El documento resume una reunión extraordinaria del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) en la que se reveló una crisis financiera grave. El presidente del CONEP informó que la deuda había aumentado de $17,000 a $106,000 debido a gastos administrativos excesivos y proyectos que no generaron los ingresos presupuestados. Varios oradores criticaron la falta de información financiera y acusaron fraude por parte del director general y administrador. El abogado José Regalado dijo que el dinero se había usado para fines ajenos a su

1. Concilio Nacional Evangélico está herido de muerte
Dice el texto bíblico en 1 Timoteo 5.24-25: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes
antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen
manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas”. Tales
las palabras del apóstol Pablo que nos guían para publicar el presente informe, no sin antes
reconocer nuestras propias faltas, fracasos y situaciones difíciles que -parafraseando a un colega-
Dios y nuestros amigos conocen.
Explotando recursos periodísticos estuvimos allí en persona; por tanto, lo que pasamos a informar
es estrictamente lo que hemos recogido en dicha reunión. Además, obran en nuestro poder las
grabaciones y los documentos para sustentar toda esta información. No prejuzgamos, no
acusamos a nadie; sólo planteamos el caso tal y como se ha venido desarrollando. Exigimos sí, una
exhaustiva investigación y sanción para los responsables.
A comienzos de diciembre del año pasado, el Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP) ya
estaba “movido”. Se conocían algunos hechos concretos sobre la falta de liquidez de la entidad,
como por ejemplo el no pago de sueldos y gratificaciones al personal en la fecha que se estilaba
años anteriores y de conformidad a las leyes laborales vigentes. Incluso hubo un reclamo sui
generis de los trabajadores, quienes sacaron sus escritorios a los pasadizos para laborar allí.
Se empezó a hablar de cheques que “rebotaban” en el banco, de compensaciones por tiempo de
servicios pagadas con particular celeridad a algún funcionario renunciante. En fin, en el CONEP
había algo irregular, a juzgar por lo que estaba aconteciendo y por el mutismo en que se habían
enfrascado los funcionarios y los miembros del consejo directivo.
Entonces, los afiliados a la institución rectora de la comunidad evangélica nacional, fueron citados
extraordinariamente para el miércoles 10 de enero, reunión en la cual se iba a brindar información
sobre los hechos. Tres personas ingresaron al salón de conferencias premunidas de grabadoras
para captar los pormenores de tan importante asamblea extraordinaria del CONEP.
La reunión comenzó con la exposición del pastor Juan José Rivas, presidente del Concilio, quien, en
su particular estilo, narró a grandes rasgos lo que era de su conocimiento respecto a la evidente
crisis de la institución. También informó, como era obvio, sobre las medidas tomadas por el
consejo directivo en cuanto al cese del personal directivo y la licencia sin goce de haber que le
había extendido al personal del Concilio.
Juan José Rivas informó a la asamblea que los proyectos especiales manejados por Paz y Esperanza
(DIPAS) quedaban totalmente paralizados y que, más bien, dichos proyectos iban a ser
transferidos a alguna organización no gubernamental que trabaje la misma línea de DIPAS. No lo
dijo, pero es de suponer, que los más de 150 evangélicos encarcelados injustamente bajo falsas
acusaciones de terrorismo, quedarán abandonados a “su suerte”, al igual que miles de
desplazados y comunidades pobres de Ayacucho que recibían ayuda del CONEP vía los proyectos
especiales paralizados por esta crisis.
Lo más sustancioso del evento ocurrió en la etapa de preguntas y respuestas, pues allí se habló de
nombres concretos sobre quienes recaería la responsabilidad de la crisis financiera por la que
atraviesa el CONEP. Se habló de tres personajes: Harold Rivas, Miguel Bardales y José Luis Abarca,
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2. director general, director de la Dirección de Integración y Desarrollo Eclesiástico (DIDE), y
administrador del Concilio Nacional Evangélico del Perú, respectivamente.
