Malcoln decidió ir a un pequeño pueblo para estudiar sin distracciones. Aceptó un trabajo como chofer de autobús que transportaba niños con discapacidades mentales a un centro. Más tarde recibió una oferta anónima para arrojar el autobús y los niños por un barranco a cambio de dinero, lo cual hizo. Tres años después, cuando regresó al lugar del accidente borracho con amigos, fue atacado y descuartizado por los fantasmas de los niños asesinados.
Los avatares para el juego dramático en entornos virtuales
Destino de un chófer. Cuento de terror
1. EL DESTINO DE UN CHÓFER
Próxima la época de exámenes, Malcoln Malcolunson decidió ir a algún
lugar solitario donde poder estudiar sin ser interrumpido. Buscaba un pequeño
pueblo donde nada lo distrajera del estudio. Decidió buscar por sí mismo el
lugar, hizo su equipaje, tan solo una maleta con un poco de ropa y todos los
libros que necesitaba, y compró un billete para el primer nombre desconocido
que vio en los itinerarios entre los trenes de cercanía.
Tras dos largas horas de viaje, llegó a su destino, un pueblo de unos
escasos doscientos cincuenta habitantes, muy acogedor, que poseía un extraño
colegio/manicomio para personas con deficiencia mental. El instituto al que
acudía se encontraba próximo a este, todos los días, al salir de casa veía al
chófer del autobús que llevaba a los enfermos mentales hacia el centro, sentía
pena y lástima por esos niños. Un día, al salir de clase, vio un anuncio
reflejado en el tablón del instituto que decía que se buscaba chófer de autobús
para transportar a los niños, ya que el antiguo chófer se jubiló. Malcoln,
necesitado de dinero, acudió para sustituir al chófer. Pasado un año y medio
más o menos, recibió un anónimo en el buzón de su vivienda, ofreciéndole una
gran suma de dinero por hacer un trabajo sucio, arrojar el autobús junto con
los niños al barranco “Kalokairi” el día 31 de octubre de ese mismo año. Al
principio, Malcoln quiso rechazar la oferta, pero pensó que gracias a eso podría
costearse su carrera de medicina con la que llevaba soñando toda su vida.
Cuando llega el día, 31 de octubre, los niños se encontraban en el
autobús atados con cadenas, uno de ellos se dio cuenta que el chófer se
estaba desviando del camino, y comenzó a entrarle pánico, forcejeando las
cadenas y gritando:
-¡Este no es el camino, llévame a mi casa!
Pero ya era demasiado tarde, se encontraban a escasos metros del
barranco, el chófer frenó para comprobar si las cadenas estaban bien atadas,
cuando un niño saltó de su asiento, dirigiéndose al sitio del conductor, en vez
de poner marcha atrás pisó el acelerador y cayeron al barranco, el chico
intentó aferrarse a Malcoln pero acabó cayendo y solo sobrevivió el chófer. Se
costeó la carrera, y el centro fue cerrado debido al accidente, las familias de
estos niños no parecieron preocuparse mucho, poco a poco todo quedó en el
olvido hasta que tres años más tarde, un día como aquel, Malcoln quedó con
sus amigos en una fiesta de Halloween, pasadas unas horas, con unas copas
de más, propusieron a Malcoln ir al lugar donde se produjo el accidente, este,
al no ser muy consciente de sus actos, decidió ir. Una vez allí, el chico recordó
lo que ocurrió tres años antes en ese mismo lugar y comenzó a temblar. De
pronto, sintió que no estaba solo, y se vio entre una inmensa niebla, poco a
poco, empezó a verse rodeado de los restos de los cadáveres de los niños que
murieron en el fatal accidente. Cada uno de los niños fue arrancándole una
parte del cuerpo hasta quedar totalmente descuartizado, murió en el instante.
Nunca más se supo nada de Malcoln Malcolunson.
AUTORAS: MARÍA CANTERO GARCÍA Y Mª MAR GARCÍA PIÑERO
2015