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ESPECIAL RIQUEZA
LECH WALESA
En estos tiempos, la mirada debe estar puesta en el
bienestar de los individuos. Llegó la hora de repartir más
el capital. Así lo plantea Lech Walesa, quien viviera en
carne propia la fractura de una nación y que en entrevista
ataja: “Debes estar determinado a resolver los problemas
realmente y no hacer trampa”.
POR JENNIFER JUÁREZ
FOTOs: LIZETH ARAUZ para forbes méxico
“LAVERDADTE
LIBERARÁ”
L
as cosas no andan bien:
19.7% de la población
mexicanaseencuentraencondi-
cióndeextremapobrezay53.3%
enpobreza;duranteelsegundotrimestrede
2014,latasadeempleoenMéxicofuede60.4%
del total de personas en edad de trabajar (de
15 a 64 años), lo que significa la quinta tasa
más baja de los países miembros de la ocde;
mientras el mercado laboral en México
pierde capacidad para absorber la creciente
demanda de trabajo, la falta de movilidad
social se expresa en bajos salarios y altos
niveles de subempleo.
El escenario hace pertinente hablar
con alguien con la suficiente altura de mi-
ras para conocer su lectura en torno de los
caminos que deben tomarse para cambiar
la historia. Era algo urgente, más aún,
cuando hay agitación por la desaparición
de 43 jóvenes estudiantes de la Normal de
Ayotzinapa, en el estado de Guerrero.
La misión no era fácil. ¿Quién podría
ser? El perfil que buscaba forbes México
era el de un líder que, por su activismo,
hubiera transformado el estado de cosas
que regían su entorno y que, además, go-
zara del reconocimiento internacional por
su misión pacificadora.
Así, apareció Lech Walesa, un técni-
co electricista polaco que en los años 70
lideró el movimiento obrero en el astillero
de Gdansk y en los años 80 inició el movi-
miento Solidaridad, que comenzó como la
unión de trabajadores de diversas indus-
trias en huelga y se convirtió en el primer
sindicato independiente reconocido por el
gobierno polaco.
Fue encarcelado varias veces por su
lucha sindical y en 1983 fue premiado
con el Nobel de la Paz, mismo que reci-
bió su esposa Danuta, ya que él se negó
a salir de Polonia por miedo a que no lo
dejaran volver. En 1990 fue el primer
presidente electo democráticamente en
la Polonia moderna.
Con él hablamos para conocer su plan
para sobrevivir a tiempos difíciles.
DEL CAPITAL
El hombre que luchó contra el régimen
prosoviético socialista en Polonia, y ganó,
hoy asegura que hay que reformar el
capitalismo.
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especial riqueza — el BIENESTAR DE LOS individuoS
estar limitada a un país; mira los teléfonos
móviles, Internet, la tv satelital.
Los problemas medioambientales no
pueden estar acotados a un país. Los siste-
mas financieros ya no pueden ser confi-
nados; mira la crisis financiera y bancaria
que tuvimos recientemente.
Si fuera un político más activo hoy, pri-
mero, preguntaría qué problemas no pue-
den ser solucionados desde la perspectiva
de un solo país y necesitan ser abordados
desde un enfoque mayor, y qué asuntos
pueden crear futuras crisis.
Algunos, dicen que serán los combus-
tibles los que causen la siguiente crisis.
Otros, que el acceso al agua generará otra
y que la comida podría causar una nueva
crisis global. Necesitamos llegar a un con-
senso y entonces tratar de evitar esa crisis
anticipándonos a ésta.
sociales, y si tenemos tantas discrepan-
cias, no podemos integrar al mundo a un
mundo globalizado. Y por supuesto no
podemos costear todas las diferencias
de un día para otro. Así que debemos
establecer un camino a seguir, identifi-
car qué discrepancias serán niveladas
y cuándo, por lo que preguntaría cómo
reformar el capitalismo.
