3. Contribuir a mantener
estable el centro de gravedad,
tanto en reposo como, sobre
todo, en movimiento.
Proteger la médula espinal en
una envuelta de hueso.
Para permitir el movimiento,
la columna vertebral tiene
que ser flexible. Por eso no
está compuesta por un gran
hueso sino por 33 vértebras
separadas, dispuestas una
encima de otra y sostenidas
por un sistema de músculos y
ligamentos.
4. Para contribuir a mantener estable el centro de
gravedad, la contracción de musculatura de la espalda
actúa como un contrapeso que compensa los
movimientos del resto el cuerpo. Para actuar así, la
musculatura tiene que ser potente.
Para proteger la médula espinal, las vértebras tienen
una forma especial; un agujero en su centro por el que
discurre la médula.
Para poder sostener el peso del cuerpo, la espalda tiene
que ser sólida. Está compuesta por huesos muy
resistentes y músculos potentes.
5. La columna vertebraL
La columna vertebral del
humano está formada por
33 vértebras. Las 7
cervicales, 12 dorsales y 5
lumbares están separadas
por los 23 discos
intervertebrales
correspondientes. Las 5
sacras están fusionadas, al
igual que las 4 coxígeas,
formando los huesos sacro
y coxis.
6. Si se observan de frente, las
vértebras están
perfectamente alineadas y
forman una vertical. Sin
embargo, de perfil, forman
unas curvas. La superior -
en la zona cervical- y la
inferior -en la lumbar- son
cóncavas hacia atrás y se
llaman lordosis -cervical y
lumbar respectivamente-.
La curva media es cóncava
hacia adelante y se llama
cifosis dorsal.
7. Esta disposición permite que la
columna sea muy resistente a la
carga aplicada en dirección
vertical, puesto que sus
curvaturas le dan flexibilidad. Si
la carga es muy importante, las
curvaturas pueden aumentar
transitoriamente, amortiguando
la presión que sufren las
vértebras. Por eso, en algunos
países era tradicional
transportar la carga sobre la
cabeza. Además, al hacerlo así se
mantenía el centro de gravedad
en el eje de la columna, por lo
que la musculatura de la espalda
apenas tenía que trabajar.
8. El dolor de espalda
El dolor de espalda aparece por un mecanismo
neurológico -normalmente de origen desconocido-
que causa dolor, inflamación y contractura muscular.
Los principales métodos de diagnóstico son la historia
clínica y la exploración física, y sólo en contadas
ocasiones son útiles pruebas como la radiografía o el
análisis de sangre, la resonancia magnética y pruebas
neurofisiológicas.
9. Existen unas escalas
evaluadas
científicamente para
valorar de forma objetiva
la intensidad del dolor y
el grado de incapacidad
que ocasiona el dolor de
espalda.
11. Para evitar y tratar el dolor de espalda se debe
mantener el mayor grado de actividad posible y evitar
el reposo en cama. La mayoría de los casos se trata
satisfactoriamente con medicamentos, intervención
neurorreflejoterápica u otros tratamientos no
quirúrgicos. La cirugía está indicada en un
reducidísimo número de casos y sólo cuando hay
signos claros que garantizan su éxito.
13. Prevención
Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer
ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente
activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud
mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de
higiene postural destinadas a realizar las actividades
cotidianas de forma que la espalda soporte la menor
carga posible.
14. En este apartado se ofrecen consejos acerca de cómo llevar
a cabo las actividades diarias (dormir, inclinarse, cargar
pesos, levantarse, estar de pie, sentarse, etc.) del modo
menos perjudicial para la espalda, con una clasificación por
grupos de población (mayores, trabajadores, niños,
población general). También se describe cuáles son los
principales riesgos para la espalda de cada deporte. En
general pueden incrementar algo el riesgo de padecer
dolores de espalda aquellos que someten al cuerpo a
vibraciones, los que requieren movimientos de
flexoextensión o torsión, y los que obligan a mantener
posturas de flexión o hiperextensión. Sin embargo, la
realización de ejercicios físicos que desarrollen una
musculatura compensada puede paliar los efectos adversos.
15. Como se puede diagnosticar
Resumen
Las primeras y más importantes fuentes de
información para conocer las causas del dolor de
espalda son la historia clínica y la exploración física.
