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FIN Y PRINCIPIO
(1993)
Wislawa Szymborska
2
3
ÍNDICE
1- CIELO……………………………………..…………………...5
El cielo…………………………………………………….……....7
2- NO REQUIERE TITULO…………………………………..….9
Puede ser sin título……………………………………………….11
3- AALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA………………….....13
4- FIN Y PRINCIPIO……………………………………….…...15
Fin y principio…………………………………………………...17
5- EL ODIO…………………………………………..………….19
El odio………………………………………………………..….21
6- LA REALIDAD EXIGE…………………………………..….23
La realidad exige…………………………………………….…..25
7- LA REALIDAD…………………………………………...….27
8- CALCULO ELEGÍACO……………………………………...29
Cálculo elegíaco…………………………………………….…...31
9- UN GATO EN UN PISO VACÍO………………………...…..33
Un gato en un piso vacío……………………………………..….35
10- ADIÓS A LAS VISTAS…………………...………………...37
Despedida de un paisaje……………………………………...….39
11- LA FUNCIÓN……………………………………..………...41
Sesión……………………………………………………...…….43
4
12- EL FLECHAZO……………………………………….…….45
Amor a primera vista……………………………………..……...47
13- 16 DE MAYO DE 1973……………………..…..…………..49
Día l6 de mayo de 1913………………………………………….51
14- ¿Y SI TODO ESTO?………………………………………...53
Quizá todo esto……………………………………………….….55
15- GAGS.…………………………………………………….....57
Comedietas…………………………………………………...….59
16- NADA ES REGALO………………………………..……….61
Nada en propiedad…………………………………………….....63
17- UNA VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS……..…..65
Versión de los acontecimientos………………………………….69
18- ES UNA GRAN SUERTE………………………………......73
Es una gran suerte……………………………………………......75
5
CIELO
He aquí por donde se debió empezar: el cielo.
Ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales.
Un hueco, sin más,
pero abierto de par en par.
No necesito esperar una noche serena,
ni alzar la cabeza
para contemplar el cielo.
Lo tengo a mi espalda, a mano y en los párpados.
El cielo me arrebuja toda
y, desde abajo, me hace flotar.
Las más altas montañas
no están más cerca del cielo
que los valles más profundos.
No existe un lugar donde abunde más
que en otro.
Sobre un nubarrón pesa tanto
como sobre una tumba.
El topo asciende a los cielos
como el búho que agita sus alas.
Lo que cae en el abismo
cae del cielo en el cielo.
Friables, líquidos, rocosos,
volátiles y llameantes,
los espacios del cielo, las migas del cielo,
las brisas del cielo y los montones de cielo.
El cielo está en todas partes,
incluso en la oscuridad bajo la piel.
Me alimento de cielo, evacuo cielo.
Soy una trampa en la trampa,
un habitante habitado,
un brazo abrazado,
una pregunta en respuesta a una pregunta.
6
La división entre Cielo y Tierra
no es el método adecuado
para concebir esta totalidad.
Sólo permite sobrevivir
en un domicilio más concreto,
más fácil de encontrar, por si alguien me buscara.
Mis rasgos personales son
admiración y desespero.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
7
EL CIELO
Por ahí habría que haber empezado: por el cielo.
Ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales.
Un hueco, nada más que un hueco,
pero abierto de par en par.
No tengo que esperar una noche clara
ni levantar la cabeza
para mirar el cielo.
Lo tengo a mis espaldas, a mano, en mis párpados.
El cielo me envuelve por completo
y me alza en el aire.
Ni las montañas más altas
están más cerca del cielo
que los valles más profundos.
No hay más cielo en un lugar
que en otro.
Tan implacablemente aplastada está la nube
por el cielo como la tumba.
Tan en las nubes está el topo extasiado
como la lechuza que agita sus alas.
Aquello que cae al abismo
cae también del cielo al cielo.
Arenosas, fluidas, rocosas
inflamadas y volátiles
extensiones de cielo, migajas de cielo,
bocanadas y montones de cielo.
El cielo está omnipresente
incluso en las tinieblas bajo la piel.
8
Como cielo, defeco cielo.
Soy trampa entrampada
habitante habitado
abrazado abrazo
pregunta en respuesta a una pregunta.
La división en cielo y tierra
no es la forma adecuada
de pensar en este todo.
Permite tan sólo sobrevivir
bajo una dirección más exacta
para ser encontrada con más rapidez
si alguien me buscara.
Mis señas personales
son el entusiasmo y la desesperación.
(Traducción de David Carrión Sánchez)
9
NO REQUIERE TÍTULO
Aquí estoy, sentada bajo un árbol,
a orillas de un río,
una mañana soleada.
Es un hecho anodino
que no pasará a la historia.
No es una batalla ni un tratado,
cuyas causas se investigan,
ni el memorable asesinato de un tirano.
Sin embargo, estoy sentada a orillas del río.
Y si estoy aquí,
forzoso es haber llegado de alguna parte,
y antes
forzoso fue haber recorrido otros lugares
como los conquistadores de nuevas tierras
antes de subir a bordo de sus navíos.
Incluso un instante fugaz tiene un turbulento pasado,
un viernes anterior a sábado,
un mayo que a junio precede,
y horizontes no menos reales
que los dibujados en los prismáticos de los mariscales.
El árbol es un álamo hace años arraigado.
El río es el Raba que no empezó a fluir ayer.
La senda no anteayer
se abrió entre matorrales.
Antes de disipar las nubes, el viento
hasta aquí las arrastró.
10
Aunque nada importante sucede en torno a mí,
no es el mundo por eso más pobre en matices,
menos justificable, menos definido
que cuando dependía de las grandes migraciones.
El silencio no sólo envuelve conspiraciones.
Y el séquito de causas no sólo acompaña subidas a tronos.
No sólo los aniversarios de las revoluciones caen,
también las piedras arrojadas al río.
Intrincado y denso es el bordado de las circunstancias.
El pespunte de la hormiga en la hierba.
La hierba cosida a la tierra.
El diseño de la ola enhebrada a un palito.
Así, por obra del azar, soy y miro.
Una mariposa blanca aletea en el aire
con alas que sólo a ella pertenecen,
y una sombra sobrevuela mi mano,
la suya, no otra, no de cualquiera.
Ante hechos semejantes me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo que no importa.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
11
PUEDE SER SIN TÍTULO
Después de todo, estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un acontecimiento banal
y que no pasará a la historia.
Nada que ver con batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni con tiranicidios dignos de ser recordados.
Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
he tenido que venir de algún lado
y antes
estar en muchos otros sitios,
exactamente igual que los grandes descubridores
antes de subir a cubierta.
Hasta el momento más efímero tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Son tan reales sus horizontes
como los de los catalejos de los almirantes.
Este árbol es un álamo enraizado desde hace años.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando unos pasos
formaron el sendero.
El viento, para dispersar las nubes
tuvo antes que arrastrarlas aquí.
12
Y aunque en los alrededores no pasa nada importante,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado, ni menos definido,
que en la época de las grandes migraciones.
El silencio no sólo acompaña a conspiraciones secretas.
Ni un séquito de causas a ceremonias de coronación.
No sólo se erosionan los aniversarios de las sublevaciones,
también envejecen los guijarros de la orilla.
Complicado y denso es el bordado de las circunstancias.
Costura de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas sobre el que se enhebra un tallo.
Por casualidad estoy aquí y miro.
Sobre mí una mariposa blanca bate en el aire
unas alas que sólo a ella le pertenecen
y una sombra se me escapa a través de la mano,
no otra, no la de cualquiera, precisamente la suya.
Ante esta visión siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.
(Traducción de David Carrión Sánchez)
13
AALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA
A algunos,
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatoria,
y a los mismos poetas,
serán dos de cada mil personas.
Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como les gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.
La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una insegura respuesta
se ha dado a esta pregunta.
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos.
(Traducción de Gerardo Beltrán, David A. Carrión Sánchez
y Abel A. Murcia Soriano)
14
15
FIN Y PRINCIPIO
Después de cada guerra
alguien tiene que hacer la limpieza.
Un mínimo orden
no se hará solo.
Alguien tiene que apartar los escombros
de los caminos
para que puedan pasar
carros llenos de cadáveres.
Alguien tiene que hundirse
en el fango y en la ceniza,
en los muelles de los sofás,
en las esquirlas de vidrio
y en los trapos ensangrentados.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar la pared,
alguien debe poner cristales en las ventanas
y colocar la puerta en los goznes.
Es una labor nada fotogénica
y requiere años.
Las cámaras ya se han ido
a otra guerra.
Otra vez puentes,
de nuevo estaciones.
Las mangas se deshilacharán
a fuerza de arremangarse.
16
Alguien, escoba en mano,
recuerda aún cómo era todo.
Alguien escucha
y asiente con la cabeza que no le arrancaron.
Pero pronto, muy cerca,
empiezan a pulular
quienes lo encuentran aburrido.
Alguien todavía a veces
de debajo de una mata desentierra
argumentos oxidados
y los arroja al montón de desechos.
Quienes saben
la trama de la historia
tienen que ceder
a quienes apenas la conocen.
Y menos que apenas.
E incluso casi nada.
En la hierba que ha crecido
sobre causas y efectos
alguien debe tumbarse
con una espiga entre los dientes
para contemplar las nubes.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
17
FIN Y PRINCIPIO
Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.
Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un cristal en la ventana
y la puerta en sus goznes.
Eso de fotogénico tiene poco,
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.
A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.
18
Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.
Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.
Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.
En la hierba, que cubra
causas y consecuencias,
seguro que habrá alguien tumbado
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
19
EL ODIO
Ved cuan activo está
y qué bien se conserva
el odio en nuestro siglo.
Con qué ligereza salva obstáculos,
y qué fácil le resulta saltar sobre su presa.
No es como los otros sentimientos.
Más viejo y, a la vez, más joven.
Por sí mismo genera la causa
de su despertar a la vida.
Duerme a veces, pero jamás con un sueño eterno.
Y el insomnio no le resta fuerzas, se las da.
Buenas son las religiones,
con tal de estar en la línea de salida.
Buenas son las patrias,
con tal de lanzarse a la carrera.
Al principio, incluso la justicia funciona.
Después correrá solo.
El odio. El odio.
La faz se le retuerce en una mueca
de amoroso éxtasis.
¡Qué anemia y apatía
la de los otros sentimientos!
¿Desde cuándo la fraternidad
arrastra multitudes?
¿Ha llegado alguna vez la compasión
primera a la meta?
¿A cuántos voluntarios seduce la duda?
El odio sí seduce, ¡y cómo!, es perro viejo.
20
Avispado, listo, trabajador.
¡Cuántos cantares ha compuesto!
¡Cuántas páginas de la historia ha numerado!
¡Cuántas alfombras humanas ha desplegado,
en cuántas plazas, en cuántos estadios!
No nos engañemos:
sabe crear belleza.
Espléndidos son sus incendios en la negra noche.
Soberbias las humaredas de sus explosiones al alba.
Imposible negar el patetismo de sus ruinas
ni el humor chabacano
de la única columna que queda en pie.
Es maestro del contraste
entre silencio y estruendo,
entre sangre roja y nieve blanca.
Y nunca jamás se cansa
del leitmotiv del verdugo pulcro
sobre la inmunda víctima.
Siempre dispuesto a nuevas tareas.
Si es necesario esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene los ojos de lince del francotirador
y mira el futuro con denuedo.
Él, sólo él.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
21
EL ODIO
Contemplad, qué activo sigue siendo,
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza afronta grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.
No es como otros sentimientos.
Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo.
Él mismo crea razones,
que lo despiertan a la vida.
Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno.
El insomnio no le quita fuerza, antes se la da.
Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es lanzarse a correr.
Para empezar no está mal eso de la justicia.
Después ya corre solo.
¡Odio! ¡Odio!
Su rostro lo desfigura una mueca
de éxtasis amoroso.
¡Ay estos otros sentimientos,
enclenques e indolentes!
¿Desde cuándo la fraternidad
puede contar con las multitudes?
¿Alguna vez la compasión
ha llegado primera a la meta?
¿Cuántos admiradores arrastra tras de sí la incertidumbre?
Arrastra sólo el odio, que sabe lo suyo.
