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Johan Huizinga
Homoludens
Ellibro de bolsillo
Historia
AlianzaEditorial/EmecéEditores
TtTULO ORIGINAL: Homo ludens
TRADUCTOR: Eugenio lmaz
Primera edición en «El libro de bolsillo»: 1972
Octava reimpresión: 1998
Primera edición en <<.Área de conocimiento: Humanidades»: 2000
Sexta reimpresión: 2007
Diseño de cubierta: Alianza Editorial
Ilustración:Sima Gómez Polo. Losjugadores dedados (detalle).
Museo deArce Moderno. Barcelona. Fotografía Oronoz
Reservados todos !os derechos. El contenido de esta obra está protegido por la
Ley, que esrab!ece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes
indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren,
distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra litera-
ria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística
fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio,
sin la preceptiva autorización.
©A. Huizinga -Scholvinck, 1954
© Emecé Editores, S. A., Buenos Aires, 1968
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1972, 1984, 1987, l 990,
1994,1995,1996,1998,1999,2000,2001,2002,2004,2005,2007
CalleJ uan IgnacioLuca deTena, 15;
28027 Madrid; teléfono 91393 88 88
www.alianzaeditorial.es
ISBN: 978-84-206-3539-2
Depósito legal: M. 3.639-2007
Impreso en Fernández Ciudad, S. L.
Printedin Spain
SIQUIERE RECJBIRINFORMACIÓN PERIÓDICA SOBRE LAS NOVEDADES DE
ALIANZA EDITORIAL, ENVÍEUN CORREOELECTRÓNICO ALADIRECCIÓN:
alianzaeditorial@anaya.es
Introducción a modo de prólogo
Cuando se vio claro que la designación de horno sapiens no
convenía tanto a nuestra especie comose habíacreído en un
principio porque>a fin de cuentas> no somostan razonables
como gustaba de creerel siglo xvm en su ingenuo optimis-
mo, se le adjuntóla dehomofaber. Pero este nombre estoda-
víamenosadecuado,porquepodríaaplicarsetambién a mu-
chos animales el calificativo de faber. Ahora bien, lo que
ocurre con e)fabricarsucede con el jugar: muchos animales
juegan. Sin embargo, me parece que el nombre de horno lu-
dens,el hombre quejuega, expresa una función tan esencial
como la de fabricar, y merece, por lo tanto, ocupar su lugar
junto aldehornofaber.
Cuando examinamos hasta el fondo, en la medida de Jo
posible, el contenido de nuestras acciones, puedeocurrírse-
nosla ideade quetodo elhacerdelhombre noes más que un
jugar. Quien se dé por satisfecho con esta conclusión meta-
física hará mejor en abandonar ellibro. La vieja ilusión no
es, sin embargo, objeción bastanteque nos obligue a renun-
ciar a la idea que considera al juego como un factor en todo
lo que se da en el mundo. Hace tiempo que ha ido cuajando
en mílaconvicciónde que l~ culturahumana brota deljuego
7
8 HOMO LUDF.NS
- comojuego- y en él sedesarrolla. Podrán encontrarsehue-
llas de esta concepción en todos mis escritos a partir de
1903. En el afto 1933 fue objeto de estaidea mi discurso rec-
toral de Leyden Over de grenzen van spel en ernst in de Kul-
tuur (Haarlem, TjeenkWillink & Zoon 1933). Cuando ree-
laboré este ensayo para unas conferencias en Zurich y en
Viena (1934) y, más tarde, para otra en Londres (1937), le
pusecomo título Das Spielelement derKultury ThePlay Ele-
mentofCulture. En ambasocasionesse me quiso cambiarlas
expresiones correspondientespor in der Kultur e in Culture,
ylas dos veces suprimílapreposicióny restablecíelgenitivo.
Porque no se trata, para mí, del lugar que al juego corres-
pondaentrelasdemás manifestacionesdelacultura,sinoen
qué grado la cultura misma ofrece un carácter de juego. No
me interesaba entonces, como no me interesa tampocoaho-
ra, en este estudio más elaborado, articular el concepto jue-
go, siseme permitelaexpresión, en el concepto cultural(')
Enlapresenteobra eljuego esconcebido como fenóm~no
cultural y no, o porlomenos no en primerlugar, como fun-
ción biológica. En ella se emplean los recursos del pensar
científico-cultural. Seencontraráque,enlamedidadelo po-
sible,.apenas hago uso de la interpretación psicológica del
juego, sin escatimarle por ello importancia, y que tampoco
aplico conceptos y explicaciones etnológicos, aun en el caso
en que meveo obligado a presentar hechos de esa especie,
sino en medida muylimitada. Así, por ejemplo, no tropeza-
rá ellectormás que unasolavezconla expresión «mágico»y
ni siquiera unacon lade«mana» u otras parecidas. Si mide-
mostración tuviera queadoptar forma de tesis, unade ellas
rezaría así: la etnología ylas ciencias afines conceden poca
importanciaalconcepto dejuego.
Al ofrecer mi libro al público me asalta el temor de que a
pesar de todo el trabajo que me ha supuesto,vaya a ser con-
sideradopormuchos como unaimprovisación con deficien-
te prueba. Pero el destino de un autorque se ocupa de pro-
INTRODUCCIÓN A M ODO Df. PROLOGO 9
blemas de la cultura supone que, en ocasiones, tiene que pi-
sarterrenos queno conocelobastante. Peroera algo imposi-
ble para míllenartodaslaslagunascientíficasantes de escri-
birlo y me ha sido mucho más fácil respaldar cada detalle
conuna cita. Lacuestióneraésta: escribirel libro ahorao no
escribirlonunca. Escribiracercadealgo quemeeraentraña-
ble. Yme decidía escribirlo.
J.HUIZINGA
Leyden, 15 dejunio de 1938.
Índice
Introducción a modo de prólogo ..........................................
' 1. Esenciaysignificación deljuego comofenómeno cultural.
.2. Elconceptodejuego y sus expresiones en el lenguaje ....
3. Juego ycompetición, función creadora de cultura.........
4. Eljuegoy elderecho .......................................................
·S. Eljuegoylaguerra..........................................................
6. Eljuego yel saber ............................................................
7. Juegoy poesía .................................................................
8. Papel de lafiguración poética ........................................
9. Formas lúdicasde la Filosofía ........................................
10. Formaslúdicas delarte ...................................................
11. Las culturasylas épocas subspecieludi ..........................
12. El elemento lúdico en la cultura actual ..........................
Notas ......................................................................................
7
11
45
67
103
117
137
153
174
187
201
220
247
271
l. Esencia y significación del juego como
fenómeno cultural
Eljuego es más viejo que la cultura; pues, por mucho que es-
trechemos el concepto de ésta, presupone siempre una so-
ciedad humana, y los animales no han esperado a que el
hombre les enseñara a jugar. Con toda seguridad podemos
decir que lacivilización humana no ha añadido ninguna ca-
racterística esencial al concepto deljuego. Los animales jue-
gan,lo mismo que los hombres. Todoslosrasgos fundamen-
tales deljuegosehallanpresentesenelde los animales. Basta
converjugara unos perritos parapercibir todos esos rasgos.
Parecen invitarse mutuamente con una especie de actitudes
y gestos ceremoniosos. Cumplen con la regla de que no hay
que morder la oreja al compañero. Aparentan como si estu-
vieran terriblementeenfadados. Y, lo más importante, pare-
cengozar muchísimo con todo esto. Pues bien, estejuegore-
tozón de los perritos constituye una de las formas más
simples del juego entre animales. Existen grados más altosy
más desarrollados: auténticas competiciones y bellas de-
mostraciones ante espectadores.
Podemos ya señ.alar un punto muy importante: el juego,
en sus formas más sencillasydentro de la vida animal, es ya
algo más que un fenómeno meramente fisiológico o una
11
12
HO MO LUD.ENS
reacción psíquica condicionadade modo puramentefisioló-
gico. Eljuego, en cuanto a tal, traspasa Joslímites dela ocu-
pación puramentebiológica o física. Es unafunción llena de
sentido. En eljuego «entra en juego» algo que rebasa el ins-
tinto inmediato de conservación y que da un sentido a la
oc~p~c~ón vi~al. Todo juego significa algo. Sidesignamosal
prmc1p10 acllvo que compone la esencia deljuego «espíri-
tu», habremos dicho demasiado, pero si le llamamos «ins-
tinto», demasiado poco. Piénsese lo que sequiera, el caso es
que poreJ hecho de albergarel juego un sentido se revela en
él,en suesencia, la presenciade un elemento inmaterial.
L~ ~sicología y la fisiología se esfuerzan por observar, des-
cnb1ry explicareljuegodelosanimales, deJos niños y delos
ad~tos. Tratan d~ determinarlanaturalezay lasignificación
delJuego para asignarlesu lugarenelplan delavida. Deuna
manera general, sin contradicción alguna, se suele tomar
como ~unto de partidadecualquierinvestigacióncientífica
que elJuego posee una considerable importancia, que cum-
ple una finalidad, sino necesaria porlo menos útil. Los nu-
~erosos intento~para determinaresta función biológica del
Juego sonmuydivergentes. Seha creído poderdefinirel ori-
gen y la base del juego como la descarga de un exceso de
ener~ía vital. Según otros, elservivo obedece,cuandojuega,
a un impulso congénito deimitación, o satisface una necesi-
da~de relaja?1~ento, o se ejercitapara actividadesserias que
lavidalepediramásadelante o, finalmente, le sirvecomo un
ejercicio paraadquirirdominiode símismo. Otros, todavía,
buscan suprincipioen lanecesidadcongénitadepoderalgo
o deefectuaralgo, o también en el deseo dedominaro de en-
t~ar en competencia con otros. Hay todavía quienes lo con-
sideran como una descarga inocente de impulsos dañinos,
como compensación necesaria de un impulso dinámico
orientado demasiado unilateralmente o como satisfacción
l. ESENCIA y SIGNIFICACIÓN 0 1!1. JUEGO C OMO FENÓMl!NO CULTURAL 13
delosdeseosque, no pudiendo sersatisfechosenla realidad,
lo tienen quesermediante ficción y, de este modo,sirvepara
elmantenimiento del sentimientodela personalidad1
•
Todas estas explicaciones tienen de común el supuesto
previo de que el juego se ejercita por algún otro móvil, que
sirve a alguna finalidad biológica. Se preguntan por qué y
paraqué sejuega. Las respuestasque dan en modo alguno se
excluyen. Se podrían aceptar muy bien, unas junto a otras,
todas las explicaciones que hemos enumerado, sin caer por
ello en una penosaconfusión conceptual. Pero deesto se de-
duce que noson sino explicaciones parciales, porque, de ser
unadeellasladecisiva, excluiríaa las restantes o las asumiría
en una unidadsuperior. La mayoríadelasexplicaciones sólo
accesoriamente se ocupan de la cuestión de quéy cómo sea
eljuego en sí mismo y qué significa para el que juega. Abor-
danel fenómeno deljuegoconlos métodos de mensura dela
ciencia experimental, sin dedicar antes su atención a la pe-
culiaridad del juego, profundamente enraizada en lo estéti-
co. Porlo general, no se describe la cualidad primaria «jue-
go». Frente a todas estas explicaciones podemos adelantar
una pregunta: Muybien, pero¿dóndeestáel «chiste» deljue-
go? ¿Por qué hace gorgoritos de gusto el bebé? ¿Por qué se
entrega eljugador a supasión? ¿Por quélaluchafanatiza a la
muchedumbre? Ningún análisis biológico explicalaintensi-
daddeljuegoy,precisamente,enestaintensidad,enestacapa-
cidadsuyadehacer perderla cabeza, radica suesencia, lo pri-
mordial. La razón lógica parece damos a entender que la
naturalezabienpodíahabercumplido contodas estasfuncio-
nes útiles, como descarga de energía excedente, relajamiento
tras la tensión, preparación para las faenas dela vida y com-
pensaciónporlonoverificable,siguiendo uncaminodeejerci-
ciosyreacciones puramentemecánicos.Peroelcasoesquenos
ofreceeljuegocontodasutensión,consualegríaysubroma.
Este últimoelemento, la «broma» deljuego, resistea todo
análisis, a toda interpretación lógica. El vocablo holandés
14
HOMO LUDENS
aardigheides, en este aspecto, muy característico. Se deriva
de aard, que significa a la vez especie y también esencia,
ofreciendoasí testimoniodequeel asunto nosepuedellevar
más lejos. Esta imposibilidad de derivación se expresa de
manera excelente, para nuestro moderno sentimiento del
l~ngua~e, en la ~alabrainglesafun, bastante nueva en su sig-
nificación cornente. Enfrancés, cosasorprendente, no tene-
mos equivalente de este concepto. Y, sin embargo, es éste el
quedeterminalaesenciadeljuego. En eljuegonos encontra-
mo~ con una categoríavital absolutamenteprimaria,paten-
te sm más para cada quien como una totalidad que, segura-
mente, merece este nombre mejor que ninguna otra.
Tendremos, pues,queesforzarnos en considerarel juego en
sutotalidady valorarlo así.
La realidad «juego>) abarca, como todos pueden darse
cuenta, el mundo animal y el mundo humano. Por lo tanto,
no puede basarse en ninguna conexión de tipo racional,
porqueelhecho defundarse en la razónlo limitaríaal mun-
do deloshombres. Lapresenciadel juego no sehallavincu-
lada~ ninguna etapa de la cultura, a ninguna forma de con-
cep~1ón del ~undo. ~odo serpensante puede imaginarse la
r.eal1dad delJuego, elJugar, como algo independiente, pecu-
h~,aunquesulenguajenodispongapara designarlo de nin-
gun vocablo general. No es posible ignorar el juego. Casi
todo lo abstracto se puede negar: derecho, belleza, verdad,
bondad,es~,íritu, Dios. Loseriosepuedenegar; eljuego, no.
Pero,qu1eraseo no, al conocereljuegoseconoceelespíri-
tu. Porque el juego, cualquiera que sea su naturaleza, en
modo alguno es materia. Ya en el mundo animal rompe las
barreras de lo físicamente existente. Considerado desde el
punto de vista de un mundo determinado por puras accio-
nesdefuerza, es,en elpleno sentido delapalabra,algo supe-
rabundans, algo superfluo. Sólo la irrupción del espíritu,
qu.e can~ela la.determinabilidad absoluta, hace posible la
ex1stenc1a del JUego, lo hace pensable y comprensible. La
l. ESENCIA y SIGNIFICAC!ÓN OEL JUEGO CO MO FENÓ MENO CULTURAL 15
existencia del juego corrobora constantemente, yen ~l sen-
tido más alto,elcaráctersupralógico de nuestras1tuac16n en
el cosmos. Los animales pueden jugar y son, por lo tanto,
algo más quecosas mecánicas.Nosotrosjugamos ysabemos
que jugamos;somos, portanto, algo másque meros seresde
razón, puestoque eljuegoesirracional.
Quien dirigesumiradaa lafunción ejercidapo~ elju~go,_no
talcomo se manifiestaen la vidaanimal yenlamfantil,smo
en lacultura, está autorizado a buscar el concepto del juego
allí mismo donde labiologíay la psicología acaban su tarea.
Tropieza con el juego en la cultura como magnituddadade
antemano, que existe previamente a la cultura, y que. la
acompaña y penetra desde sus comienzos hast.a su extin-
ción. Siempre tropezará con el juego como ~uahdad.deter-
minadadelaacción, quese diferenciadelavida «comente».
Dejemos, por el momento, la cuestión de h~sta qué gr~do el
análisiscientífico puede ser capaz de reducir estacualidad_~
factores cuantitativos. Loque nos interesa,es,precisamente,
esa cualidad, tal como se presenta en su peculiaridad como
forma delavida quedenominamosjuego.Suobjetoes,pues,
eljuego comouna forma deactividad, como un~formallena
desentidoycomo función social. Nobuscalos tmpuls~s na-
turales que condicionarían,de una manerageneral, elJugar,
sino que consideraeljuego, ensusmúltiplesformas concre-
tas como una estructura social. Se empeña en comprender
el j~ego en su significación primaria, tal como la siente ~l
mismo jugador. Ysi encuentra que de~cansa en u~a mani-
pulación de determinadas formas,en cierta figurac1~n de ~a
realidad mediante su trasmutación en formas de vida ani-
mada en esecaso trataráde comprender,ante todo, elvalor
y la sÍgnificación de estas formas y de aquell~ figura~ión.
Tratará de observar la acción que ejercen en elJuego mismo
y de comprenderlo asícomo un factordelavida cultural.
16
HOMO LlJD.ENS
Las grandes ocupaciones primordiales de la convivencia
humana están ya impregnadas de juego. Tomemos, por
ejemplo, el lenguaje, este primero y supremo instrumento
que el hombre construye para comunicar, enseñar, man-
dar; por el que distingue, determina, constata; en una pa-
labra, nombra; es decir, levantalas cosas a los dominios del
espíritu. Jugando fluye el espíritu creador del lenguaje
constantemente de lo material a lo pensado. Tras cada ex-
presión de algo abstracto hay una metáfora y tras ella un
juego de palabras. Así, la humanidad se crea constante-
mente su expresión de la existencia, un segundomundo in-
ventado, junto al mundo de la naturaleza. En el mito en-
contramos también una figuración de la existencia, sólo
quemás trabajadaquelapalabraaislada. Medianteel mito,
el hombreprimitivo tratade explicarlo terrenoy, median-
te él, funde las cosas en lo divino. En cada una de esas ca-
prichosas fantasías con que el mito reviste lo existentejue-
ga un espíritu inventivo, al borde de la seriedad y de la
broma. Fijémonos también en el culto: la comunidad pri-
mitiva realiza sus prácticas sagradas, que le sirven para
asegurarla salud del mundo,sus consagraciones, sus sacri-
ficios y sus misterios, en un puro juego, en el sentido más
verdadero del vocablo.
Ahora bien, en elmitoy enel cultoes dondetienen su ori-
gen las grandes fuerzas impulsivas dela vida cultural: dere-
cho y orden, tráfico, ganancia, artesaníay arte, poesía, eru-
dicióny ciencia. Todo estohundeasísus raíces en el terreno
delaactividadlúdica.
Elobjeto deestainvestigación consiste enhacerverqueel
empeñarse en considerar la cultura sub specíe ludi significa
algo más que un alarde retórico. La idea no es del todo nue-
va. Fue ya muygeneral y aceptada en el siglo xv11, cuando
surgió el gran teatro secular. En la pléyade brillante que va
de Shakespeare a Racine, pasando por Calderón, el drama
dominó el arte poético dela época. Uno tras otro, los poetas
l. ESENCIA y SIGNIFICACIÓN DEL JUEGO COMO FENÓMENO CULTURAL 17
compararon al mundo conunescenario dondecada uno de-
sempeña o juegasu papel. Parece reconocerseasí,sinamba-
ges, el carácter lúdico de la vida cultural. Pero si examina-
mos con mayor atención esta comparación habitual de la
vidacon una pieza teatral, nos daremos cuenta de que, con-
cebida sobrebasesplatónicas,sutendencia es casi exclusiva-
mente moral. Era una nueva variación del viejo tema de la
vanidad, unlamento sobre la liviandad de todo lo terreno y
nada más. En esta comparación no se reconocía o no se ex-
presabaque eljuegoyla culturasehallan,en efecto, implica-
dos el uno en elotro. Ahora setrata de mostrar que el juego
auténtico, puro, constituyeun fundamento y un factor de la
cultura.
Ennuestra conciencia eljuegose opone a lo serio. Estaopo-
siciónpermanece, al pronto,tan inderivable comoelmismo
concepto dejuego. Pero mirada más al pormenor, esta opo-
sición no se presenta ni unívoca ni fija. Podemos decir: el
juego eslo no serio. Pero, prescindiendo dequeesta propo-
sición nada dice acerca de las propiedades positivasdel jue-
go, es muy fácil rebatirla. En cuanto, en lugar de decir «el
juego eslo no serio» decimos «el juego no es cosa seria», ya
la oposición no nos sirve de mucho, porque el juego puede
ser muy bien algo serio. Además, nos encontramos con di-
versas categorías fundamentales de lavida que se compren-
den igualmente dentro del concepto de lo no serio y que no
corresponden, sin embargo, al concepto de juego. La risa se
halla en cierta oposición con la seriedad, pero en modo al-
gunohayquevincularla necesariamente aljuego. Los niños,
los jugadores de fútbol y los de ajedrez, juegan con la más
profunda seriedad y no sienten la menor ÍJ!Cli!lªQº~-~ reJI_'.
Esnotablequelamecánicapuramentefisiológica delreírsea
algo exclusivo del hombre, mientras que comparte con el
animallá. función, llena de sentido, del juego. El aristotélico
18 HOMO LUDENS
animalridenscaracteriza alhombre poroposición al animal
todavíamejorqueelhornosapiens.
Lo que decimos de la risa vale también de lo cómico. Lo có-
micocae asimismo bajoelconcepto delo no serio y, en cier-
to modo, se halla vinculado a la risa, puesto que la excita.
Pero su conexión con el juego es de naturaleza secundaria.
En sí, el juego no es cómico ni para eljugador ni para el es-
pectador. Losanimalesjóvenesy losniñospequeños son, en
ocasiones, cómicos cuandojuegan; peroyalos perrosmayo-
res, que sepersiguen uno a otro, no lo son o apenas.Cuando
encontramoscómicauna farsa o una comedia no sedebe ala
acción lúdica que encierran, sino a su contenido intelectual.
Sólo en un sentido amplio podemos denominar juego a la
mímicacómica, que provocalarisa,de un payaso.
Lo cómico guarda estrecha relación con lo necio. Pero el
juego no es necio. Estámásallá de toda oposiciónentre sen-
satez y necedad. Sin embargo, también el concepto de nece-
dad ha servido para expresarla gran diferencia de los esta-
dos de ánimo. En el habla de la Edad Media tardía la pareja
de palabrasfolie etsens coincide bastante bien con nuestra
distinciónjuego-seriedad.
Todas las expresiones del grupo conceptual, cuya cone-
xión sólo vagamente secapta, yal que pertenecenlas dejue-
go, risa, diversión, broma,lo cómicoy Jo necio, tienende co-
mún el carácter inmediato, no derivable, de su concepto,
carácter que ya adscribimos al juego. Su ratio reside en una
capaespecialmenteprofunda denuestro serespiritual.
Cuanto más nos empeñamos en perfilarla forma lúdica
de la vida con respecto a otras, en apariencia emparentadas
con ella, más sepone de relievesu profunda independencia.
Todavía podemos avanzarenestaseparación del juego de la
esfera delasgrandes antítesiscategóricas. Eljuegoestá fuera
dela disyunciónsensatezy necedad;pero fuera también del
l. ESENCIA Y SIGN IPIC A(;JÓN lJl:iJ. Jl!liGO <.;OM O t'ENl~Ml-'NO CUJ:rUR AL 19
contrasteverdady falsedad, bondady maldad. Aunque elju-
gar es actividad espiritual, no es, por sí, una función moral,
nisedanenélvirtudo pecado.
Si, por lo tanto, no podemos hacer coincidir, sin más, el
juego conloverdaderoni tampoco conlobueno, ¿caerá, aca-
so, en el dominio estético? Aquí nuestro juicio comienza a
vacilar. La cualidad de «ser bello» no es inherente al juego
como tal, pero éste propende a hacerse acompañar de toda
clase de elementos de belleza. Ya en las formas más primiti-
vas del juego se engarzan, desde un principio, Ja alegría y la
gracia. La belleza del cuerpo humano en movimiento en-
cuentra su expresión más bella en el juego. En sus formas
más desarrolladas éste se halla impregnado de ritmo y ar-
monía, que son los dones más nobles de la facultad de per-
cepciónestéticaconqueel hombreestáagraciado. Múltiples
y estrechos vínculos enlazan el juego a labelleza.
Quedamos, pues, que con el juego tenemos una función
delservivoque no es posibledeterminarporcompletoniló-
gica ni biológicamente. El concepto «juego» permanece
siempre, de extraña manera, aparte de todas las demás for-
mas mentales en que podemos expresar la estructura de la
vida espiritual y de la vida social. Asf, pues, tendremos que
limitarnosporahoraa describir las característicasprincipa-
lesdeljuego.
Tenemos la ventaja de que nuestro tema, que no es otro
que determinar la conexión entrejuego y cultura, nos per-
mite no atender a todas las formas existentes de juego. Nos
podemos limitar, en lo principal, a los juegos de índole so-
cial. Podemos designarlos, siqueremos, comolasformas su-
periores dejuego.Sonmás fáciles dedescribir quelos juegos
primarios de los niños y de los animales jóvenes, porque,
por su estructura, están más desarrollados y articulados y
llevan consigorasgoscaracterísticosmás diversosydestaca-
dos,mientras que enla definición deljuego primitivotrope-
zamos, casi inmediatamente, con la cualidad inderivable de
20 HOMO WDENS
lo lúdico, que, a nuestro entender, se resiste a todo análisis.
Tendremos que ocuparnos, pues, de competiciones y carre-
ras, deexhibiciones yrepresentaciones, de danzasy música,
de mascaradasy torneo~. Entrelas características que pode-
mos discriminar algunas harán relación aljuego engeneral,
otras, en especial, aljuegosocial.
