la parte que compromete más. Porque no se trata sólo de
organizar unos cursos para ponerse al día, sino de estructurar toda la vida
del Presbiterio, de suerte que el sacerdote encuentre los medios necesarios
para vivir su identidad sacerdotal con todas las exigencias de "vida
apostólica" en el Presbiterio de la Iglesia particular.
Si es verdad que hay que elaborar "programas capaces de sostener... el
ministerio y vida sacerdotal" (PDV n.3), entonces habrá que "programar y
llevar a cabo un plan de formación permanente, que responda de modo adecuado
a la grandeza del don de Dios y a la gravedad y exigencias de nuestro
tiempo" (PDV n.78). En este campo "es fundamental la responsabilidad del
Obispo y, con él, la del Presbiterio" (PDV n.79). Las estructuras del
Presbiterio deben orientarse a una puesta en práctica de las orientaciones
conciliares y postconciliares. El documento postsinodal compromete a todos.
"Esta responsabilidad lleva al Obispo, en comunión con el Presbiterio, a
hacer un proyecto y establecer un programa, capaces de estructurar la
formación permanente no como un mero episodio, sino como una propuesta
sistemática de contenidos, que se desarrolla por etapas y tiene modalidades
precisas" (PDV n.79).
Los números 80-81 de "Pastores dabo vobis" indican unas pautas
generales sobre los momentos, las formas y los medios de la formación
sacerdotal permanente en el sentido indicado de proyecto global de vida. Se
podrán indicar pautas para los cuatro niveles: humano, espiritual,
intelectual (nn.71-72). Pero debe quedar claro que se trata de toda la vida
sacerdotal en el Presbiterio. La formación permanente tiene esta finalidad:
"Debe ser más bien el mantener vivo un proceso general e integral de
continua maduración, mediante la profundización, tanto de los diversos
aspectos de la formación -humana, espiritual, intelectual y pastoral-, como
de su específica orientación vital e íntima, a partir de la caridad pastoral
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y en relación a ella" (PDV n.71).
El Directorio ha recogido estos datos indicando las líneas básicas:
principios y niveles de formación permanente (humana, espiritual,
intelectual, pastoral), organización y medios, responsables, necesidades y
situaciones especiales (cap. III). No deja de señalar la necesidad de una
programación. "La existencia de un plan de formación permanente significa
que éste sea no sólo concebido o programado, sino realizado" (Directorio
n.86).
Las pautas de este "proyecto" no serán nuevas obligaciones, sino
indicaciones que recojan todo lo contenido en el concilio y postconcilio,
para que el sacerdote pueda "desempeñar su función en el espíritu y según el
estilo de vida de Jesús Buen Pastor" (PDV n.73). Es la respuesta a "un
sígueme que acompaña toda la vida" (PDV n.70).
Para que estas indicaciones sean realidad práctica, es necesario que
el plan o proyecto de formación permanente se concrete a nivel personal,
grupal (por ejemplo, en el decanato en asociaciones) y diocesano (en el
Presbiterio). Las pautas concretas que el Directorio ofrece para el proyecto
de vida personal, pueden servir para los demás niveles comunitarios (cf.
nn.76 y 86).
Si el proyecto llega a ser realidad en el Presbiterio, entonces los
sacerdotes y futuros sacerdotes podrán encontrar una gran ayuda para vivir
su sacerdocio generosamente al servicio de la comunidad eclesial: "el
Presbiterio es el lugar privilegiado en donde el sacerdote debiera poder
encontrar los medios específicos de santificación y de evangelización"
(Directorio n.27).