22
Lúcido, inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuántas canciones ha compuesto?
Cuántas páginas de la historia ha numerado.
Cuántas alfombras de gente ha extendido
en cuántas plazas, en cuántos estadios.
No nos engañemos:
sabe crear belleza.
Son espléndidos sus resplandores en la oscuridad de la noche.
Estupendas las humaredas de sus explosiones de destellos rosados.
Difícil negar a unas ruinas su pathos
y el vulgar humor
de unas columnas vigorosamente erectas entre ellas.
Es maestro del contraste
entre el estrépito y el silencio,
entre la roja sangre y la blanca nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el tema de un torturador impecable
sobre su víctima mancillada.
Listo en todo momento para nuevos quehaceres.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
y él, sólo él, mira al futuro
confiado.
(Traducción de David Carrión Sánchez)
23
LA REALIDAD EXIGE
La realidad exige
que también se diga:
la vida sigue.
Sigue en Cannas y en Borodino
y en Kosovo Pole y en Guernica.
En una plaza de Jericó
hay una gasolinera,
y en Bila Hóra hay bancos
recién pintados.
Entre Pearl Harbour y Hastings
va y viene el correo postal,
un camión de mudanzas pasa
ante la mirada del león de Queronea,
y a los huertos en flor de los arrabales de Verdún
sólo llega un frente atmosférico.
Hay tanto Todo
que Nada apenas se nota.
La música llega
desde los yates de Accio
y bailan al sol las parejas.
Suceden tantas cosas
que en todas partes algo sucede.
Donde quede piedra sobre piedra,
un vendedor de helados
asediado por niños.
24
Donde Hiroshima,
otra vez Hiroshima
y fabricación de productos
de uso cotidiano.
No carece de encantos un mundo tan terrible,
no carece de madrugadas
que merecen un despertar.
La hierba es verde
en los campos de Maciejowice,
y en la hierba, como en toda hierba,
el rocío es puro cristal.
Quizá no existan más campos que los de batalla,
algunos aún recordados,
y otros ya olvidados,
bosques de abedules y bosques de cedros,
nieves y arenas, irisadas ciénagas
y despeñaderos de negras derrotas,
donde en caso de urgente necesidad
nos agachamos hoy detrás de una mata.
¿Y en qué moraleja refluye? Quizás en ninguna.
Lo que en verdad fluye es la sangre que pronto se seca
y siempre algunos ríos y algunas nubes.
En los desfiladeros trágicos
el viento se lleva los sombreros
y, no podemos evitarlo,
nos produce una risa loca.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
25
LA REALIDAD EXIGE
La realidad exige
que lo digamos bien claro:
la vida sigue su curso.
Sucede así en Cannas, en Borodinó,
en los llanos de Kosovo v en Guernica.
Hay una gasolinera
en una pequeña plaza de Jericó,
hay bancos recién pintados
cerca de Bila Hora.
Las cartas van y vienen
entre Pearl Harbour y Hastings,
pasa un camión de muebles
bajo la mirada del león de Queronea
y sólo un frente atmosférico amenaza
los florecientes jardines cercanos a Verdún.
Hay tanto de Todo
que lo que hay de Nada queda muy bien cubierto.
De los yates de Accio
llega la música
y en cubierta, al sol, bailan las parejas.
Pasan siempre tantas cosas
que seguro que tienen que pasar en todas partes.
Donde hay piedra sobre piedra
hay un carro de helados
cercado por los niños.
26
Donde estaba Hiroshima
de nuevo está Hiroshima
y se siguen produciendo
objetos de uso cotidiano.
No le faltan encantos a este horroroso mundo
ni tampoco amaneceres
para los que merece la pena despertar.
En los campos de Macejowice
la hierba es verde,
y en la hierba, como pasa en la hierba,
la escarcha, transparente.
Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla,
los aún recordados.
los hoy ya olvidados,
bosques de abedules y bosques de cedros,
nieves y arenas, pantanos irisados
y barrancos de negro fracaso
donde en caso de urgencia
satisfacemos ahora nuestras necesidades.
Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna.
Lo que de verdad sale es la sangre que se seca rápida
y siempre algunos ríos, algunas nubes.
En los trágicos desfiladeros
el viento se lleva los sombreros,
y es inevitable:
la imagen nos da risa.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
27
LA REALIDAD
La realidad no se desvanece
como se desvanecen los sueños.
Ni ruidos ni timbres
la dispersan,
ni gritos ni estruendos
la interrumpen.
Las escenas en los sueños
son equívocas y ambiguas,
y esto se puede explicar
de muy diversas maneras.
La realidad se define a sí misma,
por eso es mayor su misterio.
Para los sueños hay llaves.
La realidad se abre sola
y no se deja cerrar.
Por el resquicio se asoman
certificados y estrellas,
se derraman mariposas
y almas de viejas planchas,
gorros descabezados
y los cráneos de las nubes.
De esto surge un acertijo
que no tiene solución.
Sin nosotros no habría sueños.
Aquél sin quien no habría realidad
no es conocido,
y el producto de su insomnio
se contagia a todo
el que despierta.
28
No deliran los sueños,
delira la realidad.
aunque sea por la insistencia
con que se aferra
al curso de los acontecimientos.
En los sueños aún vive
nuestro difunto reciente.
goza de buena salud,
se ve incluso más joven.
La realidad tiende ante nosotros
su cuerpo sin vida.
La realidad no retrocede ni un paso.
Los sueños son tan ligeros
que la memoria se los quita de encima fácilmente.
La realidad no tiene que temerle al olvido.
Es hueso duro de roer.
Nos trae de cabeza,
nos pesa en el alma,
se nos enreda en los pies.
No hay escapatoria,
la realidad nos acompaña en cada huida.
Y no hay estación
en nuestro itinerario
en la que no nos espere.
(Traducción de Gerardo Beltrán)
29
CÁLCULO ELEGÍACO
¿Cuántos de quienes conocí
(si de veras les conocí)
mujeres y hombres
(si sigue vigente la distinción)
han traspasado este umbral
(si es un umbral),
han cruzado corriendo este puente
(si puede llamarse puente)?
¿Cuántos, tras un vida más o menos larga
(si todavía les importa la diferencia),
buena, porque empezó,
mala, porque acabó
(si no prefieren lo contrario),
se encontraron en la orilla
(si hubo encuentro
y si la otra orilla existe)?
La certeza de su postrer destino
no me ha sido deparada
(si es un destino a todos común
y si sigue siendo destino).
Todo
(si esta palabra no limita en exceso)
dejan detrás
(si no lo dejan delante).
¿Cuántos saltaron de un tiempo en marcha
y desaparecieron a lo lejos con más y más melancolía
(si se da crédito a las leyes de la perspectiva)?
30
¿Cuántos
(si la pregunta tiene sentido,
si uno es capaz de realizar la suma final
sin incluirse a sí mismo en el resultado)
se han sumido en el más profundo sueño
(si no queda otro más profundo sueño)?
Adiós.
Hasta mañana.
Hasta otra.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Confiados en el infinito
(si no en otro) silencio.
Ocupados sólo
(si en verdad sólo)
en lo que les exige su ausencia.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
31
CÁLCULO ELEGÍACO
Cuántos de los que he conocido
(si de verdad los he conocido)
hombres, mujeres
(si esta división sigue vigente)
han atravesado este umbral
(si esto es un umbral)
han cruzado este puente
(si se puede llamar puente).
Cuántos después de una vida más corta o más larga
(si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia)
buena porque ha acabado
mala porque ha acabado
(si no prefirieran decirlo al revés)
se han encontrado en la otra orilla
(si se han encontrado)
y si la otra orilla existe.
No me es dado saber
cuál fue su destino
(ni siquiera si se trata de un solo destino,
y si hay todavía destino).
Todo
(si con esta palabra no lo delimito)
ha terminado para ellos
(si no lo tienen por delante).
Cuántos han saltado del tiempo en marcha
y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez mayor
(si merece la pena creer en perspectivas).
32
Cuántos
(si la pregunta tiene algún sentido,
si se puede llegar a la suma final
antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo)
han caído en el más profundo de los sueños
(si no hay otro más profundo).
Hasta la vista.
Hasta mañana.
Hasta la próxima.
Ya no quieren
(si es que no quieren) repetirlo.
Condenados a un interminable
(si no es otro) silencio.
Ocupados sólo con aquello
(si es sólo con aquello)
a lo que los obliga la ausencia.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
33
UN GATO EN UN PISO VACÍO
Morir —eso, a un gato, no se le hace.
Porque, ¿qué puede hacer un gato
en un piso vacío?
Subirse por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada aquí ha cambiado,
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio,
pero nada está en su sitio.
Y la luz sigue apagada al anochecer.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados.
Una mano deja pescado en el plato
y no es, tampoco, la de antes.
Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no sucede
según lo establecido.
Alguien estaba aquí, estaba siempre,
y de repente desapareció
y se empeña en no estar.
Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra.
Incluso se ha roto la veda
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?
Dormir y esperar.
34
¡Ay, cuando él regrese,
ay, cuando aparezca!
Se enterará de que ésas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere la cosa,
habrá que acercársele,
despacito,
sobre unas patitas muy muy ofendidas.
Y, de entrada, nada de brincos ni maullidos.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
35
UN GATO EN UN PISO VACÍO
Morir eso no se le hace a un gato.
Porque qué puede hacer un gato
en un piso vacío.
Trepar por las paredes.
Restregarse entre los muebles.
Parece que nada ha cambiado
y, sin embargo, ha cambiado.
Que nada se ha movido,
pero está descolocado.
Y por la noche la lámpara ya no se enciende.
Se oyen pasos en la escalera,
pero no son ésos.
La mano que pone el pescado en el plato,
tampoco es aquella que lo ponía.
Hay algo aquí que no empieza
a la hora de siempre.
Hay algo que no ocurre
como debería.
Aquí había alguien que estaba y estaba,
que de repente se fue
e insistentemente no está.
Se ha buscado en todos los armarios.
Se ha recorrido la estantería.
Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado.
Incluso se ha roto la Prohibición
y se han desparramado los papeles.
Qué más se puede hacer.
Dormir y esperar.
36
Ya verá cuando regrese,
ya verá cuando aparezca.
Se va a enterar
de que eso no se le puede hacer a un gato.
Se irá hacia él
como si no quisiera,
despacito,
con las patas muy ofendidas.
Y nada de saltos ni maullidos al principio.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano y David A. Carrión Sánchez)
37
ADIÓS A LAS VISTAS
No guardo rencor a la primavera
por haber vuelto.
No la culpo
de cumplir con sus deberes
año tras año.
Comprendo que mi tristeza
no detendrá el verdor.
Si la hierba vacila
se debe sólo al viento.
No me duele que los alisos
inclinados sobre el agua
vuelvan a tener con que susurrar.
Acepto de buen grado
que —como si aún vivieras—
la orilla de cierto lago
siga tan bella como antes.
No les reprocho a las vistas
las vistas a una bahía
deslumbrada por el sol.
Incluso soy capaz de imaginar
que unos no—nosotros
están en este momento sentados
en el tronco caído de un abedul.
Respeto su derecho
al bisbiseo, a la risa
y al silencio feliz.
38
Incluso les supongo
por amor unidos,
y que él la rodea
con un brazo vivo.
Algo súbito, algo pajaril
cruje entre el juncal.
De corazón les deseo
que lo oigan.
No pido cambios
a las olas de la orilla,
ora ágiles, ora perezosas,
que, a mí, no me obedecen.
No exijo nada
del remanso del bosque,
ya esmeralda,
ya zafiro,
ya negro.
Sólo con un detalle no me conformo.
Con mi propio regreso al lugar.
Con el privilegio de la presencia.
Presento mi renuncia.
No he vivido más que tú,
sino sólo lo bastante
para pensar de lejos.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
39
DESPEDIDA DE UN PAISAJE
No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.
Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.
No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.
Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.
No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.
Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.
Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.
40
Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.
Algo nuevo. como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
De veras les deseo
que lo oigan.
No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero no obedientes.
Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.
Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
y sólo lo suficiente
para recordar desde lejos.
(Traducción de Gerardo Beltrán)
41
LA FUNCIÓN
El azar muestra sus trucos.