Todojuego es, antes quenada, unaactividadlibre.Eljue-
go pormandatonoesjuego,todo lo másuna réplica,poren-
cargo, de unjuego. Y
a este carácterdelibertaddestaca aljue-
go del cauce de los procesos naturales. Se les adhiere y
adapta como un hermosovestido.Naturalmenteque en este
caso habráde entenderse la libertad en un amplio sentido,
que no afecta para nada al problema del determinismo. Se
dirá: tallibertad no existe en el animaljoven ni en el niño;
tienen que jugar p"orque se lo ordena su instinto y porque
el juego sirve para el desarrollo de sus capacidades corpo-
rales y selectivas. Pero al introducir el concepto instinto
no hacemos sino parapetarnos tras una x y, si colocamos
tras ellala supuesta utilidaddeljuego, cometemos una pe-
tición de principio. El niño y el animal juegan porque en-
cuentran gusto en ello, y en esto consiste precisamente su
libertad.
De cualquier modo que sea, el juego es para el hombre
adulto una función que puede abandonar en cualquier mo-
mento. Es algo superfluo. Sólo en esta medida nos acucia la
necesidad de él, que surge del placer que con él experimen-
tamos. En cualquier momento puede suspenderse o cesar
porcompleto eljuego. No se realiza envirtudde unanecesi-
dad física y mucho menos de un deber moral. No es una ta-
rea. Se juega en tiempo de ocio. Sólo secundariamente, al
convertirse en función cultural, veremos los conceptos de
debery tareavinculados aljuego.
Con estotenemosya una primeracaracterísticaprincipal
del juego: es libre, es libertad. Con ella se relaciona directa-
mente una segunda.
l. ESENCIA Y SIGNl.FICACIÓN DEL JUEGO COMO FENÓMENO CULTURAL 2J
El juego no es la vida «corriente» o la vida «propiamente
dicha». Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera
temporera de actividad que posee su tendencia propia. Yel
infante sabe que hace «como si...»,_que todo es «pura bro-
ma». El siguiente caso, que me refirió el padre de un nifio,
ilustra con especialclaridad cuán profunda es la conciencia
de esto en el niño. Encuentra a su hijo decuatro afios senta-
do en la primera silla de una fila de ellas, jugando «al tren».
Acariciaal nene, pero éste le dice: «Papá, no debes besara la
locomotora, porque, si lohaces,piensanloscoches que no es
de verdad». En este «como si» del juego reside una concien-
cia de inferioridad, un sentimiento de broma opuesto a lo
quevaen serio, que parece ser algoprimario.Yallamamos la
atención acerca del hecho de que la conciencia de estar ju-
gando en modo alguno excluye que el mero juego se practi-
que con la mayor seriedad y hasta con una entrega que de-
semboca en el entusiasmo y que, momentáneamente,
cancela por completo la designación de «pura broma».
Cualquierjuego puede absorberporcompleto, encualquier
momento,aljugador. La oposición «en broma»y «en serio»
oscila constantemente. El valor inferior deljuego encuentra
su límite en el valor superior de lo serio. El juego se cambia
en cosa seriay lo serio en juego. Puede elevarse a alturas de
belleza y santidad que quedan muy por encima de lo serio.
Estas cuestiones difícilessenos irán presentando ordenada-
mente tan pronto como nos ocupemos, con más detalle, de
larelacióndeljuegoconla acciónsagrada.
Provisoriamentesetratade una definición delas caracte-
rísticas formales propias de la actividad que denominamos
juego.Todoslos investigadoressubrayan el carácterdesinte-
resado del juego. Este «algo»que no pertenece a la vida «co-
rriente», se halla fuera del proceso de la satisfacción directa
denecesidadesy deseos,y hastainterrumpe esteproceso. Se
intercala en él como actividad provisional o temporera. Ac-
tividadque transcurredentro desímismayse practicaen ra-
22 HOMO LUDENS
zón de Lasatisfacciónque producesu mismapráctica.Asíes,
porlo menos, como se nos presentaeljuegoen primera ins-
tancia: como un intermezzo en lavida cotidiana, como ocu-
paciónen tiempo de recreo y pararecreo. Pero, ya en esta su
propiedaddediversión regularmenterecurrente, seconvier-
te en acompañamiento, complemento, parte de la vida mis-
maengeneral. Adornalavida, lacompletay es,enestesenti-
do,imprescindibleparalapersona,como funciónbiológica,
ypara la comunidad, porel sentido queencierra, por su sig-
nificación, porsuvalor expresivoy por las conexiones espi-
rituales y sociales que crea; en una palabra, como función
cultural. Da satisfacción a ideales de expresión y de convi-
vencia. Tiene su lugar en una esfera que se cierne sobre los
procesos puramentebiológicos de nutrición, procreación y
protección. Con estas indicaciones parecemos contradecir
el hecho de que, en la vida animal, los juegos desempeñan
tan gran papel en la época de celo. Pero ¿será tan insensato
colocar el canto y el pavoneo de las aves en celo, lo mismo
que el juego de los hombres, en un lugar fuera de lo pura-
mente biológico? Sin embargo, el juego humano, en todas
susformas superiores, cuando significa o celebra algo, per-
tenece a la esfera de la fiesta o del culto, la esfera de lo
sagrado.
¿Es queeljuego, porel hecho de ser imprescindibley útil a
la cultura, mejordicho, porsercultura, pierdesucaracterís-
tica de desinterés? De ningún modo, porque los fines a que
sirve están también más allá del campo de los intereses di-
rectamente materiales o de la satisfacción individual de las
necesidades vitales. Como actividad sacra el juego puede
servir al bienestar del grupo, pero de otra manera y con
otros mediosque si estuvieraorientado directamentea lasa-
tisfacción de las necesidades de la vida, a la ganancia del
sustento.
Eljuegose aparta delavidacorriente porsulugary porsu
duración. Su «estar encerrado en sí mismo» y su limitación
!. ESENCIA y SIGNIFICACT<)N DEL JUEGO COM O FRN<'IMENO CULTU RAL 23
constituyen la tercera característica. Se juega dentro de de-
terminados límites detiempo y de espacio. Agota su curso y
susentido dentro desímismo.
Esto constituye una nueva y positiva característica del
juego. Éstecomienzay, en determinado momento,ya seaca-
bó. Terminó eljuego. Mientras sejuega hay movimiento, un
iryvenir, un cambio, unaseriación, enlacey desenlace. Pero
a estalimitación temporal se juntadirectamente otra carac-
terística notable. El juego cobra inmediatamente sólida es-
tructuracomo forma cultural.Una vezque sehajugadoper-
manece en el recuerdo como creación o como tesoro
espiritual, es transmitidoportradicióny puede ser repetido
en cualquier momento, ya sea inmediatamente después de
terminado, como un juego infantil, una partida de bolos,
una carrera, o transcurrido unlargotiempo.Esta posibilidad
de repetición del juego constituye una de sus propiedades
esenciales. No sólo reza para todo el juego, sino también
parasuestructura interna.En casitodaslas formas altamen-
te desarrolladas de juego los elementos de repetición, el es-
tribillo, el cambio en la serie, constituyen algo así como la
cadenay suseslabones diversos.
Pero todavía esmás clara lalimitación especial del juego.
Todo juego se desenvuelve dentro de su campo, que, mate-
rial o tan sólo idealmente, de modo expreso o tácito, está
marcadode antemano.Asícomoporlaforma noexiste dife-
rencia alguna entre un juego y una acción sagrada, es decir,
que ésta se desarrolla en las mismas formas que aquél, tam-
poco el lugar sagrado se puede diferenciar formalmente del
campo de juego. El estadio, la mesa de juego, el círculo má-
gico, el templo, la escena, la pantalla, elestrado judicial, son
todos ellos, por la forma y la función, campos o lugares de
juego;esdecir, terrenoconsagrado, dominio santo, cercado,
separado, en losquerigen determinadas reglas. Son mundos
temporarios dentro del mundo habitual, que sirven para la
ejecución deunaacción que seconsumaen sí misma.
24 HOMO W DENS
Dentro delcampodejuego existeunorden propioy abso-
luto. Heaquíotrorasgo positivo deljuego: crea orden, esor-
den. Lleva al mundo imperfecto y a lavidaconfusauna per-
fección provisional y limitada. El juego exige un orden
absoluto. La desviaciónmás pequeña estropeatodoeljuego,
le hace perder su carácter y lo anula. Esta conexión íntima
con el aspecto de ordenes, acaso, el motivo de porquéeljue-
go, como ya hicimos notar, parece radicar en gran parte
dentro del campo estético. Eljuego, decíamos, propende,en
ciertamedida, a serbello. El factor estético es, acaso, idénti-
coal impulso de crear unaformaordenada queanimaaljue-
go en todas sus figuras. Las palabrascon que solemos desig-
nar los elementos del juego corresponden, en su mayor
parte, al dominio estético. Son palabras con las que también
tratamos de designarlos efectos dela belleza: tensión,equi-
librio, oscilación, contraste, variación, traba y liberación,
desenlace. Eljuego oprimeylibera, eljuegoarrebata,electri-
za, hechiza. Está lleno de las dos cualidades más nobles que
el hombre puede encontrar en las cosasy expresarlas: ritmo
yarmonía.
Entre las calificaciones que suelen aplicarse al juego men-
cionamoslatensión.Esteelementodesempeñaunpapelespe-
cialmente importante. Tensión quiere decir: incertidumbre,
azar. Es un tender hacia la resolución. Con un determinado
esfuerzo, algo tiene que salir bien. Esteelemento se encuen-
tra ya en el niño de pecho cuando trata de aprehender con
sus manitas, en un gatito cuando juega con un carrete, en
una niña cuandolanzay recogelapelota. Domina en losjue-
gos de habilidad del individuo como rompecabezas, solita-
rios, tiro al blanco; y va ganando en importancia a medida
que eljuegocobra mayor carácterpugnaz.En eljuego deda-
dosy enlaspugnas deportivasalcanzasumáximo nivel. Este
elemento de tensión presta a la actividad lúdica, que por sí
misma está más allá del bien ydel mal, cierto contenido éti-
co. Enesta tensión seponen a prueba)as facultades deljuga-
l . ESENC IA Y SIGNIFICACIÓN J>fü. JURGO COMO FENÓ M ENO CULTU RAL 25
dor: su fuerza corporal, su resistencia, su inventiva,su arro-
jo, su aguantey también sus fuerzas espirituales, porque, en
medio desu ardor paraganar eljuego, tiene que mantenerse
dentro delas reglas, deloslímites de lopermitido en él.
Estas cualidades de orden y tensión nos llevan a la conside-
ración delas reglas dejuego. Cadajuego tienesus reglas pro-
pias. Determinanlo que ha de valer dentro del mundo pro-
visionalque ha destacado. Lasreglas dejuego,de cadajuego,
son obligatorias y no permiten duda alguna; Paul Valéry ha
dicho depasada, yes unaideadehondo alcance, quefrente a
las reglas de un juego no cabe ningún escepticismo. Porque
la base que la determina se da de manera inconmovible.En
cuantose traspasan las reglassedeshace el mundodeljuego.
Se acabó el juego. El silbato del árbitro deshace el encanto y
poneen marcha, porun momento, el mundo habitual.
El jugador que infringe las reglas de juego o se sustrae a
ellas es un «aguafiestas» (Spielverderber: 'estropeajuegos').
El aguafiestas es cosa muydistintaque el jugador tramposo.
Éste hace como que juega y reconoce, por lo menos en apa-
riencia, el círculo mágicodel juego. Los compañeros dejue-
go le perdonan antes su pecado que al aguafiestas, porque
ésteles deshacesu mundo. Alsustraersealjuego revelalare-
latividad y fragilidad del mundo lúdico en el que se había
encerrado con otrospor un tiempo. Arrebatóal juego lailu-
sión, la inlusio, literalmente: no 'entra en juego', expresión
muy significativa. Por eso tiene que ser expulsado, porque
amenazalaexistenciadelequipo. La figura del aguafiestasse
destacamuy bienen losjuegosde los muchachos.Lacuadri-
lla no pregunta si el aguafiestas traicionó porqueno se atre-
vióa jugaro porque nodebió hacerlo, pues no conoceel «no
deber»ylo califica como falta de atrevimiento. El problema
dela obediencia y de la conciencia no llega, por lo general,
en ellos más allá del temor al castigo. El aguafiestasdeshace
26 HOMO LUDENS
el mundo mágico y por eso es un cobarde y es expulsado.
También en el mundo delo seriolos tramposos, los hipócri-
tasylos faJsarios saJen mejorlibradosquelos aguafiestas: los
apóstatas, los herejes e innovadores, ylos cargados con es-
crúpulos de conciencia.
Pero puedeocurrirqueestosaguafiestas compongan, por
suparte, un nuevo equipo connuevas reglas dejuego. Preci-
samente el proscripto, el revolucionario, el miembro de so-
ciedad secreta, el hereje, suelen ser extraordinariamente ac-
tivos para la formación de grupos y lo hacen, casi siempre,
con unaltogradode elemento lúdico.
Elequipo de jugadores propende a perdurar aun después
determinado el juego. Claro que no todo juego de canicas o
cualquier partida de bridge conducen a la formación de un
club. Pero el sentimiento de hallarse juntos en una situación
de excepción, de separarse de los demás y sustraerse a las
normasgenerales, mantiene su encanto más alládela dura-
ción de cada juego. El club corresponde al juego como el
sombrero a lacabeza. Sería demasiado fácil pretendercarac-
terizar todo lo que en la etnología figura con el nombre de
fratria, clasede edad, sociedadde varones, comoasociación
de juego pero, de todos modos, habrá que confesarlo difícil
que es separar de la esfera del juego las uniones de tipo du-
radero, especialmente las que encontramos en las culturas
arcaicas, con sus finalidades tan importantes, solemnes y
hasta sagradas.
La posición de excepción que corresponde al juego se
pone bien de manifiesto en la facilidad con que se rodea de
misterio. Yaparalos niños aumenta elencanto desujuegosi
hacen de él un secreto. Es algo para nosotrosy no para los
demás. Lo que éstos hacen «por allí afuera» no nos importa
durante algún tiempo. En la esfera del juego las leyes y los
usos dela vidaordinaria no tienenvalidez aJguna. Nosotros
«somos» otra cosa y «hacemos otras cosas». Esta cancela-
ción temporal del mundo cotidiano se presenta yade pleno
J. ESENCIA y SIGNIFICACION mn. JUEGO COMO FENÓMENO CULTUKAI- 27
en la vida infantil; pero también lavemos claramente en los
grandes juegos,arraigados enel culto,de lospueblos primi-
tivos. Durante lasgrandes fiestas deiniciación en las quelos
adolescentesson acogidosen lasociedadde varones, nosólo
ellos quedan desligados de las leyes y reglas ordinarias, sino
que en toda la tribu se acallan las disensiones. Se suspenden
provisionalmente todos los actos de venganza. Esta suspen-
sióntemporaldelavidasocialordinariaengraciaa untiempo
sagrado de juegola podemos encontrartambiénen culturas
másavanzadas.Estasignificaciónalcanzatodoloque,decerca
o delejos,tienealgoqueverconlassaturnalesyloscarnavales.
Ennuestropropiopasado,decostumbresprivadas másrudas,
de privilegios estamentales bien acufiados y de policía más
transigente, se conocía lalibertadsaturnal delos muchachos
dela tribu con el nombre de «estudiantadas)>. En las universi-
dadesinglesaspervivetodavía,formalizado,enel ragging, que
el diccionario define como 'desordenado alboroto que tiene
lugardesentendiéndosedelaautoridadydeladisciplina'.
Ese ser otra cosa y ese misterio del juego encuentran su
expresión más patente en el disfraz. La «extravagancia)> del
juego es aquí completa, completo su carácter «extraordina-
rio».Eldisfrazadojuega a serotro, representa, «es»otroser.
Elespanto delos niños, laalegríadesenfrenada, elritosagra-
do y la fantasía mística se hallan inseparablemente confun-
didos entodo lo que llevael nombre de máscara y disfraz.
Resumiendo, podemos decir, por tanto, que el juego, en
su aspecto formaJ, es una acciónlibre ejecutada «como sü>y
sentida como situada fuera dela vida corriente, pero que, a
pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin
que hayaen ellaningúninterésmaterial niseobtengaenella
provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado
tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un
orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que
propenden a rodearse de misterio o a disfrazarseparadesta-
carse delmundo habitual. . ·
28 HOMO LUDENS
La función del «juego», en las formas superiores que tra-
tamos aquí, se puedederivardirectamente, en sumayorpar-
te, de dosaspectosesenciales con que se nos presenta. Eljue-
go es una lucha por algo o una representación de algo.
Ambas funciones pueden fundirse de suerte que eljuego re-
presente una lucha por algo o sea una pugna a ver quién re-
producemejor algo.
La representación puede consistir tan sólo en presentar
ante espectadores algo naturalmente «dado». El pavo real y
el pavo ordinario exhiben la magnificencia de su plumaje a
sus hembras: pero en esto hay ya presentación, para causar
admiración,de algo extraordinarioysingularísimo. Siel ave
ejecuta pasos de baile, entonces tenemos una representa-
ción, unaescapada delarealidadhabitual, una trasposición
de ésta en un orden superior. Claro que no sabemos lo que
entonces está ocurriendo dentro del animal. En la vida del
niño semejante exhibición está ya muy llena de figuración.
Se copia algo, se presenta algo en más bello, sublime o peli-
groso de lo que generalmente es. Se es príncipe o padre o
bruja malignao tigre. El niño se pone tan fuera desíquecasi
creeque «loes»deverdad, sin perder, sin embargo, porcom-
pleto, laconciencia delarealidad normal. Su representación
es una realización apare!1!~. una figuracion, es decir, un re-
presentaro expresar por figura. Sideljuegoinfantil pasamos
a las representaciones sacras cultuales de las culturas arcai-
cas, encontramosque «entra enjuego», además, un elemen-
to espiritualmuydifícilde describircon exactitud. Larepre-
sentación sacra es algo más que una realización aparente, y
también algo más que una realización simbólica, porque es
mística. En ella algo invisible e inexpresado reviste una for-
mabella, esencial, sagrada. Los queparticipan enelcultoes-
tán convencidos deque laacciónrealiza una sa.)vacióny pro-
curan un orden de fab cosas qúe es superior al orden
corrienteenqueviven. Sin embargo,la-·realización mediante
representación lleva también, en todos sus aspectos, los ca-
l. ESENCIA Y SIGNIFICACIÓN DEL JUEGO COM O ff.NÓMENO CULTURAL 29
racteres formales del juego. Se «juega», se lleva a cabo la re-
presentación, dentro de un campodejuego propio, efectiva-
mente delimitado como fiesta, es decir, con alegría y liber-
tad. Para ello se ha creado un mundo de temporada. Su
efecto no cesa con el término del juego, sino que su esplen-
dor ilumina el mundo de todos los días y proporciona al
grupoque ha celebrado la fiesta seguridad, ordenybienes-
tar, hasta que vuelve de nuevo la temporada de los juegos
sagrados.
Podemos recoger ejemplos de esto por todas partes. Se-
gúnlaviejadoctrinachina, ladanzayla músicatienencomo
fin conservar el mundo en marchay predisponer a la natu-
ralezaen favor del hombre. Delascompeticiones celebradas
en los comienzos de las estaciones depende el curso prós-
pero del año. S.i no tuvieran lugar, la cosecha no llegaría a
sazón2
•
La acción sagrada es un dromenon, esto es, algo 'que se
hace'. Lo que se ofrece es un drama, es decir, una acción, ya
tenga lugar en forma de representación o de competición.
Representa un suceso cósmico, pero no sólo como mera re-
presentación, sino como identificación; repite lo acaecido.
El culto produce el efecto que en la acción se representa de
modo figurado. Su función no es la de simple imitación,
sino lade darparticipación o la de participar3. Esun helping
the action out('unhacerqueseproduzcala acción')4
•
Parala ciencia delacultura noesesencial la forma enque
la psicología conciba el proceso que se manifiesta en estos
fenómenos. Acaso la psicología explicará la necesidad que
llevaa tales representaciones como «identificación compen-
sadora» o como «acciónrepresentativa» en vistadela impo-
sibilidad de ejecutar la acción real, enderezada a su fin5
• Lo
queinteresaa lacienciade lacultura escomprenderqué sig-
nifican, en el ánimo de los pueblos>esas figuraciones en las
que rigelatrasmutación delovividoen formas animadas de
vida.
~ . ··-
···~o
: H OMO LUIJENS
Tocamos aq~~en labasemisma delaciencia delas religio-
n.es, enla cue~t1~n delaesenciadelculto,delritoy delmiste-
no. Todo el vieJo culto sacrificatorio de los Vedas descansa
en laideadequeel arte cultual -seasacrificio, competición0
representación-,_
por el hecho de que representa, copia 0 fi-
gura un determinado acontecimiento cósmico deseado
fuerza a los diosesa queproduzcan efectivamenteesteacon~
tecimient~. Por lo que se refiere al mundo antiguo este as-
pecto ha sido tratado, partiendo de las danzas guerreras de
los curetes de Creta, por Miss J. E. Harrison, en forma con-
vincente, en su libro Themis. A Study ofthe Social Origins of
Greek Religion. No queremos abordar todas las cuestiones
religiosas que el tema ofrece y nos detenemos sólo en el ca-
rácterdejuegoquepresentala acción cultual arcaica.
Elc~to es, por tanto, unae.xposicion, unarepresentación
dramat1ca, una figuración, una realización vicaria. En las
fiestas sagradas, que vuelven con las estaciones, la comuni-
dad celebra los grandes acontecimientosde la vida de la na-
tural~za en representaciones sacras. Éstas representan el
cambio de las estaciones en acciones dramáticas fantástica-
men_te _
transfiguradoras del orto y caída de los astros, del
crec1m1ento y madurez ~e los frutos, del nacimiento, vida y
muerte dehombres y animales. Los hombres miman, como
expresa Leo Frobenius, el orden de la naturaleza al modo
como tiene~ conciencia de él6
• En una lejana prehistoria,
cree Frobemus, la humanidad ha tomado conciencia de los
fenómenos. del mundo vegetal y animaly ha adquirido en-
tonces sentido del orden deltiempo ydelespacio, de los me-
ses y de las estaciones y del curso solar. Ymima este orden
total.de la existenci~ en un juego sagrado. En estos juegos y
mediante ellos realiza los acontecimientos representados
~ªY1;1da al orden del mundo a sostenerse. Pero estos juegos
s1gmfican ~lgo más, porque de las formas de este juego cul-
tual ha nacido el orden dela comunidad deloshombres las
institucionesdesu primitiva forma estatal. El reyes el s~l, la
1. ESEN CI A y SIGNIFICACIÓN D lil. JUEGO CO M O FENÓMENO C U l:ruRAL 31
realezaeslafiguración del curso solar. Durante toda suvida
el reyrepresenta el papel de «sol»para compartir, fin~men­
te,lasuerte delastro:su propio pueblole arrebatalavidacon
formas rituales.
La cuestión deen qué grado esta explicación delamuerte
ritual del rey y de la concepción que encierra puede valer
como cosademostrada es cosaque abandonamos a otro. Lo
quenos interesa es otra cuestión: ¿qué se de?e p~nsa~d~ ~e­
mejante actualización figurativa de la conc1enc1a pr~1t1va
de lanaturaleza? ¿Cómo transcurre elproceso que comienza
conunaexperienciadehechoscósmicos, que no hacobrado
expresión todavía y que desemboca en una elaboración lú-
dica de estoshechos?
Con razón rechaza Frobenius la explicación, demasiado
trivial. quese satisfaceintroduciendoelcon~ept?de «ins_tin-
to lúdico»como tendencia congénita7
• «Los mstmtos -d1ce-
son una invención de nuestra impotencia frente al sentido
de lo real>
>. Con el mismo rigor, y todavía mejores motivos,
criticala propensióndeunaépoca,yapasada, que paratoda
adquisición culturalbuscaba la explicación con el «fin a que
servía>>. en el «paraqué», en las «razonesquela motivaban»,
cosas todas que se interpolaban enlacomunidadenestudio.
Talpuntodevistalocalifica Frobenius de «tiraníacausalista
delapeor especie»,de «ideautilitaria anticuada»
8
: .
La idea que se hace Frobenius del proceso espmtua~ que
ha debido de tenerlugar en este caso se expone como sigue.
Laexperienciadela naturalezay delavida, que no hacob~a­
do todavía expresión, se manifiesta en el hombre arcaico
como una «emoción». «La figuración surge en el pueblo, lo
mismo que en los niños y en los hombres creadores, de la
emoción»9• Lahumanidad sesiente «conmovidaporlareve-
lacióndel destino...». «Larealidaddel ritmonatural en elde-
veniry en el perecer ha impresionado su sensibilidad yesto
haconducido a unaacción forzaday refleja»1
º.Según él,nos
hallamos, por lo tanto, frente a un proceso de trasmutación
32 HOMO LUDENS
necesariamente espiritual. Envirtud delaemoción, un sen-
timiento de la naturaleza se ensancha reflejamente en con-
cepción poética, en forma artística. Ésta es acaso la mejor
aproximación, en palabras, que podemos ofrecer para el
proceso de la fantasía creadora; apenassila podemos deno-
minarexplicación. El camino que conduce de la percepción
estética o mística, en todo caso alógica, de un orden cósmi-
co, alsacrojuegocultual, quedatanoscurocomo antes.
En la formulación ofrecida por el gran investigador se
descuida la determinación más detallada de qué se entiende
por representar o «jugar>> semejante tema sagrado. Repeti-
damenteFrobeniusemplealapalabra«jugar» al ocuparse de
lasrepresentacionescultuales, perono examinamayormen-
te la cuestión de qué pueda significar en este caso jugar.