Ciertamente el modelo que tenemos
no será sostenible hasta el final de este
siglo. También propondría la pregunta:
¿cómo dar propiedad y bienes a mucha
gente? Porque necesitamos al menos
cuatro veces tantos dueños del capital
como tenemos ahora. Porque la cantidad
de propietarios del capital que tenemos
ahora es demasiado pequeña para defen-
der el sistema. Todo eso nos mantendría
muy ocupados.
Dijo que el capitalismo no es sostenible
en su forma actual y que debemos ex-
pandir la base de propietarios. ¿Cómo
podemos hacerlo?
Primero debemos estar conscientes que
el ser humano está en el centro y el capi-
tal y los bienes vienen después. Cuando
vivíamos en una confrontación, en gue-
rra, con un sistema contra otro, un país
contra otro, intentábamos adelantarnos
a los demás lo más rápidamente posible
y, como queríamos ser los más rápidos y
obtener todo lo que fuera posible, siem-
pre dejábamos atrás a los más débiles.
Hoy en día ya no estamos corriendo.
Debemos enfocarnos de nuevo en el hu-
mano; en el individuo. En el lugar donde
yo era obrero [el astillero de Gdansk]
hoy hay un robot haciendo el mismo
trabajo que yo hacía y, de hecho, él tiene
muchas mejores condiciones laborales
de las que yo solía tener porque él no ne-
cesita condiciones especiales de trabajo,
mientras que yo estaba agotándome,
dañando mi salud.
Ahora, sé que hay un robot que tiene
mejores condiciones de trabajo que yo.
Introdujimos la automatización pero
despedimos a los trabajadores, los deja-
mos en la calle. No debemos seguir así.
Necesitamos la automatización, pero
si un robot reemplaza a un trabajador
tenemos que reentrenar a ese trabajador
¿Cuáles son las mejores inversiones a
las que debe apostar un gobierno para
generar riqueza en su ciudadanía?
Si supiera la respuesta podría recibir
otro premio Nobel. Hay muchas ideas y
oportunidades distintas que los especia-
listas tienen que revisar para ver cuáles
son buenas oportunidades de negocio. En
el comunismo podías planear qué esperar,
pero en la economía de mercado realmente
no es posible.
En su juventud, nunca se conformó con lo
que el sistema le ofrecía y eventualmente
ganó los derechos por los que luchó. Si
usted fuera ese joven Lech Walesa de
veintitantos años, en estos tiempos, ¿cuá-
les serían las causas por las que lucharía?
Hoy hemos dejado de pensar en nues-
tros respectivos países, sobre todo en los
DEBEMOS ESTABECER UN CAMINOA SEGUIR,
IDENTIFICAR QUÉ DISCREPANCIAS SERÁN NIVELADAS
Y CUÁNDO,POR LO QUE PREGUNTARÍA CÓMO
REFORMAR EL CAPITALIMO”.
pequeños. Estamos tratando de establecer
estructuras más grandes.
La tecnología que hemos desarrollado
no puede ser restringida a esos países.
La información, por ejemplo, no puede
Creo que estos serían los asuntos que
consideraría. Lo otro que diría, con el
ejemplo de Europa, es que los distintos
países tienen distintos sistemas fiscales,
diferentes sistemas de salud, beneficios
Lech Walesa lideró en
la década de los 80 el
movimiento sindical
Solidaridad, que
después se transformó
en partido político.
ChrisNiedenthal/TheLIFEImagesCollection/GettyImages1988MAY01
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para encontrarle otra posición. Si introduci-
mos la automatización tiene que servir tam-
bién para el beneficio de los trabajadores.
Ahora es más redituable el robot, pero
no es así como deberíamos ver
las cosas. Eso también es un trabajo
para los sindicatos: todo debe servirnos,
no oprimirnos.
Entonces, hay mucho que debe
replantearse, y se puede hacer mucho
porque ya no estamos en guerra, las
fronteras están abiertas, ahora podemos
reenfocarnos en los humanos. Antes es-
tábamos demasiado ocupados luchando
guerras. Ahora es diferente.
