La villa iroquesa reconstruida describe las características defensivas y funerarias de un antiguo asentamiento nativo. La villa tenía una muralla y una entrada en forma de laberinto para protegerse de enemigos y animales. También tenía refugios temporales y corrales para atrapar venados. Los muertos eran colocados en sarcófagos elevados durante 10 años antes de ser enterrados en una fosa común.