Yhasta uno se preguntasi, en su exposición, no se ocultauna
idea utilitaria a laque eratancontrario,y queen modo algu-
no armoniza con la cualidad «juego». Eljuego sirve, como
expresa Probenius, para actualizar, representar, acompañar
y reaJizarelacontecimiento cósmico. Demanera irresistible
se adelanta un factor cuasirracional. El juegoy lafiguración
siguenteniendo, paraél, lafinalidad deexpresaralguna otra
cosa, a saber, cierta emoción cósmica. El hecho de que esta
dramatización sea «jugada», parece para él de importancia
secundaria. Teóricamente pudo haberse comunicado tam-
bién deotromodo. Pero,en nuestraopinión,lodecisivo pre-
cisamente es elhecho de jugar. Estejuegoes, por su esencia,
no otracosaque unaforma superiordeljuego infantily has-
ta del animal que, en el fondo, tienen el mismo valor. En es-
tas dos formas dejuegoes difícil encontrarsu origen en una
emoción cósmica, en un darse cuenta del orden del mundo
quebuscasu expresión. Porlo menos,una tal explicación no
tendría mucho sentido. El juego infantil posee de por sí la
formalúdicaen su aspecto máspuro.
Nos parece posible describir en otras palabras el proceso
quelleva de la emociónde «laviday la naturaleza» a una re-
l. ESENC IA y SIGNIFICACIÓN DEI. JVEGO COMO FF.NOMENO CULTURAL 33
presentación de este sentimiento en un juego sagrado. No
tratamos de ofrecer una explicación de algo efectivamente
no indagable, sino tan sólo presentar plausiblemente un
proceso real. La comunidad arcaica juega como juegan el
niño y los animales. Este juego está lleno, desde un princi-
pio, de los elementos propios al juego, lleno de orden, ten-
sión, movimiento, solemnidad y entusiasmo. Sólo en una
fase posterior se adhiere a este juego la idea de que en él se
expresa algo: una idea de la vida. Lo que antes fue juego
mudo cobra ahora forma poética. En la forma yen la fun-
ción del juego, que representa unacualidad autónoma, en-
cuentra el sentimiento de incardinación del hombre en el
cosmos su expresión primera, máxima y sagrada. Va pene-
trando cadavezmás en eljuegoel significado de una acción
sagrada. Elculto se injerta en eljuego,quees lo primario.
Nos movemos aquí en un terreno donde apenas cabe pe-
netrar conlosrecursos cognoscitivos delapsicología, ni tan
siquiera con la teoría de nuestra facultad de conocer. Las
cuestionesque aquí surgentocan el fondo mismo denuestra
conciencia. El cultoessupremay santagravedad. Sin embar-
go, ¿puedesereljuegoal mismo tiempo? Desdeun principio
vimos que todo juego, lo mismo el del infante que el del
adulto, puedejugarsecon la mayor seriedad. Pero ¿podría ir
esto tan lejos que, a la emoción sacra de una acción sacra-
mental, se le vincule todavía la cualidad lúdica? La d~<luc­
ción nuestra se encuentraaquí más o menos trabada por la
rigidez de los conceptos formulados. Estamos acostumbra-
dos a considerar la oposición entre juego y seriedad como
algo absoluto. Pero,a lo que parece, esta oposición nopene-
tra hasta elfondo.
Piénsese un momento en la gradación siguiente. El niño
juegacon unaseriedad perfectay, podemos decirlo con ple-
no derecho, santa. Pero juegaysabe que juega. El deportista
34 HOMO l.UDENS
juega también con apasionada seriedad, entregado total-
mente y con el coraje del entusiasmo. Pero juega ysabe que
juega. El actor se entrega a su representación, al papel que
desempeña o juega. Sin embargo, «juega» y sabe que juega.
El violinista siente una emoción sagrada, vive un mundo
más allá ypor encima del habitualy, sin embargo, sabe que
estáejecutando o, como sediceen muchos idiomas, «jugan-
do». El carácterlúdico puedeserpropiodelaacciónmás su-
blime. ¿No podríamos seguir hasta la acción cultual y afir-
mar que también el sacerdote sacrificador, al practicar su
rito, sigue siendounjugador?Sise admitepara una sola reli-
gión, se admite para todas. Los conceptos de rito, magia, li-
turgia, sacramento y misterio entrarían, entonces, en el
campo delconcepto «juego». Hayque evitar el forzar dema-
siado la conexión interna del concepto, porque tendríamos,
al extender demasiado ese concepto de juego, un mero jue-
go de palabras. Pero creoque noincurrimoseneste tropiezo
si consideramos la acción sacra como juego. Lo es en cual-
quier aspecto por la forma y, por la esencia, en cuanto que
traspone a los participantes en otro mundo. Para Platón se
daba, sin reservaalguna,esta identidadentreeljuego yla ac-
ción sacra. No tenía reparoenincluirlas cosas sagradas enla
categoría de juego. «Hayque proceder seriamente enlasco-
sas serias11 y no al revés. Dios es, por naturaleza, digno de la
más santa seriedad. Pero el hombre ha sido hecho para ser
unjuguetedeDios,y estoeslo mejoren él. Poresto tiene que
vivir la vida de esta manera, jugando los más bellos juegos,
con un sentido contrario al de ahora.» «Consideran la gue-
rra como una cosa seria..., pero en la guerra apenas si se da
eljuegonilaeducación, quenosotrosconsideramos como lo
más serio»12 • También la vida de pazdebe llevarla cada uno
.lo mejorque pueda. ¿Cuál esla manerajusta? Hayquevivir-
lajugando, «jugando ciertos juegos, hayque sacrificar, can-
tary danzarpara podercongraciarse a losdioses, defenderse
delos enemigosy conseguirlavictoria»13
•
J. ESENCIA Y SIGNll'JCACIÓN DEL JUEGO <:OMO l'F.NóMl.NO CULTURAL 35
Enesta identificación platónicadeljuegoylo sacro, losa-
grado no desmereceporque se le califiquedejuego,sino que
éstequedaexaltado porque su conceptoseeleva hastalasre-
giones más altas del espíritu. Decíamos al principio que el
juego existió antes detodacultura.También, en cierto sent~­
do, se ciernesobre todas ellas o, porlo menos, permaneceh-
bre de ellas. El hombre juega,como niño, por gusto y recreo,
pordebajodelniveldelavidaseria. Pero tambiénpuedejugar
porencimadeeste nivel:juegosdebellezayjuegossacros.
Desde este punto de vista podemos precisar más la cone-
xióníntimaentrecultoyjuego. Deestemodoseaclaraelfenó-
meno de la amplia homogeneidad que ofrecen las formas ri-
tualesy laslúdicas,y mantienesuactualidadla cuestióndeen
quégradotodaacción sacracorrespondea laesferadeljuego.
Vimos que entre las características formales del juego la
más importante era la abstracción especial de la acción del
curso de lavidacorriente. Sedemarca, material o idealmen-
te, un espaciocerrado, separado del ambiente cotidiano. En
ese espacio se desarrolla el juego y en él valen las reglas.
También la demarcación de un lugarsagrado es el distintivo
primero detodaacción sacra. Esta exigencia deapartamien-
to es, en el culto, incluyendo la magia y la vida jurídica, de
significación mayor que la meramente espacial o temporal.
Casi todos los ritos de consagración e iniciación suponen,
para los ejecutantesy para los iniciados, situaciones artifi-
cialmente aisladoras. Siempre que se trata de profesión de
votos, de recepción en una orden o en una hermandad,
de conjuracióny sociedadsecreta, nos encontramos, en una
forma u otra, con esta demarcación. El hechicero, elviden-
te, el sacrificador comienzan demarcando el lugar sagrado.
El sacramentoy el misterio suponen unlugarconsagrado.
Porlaforma,eslo mismo queesteencercadosehagapara
un fin santo o por puro juego. La pista, el campo de tenis, el
lugarmarcado en elpavimento paraeljuegoinfantil de cielo
e infierno, yel tablero de ajedrez no se diferencian, formal-
36 H OMO WDENS
mente, del templo ni del círculo mágico. La sorprendente
uniformidad de los ritos de consagraciónen todo el mundo
nos indica que tales ritos arraigan en un rasgo primordial y
fundamental del espíritu humaI}_~,Generalmente esta uni-
formidad de formas culturales sesuele explicarporuna cau-
sa lógica,yaquela necesidaddedemarcacióny apartamien-
to se deberíaa lapreocupaciónde defenderlo consagradode
las influencias dañinas de fuera, que serían especialmente
peligrosas en el estado que cobra lo consagrado. De este
modo secoloca, en el origen del proceso cultural correspon-
diente, una reflexión razonable y un propósito utilitario,
precisamente la explicación utilitaria que rechazaba Frobe-
nius. No se caeen laideadelos astutossacerdotesque inven-
taron lareligión, pero enestaconcepción queda, sin embar-
go, algo de la motivación racionalista. Si aceptamos, por el
contrario, la identidad esencial y originaria de juego y rito
reconocemos, al mismo tiempo, que loslugaresconsagrados
no son, en el fondo, sino camposdejuego,yya nose presen-
taesacuestión falaz del«paraqué»y del «porqué».
Si resulta que la acción sacra apenas sepuede diferenciar
formalmente del juego, se plantea entonces la cuestión de si
esta coincidencia entre el culto y el juego no se extenderá
más allá del aspecto puramente formal. Asombra que la
ciencia de las religiones y la etnología no hayan insistido
más en la cuestión de en qué medida las acciones sagradas,
que transcurren en forma dejuego,severifican tambiéncon
la actitud y el ánimo del juego. Tampoco Frobenius, según
creo, ha planteado estacuestión. Loqueyopuedodecirse li-
mitará a observaciones aisladas, acarreadas de entre infor-
maciones fortuitas. Es claro que la actitud espiritual en que
unacomunidad vivey recibe sus ritos sagradoses, a primera
vista, de una altísima y santa seriedad. Pero subrayemos,
unavez más, que también la actitud auténtica y espontánea
del jugador puede ser de profunda gravedad. El jugador
puedeentregarse, contodo su ser, aljuego,y la conciencia de
l. ESENCIA Y SIGNIFICACIÓN DF.I. JUEGO COMO FENÓMF.NO CUL
T URiI.. 37
«no tratarse más que de un juego» puede trasponerse total-
mente. El gozo, inseparablemente vinculado al juego, no
sólosetransmiteen tensión sino, también, en elevación. Los
dos polos delestado de ánimo propio deljuegoson el aban-
donoy eléxtasis.
Este estado de ánimo es, por naturaleza, inestable. En
todo momento la «vida ordinaria>>puede reclamar susdere-
chos, ya sea por un golpe venido de fuera, que perturba el
juego, o por una infracción a las reglas o, más dedentro, por
una extinción de la conciencia lúdica debido a desilusión y
desencanto.
¿Quéocurreconla actitud yel estado de ánimo enlas fies-
tassacras? Lapalabra«celebrar»lo denunciacasi. Se celebra
el acto sagrado, es decir, que cae en el ámbito de la fiesta. El
pueblo que acude a sus santuarios se reúne para una mani-
festación común de alegría. Consagración, sacrificio, danza
sagrada, competición sacra, representaciones, misterios,
todo se halla incluido dentro de las fronteras de la fiesta.
Aunquelos ritos sean sangrientos, laspruebasdelos inician-
doscrueles,las máscaras espantosas,todo secelebra, todo se
ejecuta o juega como fiesta. La vida corriente se halla sus-
pendida. Banquetes, festines y toda clase de desenfreno
acompañan a la fiesta en todasuduración.Piénsese en ejem-
plosgriegoso africanosy apenas si seráposible trazarunalí-
nea clara de separación entre el ánimo que impera en las
fiestas y laemoción sacrade los misterios.
Casi al mismotiempo dela aparicióndela edición holan-
desa de este libro, el investigador húngaro Karl Kerényi ha
publicado un trabajo acerca de la naturaleza de la fiesta que
guarda estricta relación con nuestro tema14
• Según este au-
tor, la fiesta posee también aquel carácterdeautonomíapri-
mariaquenosotros señalamos en elconcepto dejuego. «En-
trelas realidades anímicas,la fiesta es una cosaporsí, que no
se puede confundir con ninguna otra en el mundo»15
• Lo
mismo que nosotros decimos del juego, la fiesta es, para él,
38 l-IOMO lUDF.NS
un fenómeno descuidado porla ciencia de lacultura. «Pare-
ce que el fenómeno de la fiesta se haescapado por completo
a los etnólogos»16
• La ciencia se desliza sobre la realidad de
la fiesta como si ésta no existiera17
• Podríamos añadirque lo
mismo pasa con el juego. Entre la fiesta y el juego existen,
porla naturalezadelas cosas,las másestrechas relaciones. El
descartarlavida ordinaria, eltono, aunque no denecesidad,
predominantemente alegre de la acción -también la fiesta
puede sermuyseria-. ladelimitación espacialy temporal, la
coincidenciadedeterminación rigurosa y de auténticaliber-
tad, he aquílosrasgoscapitales comunes aljuegoy a lafiesta.
En la danza es donde ambos conceptos parecen presentarse
en más íntima fusión. Los indios cora de la costa mexicana
del Pacífico denominan sus fiestas sagradas de la mazorca
tiernay deltuestedel maíz «juegode susdiosesmayores))18
•
Lasideas de Kerényi sobrela fiesta como conceptocultual
constituyen ya, en su forma provisional, que seguramente
habrá de ser ahondada, un refuerzo y una ampliación del
fundamento sobre el que descansa este libro. Sin embargo,
tampoco con estaconstatación de la relación existente entre
el ánimo que acompaña a lafiesta sagrada y aljuego está di-
cho todo. Porque eljuegoauténtico, independientemente de
sus características formales y de su alegría, lleva, indisolu-
blemente unido, otro rasgo esencial: la conciencia, por muy
al fondo que se halle, de ser «como si». Queda, pues, la cues-
tión deen quégrado semejante concienciapuedevincularse
a laacción sagradaquese ejecutacon entrega absoluta.
Limitémonos a los ritos sagrados delas culturas arcaicas,
y no será imposible esbozaralgunos rasgos del grado de se-
riedadconque se ejecutan. Sino meequivoco,los etnólogos
parecen coincidir enque el estado de ánimo con que los sal-
vajescelebranycontemplanlas grandes fiestas religiosas no
es de arrobo e ilusión completos. No falta una conciencia,
muyal fondo, de que no es deverdad. Aw. E. Jensen, en su li-
broBeschneidungundReifezeremonien beiNaturvolker, hace
l . ESENCIA Y S!GN!flCACióN Dl'.l JUEGO COM O FEN ÓMENO CULTURAL 39
una exposición viva de esta actitud19
• Parece ser que los
hombres no tienen ningún miedo a losespíritusque,duran-
te la fiesta, deambulan por todas partes y que aparecen a la
vista de todos en sus momentos culminantes. Lo que no tie-
ne nada de extraño, pues son ellos mismos Jos que realizan
la escenificación de todas las ceremonias: han fabricado las
máscaras, lasllevan y las esconden, despuésde usarlas, delas
mujeres. Hacen el ruido que anunciala aparición del espíri-
tu. marcan su huella en la arena, tocan las flautas que repre-
sentan las voces de los antepasados y hacen sonar las carra-
cas. En unapalabra, suposición, nos dice Jensen, se parece a
la de los padres que saben lo del disfraz de los Reyes Magos
y lo ocultan al niño20
• Los hombres mienten a las mujeres
acercadelo que ocurreen ellugarconsagrado y aisladodela
maleza21
• El estado de los iniciandos mismos oscila entre la
emoción extática, la demencia simulada, el calofrío de es-
panto y la comedia infantil para darse importancia2 2
• Tam-
poco las mujeres son engañadas del todo. Saben demasiado
quién es elque está detrás de cada máscara. Sin embargo, se
agitan terriblemente si la máscara se les acerca en actitud
amenazadoray huyen con gritos de espanto. Estasexpresio-
nes de miedo, dice Jensen, son en parte totalmente espontá-
neas y auténticas, pero, por otro lado, deber tradicional.
(<
Hay que hacerlo así.» Las mujeres son, por decirlo así, las
comparsas en la fiesta y saben que no tienen que echarla a
perder23•
Como vemos, no es posible marcar el límite en el cual la
seriedadsacra se aflojahastaelpunto de llegar aserfun, gua-
sa, una broma. Entre nosotros, un padre un poco infantil
puede enfadarse de verdad si sus hijos le sorprenden cuan-
do se está vistiendo de rey mago. Un padre kwakiutl de la
Columbia británica mató a su hija porque le sorprendió en
un trabajo detallapara una ceremonia24
• La oscilación de la
concienciareligiosadelos negrosloango es descritaporPes-
chuel Loesche con palabras muy parecidas a las usadas por
40 HOMO LUD.EN:S
Jensen. Su creenciaen lasrepresentaciones sacrasy en los ri-
tos es, en cierto modo, una medio creencia, pues coincide
con la burla y con la afectación de indiferencia. Lo impor-
tante es elestadodeánimo que reina enlafiesta25.En el capí-
tulo «Primitive Credulity» de sulibro The Treshold ofReli-
gion, R. R. Marett ha demostrado cómo en la fe primitiva
juega siempre undeterminadoelemento demake-believe,de
hacercreer. Ya se sea hechicero o hechizado, sees a lavezen-
gañador y engañado. Pero se quiere ser el engañado26. Así
como el salvaje es un buen actor que se entregapor comple-
to, como unniño, a supapel, también es un buen espectador
y también, como el niño, puede asustarse espantosamente
con elruido de algo que sabe queno es ningún león auténti-
co27. Elnativo,diceBronislaw Malinovski, sienteytemesufe
másdeloquese la formula claramente28
• El comportamien-
to delas personas a las que la comunidadprimitiva atribuye
propiedades sobrenaturales puede describirse de la mejor
manera como unplaying up to the role, están representando
supapel29
•
A pesarde esta conciencia, enparte eficaz, dela no auten-
ticidad del acontecer mágico y sobrenatural, esos mismos
investigadores llaman la atención para que no se saque la
consecuenciade que todoelsistemadecreenciasyprácticas
no sea más que un engaño inventado por un grupo incrédu-
lo con el objeto de dominar a grupos crédulos. Semejante
idea no la ofrecen sólo los viajeros, sino, en ocasiones, la
misma tradición de los nativos. Pero no puede ser la idea
justa. «El origen de una acción sacra no puede residir más
queenlacredulidaddetodos, y laconservaciónengañosade
la misma, con el fin de aumentar el poder de un grupo, no
puede ser más que el resultado final de una evolución histó-
rica»3º.
De lo dicho se deduce claramente, a mi entender, que
cuando se habla de las acciones sacras delos pueblos primi-
tivos, nohayque perderdevista niun momentoel concepto
J. ESENCIA y SI GNI FICACIÓN DEL JUEGO COMO FENOMl'.NO CULTURAL 41
«juego». No sólo porque en la descripción del fenómeno
haya que acudir de continuo a la palabra jugar, sino por~ue
en el mismo concepto de juego se comprende del meJor
modo la unidad e inseparabilidad de fe e incredulidad, la
alianzadelagravedadsagradaconla simulacióny labroma.
Jensen admite en este caso la analogía del mundo infantil
con el mundo de lo primitivo, pero mantiene, en principio,
una diferencia entre fa actitud del niño y la del salvaje. El
niño, cuando se presenta el rey mago, se halla ante una apa-
rición «completamente elaborada» y en una situación a la
que se acomodainmediatamente con las capacidades quele
sonpropias. «Pero las cosas pasan de muy distinto ~o~o en
la actitud creadora de aquellos hombres que han ongmado
las ceremonias de que tratamos: no tienen que habérselas
con apariciones ya fabricadas, sino con la naturaleza que~es
rodea, pues han concebido y tratado de representar s~s ~n­
quietantes demonios»31
• Aquí tropezamos con la~ opm10-
nes, ya citadas, del maestro de Jensen, Frobemus. Pero
surgen dos reparos. En primer lugar, Jensen establece la
diferencia entre el proceso espiritual que transcurre en el
alma del niño y el que transcurre en el almadel creador de
un rito. Pero este último proceso no le conocemos. Nos
encontramos con una comunidad cultural que, lo mismo
que el niño entre nosotros, recibe ya elaboradas, como
tema tradicional, sus representaciones cultuales, y reac-
ciona ante ellas lo mismo que el niño. Pero aun prescin-
diendo de esto, también se escapa por completo a nuestra
observación el proceso de este enfrentamiento con la ex-
periencia de la naturaleza que conduce a la «con~epción»
y «representación»en una acción cultual. Frobemus y Jen-
sen no hacen sino acercarse a la cuestión con una metáfora
fantástica. Todo lo más que se puede decir del proceso
operante en la figuración, es que se t~ata de u~a f~nción
poética, y como mejor se la caracteriza es des1gnandola
función lúdica.
42
HOMO LUDEN~
Consideracionesde este tipo nos adentranen el problema
del.a naturaleza de las ideas religiosas primarias. Como es
sabido, una de l~s concepciones más importantes comparti-
da~ ~or cualquiera que se haya dedicado a la ciencia de las
religiones es la siguiente: cuando una forma religiosa supo-
neentre do.s cosas de orden diferente, porejemplo. un hom-
breY.un animal, una sacra identidad esencial, en estecaso la
relación no queda.expresad~ de una manera limpia y ade-
cuada con nuestra idea de umón simbólica. La unidad entre
los ~os tér~inoses mucho más esencial que entre una sus-
tancta ysu s1mbolo figurativo. Setrata de una unidad místi-
ca. Una.cosa «seha convertido» en otra. En su danza mágica
el salva1e «es» ~n canguro. Pero hay que ponerse en guardia
'?ntralas deficiencias y diversidades de lacapacidad expre-
~1~a del hombre. Para hacernos una idea del estado de
ammo del salvaje nos vemos obligados a reproducir este
estado con nuestra terminología y, querámoslo 0 no,
trasformamos las ideas creyentes del salvaje en la rigurosa
determinación lógica de nuestros conceptos. De este modo
e~pr.esamos la relaciónentreély su animal como si, para él,
s1gmficara un «ser» mientras que para nosotros es un «ju-
gar». Ha adoptado el «ser» de un canguro, y nosotros deci-
~os: desempeña, «juega»elpapel de canguro. Pero elsalva-
J~ no conoce ninguna diferencia conceptual entre «Sen> y
«Jugar», nadasabe de identidad, imagen o símbolo alguno.
Y por.eso nos preguntamos si no será el mejor modo de
aproximarse al estado de ánimo del salvaje en su acción sa-
cra mantenern.os en el término primario «jugar». En nues-
tro concepto «Juego»la diferencia entre fe y simulación se
cancela. Este concepto se une sin violencia alguna con el
de consagra~ión y el de lo sagrado. Cualquier preludio de
Bach? cualqmer verso de Ja tragedia nos manifiesta esto. Si
consideramos toda la esfera de lallamada cultura primiti-
va como una ~sfera de juego, se nos abre la posibilidad de
una comprensión mucho másdirectaygeneralde supeculia-
l. ESENCIA y SIGNJ.FJCACIÓI" OEL IUEGO COMO l't::NóMF."10 CULTURAL V43
ridad que con cualquier análisis psicológico o sociológico,
pormuyagudos quesean.
Es un juego sagrado, imprescindible para el bienestar de
la comunidad, preñadodevisión cósmicay de desarrolloso-
cial, pero es siempre un juego, una acción que, como la vio
Platón, se ejecuta fuera y por encima de la esfera de la vida
prosaica delanecesidady de lo s.etio.
En esta esfera deljuegosagrado seencuentraa sus anchas
elniño,elpoeta y elsalvaje. Lasensibilidad estéticadel hom-
bre modernoleha aproximado un poco a estaesfera. Pensa-
mos enla modaqueconsideralamáscaracomoobjeto artís-
tico. El entusiasmo actual por lo exótico puede ser, en
ocasiones, un poco snob, pero tiene, de todos modos, un
peso espiritualmayorymayorvalorcultural que elgustodel
siglo xvm en que turcos, indios y chinos estaban de moda.
Elh9mbre moderno tiene, sinduda, unacapacidadmuyde-
sarrolladapara comprenderlo lejano yextraño. Nadale ayu-
da mejor para ello que su sensibilidad para todo lo que sea
máscara y disfraz. Mientras la etnología señala su enorme
significación social, el profano culto experimenta la inme-
diataemoción estéticacompuestadebelleza,deespantoyde
misterio. También para los adultos cultos hayalgo misterio-
so en la máscara. La visión de enmascarados nos conduce,
en la pura percepción estética, a la que no se vincula ningu-
na idea religiosa definida, fuera de la vida ordinaria, a un
mundo distinto del de todos los días, al mundo del salvaje,
del niño, delpoeta, ala esfera deljuego.
Si podemos hacer converger nuestras ideas acerca de la
significación y peculiaridad de los actos culturales primiti-
vos en el concepto inderivable de juego, nos queda, sin em-
bargo, una cuestión en extremo peliaguda. ¿Qué ocurre si
pasamos de las formas religiosas inferiores a las superiores?