DE LA POLÍTICA
Durante toda su vida como líder sindical,
Lech Walesa fue criticado por sus com-
pañeros más radicales por mantener un
diálogo constante con el gobierno polaco
prosoviético. Fue electo en 1990 como el
primer presidente democrático de Polonia
después de 45 años de gobierno del partido
comunista polaco, pero en 1995 perdió las
elecciones ante un candidato de izquierda.
Después de 12 años de transición, Mé-
xico decidió, en las urnas, devolver el
poder a un partido que instauró lo que
muchos analistas llamaban la “dictadura
perfecta”. Usted fue el primer presi-
dente electo democráticamente en la
Polonia postsoviética. ¿Cómo superar
la desilusión de la democracia recién
adquirida, como en su momento ocurrió
en Polonia?
No hay modelos perfectos. Sólo la parti-
cipación, el monitoreo y el control de los
activistas; sólo organizarse, es la única
forma. Claro que podemos mejorar las
plataformas de la actividad política y hay
preguntas básicas, como si deberíamos
buscar el desarrollo basándonos sólo en las
libertades, o tal vez también en los valores.
Por el ahora, parece que lo que más
necesitamos son los valores en el sentido
de que los que hagan el bien deben ser
promovidos y quienes hagan el mal deben
ser castigados. No hay otra forma.
Antes y después de ser presidente, us-
ted lidió con extremos en ambos lados.
¿Cómo se mantuvo en un medio sin ser
percibido como poco comprometido
por los distintos jugadores?
En cualquier causa por la que luchaba y
contra la que luchaba, presentaba la mejor
argumentación para la causa. Por eso gané
frente a todos a lo largo del camino. No
debes temer a tus oponentes.
Debes estar determinado a resolver los
problemas realmente y no hacer trampa.
La verdad te liberará. Nunca usé trucos;
siempre dije lo que pensaba; siempre dije
directamente lo que sentía.
Usted fue un líder sindical. La mayo-
ría de los sindicatos en México están
coludidos con grupos políticos o son
controlados por la empresa a cuyos tra-
bajadores supuestamente representan.
¿Cuáles son algunas estrategias median-
te las cuales los trabajadores pueden
obtener una representación legítima
para sí mismos?
Hay una diferencia entre la lucha que uste-
des tienen en este país y la lucha en la que
participé. Yo tenía un enemigo exterior: el
comunismo de la Unión Soviética.
Aquí en este país su enemigo es interno;
hay carencia de regulaciones apropiadas,
los grupos informales, mucho abuso y
violencia de muchos tipos, y creo que su
enemigo interno requiere métodos distin-
tos de lucha.
Sus sindicatos requieren reformas tam-
bién. Siempre digo que todos los activistas
de los sindicatos, los activistas políticos,
deberían tener un chip personal implantado
que grabara todo lo que hacen, con quién
hablan y hasta con quién se van a la cama.
Porque yo no voy a controlar a un activista
en particular, pero si este político o activista
nos engaña, ni a esa persona ni a nadie de su
familia debería permitírsele tener un cargo
público durante los próximos 15 años.
Actualmente tenemos chips que tienen
la capacidad de grabar todo el periodo en
funciones de un activista.
Si alguien no desea ser un activista
sindical, está bien, pero si decide serlo
En 1990, Lech Walesa
gana las elecciones
presidenciales
en Polonia. Es el
primer gobierno
democrático de la
era postsoviética.
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especial riqueza — el BIENESTAR DE LOS individuoS
FrancoisLOCHON/Gamma-RaphoviaGettyImages1981SEP29
tenemos que registrar cada minuto de
su activismo y de su vida, porque si no
nunca controlaremos lo que hace.
Mi sugerencia es que tú propongas
que se implementen estos chips. Y que
los trabajadores se organicen. No hay
otra forma en la democracia, simplemen-
te tienen que estar vigilantes.
