2. El punto es un signo de empleo
importantísimo, mediante el cual
indicamos una pausa mayor en
nuestro escrito, ya sea porque
terminamos un enunciado, o
porque hemos concluido el tema
que estábamos desarrollando.
3. Según lo anterior, el punto puede ser de diversas clases:
Punto
Seguido
Separa oraciones
simples dentro
de un párrafo.
Aparte
Se coloca al final
del párrafo, cuando
se va a cambiar
la idea o se verán
aspectos distintos
de la misma.
Final
Es el punto
con que se termina
cualquier texto.
4. Usos del punto:
• El Punto y Seguido se utiliza al final de una oración
o frase siempre que la oración que sigue a
continuación se refiera al mismo tema. Ejemplo:
“Que el padre José era tan flaco como la virtud no me
consta, pero sí que su rostro era afilado como sus
dientes. Era amigo de todo el pueblo y sus
vecindades, igual que ricos que de desposeídos.
5. • El Punto y Aparte se utiliza al final de un párrafo, de
modo que en el párrafo siguiente se cambie de idea o
tema. Ejemplo:
“Había una vez una niña muy bonita. Su madre le
había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba
tan a menudo que todo el mundo la llamaba
Caperucita Roja.
Un día, su madre . . . ”
6. El Punto Final se usa para poner fin a un texto. Ejemplo:
“Asomó Juchipila a lo lejos, blanca y bañada de sol, en
medio del frondaje, al pie de un cerro elevado y soberio,
plegado como un turbante.
“Algunos soldados, mirando las torrecillas de Juchipila,
suspiraron con tristeza. Su marcha por los cañones era
ahora la marcha de un ciego sin lazarillo; se sentía ya la
amargura del éxodo.”
7. Recuerda:
Después de punto siempre hay que escribir
mayúscula.
Si el punto corresponde a una abreviación o a una
sigla, sólo escribirás mayúscula si lo que sigue es un
nuevo párrafo.
Los signos de interrogación y admiración equivalen
a punto, por lo que no se requiere de otro de estos
signos después de aquellos.
8. El punto seguido, el punto aparte y el punto final
Lee atentamente el siguiente texto.
Simbad en la isla
Eran muchos días los que llevaban Simbad y sus hombres sin
ver otra cosa que las aguas del océano.
Una mañana, de pronto, el vigía gritó:
—¡Tierra a la vista!
Simbad ordenó que el barco siguiera en la misma dirección e
inmediatamente consultó las cartas de navegación. En ellas no
aparecía tierra por ninguna parte y Simbad creyó que había
descubierto una isla desconocida.
Dispuesto a tomar posesión del nuevo territorio, Simbad bajó del barco
con dos marineros. La isla comenzó a moverse.
Un potente chorro de agua subió a gran altura; unos enormes coletazos
lanzaron al mar a Simbad y a sus hombres.
Aquello no era ninguna isla, era una ballena.