2. Ideario: síntesis de PO, PDV, Directorio
Se trata de presentar un "proyecto" o "propuesta", un "itinerario" y
"programa" formativo, que abarque toda la vida desde el despertar de la
vocación (PDV 2-3; cf. n.79). La figura sacerdotal delineada debe ser clara,
sin dejar espacio para las dudas, aunque siempre habrá lugar para la
aplicación de nuevas gracias en las nuevas situaciones. Se necesita "dirigir
a las nuevas generaciones una nítida y valiente propuesta vocacional" (PDV
2) y trazar unos "programas capaces de sostener el ministerio y la vida
sacerdotal" (PDV n.3). Esta "propuesta" es el deseo y "la voz de las
Iglesias particulares" corroborada por el Papa y dirigida a los sacerdotes
como de corazón a corazón (PDV 4). El ser sacerdotal, su obrar y su
vivencia, deben aparecer como participación en el ser, en el obrar y en la
vivencia de Cristo Buen Pastor. De este modo se conseguirá "motivar y apoyar
a todos los ministros ordenados para una formación permanente estructurada
conforme a las orientaciones del magisterio pontificio" (Santo Domingo 73).
El ideario de un proyecto de vida sacerdotal puede redactarse
fácilmente, seleccionando las ideas básicas, teniendo en cuenta las
preferencias y situaciones locales. Podrían recordarse estos elementos
fundamentales: A) configuración con Cristo o consagración como participación
en su ser sacerdotal, B) misión como prolongación del actuar salvífico de
Cristo a nivel local y universal, C) comunión eclesial que se concreta en
diversos niveles y especialmente en el Presbiterio, D) vivencia o
espiritualidad propia de quien comparte la misma vida de Cristo.
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Proponemos, a modo de punto de referencia, esta síntesis de los
documentos (PO, PDV, Directorio):
A) Configuración con Cristo o consagración:
PO 1-3: participar del sacerdocio de Cristo Cabeza y Pastor.
PDV cap. II: configuración (n. 20-22) con Cristo Sacerdote, Cabeza,
Pastor, Siervo (n.48), Esposo (n.22). Consagración por el Espíritu
Santo:PDV 1, 10, 27, 33, 69. Can.1008.
Directorio: Identidad: cap. I (dimensiones).
B) Misión sacerdotal:
PO 4-6: equilibrio de ministerios.
PDV cap. II: la misma misión de Cristo (prolongarle). Can. 259. 273-
275.
Directorio: ministerios: cap. II, nn.45-56
Misión universal: PO 10-11; PDV 2, 4, 14, 16-18, 23. 31-32, 59, 74-75,
82. Directorio 14-15.
C) Comunión:
En la "Iglesia misterio, comunión, misión": PDV 12, 16, 59, 73.
Directorio: 20-33.
"Sucesión apostólica": PDV 4-5, 15-16, 22, 24, 42, 46, 60.
Con el Papa: PDV 16, 18, 28. Directorio 22.
Con el Obispo: PO 7; PDV 31, 74, etc. (ChD 15-16,28; can. 273, 275,
384. Directorio 22, 62.
En el Presbiterio: PO 8; PDV 31, 74-80, etc. LG 28; ChD 28; can. 245;
Puebla 663. Directorio 25-28.
Con la comunidad eclesial: PO 9; PDV 12, 14, 17-18, 31, 66
Vida comunitaria: PO 8; PDV 17, 29, 44, 50, 74-81. Can. 278, 280.
Directorio 28-29.
Como "diocesano": PO 8; PDV 17, 31-32. 68, 74. Directorio 26.
D) Santidad y espiritualidad en el ejercicio del ministerio:
PO 12-14: "instrumentos vivos de Cristo Sacerdote", "en el
ministerio", "unidad de vida", "ascesis del pastor de almas".
PDV III: "Vida según el Espíritu", santidad "específica"...
Caridad pastoral: 15, 19-24, 27-33, 41, 48-49, 57, 65, 70ss
En los ministerios: 23-25, 72.
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Santidad en el ministerio: Directorio cap. II.
Virtudes del Buen Pastor:
PO 15-17:Humildad, obediencia (can. 245, 273, 275), castidad (can.
247-248, 277): "signo y estímulo de la caridad". Pobreza (can. 282,
287)
PDV:Consejos Evangélicos (27-30), "sequela Christi" (8-10, 13, 20, 30,
34, 36, 40, 60, 63-66, 70, 71, 81-82), dimensiones de la obediencia
(28), virginidad (22, 29, 44, 50), pobreza (30).