DE LA JUSTICIA
En 1970, Lech Walesa tenía 27 años y
trabajaba en el astillero de Gdansk (en el
norte de Polonia), cuando una revuelta
obrera se desató como respuesta a un
aumento de precios de los alimentos. La
policía disparó contra los trabajadores
y tres de ellos murieron en el Puente
número 2 del astillero.
Diez años después, el sindicato libre
Solidaridad erigió en este lugar un
monumento en honor a las docenas de
muertos y encarcelados en las tres gran-
des huelgas durante el régimen prosovié-
tico ocurridas en 1956, 1970 y 1976.
Como usted sabe, en septiembre pa-
sado, en el estado de Guerrero en el
sureste mexicano, 43 estudiantes fue-
ron secuestrados y desaparecidos por
policías vinculados con el narcotráfico.
Pero el narcotráfico está profundamen-
te enraizado en la sociedad mexicana;
son nuestros policías, políticos e inclu-
so nuestros vecinos.
Tienen que estar realmente determina-
dos a descubrir lo que sucedió y castigar
a los responsables de este hecho, o si no
nunca lo erradicarán, sin importar quién
cometió este crimen, debe asignársele la
responsabilidad por lo que hizo. Y tienen
que enfrentar esta violencia.
En el mundo de hoy hay un debate
con argumentos que son palabra contra
palabra, no palabra contra violencia. Ma-
tar a jóvenes es terrible; esto realmente
requiere una venganza del cielo.
¿Cómo puede un país luchar con un
enemigo entretejido en la sociedad?
El Estado tiene a su Ejército, prisio-
nes, tiene a la policía y el país tiene sus
fuerzas legales. Los criminales tienen su
fuerza ilegalmente. Pero no hay salida, es
necesario quitarles ese poder ilegítimo.
HISTORIA EN BREVE
Cuando Lech Walesa nació, en 1943, Polonia era un territorio que Alemania y Ru-
sia se habían dividido en un pacto firmado en 1939, días antes de invadirlo y con
ello dar inicio a la Segunda Guerra Mundial.
Al término de la guerra, Polonia recobró su territorio casi íntegro y se esta-
bleció un gobierno que respondía directamente a los intereses de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (urss).
En la mayor parte de Occidente la lucha por los derechos laborales se ha
identificado con la izquierda. Durante la Guerra Fría “los rojos” eran los que en su
constitución declaraban que “todo el poder pertenece en la urss a los trabajado-
res de la ciudad y del campo”. Un icono representativo de la urss es la silueta, so-
bre un fondo rojo, de un obrero con gorro o casco, o de una mujer con un pañuelo
en la cabeza y una herramienta en la mano que denotan sus oficios.
Pero en la Polonia de los 80, el partido no era el favorito de los trabajadores y
el Estado no tenía mucho que ofrecer; lo que abundaba era la escasez de alimen-
tos y de derechos políticos. Los trabajadores no podían crear sus propios sindica-
tos; tenían que afiliarse al del Partido.
Lech Walesa nació en septiembre de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial.
Tiene 71 años.
Su padre fue prisionero de los nazis para trabajos forzados. Murió cuando Lech
tenía alrededor de dos años. A sus 14 años de edad, terminó sus estudios, para
después migrar a Gdansk, donde conoció el mar. No pudo entrar al College of
Technology para ser ingeniero, por falta de dinero.
A los 16 años se va a la Trade School. En el 61, a los 18, se gradúa como electri-
cista. Tiene un buen trabajo en casa de sus padres y a los 23 (en el 67) se harta de
todo y se va al astillero. Ahí le pilla la tensión política de las protestas estudianti-
les de 1968.
Durante las revueltas se convierte en líder sindical. Su madre y tío se van a Esta-
dos Unidos, y en 1975 ella muere en un accidente automovilístico. Él tenía 32 años.
En 1976 lo despiden del astillero. Para 1980 nace su sexto hijo y él es encarcela-
do de nuevo. En 1982 nace su séptima hija y lo sueltan. Un año después, recibe el
Premio Nobel de la Paz. En 1990 asume la Presidencia de Polonia.
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