Preguntas calientes, respuestas tibias
El primer asambleísta que hizo uso de la palabra fue el pastor Félix Calle, cuyas preguntas fueron
contestadas por Juan José Rivas: “El consejo directivo se reúne cada mes, y aquí radica nuestra
falla al haber recibido solamente informes verbales. Cierta vez solicitamos información escrita a
través del tesorero, sin embargo siempre nos dieron alguna explicación para justificar que no
podían presentar informes escritos debido a cuestiones de computación, entre otras razones.
Siempre nos afirmaron que todo estaba bien y que no había problemas, lo cual aceptó el consejo
directivo.”
Seguidamente, Juan José Rivas informó que el déficit del CONEP se había generado por la carga
administrativa que no tiene fuente de financiamiento. También dijo que la carga administrativa
bordeaba los 50,000 dólares anuales, y que el único departamento que trabajaba con proyectos
debidamente financiados era DIPAS.
En cuanto a DIDE, esta dirección ha agravado el déficit, o por lo menos no ha conseguido las
finanzas que tenía planificadas” manifestó el pastor Rivas, para luego reiterar que dicho déficit se
debía, fundamentalmente, a gastos administrativos para sostener el aparato del CONEP.
Luego, y en respuesta a la intervención del misiólogo Tito Paredes, Juan José Rivas solicitó a los
asambleístas abocarse al fondo del asunto. A continuación explicó que la responsabilidad de
firmar los cheques no había sido asumida por el tesorero debido a diversos trámites engorrosos.
También admitió que una de sus sorpresas al ingresar al CONEP fue detectar la ausencia del libro
de actas, el cual sólo apareció en octubre de 1995, habiendo asumido el cargo siete meses atrás.
“En el caso específico de las finanzas -afirmó- el tesorero solicitó información alguna vez y sólo
recibió informaciones de carácter técnico, debido a que la contabilidad estaba computarizándose,
y como quiera que el informante se presentó con una actitud de tranquilidad como si no pasara
nada, entendimos que, efectivamente, la falta de información se debía a alguna cuestión técnica”.
Tras informar que la junta directiva que preside recibió el CONEP con un déficit de 17,000 dólares,
déficit que a la fecha ha alcanzado la suma de 106,000 dólares, Juan José Rivas se refirió
específicamente a la Dirección de Integración y Desarrollo Eclesiástico manejada ese tiempo por el
pastor Miguel Bardales. “El aparato administrativo no consiguió los ingresos que había planeado.
DIDE presupuestó un ingreso que no llegó a conseguir. Por ejemplo, entiendo que DIDE había
presupuestado un ingreso de 60,000 dólares provenientes de las colectas nacionales que realizó
dicho departamento. De ese monto, DIDE se había comprometido a aportar un porcentaje
estimado en 15,000 dólares para engrosar el rubro de administración”.
“Ahora, DIDE no solamente no entregó los 15,000 dólares que le correspondían en el presupuesto
para la administración del plan, sino que llegó a ser una carga innecesaria; porque en base a los
60,000 dólares que se iba a recolectar y que estaban presupuestados, se otorgó facilidades para
que DIDE cumpla con su programa de trabajo”, puntualizó el pastor Rivas.
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3. El presidente del CONEP reiteró: “En resumidas cuentas, DIDE no recolectó los 60,000 dólares, no
entregó los 15,000 dólares que estaban presupuestados en el presupuesto, y más bien resultó una
carga”. Luego indicó que el consejo directivo había tomado la decisión de separar a los
responsables del manejo administrativo porque, entre otras cosas, hubo gastos fuera del
presupuesto como la adquisición de una reja metálica, una pileta ornamental y otros.