La mirada se eleva de los fantasmas sombríos delospueblos
primitivos, australianos, africanos o indios, al culto sacrifi-
catorio védico, que ya está preñado de la sabiduría de los
44
HUMO LUDENS
Upanis?ads~ a I~shomologías místicasdela religión egipcia,
a los misterios orficos o a los eleusinos. En realidad, su for-
ma está todavía muy próxima a lo primitivo, hasta en deta-
lles fantásticos y sangrientos. Pero reconocemos en ellos, 0
porlomeno~ sospechamos, un contenidodesabiduríayver-
dad quenos 1mp1detratarlos con la habitualsuficiencia que
tampoco es, sin embargo, razonable respecto a las cul;uras
llamadasprimitivas. Lacuestión essi, envirtud delahomo-
geneidad formal, podemos también atribuirla calificación
de juego a la conciencia sagrada, a Ja fe que llena estas for-
mas superiores. Si nos hemos apropiadola concepción pla-
tónica del juego, a lo cual nos conduce Jo que hemos antici-
pado, entonces no encontraremos el menor reparo. Platón
pensaba en Jos juegos consagrados a la divinidad como lo
más alto a que elhombre puede dedicar su afán en la vida.
No poreso serenunciaa lavaloración delos misterios sacros
c~mo la exp_r~sión más alta dealgo que escapa a la razón ló-
gica. La acc1on sacra queda comprendida, en lugar impor-
tante, dentro d~ la ~a,tegoría juego, sin que por eso pierda,
en esta subordmac1on, el reconocimiento de su carácter
sagrado.
2. El concepto de juego y sus expresiones
en el lenguaje
Hemos hablado del juego como algo conocido yhemos tra-
tadodeanalizar, o porlomenosde determinaraproximada-
mente,elconcepto expresado porlapalabra. Pero no hemos
perdido de vista la posibilidad de que el concepto quede li-
mitado, angostado, porla palabra común que lo expresaen-
tre nosotros. No eslaciencia, sino el lenguajecreador elque
hadado origen, alavez, a lapalabrayalconcepto;ellengua-
je, es decir, los infinitos lenguajes del mundo. Nadiesupon-
drá que todosellos handesignado un mismo concepto idén-
tico de juego con una sola palabra, así como cada idioma
tieneuna palabraparala mano o elpie. Lacuestión noes tan
fácil.
No nos queda más remedio que partir del concepto de
juego que nos es común, esto es, tal como lo circunscriben
las palabras que le corresponden, con alguna.s divergencias,
en la mayoría de los idiomas europeos modernos. Creímos
poder definir este concepto como sigue: el juego es una ac-
ción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos lí-
mites temporales y espaciales determinados, según reglas
absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas,
acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un
45
46 HOMO LUl>ENS
sentimiento de tensión yalegríayde laconcienciade «serde
otromodo» queen lavidacorriente. Definidodeestasuerte,
el concepto parece adecuado para comprender todo lo que
denominamos juego en los animales, en los niños y en los
adultos: juegos de fuerza y habilidad, juegos de cálculo y·de
azar, exhibiciones y representaciones. Esta categoría, juego,
parece que puede serconsiderada como uno de los elemen-
tosespirituales más fundamentales delavida.
Prontoseve queellenguaje en modo alguno hadistingui-
do desde un principio conlamisma precisión semejante ca-
tegoría universal, comprendiéndolaen una sola palabra. To-
dos los pueblos juegan y lo hacen de manera extrañamente
parecida y, sin embargo, no todos los idiomas abarcan el
concepto «juego» con una solapalabra, de manera tan firme
y al mismo tiempo tan amplia como los modernos idiomas
europeos. En este punto podría surgir la duda nominalista
acercade lalegitimidaddelosconceptosuniversalesydecir-
se: para cadagrupo humano el conceptodejuego nocontie-
nemás de lo que dice la palabra que para él emplea: y, en lu-
gar de palabra, podríamos decir «palabras». Es posible que
un idioma haya abarcado en una sola palabra, mejor que
otros, las diferentes formas de manifestarse el concepto.
Yésta es, en efecto,lasituación. Laabstracción del concepto
generalo «juego» sehallevadoa cabo en unasculturasantes
y de manera más completa que en otras, y esto ha tenido
como consecuencia que lenguajes muydesarrollados hayan
conservado, paralasdiversas formas dejuego, palabras muy
diferentes, y que esta multiplicidad de designaciones con-
ceptuales haya impedido la subsunción de todas las formas
de juego en un solo término conceptual. Este caso se puede
compararcon elhechoconocidodequelos lenguajesprimi-
tivos poseen, en ocasiones, palabrasparadesignarlasdiver-
sasespeciesde ungénero,sin que poseanninguna paraéste.
Así, por ejemplo, poseen un nombre para la trucha y otro
parala anguila, peroninguno para el pez.
2. EL CONCEPTO DE JUEGO Y SUS l'.XPRESIONF.S EN EL LENGUAJc
47
Diversas indicaciones señalan que la abstracción del fe-
nómeno «juego» ha tenido lugar en ~lgun~s cultur~s de
modo secundario mientras que la función misma del Jugar
ha tenido carácter primario. En esteaspecto me parece muy
importantequeen ninguna de las mitologí~s~ueyoconozco
se haya encarnado el juego en una figura d1vma o demonía-
ca1 mientras que, al contrario, muy a men~dose nos apar~ce
una divinidad jugando. También nos sugiere la '?ncep.c1ón
tardía de un concepto general del juego la no ex1stenc1a de
una palabra indoeuropea común que lo designe. Hasta el
mismo grupo de los idiomas germánicos se dis~ersa en la
designacióndeljuego, pues poseetres palabrasdiferentes.
No es ningún azarque, precisamente, aquellos p~eblosen
los que el juego, en todas sus formas, estaba. meh~o en la
masa de su sangre, cuenten con diversas des1gnac1ones de
esta actividad. Creo que puedo afirmar esto, con mayor o
menor seguridad, del griego, del sánscrito, del chino y del
inglés. . . .
El griego posee una admirable expresi~n del1uego mfantil
enelsufijo inda. NodesignaotracosaqueJugar.Setratad~-un
sufijo sin flexión e inderivable filológican:iente
2
• ~s runos
griegosjugaban cr<¡:>a.tplvóa, con lapelota~ EAtcUO"ttVO~ con
lacuerda; a'tpE7t'tÍVOO, juego de lanzamiento; ¡kto1A.ivOa.,
a ser rey. La perfecta independencia de este sufijo es ya u~
símbolo de la inderivabilidad del concepto juego. En oposi-
ción a esta designación completamente específica del juego
de los niños, el griego utiliza para la designación de la tot~l
esfera del juego no menos que tres palabras. La palabra.m~s
corriente es 7tCX.tfüá.. Su etimología es bien clara, pues s1gm-
fica cosa de niños, pero se diferencia ya por el acento de
ncx.tfücx., niñería. Pero en su uso la palabra 7tmfüci, no se ha
limitado a la esfera del juego infantil. Con sus deriva~os
1tCX.Í~Etv, jugar; ncx.lyµcx. y 7tcxíyvtov, juguete, puede desig-
nar a todas las formas deljuego, hastalas más altas y santas,
como vimos antes. A todo ese grupo de palabras parecevin-
48 HOMO LUDE.NS
cularse la significación de contento, alegría y despreocupa-
ción. Junto a lapalabra7ta.tfüáel vocablo átrúpco, aoupµa.
queda un poco esfumado. Señala el matiz de retozo y fri-
volidad.
Pero queda todavía un campo muyextenso, que cae en la
esfera del juego en nuestra moderna terminología europea,
pero que los griegos no abarcaban ni con nmfü<i ni con
<loupµa., a saber,losjuegosdecompetición ydelucha.Todo
este dominio, tan importante en la vida griega, se designa
preferentemente con la palabra á:y<i>v. Oculta, en cierto
modo, unaparteesencial del concepto dejuego. Pues no ex-
presaclaramente, porlo general, laidea de lo no serio, delo
lúdico. Basándose en esto y en laextraordinaria importan-
ciaqueelagón revestía enlaculturahelénicay en lavida dia-
ria de cadagriego, me hareprochado el profesor Bolkestein
el haber incluido injustificadamente en mi conferencia Ue-
berdie Grenzen von Spiel undErnst in der Kultur, en el con-
cepto juego, las competiciones griegas, desde las más altas,
que hundían sus raíces en el culto, hasta las más insignifi-
cantes3. «Cuando oímos hablar de juegos olímpicos acoge-
mos, sin darnos cuenta, un término latino en el que se ex-
presael juicio de valor romano acerca de las competiciones
que designa y que es totalmente diferente de la estimación
griega.»Después de enumerar diversas formas delo agonal,
que muestran cómo la tendencia a la porfía llenaba toda la
vida griega, saca la conclusión: «Todo esto nada tiene que
ver con el juego, a no ser que se quiera afirmar que toda la
vida fue,paralosgriegos, unjuego».
En cierto sentido éste es el propósito del presente libro.
A pesarde mi admiración porlaformaen que el historiador
deUtrechtilustranuestrasideas sobrelaculturagriega,ya pe-
sar del hecho de no haber sido sólo los griegos los que han
distinguido elagóny eljuego, nomequedamás remedioque
disentir de su opinión. La refutación de ella se halla ya su-
puesta por todo lo que venimos diciendo. Me limito, por lo
2. BL CONCEPTO DE. JUEGO Y SUS EXPRESIONES EN EL LENGUAJE 49
tanto, a un soloargumento:el agón, en el mundo griego,o en
cualquier otra parte donde se haya presentado, muestra to-
daslascaracterísticas formales del juegoy pertenece, envir-
tud de su función, más que nada al dominio de la fiesta, es
decir, a la esfera del juego. Es imposible separarla competi-
ción, como función cultural, de la triple unión entre juego,
fiestay acción sacra. Laexplicación de queen griegoloscon-
ceptos de juego y de agón no son terminológicamente dis-
tintos se puede presentar de la siguiente manera. Ya hemos
visto que la elaboración de un concepto general y lógica-
mente homogéneo del juego ha tenido lugar tardíamente.
Peroenla sociedad helenalo agonaltuvo ya, desde muy tem-
prano, tal alcance y estimación tan seria, queya no se tenía
conciencia de su carácterlúdico. La porfía, en todaslas oca-
siones,seconvirtió entrelos griegos en una función cultural
tan intensa, que se considerócomo algo corrienteylleno de
valory ya no sesintió como juego.
Como veremos en seguida, el caso griego no es el único.
Se presenta también, en una forma un poco diferente, entre
losviejoshindúes.También ellos poseen diferentespalabras
para expresar el concepto juego. El sánscrito posee no me-
nos que cuatro diferentes raíces en uso. El término concep-
tual más general es kridati. Designael juego de niños, adul-
tos y animales. Y lo mismo que la palabra correspondiente
en los idiomas germánicos, sirve también para designar el
agitarse del viento y de las olas. Puede señalar el brinco o la
danzaengeneral, sin referenciaexpresa aljuego. Muypróxi-
ma a esta significación está la raíz nrt, que cubre todo el
campode ladanzay dela representación dramática. Divyati
designa, en primer lugar, el juego de dados, pero también
significa jugaren general, bromear, retozar y burlar. La sig-
nificación primaria parece ser la de arrojar, conla que está
relacionada también la de irradiar4
• En la raíz las, de donde
procede vilasa, se juntan las significaciones de irradiar, de
aparecer repentinamente, de resonar, de vaivén, de jugar y
50
HOMO LUDF:NS
~eestarocupado en general o de haceralgo. En el sustantivo
lila con el denominativo lilayati, cuya significación funda-
mentales!ªdeoscilarylade balanceo, seexpresasobre todo
~o aéreo, ligero, alegre, desembarazado e intrascendente del
J~ego. Ad~más, l!laseñalael «comosi»,lo aparente, laimita-
ción propia del Juego. Así, por ejemplo, gajalilaya (literal-
mente: con elefante juego) significa exactamente: como un
elefante;gajendralila (literalmente: alguien cuyo juego es ele-
fante). un hombre que representa a un elefante, que juega
este pa~el. En t,od~s estas designaciones del juego el punto
de partidasemantico del conceptopareceser un movimien-
torápido, conexión que encontramosen otrosmuchos idio-
mas. Claro_qu~ ~sto no q~iere decirque las palabras signifi-
caran al pnnc1p10 exclusivamente un tal movimiento yque
Juego fueran transferidas al juego. Lo agonal, como tal, no
está, porlo queyosé,expresadoensánscrito porningunade
las palabras que designan el juego y, de manera extraña ni
en la vi~j~ India, ~ond~ eran comunes diversos géneros'de
competlc1ones, existenmgúnvocabloespecífico.
El profesor Duyvendak me ha proporcionado amistosa
info~mac~ó~ acerca d~J modo como se expresa en chino la
función ~ud1ca. También aquí falta Ja designación común,
por mediode unasola palabra, de los diversos tiposde acti-
vidades quenosotros noscreemoscon derecho a subordinar
al concepto juego. La palabra más importante parece ser
wan, e~ la.que prevalecen las ideas de juego infantil. Encie-
rra, principalmente, los siguientes sentidos especiales: en-
tretenerse con algo, encontrar gusto en algo, divertirse, ju-
guete~r, alborotar, bromear. También sirve para palpar,
examina~, olfatear, enredarcon peque.fios adornosy, final-
mente, disfrutar de la luna. El punto de partida semántico
parece ser: fijarse, conjuguetonaatención, en algo, sumirse,
despreocuyadamente, en algo. No sirve para designar jue-
go~dehabilidad, competiciones,júegodedados o represen-
taciones.
2. EL CONCEPTO Of. JUF:GO Y SUS EXPRESIONES EN EL LRNGUAJE 51
Para esto último, para la representación dramática orde-
nada, el chino empleapalabrasque pertenecenal grupo sig-
nificativo de «situación», «exposición». Paratodolo quesea
competición dispone de la palabra especial tscheng, que se
puede comparar perfectamente con la griega á:yrov, y tam-
bién la palabra sai, que designa especialmente la competi-
ción organizadapara alcanzarun premio, elcertamen.
Como ejemplo del modo como se expresa este concepto
del juegoen el dominio de las llamadas culturas primitivas,
puedo utilizar los informes que me proporciona el profesor
Uhlenbecksobre el idioma de una tribude los algonkinos,la
delos indiospies negros. Paratodoslosjuegos infantilessir-
ve el tronco verbal koani. No puede ser vinculado a ningún
juegodeterminado, puesdesignaeljuegoinfantilengeneral,
tanto el de simple carácter retozón corno el organizado.
Cuando se trata de juegos de muchachos y de adultos no se
habla ya, aunque se trate del mismo juego, de koani. Por el
contrario, se emplea otra vez esta palabra con significación
erótica, y especialmente para las relaciones ilegítimas. Para
expresar el juego sometido a determinadas reglas sirve el
término general kaxtsi. Esta palabra designa igualmente
juegos de azar, de habilidady de fuerza. Aquí encontramos
el elemento semántico de ganancia y de porfía. La relación
entre koani y kaxtsi, trasladadade lo nominal a lo verbal, se
asemeja en cierto modo a la de1tatfüá.y á.yrov; sin embar-
go, en el sentido dequelos juegos de azar, que para losgrie-
gospertenecen al grupo de nal.~co, en ellenguaje de los pies
negros caen dentro de lo agonal. Para todo lo que se halla
dentro de la esfera mágico-religiosa, por ejemplo, para la
danza y la fiesta, no sirven ni koani ni kaxtsi. Además, po-
seen estos indios dos palabras especiales para ganar, de las
que una, amots, es paraganaruna carrera, certameno juego,
pero tambiénparaganarel combate,enestecaso, en elsenti-
do de 'organizar una matanza', mientras que laotra, skits, o
en sucaso skets sirve tan sólo para el juego y el deporte. Por
52 HOMO LU Ol!NS
lo que se ve, la esfera lúdicay la agonal parecen confundirse
por completo.Existe también una palabra propiaparaapos-
tar: apska. Es notable la posibilidad que existe de dotara un
verbo con la significación accesoria de que 'no es en serio',
de que 'es en broma', mediante un prefijo, kip, literalmen-
te: 'porlo corto,nada másque así', porejemplo,ániu signifi-
ca'éldice', kípaniu, 'lo diceenbroma, no con intención'.
En conjunto, parece que en el lenguaje de los pies negros
elconcepto dejuego, porlo que se refierea la abstracción ya
la posibilidad de expresión, no es muy distinto del griego,
perotampoi
coseidentificacon él.
Vemos, pues, que en griego, en el antiguo hindúy en chi-
no, se encuentra diferenciado el concepto de competición
del dejuego, mientras queenellenguajedelos pies negrosla
línea de demarcación es un poco diferente y esto podría in-
clinarnosacreerque Bolkestein tenía razón yqueestasepa-
ración lingüística correspondía a unadiferenciasociológica
y psicobiológica esencial, más profunda, entrejuegoy com-
petición. Pero contra esta conclusión está, no sólo todo el
material histórico-cultural que manejaremos a continua-
ción,sino también elhecho de que, en esteaspecto, todauna
seriedelenguajes, nomenosseparados entre sí,muestran en
el concepto de juego una concepción más amplia. Además
deparalamayoría delos idiomaseuropeos, vale esto parael
latín, el japonés y uno, por lo menos, de los idiomas semí-
ticos.
En lo que respecta al japonés, la ayuda amistosa del pro-
fesor Rahdermepermiteofreceralgunasobservaciones. Po-
see, en oposición con el chino y de acuerdo con los moder-
nos idiomas de Occidente, una palabra muy determinada
paralafunción lúdica en general,y, en oposicióna ella, otra
quedesigna lo serio. El sustantivoasobiy elverbo asobusig-
nifican jugaren general, abandono, diversión, distracción,
excursión, recreo, libertinaje, jugara los dados, ociosidad,
algo que se halla sin utilizar, estar sin ocupación. También
2. 1!L CONCEPTO DE JUEGO Y SUS l!XPRESIUNF.S EN EL LENGUAJF. 53
sirve en el sentido de representar algo, imitar. Es notable la
significación dejugaraplicada ala limitada solturade movi-
mientos -al juego- de una rueda o de otro instrumento, lo
mismo que en alemán, holandés e inglés5
• Tambiénes nota-
ble la palabra asobu con el sentido de estudiar con alguien,
de estudiar en algún sitio, que recuerda la palabra latina lu-
dusen su significación de escuela. Asobu puede designar un
simulacro de lucha, pero no una competición como tal, así
que encontramos, otra.vez, una línea de separación entre el
agón y eljuego. Finalmente asobu, en este caso comparable
al chino wan, se aplica también alas reuniones de té con fi-
nes estéticos, en las que se van pasando de mano en mano
trabajos de cerámica entre admiraciones y alabanzas. Pare-
ce faltar el enlace con el mover rápido, con el brillar y con el
juguetear.
Un examen atento de la concepción japonesa del juego
nos llevaría demasiado dentro de la culturajaponesa,lo que
está más allá de nuestro propósito. Bastará con lo siguiente.
Laextraordinariagravedaddelidealdevidajaponésse suele
ocultar bajo la ficción de que no se trata más que de un jue-
go.Del mismomodo quelacaballería delaEdadMediacris-
tiana,el buschidojaponés transcurreenlaesferadeljuego. El
idioma conserva esta concepción todavía en el asoba.se-ko-
toba de la conversación cortés, que se emplea con las perso-
nas de rango. Se presentanlas cosas como si todo lo que ha-
cen las clases superiores lo hicieran jugando. La forma
cortés paradecir «ustedes llegan aTokio»,literalmente reza:
«ustedesjueganllegada enTokio»,y para decir «mehe ente-
rado de que ha fallecido su padre»,literalmente: «me he en-
terado de que suseñorpadrehajugadoel morir».Este modo
de expresión está próximo, a lo que parece, al aleman Seine
Majestathabengeruht('Sumajestad seha dignado'),o laho-
landesa Ugelieve6. El personaje de rango es visto en una al-
tura en la que sólo un dignarse voluntario puede moverle a
obrar.
54 HOMO LUDENS
Frente a esteocultamientodelavidanoble traseljuego te-
nemos, en japonés, un concepto muy explícito de la serie-
dad, de lo que no es juego. Para la palabra majime tenemos
estas significaciones: seriedad, parquedad, honorabilidad,
solemnidady también: sosiego,honradez,decencia. Guarda
relación con la palabra que, en la conocida expresión china
«perder la cara», traducimos por cara. En uso adjetivo pue-
de significar también prosaico, matter offact. Se utiliza
igualmente en expresiones como «es en serio», «basta de
broma», «tomó enseriolo queera broma>>.
En los idiomas semíticos el campo de significación del
juego, como me instruyó mi amigo y colega Wensinck, ha
poco fallecido, está dominado por la raíz la'ab, con la que
parece estar emparentada la'at. Pero, en este caso, con una
misma palabratenemos, además delasignificacióndejugar
en sentido propio, la de reír y burlar. El árabe la'iba abarca
jugar en general, burlarse y escarnecer. En hebreo-arameo
la'ab significa reíry burlarse. Además, en árabey en siriaco,
la raíz tiene la significación de «babear» de un niño de pe-
cho, probablemente porque hace globitos de saliva, lo cual
puede ser considerado como un juego. La significación de
reír y jugarmarchan juntasen el hebreo sahaq. Es notable
tambiénlasignificación de «jugar» un instrumento musical,
quetienede común al árabe la'iba con algunos idiomas mo-
dernos. El punto de arranque semántico para la expresión
del concepto juego parece residir en el mismo terreno en el
grupo deidiomassemitas queeneldelosidiomas antes exa-
minados. Más tarde nos ocuparemosde un interesantedeta-
lle que nos ofrece el idioma hebreo en lo que respecta a la
identidaddelo agonalconlo lúdico.
En contrastesorprendentecon elgriego y suscambiantes
yheterogéneas formas deexpresión delafunción lúdica, te-
nemos el latín, con unasolapalabraque abarca todoel cam-
po deljuego: ludus, ludere, dedonde derivalusus. Juntoa ella
tenemos iocus, iocari, pero con la significación especial de
2.. EL CONCEPTO 1>!; )UP.CO Y SUS EXPRhSll)Nf
_c; EN EL Ll::NG~;AJP. 55
chiste y broma. En el latín clásico no designa esta palabra el
juego auténtico. La base etimológica de ludere, a pes~r de
que se puede emplear para expresar las alel?,'es evoluciones
de los peces en el agua, el revoloteo de los paJaros, el chapo-
teo del agua, seguramente no se halla en el ~mpo ~el «mo-
ver rápido», sino, más bien, en el ~elo n? sen~, el simulacro
y laburla. Ludu5, ludere abare.a elJ~~go.mfanttl, el_~ecreo, la
competición yla representación ht~rg1ca y tamb1en l~ te~­
traly losjuegos de azar. Enlaexpresión lares ludentes, ~1gn~­
fica danzar. El complejo conceptual de 'tomar la apanenc1a
de algo' parece darse en primer plano. Tamb.ién l?s com-
puestos alludo, colludo, illudo nosllevan enl~d~recc1ón ~elo
inconsistentey delo falaz. De estabase semanticase ~eJalu-
dus, ensu significacióndejuegos públicos, que tantarm~or­
tancia tenían en lavidaromana, yenlade escuela,la pnme~
ra vez partiendo seguramente del sentido de competición Y
la segundadel sentidodeejercicio.
Es digno de observarse que ludus, ludere como c?~cepto
general de juegoy jugar, no sólo no ha pasado a ~os idio.mas
románicos, sino que, por lo que veo, apenas s1 ha de1ado
huella alguna. En todas laslenguas románi~s, y se?ura~en­
te muy temprano, los vocablos especiales iocus,_iocan han
ampliado su ámbito significativo al terreno del Juego y del
jugar,postergando por complet? lu~us, lude~e. ~n elfr~ncés,
iocus, iocarihadadolasformas1eu,1ouer;en1tal1ano,gzuoco,
giocare; en español,juego,jugar; en ~ortu.gués,jog~, jogar, Y
en rumano,joc, juca7 • No vamos a d1scuur ah~ra s1hay que
atribuirla desaparición de ludus a causasfonéticas o semán-
ticas. .
En los idiomas europeos modernos la palabraque desig-
naeljuego abarca un campo especialmente.ancho. Tanto en
losidiomasrománicoscomo enlos germámcosla vemosex-
tenderse sobre diferentes grupos conceptuales del «mover»
0 del«obrar»quenadatienen quever con eljuegoen sent~do
estricto y formal. Así, porejemplo, la aplicación deltérmmo
56
HOMO WDENS
jue~o o dejugara la movilidad limitada de partes de un me-
canismo, es común al francés, italiano, español, inglés, ale-
mán y holandé~ y,también, ~ornoobservamosantes, aljapo-
nés. Es como s1 el conceptoJugar abarcara progresivamente
uncampo cadavezmayor, que excede enmucho al de7tait;ro
Y.hasta al de l~dere, y en esa marcha susentido específico se
disuelve, en cierto modo, en el de una acción o movimiento
ligeros. Esto se puede observar, en especial, en los idiomas
germánicos.
El grupo idiomático germánico no posee, como indica-
mos, ninguna palabracomún quedesigne eljuegoy eljugar.
Por lo t~nto, ~odemos decir que, en el primitivo período
germámco, elJuego no había sido abarcado con un concepto
general. Pero tan pronto como cada rama lingüística del
grupo g~rmánico sefiala una palabra para juego y jugar, es-
t~s térm1~os ~desenvuelven semánticamenteporla misma
v1a o, meJor dicho, se nos pone entonces de manifiesto que
se comprende con aquella denominación el mismo grupo
de conceptos ancho y en ocasiones, aparentemente hetero-
géneo.