Directorio 57-67.
La "identidad" (la propia razón de ser) no se presenta como duda, sino
como profundización en los aspectos evangélicos de: llamada, encuentro,
seguimiento, fraternidad eclesial y misión. Para formar "signos personales
del Buen Pastor", hay que partir de la configuración con el ser sacerdotal
de Cristo, que capacita para prolongar su misma misión y que hace posible y
urge a vivir su mismo estilo de vida.
La configuración con Cristo, en cuanto al ser, al obrar y a la
vivencia, es una acción permanente del Espíritu Santo, como consecuencia de
la "consagración" obrada por medio del sacramento del Orden. En esta base
teológica se apoya la exhortación postsinodal para pasar a la descripción de
la figura del sacerdote que hay que delinear y construir para servir a la
Iglesia y al mundo de hoy.
El concilio Vaticano II ha trazado la fisonomía sacerdotal de hoy, que
encuentra en el rostro de Cristo el modelo acabado que hay que imitar y
actualizar en cada época. "Presbyterorum Ordinis", respecto al sacerdote, y
"Optatam totius", respecto a la formación inicial, habían dejado una pauta
de trabajo. La fisonomía sacerdotal de hoy es una tarea inacabada, es decir,
es una tarea de todos los días. El hecho de ser signo de Cristo Sacerdote y
buen Pastor, y de participar en la "consagración y misión" del Señor, hace
que el sacerdote pueda obrar "en nombre de Cristo Cabeza" (PO 2) y
prologarle en su Palabra, sacrificio, acción salvífica y pastoral (PO 4-6).
Ahora bien, esta realidad del ser y del obrar sacerdotal, comporta una
exigencia de "espiritualidad" o de "santidad", al estilo de vida del buen
Pastor (PO 7ss).
La situación actual de la sociedad (PDV cap. I) hace recordar que el
sacerdote es un hombre "tomado de entre los hombres" (Heb. 5,1). En medio de
nuevas dificultades y nuevas posibilidades, el Señor sigue llamando a
personas que deben ser formadas para estas circunstancias. La naturaleza y
misión del sacerdote, es decir su identidad (cap. II), se presenta a partir
de la consagración y misión de Cristo comunicadas al sacerdote ministro: "Me
ha ungido y me ha enviado" (Lc 4,18). El sacerdote queda configurado con
Cristo Sacerdote y Buen Pastor, para prolongarle en la Iglesia. La
espiritualidad o vida espiritual del sacerdote (cap. III) se explica como
vida en el Espíritu: "El Espíritu del Señor sobre mí" (Lc 4,18). Es el mismo
estilo de vida del Buen Pastor y del "seguimiento evangélico" de los Doce.
La persona de Jesús es el punto de referencia para comprender el
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sentido de la vida y del ministerio sacerdotal. La consagración y misión de
Jesús hacen ver su realidad de Sacerdote y Víctima, Cabeza, Pastor, Siervo y
Esposo. Todos estos títulos se van repitiendo en el documento postsinodal (y
en PO), aunque son más numerosas las frases que hablan de "Cabeza y Pastor".
En las explicaciones, prevalece el tono de "Pastor" (caridad pastoral),
"Siervo" (autoridad de servicio), "Esposo" (donación de amor esponsal a la
Iglesia). "La referencia a Cristo es, pues, la clave absolutamente necesaria
para la comprensión de las realidades sacerdotales" (PDV 12).
La "representación sacramental de Jesucristo Cabeza y Pastor" (PDV
15), arranca del hecho de participar en su ser o consagración, para
prolongar su misma misión (Lc 4,18-19; Is 61,1-2). En quien ha recibido la
imposición de manos por el sacramento del Orden, hay una acción permanente
del Espíritu Santo que modela el ser, el obrar y el estilo de vida: "Nuestra
fe nos revela la presencia operante del Espíritu de Cristo en nuestro ser,
en nuestro actuar y en nuestro vivir" (PDV 33).