Respecto a la falta de información, Juan José Rivas manifestó: “Tenemos informes parciales y eso
es parte del problema; siempre hemos tenido informes parciales. Hemos solicitado, hemos exigido
información, pero siempre nos han dado información parcial. Eso nos dio a entender que no había
una línea administrativa fija, rígida; eso nos indicó falta de formalidad profesional por lo menos
para un administrador, pero el administrador no se manejaba solo. Todo indica que había
informalidad, ingenuidad o entusiasmo de que en algún momento la cosa iba a enderezarse y que
todos los gastos iban a ser cubiertos con fondos que debían llegar”.
“De todas maneras, el monto del déficit es bastante alto. No se trata de diez mil o veinte mil, sino
de más de cien mil dólares. Se ha gastado sin tener en cuenta la base financiera, sin prever, y eso
ya implica responsabilidades; por eso tuvimos que tomar las medidas que hemos tomado, como la
de suspender todos los cargos directivos. El administrador y el director general han sido cesados,
el director de DIPAS ha sido suspendido en su cargo de director pero no como trabajador de
carrera”, sentenció el pastor Rivas.
“Aquí hubo fraude”
La intervención más destacada, a nuestro parecer, fue la del abogado José Regalado, conocido
defensor de los evangélicos encarcelados bajo falsas acusaciones de terrorismo. Más que formular
preguntas, Regalado puntualizó algunos aspectos que hasta ese momento de la reunión se estaba
tratando tibiamente o, simplemente, estaban siendo ignorados por los asambleístas y por la mesa
directiva integrada para la ocasión por César Espinoza, Juan José Rivas, Darío López y Julio
Romero.
“El presidente del Concilio es bastante benevolente al calificar los hechos y al establecer las
responsabilidades sobre lo ocurrido. Lo que aquí ha habido es falta de información oportuna hacia
el consejo y viceversa, ha habido ocultamiento de información para establecer la situación real del
CONEP. Pero, además, está claro que ha existido mal uso de los fondos del Concilio por parte del
director general y del administrador”, enfatizó José Regalado.
“Por ejemplo –dijo- y para señalar sólo un caso, la administración se quejaba de que había
demasiado personal administrativo, por lo que el año pasado se despidió a varios trabajadores. Sin
embargo, luego se contrata un service para trabajar la información contable, y teniendo esa
información contable, teniendo personal contratado especialmente para dicho fin, no ha habido
información económica oportuna para el consejo directivo. Esa es una grave responsabilidad”.
Prosigue José Regalado: “Por otro lado, se ordena construir una pileta, una reja metálica y,
además, se celebra un aniversario del CONEP con una reunión a la que asisten escasamente veinte
personas, pero que costó 1,200 dólares. Tenemos que recordar que gran parte del dinero del que
estamos hablando es dinero destinado a proyectos de obra social: desplazados, presos, huérfanos,
viudas. La mayor parte de ese dinero ha sido destinado para otros fines. Ha habido mala
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4. administración, mala gestión, y lo único que se puede establecer aquí es un fraude de parte del
director general y del administrador”.
“Realmente me sorprendo, pues viendo el caso del pastor Miguel Bardales, él no solamente no
tenía presupuesto para solventar su sueldo, sino que incluso recibió una transferencia de dinero
del proyecto carcelario del DIPAS. A pesar de eso, el pastor Bardales, quien tenía un sueldo
grande, no cumplió con los acuerdos especificados por DIPAS, no generó sus propios recursos, no
devolvió la suma pactada como usted (Juan José Rivas) ha señalado, y encima, tres días antes de
que se produzca la crisis, se va con una compensación por tiempo de servicios de más de 3,000
soles”.
“Cómo explicar una situación como esta, cómo pagar a una persona que no solamente ha sido
irresponsable sino que ha manejado mal los recursos asignados; acá ha habido una mala gestión.
Podríamos señalar más casos: por ejemplo, ha habido préstamos a terceros. Cómo es posible que
esas cosas hayan ocurrido en el CONEP; históricamente cuándo ha ocurrido que, cogiendo dinero
de los fondos del Concilio, se haya hecho préstamos a miembros del consejo directivo”.