En la tradición muy limitada del gótico, que no abarca
mucho más que una parte del NuevoTestamento,noencon-
tramos una palabra parael juego, perola traducción de San
M~~s, X, 34: Kai tµmx.ít;ouctv CXÚ'tcp-y el lectorse son-
reirásin duda- porjah bilaikandina sededuce, con bastante
certeza, queelgóticoexpresabaeljugarcon elmismo laikan
que en los idio~as escandinavosha suministradolapalabra
gene~al ~ara elJugar y que, también, está representado con
esta s~gnifi~ación en el viejo inglés y en el grupo alemán. En
el gótico laikan se presenta sólo con la significación de sal-
tar. Ya vimos que el movimiento rápido se ofrece como sig-
nificación fun~am.ental concret.a de algunas palabras que
h~cen referencia alJuego8
• O, meJordicho, a unmovimiento
v~vo rítmico.En el diccionario de Grimmésta es lasignifica-
ción fundamental del sustantivo alto alemán leich, cuyas
2. P.L CONCEPTO DE JUECO Y SUS EXPRESIONES EN EL LENGUAJE 57
otras significaciones caen en la esfera del juego, mientras
que para el idean anglosajón se ofrecen, como significacio-
nes concretas: to swing, to wave about, como un barco sobre
las olas, como el cernido de los pájaros y el oscilar de las lla-
mas. Además, ldc y Idean, lo mismo que el viejo nórdico
leikr, leika9
, sirven para significar diversas suertes de juego,
danza y ejercicios corporales. En los idiomas escandinavos
posteriores lege, leka afirman casi exclusivamentelasignifi-
cación dejugar.
Elespléndido desarrollo dela raízspielde los idiomasdel
grupo alemán se ve con gran claridad en el minucioso ar-
tículo Spiel undSpielen, de M. Heyney otrosenelDeutschen
Woerterbuch (X, I, 1905).Dela conexión semánticadelapa-
labrallama la atención, enprimerlugar, lo siguiente. En ale-
mán se puede decir ein Spiel treiben ('practicar un juego'), y
enholandés eenspelletjedoen, pero elverbo contemporáneo
apropiado es spielen. Se dice man spielt ein Spiel, sejuega un
juego. Enotraspalabras, que para expresarelgénerode acti-
vidadhay que repetirel concepto contenido en el sustantivo
paracalificarelverbo. Esto quiere decir, según todas lasapa-
riencias, quela acción es de un género tanparticulare inde-
pendiente que se destaca de todos los modos ordinarios de
actividad, y asíspielen no es ningún tun, esto es,jugar no es
ningúnhacero practicar.
Otro punto importante es que propendemos constante-
mentea debilitarla idea dejugar-ylo mismo se puededecir
deljouer francés y del to play inglés o del alemán spielen-
convirtiéndola en un concepto que señala, es cierto, deter-
minada actividad, pero que no conservadeljugaren sentido
estricto más que una de las propiedades inherentes al juego,
yaseael matizdeuna ciertaligerezao deunaciertatensión e
inseguridad respecto a un resultado, ya el de un cambio or-
denado o el de cierta elección libre. Hemos señalado que la
palabra jugar sirve también para significar una limitada li-
bertad de movimientos. Cuando el florín fue devaluado, el
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  • 3. 8 HOMO LUDF.NS - comojuego- y en él sedesarrolla. Podrán encontrarsehue- llas de esta concepción en todos mis escritos a partir de 1903. En el afto 1933 fue objeto de estaidea mi discurso rec- toral de Leyden Over de grenzen van spel en ernst in de Kul- tuur (Haarlem, TjeenkWillink & Zoon 1933). Cuando ree- laboré este ensayo para unas conferencias en Zurich y en Viena (1934) y, más tarde, para otra en Londres (1937), le pusecomo título Das Spielelement derKultury ThePlay Ele- mentofCulture. En ambasocasionesse me quiso cambiarlas expresiones correspondientespor in der Kultur e in Culture, ylas dos veces suprimílapreposicióny restablecíelgenitivo. Porque no se trata, para mí, del lugar que al juego corres- pondaentrelasdemás manifestacionesdelacultura,sinoen qué grado la cultura misma ofrece un carácter de juego. No me interesaba entonces, como no me interesa tampocoaho- ra, en este estudio más elaborado, articular el concepto jue- go, siseme permitelaexpresión, en el concepto cultural(') Enlapresenteobra eljuego esconcebido como fenóm~no cultural y no, o porlomenos no en primerlugar, como fun- ción biológica. En ella se emplean los recursos del pensar científico-cultural. Seencontraráque,enlamedidadelo po- sible,.apenas hago uso de la interpretación psicológica del juego, sin escatimarle por ello importancia, y que tampoco aplico conceptos y explicaciones etnológicos, aun en el caso en que meveo obligado a presentar hechos de esa especie, sino en medida muylimitada. Así, por ejemplo, no tropeza- rá ellectormás que unasolavezconla expresión «mágico»y ni siquiera unacon lade«mana» u otras parecidas. Si mide- mostración tuviera queadoptar forma de tesis, unade ellas rezaría así: la etnología ylas ciencias afines conceden poca importanciaalconcepto dejuego. Al ofrecer mi libro al público me asalta el temor de que a pesar de todo el trabajo que me ha supuesto,vaya a ser con- sideradopormuchos como unaimprovisación con deficien- te prueba. Pero el destino de un autorque se ocupa de pro- INTRODUCCIÓN A M ODO Df. PROLOGO 9 blemas de la cultura supone que, en ocasiones, tiene que pi- sarterrenos queno conocelobastante. Peroera algo imposi- ble para míllenartodaslaslagunascientíficasantes de escri- birlo y me ha sido mucho más fácil respaldar cada detalle conuna cita. Lacuestióneraésta: escribirel libro ahorao no escribirlonunca. Escribiracercadealgo quemeeraentraña- ble. Yme decidía escribirlo. J.HUIZINGA Leyden, 15 dejunio de 1938.
  • 4. Índice Introducción a modo de prólogo .......................................... ' 1. Esenciaysignificación deljuego comofenómeno cultural. .2. Elconceptodejuego y sus expresiones en el lenguaje .... 3. Juego ycompetición, función creadora de cultura......... 4. Eljuegoy elderecho ....................................................... ·S. Eljuegoylaguerra.......................................................... 6. Eljuego yel saber ............................................................ 7. Juegoy poesía ................................................................. 8. Papel de lafiguración poética ........................................ 9. Formas lúdicasde la Filosofía ........................................ 10. Formaslúdicas delarte ................................................... 11. Las culturasylas épocas subspecieludi .......................... 12. El elemento lúdico en la cultura actual .......................... Notas ...................................................................................... 7 11 45 67 103 117 137 153 174 187 201 220 247 271 l. Esencia y significación del juego como fenómeno cultural Eljuego es más viejo que la cultura; pues, por mucho que es- trechemos el concepto de ésta, presupone siempre una so- ciedad humana, y los animales no han esperado a que el hombre les enseñara a jugar. Con toda seguridad podemos decir que lacivilización humana no ha añadido ninguna ca- racterística esencial al concepto deljuego. Los animales jue- gan,lo mismo que los hombres. Todoslosrasgos fundamen- tales deljuegosehallanpresentesenelde los animales. Basta converjugara unos perritos parapercibir todos esos rasgos. Parecen invitarse mutuamente con una especie de actitudes y gestos ceremoniosos. Cumplen con la regla de que no hay que morder la oreja al compañero. Aparentan como si estu- vieran terriblementeenfadados. Y, lo más importante, pare- cengozar muchísimo con todo esto. Pues bien, estejuegore- tozón de los perritos constituye una de las formas más simples del juego entre animales. Existen grados más altosy más desarrollados: auténticas competiciones y bellas de- mostraciones ante espectadores. Podemos ya señ.alar un punto muy importante: el juego, en sus formas más sencillasydentro de la vida animal, es ya algo más que un fenómeno meramente fisiológico o una 11
  • 5. 12 HO MO LUD.ENS reacción psíquica condicionadade modo puramentefisioló- gico. Eljuego, en cuanto a tal, traspasa Joslímites dela ocu- pación puramentebiológica o física. Es unafunción llena de sentido. En eljuego «entra en juego» algo que rebasa el ins- tinto inmediato de conservación y que da un sentido a la oc~p~c~ón vi~al. Todo juego significa algo. Sidesignamosal prmc1p10 acllvo que compone la esencia deljuego «espíri- tu», habremos dicho demasiado, pero si le llamamos «ins- tinto», demasiado poco. Piénsese lo que sequiera, el caso es que poreJ hecho de albergarel juego un sentido se revela en él,en suesencia, la presenciade un elemento inmaterial. L~ ~sicología y la fisiología se esfuerzan por observar, des- cnb1ry explicareljuegodelosanimales, deJos niños y delos ad~tos. Tratan d~ determinarlanaturalezay lasignificación delJuego para asignarlesu lugarenelplan delavida. Deuna manera general, sin contradicción alguna, se suele tomar como ~unto de partidadecualquierinvestigacióncientífica que elJuego posee una considerable importancia, que cum- ple una finalidad, sino necesaria porlo menos útil. Los nu- ~erosos intento~para determinaresta función biológica del Juego sonmuydivergentes. Seha creído poderdefinirel ori- gen y la base del juego como la descarga de un exceso de ener~ía vital. Según otros, elservivo obedece,cuandojuega, a un impulso congénito deimitación, o satisface una necesi- da~de relaja?1~ento, o se ejercitapara actividadesserias que lavidalepediramásadelante o, finalmente, le sirvecomo un ejercicio paraadquirirdominiode símismo. Otros, todavía, buscan suprincipioen lanecesidadcongénitadepoderalgo o deefectuaralgo, o también en el deseo dedominaro de en- t~ar en competencia con otros. Hay todavía quienes lo con- sideran como una descarga inocente de impulsos dañinos, como compensación necesaria de un impulso dinámico orientado demasiado unilateralmente o como satisfacción l. ESENCIA y SIGNIFICACIÓN 0 1!1. JUEGO C OMO FENÓMl!NO CULTURAL 13 delosdeseosque, no pudiendo sersatisfechosenla realidad, lo tienen quesermediante ficción y, de este modo,sirvepara elmantenimiento del sentimientodela personalidad1 • Todas estas explicaciones tienen de común el supuesto previo de que el juego se ejercita por algún otro móvil, que sirve a alguna finalidad biológica. Se preguntan por qué y paraqué sejuega. Las respuestasque dan en modo alguno se excluyen. Se podrían aceptar muy bien, unas junto a otras, todas las explicaciones que hemos enumerado, sin caer por ello en una penosaconfusión conceptual. Pero deesto se de- duce que noson sino explicaciones parciales, porque, de ser unadeellasladecisiva, excluiríaa las restantes o las asumiría en una unidadsuperior. La mayoríadelasexplicaciones sólo accesoriamente se ocupan de la cuestión de quéy cómo sea eljuego en sí mismo y qué significa para el que juega. Abor- danel fenómeno deljuegoconlos métodos de mensura dela ciencia experimental, sin dedicar antes su atención a la pe- culiaridad del juego, profundamente enraizada en lo estéti- co. Porlo general, no se describe la cualidad primaria «jue- go». Frente a todas estas explicaciones podemos adelantar una pregunta: Muybien, pero¿dóndeestáel «chiste» deljue- go? ¿Por qué hace gorgoritos de gusto el bebé? ¿Por qué se entrega eljugador a supasión? ¿Por quélaluchafanatiza a la muchedumbre? Ningún análisis biológico explicalaintensi- daddeljuegoy,precisamente,enestaintensidad,enestacapa- cidadsuyadehacer perderla cabeza, radica suesencia, lo pri- mordial. La razón lógica parece damos a entender que la naturalezabienpodíahabercumplido contodas estasfuncio- nes útiles, como descarga de energía excedente, relajamiento tras la tensión, preparación para las faenas dela vida y com- pensaciónporlonoverificable,siguiendo uncaminodeejerci- ciosyreacciones puramentemecánicos.Peroelcasoesquenos ofreceeljuegocontodasutensión,consualegríaysubroma. Este últimoelemento, la «broma» deljuego, resistea todo análisis, a toda interpretación lógica. El vocablo holandés
  • 6. 14 HOMO LUDENS aardigheides, en este aspecto, muy característico. Se deriva de aard, que significa a la vez especie y también esencia, ofreciendoasí testimoniodequeel asunto nosepuedellevar más lejos. Esta imposibilidad de derivación se expresa de manera excelente, para nuestro moderno sentimiento del l~ngua~e, en la ~alabrainglesafun, bastante nueva en su sig- nificación cornente. Enfrancés, cosasorprendente, no tene- mos equivalente de este concepto. Y, sin embargo, es éste el quedeterminalaesenciadeljuego. En eljuegonos encontra- mo~ con una categoríavital absolutamenteprimaria,paten- te sm más para cada quien como una totalidad que, segura- mente, merece este nombre mejor que ninguna otra. Tendremos, pues,queesforzarnos en considerarel juego en sutotalidady valorarlo así. La realidad «juego>) abarca, como todos pueden darse cuenta, el mundo animal y el mundo humano. Por lo tanto, no puede basarse en ninguna conexión de tipo racional, porqueelhecho defundarse en la razónlo limitaríaal mun- do deloshombres. Lapresenciadel juego no sehallavincu- lada~ ninguna etapa de la cultura, a ninguna forma de con- cep~1ón del ~undo. ~odo serpensante puede imaginarse la r.eal1dad delJuego, elJugar, como algo independiente, pecu- h~,aunquesulenguajenodispongapara designarlo de nin- gun vocablo general. No es posible ignorar el juego. Casi todo lo abstracto se puede negar: derecho, belleza, verdad, bondad,es~,íritu, Dios. Loseriosepuedenegar; eljuego, no. Pero,qu1eraseo no, al conocereljuegoseconoceelespíri- tu. Porque el juego, cualquiera que sea su naturaleza, en modo alguno es materia. Ya en el mundo animal rompe las barreras de lo físicamente existente. Considerado desde el punto de vista de un mundo determinado por puras accio- nesdefuerza, es,en elpleno sentido delapalabra,algo supe- rabundans, algo superfluo. Sólo la irrupción del espíritu, qu.e can~ela la.determinabilidad absoluta, hace posible la ex1stenc1a del JUego, lo hace pensable y comprensible. La l. ESENCIA y SIGNIFICAC!ÓN OEL JUEGO CO MO FENÓ MENO CULTURAL 15 existencia del juego corrobora constantemente, yen ~l sen- tido más alto,elcaráctersupralógico de nuestras1tuac16n en el cosmos. Los animales pueden jugar y son, por lo tanto, algo más quecosas mecánicas.Nosotrosjugamos ysabemos que jugamos;somos, portanto, algo másque meros seresde razón, puestoque eljuegoesirracional. Quien dirigesumiradaa lafunción ejercidapo~ elju~go,_no talcomo se manifiestaen la vidaanimal yenlamfantil,smo en lacultura, está autorizado a buscar el concepto del juego allí mismo donde labiologíay la psicología acaban su tarea. Tropieza con el juego en la cultura como magnituddadade antemano, que existe previamente a la cultura, y que. la acompaña y penetra desde sus comienzos hast.a su extin- ción. Siempre tropezará con el juego como ~uahdad.deter- minadadelaacción, quese diferenciadelavida «comente». Dejemos, por el momento, la cuestión de h~sta qué gr~do el análisiscientífico puede ser capaz de reducir estacualidad_~ factores cuantitativos. Loque nos interesa,es,precisamente, esa cualidad, tal como se presenta en su peculiaridad como forma delavida quedenominamosjuego.Suobjetoes,pues, eljuego comouna forma deactividad, como un~formallena desentidoycomo función social. Nobuscalos tmpuls~s na- turales que condicionarían,de una manerageneral, elJugar, sino que consideraeljuego, ensusmúltiplesformas concre- tas como una estructura social. Se empeña en comprender el j~ego en su significación primaria, tal como la siente ~l mismo jugador. Ysi encuentra que de~cansa en u~a mani- pulación de determinadas formas,en cierta figurac1~n de ~a realidad mediante su trasmutación en formas de vida ani- mada en esecaso trataráde comprender,ante todo, elvalor y la sÍgnificación de estas formas y de aquell~ figura~ión. Tratará de observar la acción que ejercen en elJuego mismo y de comprenderlo asícomo un factordelavida cultural.
  • 7. 16 HOMO LlJD.ENS Las grandes ocupaciones primordiales de la convivencia humana están ya impregnadas de juego. Tomemos, por ejemplo, el lenguaje, este primero y supremo instrumento que el hombre construye para comunicar, enseñar, man- dar; por el que distingue, determina, constata; en una pa- labra, nombra; es decir, levantalas cosas a los dominios del espíritu. Jugando fluye el espíritu creador del lenguaje constantemente de lo material a lo pensado. Tras cada ex- presión de algo abstracto hay una metáfora y tras ella un juego de palabras. Así, la humanidad se crea constante- mente su expresión de la existencia, un segundomundo in- ventado, junto al mundo de la naturaleza. En el mito en- contramos también una figuración de la existencia, sólo quemás trabajadaquelapalabraaislada. Medianteel mito, el hombreprimitivo tratade explicarlo terrenoy, median- te él, funde las cosas en lo divino. En cada una de esas ca- prichosas fantasías con que el mito reviste lo existentejue- ga un espíritu inventivo, al borde de la seriedad y de la broma. Fijémonos también en el culto: la comunidad pri- mitiva realiza sus prácticas sagradas, que le sirven para asegurarla salud del mundo,sus consagraciones, sus sacri- ficios y sus misterios, en un puro juego, en el sentido más verdadero del vocablo. Ahora bien, en elmitoy enel cultoes dondetienen su ori- gen las grandes fuerzas impulsivas dela vida cultural: dere- cho y orden, tráfico, ganancia, artesaníay arte, poesía, eru- dicióny ciencia. Todo estohundeasísus raíces en el terreno delaactividadlúdica. Elobjeto deestainvestigación consiste enhacerverqueel empeñarse en considerar la cultura sub specíe ludi significa algo más que un alarde retórico. La idea no es del todo nue- va. Fue ya muygeneral y aceptada en el siglo xv11, cuando surgió el gran teatro secular. En la pléyade brillante que va de Shakespeare a Racine, pasando por Calderón, el drama dominó el arte poético dela época. Uno tras otro, los poetas l. ESENCIA y SIGNIFICACIÓN DEL JUEGO COMO FENÓMENO CULTURAL 17 compararon al mundo conunescenario dondecada uno de- sempeña o juegasu papel. Parece reconocerseasí,sinamba- ges, el carácter lúdico de la vida cultural. Pero si examina- mos con mayor atención esta comparación habitual de la vidacon una pieza teatral, nos daremos cuenta de que, con- cebida sobrebasesplatónicas,sutendencia es casi exclusiva- mente moral. Era una nueva variación del viejo tema de la vanidad, unlamento sobre la liviandad de todo lo terreno y nada más. En esta comparación no se reconocía o no se ex- presabaque eljuegoyla culturasehallan,en efecto, implica- dos el uno en elotro. Ahora setrata de mostrar que el juego auténtico, puro, constituyeun fundamento y un factor de la cultura. Ennuestra conciencia eljuegose opone a lo serio. Estaopo- siciónpermanece, al pronto,tan inderivable comoelmismo concepto dejuego. Pero mirada más al pormenor, esta opo- sición no se presenta ni unívoca ni fija. Podemos decir: el juego eslo no serio. Pero, prescindiendo dequeesta propo- sición nada dice acerca de las propiedades positivasdel jue- go, es muy fácil rebatirla. En cuanto, en lugar de decir «el juego eslo no serio» decimos «el juego no es cosa seria», ya la oposición no nos sirve de mucho, porque el juego puede ser muy bien algo serio. Además, nos encontramos con di- versas categorías fundamentales de lavida que se compren- den igualmente dentro del concepto de lo no serio y que no corresponden, sin embargo, al concepto de juego. La risa se halla en cierta oposición con la seriedad, pero en modo al- gunohayquevincularla necesariamente aljuego. Los niños, los jugadores de fútbol y los de ajedrez, juegan con la más profunda seriedad y no sienten la menor ÍJ!Cli!lªQº~-~ reJI_'. Esnotablequelamecánicapuramentefisiológica delreírsea algo exclusivo del hombre, mientras que comparte con el animallá. función, llena de sentido, del juego. El aristotélico
  • 8. 18 HOMO LUDENS animalridenscaracteriza alhombre poroposición al animal todavíamejorqueelhornosapiens. Lo que decimos de la risa vale también de lo cómico. Lo có- micocae asimismo bajoelconcepto delo no serio y, en cier- to modo, se halla vinculado a la risa, puesto que la excita. Pero su conexión con el juego es de naturaleza secundaria. En sí, el juego no es cómico ni para eljugador ni para el es- pectador. Losanimalesjóvenesy losniñospequeños son, en ocasiones, cómicos cuandojuegan; peroyalos perrosmayo- res, que sepersiguen uno a otro, no lo son o apenas.Cuando encontramoscómicauna farsa o una comedia no sedebe ala acción lúdica que encierran, sino a su contenido intelectual. Sólo en un sentido amplio podemos denominar juego a la mímicacómica, que provocalarisa,de un payaso. Lo cómico guarda estrecha relación con lo necio. Pero el juego no es necio. Estámásallá de toda oposiciónentre sen- satez y necedad. Sin embargo, también el concepto de nece- dad ha servido para expresarla gran diferencia de los esta- dos de ánimo. En el habla de la Edad Media tardía la pareja de palabrasfolie etsens coincide bastante bien con nuestra distinciónjuego-seriedad. Todas las expresiones del grupo conceptual, cuya cone- xión sólo vagamente secapta, yal que pertenecenlas dejue- go, risa, diversión, broma,lo cómicoy Jo necio, tienende co- mún el carácter inmediato, no derivable, de su concepto, carácter que ya adscribimos al juego. Su ratio reside en una capaespecialmenteprofunda denuestro serespiritual. Cuanto más nos empeñamos en perfilarla forma lúdica de la vida con respecto a otras, en apariencia emparentadas con ella, más sepone de relievesu profunda independencia. Todavía podemos avanzarenestaseparación del juego de la esfera delasgrandes antítesiscategóricas. Eljuegoestá fuera dela disyunciónsensatezy necedad;pero fuera también del l. ESENCIA Y SIGN IPIC A(;JÓN lJl:iJ. Jl!liGO <.;OM O t'ENl~Ml-'NO CUJ:rUR AL 19 contrasteverdady falsedad, bondady maldad. Aunque elju- gar es actividad espiritual, no es, por sí, una función moral, nisedanenélvirtudo pecado. Si, por lo tanto, no podemos hacer coincidir, sin más, el juego conloverdaderoni tampoco conlobueno, ¿caerá, aca- so, en el dominio estético? Aquí nuestro juicio comienza a vacilar. La cualidad de «ser bello» no es inherente al juego como tal, pero éste propende a hacerse acompañar de toda clase de elementos de belleza. Ya en las formas más primiti- vas del juego se engarzan, desde un principio, Ja alegría y la gracia. La belleza del cuerpo humano en movimiento en- cuentra su expresión más bella en el juego. En sus formas más desarrolladas éste se halla impregnado de ritmo y ar- monía, que son los dones más nobles de la facultad de per- cepciónestéticaconqueel hombreestáagraciado. Múltiples y estrechos vínculos enlazan el juego a labelleza. Quedamos, pues, que con el juego tenemos una función delservivoque no es posibledeterminarporcompletoniló- gica ni biológicamente. El concepto «juego» permanece siempre, de extraña manera, aparte de todas las demás for- mas mentales en que podemos expresar la estructura de la vida espiritual y de la vida social. Asf, pues, tendremos que limitarnosporahoraa describir las característicasprincipa- lesdeljuego. Tenemos la ventaja de que nuestro tema, que no es otro que determinar la conexión entrejuego y cultura, nos per- mite no atender a todas las formas existentes de juego. Nos podemos limitar, en lo principal, a los juegos de índole so- cial. Podemos designarlos, siqueremos, comolasformas su- periores dejuego.Sonmás fáciles dedescribir quelos juegos primarios de los niños y de los animales jóvenes, porque, por su estructura, están más desarrollados y articulados y llevan consigorasgoscaracterísticosmás diversosydestaca- dos,mientras que enla definición deljuego primitivotrope- zamos, casi inmediatamente, con la cualidad inderivable de
  • 9. 20 HOMO WDENS lo lúdico, que, a nuestro entender, se resiste a todo análisis. Tendremos que ocuparnos, pues, de competiciones y carre- ras, deexhibiciones yrepresentaciones, de danzasy música, de mascaradasy torneo~. Entrelas características que pode- mos discriminar algunas harán relación aljuego engeneral, otras, en especial, aljuegosocial. Todojuego es, antes quenada, unaactividadlibre.Eljue- go pormandatonoesjuego,todo lo másuna réplica,poren- cargo, de unjuego. Y a este carácterdelibertaddestaca aljue- go del cauce de los procesos naturales. Se les adhiere y adapta como un hermosovestido.Naturalmenteque en este caso habráde entenderse la libertad en un amplio sentido, que no afecta para nada al problema del determinismo. Se dirá: tallibertad no existe en el animaljoven ni en el niño; tienen que jugar p"orque se lo ordena su instinto y porque el juego sirve para el desarrollo de sus capacidades corpo- rales y selectivas. Pero al introducir el concepto instinto no hacemos sino parapetarnos tras una x y, si colocamos tras ellala supuesta utilidaddeljuego, cometemos una pe- tición de principio. El niño y el animal juegan porque en- cuentran gusto en ello, y en esto consiste precisamente su libertad. De cualquier modo que sea, el juego es para el hombre adulto una función que puede abandonar en cualquier mo- mento. Es algo superfluo. Sólo en esta medida nos acucia la necesidad de él, que surge del placer que con él experimen- tamos. En cualquier momento puede suspenderse o cesar porcompleto eljuego. No se realiza envirtudde unanecesi- dad física y mucho menos de un deber moral. No es una ta- rea. Se juega en tiempo de ocio. Sólo secundariamente, al convertirse en función cultural, veremos los conceptos de debery tareavinculados aljuego. Con estotenemosya una primeracaracterísticaprincipal del juego: es libre, es libertad. Con ella se relaciona directa- mente una segunda. l. ESENCIA Y SIGNl.FICACIÓN DEL JUEGO COMO FENÓMENO CULTURAL 2J El juego no es la vida «corriente» o la vida «propiamente dicha». Más bien consiste en escaparse de ella a una esfera temporera de actividad que posee su tendencia propia. Yel infante sabe que hace «como si...»,_que todo es «pura bro- ma». El siguiente caso, que me refirió el padre de un nifio, ilustra con especialclaridad cuán profunda es la conciencia de esto en el niño. Encuentra a su hijo decuatro afios senta- do en la primera silla de una fila de ellas, jugando «al tren». Acariciaal nene, pero éste le dice: «Papá, no debes besara la locomotora, porque, si lohaces,piensanloscoches que no es de verdad». En este «como si» del juego reside una concien- cia de inferioridad, un sentimiento de broma opuesto a lo quevaen serio, que parece ser algoprimario.Yallamamos la atención acerca del hecho de que la conciencia de estar ju- gando en modo alguno excluye que el mero juego se practi- que con la mayor seriedad y hasta con una entrega que de- semboca en el entusiasmo y que, momentáneamente, cancela por completo la designación de «pura broma». Cualquierjuego puede absorberporcompleto, encualquier momento,aljugador. La oposición «en broma»y «en serio» oscila constantemente. El valor inferior deljuego encuentra su límite en el valor superior de lo serio. El juego se cambia en cosa seriay lo serio en juego. Puede elevarse a alturas de belleza y santidad que quedan muy por encima de lo serio. Estas cuestiones difícilessenos irán presentando ordenada- mente tan pronto como nos ocupemos, con más detalle, de larelacióndeljuegoconla acciónsagrada. Provisoriamentesetratade una definición delas caracte- rísticas formales propias de la actividad que denominamos juego.Todoslos investigadoressubrayan el carácterdesinte- resado del juego. Este «algo»que no pertenece a la vida «co- rriente», se halla fuera del proceso de la satisfacción directa denecesidadesy deseos,y hastainterrumpe esteproceso. Se intercala en él como actividad provisional o temporera. Ac- tividadque transcurredentro desímismayse practicaen ra-
  • 10. 22 HOMO LUDENS zón de Lasatisfacciónque producesu mismapráctica.Asíes, porlo menos, como se nos presentaeljuegoen primera ins- tancia: como un intermezzo en lavida cotidiana, como ocu- paciónen tiempo de recreo y pararecreo. Pero, ya en esta su propiedaddediversión regularmenterecurrente, seconvier- te en acompañamiento, complemento, parte de la vida mis- maengeneral. Adornalavida, lacompletay es,enestesenti- do,imprescindibleparalapersona,como funciónbiológica, ypara la comunidad, porel sentido queencierra, por su sig- nificación, porsuvalor expresivoy por las conexiones espi- rituales y sociales que crea; en una palabra, como función cultural. Da satisfacción a ideales de expresión y de convi- vencia. Tiene su lugar en una esfera que se cierne sobre los procesos puramentebiológicos de nutrición, procreación y protección. Con estas indicaciones parecemos contradecir el hecho de que, en la vida animal, los juegos desempeñan tan gran papel en la época de celo. Pero ¿será tan insensato colocar el canto y el pavoneo de las aves en celo, lo mismo que el juego de los hombres, en un lugar fuera de lo pura- mente biológico? Sin embargo, el juego humano, en todas susformas superiores, cuando significa o celebra algo, per- tenece a la esfera de la fiesta o del culto, la esfera de lo sagrado. ¿Es queeljuego, porel hecho de ser imprescindibley útil a la cultura, mejordicho, porsercultura, pierdesucaracterís- tica de desinterés? De ningún modo, porque los fines a que sirve están también más allá del campo de los intereses di- rectamente materiales o de la satisfacción individual de las necesidades vitales. Como actividad sacra el juego puede servir al bienestar del grupo, pero de otra manera y con otros mediosque si estuvieraorientado directamentea lasa- tisfacción de las necesidades de la vida, a la ganancia del sustento. Eljuegose aparta delavidacorriente porsulugary porsu duración. Su «estar encerrado en sí mismo» y su limitación !. ESENCIA y SIGNIFICACT<)N DEL JUEGO COM O FRN<'IMENO CULTU RAL 23 constituyen la tercera característica. Se juega dentro de de- terminados límites detiempo y de espacio. Agota su curso y susentido dentro desímismo. Esto constituye una nueva y positiva característica del juego. Éstecomienzay, en determinado momento,ya seaca- bó. Terminó eljuego. Mientras sejuega hay movimiento, un iryvenir, un cambio, unaseriación, enlacey desenlace. Pero a estalimitación temporal se juntadirectamente otra carac- terística notable. El juego cobra inmediatamente sólida es- tructuracomo forma cultural.Una vezque sehajugadoper- manece en el recuerdo como creación o como tesoro espiritual, es transmitidoportradicióny puede ser repetido en cualquier momento, ya sea inmediatamente después de terminado, como un juego infantil, una partida de bolos, una carrera, o transcurrido unlargotiempo.Esta posibilidad de repetición del juego constituye una de sus propiedades esenciales. No sólo reza para todo el juego, sino también parasuestructura interna.En casitodaslas formas altamen- te desarrolladas de juego los elementos de repetición, el es- tribillo, el cambio en la serie, constituyen algo así como la cadenay suseslabones diversos. Pero todavía esmás clara lalimitación especial del juego. Todo juego se desenvuelve dentro de su campo, que, mate- rial o tan sólo idealmente, de modo expreso o tácito, está marcadode antemano.Asícomoporlaforma noexiste dife- rencia alguna entre un juego y una acción sagrada, es decir, que ésta se desarrolla en las mismas formas que aquél, tam- poco el lugar sagrado se puede diferenciar formalmente del campo de juego. El estadio, la mesa de juego, el círculo má- gico, el templo, la escena, la pantalla, elestrado judicial, son todos ellos, por la forma y la función, campos o lugares de juego;esdecir, terrenoconsagrado, dominio santo, cercado, separado, en losquerigen determinadas reglas. Son mundos temporarios dentro del mundo habitual, que sirven para la ejecución deunaacción que seconsumaen sí misma.
