Entrevista a James Vaupel, director del Max Planck Society y experto en demografía, publicada en ABC con motivo de su visita a España para impartir una conferencia en nuestro 'Ciencia y Sociedad: ¿Seremos inmortales?'
Vaupel, considerado uno de los mayores expertos en
biodemografía y envejecimiento, es consciente de
que sus tesis sorprenden. Pero los datos están ahí.
"No hay evidencia de que haya un límite para la esperanza de vida", James Vaupel
1. ALEJANDRO CARRA
MADRID
José Antonio Marina dice en «Anato-
mía del miedo» que «el hombre es el
único animal que nace sabiendo que
va a morir». Pero puede que llegue el
día en el que esa afirmación no tenga
ningún sentido. James Vaupel, direc-
tor del Instituto Max Planck de Inves-
tigación Demográfica de Rostock, Ale-
mania, acaba de dar en Madrid una
conferencia sobre «El significativo au-
mento de la longevidad», dentro del ci-
clo de conferencias «¿Seremos inmor-
tales?», organizado por la Fundación
Banco Santander. Y resulta imposible
no hacerle dos veces la misma pregun-
ta para confirmar que, efectivamente,
hemos entendido bien la respuesta.
—¿Dónde están los límites de nues-
tra esperanza de vida?
—No los hay. Sé que es difícil de creer,
pero no hay ninguna evidencia cientí-
fica, ni siquiera biológica, de que tenga
quehaberlímites.LeonardHayflickafir-
maba –teatralizando mucho, como le
gustaba en sus conferencias– que «solo
hay una causa de muerte, y solo una: la
edad». «Y la edad –terminaba senten-
ciando severamente– no se puede re-
mediar». Pero no es exactamente así.
En 1920, se afirmaba que era imposible
superar la media de 65 años de vida.
Pero una década después se descubrió
la penicilina y, ahora, en su país, en Es-
paña, ya están por encima de los 80. Y
sushijos,comotodoslosnacidoseneste
siglo, serán centenarios. Desde media-
dos del siglo XIX hemos aumentado la
esperanza de vida en los países desa-
rrollados a un ritmo de tres meses por
año, lo que supone que cada día gana-
mos seis horas más de vida. Cada 40
años, aumentamos casi en 10 la espe-
ranzadevida.Aristótelesdecíaquesolo
hay dos causas de muerte, la prematu-
ra y la natural, que es la que se produce
cuandoseapagala«hoguera»delavida.
Pero a ese fuego se le puede echar ma-
dera para que se extinga más tarde. La
penicilina fue uno de esos troncos.
—Y a nivel individual, ¿cómo mante-
nemos la hoguera más tiempo?
—Jonathan Swift, autor de «Los viajes
de Gulliver», escribió: «Todo el mundo
quiere vivir mucho, pero nadie quiere
llegar a viejo». Llegar con buena salud
a la senectud es importante para evi-
tar la decrepitud. Hay que llevar una
dieta equilibrada, evitar el sobrepeso,
hacer ejercicio, beber un poco de vino,
ser feliz. Esto último es muy importan-
te. Cuando nació mi hija en 1984 cal-
culé sus expectativas de vida. Tenía sa-
lud, padres inteligentes, buena calidad
de vida... todas las condiciones para
ser centenaria. Pero, entonces, me pre-
gunté: si se jubila a los 65,¿ cómo hará
para no aburrirse el resto de su vida?
—¿Y cuál fue la respuesta?
—Bueno, por lo pronto, su madre y yo
nos esforzamos en que desde pequeña
disfrutase con la música, con la lectu-
ra, con el teatro... Pero la mejor mane-
ra de llegar a ser centenarios es seguir
siendo útil a la familia, a la comunidad,
a la sociedad. Hay que seguir trabajan-
do mucho más allá de la edad de jubi-
lación actual. Está demostrado, los que
trabajan más tiempo viven más años.
—¿Eso lo ha hablado con los sindica-
tos?
—(Risas) ¡Bueno!, déjeme terminar pri-
mero para que no se me echen enci-
ma. La decisión debe ser voluntaria y,
además, se trata de trabajar más años,
pero menos horas. El concepto, en el
que ya están centrados gobiernos como
el danés, es que hay que redistribuir
el trabajo. Ir reduciendo paulatina-
mente la jornada semanal de trabajo
y facilitar también las ocupaciones a
tiempo parcial. En Dinamarca, hoy en
día, solo trabaja el 50 por ciento de la
población total. Si se aumentase a un
60 por ciento, se podría reducir la jor-
nada a una media de entre 23 y 30 ho-
ras semanales, o menos, para no per-
der riqueza como nación. La jubila-
ción debe calcularse restando 17 años
a las expectativas de vida. La sociedad
actual es de locos; se trabaja muy duro
cuando eres joven, a costa de estar me-
nos con tus hijos. Y después, cuando
la vida ha pasado a toda velocidad, de
golpe, tienes todo el tiempo del mun-
do. Sería mejor que los más jóvenes y
los más veteranos fuesen los que me-
nos horas trabajasen, pero que traba-
jasen, y que la carga laboral se concen-
trase entre los 30 y los 70 años. Y an-
tes de que me pregunte por los
«trabajos duros», le contestaré que
solo son el diez por ciento del total. El
resto no son físicamente tan duros.
—Y los sueldos... ¿también los repar-
timos?
—Es posible que bajasen. Pero si en el
conjunto del país trabajara más gen-
te, y más años, se podrían bajar bas-
tante los impuestos. Y si trabajan las
dos personas de la pareja, se puede se-
guir manteniendo poder adquisitivo.
—Además de trabajar, ¿otra cosa que
nos haga vivir más años?
—Los niños. A los mayores nos gustan
mucho los niños. Viven más los que
tienen hijos y nietos. Usted me comen-
tó antes que era una lástima que solo
estuviese en Madrid unas horas. Y es
cierto. Pero ya estoy deseando volver
para ver a mi nieto.
«No hay evidencias de que haya un
límite para la esperanza de vida»
James Vaupel
Demógrafo del Instituto Max Planck
Entrevista
∑ Considerado uno de los mayores expertos en
biodemografía y envejecimiento, es consciente de
que sus tesis sorprenden. Pero los datos están ahí
ISABEL PERMUY
James Vaupel, en la terraza del Palacio de Cibeles, en Madrid, antes de su conferencia
Las mujeres
son el sexo fuerte
No hay discusión sobre el
hecho de que las mujeres
viven más años. Y lo hacen
principalmente por dos
razones: porque se cuidan
más y porque son más «fuer-
tes». La incidencia del cáncer
de piel en Italia es la misma
en hombres que en mujeres.
Pero el porcentaje de varones
que mueren por esa causas es
cinco veces mayor en ellos
porque se dan cuenta de que
algo no va bien mucho más
tarde, y retrasan todavía más
la consulta con el médico. La
segunda razón de la mayor
longevidad de las mujeres es
que ellas tienen una capaci-
dad de sufrimiento mucho
mayor. Ante un accidente con
resultado de incapacidad, por
ejemplo, saben sobreponerse
y superarlo. Los hombres, no.
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Redistribuir el trabajo
«Las tendencias laborales
deben ir hacia sociedades en
las que se trabaje más años,
pero menos horas»
abc.es/sociedad
ABC VIERNES, 14 DE MARZO DE 2014
SOCIEDAD 43
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14/03/2014
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