Se saca de la manga una copa de coñac
y sienta a Enrique delante de la bebida.
Entro en el bar y me quedo de piedra.
Enrique no es otro
que el hermano del marido de Inés,
e Inés es una pariente
del cuñado de tía Sofi.
Comentándolo descubrimos que tenemos en común un bisabuelo.
En dedos del azar el espacio
se desenrolla y se enrolla,
se ensancha y se encoge.
Como un mantel, hace un instante,
y, ahora, como un pañuelo.
Adivina con quién me encontré
y ¡dónde!, en Canadá,
y al cabo de tantos años.
Le creía muerto,
y él en un Mercedes.
En un avión a Atenas.
En un estadio de Tokyo.
El azar juega con un caleidoscopio.
Millones de cristales de colores brillan.
Y de pronto el cristal de Juanito,
tintín, con el cristal de Margarita.
Ya ves, en el mismo hotel.
Cara a cara en un ascensor.
En una tienda de juguetes.
En el cruce de Szewska y Jagiellońska.
42
El azar va embozado con una capa.
Debajo se pierden y se encuentran las cosas.
Sin querer tropecé con.
Me agaché y recogí.
Miro y es una cuchara
de la cubertería robada.
A no ser por la pulsera
no habría reconocido a Alejandra,
y di con este reloj en Pfock.
El azar nos mira profundamente a los ojos.
La cabeza nos pesa.
Se nos caen los párpados.
Tenemos ganas de reír y llorar,
no podemos creerlo:
de cuarto de primaria a este buque,
aquí debe de haber truco.
Queremos gritar
que el mundo es un pañuelo,
que es fácil abarcarlo
con los brazos abiertos.
Y por un momento rebosamos de una alegría
radiante y engañosa.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
43
SESIÓN
El azar muestra sus trucos.
Se saca de la manga una copa de coñac,
y sienta enfrente a Enrique.
Entro al café y me quedo de piedra.
Enrique no es otro
que el hermano del marido de Inés
e Inés es pariente
del cuñado de la tía Sofía.
Mira por dónde llegamos a la conclusión de que tenemos un
bisabuelo común.
El espacio en los dedos del azar
se enrolla y desenrolla,
se dilata y se contrae.
Como un mantel hace un segundo
y ahora como un pañuelo.
¿A que no sabes a quién me encontré?
y ¿sabes dónde? en Canadá,
y después de tanto tiempo.
Estaba segura de que había muerto
y él en su mercedes.
En el avión a Atenas.
En el estadio de Tokio.
El azar hace girar en las manos el calidoscopio.
Millones de cristales de colores que destellan.
Y de golpe el cristal de Pepito
¡crash! con el cristal de Mariloli.
¡Te das cuenta! ¡Los dos! ¡El mismo hotel!
¡El ascensor! ¡Cara a cara!
¡La tienda de juguetes!
¡La esquina de Zapateros con Bordadores!
44
El azar anda envuelto en una capa.
En ella se pierden y se encuentran los objetos.
Tropiezo sin querer.
Me agacho y lo levanto.
Miro y es la cuchara
de aquel juego robado.
Si no es por la pulsera
no reconozco a Maite
y este reloj lo encontré en Segovia.
El azar nos mira profundamente a los ojos.
Empezamos a cabecear.
Se nos cierran los párpados.
Nos dan ganas de reír y de llorar,
porque esto es increíble,
¡del cuarto B a este buque!
¡Aquí hay gato encerrado!
Nos entran ganas de gritar
qué pequeño es el mundo,
qué fácil abarcarlo
con los brazos abiertos.
Y por un momento nos embarga todavía
una alegría
ilusoriamente clara.
(Traducción de Carlos Marrodán Casas)
45
EL FLECHAZO
Ambos están convencidos
de que el súbito amor les unió.
Tan firme seguridad es bella,
pero aún más bella es la inseguridad.
Creen que, si antes no se conocían,
nada pudo haber existido entre ellos.
¿Qué dirían las calles, las escaleras y los pasillos
donde quizá tantas veces se cruzaron?
Desearía preguntarles
si no lo recuerdan.
¿Acaso algún día cara a cara
en una puerta giratoria?,
¿un «disculpe» entre la multitud?,
¿un «se equivoca» al otro lado del teléfono?
Pero sé su respuesta.
No, no lo recuerdan.
Les sorprendería
que el azar llevara tiempo
jugando con ellos.
Aún no por completo listo
para convertirse en destino,
se les acercaba y se iba,
les atajaba el camino
y, ahogando una carcajada,
de un brinco se apartaba.
46
Hubo signos, presagios,
qué importa si ilegibles.
¿Hace unos tres años,
o el pasado martes,
una hojita voló
de un hombro al otro?
Hubo algo perdido y después recuperado.
Quién sabe, ¿no fue la pelota
en los arbustos de la infancia?
Hubo timbres y picaportes
donde, antes de llegar la hora,
la huella de una mano en otra se imprimió.
Dos maletas juntas en una consigna.
Quizá un mismo sueño, una misma noche,
diluido en brumas por la mañana al despertar.
Porque no hay comienzo
que continuación no sea,
y el libro del acontecer
está siempre abierto por la mitad.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
47
AMOR A PRIMERA VISTA
Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
—quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria.
o algún «lo siento»
o el sonido de «se ha equivocado» en el teléfono—,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos.
Una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.
48
Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.
Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después del despertar.
Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto por la mitad.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
49
16 DE MAYO DE 1973
Una de tantas fechas
que ya nada me dicen.
Por dónde andaba aquel día,
qué hacía —no lo sé.
Si se hubiera cometido un crimen cerca,
no hubiera tenido coartada.
El sol brilló y se apagó
sin darme yo cuenta.
La tierra giró
sin registrarlo mi agenda.
Puedo imaginarme
como una muerta temporal,
pero me cuesta pensar que vivía
y nada recuerdo.
No era un fantasma,
respiraba, comía,
daba pasos
que se oían,
y las huellas de mis manos
quedaron sin duda en los pomos de las puertas.
Me reflejaba en el espejo.
Vestía alguna prenda de algún color.
Seguro que alguien me vio.
50
Quizá aquel día
encontré algo antes perdido.
O perdí algo que más tarde encontraría.
Rebosaba sensaciones y sentimientos.
Y ahora todo se reduce
a sólo tres puntos entre paréntesis.
¿Dónde me metí,
dónde me escondí?
No es mal truco:
a mí misma perderme de vista.
Sacudo mi memoria.
Quizá entre sus ramas algo
tantos años dormido
alce el vuelo con un batir de alas.
No.
Pido, es evidente, demasiado.
Nada menos que un segundo entero.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
51
DÍA 16 DE MAYO DE 1973
Una de esas muchas fechas
que ya no me dicen nada.
A dónde fui ese día,
qué hice, no lo sé.
Si en los alrededores se hubiera cometido un crimen,
no habría tenido coartada.
El sol brilló y se apagó
sin que yo lo advirtiera.
La tierra giró
sin merecer una mención en mi diario.
Me sentiría mejor pensando
que morí brevemente,
que pensando que nada recuerdo,
aunque viví sin pausa.
No fui ningún fantasma,
respiré, comí,
di pasos
que se oyeron
y tuvieron que quedar huellas
de mis dedos en las puertas.
Me reflejé en el espejo.
Llevaba puesto algo de algún color.
Seguro que hubo gente que me vio.
52
Quizás ese día
encontré algo que había perdido antes.
Quizás perdí lo que encontré más tarde.
Estaba llena de sentimientos y sensaciones.
Ahora todo eso son
como puntos suspensivos entre paréntesis.
Dónde me metí,
dónde me sepulté,
no es un mal truco
perderse una misma de vista.
Agito mi memoria,
quizás algo adormecido
en sus ramas durante años
se levante con un rumor de alas.
No.
Evidentemente exijo demasiado,
me atrevo a pedir un segundo.
(Traducción de David Carrión Sánchez)
53
¿Y SI TODO ESTO?
¿Y si todo esto
sucede en un laboratorio?
¿Bajo sólo una lámpara de día
y miles de millones por la noche?
¿Y si somos generaciones en prueba?
¿Vertidos de un recipiente a otro,
agitados en retortas,
observados con algo más que un ojo,
uno a uno, por separado,
cogidos con pinzas?
¿Y si no es así?,
¿ninguna intervención?
¿Los cambios se producen por sí solos
de acuerdo con el programa?
¿Traza la aguja en un diagrama
el lento zigzag previsto?
¿Y si por ahora no hay en nosotros nada interesante?
¿Se conectan pocas veces los monitores de control?
¿Sólo en caso de guerra, de una guerra más bien grande,
o de vuelos por encima de esta miga que es la tierra,
o de grandes migraciones del punto A al punto B?
¿Y si es al contrario?
¿Allí sólo se deleitan con anécdotas triviales?
Mirad, una niña en una pantalla gigante,
se cose un botón en una manga.
Los sensores silban,
el personal se agolpa.
¡Ay, un bichito con un corazón
que le palpita dentro del pecho!
¡Con qué entrañable seriedad
enhebra la aguja!
Alguien en pleno éxtasis exclama:
¡Avisad al Jefe,
que venga a verlo con sus propios ojos!
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
54
55
QUIZÁ TODO ESTO
Quizá todo esto
está sucediendo en un laboratorio.
Bajo una lámpara de día
y miles de millones de lámparas de noche.
Quizá somos una generación piloto.
Vertidos de un recipiente a otro,
agitados en matraces,
observados por algo más que un ojo,
cada uno por separado
cogidos al final con pinzas de uno en uno.
O quizá de otro modo:
ninguna intervención.
Los cambios se producen solos
según lo establecido.
La aguja del gráfico dibuja lentamente
los zigzags previstos.
Quizá hasta ahora nada tenemos de curioso.
Los monitores de control están pocas veces conectados.
Sólo si hay una guerra, y más bien de las grandes,
algunos vuelos sobre el terrón de la Tierra,
o visibles migraciones del punto A al B.
O quizás al revés:
sólo les gustan las secuencias.
He aquí a una niña en una gran pantalla
mientras se cose un botón de la mansa.
56
Los sensores silban,
el personal acude.
¡Qué ser es ése
con su pequeño corazón latiendo dentro!
¡Qué graciosa seriedad
al enhebrar la agujal
Alguien grita exaltado:
¡Informad al Jefe
que venga y lo vea él mismo!
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
57
GAGS
Si los ángeles existen
no creo que lean
nuestras novelas
sobre frustradas esperanzas.
Ni, ¡ay, me temo!,
nuestros poemas
llenos de reproches contra el mundo.
Los alaridos y las convulsiones
de nuestras obras teatrales
deben, sospecho, acabar
por crisparles.
En horas libres de sus deberes
angelicales, es decir inhumanos,
prefieren ver
las comedias de gags
de la época del cine mudo.
A nuestros plañideros,
rasgadores de vestiduras
crujidores de dientes,
prefieren, creo,
al infeliz
que agarra por la peluca a otro que se ahoga
o hambriento devora
los cordones de sus zapatos.
58
De cintura para arriba, pechera y ambiciones,
y un ratón asustado mas abajo,
en la pernera del pantalón.
¡Sí, seguro,
se lo pasan en grande!
Una persecución en círculo
convierte en perseguidor al perseguido.
Una luz en un túnel
resulta ser el ojo de un tigre.
Cien catástrofes
equivalen a cien cómicas piruetas
al borde de cien precipicios.
Si los ángeles existen,
deben, espero,
disfrutar de lo lindo
con la hilaridad en el columpio del terror,
que ni siquiera grita socorro, socorro,
porque todo sucede en silencio.
Me atrevo a suponer
que aplauden con sus alas
y que de sus ojos caen lágrimas
de, por lo menos, risa.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
59
COMEDIETAS
Si existen los ángeles
no creo que lean
nuestras novelas
sobre ilusiones perdidas.
Me temo —por desgracia—
que tampoco nuestros versos
quejándonos del mundo.
Los espasmos y gritos
de nuestras obras teatrales
deben —sospecho—
impacientarlos.
Al fin de su jornada
angelical, o sea inhumana,
ven sobre todo
nuestras comedias
de la época del cine mudo.