Esta "representación sacramental" de Cristo se puede calificar también
de "personificación", puesto que el sacerdote, por ser "instrumento vivo de
Cristo Sacerdote", "personifica de modo específico al mismo Cristo" (PDV
20, citando a PO 12). La expresión "imagen viva" se va repitiendo, en
referencia a Cristo Esposo (PDV 22), Cabeza y Pastor (PDV 42).
La representación de Cristo es precisamente en vistas al servicio
eclesial. Es una inserción peculiar "en" la Iglesia y, al mismo tiempo, "al
frente" de la Iglesia: "El sacerdote, en cuanto que representa a Cristo
Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia, se sitúa no sólo en la Iglesia, sino
también al frente de la Iglesia" (PDV 16, citando la "proposición" 7).
Esta representación de "autoridad", como configuración con Cristo
"Cabeza", tiene el sentido de servicio, a imitación de "Cristo Siervo":
"Jesucristo es Cabeza de la Iglesia su Cuerpo. Es 'Cabeza' en el sentido
nuevo y original de ser 'Siervo', según sus mismas palabras... (Mc 10,45)"
(PDV 21). Es la línea de servicio acentuada por el Vaticano II: "Son
promovidos para servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey" (PO 1; cfr. LG
24).
La figura del sacerdote queda descrita en una "eclesiología de
comunión", que "resulta decisiva para descubrir la identidad del presbítero,
su dignidad original, su vocación y su misión en el Pueblo de Dios y en el
mundo" (PDV 12). El sacerdote es el servidor de la Iglesia misterio,
comunión y misión. No se trata de la Iglesia en abstracto, sino en cuanto
"signo" o "sacramento", es decir, "esencialmente relacionada con Jesucristo"
(ibídem). La Iglesia, como "misterio", es un conjunto de signos de la
presencia activa de Cristo resucitado. "Es en el misterio de la Iglesia,
como misterio de comunión trinitaria en tensión misionera, donde se
manifiesta toda identidad cristiana, y por tanto también la identidad
específica del sacerdote y de su ministerio. En efecto, el presbítero, en
virtud de la consagración que recibe con el sacramento del Orden, es enviado
por el Padre, por medio de Jesucristo, con el cual, como Cabeza y Pastor de
su pueblo, se configura de un modo especial, para vivir y actuar con la
fuerza del Espíritu Santo al servicio de la Iglesia y por la salvación del
mundo" (ibídem). Es, pues, un "misterio de comunión" que se expresa en la
"misión" del anuncio, celebración y comunicación de la persona y del mensaje
de Jesús a todos los hombres.
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La Iglesia necesita presentar "modelos creíbles" (PDV 8), "sacerdotes
formados que sean ministros convencidos y fervorosos de la 'nueva
evangelización', servidores fieles y generosos de Jesucristo y de los
hombres" (PDV 10). Se siente la "absoluta necesidad de que la nueva
evangelización tenga en los sacerdotes sus primeros 'nuevos
evangelizadores'" (PDV 2). "Hemos recibido 'la fuerza del Espíritu Santo'
(cf. Hech 1,6) para ser testigos de Cristo e instrumentos de vida nueva"
(Santo Domingo 67). "Juan Pablo II nos ha recordado que la Iglesia necesita
presentar modelos creíbles de sacerdotes que sean ministros convencidos y
fervorosos de la Nueva Evangelización" (ibídem, 72; cf. PDV n.8 y cap. 6).
El sacerdote está llamado a ser "transparencia" de Cristo. "Por tanto,
los presbíteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, único y
supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia
de el en medio del rebaño que les ha sido confiado" (PDV 15). El decreto
conciliar sobre el sacerdote había señalado unas líneas de fuerza: comunión
(PO 7-9), misión (PO 10-11), santificación al estilo del Buen Pastor (PO 12-
17). Concretamente se pueden subrayar tres afirmaciones clave: ser
"instrumentos vivos de Cristo Sacerdote" (PO 12), "ascesis propia del pastor
de almas" (caridad pastoral) (PO 13), "conseguirán la santidad ejerciendo
sincera e incansablemente sus ministerios en el Espíritu de Cristo" (PO 13).
