1. Antología
R. Alberti
TRENES
Tren del día, detenido
frente al cardo de la vía.
Cantinera, niña mía,
se me queda el corazón
en tu vaso de agua fría. 5
Tren de noche, detenido
frente al sable azul del río.
Pescador, barquero mío,
se me queda el corazón
en tu barco negro y frío.
(Marinero en Tierra,1925)
MADRIGAL AL BILLETE DE TRANVÍA
Adonde el viento, impávido, subleva
torres de luz contra la sangre mía,
tú, billete, flor nueva,
cortada en los balcones del tranvía.
Huyes, directa, rectamente liso, 5
en tu pétalo un nombre y un encuentro
latentes, a ese centro
cerrado y por cortar del compromiso.
Y no arde en ti la rosa, ni en ti priva
el finado clavel, sí la violeta 10
contemporánea, viva,
del libro que viaja en la chaqueta.
(Cal y Canto,1927)
TERCER RECUERDO
...detrás del abanico
de plumas y de oro...
Aún los valses del cielo no habían desposado al jazmín y la
nieve,]
ni los aires pensado en posible música de tus cabellos,
ni decretado el rey que la violeta se enterrara en un libro.
No.
Era la era en que la golondrina viajaba 5
sin nuestras iniciales en el pico.
En que las campanillas y las enredaderas
morían sin balcones que escalar y estrellas.
La era
en que al hombro de un ave no había flor que apoyara la
cabeza.] 10
Entonces, detrás de tu abanico, nuestra luna primera.
(Sobre los ángeles,1929)
...Y las viejas familias cierran las ventanas,
afianzan las puertas,
y el padre corre a oscuras a los Bancos
y el pulso se le para en la Bolsa
y sueña por la noche con hogueras, 5
con ganados ardiendo,
que en vez de trigos tiene llamas,
en vez de granos, chispas,
cajas,
cajas de hierro llenas de pavesas. 10
¿Dónde estás,
dónde estás?
Los campesinos pasan pisando nuestra sangre.
¿Qué es esto?
- Cerremos, 15
cerremos pronto las fronteras.
Vedlo avanzar deprisa en el viento del Este,
de las estepas rojas del hambre.
Que su voz no la oigan los obreros,
que su silbido no penetre en las fábricas, 20
que no divisen su hoz alzada los hombres de los
campos.
¡Detenedle!
Porque salta los mares,
recorriendo toda la geografía,
porque se esconde en las bodegas de los barcos 25
y habla a los fogoneros
y los saca tiznados a cubierta,
y hace que el odio y la miseria se subleven
y se levanten las tripulaciones.
¡Cerrad, 30
cerrad las cárceles!
Su voz se estrellará contra los muros.
¿Qué es esto?
- Pero nosotros lo seguimos,
lo hacemos descender del viento del Este que lo trae],
35
le preguntamos por las estepas rojas de la paz y del
triunfo],
lo sentamos a la mesa del campesino pobre,
presentándolo al dueño de la fábrica,
haciéndolo presidir las huelgas y manifestaciones,
hablar con los soldados y los marineros,
40
ver en las oficinas a los pequeños empleados
y alzar el puño a gritos en los Parlamentos del oro y de la
sangre.
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada.
45
(Un fantasma recorre Europa,1933)
DE AYER PARA HOY
2. Subí yo aquella tarde
con mis primeros versos
a la sola azotea
donde entre madreselvas y jazmines
él en silencio ardía. 5
Le llevaba yo estrofas
de mar y marineros,
médanos amarillos,
añil claro de sombras
y muros de cal fresca 10
estampados de fuentes y jardines.
Le llevaba también
tardes de su colegio,
horas tristes de estudio,
mapas coloreados, 15
azul niño de atlas,
pizarras melancólicas,
blancas del sufrimiento de los números.
Subía yo este ramo
de naturales, tiernas, 20
alegres, breves cosas sucedidas,
con el mismo temblor
de árbol sobrecogido
que en un día de fiesta
me cubrió cuando quise 25
llegar al pararrayo de la torre.
Estaba él derramado
como cera encendida en el crepúsculo,
sobre el pretil abierto
a los montes con nieve perdonada 30
por la morena mano
de junio que venía.
Hablamos con vehemencia
de nuestro mar, lo mismo
que del amigo ausente 35
a quien se está queriendo
ver de un momento a otro
después de muchos años.
Cuando se entró la noche
y apenas le veía, 40
era su opaca voz,
era tal vez la sombra
de su voz la que hablaba
todavía del mar,
del mar como si acaso 45
no fuera a llegar nunca.
¡Oh señalado tiempo!
Él entonces tenía
la misma edad que hoy,
dieciséis de diciembre, 50
tengo yo aquí tan lejos
de aquella tarde pura
en que le subí el mar
a su sola azotea.
(Entre el clavel y la espada,1941)
CANCIÓN 8º
Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España,
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme el agua.
(Canciones y baladas del Paraná,1954)