Neoliberalismo y tergiversación de las finalidades de los sistemas educativos.
Jurjo Torres Santomé (2011)
"Introducción" en: Juan Fernández Sierra (2011). Formar para la economía del conocimiento vs educar para la sociedad del conocimiento. Málaga. Aljibe, págs. 9 – 19.
En el momento presente, la recesión económica mundial que generaron las políticas neoliberales de los países más desarrollados del planeta está siendo manejada como excusa para llevar a cabo importantes transformaciones en las funciones a desempeñar por los sistemas educativos. Es preciso llamar la atención sobre un proceso que viene caracterizando las reformas e intervenciones promovidas por una buena parte de los gobiernos de los países más poderosos del mundo: el de una progresiva economización neoliberal de las políticas educativas, así como de una notable empresarialización de la formación universitaria y de las políticas de Investigación y Desarrollo.
En esta búsqueda de mayor eficiencia de los sistemas educativos, definida y evaluada según el grado de su contribución a unas pretendidas demandas de los sistemas productivos para competir con mayor rentabilidad en un mundo que se proclama globalizado, es decisivo el trabajo de presión de organizaciones como la OCDE, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Instituciones economicistas que, recurriendo a evaluaciones comparativistas en torno a determinadas variables que consideradan claves para medir el éxito y fracaso de los países, vienen funcionando como los auténticos gabinetes diseñadores de las políticas económicas, laborales, educativas, sanitarias y sociales que todos los gobiernos del mundo deben implementar. Políticas que se convierten en obligatorias especialmente para aquellos países que se ven obligados a recurrir a tales instituciones para recabar préstamos económicos.
Neoliberalismo y tergiversación de las finalidades de los sistemas educativos. Jurjo Torres Santomé (2011)
1. Juan Fernández Sierra
FORMAR PARA LA ECONOMÍA
DEL CONOCIMIENTO VS
EDUCAR PARA LA SOCIEDAD
DEL CONOCIMIENTO:
UNA VISIÓN DESDE LA PEDAGOGÍA
EDICIONES
A L J I B E
2. PRÓLOGO
NEOLIBERALISMO Y TERGIVERSACIÓN DE LAS
FINALIDADES DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS
Jurjo Torres Santomé
Universidade da Coruña
En el momento presente, la recesión económica mun-
dial que generaron las políticas neoliberales de los países
más desarrollados del planeta está siendo manejada como
excusa para llevar a cabo importantes transformaciones en
las funciones a desempeñar por los sistemas educativos. Es
preciso llamar la atención sobre un proceso que viene carac-
terizando las reformas e intervenciones promovidas por una
buena parte de los gobiernos de los países más poderosos
del mundo: el de una progresiva economización neoliberal de
las políticas educativas, así como de una notable empresa-
rialización de la formación universitaria y de las políticas de
Investigación y Desarrollo.
En esta búsqueda de mayor eficiencia de los sistemas
educativos, definida y evaluada según el grado de su contri-
bución a unas pretendidas demandas de los sistemas pro-
ductivos para competir con mayor rentabilidad en un mundo
que se proclama globalizado, es decisivo el trabajo de pre-
sión de organizaciones como la OCDE, el Banco Mundial, el
Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial
del Comercio. Instituciones economicistas que, recurriendo a
evaluaciones comparativistas en torno a determinadas varia-
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bles que consideran claves para medir el éxito y fracaso de
los países, vienen funcionando como los auténticos gabinetes
diseñadores de las políticas económicas, laborales, educati-
vas, sanitarias y sociales que todos los gobiernos del mundo
deben implementar. Políticas que se convierten en obligato-
rias especialmente para aquellos países que se ven obligados
a recurrir a tales instituciones para recabar préstamos eco-
nómicos.
Sus agendas en favor de la generalización de modelos
económicos neoliberales explican, en gran medida, las polí-
ticas educativas de una gran mayoría de los países del mun-
do desarrollado. Una buena prueba de ello es que lograron
construir una especie de sentido común en una gran mayoría
de la ciudadanía, que ya considera que los procesos de es-
colarización, los sistemas educativos, tienen como finalidad
prioritaria capacitar a cada estudiante para encontrar un
puesto de trabajo en el mercado productivo.