Más que a los lamentadores,
rasgadores de vestiduras,
y rechinadores de dientes,
valoran —según creo—
a ese infeliz
que agarra de la peluca al que se ahoga
o que por hambre se deleita
con sus propios cordones.
60
De la cintura hacia arriba, pechera y aspiraciones,
más abajo, un ratón aterrado
en las piernas de los pantalones.
Eso sí
que debe hacerles mucha gracia.
En la persecución en círculo
el que persigue se convierte en perseguido.
La luz en el túnel
resulta ser el ojo de un tigre.
Cien catástrofes
son cien graciosas cabriolas
al borde de cien precipicios.
Si existen los ángeles
debería —espero—
llegar a convencerlos
esa hilaridad que se alimenta del espanto,
sin siquiera gritar ¡socorro!
porque todo sucede en silencio.
Me atrevo a suponer
que aplauden con las alas
y de sus ojos brotan lágrimas
cuando menos de risa.
(Traducción de Gerardo Beltrán)
61
NADA ES REGALO
Nada es regalo, todo es préstamo.
Estoy de deudas hasta el cuello.
Con mí misma deberé pagar
por mí misma,
dar la vida por mi vida.
Es lo establecido:
el corazón se devuelve,
el hígado se devuelve,
y los dedos, uno a uno.
Demasiado tarde para rescindir el contrato.
Ejecutarán mis deudas
y mi cuerpo.
Camino por el mundo
entre una multitud de deudores.
Unos están obligados
a pagar por sus alas.
Otros, quieran o no,
saldarán sus hojas.
En la página «Debe»
figuran nuestros tejidos.
Ni una pestaña, ni un tallo
se conservan para siempre.
El registro es exacto
y todo parece indicar
que nos quedaremos sin nada.
62
No consigo recordar dónde,
cómo ni por qué
me dejé abrir
esta cuenta.
La protesta
se llama alma.
Y es lo único
que no consta en el registro.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
63
NADA EN PROPIEDAD
Nada en propiedad, todo prestado.
Estoy empeñada hasta el cuello.
Tendré que liquidar la deuda
entregándome a mí misma.
Así está establecido:
devolver el corazón.
devolver el hígado,
y cada uno de los dedos.
Es tarde para cambiar las cláusulas del contrato
Me harán pagar la deuda
junto con mi piel.
Ando por un mundo repleto de deudores.
Sobre unos pesa
el embargo de las alas.
Otros, quieran o no,
declararán las hojas.
Cada tejido nuestro
está en el Debe.
Ni una pestaña. ni una ramita
podrá ser conservada para siempre.
Hasta el último detalle está inventariado,
y todo parece indicar
que hemos de quedarnos sin nada.
64
No logro recordar
dónde, cuándo y para qué
permití que me abrieran
esta cuenta.
La protesta contra eso
es lo que llamamos alma.
Y es esto lo único
que no está en el inventario.
(Traducción de Katarzyna Moloniewicz)
65
UNA VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS
Si en verdad nos dejaron elegir,
debimos tardar mucho en pensárnoslo.
Los cuerpos en oferta eran incómodos
y al estropearse se afeaban.
Aborrecíamos
los medios de saciar el hambre,
nos repugnaba
la involuntaria transmisión de caracteres hereditarios
y el ajetreo de las glándulas.
El mundo que se nos adjudicaba
sufría una desintegración constante.
Los efectos de las causas hacían estragos.
Con espanto y tristeza
rechazamos la gran mayoría
de los destinos
que nos dieron a hojear.
Surgían esta clase de preguntas:
si merece la pena parir con dolor
un niño muerto
y para qué ser un navegante
que nunca arribará.
Aceptamos morir,
pero no de cualquier manera.
Nos atraía el amor,
eso sí, pero el amor
que cumple sus promesas.
66
Del oficio del arte
nos repelía
tanto la precariedad de las valoraciones
como la fugacidad de las obras maestras.
Todos queríamos una patria sin vecinos
y vivir la vida
en una tregua entre dos guerras.
Ninguno de nosotros quería tomar el poder
ni sufrir su dominio,
nadie quería ser víctima
de ilusiones propias ni ajenas,
no había voluntarios
para formar masas ni desfiles,
y, para tribus en extinción, aún menos.
(Sin todo lo cual la historia
no podría acontecer
durante los siglos previstos.)
Mientras, una enorme cantidad
de estrellas encendidas
se apagó y se enfrió.
Era hora de decidirse.
Con muchos reparos
aparecieron por fin candidatos
a algunos descubridores y curanderos,
a unos cuantos filósofos sin renombre,
a un par de jardineros anónimos,
a prestidigitadores y músicos
(aunque a falta de otras candidaturas
ni siquiera estas vidas
se habrían perpetrado).
67
La reflexión se imponía
una vez más.
Nos ofrecieron
un viaje
del que regresaríamos
prontos y seguros.
Una estancia fuera de la eternidad,
al fin y al cabo monótona
y carente de transcurso,
podía no repetirse nunca más.
Nos asaltaron las dudas
de si sabiéndolo todo de antemano
lo sabíamos en verdad todo.
Si una elección tan prematura
era en verdad una elección
y si no sería preferible
relegarla al olvido,
y, puestos a elegir,
mejor elegir una vez allí.
Contemplamos la tierra.
Algunos temerarios ya la habitaban.
Una planta canija
se agarraba a la roca
con ingenua confianza
en que el viento no la arrancaría.
Un animal diminuto
se desenterraba de su madriguera
con un esfuerzo y esperanza
para nosotros sorprendentes.
68
Nos vimos en exceso cautos,
pusilánimes y ridículos.
Pronto empezamos a tener bajas.
Los mas impacientes quién sabe dónde se habían metido.
Rompieron el fuego.
Claro.
Lo estaban encendiendo
en la escarpada orilla de un río verdadero.
Algunos
ya emprendían el viaje de regreso.
Pero no hacia nosotros.
¡Un momento!, ¿llevaban algo?, ¿algo adquirido?
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
69
VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS
Si se nos permitió escoger
parece que nos lo pensamos mucho.
Los cuerpos propuestos eran incómodos
y se estropeaban horrorosamente.
Nos daban asco
las formas de saciar el hambre,
nos repugnaba
heredar pasivamente los rasgos
y la tiranía de las glándulas.
El mundo que había de rodearnos
estaba en constante descomposición.
En él andaban desbocados los efectos de las causas.
Del inventario de destinos
que nos permitieron consultar,
rechazamos la mayoría
con tristeza y espanto.
Se nos ocurría preguntarnos, por ejemplo,
si valía la pena parir, entre dolores,
a un niño muerto,
o para qué ser navegante
que nunca arribará.
Aceptábamos la muerte,
pero no en todas sus formas.
Nos atraía el amor,
es cierto, pero un amor
que cumpliera sus promesas.
70
De servir al arte
nos apartaba
tanto lo arbitrario de las valoraciones,
como lo efímero de las obras maestras.
Todos queríamos tener una patria sin vecinos
y sobrevivir la vida
en una pausa entre dos guerras.
Ninguno de nosotros quería el poder
ni someterse a su gobierno,
nadie quería ser víctima
ni de propias, ni de ajenas ilusiones,
no había voluntarios
para formar parte de mítines, desfiles
y mucho menos para formar parte de tribus en extinción
sin lo cual, la historia
no podría rodar de ningún modo
durante los siglos previstos.
Mientras tanto una gran cantidad
de estrellas encendidas
ya se habían apagado y se habían enfriado.
Ya iba siendo hora de tomar una decisión.
Con no pocas reservas
por fin aparecieron candidatos
a algún descubridor, a un curandero,
a un par de filósofos sin fama,
a algunos jardineros,
magos y músicos anónimos.
aunque ante la falta de cualquier otra oferta
ni siquiera estas vidas
podrían haberse realizado.
71
Había que plantearse
una vez más todo el asunto.
Nos fue presentada
una oferta de viaje,
del cual sin duda volveremos,
¡cómo no!, y pronto.
Un tiempo fuera de la eternidad,
se diga lo que se diga monótona
y que desconoce el transcurso,
podría no volverse a repetir.
Empezamos a dudar
si al saber todo de arriba
abajo, era de verdad saberlo todo.
Si una elección tan prematura
era verdaderamente una elección
y si no sería mejor
condenarla al olvido,
y puestos a elegir,
elegir allá.
Miramos a la Tierra.
Ya vivían en ella algunos atrevidos.
Una débil planta
se aferraba a la roca
confiando ingenuamente
en que no la arrancaría el viento.
Un pequeño animal
salía de su madriguera
con un esfuerzo y una esperanza para nosotros extraños.
72
Nos pareció que éramos demasiado prudentes,
mezquinos y ridículos.
Pronto además empezamos a ser menos.
Los más impacientes se nos debieron de meter en algún sitio.
En primera línea de fuego,
eso estaba claro.
Precisamente encendían su primer fuego
en la escarpada orilla de un río real.
Algunos
emprendían ya el camino de regreso.
Pero no hacia nuestra dirección.
¿Y como llevando? ¿algo conseguido?
(Traducción de Carlos Marrodán Casas)
73
ES UNA GRAN SUERTE
Es una gran suerte
no saber con exactitud
en qué mundo vivimos.
Saberlo exigiría
existir mucho tiempo,
mucho más
de lo que él dura.
Conocer otros mundos,
siquiera para compararlos.
Elevarse por encima del cuerpo,
maestro indiscutible
en establecer límites
y presentar dificultades.
Por el bien de la ciencia,
por la claridad de la imagen
y de las conclusiones definitivas,
alzarse por encima del tiempo
en cuyo seno todo fluye y gira.
Desde esta perspectiva
adiós para siempre,
detalles y anécdotas.
Contar los días de la semana
debería parecer
una actividad sin sentido,
74
echar una carta al buzón,
una travesura de adolescentes,
el letrero «No pisar el césped»
una advertencia delirante.
(Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
75
ES UNA GRAN SUERTE
Es una gran suerte
no saber del todo
en qué mundo se vive.
Sería necesario
haber vivido mucho tiempo.
mucho más
de lo que existe el mundo.
Para comparar, siquiera,
habría que conocer otros mundos.
Olvidarse del cuerpo,
que nada hace tan bien
como limitar
y crear dificultades.
Por el bien de la investigación,
para tener una imagen clara
y conclusiones definitivas,
habría que elevarse sobre el tiempo
en el que todo corre y da vueltas.
Desde esta perspectiva,
adiós para siempre
detalles y episodios.
Llevar la cuenta de los días
tendría que parecer
un acto sin sentido,
76
echar cartas al buzón,
un capricho juvenil,
el letrero «prohibido pisar el césped»,
un letrero demencial.
(Traducción de Gerardo Beltrán)
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FIN Y PRINCIPIO (1993) Wislawa Szymborska

  • 2. 2
  • 3. 3 ÍNDICE 1- CIELO……………………………………..…………………...5 El cielo…………………………………………………….……....7 2- NO REQUIERE TITULO…………………………………..….9 Puede ser sin título……………………………………………….11 3- AALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA………………….....13 4- FIN Y PRINCIPIO……………………………………….…...15 Fin y principio…………………………………………………...17 5- EL ODIO…………………………………………..………….19 El odio………………………………………………………..….21 6- LA REALIDAD EXIGE…………………………………..….23 La realidad exige…………………………………………….…..25 7- LA REALIDAD…………………………………………...….27 8- CALCULO ELEGÍACO……………………………………...29 Cálculo elegíaco…………………………………………….…...31 9- UN GATO EN UN PISO VACÍO………………………...…..33 Un gato en un piso vacío……………………………………..….35 10- ADIÓS A LAS VISTAS…………………...………………...37 Despedida de un paisaje……………………………………...….39 11- LA FUNCIÓN……………………………………..………...41 Sesión……………………………………………………...…….43
  • 4. 4 12- EL FLECHAZO……………………………………….…….45 Amor a primera vista……………………………………..……...47 13- 16 DE MAYO DE 1973……………………..…..…………..49 Día l6 de mayo de 1913………………………………………….51 14- ¿Y SI TODO ESTO?………………………………………...53 Quizá todo esto……………………………………………….….55 15- GAGS.…………………………………………………….....57 Comedietas…………………………………………………...….59 16- NADA ES REGALO………………………………..……….61 Nada en propiedad…………………………………………….....63 17- UNA VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS……..…..65 Versión de los acontecimientos………………………………….69 18- ES UNA GRAN SUERTE………………………………......73 Es una gran suerte……………………………………………......75
  • 5. 5 CIELO He aquí por donde se debió empezar: el cielo. Ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales. Un hueco, sin más, pero abierto de par en par. No necesito esperar una noche serena, ni alzar la cabeza para contemplar el cielo. Lo tengo a mi espalda, a mano y en los párpados. El cielo me arrebuja toda y, desde abajo, me hace flotar. Las más altas montañas no están más cerca del cielo que los valles más profundos. No existe un lugar donde abunde más que en otro. Sobre un nubarrón pesa tanto como sobre una tumba. El topo asciende a los cielos como el búho que agita sus alas. Lo que cae en el abismo cae del cielo en el cielo. Friables, líquidos, rocosos, volátiles y llameantes, los espacios del cielo, las migas del cielo, las brisas del cielo y los montones de cielo. El cielo está en todas partes, incluso en la oscuridad bajo la piel. Me alimento de cielo, evacuo cielo. Soy una trampa en la trampa, un habitante habitado, un brazo abrazado, una pregunta en respuesta a una pregunta.
