El documento describe los patrones del ciclo de violencia en las relaciones abusivas. Comienza con una fase de luna de miel donde el abusador se comporta bien, luego la tensión y el estrés aumentan con el tiempo junto con el abuso verbal y físico. Esto es seguido por arrepentimiento y promesas de cambio por parte del abusador, pero el ciclo continúa repitiéndose a menos que se busque ayuda.
2. Todos sabemos que siempre es triste y doloroso arrastrar la vida cuando no se recibió amor, sobre todo
de los padres durante la niñez. Todo el que ha estudiado siquiera un poco al ser humano, le va a decir
que los cinco primeros años de la vida dejan una marca imborrable para toda la vida, para bien o para
mal. Por eso, el privar a un niño de amor es como privar de fertilizante a un árbol que empieza a crecer,
pero el golpearlo es como echarle veneno, lo va a terminar de matar psicológicamente y emocionalmente,
o mejor va a crecer herido de muerte. Pero hay golpes y golpes, algunos golpes sacan sangre o dejan
morados, incluso un mal golpe puede producir la muerte, pero hay otros mas sutiles que no se ven, pero
que se graban a fuego lento no sólo en mente sino en la identidad de ese niño o de esa niña. Se graban
en su "yo", y los frutos de estos golpes emocionales se van a ver después en sus relaciones con
personas significativas y en su relación con el mundo.
Está claro, que cuando se repiten los golpes físicos, pero sobre todo los psicológicos o emocionales, se
va agotando el amor. Nosotros los adultos sabemos como duele el silencio, tal vez más que las palabras
ofensivas. Ese silencio es el peor de los castigos, ahora imagínese a un niño que no ha hecho nada y no
se le habla, y no se le abraza y acaricia, cómo se va conformando su identidad.
Todos estos golpes emocionales y psicológicos, hacen tanto daño en la niñez porque el niño o la niña no
sabe defenderse; su mente apenas empieza a desarrollar lentamente ciertos mecanismos de defensa para
poder filtrar y analizar lo que ve y oye. Su mente es como una esponja: recibe todo. No tiene capacidad
para decir esto es verdad o no es verdad, lo que dicen es justo o injusto. Por eso los mensajes-golpes
son como olas gigantescas que llegan sin control a lo más profundo de ese ser indefenso. Pero que
distinta es la niñez y el futuro de sus hijos cuando ellos palpan el amor entre su padre y su madre,
cuando ellos desde pequeños ven que su madre recibe con un beso, un abrazo al padre que llega del
trabajo, o cuando el padre viene con un ramo de flores para su esposa o le da un beso a su esposa. Son
detalles que se van grabando en el alma de los niños, que van modelando su personalidad, que van
llenando de amor ese tanque-corazón. Créame, esa será la mejor herencia que podrá dejar a sus hijos.
3. El codependiente busca alivio en alguna adicción para "anestesiarse" ante su dolor. A veces lo hace a
través de relaciones personales disfuncionales y muchas veces dañinas; o mediante adicciones al
dinero, el sexo, la ira, las drogas, la bebida, etc. El codependiente está atado a lo que le sucedió en su
familia de origen y se siente internamente torturado por ello, aunque la mayoría de las veces no se da
cuenta de lo que le está sucediendo. El codependiente no puede dar lo que no recibió, por lo tanto, la
codependencia se convierte en un círculo vicioso que continúa de generación en generación si no se
busca ayuda psicológica.
DINÀMICA DE LA VIF:
Al principio de la mayoría de las relaciones es muy difícil que aparezca la violencia. Durante este período
se muestra un comportamiento positivo. Cada miembro de la pareja muestra su mejor faceta. La
posibilidad de que la pareja termine es muy alta si ocurriera algún episodio de violencia.
4. A medida que la relación continúa, se incrementa la demanda así como el stress.
Hay un incremento del comportamiento agresivo, más habitualmente hacia objetos que hacia la pareja.
Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper cosas.
El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión luego de la violencia.
La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un aumento del abuso verbal y del
abuso físico.
La pareja intenta modificar su comportamiento a fin de evitar la violencia. Por ejemplo: mantener la casa
cada vez más limpia, a los chicos más silenciosos, etc.
El abuso físico y verbal continúa.
La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso.
El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que puede: el tiempo y
comportamiento de la mujer (cómo se viste, adónde va, con quién está, etc.)
El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede decirle, por ejemplo, que si se
aman no necesitan a nadie más, o que los de afuera son de palo, o que le llenan la cabeza, o que están
locos etc.
5. Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas
El abusador hace una elección acerca de su violencia. Decide tiempo y lugar para el episodio, hace una
elección consciente sobre qué parte del cuerpo golpear y cómo lo va a hacer.
Como resultado del episodio la tensión y el stress desaparecen en el abusador. Si hay intervención
policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que la mujer aparece confundida e histérica debido a la
violencia padecida.
6. Se caracteriza por un período de calma, no violento y de muestras de amor y cariño.
En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su cargo una parte de la responsabilidad por el
episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de algún cambio en la situación a futuro. Actúan como
si nada hubiera sucedido, prometen buscar ayuda, prometen no volver a hacerlo, etc.
Si no hay intervención y la relación continúa, hay una gran posibilidad de que la violencia haga una
escalada y su severidad aumente.
A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender métodos apropiados para manejar su stress, esta
etapa sólo durará un tiempo y se volverá a comenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí mismo.
Luego de un tiempo se vuelva a la primera fase y todo comienza otra vez.
El hombre agresor no se cura por sí solo, debe tener un tratamiento. Si la esposa permanece junto a él, el ciclo
va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia.
7. Los agresores suelen venir de hogares violentos, suelen padecer trastornos psicológicos y muchos de ellos
utilizan el alcohol y las drogas lo que produce que se potencie su agresividad. Tienen un perfil determinado de
inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad, emocionalmente inestables, impaciente e impulsivos.
Los agresores trasladan habitualmente la agresión que han acumulado en otros ámbitos hacia sus mujeres.
Maltratador, frecuentemente es una persona aislada, no tiene amigos cercanos, celoso (celotipia), baja
autoestima que le ocasiona frustración y debido a eso se genera en actitudes de violencia.
Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson. Señalan que los
hombres maltratadores caen en dos categorías: pitbull y cobra, con sus propias características personales.
El pitbull espía a su mujer, es celópata, cae bien a todas las personas, excepto a sus novias o esposas. El cobra
es un sociópata, frío, calculador, puede ser cálido. El maltrato no cesa por sí solo.
Después de que la mujer ha sido físicamente maltratada y tiene miedo, a veces cesa este tipo de abuso y lo
reemplaza con un constante maltrato psicológico, a través del cual le deja saber a su víctima, que el abuso
físico podría continuar en cualquier momento.
En ocasiones la violencia del maltratador oculta el miedo o la inseguridad, que sintió de niño ante un padre
abusivo que lo golpeaba con frecuencia, al llegar a ser un adulto prefiere adoptar la personalidad del padre
abusador a sentirse débil y asustado. En otros casos, los comportamientos ofensivos son la consecuencia de
una niñez demasiado permisiva durante la cual los padres complacieron al niño en todo. Esto lleva al niño a
creerse superior al llegar a ser un adulto y a pensar que él está por encima de la ley. O sea, que puede hacer lo
que quiera y abusar de quien quiera. Piensa que se merece un trato especial, mejor que el que se les da a los
demás.