En el interior de cada país, es el mundo empresarial y
financiero quien pretende erigirse en el verdadero juez de la
calidad y eficacia de las instituciones escolares. Nunca como
en la actualidad el mercado laboral tuvo el poder que tiene en
el diseño, desarrollo y evaluación de las políticas educativas.
No obstante, conviene ser conscientes de que las de-
mandas de los sistemas productivos no se explicitan lo sufi-
ciente como para dejar claro si lo que persiguen son personas
con mayor especialización, con otros saberes y competencias
profesionales más útiles, o su objetivo es el abaratamiento de
la mano de obra. Es preciso caer en la cuenta de que en un
momento como el actual, caracterizado por una aguda crisis
económica y laboral, no son las destrezas de las trabajadoras
y trabajadores lo que está siendo puesto en cuestión, sino la
insuficiencia de puestos de trabajo debidas a las dificultades
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de financiación que los grandes bancos están poniendo a las
empresas, pero muy especialmente a las pequeñas y media-
nas. Al tiempo que las grandes multinacionales ya optan con
más claridad por deslocalizar aquellas tareas menos espe-
cializadas de sus cadenas productivas a países en los que los
salarios de las trabajadoras y trabajadores son muy reduci-
dos, y las condiciones laborales y horarios son claramente
injustos.
Estamos ante una crisis financiera, fruto de una eco-
nomía especulativa controlada por grandes tiburones finan-
cieros que se sienten a sus anchas poniendo en situación de
riesgo las divisas, las bolsas de valores, los bancos y cajas de
ahorro, dado que los Estados capitalistas apenas tienen regu-
laciones adecuadas para vigilar este tipo de conductas deses-
tabilizadoras. Fenómeno que repercute de manera inmediata
y negativamente en el mercado de puestos de trabajo y en
los procesos de deslocalización de empresas en busca de
mano de obra lo más barata posible. Este desmantelamiento
empresarial no es debido precisamente a que haya habido
una rebaja en los niveles de formación de la población que
está demandando un puesto de trabajo. Más bien todo lo
contrario, el porcentaje de personas con titulaciones escola-
res y los niveles educativos que alcanzan no dejan de subir
(Baudelot y Establet, 1998; Feito, 2009; Gimeno Sacristán,
2009).
Son precisamente los momentos de crisis económicas
y laborales, que las propias reglas del capitalismo generan,
cuando todo un conjunto de instituciones economicistas de
alcance mundial, como por ejemplo el FMI y el Banco Mun-
dial, aprovechan para lograr –en realidad imponer– el con-
sentimiento de los gobiernos y de la ciudadanía a sus solu-
ciones. En el momento presente para nadie es una sorpresa
que son este tipo de instituciones las que están obligando a
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los Estados, especialmente a aquellos con gobiernos mínima-
mente progresistas a adoptar políticas de desmantelamiento
de los servicios públicos, que están forzando la privatización
de las redes escolares, sanitarias y de servicios sociales de
carácter público.
Políticas neoliberales que se promueven e imponen tra-
tando de convencer a la población, mediante toda una muy
hábil manipulación de las informaciones que se divulgan por
la tupida red de medios de comunicación que los grandes
poderes financieros controlan. Es de esta manera como lo-
gran divulgar y manipular a la población con datos sesgados
que llevan erróneamente a concluir que la educación en re-
des privadas y concertadas es mejor que la pública; que el
profesorado funcionario es ineficiente y vago, que no cumple
con sus obligaciones y que, por tanto, no hay mejor contrato
de trabajo que el contrato laboral. Se obvia explicar a la ciu-
dadanía cuál es la verdadera diferencia de esos dos modelos
de contrato; como afecta cada uno de ellos, por ejemplo, a la
libertad de cátedra y de pensamiento.