Es siempre la caridad pastoral que se expresa concretamente en las virtudes
del Buen Pastor (humildad, obediencia, castidad, pobreza) (PO 15-17), y que
necesita la puesta en práctica de unos medios comunes y particulares (PO
18ss).
"El Buen Pastor conoce sus ovejas y es conocido por ellas (cf. Jn
10,14). servidores de la comunión, queremos velar por nuestras comunidades
con entrega generosa, siendo modelos para el rebaño (cf. 1Pe 5,1-5).
Queremos que nuestro servicio humilde haga sentir a todos que hacemos
presente a Cristo Cabeza, Buen Pastor y Esposo de la Iglesia" (Santo Domingo
74; cf. PDV 10).
3. Objetivos
Se podrían delinear los objetivos del proyecto de vdia sacerdotal,
teniendo en cuenta las pistas de los cuatro niveles de formación permanente:
- humano: compartir, convivencia, amistad, colaboración, descanso,
salud...
- espiritual: oración, seguimiento evangélico, virtudes...
- intelectual: estudio, actualización, profundización...
- pastoral: ministerio, disponibilidad, dedicación, conocimiento de la
realidad, evaluación, compromisos...
Si se habla de formación humana (PDV 72, 43-44; Directorio 75), es
para desarrollar la personalidad (con sus criterios, valores y actitudes)
como "imagen viva" de Cristo. "En el trato con los demás hombres y en la
vida de cada día, el sacerdote debe acrecentar y profundizar aquella
sensibilidad humana que le permite comprender las necesidades y acoger los
ruegos, intuir las preguntas no expresadas, compartir las esperanzas...
Sobre todo conociendo y compartiendo, es decir, haciendo propia, la
experiencia humana del dolor... el sacerdote enriquece su propia humanidad y
la hace más auténtica y transparente, en un creciente y apasionado amor al
hombre" (PDV 72)
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La personalidad humana y cristiana se desarrolla armónicamente por la
capacidad de pensar (criterios), valorar (escala de valores), amar
(actitudes de donación), obrar, conocerse, compartir, convivir, colaborar, a
la luz de las bienaventuranzas y del mandato del amor. "Mucho ayudan para
conseguir esto las virtudes que con razón se aprecian en el trato social,
como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza de alma y la
constancia, la asidua preocupación de la justicia, la urbanidad y otras
cualidades que recomienda el Apóstol Pablo cuando escribe 'Pensad en cuánto
hay de verdadero, de puro, de justo, de santo, de amable, de laudable, de
virtuoso, de digno de alabanza' (Fil., 4,8)" (PO 3).
La formación espiritual (PDV 72, 45-50; Directorio 76) es ciertamente
el "centro vital que unifica su ser sacerdote y su ejercer el sacerdocio"
(PDV 45), pero precisamente por ello reclama los otros niveles de formación.