  • 11. 24 HOMO W DENS Dentro delcampodejuego existeunorden propioy abso- luto. Heaquíotrorasgo positivo deljuego: crea orden, esor- den. Lleva al mundo imperfecto y a lavidaconfusauna per- fección provisional y limitada. El juego exige un orden absoluto. La desviaciónmás pequeña estropeatodoeljuego, le hace perder su carácter y lo anula. Esta conexión íntima con el aspecto de ordenes, acaso, el motivo de porquéeljue- go, como ya hicimos notar, parece radicar en gran parte dentro del campo estético. Eljuego, decíamos, propende,en ciertamedida, a serbello. El factor estético es, acaso, idénti- coal impulso de crear unaformaordenada queanimaaljue- go en todas sus figuras. Las palabrascon que solemos desig- nar los elementos del juego corresponden, en su mayor parte, al dominio estético. Son palabras con las que también tratamos de designarlos efectos dela belleza: tensión,equi- librio, oscilación, contraste, variación, traba y liberación, desenlace. Eljuego oprimeylibera, eljuegoarrebata,electri- za, hechiza. Está lleno de las dos cualidades más nobles que el hombre puede encontrar en las cosasy expresarlas: ritmo yarmonía. Entre las calificaciones que suelen aplicarse al juego men- cionamoslatensión.Esteelementodesempeñaunpapelespe- cialmente importante. Tensión quiere decir: incertidumbre, azar. Es un tender hacia la resolución. Con un determinado esfuerzo, algo tiene que salir bien. Esteelemento se encuen- tra ya en el niño de pecho cuando trata de aprehender con sus manitas, en un gatito cuando juega con un carrete, en una niña cuandolanzay recogelapelota. Domina en losjue- gos de habilidad del individuo como rompecabezas, solita- rios, tiro al blanco; y va ganando en importancia a medida que eljuegocobra mayor carácterpugnaz.En eljuego deda- dosy enlaspugnas deportivasalcanzasumáximo nivel. Este elemento de tensión presta a la actividad lúdica, que por sí misma está más allá del bien ydel mal, cierto contenido éti- co. Enesta tensión seponen a prueba)as facultades deljuga- l . ESENC IA Y SIGNIFICACIÓN J>fü. JURGO COMO FENÓ M ENO CULTU RAL 25 dor: su fuerza corporal, su resistencia, su inventiva,su arro- jo, su aguantey también sus fuerzas espirituales, porque, en medio desu ardor paraganar eljuego, tiene que mantenerse dentro delas reglas, deloslímites de lopermitido en él. Estas cualidades de orden y tensión nos llevan a la conside- ración delas reglas dejuego. Cadajuego tienesus reglas pro- pias. Determinanlo que ha de valer dentro del mundo pro- visionalque ha destacado. Lasreglas dejuego,de cadajuego, son obligatorias y no permiten duda alguna; Paul Valéry ha dicho depasada, yes unaideadehondo alcance, quefrente a las reglas de un juego no cabe ningún escepticismo. Porque la base que la determina se da de manera inconmovible.En cuantose traspasan las reglassedeshace el mundodeljuego. Se acabó el juego. El silbato del árbitro deshace el encanto y poneen marcha, porun momento, el mundo habitual. El jugador que infringe las reglas de juego o se sustrae a ellas es un «aguafiestas» (Spielverderber: 'estropeajuegos'). El aguafiestas es cosa muydistintaque el jugador tramposo. Éste hace como que juega y reconoce, por lo menos en apa- riencia, el círculo mágicodel juego. Los compañeros dejue- go le perdonan antes su pecado que al aguafiestas, porque ésteles deshacesu mundo. Alsustraersealjuego revelalare- latividad y fragilidad del mundo lúdico en el que se había encerrado con otrospor un tiempo. Arrebatóal juego lailu- sión, la inlusio, literalmente: no 'entra en juego', expresión muy significativa. Por eso tiene que ser expulsado, porque amenazalaexistenciadelequipo. La figura del aguafiestasse destacamuy bienen losjuegosde los muchachos.Lacuadri- lla no pregunta si el aguafiestas traicionó porqueno se atre- vióa jugaro porque nodebió hacerlo, pues no conoceel «no deber»ylo califica como falta de atrevimiento. El problema dela obediencia y de la conciencia no llega, por lo general, en ellos más allá del temor al castigo. El aguafiestasdeshace
  • 12. 26 HOMO LUDENS el mundo mágico y por eso es un cobarde y es expulsado. También en el mundo delo seriolos tramposos, los hipócri- tasylos faJsarios saJen mejorlibradosquelos aguafiestas: los apóstatas, los herejes e innovadores, ylos cargados con es- crúpulos de conciencia. Pero puedeocurrirqueestosaguafiestas compongan, por suparte, un nuevo equipo connuevas reglas dejuego. Preci- samente el proscripto, el revolucionario, el miembro de so- ciedad secreta, el hereje, suelen ser extraordinariamente ac- tivos para la formación de grupos y lo hacen, casi siempre, con unaltogradode elemento lúdico. Elequipo de jugadores propende a perdurar aun después determinado el juego. Claro que no todo juego de canicas o cualquier partida de bridge conducen a la formación de un club. Pero el sentimiento de hallarse juntos en una situación de excepción, de separarse de los demás y sustraerse a las normasgenerales, mantiene su encanto más alládela dura- ción de cada juego. El club corresponde al juego como el sombrero a lacabeza. Sería demasiado fácil pretendercarac- terizar todo lo que en la etnología figura con el nombre de fratria, clasede edad, sociedadde varones, comoasociación de juego pero, de todos modos, habrá que confesarlo difícil que es separar de la esfera del juego las uniones de tipo du- radero, especialmente las que encontramos en las culturas arcaicas, con sus finalidades tan importantes, solemnes y hasta sagradas. La posición de excepción que corresponde al juego se pone bien de manifiesto en la facilidad con que se rodea de misterio. Yaparalos niños aumenta elencanto desujuegosi hacen de él un secreto. Es algo para nosotrosy no para los demás. Lo que éstos hacen «por allí afuera» no nos importa durante algún tiempo. En la esfera del juego las leyes y los usos dela vidaordinaria no tienenvalidez aJguna. Nosotros «somos» otra cosa y «hacemos otras cosas». Esta cancela- ción temporal del mundo cotidiano se presenta yade pleno J. ESENCIA y SIGNIFICACION mn. JUEGO COMO FENÓMENO CULTUKAI- 27 en la vida infantil; pero también lavemos claramente en los grandes juegos,arraigados enel culto,de lospueblos primi- tivos. Durante lasgrandes fiestas deiniciación en las quelos adolescentesson acogidosen lasociedadde varones, nosólo ellos quedan desligados de las leyes y reglas ordinarias, sino que en toda la tribu se acallan las disensiones. Se suspenden provisionalmente todos los actos de venganza. Esta suspen- sióntemporaldelavidasocialordinariaengraciaa untiempo sagrado de juegola podemos encontrartambiénen culturas másavanzadas.Estasignificaciónalcanzatodoloque,decerca o delejos,tienealgoqueverconlassaturnalesyloscarnavales. Ennuestropropiopasado,decostumbresprivadas másrudas, de privilegios estamentales bien acufiados y de policía más transigente, se conocía lalibertadsaturnal delos muchachos dela tribu con el nombre de «estudiantadas)>. En las universi- dadesinglesaspervivetodavía,formalizado,enel ragging, que el diccionario define como 'desordenado alboroto que tiene lugardesentendiéndosedelaautoridadydeladisciplina'. Ese ser otra cosa y ese misterio del juego encuentran su expresión más patente en el disfraz. La «extravagancia)> del juego es aquí completa, completo su carácter «extraordina- rio».Eldisfrazadojuega a serotro, representa, «es»otroser. Elespanto delos niños, laalegríadesenfrenada, elritosagra- do y la fantasía mística se hallan inseparablemente confun- didos entodo lo que llevael nombre de máscara y disfraz. Resumiendo, podemos decir, por tanto, que el juego, en su aspecto formaJ, es una acciónlibre ejecutada «como sü>y sentida como situada fuera dela vida corriente, pero que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que hayaen ellaningúninterésmaterial niseobtengaenella provecho alguno, que se ejecuta dentro de un determinado tiempo y un determinado espacio, que se desarrolla en un orden sometido a reglas y que da origen a asociaciones que propenden a rodearse de misterio o a disfrazarseparadesta- carse delmundo habitual. . ·
  • 13. 28 HOMO LUDENS La función del «juego», en las formas superiores que tra- tamos aquí, se puedederivardirectamente, en sumayorpar- te, de dosaspectosesenciales con que se nos presenta. Eljue- go es una lucha por algo o una representación de algo. Ambas funciones pueden fundirse de suerte que eljuego re- presente una lucha por algo o sea una pugna a ver quién re- producemejor algo. La representación puede consistir tan sólo en presentar ante espectadores algo naturalmente «dado». El pavo real y el pavo ordinario exhiben la magnificencia de su plumaje a sus hembras: pero en esto hay ya presentación, para causar admiración,de algo extraordinarioysingularísimo. Siel ave ejecuta pasos de baile, entonces tenemos una representa- ción, unaescapada delarealidadhabitual, una trasposición de ésta en un orden superior. Claro que no sabemos lo que entonces está ocurriendo dentro del animal. En la vida del niño semejante exhibición está ya muy llena de figuración. Se copia algo, se presenta algo en más bello, sublime o peli- groso de lo que generalmente es. Se es príncipe o padre o bruja malignao tigre. El niño se pone tan fuera desíquecasi creeque «loes»deverdad, sin perder, sin embargo, porcom- pleto, laconciencia delarealidad normal. Su representación es una realización apare!1!~. una figuracion, es decir, un re- presentaro expresar por figura. Sideljuegoinfantil pasamos a las representaciones sacras cultuales de las culturas arcai- cas, encontramosque «entra enjuego», además, un elemen- to espiritualmuydifícilde describircon exactitud. Larepre- sentación sacra es algo más que una realización aparente, y también algo más que una realización simbólica, porque es mística. En ella algo invisible e inexpresado reviste una for- mabella, esencial, sagrada. Los queparticipan enelcultoes- tán convencidos deque laacciónrealiza una sa.)vacióny pro- curan un orden de fab cosas qúe es superior al orden corrienteenqueviven. Sin embargo,la-·realización mediante representación lleva también, en todos sus aspectos, los ca- l. ESENCIA Y SIGNIFICACIÓN DEL JUEGO COM O ff.NÓMENO CULTURAL 29 racteres formales del juego. Se «juega», se lleva a cabo la re- presentación, dentro de un campodejuego propio, efectiva- mente delimitado como fiesta, es decir, con alegría y liber- tad. Para ello se ha creado un mundo de temporada. Su efecto no cesa con el término del juego, sino que su esplen- dor ilumina el mundo de todos los días y proporciona al grupoque ha celebrado la fiesta seguridad, ordenybienes- tar, hasta que vuelve de nuevo la temporada de los juegos sagrados. Podemos recoger ejemplos de esto por todas partes. Se- gúnlaviejadoctrinachina, ladanzayla músicatienencomo fin conservar el mundo en marchay predisponer a la natu- ralezaen favor del hombre. Delascompeticiones celebradas en los comienzos de las estaciones depende el curso prós- pero del año. S.i no tuvieran lugar, la cosecha no llegaría a sazón2 • La acción sagrada es un dromenon, esto es, algo 'que se hace'. Lo que se ofrece es un drama, es decir, una acción, ya tenga lugar en forma de representación o de competición. Representa un suceso cósmico, pero no sólo como mera re- presentación, sino como identificación; repite lo acaecido. El culto produce el efecto que en la acción se representa de modo figurado. Su función no es la de simple imitación, sino lade darparticipación o la de participar3. Esun helping the action out('unhacerqueseproduzcala acción')4 • Parala ciencia delacultura noesesencial la forma enque la psicología conciba el proceso que se manifiesta en estos fenómenos. Acaso la psicología explicará la necesidad que llevaa tales representaciones como «identificación compen- sadora» o como «acciónrepresentativa» en vistadela impo- sibilidad de ejecutar la acción real, enderezada a su fin5 • Lo queinteresaa lacienciade lacultura escomprenderqué sig- nifican, en el ánimo de los pueblos>esas figuraciones en las que rigelatrasmutación delovividoen formas animadas de vida.