El profesorado, para quienes apuestan por la privatiza-
ción, ya no es un equipo de buenos profesionales, bien cua-
lificados y seleccionados en un concurso público regido por
políticas de transparencia, igualdad, mérito y capacidad; de
personas comprometidas con metas educativas públicas, de-
batidas y decididas en el marco de gobiernos e instituciones
democráticas, al servicio de toda la sociedad. Por el contra-
rio, situarse en la esfera de lo privado equivale a redefinir el
rol del profesorado, transformándolo en una suma de indivi-
dualidades con mentalidad empresarial o de ejecutivos de
una institución escolar determinada, compitiendo con el de
otros centros e, incluso, entre sí. Se produce un reemplazo de
los regímenes éticos y profesionales en los modos de educar,
con la mente en la procura de bienes y fines públicos, para
6. FORMAR PARA LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO VS. EDUCAR PARA LA SOCIEDAD... 13
asumir otros completamente distintos, más empresariales y
competitivos. En el fondo, estamos ante transformaciones
que obligan al profesorado a auto-reeducarse, a una especie
de lavado de cerebro para un mejor desempeño de sus nue-
vos roles como gestores y managers.
Frente al burocratismo en el que ciertas políticas con-
servadoras de control habían envuelto al profesorado, ahora,
se pretende convertirlo en un conjunto de ejecutivos y gesto-
res buscando el beneficio de los propietarios y de los mento-
res ideológicos del centro escolar. Las nuevas exigencias del
mercado le obligan a saber vender bien su trabajo, a actuar
sin verdadera autonomía, pero con creatividad y con eficien-
cia; o sea, a transformarse en una especie de trabajadoras y
trabajadores especializados de una planta de producción que
se orienta buscando en todo momento la mayor rentabilidad
y beneficios posibles para su centro.
En este nuevo modelo mercantilista de funcionar, un
cometido clave lo desempeña la evaluación. Existe un férreo
control, que viene determinado por los estándares con los
que se orienta todo el proceso. Hasta el punto de que pode-
mos decir que vivimos en tiempos de medición, dirigidos por
estadísticas donde sólo un reducido sector de la población
tiene poder y capacidades para imponer las variables que
merecen la pena y, por lo tanto, con autoridad para definir el
verdadero rol de los sistemas educativos. Todas las alumnas y
alumnos son evaluados mediante tests o escalas para buscar
en qué medida lo que se hace en los centros es acorde con
los indicadores que guían el trabajo y la vida en los centros y
aulas escolares.
Esta nueva filosofía de la evaluación y valoración puede
acabar generando una auténtica cultura de miedo e, incluso,
de pánico, como resultado de constantes comparaciones de
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datos para medir y valorar la productividad, calidad y exce-
lencia. La burocracia de las nuevas bases de datos construi-
das con el cruce de los resultados de las distintas escalas y
tests de evaluación, tanto de las que aplican los organismos
nacionales como internacionales, acaban por imponer deter-
minadas concepciones de lo que es educar, pero sin la cons-
ciencia de ese modelo y, lo que es más importante, haciendo
creer a la población que ese es el único y válido modelo de
educación.
En una sociedad neoliberal, el alumnado y sus familias
pasan a ser vistos como un conjunto de consumidores. De
ahí el poder que aparentemente se les otorga para redefinir
los sistemas educativos, convirtiéndoles en ariete contra la
educación pública, en la medida en que son las empresas
educativas, los colegios privados y concertados quienes son
más activos en las tareas de propaganda de sus productos,
de lucha por una clientela a la que es muy fácil convencer.
Tareas de seducción y de persuasión que las redes escolares
públicas y las Administraciones educativas tienen más des-
atendidas, salvo contadas excepciones.
Todo sistema educativo conformado por planteamien-
tos economicistas se ocupa de trabajar en dos direcciones
convergentes: por una parte, contribuir a satisfacer las exi-
gencias de formación requeridas para asegurar las necesida-
des de un sistema de producción eficaz, diseñado en fun-
ción de los intereses de los grandes lobbies empresariales;
y por otra, seleccionar el conocimiento oficial y divulgar los
discursos necesarios con los que moldear las conciencias de
la ciudadanía de cara a legitimar las opciones neoliberales e
ideologías conservadoras como las únicas viables y lógicas y,
como resultado de ello, mantener el mayor grado posible de
paz y de armonía social, sin tener que recurrir a otras excep-
cionales medidas de coacción.