Esta formación apunta a una relación profunda con Cristo (aspecto
contemplativo), que se hace seguimiento (opción fundamental) y misión. "La
formación del presbítero en su dimensión espiritual es una exigencia de la
vida nueva y evangélica a la que ha sido llamado de manera específica por el
Espíritu Santo infundido en el sacramento del Orden. El Espíritu,
consagrando al sacerdote y configurándolo con Jesucristo Cabeza y Pastor,
crea una relación que, en el ser mismo del sacerdote, requiere ser asimilada
y vivida de manera personal, esto es, consciente y libre, mediante una
comunión de vida y de amor cada vez más rica, y una participación cada vez
más amplia y radical de los sentimientos y actitudes de Jesucristo. En esta
relación entre el Señor Jesús y el sacerdote -relación ontológica y
psicológica, sacramental y moral- está el fundamento y a la vez la fuerza
para aquella 'vida según el Espíritu' y para aquel 'radicalismo evangélico'
al que está llamado todo sacerdote y que se ve favorecido por la formación
permanente en su aspecto espiritual... 'Si así lo hacemos, tendremos la
fuerza para engendrar a Cristo en nosotros y en los demás'... también se
necesita, y de modo especial, reanimar la búsqueda continuada de un
verdadero encuentro personal con Jesús, de un coloquio confiado con el
Padre, de una profunda experiencia del Espíritu" (PDV 72)
La formación intelectual (PDV 72, 51-56; Directorio 77) es "base de la
entrega personal total a Jesús y a la Iglesia" (PDV 52) y "opera una
relación personal del creyente con Jesucristo" (PDV 53). Hay que aprender a
estudiar, renovándose continuamente, para responder a los nuevos problemas
que surgen en la Iglesia y en la sociedad. "El sacerdote... está llamado a
revelar a los hombres el rostro de Dios en Jesucristo, y, por ello, el
verdadero rostro del hombre. Pero esto exige que el mismo sacerdote busque
este rostro y lo complete con veneración y amor (cf. Sal 26,8; 41,2)" (PDV
72)
La formación pastoral (PDV 72, 57-59; Directorio 78) tiene también una
prioridad, puesto que se trata de formar pastores, en sintonía con los
"sentimientos de Cristo Buen Pastor" (PDV 57; cf. Fil 2,5), a la luz de la
palabra contemplada y estudiada, a la luz de la celebración de los misterios
y para construir la comunidad en la caridad (PDV 57; cf. OT 4). La formación
pastoral debe abarcar todos los niveles: profético, litúrgico, hodegético
(di animación y dirección). "El aspecto pastoral de la formación
permanente... Para vivir según la gracia recibida, es necesario que el
sacerdote esté cada vez más abierto a acoger la caridad pastoral de
Jesucristo, que le confirió su Espíritu Santo con el sacramento recibido.
Así como toda la actividad del Señor ha sido fruto y signo de la caridad
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pastoral, de la misma manera debe ser también para la actividad ministerial
del sacerdote. La caridad pastoral es un don y un deber, una gracia y una
responsabilidad, a la que es preciso ser fieles, es decir, hay que asumirla
y vivir su dinamismo hasta las exigencias más radicales" (PDV 72).
Estos cuatro aspectos se relacionan estrechamente haciendo que la
persona del sacerdote se sienta, a la luz de la fe, plenamente realizado.
"El camino hacia la madurez no requiere sólo que el sacerdote continúe
profundizando los diversos aspectos de su formación, sino que exige también,
y sobre todo, que sepa integrar cada vez más armónicamente estos mismos
aspectos entre sí, alcanzando progresivamente la unidad interior, que la
caridad pastoral garantiza" (PDV 72). Los cuatro aspectos indican el camino
de una formación permanente "sistemática" y "personalizada" (Directorio 79-
80).
4. Medios y programación
La programación concreta del ideario y de los objetivos, no puede
olvidar los medios e incluso las etapas a seguir. Será difícil presentar una
lista armónica de esos medios, tal distribuidos por niveles o etapas.
Intentamos dar unas indicaciones útiles.
Se trata de medios relacionados esencialmente con los ministerios. Por
esto, pueden verse en un doble nivel: personal y ministerial;
Contemplar la Palabra para predicarla: estudio y relación personal con
Cristo.
Celebración y adoración de la Eucaristía para vivirla y ayudar a
vivirla.
Fraternidad y comunión vivida y construida: vida comunitaria,
asociaciones, revisión de vida en grupo...
La oración de Cristo en nombre de la comundad y por ella (Liturgia de
las Horas).
La conversión vivida y anunciada : retiros, Ejercicios, sacramento de
la reconciliación, consejo y dirección espiritual...
Como María y con ella: Fiat, Magnificat, Stabat. Caná, Cruz, Cenáculo.
Gal 4,19.
Estos medios pueden distribuirse según diversos niveles de vida
personal, comuntiaria, pastoral:
- vida personal: contemplativa (oración, celebración litúrgica,
estudio), de seguimiento (entrega, renuncias, virtudes evangélicas,
medios concretos), de misión (disponibilidad, preparación,
dedicación...)
