2. Santísima Trinidad - A
Evangelio: Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo que
ha dado a su hijo único para
que no se pierda ninguna de
los que creen en él, sino que
tengan vida eterna.
3. Dios comunicación
La fiesta de hoy nos invita a
profundizar en el núcleo de la fe
cristiana: un Dios que se revela
como Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El Dios de Jesús es un Dios
abierto, cercano, que se comunica
y vive una relación apasionada
con sus criaturas.
4. Dios Padre, el Creador
El Padre es el Creador que nos
regala la naturaleza, el espacio
donde vivimos y respiramos.
También nos regala la existencia.
Dios es creativo: ha puesto todo su
ingenio y su amor para que el ser
humano pueda crecer y
desarrollarse.
5. Ajardinando el mundo
Hemos de aprender la capacidad
creadora de Dios abriendo espacios
de cielo a nuestro alrededor,
ajardinando la creación. Dios nos ha
puesto en medio del mundo para
que lo transformemos y hagamos de
él un lugar donde vivir llenos de
amor y concordia.
6. Donación de sí mismo
El Padre también es la generosidad.
Nos regala a su Hijo para que
alcancemos la plenitud. Se desprende
de su Hijo, incluso asumiendo el dolor
y la muerte, para rescatar a toda la
humanidad. A diferencia de otras
religiones antiguas, no son los
adoradores quienes rinden culto a
Dios con sacrificios, sino el mismo
Dios quien se ofrece por sus criaturas.
7. Aprender del Padre
Este gesto de donación del Padre
nos enseña a dar lo mejor que
tenemos y somos, siempre para el
bien de los demás.
8. El Hijo, palabra y carne
El Hijo es el verbo encarnado, la
palabra de Dios viva en un
hombre, Jesús.
El Hijo es comunicación, y nos
invita a participar de su misión:
encarnar el amor de Dios hacia
todos los hombres.
Cada cristiano es una palabra
encarnada llamada a entregarse,
como Cristo, por amor.
9. La fuerza de Dios
El Espíritu Santo es la fuerza divina
que nos hace salir de nosotros
mismos. Es libertad, es belleza.
El Espíritu Santo impulsó a los
apóstoles a salir más allá de su
tierra judía. En él hallamos el don
de la sabiduría y el discernimiento;
él también nos hace sentirnos
comunidad, Iglesia en el mundo.
10. La madurez cristiana
El cristiano llega a su madurez
cuando vive plenamente su
relación con el Dios trinitario.
Ha de ser creador, como el Padre;
ha de contribuir a la redención
humana, como el Hijo; y debe
ayudar a liberar de la esclavitud a
las gentes que viven alejadas de
Dios.
11. Ser apóstoles
No podemos considerarnos cristianos
adultos si no vivimos las diferentes
dimensiones de nuestra relación con
Dios. Sentirnos unidos a un grupo, a una
comunidad, es fundamental.
Sin la vertiente eclesial y misionera no
podemos alcanzar la madurez de un
cristiano comprometido en anunciar la
buena nueva al mundo.
12. No basta practicar…
No somos consumidores de
sacramentos, ni podemos
limitarnos a rezar y a buscar en la
fe consuelo y apoyo moral.
La nuestra es una fe de alegría y
pasión, que conlleva una vocación
a ser misioneros incansables,
como los mismos apóstoles.
13. La luz que nos anima
La buena noticia es que hemos
recibido mucho más que soporte
espiritual: tenemos al Espíritu
Santo, luz y llama que nos quema
por dentro y que hemos de
transmitir al mundo.
Solo comunicando esta gran
nueva nos sentiremos vivos y
podremos palpar que la Iglesia
vive en nosotros.