  • 6. 6 La división entre Cielo y Tierra no es el método adecuado para concebir esta totalidad. Sólo permite sobrevivir en un domicilio más concreto, más fácil de encontrar, por si alguien me buscara. Mis rasgos personales son admiración y desespero. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 7. 7 EL CIELO Por ahí habría que haber empezado: por el cielo. Ventana sin alféizar, sin marco, sin cristales. Un hueco, nada más que un hueco, pero abierto de par en par. No tengo que esperar una noche clara ni levantar la cabeza para mirar el cielo. Lo tengo a mis espaldas, a mano, en mis párpados. El cielo me envuelve por completo y me alza en el aire. Ni las montañas más altas están más cerca del cielo que los valles más profundos. No hay más cielo en un lugar que en otro. Tan implacablemente aplastada está la nube por el cielo como la tumba. Tan en las nubes está el topo extasiado como la lechuza que agita sus alas. Aquello que cae al abismo cae también del cielo al cielo. Arenosas, fluidas, rocosas inflamadas y volátiles extensiones de cielo, migajas de cielo, bocanadas y montones de cielo. El cielo está omnipresente incluso en las tinieblas bajo la piel.
  • 8. 8 Como cielo, defeco cielo. Soy trampa entrampada habitante habitado abrazado abrazo pregunta en respuesta a una pregunta. La división en cielo y tierra no es la forma adecuada de pensar en este todo. Permite tan sólo sobrevivir bajo una dirección más exacta para ser encontrada con más rapidez si alguien me buscara. Mis señas personales son el entusiasmo y la desesperación. (Traducción de David Carrión Sánchez)
  • 9. 9 NO REQUIERE TÍTULO Aquí estoy, sentada bajo un árbol, a orillas de un río, una mañana soleada. Es un hecho anodino que no pasará a la historia. No es una batalla ni un tratado, cuyas causas se investigan, ni el memorable asesinato de un tirano. Sin embargo, estoy sentada a orillas del río. Y si estoy aquí, forzoso es haber llegado de alguna parte, y antes forzoso fue haber recorrido otros lugares como los conquistadores de nuevas tierras antes de subir a bordo de sus navíos. Incluso un instante fugaz tiene un turbulento pasado, un viernes anterior a sábado, un mayo que a junio precede, y horizontes no menos reales que los dibujados en los prismáticos de los mariscales. El árbol es un álamo hace años arraigado. El río es el Raba que no empezó a fluir ayer. La senda no anteayer se abrió entre matorrales. Antes de disipar las nubes, el viento hasta aquí las arrastró.
  • 10. 10 Aunque nada importante sucede en torno a mí, no es el mundo por eso más pobre en matices, menos justificable, menos definido que cuando dependía de las grandes migraciones. El silencio no sólo envuelve conspiraciones. Y el séquito de causas no sólo acompaña subidas a tronos. No sólo los aniversarios de las revoluciones caen, también las piedras arrojadas al río. Intrincado y denso es el bordado de las circunstancias. El pespunte de la hormiga en la hierba. La hierba cosida a la tierra. El diseño de la ola enhebrada a un palito. Así, por obra del azar, soy y miro. Una mariposa blanca aletea en el aire con alas que sólo a ella pertenecen, y una sombra sobrevuela mi mano, la suya, no otra, no de cualquiera. Ante hechos semejantes me abandona la certeza de que lo importante es más importante que lo que no importa. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 11. 11 PUEDE SER SIN TÍTULO Después de todo, estoy sentada bajo un árbol, a la orilla del río, en una mañana soleada. Es un acontecimiento banal y que no pasará a la historia. Nada que ver con batallas ni pactos cuyas causas se investigan, ni con tiranicidios dignos de ser recordados. Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho. Y puesto que estoy aquí, he tenido que venir de algún lado y antes estar en muchos otros sitios, exactamente igual que los grandes descubridores antes de subir a cubierta. Hasta el momento más efímero tiene su pasado, su viernes antes del sábado, su mayo antes de junio. Son tan reales sus horizontes como los de los catalejos de los almirantes. Este árbol es un álamo enraizado desde hace años. El río es el Raba, que fluye desde hace siglos. No fue ayer cuando unos pasos formaron el sendero. El viento, para dispersar las nubes tuvo antes que arrastrarlas aquí.
  • 12. 12 Y aunque en los alrededores no pasa nada importante, el mundo no es más pobre en sus detalles, ni está peor justificado, ni menos definido, que en la época de las grandes migraciones. El silencio no sólo acompaña a conspiraciones secretas. Ni un séquito de causas a ceremonias de coronación. No sólo se erosionan los aniversarios de las sublevaciones, también envejecen los guijarros de la orilla. Complicado y denso es el bordado de las circunstancias. Costura de hormigas en la hierba. Hierba cosida a la tierra. Diseño de olas sobre el que se enhebra un tallo. Por casualidad estoy aquí y miro. Sobre mí una mariposa blanca bate en el aire unas alas que sólo a ella le pertenecen y una sombra se me escapa a través de la mano, no otra, no la de cualquiera, precisamente la suya. Ante esta visión siempre me abandona la certeza de que lo importante es más importante que lo insignificante. (Traducción de David Carrión Sánchez)
  • 13. 13 AALGUNOS LES GUSTA LA POESÍA A algunos, es decir, no a todos. Ni siquiera a los más, sino a los menos. Sin contar las escuelas, donde es obligatoria, y a los mismos poetas, serán dos de cada mil personas. Les gusta, como también les gusta la sopa de fideos, como les gustan los cumplidos y el color azul, como les gusta la vieja bufanda, como les gusta salirse con la suya, como les gusta acariciar al perro. La poesía, pero qué es la poesía. Más de una insegura respuesta se ha dado a esta pregunta. Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro como a un oportuno pasamanos. (Traducción de Gerardo Beltrán, David A. Carrión Sánchez y Abel A. Murcia Soriano)
  • 14. 14
  • 15. 15 FIN Y PRINCIPIO Después de cada guerra alguien tiene que hacer la limpieza. Un mínimo orden no se hará solo. Alguien tiene que apartar los escombros de los caminos para que puedan pasar carros llenos de cadáveres. Alguien tiene que hundirse en el fango y en la ceniza, en los muelles de los sofás, en las esquirlas de vidrio y en los trapos ensangrentados. Alguien tiene que arrastrar una viga para apuntalar la pared, alguien debe poner cristales en las ventanas y colocar la puerta en los goznes. Es una labor nada fotogénica y requiere años. Las cámaras ya se han ido a otra guerra. Otra vez puentes, de nuevo estaciones. Las mangas se deshilacharán a fuerza de arremangarse.
  • 16. 16 Alguien, escoba en mano, recuerda aún cómo era todo. Alguien escucha y asiente con la cabeza que no le arrancaron. Pero pronto, muy cerca, empiezan a pulular quienes lo encuentran aburrido. Alguien todavía a veces de debajo de una mata desentierra argumentos oxidados y los arroja al montón de desechos. Quienes saben la trama de la historia tienen que ceder a quienes apenas la conocen. Y menos que apenas. E incluso casi nada. En la hierba que ha crecido sobre causas y efectos alguien debe tumbarse con una espiga entre los dientes para contemplar las nubes. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 17. 17 FIN Y PRINCIPIO Después de cada guerra alguien tiene que limpiar. No se van a ordenar solas las cosas, digo yo. Alguien debe echar los escombros a la cuneta para que puedan pasar los carros llenos de cadáveres. Alguien debe meterse entre el barro, las cenizas, los muelles de los sofás, las astillas de cristal y los trapos sangrientos. Alguien tiene que arrastrar una viga para apuntalar un muro, alguien poner un cristal en la ventana y la puerta en sus goznes. Eso de fotogénico tiene poco, y requiere años. Todas las cámaras se han ido ya a otra guerra. A reconstruir puentes y estaciones de nuevo. Las mangas quedarán hechas jirones de tanto arremangarse.
  • 18. 18 Alguien con la escoba en las manos recordará todavía cómo fue. Alguien escuchará asintiendo con la cabeza en su sitio. Pero a su alrededor empezará a haber algunos a quienes les aburra. Todavía habrá quien a veces encuentre entre hierbajos argumentos mordidos por la herrumbre, y los lleve al montón de la basura. Aquellos que sabían de qué iba aquí la cosa tendrán que dejar su lugar a los que saben poco. Y menos que poco. E incluso prácticamente nada. En la hierba, que cubra causas y consecuencias, seguro que habrá alguien tumbado con una espiga entre los dientes, mirando las nubes. (Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
  • 19. 19 EL ODIO Ved cuan activo está y qué bien se conserva el odio en nuestro siglo. Con qué ligereza salva obstáculos, y qué fácil le resulta saltar sobre su presa. No es como los otros sentimientos. Más viejo y, a la vez, más joven. Por sí mismo genera la causa de su despertar a la vida. Duerme a veces, pero jamás con un sueño eterno. Y el insomnio no le resta fuerzas, se las da. Buenas son las religiones, con tal de estar en la línea de salida. Buenas son las patrias, con tal de lanzarse a la carrera. Al principio, incluso la justicia funciona. Después correrá solo. El odio. El odio. La faz se le retuerce en una mueca de amoroso éxtasis. ¡Qué anemia y apatía la de los otros sentimientos! ¿Desde cuándo la fraternidad arrastra multitudes? ¿Ha llegado alguna vez la compasión primera a la meta? ¿A cuántos voluntarios seduce la duda? El odio sí seduce, ¡y cómo!, es perro viejo.
  • 20. 20 Avispado, listo, trabajador. ¡Cuántos cantares ha compuesto! ¡Cuántas páginas de la historia ha numerado! ¡Cuántas alfombras humanas ha desplegado, en cuántas plazas, en cuántos estadios! No nos engañemos: sabe crear belleza. Espléndidos son sus incendios en la negra noche. Soberbias las humaredas de sus explosiones al alba. Imposible negar el patetismo de sus ruinas ni el humor chabacano de la única columna que queda en pie. Es maestro del contraste entre silencio y estruendo, entre sangre roja y nieve blanca. Y nunca jamás se cansa del leitmotiv del verdugo pulcro sobre la inmunda víctima. Siempre dispuesto a nuevas tareas. Si es necesario esperar, espera. Dicen que es ciego. ¿Ciego? Tiene los ojos de lince del francotirador y mira el futuro con denuedo. Él, sólo él. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 21. 21 EL ODIO Contemplad, qué activo sigue siendo, qué bien se conserva en nuestro siglo el odio. Con qué ligereza afronta grandes obstáculos. Qué fácil para él saltar, atrapar. No es como otros sentimientos. Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo. Él mismo crea razones, que lo despiertan a la vida. Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno. El insomnio no le quita fuerza, antes se la da. Con religión o sin ella, lo importante es arrodillarse en la salida. Con patria o sin ella, lo importante es lanzarse a correr. Para empezar no está mal eso de la justicia. Después ya corre solo. ¡Odio! ¡Odio! Su rostro lo desfigura una mueca de éxtasis amoroso. ¡Ay estos otros sentimientos, enclenques e indolentes! ¿Desde cuándo la fraternidad puede contar con las multitudes? ¿Alguna vez la compasión ha llegado primera a la meta? ¿Cuántos admiradores arrastra tras de sí la incertidumbre? Arrastra sólo el odio, que sabe lo suyo.