  • 14. ~ . ··- ···~o : H OMO LUIJENS Tocamos aq~~en labasemisma delaciencia delas religio- n.es, enla cue~t1~n delaesenciadelculto,delritoy delmiste- no. Todo el vieJo culto sacrificatorio de los Vedas descansa en laideadequeel arte cultual -seasacrificio, competición0 representación-,_ por el hecho de que representa, copia 0 fi- gura un determinado acontecimiento cósmico deseado fuerza a los diosesa queproduzcan efectivamenteesteacon~ tecimient~. Por lo que se refiere al mundo antiguo este as- pecto ha sido tratado, partiendo de las danzas guerreras de los curetes de Creta, por Miss J. E. Harrison, en forma con- vincente, en su libro Themis. A Study ofthe Social Origins of Greek Religion. No queremos abordar todas las cuestiones religiosas que el tema ofrece y nos detenemos sólo en el ca- rácterdejuegoquepresentala acción cultual arcaica. Elc~to es, por tanto, unae.xposicion, unarepresentación dramat1ca, una figuración, una realización vicaria. En las fiestas sagradas, que vuelven con las estaciones, la comuni- dad celebra los grandes acontecimientosde la vida de la na- tural~za en representaciones sacras. Éstas representan el cambio de las estaciones en acciones dramáticas fantástica- men_te _ transfiguradoras del orto y caída de los astros, del crec1m1ento y madurez ~e los frutos, del nacimiento, vida y muerte dehombres y animales. Los hombres miman, como expresa Leo Frobenius, el orden de la naturaleza al modo como tiene~ conciencia de él6 • En una lejana prehistoria, cree Frobemus, la humanidad ha tomado conciencia de los fenómenos. del mundo vegetal y animaly ha adquirido en- tonces sentido del orden deltiempo ydelespacio, de los me- ses y de las estaciones y del curso solar. Ymima este orden total.de la existenci~ en un juego sagrado. En estos juegos y mediante ellos realiza los acontecimientos representados ~ªY1;1da al orden del mundo a sostenerse. Pero estos juegos s1gmfican ~lgo más, porque de las formas de este juego cul- tual ha nacido el orden dela comunidad deloshombres las institucionesdesu primitiva forma estatal. El reyes el s~l, la 1. ESEN CI A y SIGNIFICACIÓN D lil. JUEGO CO M O FENÓMENO C U l:ruRAL 31 realezaeslafiguración del curso solar. Durante toda suvida el reyrepresenta el papel de «sol»para compartir, fin~men­ te,lasuerte delastro:su propio pueblole arrebatalavidacon formas rituales. La cuestión deen qué grado esta explicación delamuerte ritual del rey y de la concepción que encierra puede valer como cosademostrada es cosaque abandonamos a otro. Lo quenos interesa es otra cuestión: ¿qué se de?e p~nsa~d~ ~e­ mejante actualización figurativa de la conc1enc1a pr~1t1va de lanaturaleza? ¿Cómo transcurre elproceso que comienza conunaexperienciadehechoscósmicos, que no hacobrado expresión todavía y que desemboca en una elaboración lú- dica de estoshechos? Con razón rechaza Frobenius la explicación, demasiado trivial. quese satisfaceintroduciendoelcon~ept?de «ins_tin- to lúdico»como tendencia congénita7 • «Los mstmtos -d1ce- son una invención de nuestra impotencia frente al sentido de lo real> >. Con el mismo rigor, y todavía mejores motivos, criticala propensióndeunaépoca,yapasada, que paratoda adquisición culturalbuscaba la explicación con el «fin a que servía>>. en el «paraqué», en las «razonesquela motivaban», cosas todas que se interpolaban enlacomunidadenestudio. Talpuntodevistalocalifica Frobenius de «tiraníacausalista delapeor especie»,de «ideautilitaria anticuada» 8 : . La idea que se hace Frobenius del proceso espmtua~ que ha debido de tenerlugar en este caso se expone como sigue. Laexperienciadela naturalezay delavida, que no hacob~a­ do todavía expresión, se manifiesta en el hombre arcaico como una «emoción». «La figuración surge en el pueblo, lo mismo que en los niños y en los hombres creadores, de la emoción»9• Lahumanidad sesiente «conmovidaporlareve- lacióndel destino...». «Larealidaddel ritmonatural en elde- veniry en el perecer ha impresionado su sensibilidad yesto haconducido a unaacción forzaday refleja»1 º.Según él,nos hallamos, por lo tanto, frente a un proceso de trasmutación
  • 15. 32 HOMO LUDENS necesariamente espiritual. Envirtud delaemoción, un sen- timiento de la naturaleza se ensancha reflejamente en con- cepción poética, en forma artística. Ésta es acaso la mejor aproximación, en palabras, que podemos ofrecer para el proceso de la fantasía creadora; apenassila podemos deno- minarexplicación. El camino que conduce de la percepción estética o mística, en todo caso alógica, de un orden cósmi- co, alsacrojuegocultual, quedatanoscurocomo antes. En la formulación ofrecida por el gran investigador se descuida la determinación más detallada de qué se entiende por representar o «jugar>> semejante tema sagrado. Repeti- damenteFrobeniusemplealapalabra«jugar» al ocuparse de lasrepresentacionescultuales, perono examinamayormen- te la cuestión de qué pueda significar en este caso jugar. Yhasta uno se preguntasi, en su exposición, no se ocultauna idea utilitaria a laque eratancontrario,y queen modo algu- no armoniza con la cualidad «juego». Eljuego sirve, como expresa Probenius, para actualizar, representar, acompañar y reaJizarelacontecimiento cósmico. Demanera irresistible se adelanta un factor cuasirracional. El juegoy lafiguración siguenteniendo, paraél, lafinalidad deexpresaralguna otra cosa, a saber, cierta emoción cósmica. El hecho de que esta dramatización sea «jugada», parece para él de importancia secundaria. Teóricamente pudo haberse comunicado tam- bién deotromodo. Pero,en nuestraopinión,lodecisivo pre- cisamente es elhecho de jugar. Estejuegoes, por su esencia, no otracosaque unaforma superiordeljuego infantily has- ta del animal que, en el fondo, tienen el mismo valor. En es- tas dos formas dejuegoes difícil encontrarsu origen en una emoción cósmica, en un darse cuenta del orden del mundo quebuscasu expresión. Porlo menos,una tal explicación no tendría mucho sentido. El juego infantil posee de por sí la formalúdicaen su aspecto máspuro. Nos parece posible describir en otras palabras el proceso quelleva de la emociónde «laviday la naturaleza» a una re- l. ESENC IA y SIGNIFICACIÓN DEI. JVEGO COMO FF.NOMENO CULTURAL 33 presentación de este sentimiento en un juego sagrado. No tratamos de ofrecer una explicación de algo efectivamente no indagable, sino tan sólo presentar plausiblemente un proceso real. La comunidad arcaica juega como juegan el niño y los animales. Este juego está lleno, desde un princi- pio, de los elementos propios al juego, lleno de orden, ten- sión, movimiento, solemnidad y entusiasmo. Sólo en una fase posterior se adhiere a este juego la idea de que en él se expresa algo: una idea de la vida. Lo que antes fue juego mudo cobra ahora forma poética. En la forma yen la fun- ción del juego, que representa unacualidad autónoma, en- cuentra el sentimiento de incardinación del hombre en el cosmos su expresión primera, máxima y sagrada. Va pene- trando cadavezmás en eljuegoel significado de una acción sagrada. Elculto se injerta en eljuego,quees lo primario. Nos movemos aquí en un terreno donde apenas cabe pe- netrar conlosrecursos cognoscitivos delapsicología, ni tan siquiera con la teoría de nuestra facultad de conocer. Las cuestionesque aquí surgentocan el fondo mismo denuestra conciencia. El cultoessupremay santagravedad. Sin embar- go, ¿puedesereljuegoal mismo tiempo? Desdeun principio vimos que todo juego, lo mismo el del infante que el del adulto, puedejugarsecon la mayor seriedad. Pero ¿podría ir esto tan lejos que, a la emoción sacra de una acción sacra- mental, se le vincule todavía la cualidad lúdica? La d~<luc­ ción nuestra se encuentraaquí más o menos trabada por la rigidez de los conceptos formulados. Estamos acostumbra- dos a considerar la oposición entre juego y seriedad como algo absoluto. Pero,a lo que parece, esta oposición nopene- tra hasta elfondo. Piénsese un momento en la gradación siguiente. El niño juegacon unaseriedad perfectay, podemos decirlo con ple- no derecho, santa. Pero juegaysabe que juega. El deportista
  • 16. 34 HOMO l.UDENS juega también con apasionada seriedad, entregado total- mente y con el coraje del entusiasmo. Pero juega ysabe que juega. El actor se entrega a su representación, al papel que desempeña o juega. Sin embargo, «juega» y sabe que juega. El violinista siente una emoción sagrada, vive un mundo más allá ypor encima del habitualy, sin embargo, sabe que estáejecutando o, como sediceen muchos idiomas, «jugan- do». El carácterlúdico puedeserpropiodelaacciónmás su- blime. ¿No podríamos seguir hasta la acción cultual y afir- mar que también el sacerdote sacrificador, al practicar su rito, sigue siendounjugador?Sise admitepara una sola reli- gión, se admite para todas. Los conceptos de rito, magia, li- turgia, sacramento y misterio entrarían, entonces, en el campo delconcepto «juego». Hayque evitar el forzar dema- siado la conexión interna del concepto, porque tendríamos, al extender demasiado ese concepto de juego, un mero jue- go de palabras. Pero creoque noincurrimoseneste tropiezo si consideramos la acción sacra como juego. Lo es en cual- quier aspecto por la forma y, por la esencia, en cuanto que traspone a los participantes en otro mundo. Para Platón se daba, sin reservaalguna,esta identidadentreeljuego yla ac- ción sacra. No tenía reparoenincluirlas cosas sagradas enla categoría de juego. «Hayque proceder seriamente enlasco- sas serias11 y no al revés. Dios es, por naturaleza, digno de la más santa seriedad. Pero el hombre ha sido hecho para ser unjuguetedeDios,y estoeslo mejoren él. Poresto tiene que vivir la vida de esta manera, jugando los más bellos juegos, con un sentido contrario al de ahora.» «Consideran la gue- rra como una cosa seria..., pero en la guerra apenas si se da eljuegonilaeducación, quenosotrosconsideramos como lo más serio»12 • También la vida de pazdebe llevarla cada uno .lo mejorque pueda. ¿Cuál esla manerajusta? Hayquevivir- lajugando, «jugando ciertos juegos, hayque sacrificar, can- tary danzarpara podercongraciarse a losdioses, defenderse delos enemigosy conseguirlavictoria»13 • J. ESENCIA Y SIGNll'JCACIÓN DEL JUEGO <:OMO l'F.NóMl.NO CULTURAL 35 Enesta identificación platónicadeljuegoylo sacro, losa- grado no desmereceporque se le califiquedejuego,sino que éstequedaexaltado porque su conceptoseeleva hastalasre- giones más altas del espíritu. Decíamos al principio que el juego existió antes detodacultura.También, en cierto sent~­ do, se ciernesobre todas ellas o, porlo menos, permaneceh- bre de ellas. El hombre juega,como niño, por gusto y recreo, pordebajodelniveldelavidaseria. Pero tambiénpuedejugar porencimadeeste nivel:juegosdebellezayjuegossacros. Desde este punto de vista podemos precisar más la cone- xióníntimaentrecultoyjuego. Deestemodoseaclaraelfenó- meno de la amplia homogeneidad que ofrecen las formas ri- tualesy laslúdicas,y mantienesuactualidadla cuestióndeen quégradotodaacción sacracorrespondea laesferadeljuego. Vimos que entre las características formales del juego la más importante era la abstracción especial de la acción del curso de lavidacorriente. Sedemarca, material o idealmen- te, un espaciocerrado, separado del ambiente cotidiano. En ese espacio se desarrolla el juego y en él valen las reglas. También la demarcación de un lugarsagrado es el distintivo primero detodaacción sacra. Esta exigencia deapartamien- to es, en el culto, incluyendo la magia y la vida jurídica, de significación mayor que la meramente espacial o temporal. Casi todos los ritos de consagración e iniciación suponen, para los ejecutantesy para los iniciados, situaciones artifi- cialmente aisladoras. Siempre que se trata de profesión de votos, de recepción en una orden o en una hermandad, de conjuracióny sociedadsecreta, nos encontramos, en una forma u otra, con esta demarcación. El hechicero, elviden- te, el sacrificador comienzan demarcando el lugar sagrado. El sacramentoy el misterio suponen unlugarconsagrado. Porlaforma,eslo mismo queesteencercadosehagapara un fin santo o por puro juego. La pista, el campo de tenis, el lugarmarcado en elpavimento paraeljuegoinfantil de cielo e infierno, yel tablero de ajedrez no se diferencian, formal-
  • 17. 36 H OMO WDENS mente, del templo ni del círculo mágico. La sorprendente uniformidad de los ritos de consagraciónen todo el mundo nos indica que tales ritos arraigan en un rasgo primordial y fundamental del espíritu humaI}_~,Generalmente esta uni- formidad de formas culturales sesuele explicarporuna cau- sa lógica,yaquela necesidaddedemarcacióny apartamien- to se deberíaa lapreocupaciónde defenderlo consagradode las influencias dañinas de fuera, que serían especialmente peligrosas en el estado que cobra lo consagrado. De este modo secoloca, en el origen del proceso cultural correspon- diente, una reflexión razonable y un propósito utilitario, precisamente la explicación utilitaria que rechazaba Frobe- nius. No se caeen laideadelos astutossacerdotesque inven- taron lareligión, pero enestaconcepción queda, sin embar- go, algo de la motivación racionalista. Si aceptamos, por el contrario, la identidad esencial y originaria de juego y rito reconocemos, al mismo tiempo, que loslugaresconsagrados no son, en el fondo, sino camposdejuego,yya nose presen- taesacuestión falaz del«paraqué»y del «porqué». Si resulta que la acción sacra apenas sepuede diferenciar formalmente del juego, se plantea entonces la cuestión de si esta coincidencia entre el culto y el juego no se extenderá más allá del aspecto puramente formal. Asombra que la ciencia de las religiones y la etnología no hayan insistido más en la cuestión de en qué medida las acciones sagradas, que transcurren en forma dejuego,severifican tambiéncon la actitud y el ánimo del juego. Tampoco Frobenius, según creo, ha planteado estacuestión. Loqueyopuedodecirse li- mitará a observaciones aisladas, acarreadas de entre infor- maciones fortuitas. Es claro que la actitud espiritual en que unacomunidad vivey recibe sus ritos sagradoses, a primera vista, de una altísima y santa seriedad. Pero subrayemos, unavez más, que también la actitud auténtica y espontánea del jugador puede ser de profunda gravedad. El jugador puedeentregarse, contodo su ser, aljuego,y la conciencia de l. ESENCIA Y SIGNIFICACIÓN DF.I. JUEGO COMO FENÓMF.NO CUL T URiI.. 37 «no tratarse más que de un juego» puede trasponerse total- mente. El gozo, inseparablemente vinculado al juego, no sólosetransmiteen tensión sino, también, en elevación. Los dos polos delestado de ánimo propio deljuegoson el aban- donoy eléxtasis. Este estado de ánimo es, por naturaleza, inestable. En todo momento la «vida ordinaria>>puede reclamar susdere- chos, ya sea por un golpe venido de fuera, que perturba el juego, o por una infracción a las reglas o, más dedentro, por una extinción de la conciencia lúdica debido a desilusión y desencanto. ¿Quéocurreconla actitud yel estado de ánimo enlas fies- tassacras? Lapalabra«celebrar»lo denunciacasi. Se celebra el acto sagrado, es decir, que cae en el ámbito de la fiesta. El pueblo que acude a sus santuarios se reúne para una mani- festación común de alegría. Consagración, sacrificio, danza sagrada, competición sacra, representaciones, misterios, todo se halla incluido dentro de las fronteras de la fiesta. Aunquelos ritos sean sangrientos, laspruebasdelos inician- doscrueles,las máscaras espantosas,todo secelebra, todo se ejecuta o juega como fiesta. La vida corriente se halla sus- pendida. Banquetes, festines y toda clase de desenfreno acompañan a la fiesta en todasuduración.Piénsese en ejem- plosgriegoso africanosy apenas si seráposible trazarunalí- nea clara de separación entre el ánimo que impera en las fiestas y laemoción sacrade los misterios. Casi al mismotiempo dela aparicióndela edición holan- desa de este libro, el investigador húngaro Karl Kerényi ha publicado un trabajo acerca de la naturaleza de la fiesta que guarda estricta relación con nuestro tema14 • Según este au- tor, la fiesta posee también aquel carácterdeautonomíapri- mariaquenosotros señalamos en elconcepto dejuego. «En- trelas realidades anímicas,la fiesta es una cosaporsí, que no se puede confundir con ninguna otra en el mundo»15 • Lo mismo que nosotros decimos del juego, la fiesta es, para él,
  • 18. 38 l-IOMO lUDF.NS un fenómeno descuidado porla ciencia de lacultura. «Pare- ce que el fenómeno de la fiesta se haescapado por completo a los etnólogos»16 • La ciencia se desliza sobre la realidad de la fiesta como si ésta no existiera17 • Podríamos añadirque lo mismo pasa con el juego. Entre la fiesta y el juego existen, porla naturalezadelas cosas,las másestrechas relaciones. El descartarlavida ordinaria, eltono, aunque no denecesidad, predominantemente alegre de la acción -también la fiesta puede sermuyseria-. ladelimitación espacialy temporal, la coincidenciadedeterminación rigurosa y de auténticaliber- tad, he aquílosrasgoscapitales comunes aljuegoy a lafiesta. En la danza es donde ambos conceptos parecen presentarse en más íntima fusión. Los indios cora de la costa mexicana del Pacífico denominan sus fiestas sagradas de la mazorca tiernay deltuestedel maíz «juegode susdiosesmayores))18 • Lasideas de Kerényi sobrela fiesta como conceptocultual constituyen ya, en su forma provisional, que seguramente habrá de ser ahondada, un refuerzo y una ampliación del fundamento sobre el que descansa este libro. Sin embargo, tampoco con estaconstatación de la relación existente entre el ánimo que acompaña a lafiesta sagrada y aljuego está di- cho todo. Porque eljuegoauténtico, independientemente de sus características formales y de su alegría, lleva, indisolu- blemente unido, otro rasgo esencial: la conciencia, por muy al fondo que se halle, de ser «como si». Queda, pues, la cues- tión deen quégrado semejante concienciapuedevincularse a laacción sagradaquese ejecutacon entrega absoluta. Limitémonos a los ritos sagrados delas culturas arcaicas, y no será imposible esbozaralgunos rasgos del grado de se- riedadconque se ejecutan. Sino meequivoco,los etnólogos parecen coincidir enque el estado de ánimo con que los sal- vajescelebranycontemplanlas grandes fiestas religiosas no es de arrobo e ilusión completos. No falta una conciencia, muyal fondo, de que no es deverdad. Aw. E. Jensen, en su li- broBeschneidungundReifezeremonien beiNaturvolker, hace l . ESENCIA Y S!GN!flCACióN Dl'.l JUEGO COM O FEN ÓMENO CULTURAL 39 una exposición viva de esta actitud19 • Parece ser que los hombres no tienen ningún miedo a losespíritusque,duran- te la fiesta, deambulan por todas partes y que aparecen a la vista de todos en sus momentos culminantes. Lo que no tie- ne nada de extraño, pues son ellos mismos Jos que realizan la escenificación de todas las ceremonias: han fabricado las máscaras, lasllevan y las esconden, despuésde usarlas, delas mujeres. Hacen el ruido que anunciala aparición del espíri- tu. marcan su huella en la arena, tocan las flautas que repre- sentan las voces de los antepasados y hacen sonar las carra- cas. En unapalabra, suposición, nos dice Jensen, se parece a la de los padres que saben lo del disfraz de los Reyes Magos y lo ocultan al niño20 • Los hombres mienten a las mujeres acercadelo que ocurreen ellugarconsagrado y aisladodela maleza21 • El estado de los iniciandos mismos oscila entre la emoción extática, la demencia simulada, el calofrío de es- panto y la comedia infantil para darse importancia2 2 • Tam- poco las mujeres son engañadas del todo. Saben demasiado quién es elque está detrás de cada máscara. Sin embargo, se agitan terriblemente si la máscara se les acerca en actitud amenazadoray huyen con gritos de espanto. Estasexpresio- nes de miedo, dice Jensen, son en parte totalmente espontá- neas y auténticas, pero, por otro lado, deber tradicional. (< Hay que hacerlo así.» Las mujeres son, por decirlo así, las comparsas en la fiesta y saben que no tienen que echarla a perder23• Como vemos, no es posible marcar el límite en el cual la seriedadsacra se aflojahastaelpunto de llegar aserfun, gua- sa, una broma. Entre nosotros, un padre un poco infantil puede enfadarse de verdad si sus hijos le sorprenden cuan- do se está vistiendo de rey mago. Un padre kwakiutl de la Columbia británica mató a su hija porque le sorprendió en un trabajo detallapara una ceremonia24 • La oscilación de la concienciareligiosadelos negrosloango es descritaporPes- chuel Loesche con palabras muy parecidas a las usadas por
  • 19. 40 HOMO LUD.EN:S Jensen. Su creenciaen lasrepresentaciones sacrasy en los ri- tos es, en cierto modo, una medio creencia, pues coincide con la burla y con la afectación de indiferencia. Lo impor- tante es elestadodeánimo que reina enlafiesta25.En el capí- tulo «Primitive Credulity» de sulibro The Treshold ofReli- gion, R. R. Marett ha demostrado cómo en la fe primitiva juega siempre undeterminadoelemento demake-believe,de hacercreer. Ya se sea hechicero o hechizado, sees a lavezen- gañador y engañado. Pero se quiere ser el engañado26. Así como el salvaje es un buen actor que se entregapor comple- to, como unniño, a supapel, también es un buen espectador y también, como el niño, puede asustarse espantosamente con elruido de algo que sabe queno es ningún león auténti- co27. Elnativo,diceBronislaw Malinovski, sienteytemesufe másdeloquese la formula claramente28 • El comportamien- to delas personas a las que la comunidadprimitiva atribuye propiedades sobrenaturales puede describirse de la mejor manera como unplaying up to the role, están representando supapel29 • A pesarde esta conciencia, enparte eficaz, dela no auten- ticidad del acontecer mágico y sobrenatural, esos mismos investigadores llaman la atención para que no se saque la consecuenciade que todoelsistemadecreenciasyprácticas no sea más que un engaño inventado por un grupo incrédu- lo con el objeto de dominar a grupos crédulos. Semejante idea no la ofrecen sólo los viajeros, sino, en ocasiones, la misma tradición de los nativos. Pero no puede ser la idea justa. «El origen de una acción sacra no puede residir más queenlacredulidaddetodos, y laconservaciónengañosade la misma, con el fin de aumentar el poder de un grupo, no puede ser más que el resultado final de una evolución histó- rica»3º. De lo dicho se deduce claramente, a mi entender, que cuando se habla de las acciones sacras delos pueblos primi- tivos, nohayque perderdevista niun momentoel concepto J. ESENCIA y SI GNI FICACIÓN DEL JUEGO COMO FENOMl'.NO CULTURAL 41 «juego». No sólo porque en la descripción del fenómeno haya que acudir de continuo a la palabra jugar, sino por~ue en el mismo concepto de juego se comprende del meJor modo la unidad e inseparabilidad de fe e incredulidad, la alianzadelagravedadsagradaconla simulacióny labroma. Jensen admite en este caso la analogía del mundo infantil con el mundo de lo primitivo, pero mantiene, en principio, una diferencia entre fa actitud del niño y la del salvaje. El niño, cuando se presenta el rey mago, se halla ante una apa- rición «completamente elaborada» y en una situación a la que se acomodainmediatamente con las capacidades quele sonpropias. «Pero las cosas pasan de muy distinto ~o~o en la actitud creadora de aquellos hombres que han ongmado las ceremonias de que tratamos: no tienen que habérselas con apariciones ya fabricadas, sino con la naturaleza que~es rodea, pues han concebido y tratado de representar s~s ~n­ quietantes demonios»31 • Aquí tropezamos con la~ opm10- nes, ya citadas, del maestro de Jensen, Frobemus. Pero surgen dos reparos. En primer lugar, Jensen establece la diferencia entre el proceso espiritual que transcurre en el alma del niño y el que transcurre en el almadel creador de un rito. Pero este último proceso no le conocemos. Nos encontramos con una comunidad cultural que, lo mismo que el niño entre nosotros, recibe ya elaboradas, como tema tradicional, sus representaciones cultuales, y reac- ciona ante ellas lo mismo que el niño. Pero aun prescin- diendo de esto, también se escapa por completo a nuestra observación el proceso de este enfrentamiento con la ex- periencia de la naturaleza que conduce a la «con~epción» y «representación»en una acción cultual. Frobemus y Jen- sen no hacen sino acercarse a la cuestión con una metáfora fantástica. Todo lo más que se puede decir del proceso operante en la figuración, es que se t~ata de u~a f~nción poética, y como mejor se la caracteriza es des1gnandola función lúdica.
