El documento defiende a los niños "mal educados" que dicen lo que piensan y sienten libremente sin ocultar su risa o llanto. Argumenta que al enseñarles a los niños a ocultar sus verdaderos sentimientos y a no decir lo que piensan para no lastimar a otros, en realidad les quitamos su libertad y los obligamos a usar máscaras.