“Esas son cosas que tienen que esclarecerse para luego establecer las responsabilidades. Hay
responsabilidad en el director general y en el administrador, pero también existe responsabilidad
en el consejo directivo porque no es posible que el mal uso de cien mil dólares haya sido
detectado de la noche a la mañana”.
“¿De quién procede la denuncia? La denuncia viene del director de DIPAS; no viene del director
general, no viene del administrador, ni siquiera viene de algún miembro del consejo directivo. La
denuncia viene del doctor Alfonso Wieland, porque los cheques empezaron a ‘rebotar’ debido a la
falta de fondos para pagar los compromisos que tenían los proyectos de Ayacucho y de otros
lugares. Recién allí el consejo directivo ha podido enterarse de la situación, y lo que realmente
sorprende es cómo el consejo no percibió, no tuvo información de esta situación y no tomó las
medidas correctivas para que el déficit recibido de 17,000 dólares se haya convertido en más de
100,000 dólares a finales del año 1995”, concluyó el doctor Regalado.
“El CONEP está en quiebra”
Juan José Rivas ensayó una respuesta a las aseveraciones de José Regalado y manifestó: “Sé lo que
está pasando en el CONEP, creo tener mi propia opinión; sé cuál es mi responsabilidad. No tienen
que decirme si debo o no poner mi cargo a disposición; yo sé lo que debo hacer. La cuestión
concreta es que el CONEP está en quiebra, lo cual no significa que no se va a dilucidar quiénes son
los responsables, y que incluso se pueden ejercer demandas penales. Eso no está en discusión en
este momento; no estamos ocultando información”.
“En este momento, lo urgente es qué hacer para sacar adelante al CONEP como institución, sin
que eso signifique premiar a los culpables ni convalidar a personas que no deben estar en el
consejo directivo. El problema es qué hacemos ahora”, argumentó el presidente del Concilio.
A continuación intervinieron otros asambleístas, entre ellos Juan Inocencio, quien abordó también
el tema de los préstamos otorgados a algunos miembros del consejo directivo, por lo que solicitó
la renuncia del consejo para que no actúe como juez y parte en el proceso. Asimismo intervino,
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5. pero para reiterar su particular postura, el pastor Juan Capurro de la comunidad cristiana Agua
Viva.
Capurro dijo que él ya sabía lo que iba a ocurrir en el CONEP, dada la estructura del mismo que lo
hacía aparecer y funcionar simplemente como una ONG. Con su particular desdén por la labor
social de la iglesia, manifestó que la oficina de Paz y Esperanza no debía ser parte del Concilio, y
que el Concilio tampoco merecía llamarse así porque no cumplía las funciones de un concilio
propiamente dicho. Tras su reiterativa alocución, Capurro propuso la reestructuración del CONEP.
Posteriormente se solicitó la revisión del quórum y, luego de confirmarse el mismo, se pasó a
asamblea extraordinaria, uno de cuyos principales acuerdos fue el de nombrar tres comisiones: de
financiamiento, de investigación, y de reorganización. En la primera reunión de las comisiones,
tres días después de la asamblea, Juan Capurro se refirió a José Regalado y a los trabajadores de
Paz y Esperanza, tildándolos de “comunistas”.
La presencia de Juan Capurro en el CONEP –según personas consultadas- es algo que merece
atención, pues, aparte de sus puntos de vista sobre la labor social y la eliminación del término
“evangélico”, está el desprestigio que algún sector carismático ha implementado contra las
denominaciones y contra la “membresía” en las iglesias.
Además, no es equitativo que afiliados con más de cincuenta años en el CONEP tengan las mismas
prerrogativas que Juan Capurro, quien tiene solamente algunos meses como miembro del Concilio
al cual siempre criticó. Recuérdese sus declaraciones en el sentido de que el CONEP debía llamarse
“Concilio de Iglesias Cristianas, y punto”.