  • 22. 22 Lúcido, inteligente, muy trabajador. ¿Hace falta decir cuántas canciones ha compuesto? Cuántas páginas de la historia ha numerado. Cuántas alfombras de gente ha extendido en cuántas plazas, en cuántos estadios. No nos engañemos: sabe crear belleza. Son espléndidos sus resplandores en la oscuridad de la noche. Estupendas las humaredas de sus explosiones de destellos rosados. Difícil negar a unas ruinas su pathos y el vulgar humor de unas columnas vigorosamente erectas entre ellas. Es maestro del contraste entre el estrépito y el silencio, entre la roja sangre y la blanca nieve. Y ante todo, jamás le aburre el tema de un torturador impecable sobre su víctima mancillada. Listo en todo momento para nuevos quehaceres. Si tiene que esperar, espera. Dicen que es ciego. ¿Ciego? Tiene el ojo certero del francotirador y él, sólo él, mira al futuro confiado. (Traducción de David Carrión Sánchez)
  • 23. 23 LA REALIDAD EXIGE La realidad exige que también se diga: la vida sigue. Sigue en Cannas y en Borodino y en Kosovo Pole y en Guernica. En una plaza de Jericó hay una gasolinera, y en Bila Hóra hay bancos recién pintados. Entre Pearl Harbour y Hastings va y viene el correo postal, un camión de mudanzas pasa ante la mirada del león de Queronea, y a los huertos en flor de los arrabales de Verdún sólo llega un frente atmosférico. Hay tanto Todo que Nada apenas se nota. La música llega desde los yates de Accio y bailan al sol las parejas. Suceden tantas cosas que en todas partes algo sucede. Donde quede piedra sobre piedra, un vendedor de helados asediado por niños.
  • 24. 24 Donde Hiroshima, otra vez Hiroshima y fabricación de productos de uso cotidiano. No carece de encantos un mundo tan terrible, no carece de madrugadas que merecen un despertar. La hierba es verde en los campos de Maciejowice, y en la hierba, como en toda hierba, el rocío es puro cristal. Quizá no existan más campos que los de batalla, algunos aún recordados, y otros ya olvidados, bosques de abedules y bosques de cedros, nieves y arenas, irisadas ciénagas y despeñaderos de negras derrotas, donde en caso de urgente necesidad nos agachamos hoy detrás de una mata. ¿Y en qué moraleja refluye? Quizás en ninguna. Lo que en verdad fluye es la sangre que pronto se seca y siempre algunos ríos y algunas nubes. En los desfiladeros trágicos el viento se lleva los sombreros y, no podemos evitarlo, nos produce una risa loca. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 25. 25 LA REALIDAD EXIGE La realidad exige que lo digamos bien claro: la vida sigue su curso. Sucede así en Cannas, en Borodinó, en los llanos de Kosovo v en Guernica. Hay una gasolinera en una pequeña plaza de Jericó, hay bancos recién pintados cerca de Bila Hora. Las cartas van y vienen entre Pearl Harbour y Hastings, pasa un camión de muebles bajo la mirada del león de Queronea y sólo un frente atmosférico amenaza los florecientes jardines cercanos a Verdún. Hay tanto de Todo que lo que hay de Nada queda muy bien cubierto. De los yates de Accio llega la música y en cubierta, al sol, bailan las parejas. Pasan siempre tantas cosas que seguro que tienen que pasar en todas partes. Donde hay piedra sobre piedra hay un carro de helados cercado por los niños.
  • 26. 26 Donde estaba Hiroshima de nuevo está Hiroshima y se siguen produciendo objetos de uso cotidiano. No le faltan encantos a este horroroso mundo ni tampoco amaneceres para los que merece la pena despertar. En los campos de Macejowice la hierba es verde, y en la hierba, como pasa en la hierba, la escarcha, transparente. Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla, los aún recordados. los hoy ya olvidados, bosques de abedules y bosques de cedros, nieves y arenas, pantanos irisados y barrancos de negro fracaso donde en caso de urgencia satisfacemos ahora nuestras necesidades. Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna. Lo que de verdad sale es la sangre que se seca rápida y siempre algunos ríos, algunas nubes. En los trágicos desfiladeros el viento se lleva los sombreros, y es inevitable: la imagen nos da risa. (Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
  • 27. 27 LA REALIDAD La realidad no se desvanece como se desvanecen los sueños. Ni ruidos ni timbres la dispersan, ni gritos ni estruendos la interrumpen. Las escenas en los sueños son equívocas y ambiguas, y esto se puede explicar de muy diversas maneras. La realidad se define a sí misma, por eso es mayor su misterio. Para los sueños hay llaves. La realidad se abre sola y no se deja cerrar. Por el resquicio se asoman certificados y estrellas, se derraman mariposas y almas de viejas planchas, gorros descabezados y los cráneos de las nubes. De esto surge un acertijo que no tiene solución. Sin nosotros no habría sueños. Aquél sin quien no habría realidad no es conocido, y el producto de su insomnio se contagia a todo el que despierta.
  • 28. 28 No deliran los sueños, delira la realidad. aunque sea por la insistencia con que se aferra al curso de los acontecimientos. En los sueños aún vive nuestro difunto reciente. goza de buena salud, se ve incluso más joven. La realidad tiende ante nosotros su cuerpo sin vida. La realidad no retrocede ni un paso. Los sueños son tan ligeros que la memoria se los quita de encima fácilmente. La realidad no tiene que temerle al olvido. Es hueso duro de roer. Nos trae de cabeza, nos pesa en el alma, se nos enreda en los pies. No hay escapatoria, la realidad nos acompaña en cada huida. Y no hay estación en nuestro itinerario en la que no nos espere. (Traducción de Gerardo Beltrán)
  • 29. 29 CÁLCULO ELEGÍACO ¿Cuántos de quienes conocí (si de veras les conocí) mujeres y hombres (si sigue vigente la distinción) han traspasado este umbral (si es un umbral), han cruzado corriendo este puente (si puede llamarse puente)? ¿Cuántos, tras un vida más o menos larga (si todavía les importa la diferencia), buena, porque empezó, mala, porque acabó (si no prefieren lo contrario), se encontraron en la orilla (si hubo encuentro y si la otra orilla existe)? La certeza de su postrer destino no me ha sido deparada (si es un destino a todos común y si sigue siendo destino). Todo (si esta palabra no limita en exceso) dejan detrás (si no lo dejan delante). ¿Cuántos saltaron de un tiempo en marcha y desaparecieron a lo lejos con más y más melancolía (si se da crédito a las leyes de la perspectiva)?
  • 30. 30 ¿Cuántos (si la pregunta tiene sentido, si uno es capaz de realizar la suma final sin incluirse a sí mismo en el resultado) se han sumido en el más profundo sueño (si no queda otro más profundo sueño)? Adiós. Hasta mañana. Hasta otra. Ya no quieren (si es que no quieren) repetirlo. Confiados en el infinito (si no en otro) silencio. Ocupados sólo (si en verdad sólo) en lo que les exige su ausencia. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 31. 31 CÁLCULO ELEGÍACO Cuántos de los que he conocido (si de verdad los he conocido) hombres, mujeres (si esta división sigue vigente) han atravesado este umbral (si esto es un umbral) han cruzado este puente (si se puede llamar puente). Cuántos después de una vida más corta o más larga (si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia) buena porque ha acabado mala porque ha acabado (si no prefirieran decirlo al revés) se han encontrado en la otra orilla (si se han encontrado) y si la otra orilla existe. No me es dado saber cuál fue su destino (ni siquiera si se trata de un solo destino, y si hay todavía destino). Todo (si con esta palabra no lo delimito) ha terminado para ellos (si no lo tienen por delante). Cuántos han saltado del tiempo en marcha y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez mayor (si merece la pena creer en perspectivas).
  • 32. 32 Cuántos (si la pregunta tiene algún sentido, si se puede llegar a la suma final antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo) han caído en el más profundo de los sueños (si no hay otro más profundo). Hasta la vista. Hasta mañana. Hasta la próxima. Ya no quieren (si es que no quieren) repetirlo. Condenados a un interminable (si no es otro) silencio. Ocupados sólo con aquello (si es sólo con aquello) a lo que los obliga la ausencia. (Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
  • 33. 33 UN GATO EN UN PISO VACÍO Morir —eso, a un gato, no se le hace. Porque, ¿qué puede hacer un gato en un piso vacío? Subirse por las paredes. Restregarse contra los muebles. Nada aquí ha cambiado, pero nada es como antes. Nada ha cambiado de sitio, pero nada está en su sitio. Y la luz sigue apagada al anochecer. Se oyen pasos en la escalera, pero no los esperados. Una mano deja pescado en el plato y no es, tampoco, la de antes. Algo no empieza a la hora de siempre. Algo no sucede según lo establecido. Alguien estaba aquí, estaba siempre, y de repente desapareció y se empeña en no estar. Se ha buscado ya en los armarios, se han recorrido los estantes. Se ha comprobado bajo la alfombra. Incluso se ha roto la veda de esparcir papeles. ¿Qué más se puede hacer? Dormir y esperar.
  • 34. 34 ¡Ay, cuando él regrese, ay, cuando aparezca! Se enterará de que ésas no son maneras de tratar a un gato. Como quien no quiere la cosa, habrá que acercársele, despacito, sobre unas patitas muy muy ofendidas. Y, de entrada, nada de brincos ni maullidos. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 35. 35 UN GATO EN UN PISO VACÍO Morir eso no se le hace a un gato. Porque qué puede hacer un gato en un piso vacío. Trepar por las paredes. Restregarse entre los muebles. Parece que nada ha cambiado y, sin embargo, ha cambiado. Que nada se ha movido, pero está descolocado. Y por la noche la lámpara ya no se enciende. Se oyen pasos en la escalera, pero no son ésos. La mano que pone el pescado en el plato, tampoco es aquella que lo ponía. Hay algo aquí que no empieza a la hora de siempre. Hay algo que no ocurre como debería. Aquí había alguien que estaba y estaba, que de repente se fue e insistentemente no está. Se ha buscado en todos los armarios. Se ha recorrido la estantería. Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado. Incluso se ha roto la Prohibición y se han desparramado los papeles. Qué más se puede hacer. Dormir y esperar.
  • 36. 36 Ya verá cuando regrese, ya verá cuando aparezca. Se va a enterar de que eso no se le puede hacer a un gato. Se irá hacia él como si no quisiera, despacito, con las patas muy ofendidas. Y nada de saltos ni maullidos al principio. (Traducción de Abel A. Murcia Soriano y David A. Carrión Sánchez)
  • 37. 37 ADIÓS A LAS VISTAS No guardo rencor a la primavera por haber vuelto. No la culpo de cumplir con sus deberes año tras año. Comprendo que mi tristeza no detendrá el verdor. Si la hierba vacila se debe sólo al viento. No me duele que los alisos inclinados sobre el agua vuelvan a tener con que susurrar. Acepto de buen grado que —como si aún vivieras— la orilla de cierto lago siga tan bella como antes. No les reprocho a las vistas las vistas a una bahía deslumbrada por el sol. Incluso soy capaz de imaginar que unos no—nosotros están en este momento sentados en el tronco caído de un abedul. Respeto su derecho al bisbiseo, a la risa y al silencio feliz.