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Si hacemos caso de las argumentaciones lanzadas des-
de las esferas económicas neoliberales, la solución vendría
con la introducción de las filosofías de mercado también en el
sistema educativo. Los discursos de las agencias neoliberales
insisten, de manera machacona, en que si el Estado deja de
intervenir en el sistema educativo, el mercado sería el cam-
po de juego que posibilitaría crear las instituciones escolares
verdaderamente eficaces.
En realidad, de lo que se trataría es de que fueran
las empresas multinacionales y las instituciones religio-
sas más conservadoras y fundamentalistas quienes pasen
a desempeñar el rol que antes ejercían los Estados, pero
sin la necesidad de tener que presentarse a elecciones de-
mocráticas, sin ser elegidas mediante procedimientos de-
mocráticos sobre la base de programas que la ciudadanía
debate y vota.
Un sistema educativo al servicio de una sociedad guia-
da por el neoliberalismo siempre pone el énfasis en políticas
educativas reduccionistas y meritocráticas, que acaban sir-
viendo como aval para legitimar prácticas de segregación,
de agrupamientos selectivos en colegios y aulas para cada
colectivo social específico (Torres Santomé, 2011). O sea,
acabamos por aceptar que no todas las personas somos
iguales.
En principio, podemos decir que en una sociedad en
la que rige la desigualdad de oportunidades para su ciuda-
danía, el fracaso escolar suele ir de la mano de situaciones
como las siguientes:
1. Pertenecer a familias pobres, sin suficientes recursos
materiales, con grandes déficits culturales; con ma-
dres y/o padres sin expectativas positivas sobre el
9. JUAN FERNÁNDEZ SIERRA16
futuro de sus hijas e hijos; residiendo en barrios sin
infraestructuras sociales y culturales.
2. Una escolarización en instituciones escolares segre-
gadas. Con estudiantes seleccionados y agrupados
en aulas dominadas por expectativas negativas; so-
bre la base de prejuicios; de la mano de un profeso-
rado poco cualificado y, lo que es más decisivo, sin
auténtica motivación ni alicientes para trabajar con
estos colectivos desfavorecidos.
3. Un currículum escolar dominado por materiales di-
dácticos e informativos en los que el alumnado no
puede encontrar respuesta a los porqués que día a
día se plantea: ¿quién es su familia?, ¿por qué tuvo
la mala suerte de nacer en ese núcleo familiar y so-
cial?, ¿por qué es pobre?, ¿por qué en su barrio son
mayoría las personas sin trabajo y/o con problemas
con la policía?, etc. Su mundo no existe o, lo que es
peor, aparece siempre desvalorizado, etiquetado en
negativo. El currículum no es significativo ni relevan-
te para este tipo de estudiantes.
En una sociedad donde reinan las injusticias estructura-
les derivadas de los modelos neoliberales que venimos comen-
tando, los méritos académicos aparecen ante la opinión públi-
ca como los ejes reguladores que ordenan y jerarquizan a las
personas en las nuevas sociedades. Todas las instituciones es-
colares son contempladas como neutrales, justas y eficaces, en
las que, en principio, todas las personas tendrían las mismas
oportunidades en la carrera meritocrática que en su interior
deben emprender. Por consiguiente, los fracasos serían única-
mente responsabilidad de cada estudiante y de su familia.