Préstamos a sola firma
Tras las intervenciones de José Regalado, Juan Inocencio y Tito Paredes, quienes incidieron en el
asunto de los préstamos irregulares a algunos miembros del consejo directivo, tomó la palabra el
pastor Julio Romero y admitió que, efectivamente, había recibido un préstamo del Concilio.
Informó que “dicho préstamo formaba parte del programa de apoyo que brindaba el CONEP a
quien lo solicitaba”. El préstamo –se dice- asciende a 3,000 dólares.
Julio Romero es vicepresidente del Concilio Nacional Evangélico y representante del Movimiento
AD2000 en el Perú, y sobre su caso existe la carta CONEP-279-95 que el director general, Harold
Rivas, le remitió el 9 de agosto de 1995 reclamándole el pago del préstamo en cuestión. Entre
otras cosas, la carta dice:
“Como es de tu conocimiento, los primeros día del mes de mayo te acercaste a hablar conmigo
para solicitarme tenga a bien apoyarte en el viaje que ibas a realizar presidiendo la delegación
peruana al Congreso de Corea. Este apoyo consistía en financiar la compra de un pasaje, a nombre
de tu esposa, ya que me manifestabas no disponer de los medios necesarios para hacerlo. Viendo
la importancia de este viaje para ti y para el ministerio de la obra en el Perú, acepté darte esta
ayuda, a pesar que la delegación que tú presidías no compraba los pasajes en el CONEP, de tal
forma que acordamos, al momento de tu partida, darte un plazo de treinta (30) días para cancelar
el pasaje”.
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6. “Muy lamentablemente –prosigue la carta- han transcurrido cerca de tres (3) meses y hasta la
fecha no ha sido cancelada esta deuda ni te has acercado a hablar conmigo para dar las razones
del caso. Como tú comprenderás, esta situación nos trae grandes problemas, toda vez que nuestra
institución no realiza este tipo de apoyo ni cuenta con el dinero para ayudar; esta acción muy
especial la hicimos solamente para apoyar la obra del Señor y sacando el dinero de un proyecto”.
El tema de los préstamos también fue abordado por los trabajadores del CONEP, quienes hicieron
circular un pronunciamiento dirigido a los afiliados dando a conocer, además, otros puntos que
según ellos ocasionaron la actual situación de quiebra del Concilio Nacional Evangélico del Perú. La
circular dice:
“Para nosotros, la falta de liquidez que afecta al CONEP y que se tradujo en la paralización de
nuestras actividades, especialmente aquellas referidas a la prestación de servicios a personas
indefensas o de modesta condición económica, se ha debido a la pésima gestión administrativa de
dos personas: CPC José Luis Abarca, administrador, y pastor Harold Rivas, director general, y a la
falta de celo por parte del consejo directivo que no veló a tiempo por la buena marcha de la
institución”.
Entre las razones por las cuales los trabajadores afirman lo anterior, el documento dice:
1. Falta de información contable de manera oportuna (esto es sostenido incluso por miembros del
consejo directivo y por el mismo director general).
2. Ocultamiento de información con relación a la verdadera situación de la institución (a decir de
miembros del consejo, recién a partir del 4 de diciembre toman conocimiento de la crisis
financiera existente, a pesar de haber sido informados oficialmente por el director general,
semanas antes, de una aparente estabilidad financiera).
3. La causal anterior motivó que el consejo directivo tomara acuerdos que eran insostenibles
económicamente, como por ejemplo el aumento de sueldo del director general.