  • 38. 38 Incluso les supongo por amor unidos, y que él la rodea con un brazo vivo. Algo súbito, algo pajaril cruje entre el juncal. De corazón les deseo que lo oigan. No pido cambios a las olas de la orilla, ora ágiles, ora perezosas, que, a mí, no me obedecen. No exijo nada del remanso del bosque, ya esmeralda, ya zafiro, ya negro. Sólo con un detalle no me conformo. Con mi propio regreso al lugar. Con el privilegio de la presencia. Presento mi renuncia. No he vivido más que tú, sino sólo lo bastante para pensar de lejos. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 39. 39 DESPEDIDA DE UN PAISAJE No le reprocho a la primavera que llegue de nuevo. No me quejo de que cumpla como todos los años con sus obligaciones. Comprendo que mi tristeza no frenará la hierba. Si los tallos vacilan será sólo por el viento. No me causa dolor que los sotos de alisos recuperen su murmullo. Me doy por enterada de que, como si vivieras, la orilla de cierto lago es tan bella como era. No le guardo rencor a la vista por la vista de una bahía deslumbrante. Puedo incluso imaginarme que otros, no nosotros, estén sentados ahora mismo sobre el abedul derribado. Respeto su derecho a reír, a susurrar y a quedarse felices en silencio.
  • 40. 40 Supongo incluso que los une el amor y que él la abraza a ella con brazos llenos de vida. Algo nuevo. como un trino, comienza a gorgotear entre los juncos. De veras les deseo que lo oigan. No exijo ningún cambio de las olas a la orilla, ligeras o perezosas, pero no obedientes. Nada le pido a las aguas junto al bosque, a veces esmeralda, a veces zafiro, a veces negras. Una cosa no acepto. Volver a ese lugar. Renuncio al privilegio de la presencia. Te he sobrevivido suficiente y sólo lo suficiente para recordar desde lejos. (Traducción de Gerardo Beltrán)
  • 41. 41 LA FUNCIÓN El azar muestra sus trucos. Se saca de la manga una copa de coñac y sienta a Enrique delante de la bebida. Entro en el bar y me quedo de piedra. Enrique no es otro que el hermano del marido de Inés, e Inés es una pariente del cuñado de tía Sofi. Comentándolo descubrimos que tenemos en común un bisabuelo. En dedos del azar el espacio se desenrolla y se enrolla, se ensancha y se encoge. Como un mantel, hace un instante, y, ahora, como un pañuelo. Adivina con quién me encontré y ¡dónde!, en Canadá, y al cabo de tantos años. Le creía muerto, y él en un Mercedes. En un avión a Atenas. En un estadio de Tokyo. El azar juega con un caleidoscopio. Millones de cristales de colores brillan. Y de pronto el cristal de Juanito, tintín, con el cristal de Margarita. Ya ves, en el mismo hotel. Cara a cara en un ascensor. En una tienda de juguetes. En el cruce de Szewska y Jagiellońska.
  • 42. 42 El azar va embozado con una capa. Debajo se pierden y se encuentran las cosas. Sin querer tropecé con. Me agaché y recogí. Miro y es una cuchara de la cubertería robada. A no ser por la pulsera no habría reconocido a Alejandra, y di con este reloj en Pfock. El azar nos mira profundamente a los ojos. La cabeza nos pesa. Se nos caen los párpados. Tenemos ganas de reír y llorar, no podemos creerlo: de cuarto de primaria a este buque, aquí debe de haber truco. Queremos gritar que el mundo es un pañuelo, que es fácil abarcarlo con los brazos abiertos. Y por un momento rebosamos de una alegría radiante y engañosa. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 43. 43 SESIÓN El azar muestra sus trucos. Se saca de la manga una copa de coñac, y sienta enfrente a Enrique. Entro al café y me quedo de piedra. Enrique no es otro que el hermano del marido de Inés e Inés es pariente del cuñado de la tía Sofía. Mira por dónde llegamos a la conclusión de que tenemos un bisabuelo común. El espacio en los dedos del azar se enrolla y desenrolla, se dilata y se contrae. Como un mantel hace un segundo y ahora como un pañuelo. ¿A que no sabes a quién me encontré? y ¿sabes dónde? en Canadá, y después de tanto tiempo. Estaba segura de que había muerto y él en su mercedes. En el avión a Atenas. En el estadio de Tokio. El azar hace girar en las manos el calidoscopio. Millones de cristales de colores que destellan. Y de golpe el cristal de Pepito ¡crash! con el cristal de Mariloli. ¡Te das cuenta! ¡Los dos! ¡El mismo hotel! ¡El ascensor! ¡Cara a cara! ¡La tienda de juguetes! ¡La esquina de Zapateros con Bordadores!
  • 44. 44 El azar anda envuelto en una capa. En ella se pierden y se encuentran los objetos. Tropiezo sin querer. Me agacho y lo levanto. Miro y es la cuchara de aquel juego robado. Si no es por la pulsera no reconozco a Maite y este reloj lo encontré en Segovia. El azar nos mira profundamente a los ojos. Empezamos a cabecear. Se nos cierran los párpados. Nos dan ganas de reír y de llorar, porque esto es increíble, ¡del cuarto B a este buque! ¡Aquí hay gato encerrado! Nos entran ganas de gritar qué pequeño es el mundo, qué fácil abarcarlo con los brazos abiertos. Y por un momento nos embarga todavía una alegría ilusoriamente clara. (Traducción de Carlos Marrodán Casas)
  • 45. 45 EL FLECHAZO Ambos están convencidos de que el súbito amor les unió. Tan firme seguridad es bella, pero aún más bella es la inseguridad. Creen que, si antes no se conocían, nada pudo haber existido entre ellos. ¿Qué dirían las calles, las escaleras y los pasillos donde quizá tantas veces se cruzaron? Desearía preguntarles si no lo recuerdan. ¿Acaso algún día cara a cara en una puerta giratoria?, ¿un «disculpe» entre la multitud?, ¿un «se equivoca» al otro lado del teléfono? Pero sé su respuesta. No, no lo recuerdan. Les sorprendería que el azar llevara tiempo jugando con ellos. Aún no por completo listo para convertirse en destino, se les acercaba y se iba, les atajaba el camino y, ahogando una carcajada, de un brinco se apartaba.
  • 46. 46 Hubo signos, presagios, qué importa si ilegibles. ¿Hace unos tres años, o el pasado martes, una hojita voló de un hombro al otro? Hubo algo perdido y después recuperado. Quién sabe, ¿no fue la pelota en los arbustos de la infancia? Hubo timbres y picaportes donde, antes de llegar la hora, la huella de una mano en otra se imprimió. Dos maletas juntas en una consigna. Quizá un mismo sueño, una misma noche, diluido en brumas por la mañana al despertar. Porque no hay comienzo que continuación no sea, y el libro del acontecer está siempre abierto por la mitad. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 47. 47 AMOR A PRIMERA VISTA Ambos están convencidos de que los ha unido un sentimiento repentino. Es hermosa esa seguridad, pero la inseguridad es más hermosa. Imaginan que como antes no se conocían no había sucedido nada entre ellos. Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos en los que hace tiempo podrían haberse cruzado? Me gustaría preguntarles si no recuerdan —quizá un encuentro frente a frente alguna vez en una puerta giratoria. o algún «lo siento» o el sonido de «se ha equivocado» en el teléfono—, pero conozco su respuesta. No recuerdan. Se sorprenderían de saber que ya hace mucho tiempo que la casualidad juega con ellos. Una casualidad no del todo preparada para convertirse en su destino que los acercaba y alejaba, que se interponía en su camino y que conteniendo la risa se apartaba a un lado.
  • 48. 48 Hubo signos, señales, pero qué hacer si no eran comprensibles. ¿No habrá revoloteado una hoja de un hombro a otro hace tres años o incluso el último martes? Hubo algo perdido y encontrado. Quién sabe si alguna pelota en los matorrales de la infancia. Hubo picaportes y timbres en los que un tacto se sobrepuso a otro tacto. Maletas, una junto a otra, en una consigna. Quizá una cierta noche el mismo sueño desaparecido inmediatamente después del despertar. Todo principio no es más que una continuación, y el libro de los acontecimientos se encuentra siempre abierto por la mitad. (Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
  • 49. 49 16 DE MAYO DE 1973 Una de tantas fechas que ya nada me dicen. Por dónde andaba aquel día, qué hacía —no lo sé. Si se hubiera cometido un crimen cerca, no hubiera tenido coartada. El sol brilló y se apagó sin darme yo cuenta. La tierra giró sin registrarlo mi agenda. Puedo imaginarme como una muerta temporal, pero me cuesta pensar que vivía y nada recuerdo. No era un fantasma, respiraba, comía, daba pasos que se oían, y las huellas de mis manos quedaron sin duda en los pomos de las puertas. Me reflejaba en el espejo. Vestía alguna prenda de algún color. Seguro que alguien me vio.
  • 50. 50 Quizá aquel día encontré algo antes perdido. O perdí algo que más tarde encontraría. Rebosaba sensaciones y sentimientos. Y ahora todo se reduce a sólo tres puntos entre paréntesis. ¿Dónde me metí, dónde me escondí? No es mal truco: a mí misma perderme de vista. Sacudo mi memoria. Quizá entre sus ramas algo tantos años dormido alce el vuelo con un batir de alas. No. Pido, es evidente, demasiado. Nada menos que un segundo entero. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 51. 51 DÍA 16 DE MAYO DE 1973 Una de esas muchas fechas que ya no me dicen nada. A dónde fui ese día, qué hice, no lo sé. Si en los alrededores se hubiera cometido un crimen, no habría tenido coartada. El sol brilló y se apagó sin que yo lo advirtiera. La tierra giró sin merecer una mención en mi diario. Me sentiría mejor pensando que morí brevemente, que pensando que nada recuerdo, aunque viví sin pausa. No fui ningún fantasma, respiré, comí, di pasos que se oyeron y tuvieron que quedar huellas de mis dedos en las puertas. Me reflejé en el espejo. Llevaba puesto algo de algún color. Seguro que hubo gente que me vio.
  • 52. 52 Quizás ese día encontré algo que había perdido antes. Quizás perdí lo que encontré más tarde. Estaba llena de sentimientos y sensaciones. Ahora todo eso son como puntos suspensivos entre paréntesis. Dónde me metí, dónde me sepulté, no es un mal truco perderse una misma de vista. Agito mi memoria, quizás algo adormecido en sus ramas durante años se levante con un rumor de alas. No. Evidentemente exijo demasiado, me atrevo a pedir un segundo. (Traducción de David Carrión Sánchez)
  • 53. 53 ¿Y SI TODO ESTO? ¿Y si todo esto sucede en un laboratorio? ¿Bajo sólo una lámpara de día y miles de millones por la noche? ¿Y si somos generaciones en prueba? ¿Vertidos de un recipiente a otro, agitados en retortas, observados con algo más que un ojo, uno a uno, por separado, cogidos con pinzas? ¿Y si no es así?, ¿ninguna intervención? ¿Los cambios se producen por sí solos de acuerdo con el programa? ¿Traza la aguja en un diagrama el lento zigzag previsto? ¿Y si por ahora no hay en nosotros nada interesante? ¿Se conectan pocas veces los monitores de control? ¿Sólo en caso de guerra, de una guerra más bien grande, o de vuelos por encima de esta miga que es la tierra, o de grandes migraciones del punto A al punto B? ¿Y si es al contrario? ¿Allí sólo se deleitan con anécdotas triviales? Mirad, una niña en una pantalla gigante, se cose un botón en una manga. Los sensores silban, el personal se agolpa. ¡Ay, un bichito con un corazón que le palpita dentro del pecho! ¡Con qué entrañable seriedad enhebra la aguja! Alguien en pleno éxtasis exclama: ¡Avisad al Jefe, que venga a verlo con sus propios ojos! (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 54. 54
  • 55. 55 QUIZÁ TODO ESTO Quizá todo esto está sucediendo en un laboratorio. Bajo una lámpara de día y miles de millones de lámparas de noche. Quizá somos una generación piloto. Vertidos de un recipiente a otro, agitados en matraces, observados por algo más que un ojo, cada uno por separado cogidos al final con pinzas de uno en uno. O quizá de otro modo: ninguna intervención. Los cambios se producen solos según lo establecido. La aguja del gráfico dibuja lentamente los zigzags previstos. Quizá hasta ahora nada tenemos de curioso. Los monitores de control están pocas veces conectados. Sólo si hay una guerra, y más bien de las grandes, algunos vuelos sobre el terrón de la Tierra, o visibles migraciones del punto A al B. O quizás al revés: sólo les gustan las secuencias. He aquí a una niña en una gran pantalla mientras se cose un botón de la mansa.