Las otras pruebas -radiológicas, analíticas o
funcionales- sólo tienen valor si sus resultados se
corresponden con los de la exploración física. Y dado
que algunas son dolorosas y otras entrañan ciertos
riesgos, sólo se debe recurrrir a ellas cuando los
resultados del interrogatorio o la exploración física
determinan su conveniencia.
16. Cuando duele la espalda, lo más
importante es:
Determinar si se trata de un dolor debido a un
problema de la propia espalda (es decir una "patología
mecánica del raquis") o a una enfermedad general que
se está manifestando en la espalda (por ejemplo, una
infección, un tumor o una afección metabólica -como
la osteoporosis-). En más del 95% de los casos el dolor
se debe a una patología mecánica del raquis.
17. Determinar si hay signos de que algún nervio esté
siendo comprimido y cuál es la causa concreta del
dolor, con el fin de aplicar el tratamiento más
adecuado, con la urgencia que requiera.
18. Con ese fin, es indispensable realizar una
detallada historia clínica y una meticulosa exploración
física. Sólo si sus resultados lo indican, puede pedirse
alguna prueba diagnóstica más. Ésta puede ser:
radiológica -por ejemplo, la radiografía o la resonancia
magnética-, analítica -como un análisis de sangre- o
funcional -como un electromiograma-. Seguidamente
se describen estas pruebas, pero antes hay que insistir
en que las fuentes más importantes de información
son:
19. La historia clínica del
paciente, que indaga
sobre sus antecedentes,
cómo apareció el dolor,
su localización y
características, los
factores que lo
desencadenan o agravan,
etc.
20. Una meticulosa exploración física, que estudia las
posturas y movimientos que desencadenan el dolor; la
sensibilidad, reflejos y fuerza, la existencia de signos
de compresión de raíces nerviosas, etc.
21. Sólo tiene sentido pedir pruebas diagnósticas cuando
la información recogida en la historia clínica y la
exploración física sugieren su conveniencia. De hecho,
el resultado de las pruebas diagnósticas, incluyendo las
más sofisticadas, sólo es valorable cuando se
corresponde con la información obtenida en el
interrogatorio clínico y la exploración física.
22. Por ejemplo, dos pacientes con una imagen de hernia
discal muy similar en su resonancia magnética, deben
ser tratados de manera completamente distinta si los
resultados de la exploración física son normales en uno
de ellos, mientras que muestran signos de compresión
del nervio en el otro. Es un grave error tratar imágenes
en vez de pacientes.
23. Algunas pruebas diagnósticas son dolorosas, otras
tienen riesgos y todas tienen un coste considerable
para el paciente, ya sea en dinero, incomodidad o
pérdida de tiempo. Por eso sólo hay que pedirlas
cuando el tratamiento va a modificarse en función de
su resultado o cuando es necesario para ajustar el
pronóstico. En caso contrario, es inútil y puede ser
contraproducente: algunas anomalías de la columna
vertebral son frecuentes entre la población sana.
24. . Ver estas anomalías en un paciente cuyo dolor se debe a
otras causas, puede inducir al médico a proponer
tratamientos innecesarios. Por ejemplo, aproximadamente
el 30% de la población sana tiene hernias discales que no
dan ningún problema pero que se pueden ver en un TAC o
resonancia magnética. Si en el caso de un paciente con
dolor de espalda debido a una contractura muscular de dos
o tres semanas de evolución, se pide una resonancia y se ve
una de esas hernias discales irrelevantes, el médico puede
pensar equivocadamente que esa es la causa del dolor y
llevar a cabo una operación quirúrgica innecesaria y
contraproducente.
25. Un enfermo que lleva menos de 4 semanas con dolor
sólo hay que hacerle un interrogatorio clínico y una
exploración física. Únicamente si sus resultados
sugieren que es necesario, tiene sentido pedir pruebas
diagnósticas -como rayos X, resonancia magnética,
análisis de sangre, etc. En caso contrario, los resultados
no van a cambiar el tratamiento del paciente, por lo
que sería inútil realizarlas.
26. Además de la historia clínica y la exploración física, las
pruebas diagnósticas más empleadas para determinar la
causa del dolor de espalda son:
Las pruebas radiológicas, como la radiografía o la
resonancia magnética
Las pruebas neurofisiológicas, como el electromiograma o
los potenciales evocados
Los análisis de sangre
Otras pruebas diagnósticas usadas con menos frecuencia y
que, aunque pueden tener utilidad en pacientes concretos,
habitualmente sólo se usan de forma experimental.