4. Decisiones tomadas sin considerar el presupuesto institucional. Por ejemplo, en el año 1994 se
crea la Dirección de Integración y Desarrollo Eclesiástico (DIDE), siendo de conocimiento del
consejo que no se contaba con recursos para su sostenimiento. A pesar de ello, DIPAS cooperó con
este acuerdo transfiriendo parte de un proyecto (cooperación carcelaria) para que fuese ejecutado
por esa Dirección mientras buscaba financiamiento propio. Al término del año 94 no sólo no se
buscó dicho financiamiento sino que no se cumplió debidamente con el proyecto carcelario,
afectando seriamente su ejecución. Esta es responsabilidad directa y exclusiva de su ex director,
hermano Miguel Bardales. Tal situación ha continuado el año 95, esta vez sin financiamiento
suficiente que sustentara sus gastos.
5. Gastos irrelevantes y no presupuestados. Por ejemplo, los gastos del bufete para el aniversario
del CONEP llegaron a la suma de 1,100 dólares, o la construcción de la pileta, entre Otros.
6. Haber revertido decisiones tomadas el año anterior, a decir de miembros del consejo, sin
conocimiento de éste. El año 1994 se tomó la decisión de disminuir el personal de administración
por no contar con los recursos para su sostenimiento; sin embargo, este año se contrata un service
contable fuera del personal propio de esta oficina.
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7. 7. Otorgamiento de préstamos personales con dinero de proyectos, a decir del propio director
general, a algunos miembros del consejo directivo y a terceros.
8. Falta de respeto al destino de los fondos. Como se conoce, el mayor ingreso del CONEP proviene
de recursos que se envía para la ejecución de proyectos, y esto es de conocimiento pleno del
administrador, del director general y, obviamente, del consejo directivo. Hacia los primeros días
de diciembre debería existir en las cuentas bancarias del CONEP un aproximado de 100,000
dólares destinados exclusivamente para la atención de presos, desplazados, huérfanos y familias
en extrema pobreza, sin embargo, a esa fecha no existía ya ni un dólar disponible.
Hablar ahora o callar para siempre
La crisis financiera del CONEP estaba incubándose desde hace buen tiempo. Por ejemplo, el 31 de
octubre de 1994, la financiera TEAR FUND que financiaba los proyectos del Concilio, remitió un fax
a Harold Rivas en el que ya cuestionaba el uso de dinero de proyectos en otras actividades.
Asimismo advertía sobre la falta de información que sustentara los gastos.
Dice el fax suscrito por Gordon Davis, en uno de sus acápites: “Primero tengo que avisarle que es
totalmente indispensable que ustedes remitan informes por el primer semestre haciendo
comparación con el presupuesto sometido. La carta del hermano Abarca indica que iba a mandar
esta información ‘la próxima semana’, pero no la hemos recibido”.
“Yo sé que el Concilio ‘...atraviesa por una difícil situación económica...’ como dice el hermano
Abarca, pero si eso es el resultado del uso imprudente de fondos hace varios meses, no es
apropiado cubrir este déficit desde subvenciones destinadas a los programas de Paz y Esperanza”
precisa la financiera, como decimos líneas arriba, el 31 de octubre de 1994.
Entonces, para nosotros lo que ha ocurrido en el CONEP es una típica malversación de fondos, algo
no grato de tratar en un medio de comunicación que en su edición anterior resaltó la labor del
Concilio tras 55 años de existencia. Pero no podíamos callar, a pesar de ciertas advertencias. La
verdad tiene que imponerse en todo orden de cosas, y si nos decimos evangélicos la verdad debe
empezar por casa.
La iglesia como institución no está en juego. No se puede comprometer a toda una institución por
las faltas de algunos de sus miembros. Sin embargo, así como las iglesias disciplinan a sus
miembros que fallan, aquí la asamblea en pleno tiene que tomar cartas en el asunto para que
estas cosas no vuelvan a suceder.
Nosotros, como periódico de opinión que nunca hemos solicitado ofrendas, donativos ni
financiamiento; que no nos debemos al CONEP ni a alguna denominación en particular, creemos
tener la independencia necesaria para tratar el tema como lo hemos hecho. Tenemos las pruebas
para sustentar lo dicho.
Periódico La Verdad, edición 015, 1996.
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