- vida comunitaria: arciprestazgo (decanato, zona, vicaría), revisión
de vida, convivencia, amistad, solidariedad, ayuda mutua, dirección
espiritual, asociaciaciones, instituciones...
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- vida pastoral (equipo apostólico, pastoral de conjunto en el campo
profético-litúrgico-caritativo...), etc.
Los documentos conciliares y postconciliares invitan a vida fraterna y
comunitaria (PDV 17, 29, 44, 50, 60, 73-74, 76-77, 81 (cf. PO 8; Can. 278,
280; Directorio 28-29). Tanto para el seguimiento evangélico como para la
vida comunitaria, los sacerdotes que forman parte del mismo Presbiterio
pueden encontrar diversas posibilidades: iniciativa privada (grupos,
equipos, "cenáculos"), equipo de trabajo pastoral y vida espiritual (v.g.
arciprestazgos o decanatos), asociaciones sacerdotales, asociaciones de vida
apostólica, Institutos seculares, Instituciones religiosas, etc. (PDV 81,
31, 74). En cuanto a las "asociaciones" sacerdotales, hay que recordar que
la "Unión Apostólica" es un servicio de intercambio de experiencias de "vida
apostólica" en el Presbiterio, a partir de la iniciativa de los mismos
grupos o equipos de nivel territorial (pastoral) o de amistad (revisión de
vida, etc.), y siempre en dependencia espiritual y pastoral respecto al
carisma episcopal.
A nivel de Presbiterio: La vida comunitaria, según diversas
posibilidades, es esencial para la vida sacerdotal ("vida apostólica") en el
Presbiterio. Este debe ser siempre "una verdadera familia", que "se concreta
en las formas más variadas de ayuda mutua, no sólo espirituales, sino
también materiales". Y aunque esta fraternidad "no excluye a nadie", no
obstante "puede y debe tener sus preferencias" o modalidades (PDV 74).
Siempre es posible "la vida común o fraterna entre los sacerdotes" o, como
dice el concilio, "alguna manera de vida común" o de tipo asociativo (PO 8).
"Hay que recordar las diversas formas de vida común entre los sacerdotes,
siempre presentes en la historia de la Iglesia, aunque con modalidades y
compromisos diferentes" (PDV 81; cfr. ChD 28; LG 28; PO 7-8; Directorio 29,
82, 88). "El Presbiterio es el lugar privilegiado en donde el sacerdote
debiera poder encontrar los medios específicos de santificación y de
evangelización" (Directorio n.27).
La programación prestará atención a los medios concretos de:
- potenciación humana: conocerse, convivir, cooperar, madurez
afectiva, descanso, ayuda económica (solidaridad, compartir)
- relación personal con Cristo: oración-contemplación de la Palabra,
celebración litúrgica, vivencia gozosa y de "unidad de vida" en la acción
(PO 13-14)
- seguimiento evangélico: virtudes evangélicas ("consejos") a partir
de la caridad pastoral
- vida fraterna y comunitaria ("forma comunitaria" PDV 17): en grupo
geográfico, grupo funcional, grupo de amistad, de asociación etc., en el
arciprestazgo (vicaría, decanato), con el Presbiterio en general, con la
comunidad eclesial, dinámica interna (encontrarse, compartir, ayudarse)
- potenciación intelectual: para responder a las cuestiones actuales
(culturales, sociológicas...) y especialmente a las nuevas gracias que el
Espíritu Santo comunica a la Iglesia. Profundizar los documentos
magisteriales.
- acción y disponibilidad misionera local y universal: en cada
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ministerio (profético, litúrgico, de dirección y servicio), en la pastoral
de conjunto, en la misión "ad gentes" y ayuda entre Iglesias hermanas.
Entre estos medios o "momentos privilegiados", "hay que recordar
también los encuentros del Obispo con su Presbiterio", que pueden ser
litúrgicos, pastorales, culturales, etc. Existen también "encuentros de
espiritualidad sacerdotal": encuentros de espiritualidad, retiros,
Ejercicios... Y hay también "encuentros de estudio y de reflexión común",
para conseguir una síntesis entre espiritualidad, cultura y acción pastoral,
y poder responder "a los nuevos retos de la historia y a las nuevas llamadas
que el Espíritu dirige a la Iglesia" (PDV 80).