En momentos en los que los modelos económicos neo-
liberales, silenciando a la política y debilitando los modos de
ejercer la democracia, vienen hablando de modo insisten-
10. FORMAR PARA LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO VS. EDUCAR PARA LA SOCIEDAD... 17
te de “igualdad de oportunidades”, es oportuno colocarles
enfrente otro modelo: el de la “distribución equitativa de
oportunidades”. Es decir, sacar a la luz, el ingente número
de personas que, fruto de las condiciones de vida que se ven
obligados a llevar, no pueden ni saben aprovechar esas opor-
tunidades, pues vienen arrastrando situaciones de déficit
que les impiden poder entender qué ventajas reales puede
aportarles, por ejemplo, acudir y estudiar en las instituciones
escolares públicas.
Cuando se llevan a cabo acciones para privatizar la red
educativa pública, y en general de cualquier bien y servicio
público, se inicia o se acelera entre la ciudadanía un proceso
muy difícil de detener de destrucción de la conciencia de lo
público, de todo lo que tenemos en común y, lógicamente,
de sus ventajas. Anular el sentido de lo público lleva a una
mayor fragmentación social y a que esta tarea de desvincula-
ción sea, a su vez, más fácil de realizar, pues las políticas de
reacción de la ciudadanía también se dificultan.
Un mayor crecimiento de las redes y servicios públi-
cos favorece la conciencia de nuestra interdependencia, de
lo imprescindible de la mutua colaboración y ayuda entre
todos los seres humanos; con lo cual, las injusticias de clase
social, las debidas a la pertenencia a una determinada etnia,
género, sexualidad, nacionalidad o edad son más fáciles de
denunciar y de eliminar. Una mayor desmembración y priva-
tización de lo público genera y acelera procesos de proletari-
zación, más sexismo, más racismo, menos reconocimiento de
colectivos marginados y explotados y más aislamiento, o sea,
mayores posibilidades de dominación e, incluso, de desapa-
rición y eliminación del otro.
Es con un compromiso por otro mundo más justo que
cobra mayor importancia el trabajo de profesionales y ciuda-
11. JUAN FERNÁNDEZ SIERRA18
danos como Juan Fernández Sierra, quien, en este lúcido en-
sayo, realiza una rigurosa cartografía acerca de las principa-
les transformaciones que están teniendo lugar en los actua-
les sistemas educativos en los que los modelos económicos
neoliberales están peligrosamente sustituyendo a la política
y, por consiguiente reduciendo a la ciudadanía exclusivamen-
te a un conjunto de personas trabajadoras y consumidoras.
No obstante, es preciso ser consciente de que esas filosofías
claramente injustas y reduccionistas no siempre tienen éxito.
En la medida en que las personas son capaces de vislumbrar
la perversidad de los fines de este neocapitalismo depreda-
dor, las reacciones van a ser cada vez más contundentes.
Un buen ejemplo de este fenómeno es el que en estos días
estamos constatando y que se visibiliza en un gran número
de movilizaciones y acampadas en las plazas públicas de la
mayoría de las ciudades españolas –promovidas por el movi-
miento “Democracia Real Ya” (http://www.democraciarealya.
es/)1
–propiciadas mayoritariamente por jóvenes y que tienen
a las redes sociales como principal recurso para comunicarse
y organizarse.
Este tipo de movilizaciones contra las políticas neoli-
berales que estamos sufriendo son un ejemplo más de que
cuando las personas acceden a informaciones relevantes y
vislumbran otras alternativas se movilizan y luchan para ha-
cer realidad otro mundo más solidario, democrático y justo.
Por tanto, análisis como los que lleva a cabo Juan Fernán-
dez Sierra son muy de agradecer y, además, los debemos
divulgar.
1 Conocido como “el movimiento 15M”, pues la primera manifestación se
llevó a cabo el 15 de mayo de 2011.
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BIBLIOGRAFÍA
BAUDELOT, C. y ESTABLET, R. (1998). El nivel educativo sube.
Madrid: Morata, 2ª ed.
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go de sordos”. Cuadernos de Pedagogía, 393: 49-53,
septiembre.
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Cuadernos de Pedagogía, 393: 54-57, septiembre.
TORRES SANTOMÉ, J. (2011). La justicia curricular. El caba-
llo de Troya de la cultura escolar. Madrid: Morata.
Jurjo Torres Santomé, 2011