  • 56. 56 Los sensores silban, el personal acude. ¡Qué ser es ése con su pequeño corazón latiendo dentro! ¡Qué graciosa seriedad al enhebrar la agujal Alguien grita exaltado: ¡Informad al Jefe que venga y lo vea él mismo! (Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
  • 57. 57 GAGS Si los ángeles existen no creo que lean nuestras novelas sobre frustradas esperanzas. Ni, ¡ay, me temo!, nuestros poemas llenos de reproches contra el mundo. Los alaridos y las convulsiones de nuestras obras teatrales deben, sospecho, acabar por crisparles. En horas libres de sus deberes angelicales, es decir inhumanos, prefieren ver las comedias de gags de la época del cine mudo. A nuestros plañideros, rasgadores de vestiduras crujidores de dientes, prefieren, creo, al infeliz que agarra por la peluca a otro que se ahoga o hambriento devora los cordones de sus zapatos.
  • 58. 58 De cintura para arriba, pechera y ambiciones, y un ratón asustado mas abajo, en la pernera del pantalón. ¡Sí, seguro, se lo pasan en grande! Una persecución en círculo convierte en perseguidor al perseguido. Una luz en un túnel resulta ser el ojo de un tigre. Cien catástrofes equivalen a cien cómicas piruetas al borde de cien precipicios. Si los ángeles existen, deben, espero, disfrutar de lo lindo con la hilaridad en el columpio del terror, que ni siquiera grita socorro, socorro, porque todo sucede en silencio. Me atrevo a suponer que aplauden con sus alas y que de sus ojos caen lágrimas de, por lo menos, risa. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 59. 59 COMEDIETAS Si existen los ángeles no creo que lean nuestras novelas sobre ilusiones perdidas. Me temo —por desgracia— que tampoco nuestros versos quejándonos del mundo. Los espasmos y gritos de nuestras obras teatrales deben —sospecho— impacientarlos. Al fin de su jornada angelical, o sea inhumana, ven sobre todo nuestras comedias de la época del cine mudo. Más que a los lamentadores, rasgadores de vestiduras, y rechinadores de dientes, valoran —según creo— a ese infeliz que agarra de la peluca al que se ahoga o que por hambre se deleita con sus propios cordones.
  • 60. 60 De la cintura hacia arriba, pechera y aspiraciones, más abajo, un ratón aterrado en las piernas de los pantalones. Eso sí que debe hacerles mucha gracia. En la persecución en círculo el que persigue se convierte en perseguido. La luz en el túnel resulta ser el ojo de un tigre. Cien catástrofes son cien graciosas cabriolas al borde de cien precipicios. Si existen los ángeles debería —espero— llegar a convencerlos esa hilaridad que se alimenta del espanto, sin siquiera gritar ¡socorro! porque todo sucede en silencio. Me atrevo a suponer que aplauden con las alas y de sus ojos brotan lágrimas cuando menos de risa. (Traducción de Gerardo Beltrán)
  • 61. 61 NADA ES REGALO Nada es regalo, todo es préstamo. Estoy de deudas hasta el cuello. Con mí misma deberé pagar por mí misma, dar la vida por mi vida. Es lo establecido: el corazón se devuelve, el hígado se devuelve, y los dedos, uno a uno. Demasiado tarde para rescindir el contrato. Ejecutarán mis deudas y mi cuerpo. Camino por el mundo entre una multitud de deudores. Unos están obligados a pagar por sus alas. Otros, quieran o no, saldarán sus hojas. En la página «Debe» figuran nuestros tejidos. Ni una pestaña, ni un tallo se conservan para siempre. El registro es exacto y todo parece indicar que nos quedaremos sin nada.
  • 62. 62 No consigo recordar dónde, cómo ni por qué me dejé abrir esta cuenta. La protesta se llama alma. Y es lo único que no consta en el registro. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 63. 63 NADA EN PROPIEDAD Nada en propiedad, todo prestado. Estoy empeñada hasta el cuello. Tendré que liquidar la deuda entregándome a mí misma. Así está establecido: devolver el corazón. devolver el hígado, y cada uno de los dedos. Es tarde para cambiar las cláusulas del contrato Me harán pagar la deuda junto con mi piel. Ando por un mundo repleto de deudores. Sobre unos pesa el embargo de las alas. Otros, quieran o no, declararán las hojas. Cada tejido nuestro está en el Debe. Ni una pestaña. ni una ramita podrá ser conservada para siempre. Hasta el último detalle está inventariado, y todo parece indicar que hemos de quedarnos sin nada.
  • 64. 64 No logro recordar dónde, cuándo y para qué permití que me abrieran esta cuenta. La protesta contra eso es lo que llamamos alma. Y es esto lo único que no está en el inventario. (Traducción de Katarzyna Moloniewicz)
  • 65. 65 UNA VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS Si en verdad nos dejaron elegir, debimos tardar mucho en pensárnoslo. Los cuerpos en oferta eran incómodos y al estropearse se afeaban. Aborrecíamos los medios de saciar el hambre, nos repugnaba la involuntaria transmisión de caracteres hereditarios y el ajetreo de las glándulas. El mundo que se nos adjudicaba sufría una desintegración constante. Los efectos de las causas hacían estragos. Con espanto y tristeza rechazamos la gran mayoría de los destinos que nos dieron a hojear. Surgían esta clase de preguntas: si merece la pena parir con dolor un niño muerto y para qué ser un navegante que nunca arribará. Aceptamos morir, pero no de cualquier manera. Nos atraía el amor, eso sí, pero el amor que cumple sus promesas.
  • 66. 66 Del oficio del arte nos repelía tanto la precariedad de las valoraciones como la fugacidad de las obras maestras. Todos queríamos una patria sin vecinos y vivir la vida en una tregua entre dos guerras. Ninguno de nosotros quería tomar el poder ni sufrir su dominio, nadie quería ser víctima de ilusiones propias ni ajenas, no había voluntarios para formar masas ni desfiles, y, para tribus en extinción, aún menos. (Sin todo lo cual la historia no podría acontecer durante los siglos previstos.) Mientras, una enorme cantidad de estrellas encendidas se apagó y se enfrió. Era hora de decidirse. Con muchos reparos aparecieron por fin candidatos a algunos descubridores y curanderos, a unos cuantos filósofos sin renombre, a un par de jardineros anónimos, a prestidigitadores y músicos (aunque a falta de otras candidaturas ni siquiera estas vidas se habrían perpetrado).
  • 67. 67 La reflexión se imponía una vez más. Nos ofrecieron un viaje del que regresaríamos prontos y seguros. Una estancia fuera de la eternidad, al fin y al cabo monótona y carente de transcurso, podía no repetirse nunca más. Nos asaltaron las dudas de si sabiéndolo todo de antemano lo sabíamos en verdad todo. Si una elección tan prematura era en verdad una elección y si no sería preferible relegarla al olvido, y, puestos a elegir, mejor elegir una vez allí. Contemplamos la tierra. Algunos temerarios ya la habitaban. Una planta canija se agarraba a la roca con ingenua confianza en que el viento no la arrancaría. Un animal diminuto se desenterraba de su madriguera con un esfuerzo y esperanza para nosotros sorprendentes.
  • 68. 68 Nos vimos en exceso cautos, pusilánimes y ridículos. Pronto empezamos a tener bajas. Los mas impacientes quién sabe dónde se habían metido. Rompieron el fuego. Claro. Lo estaban encendiendo en la escarpada orilla de un río verdadero. Algunos ya emprendían el viaje de regreso. Pero no hacia nosotros. ¡Un momento!, ¿llevaban algo?, ¿algo adquirido? (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 69. 69 VERSIÓN DE LOS ACONTECIMIENTOS Si se nos permitió escoger parece que nos lo pensamos mucho. Los cuerpos propuestos eran incómodos y se estropeaban horrorosamente. Nos daban asco las formas de saciar el hambre, nos repugnaba heredar pasivamente los rasgos y la tiranía de las glándulas. El mundo que había de rodearnos estaba en constante descomposición. En él andaban desbocados los efectos de las causas. Del inventario de destinos que nos permitieron consultar, rechazamos la mayoría con tristeza y espanto. Se nos ocurría preguntarnos, por ejemplo, si valía la pena parir, entre dolores, a un niño muerto, o para qué ser navegante que nunca arribará. Aceptábamos la muerte, pero no en todas sus formas. Nos atraía el amor, es cierto, pero un amor que cumpliera sus promesas.
  • 70. 70 De servir al arte nos apartaba tanto lo arbitrario de las valoraciones, como lo efímero de las obras maestras. Todos queríamos tener una patria sin vecinos y sobrevivir la vida en una pausa entre dos guerras. Ninguno de nosotros quería el poder ni someterse a su gobierno, nadie quería ser víctima ni de propias, ni de ajenas ilusiones, no había voluntarios para formar parte de mítines, desfiles y mucho menos para formar parte de tribus en extinción sin lo cual, la historia no podría rodar de ningún modo durante los siglos previstos. Mientras tanto una gran cantidad de estrellas encendidas ya se habían apagado y se habían enfriado. Ya iba siendo hora de tomar una decisión. Con no pocas reservas por fin aparecieron candidatos a algún descubridor, a un curandero, a un par de filósofos sin fama, a algunos jardineros, magos y músicos anónimos. aunque ante la falta de cualquier otra oferta ni siquiera estas vidas podrían haberse realizado.
  • 71. 71 Había que plantearse una vez más todo el asunto. Nos fue presentada una oferta de viaje, del cual sin duda volveremos, ¡cómo no!, y pronto. Un tiempo fuera de la eternidad, se diga lo que se diga monótona y que desconoce el transcurso, podría no volverse a repetir. Empezamos a dudar si al saber todo de arriba abajo, era de verdad saberlo todo. Si una elección tan prematura era verdaderamente una elección y si no sería mejor condenarla al olvido, y puestos a elegir, elegir allá. Miramos a la Tierra. Ya vivían en ella algunos atrevidos. Una débil planta se aferraba a la roca confiando ingenuamente en que no la arrancaría el viento. Un pequeño animal salía de su madriguera con un esfuerzo y una esperanza para nosotros extraños.
  • 72. 72 Nos pareció que éramos demasiado prudentes, mezquinos y ridículos. Pronto además empezamos a ser menos. Los más impacientes se nos debieron de meter en algún sitio. En primera línea de fuego, eso estaba claro. Precisamente encendían su primer fuego en la escarpada orilla de un río real. Algunos emprendían ya el camino de regreso. Pero no hacia nuestra dirección. ¿Y como llevando? ¿algo conseguido? (Traducción de Carlos Marrodán Casas)
  • 73. 73 ES UNA GRAN SUERTE Es una gran suerte no saber con exactitud en qué mundo vivimos. Saberlo exigiría existir mucho tiempo, mucho más de lo que él dura. Conocer otros mundos, siquiera para compararlos. Elevarse por encima del cuerpo, maestro indiscutible en establecer límites y presentar dificultades. Por el bien de la ciencia, por la claridad de la imagen y de las conclusiones definitivas, alzarse por encima del tiempo en cuyo seno todo fluye y gira. Desde esta perspectiva adiós para siempre, detalles y anécdotas. Contar los días de la semana debería parecer una actividad sin sentido,
  • 74. 74 echar una carta al buzón, una travesura de adolescentes, el letrero «No pisar el césped» una advertencia delirante. (Traducción de Jerzy Wojciech Slawomirski y Ana María Moix)
  • 75. 75 ES UNA GRAN SUERTE Es una gran suerte no saber del todo en qué mundo se vive. Sería necesario haber vivido mucho tiempo. mucho más de lo que existe el mundo. Para comparar, siquiera, habría que conocer otros mundos. Olvidarse del cuerpo, que nada hace tan bien como limitar y crear dificultades. Por el bien de la investigación, para tener una imagen clara y conclusiones definitivas, habría que elevarse sobre el tiempo en el que todo corre y da vueltas. Desde esta perspectiva, adiós para siempre detalles y episodios. Llevar la cuenta de los días tendría que parecer un acto sin sentido,
  • 76. 76 echar cartas al buzón, un capricho juvenil, el letrero «prohibido pisar el césped», un letrero demencial. (Traducción de Gerardo Beltrán)
  • 77. 77