Realizar esta espiritualidad en la vida cotidiana presupone una
formación inicial y permanente que no olvide ni infravalore los medios
concretos. Como punto de referencia, podemos recordar los textos conciliares
y postconciliares que presentan medios concretos de vida y ministerio
sacerdotal: medios comunes y peculiares (además de los ministerios),
Eucaristía celebrada y adorada, oración-contemplación de la Palabra,
reconciliación, liturgia de las horas, devoción mariana, sacrificio,
dirección espiritual, estudio, retiros y Ejercicios, formación en todos los
niveles (humano, espiritual, intelectual, pastoral), asociaciones, etc. (cf.
PO 18-21; PDV cap. V y VI; Directorio 39, 45-54, 68, 76, 81-86; CIC can.
246, 255, 276, 280, 533, 545, 548, 550).
Cada medio concreto debe ser motivado, para evitar rutinas y
formulismos. Los medios de vida personal acentúan la propia responsabilidad
e iniciativa en actitud relacional con Cristo. Los medios comunitarios
detallan tres posibilidades; encontrarse (por geografía, función, amistad,
carisma); compartir (por revisión de vida, compartir el Evangelio...);
ayudarse (perseverancia y generosidad en la vocación, pastoral, estudio,
problemas personales). Los medios que miran más al ministerio con para
reforzar la actuación en el campo profético, litúrgico y diaconal o de
servicios.
No puede olvidarse la centralidad de la Eucaristía para la vida
espiritual y pastoral. La vida sacerdotal se hace oblación "sacrificial" por
la "caridad pastoral", que es "principio interior y dinámico capaz de
unificar las múltiples actividades del sacerdote" (PDV n.23). En esta línea
sacrificial de una vida de donación, la Eucaristía reencuentra su
centralidad: "El lugar verdaderamente central, tanto de su ministerio como
de su vida espiritual, es la Eucaristía" (PDV n.26; cf. nn. 23, 38, 46, 48;
PO 5; Directorio 48-50).
El proyecto del Presbiterio debe ser personalizado a modo de poyecto
personal o en grupo (especialmente en la vida espiritual), que podría tener
estas líneas:
- Dedicar diariamente un tiempo determinado a la meditación de la
Palabra,
- Reservar diariamente un momento de visita a Jesús en la Eucaristía,
- Tener periódicamente un encuentro fraterno con otros sacerdotes para
ayudarse mutuamente (reunirse para orar, compartir, ayudarse),
11. 11
- Poner en práctica y animar las orientaciones del Obispo respecto al
Presbiterio (proyecto de vida o directorio, formación permanente,
pastoral sacerdotal...),
- Recitar diariamente una oración mariana para la fidelidad a estos
compromisos.
Analógicamente y ampliándolo a todos los niveles (humano, espiritual,
intelectual, pastoral), podría hacerse el proyecto en grupo apostólico
(vicaría, decanato, arciprestazgo) o en la "asociación", etc. (según
programas particulares, reglamentos, estatutos, etc.).
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Orientación bibliográfica sobre la formación permanente:
J.M. ARANCIBIA, C.M. GALLI, Formación sacerdotal permanente: nuestro camino
reciente: Criterio (1992) 655-663.
E. BORDA, La formazione pastorale dei sacerdoti nell'esortazione apostolica
"Pastores dabo vobis": Annales Theologici 6 (1992) 289-318.
CELAM, Las dimensiones de la formación sacerdotal (Bogotá, 1990).
(Conferencia Episcopal Colombiana) Formación sacerdotal permanente (Bogotá
1978 y 1990).
M. MACIEL, La formación integral del sacerdote (Madrid, BAC 1990).
J. de J. MARTINEZ CEPEDA La educación permanente en la Iglesia local
(Mexico, Com. Episc. Clero 1982).
L. RUBIO, La formación sacerdotal de los sacerdotes en la situación actual
(Salamanca, Sígueme 1991).