  • 20. 42 HOMO LUDEN~ Consideracionesde este tipo nos adentranen el problema del.a naturaleza de las ideas religiosas primarias. Como es sabido, una de l~s concepciones más importantes comparti- da~ ~or cualquiera que se haya dedicado a la ciencia de las religiones es la siguiente: cuando una forma religiosa supo- neentre do.s cosas de orden diferente, porejemplo. un hom- breY.un animal, una sacra identidad esencial, en estecaso la relación no queda.expresad~ de una manera limpia y ade- cuada con nuestra idea de umón simbólica. La unidad entre los ~os tér~inoses mucho más esencial que entre una sus- tancta ysu s1mbolo figurativo. Setrata de una unidad místi- ca. Una.cosa «seha convertido» en otra. En su danza mágica el salva1e «es» ~n canguro. Pero hay que ponerse en guardia '?ntralas deficiencias y diversidades de lacapacidad expre- ~1~a del hombre. Para hacernos una idea del estado de ammo del salvaje nos vemos obligados a reproducir este estado con nuestra terminología y, querámoslo 0 no, trasformamos las ideas creyentes del salvaje en la rigurosa determinación lógica de nuestros conceptos. De este modo e~pr.esamos la relaciónentreély su animal como si, para él, s1gmficara un «ser» mientras que para nosotros es un «ju- gar». Ha adoptado el «ser» de un canguro, y nosotros deci- ~os: desempeña, «juega»elpapel de canguro. Pero elsalva- J~ no conoce ninguna diferencia conceptual entre «Sen> y «Jugar», nadasabe de identidad, imagen o símbolo alguno. Y por.eso nos preguntamos si no será el mejor modo de aproximarse al estado de ánimo del salvaje en su acción sa- cra mantenern.os en el término primario «jugar». En nues- tro concepto «Juego»la diferencia entre fe y simulación se cancela. Este concepto se une sin violencia alguna con el de consagra~ión y el de lo sagrado. Cualquier preludio de Bach? cualqmer verso de Ja tragedia nos manifiesta esto. Si consideramos toda la esfera de lallamada cultura primiti- va como una ~sfera de juego, se nos abre la posibilidad de una comprensión mucho másdirectaygeneralde supeculia- l. ESENCIA y SIGNJ.FJCACIÓI" OEL IUEGO COMO l't::NóMF."10 CULTURAL V43 ridad que con cualquier análisis psicológico o sociológico, pormuyagudos quesean. Es un juego sagrado, imprescindible para el bienestar de la comunidad, preñadodevisión cósmicay de desarrolloso- cial, pero es siempre un juego, una acción que, como la vio Platón, se ejecuta fuera y por encima de la esfera de la vida prosaica delanecesidady de lo s.etio. En esta esfera deljuegosagrado seencuentraa sus anchas elniño,elpoeta y elsalvaje. Lasensibilidad estéticadel hom- bre modernoleha aproximado un poco a estaesfera. Pensa- mos enla modaqueconsideralamáscaracomoobjeto artís- tico. El entusiasmo actual por lo exótico puede ser, en ocasiones, un poco snob, pero tiene, de todos modos, un peso espiritualmayorymayorvalorcultural que elgustodel siglo xvm en que turcos, indios y chinos estaban de moda. Elh9mbre moderno tiene, sinduda, unacapacidadmuyde- sarrolladapara comprenderlo lejano yextraño. Nadale ayu- da mejor para ello que su sensibilidad para todo lo que sea máscara y disfraz. Mientras la etnología señala su enorme significación social, el profano culto experimenta la inme- diataemoción estéticacompuestadebelleza,deespantoyde misterio. También para los adultos cultos hayalgo misterio- so en la máscara. La visión de enmascarados nos conduce, en la pura percepción estética, a la que no se vincula ningu- na idea religiosa definida, fuera de la vida ordinaria, a un mundo distinto del de todos los días, al mundo del salvaje, del niño, delpoeta, ala esfera deljuego. Si podemos hacer converger nuestras ideas acerca de la significación y peculiaridad de los actos culturales primiti- vos en el concepto inderivable de juego, nos queda, sin em- bargo, una cuestión en extremo peliaguda. ¿Qué ocurre si pasamos de las formas religiosas inferiores a las superiores? La mirada se eleva de los fantasmas sombríos delospueblos primitivos, australianos, africanos o indios, al culto sacrifi- catorio védico, que ya está preñado de la sabiduría de los
  • 21. 44 HUMO LUDENS Upanis?ads~ a I~shomologías místicasdela religión egipcia, a los misterios orficos o a los eleusinos. En realidad, su for- ma está todavía muy próxima a lo primitivo, hasta en deta- lles fantásticos y sangrientos. Pero reconocemos en ellos, 0 porlomeno~ sospechamos, un contenidodesabiduríayver- dad quenos 1mp1detratarlos con la habitualsuficiencia que tampoco es, sin embargo, razonable respecto a las cul;uras llamadasprimitivas. Lacuestión essi, envirtud delahomo- geneidad formal, podemos también atribuirla calificación de juego a la conciencia sagrada, a Ja fe que llena estas for- mas superiores. Si nos hemos apropiadola concepción pla- tónica del juego, a lo cual nos conduce Jo que hemos antici- pado, entonces no encontraremos el menor reparo. Platón pensaba en Jos juegos consagrados a la divinidad como lo más alto a que elhombre puede dedicar su afán en la vida. No poreso serenunciaa lavaloración delos misterios sacros c~mo la exp_r~sión más alta dealgo que escapa a la razón ló- gica. La acc1on sacra queda comprendida, en lugar impor- tante, dentro d~ la ~a,tegoría juego, sin que por eso pierda, en esta subordmac1on, el reconocimiento de su carácter sagrado. 2. El concepto de juego y sus expresiones en el lenguaje Hemos hablado del juego como algo conocido yhemos tra- tadodeanalizar, o porlomenosde determinaraproximada- mente,elconcepto expresado porlapalabra. Pero no hemos perdido de vista la posibilidad de que el concepto quede li- mitado, angostado, porla palabra común que lo expresaen- tre nosotros. No eslaciencia, sino el lenguajecreador elque hadado origen, alavez, a lapalabrayalconcepto;ellengua- je, es decir, los infinitos lenguajes del mundo. Nadiesupon- drá que todosellos handesignado un mismo concepto idén- tico de juego con una sola palabra, así como cada idioma tieneuna palabraparala mano o elpie. Lacuestión noes tan fácil. No nos queda más remedio que partir del concepto de juego que nos es común, esto es, tal como lo circunscriben las palabras que le corresponden, con alguna.s divergencias, en la mayoría de los idiomas europeos modernos. Creímos poder definir este concepto como sigue: el juego es una ac- ción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos lí- mites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un 45
  • 22. 46 HOMO LUl>ENS sentimiento de tensión yalegríayde laconcienciade «serde otromodo» queen lavidacorriente. Definidodeestasuerte, el concepto parece adecuado para comprender todo lo que denominamos juego en los animales, en los niños y en los adultos: juegos de fuerza y habilidad, juegos de cálculo y·de azar, exhibiciones y representaciones. Esta categoría, juego, parece que puede serconsiderada como uno de los elemen- tosespirituales más fundamentales delavida. Prontoseve queellenguaje en modo alguno hadistingui- do desde un principio conlamisma precisión semejante ca- tegoría universal, comprendiéndolaen una sola palabra. To- dos los pueblos juegan y lo hacen de manera extrañamente parecida y, sin embargo, no todos los idiomas abarcan el concepto «juego» con una solapalabra, de manera tan firme y al mismo tiempo tan amplia como los modernos idiomas europeos. En este punto podría surgir la duda nominalista acercade lalegitimidaddelosconceptosuniversalesydecir- se: para cadagrupo humano el conceptodejuego nocontie- nemás de lo que dice la palabra que para él emplea: y, en lu- gar de palabra, podríamos decir «palabras». Es posible que un idioma haya abarcado en una sola palabra, mejor que otros, las diferentes formas de manifestarse el concepto. Yésta es, en efecto,lasituación. Laabstracción del concepto generalo «juego» sehallevadoa cabo en unasculturasantes y de manera más completa que en otras, y esto ha tenido como consecuencia que lenguajes muydesarrollados hayan conservado, paralasdiversas formas dejuego, palabras muy diferentes, y que esta multiplicidad de designaciones con- ceptuales haya impedido la subsunción de todas las formas de juego en un solo término conceptual. Este caso se puede compararcon elhechoconocidodequelos lenguajesprimi- tivos poseen, en ocasiones, palabrasparadesignarlasdiver- sasespeciesde ungénero,sin que poseanninguna paraéste. Así, por ejemplo, poseen un nombre para la trucha y otro parala anguila, peroninguno para el pez. 2. EL CONCEPTO DE JUEGO Y SUS l'.XPRESIONF.S EN EL LENGUAJc 47 Diversas indicaciones señalan que la abstracción del fe- nómeno «juego» ha tenido lugar en ~lgun~s cultur~s de modo secundario mientras que la función misma del Jugar ha tenido carácter primario. En esteaspecto me parece muy importantequeen ninguna de las mitologí~s~ueyoconozco se haya encarnado el juego en una figura d1vma o demonía- ca1 mientras que, al contrario, muy a men~dose nos apar~ce una divinidad jugando. También nos sugiere la '?ncep.c1ón tardía de un concepto general del juego la no ex1stenc1a de una palabra indoeuropea común que lo designe. Hasta el mismo grupo de los idiomas germánicos se dis~ersa en la designacióndeljuego, pues poseetres palabrasdiferentes. No es ningún azarque, precisamente, aquellos p~eblosen los que el juego, en todas sus formas, estaba. meh~o en la masa de su sangre, cuenten con diversas des1gnac1ones de esta actividad. Creo que puedo afirmar esto, con mayor o menor seguridad, del griego, del sánscrito, del chino y del inglés. . . . El griego posee una admirable expresi~n del1uego mfantil enelsufijo inda. NodesignaotracosaqueJugar.Setratad~-un sufijo sin flexión e inderivable filológican:iente 2 • ~s runos griegosjugaban cr<¡:>a.tplvóa, con lapelota~ EAtcUO"ttVO~ con lacuerda; a'tpE7t'tÍVOO, juego de lanzamiento; ¡kto1A.ivOa., a ser rey. La perfecta independencia de este sufijo es ya u~ símbolo de la inderivabilidad del concepto juego. En oposi- ción a esta designación completamente específica del juego de los niños, el griego utiliza para la designación de la tot~l esfera del juego no menos que tres palabras. La palabra.m~s corriente es 7tCX.tfüá.. Su etimología es bien clara, pues s1gm- fica cosa de niños, pero se diferencia ya por el acento de ncx.tfücx., niñería. Pero en su uso la palabra 7tmfüci, no se ha limitado a la esfera del juego infantil. Con sus deriva~os 1tCX.Í~Etv, jugar; ncx.lyµcx. y 7tcxíyvtov, juguete, puede desig- nar a todas las formas deljuego, hastalas más altas y santas, como vimos antes. A todo ese grupo de palabras parecevin-
  • 23. 48 HOMO LUDE.NS cularse la significación de contento, alegría y despreocupa- ción. Junto a lapalabra7ta.tfüáel vocablo átrúpco, aoupµa. queda un poco esfumado. Señala el matiz de retozo y fri- volidad. Pero queda todavía un campo muyextenso, que cae en la esfera del juego en nuestra moderna terminología europea, pero que los griegos no abarcaban ni con nmfü<i ni con <loupµa., a saber,losjuegosdecompetición ydelucha.Todo este dominio, tan importante en la vida griega, se designa preferentemente con la palabra á:y<i>v. Oculta, en cierto modo, unaparteesencial del concepto dejuego. Pues no ex- presaclaramente, porlo general, laidea de lo no serio, delo lúdico. Basándose en esto y en laextraordinaria importan- ciaqueelagón revestía enlaculturahelénicay en lavida dia- ria de cadagriego, me hareprochado el profesor Bolkestein el haber incluido injustificadamente en mi conferencia Ue- berdie Grenzen von Spiel undErnst in der Kultur, en el con- cepto juego, las competiciones griegas, desde las más altas, que hundían sus raíces en el culto, hasta las más insignifi- cantes3. «Cuando oímos hablar de juegos olímpicos acoge- mos, sin darnos cuenta, un término latino en el que se ex- presael juicio de valor romano acerca de las competiciones que designa y que es totalmente diferente de la estimación griega.»Después de enumerar diversas formas delo agonal, que muestran cómo la tendencia a la porfía llenaba toda la vida griega, saca la conclusión: «Todo esto nada tiene que ver con el juego, a no ser que se quiera afirmar que toda la vida fue,paralosgriegos, unjuego». En cierto sentido éste es el propósito del presente libro. A pesarde mi admiración porlaformaen que el historiador deUtrechtilustranuestrasideas sobrelaculturagriega,ya pe- sar del hecho de no haber sido sólo los griegos los que han distinguido elagóny eljuego, nomequedamás remedioque disentir de su opinión. La refutación de ella se halla ya su- puesta por todo lo que venimos diciendo. Me limito, por lo 2. BL CONCEPTO DE. JUEGO Y SUS EXPRESIONES EN EL LENGUAJE 49 tanto, a un soloargumento:el agón, en el mundo griego,o en cualquier otra parte donde se haya presentado, muestra to- daslascaracterísticas formales del juegoy pertenece, envir- tud de su función, más que nada al dominio de la fiesta, es decir, a la esfera del juego. Es imposible separarla competi- ción, como función cultural, de la triple unión entre juego, fiestay acción sacra. Laexplicación de queen griegoloscon- ceptos de juego y de agón no son terminológicamente dis- tintos se puede presentar de la siguiente manera. Ya hemos visto que la elaboración de un concepto general y lógica- mente homogéneo del juego ha tenido lugar tardíamente. Peroenla sociedad helenalo agonaltuvo ya, desde muy tem- prano, tal alcance y estimación tan seria, queya no se tenía conciencia de su carácterlúdico. La porfía, en todaslas oca- siones,seconvirtió entrelos griegos en una función cultural tan intensa, que se considerócomo algo corrienteylleno de valory ya no sesintió como juego. Como veremos en seguida, el caso griego no es el único. Se presenta también, en una forma un poco diferente, entre losviejoshindúes.También ellos poseen diferentespalabras para expresar el concepto juego. El sánscrito posee no me- nos que cuatro diferentes raíces en uso. El término concep- tual más general es kridati. Designael juego de niños, adul- tos y animales. Y lo mismo que la palabra correspondiente en los idiomas germánicos, sirve también para designar el agitarse del viento y de las olas. Puede señalar el brinco o la danzaengeneral, sin referenciaexpresa aljuego. Muypróxi- ma a esta significación está la raíz nrt, que cubre todo el campode ladanzay dela representación dramática. Divyati designa, en primer lugar, el juego de dados, pero también significa jugaren general, bromear, retozar y burlar. La sig- nificación primaria parece ser la de arrojar, conla que está relacionada también la de irradiar4 • En la raíz las, de donde procede vilasa, se juntan las significaciones de irradiar, de aparecer repentinamente, de resonar, de vaivén, de jugar y
  • 24. 50 HOMO LUDF:NS ~eestarocupado en general o de haceralgo. En el sustantivo lila con el denominativo lilayati, cuya significación funda- mentales!ªdeoscilarylade balanceo, seexpresasobre todo ~o aéreo, ligero, alegre, desembarazado e intrascendente del J~ego. Ad~más, l!laseñalael «comosi»,lo aparente, laimita- ción propia del Juego. Así, por ejemplo, gajalilaya (literal- mente: con elefante juego) significa exactamente: como un elefante;gajendralila (literalmente: alguien cuyo juego es ele- fante). un hombre que representa a un elefante, que juega este pa~el. En t,od~s estas designaciones del juego el punto de partidasemantico del conceptopareceser un movimien- torápido, conexión que encontramosen otrosmuchos idio- mas. Claro_qu~ ~sto no q~iere decirque las palabras signifi- caran al pnnc1p10 exclusivamente un tal movimiento yque Juego fueran transferidas al juego. Lo agonal, como tal, no está, porlo queyosé,expresadoensánscrito porningunade las palabras que designan el juego y, de manera extraña ni en la vi~j~ India, ~ond~ eran comunes diversos géneros'de competlc1ones, existenmgúnvocabloespecífico. El profesor Duyvendak me ha proporcionado amistosa info~mac~ó~ acerca d~J modo como se expresa en chino la función ~ud1ca. También aquí falta Ja designación común, por mediode unasola palabra, de los diversos tiposde acti- vidades quenosotros noscreemoscon derecho a subordinar al concepto juego. La palabra más importante parece ser wan, e~ la.que prevalecen las ideas de juego infantil. Encie- rra, principalmente, los siguientes sentidos especiales: en- tretenerse con algo, encontrar gusto en algo, divertirse, ju- guete~r, alborotar, bromear. También sirve para palpar, examina~, olfatear, enredarcon peque.fios adornosy, final- mente, disfrutar de la luna. El punto de partida semántico parece ser: fijarse, conjuguetonaatención, en algo, sumirse, despreocuyadamente, en algo. No sirve para designar jue- go~dehabilidad, competiciones,júegodedados o represen- taciones. 2. EL CONCEPTO Of. JUF:GO Y SUS EXPRESIONES EN EL LRNGUAJE 51 Para esto último, para la representación dramática orde- nada, el chino empleapalabrasque pertenecenal grupo sig- nificativo de «situación», «exposición». Paratodolo quesea competición dispone de la palabra especial tscheng, que se puede comparar perfectamente con la griega á:yrov, y tam- bién la palabra sai, que designa especialmente la competi- ción organizadapara alcanzarun premio, elcertamen. Como ejemplo del modo como se expresa este concepto del juegoen el dominio de las llamadas culturas primitivas, puedo utilizar los informes que me proporciona el profesor Uhlenbecksobre el idioma de una tribude los algonkinos,la delos indiospies negros. Paratodoslosjuegos infantilessir- ve el tronco verbal koani. No puede ser vinculado a ningún juegodeterminado, puesdesignaeljuegoinfantilengeneral, tanto el de simple carácter retozón corno el organizado. Cuando se trata de juegos de muchachos y de adultos no se habla ya, aunque se trate del mismo juego, de koani. Por el contrario, se emplea otra vez esta palabra con significación erótica, y especialmente para las relaciones ilegítimas. Para expresar el juego sometido a determinadas reglas sirve el término general kaxtsi. Esta palabra designa igualmente juegos de azar, de habilidady de fuerza. Aquí encontramos el elemento semántico de ganancia y de porfía. La relación entre koani y kaxtsi, trasladadade lo nominal a lo verbal, se asemeja en cierto modo a la de1tatfüá.y á.yrov; sin embar- go, en el sentido dequelos juegos de azar, que para losgrie- gospertenecen al grupo de nal.~co, en ellenguaje de los pies negros caen dentro de lo agonal. Para todo lo que se halla dentro de la esfera mágico-religiosa, por ejemplo, para la danza y la fiesta, no sirven ni koani ni kaxtsi. Además, po- seen estos indios dos palabras especiales para ganar, de las que una, amots, es paraganaruna carrera, certameno juego, pero tambiénparaganarel combate,enestecaso, en elsenti- do de 'organizar una matanza', mientras que laotra, skits, o en sucaso skets sirve tan sólo para el juego y el deporte. Por
  • 25. 52 HOMO LU Ol!NS lo que se ve, la esfera lúdicay la agonal parecen confundirse por completo.Existe también una palabra propiaparaapos- tar: apska. Es notable la posibilidad que existe de dotara un verbo con la significación accesoria de que 'no es en serio', de que 'es en broma', mediante un prefijo, kip, literalmen- te: 'porlo corto,nada másque así', porejemplo,ániu signifi- ca'éldice', kípaniu, 'lo diceenbroma, no con intención'. En conjunto, parece que en el lenguaje de los pies negros elconcepto dejuego, porlo que se refierea la abstracción ya la posibilidad de expresión, no es muy distinto del griego, perotampoi coseidentificacon él. Vemos, pues, que en griego, en el antiguo hindúy en chi- no, se encuentra diferenciado el concepto de competición del dejuego, mientras queenellenguajedelos pies negrosla línea de demarcación es un poco diferente y esto podría in- clinarnosacreerque Bolkestein tenía razón yqueestasepa- ración lingüística correspondía a unadiferenciasociológica y psicobiológica esencial, más profunda, entrejuegoy com- petición. Pero contra esta conclusión está, no sólo todo el material histórico-cultural que manejaremos a continua- ción,sino también elhecho de que, en esteaspecto, todauna seriedelenguajes, nomenosseparados entre sí,muestran en el concepto de juego una concepción más amplia. Además deparalamayoría delos idiomaseuropeos, vale esto parael latín, el japonés y uno, por lo menos, de los idiomas semí- ticos. En lo que respecta al japonés, la ayuda amistosa del pro- fesor Rahdermepermiteofreceralgunasobservaciones. Po- see, en oposición con el chino y de acuerdo con los moder- nos idiomas de Occidente, una palabra muy determinada paralafunción lúdica en general,y, en oposicióna ella, otra quedesigna lo serio. El sustantivoasobiy elverbo asobusig- nifican jugaren general, abandono, diversión, distracción, excursión, recreo, libertinaje, jugara los dados, ociosidad, algo que se halla sin utilizar, estar sin ocupación. También 2. 1!L CONCEPTO DE JUEGO Y SUS l!XPRESIUNF.S EN EL LENGUAJF. 53 sirve en el sentido de representar algo, imitar. Es notable la significación dejugaraplicada ala limitada solturade movi- mientos -al juego- de una rueda o de otro instrumento, lo mismo que en alemán, holandés e inglés5 • Tambiénes nota- ble la palabra asobu con el sentido de estudiar con alguien, de estudiar en algún sitio, que recuerda la palabra latina lu- dusen su significación de escuela. Asobu puede designar un simulacro de lucha, pero no una competición como tal, así que encontramos, otra.vez, una línea de separación entre el agón y eljuego. Finalmente asobu, en este caso comparable al chino wan, se aplica también alas reuniones de té con fi- nes estéticos, en las que se van pasando de mano en mano trabajos de cerámica entre admiraciones y alabanzas. Pare- ce faltar el enlace con el mover rápido, con el brillar y con el juguetear. Un examen atento de la concepción japonesa del juego nos llevaría demasiado dentro de la culturajaponesa,lo que está más allá de nuestro propósito. Bastará con lo siguiente. Laextraordinariagravedaddelidealdevidajaponésse suele ocultar bajo la ficción de que no se trata más que de un jue- go.Del mismomodo quelacaballería delaEdadMediacris- tiana,el buschidojaponés transcurreenlaesferadeljuego. El idioma conserva esta concepción todavía en el asoba.se-ko- toba de la conversación cortés, que se emplea con las perso- nas de rango. Se presentanlas cosas como si todo lo que ha- cen las clases superiores lo hicieran jugando. La forma cortés paradecir «ustedes llegan aTokio»,literalmente reza: «ustedesjueganllegada enTokio»,y para decir «mehe ente- rado de que ha fallecido su padre»,literalmente: «me he en- terado de que suseñorpadrehajugadoel morir».Este modo de expresión está próximo, a lo que parece, al aleman Seine Majestathabengeruht('Sumajestad seha dignado'),o laho- landesa Ugelieve6. El personaje de rango es visto en una al- tura en la que sólo un dignarse voluntario puede moverle a obrar.
  • 26. 54 HOMO LUDENS Frente a esteocultamientodelavidanoble traseljuego te- nemos, en japonés, un concepto muy explícito de la serie- dad, de lo que no es juego. Para la palabra majime tenemos estas significaciones: seriedad, parquedad, honorabilidad, solemnidady también: sosiego,honradez,decencia. Guarda relación con la palabra que, en la conocida expresión china «perder la cara», traducimos por cara. En uso adjetivo pue- de significar también prosaico, matter offact. Se utiliza igualmente en expresiones como «es en serio», «basta de broma», «tomó enseriolo queera broma>>. En los idiomas semíticos el campo de significación del juego, como me instruyó mi amigo y colega Wensinck, ha poco fallecido, está dominado por la raíz la'ab, con la que parece estar emparentada la'at. Pero, en este caso, con una misma palabratenemos, además delasignificacióndejugar en sentido propio, la de reír y burlar. El árabe la'iba abarca jugar en general, burlarse y escarnecer. En hebreo-arameo la'ab significa reíry burlarse. Además, en árabey en siriaco, la raíz tiene la significación de «babear» de un niño de pe- cho, probablemente porque hace globitos de saliva, lo cual puede ser considerado como un juego. La significación de reír y jugarmarchan juntasen el hebreo sahaq. Es notable tambiénlasignificación de «jugar» un instrumento musical, quetienede común al árabe la'iba con algunos idiomas mo- dernos. El punto de arranque semántico para la expresión del concepto juego parece residir en el mismo terreno en el grupo deidiomassemitas queeneldelosidiomas antes exa- minados. Más tarde nos ocuparemosde un interesantedeta- lle que nos ofrece el idioma hebreo en lo que respecta a la identidaddelo agonalconlo lúdico. En contrastesorprendentecon elgriego y suscambiantes yheterogéneas formas deexpresión delafunción lúdica, te- nemos el latín, con unasolapalabraque abarca todoel cam- po deljuego: ludus, ludere, dedonde derivalusus. Juntoa ella tenemos iocus, iocari, pero con la significación especial de 2.. EL CONCEPTO 1>!; )UP.CO Y SUS EXPRhSll)Nf _c; EN EL Ll::NG~;AJP. 55 chiste y broma. En el latín clásico no designa esta palabra el juego auténtico. La base etimológica de ludere, a pes~r de que se puede emplear para expresar las alel?,'es evoluciones de los peces en el agua, el revoloteo de los paJaros, el chapo- teo del agua, seguramente no se halla en el ~mpo ~el «mo- ver rápido», sino, más bien, en el ~elo n? sen~, el simulacro y laburla. Ludu5, ludere abare.a elJ~~go.mfanttl, el_~ecreo, la competición yla representación ht~rg1ca y tamb1en l~ te~­ traly losjuegos de azar. Enlaexpresión lares ludentes, ~1gn~­ fica danzar. El complejo conceptual de 'tomar la apanenc1a de algo' parece darse en primer plano. Tamb.ién l?s com- puestos alludo, colludo, illudo nosllevan enl~d~recc1ón ~elo inconsistentey delo falaz. De estabase semanticase ~eJalu- dus, ensu significacióndejuegos públicos, que tantarm~or­ tancia tenían en lavidaromana, yenlade escuela,la pnme~ ra vez partiendo seguramente del sentido de competición Y la segundadel sentidodeejercicio. Es digno de observarse que ludus, ludere como c?~cepto general de juegoy jugar, no sólo no ha pasado a ~os idio.mas románicos, sino que, por lo que veo, apenas s1 ha de1ado huella alguna. En todas laslenguas románi~s, y se?ura~en­ te muy temprano, los vocablos especiales iocus,_iocan han ampliado su ámbito significativo al terreno del Juego y del jugar,postergando por complet? lu~us, lude~e. ~n elfr~ncés, iocus, iocarihadadolasformas1eu,1ouer;en1tal1ano,gzuoco, giocare; en español,juego,jugar; en ~ortu.gués,jog~, jogar, Y en rumano,joc, juca7 • No vamos a d1scuur ah~ra s1hay que atribuirla desaparición de ludus a causasfonéticas o semán- ticas. . En los idiomas europeos modernos la palabraque desig- naeljuego abarca un campo especialmente.ancho. Tanto en losidiomasrománicoscomo enlos germámcosla vemosex- tenderse sobre diferentes grupos conceptuales del «mover» 0 del«obrar»quenadatienen quever con eljuegoen sent~do estricto y formal. Así, porejemplo, la aplicación deltérmmo
  • 27. 56 HOMO WDENS jue~o o dejugara la movilidad limitada de partes de un me- canismo, es común al francés, italiano, español, inglés, ale- mán y holandé~ y,también, ~ornoobservamosantes, aljapo- nés. Es como s1 el conceptoJugar abarcara progresivamente uncampo cadavezmayor, que excede enmucho al de7tait;ro Y.hasta al de l~dere, y en esa marcha susentido específico se disuelve, en cierto modo, en el de una acción o movimiento ligeros. Esto se puede observar, en especial, en los idiomas germánicos. El grupo idiomático germánico no posee, como indica- mos, ninguna palabracomún quedesigne eljuegoy eljugar. Por lo t~nto, ~odemos decir que, en el primitivo período germámco, elJuego no había sido abarcado con un concepto general. Pero tan pronto como cada rama lingüística del grupo g~rmánico sefiala una palabra para juego y jugar, es- t~s térm1~os ~desenvuelven semánticamenteporla misma v1a o, meJor dicho, se nos pone entonces de manifiesto que se comprende con aquella denominación el mismo grupo de conceptos ancho y en ocasiones, aparentemente hetero- géneo. En la tradición muy limitada del gótico, que no abarca mucho más que una parte del NuevoTestamento,noencon- tramos una palabra parael juego, perola traducción de San M~~s, X, 34: Kai tµmx.ít;ouctv CXÚ'tcp-y el lectorse son- reirásin duda- porjah bilaikandina sededuce, con bastante certeza, queelgóticoexpresabaeljugarcon elmismo laikan que en los idio~as escandinavosha suministradolapalabra gene~al ~ara elJugar y que, también, está representado con esta s~gnifi~ación en el viejo inglés y en el grupo alemán. En el gótico laikan se presenta sólo con la significación de sal- tar. Ya vimos que el movimiento rápido se ofrece como sig- nificación fun~am.ental concret.a de algunas palabras que h~cen referencia alJuego8 • O, meJordicho, a unmovimiento v~vo rítmico.En el diccionario de Grimmésta es lasignifica- ción fundamental del sustantivo alto alemán leich, cuyas 2. P.L CONCEPTO DE JUECO Y SUS EXPRESIONES EN EL LENGUAJE 57 otras significaciones caen en la esfera del juego, mientras que para el idean anglosajón se ofrecen, como significacio- nes concretas: to swing, to wave about, como un barco sobre las olas, como el cernido de los pájaros y el oscilar de las lla- mas. Además, ldc y Idean, lo mismo que el viejo nórdico leikr, leika9 , sirven para significar diversas suertes de juego, danza y ejercicios corporales. En los idiomas escandinavos posteriores lege, leka afirman casi exclusivamentelasignifi- cación dejugar. Elespléndido desarrollo dela raízspielde los idiomasdel grupo alemán se ve con gran claridad en el minucioso ar- tículo Spiel undSpielen, de M. Heyney otrosenelDeutschen Woerterbuch (X, I, 1905).Dela conexión semánticadelapa- labrallama la atención, enprimerlugar, lo siguiente. En ale- mán se puede decir ein Spiel treiben ('practicar un juego'), y enholandés eenspelletjedoen, pero elverbo contemporáneo apropiado es spielen. Se dice man spielt ein Spiel, sejuega un juego. Enotraspalabras, que para expresarelgénerode acti- vidadhay que repetirel concepto contenido en el sustantivo paracalificarelverbo. Esto quiere decir, según todas lasapa- riencias, quela acción es de un género tanparticulare inde- pendiente que se destaca de todos los modos ordinarios de actividad, y asíspielen no es ningún tun, esto es,jugar no es ningúnhacero practicar. Otro punto importante es que propendemos constante- mentea debilitarla idea dejugar-ylo mismo se puededecir deljouer francés y del to play inglés o del alemán spielen- convirtiéndola en un concepto que señala, es cierto, deter- minada actividad, pero que no conservadeljugaren sentido estricto más que una de las propiedades inherentes al juego, yaseael matizdeuna ciertaligerezao deunaciertatensión e inseguridad respecto a un resultado, ya el de un cambio or- denado o el de cierta elección libre. Hemos señalado que la palabra jugar sirve también para significar una limitada li- bertad de movimientos. Cuando el florín fue devaluado, el