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In Medio Or
Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al M
be
undo
“Puerta de la Sirena”
Castillo de Santiago (siglo XV)
Foto: Óscar Franco
En la imagen aparece la Puerta de la Sirena, portada monumen-
tal del Castillo de Santiago; es de destacar el elemento mítico (la
sirena de doble cola) que pertenece al imaginario simbólico de la
Casa Ducal de Medina Sidonia, el hada Melusina, un ser mítico de
naturaleza acuática que presidía –amparando bajo sus brazos los
escudos de la Casa Ducal- el acceso al interior del castillo y cuya
mirada apuntaba hacia el exterior del mismo, hacia la ribera, hacia
la orilla del Guadalquivir en su desembocadura, precisamente ha-
cia esa misma ribera que vería hacerse a la mar a los barcos de la
Expedición Magallanes-Elcano. Es un elemento característico del
Patrimonio Histórico y Artístico de Sanlúcar de Barrameda, repre-
sentativo del contexto cultural y cronológico (la transición de los
siglos XV a XVI) al que pertenece el horizonte de los grandes via-
jes oceánicos en el que se inserta la I Vuelta al Mundo (1519-1522).
In Medio Orbe
Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo
Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo,
celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)
los días 26 y 27 de septiembre de 2016
In medio Orbe
Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo
Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo,
celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)
los días 26 y 27 de septiembre de 2016
CONSEJERA DE CULTURA
Rosa Aguilar Rivero
VICECONSEJERA DE CULTURA
Marta Alonso Lappí
SECRETARIO GENERAL DE CULTURA
Eduardo Tamarit Pradas
Edita:
JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura
Colabora:
Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)
© DE LA EDICIÓN
JUNTA DE ANDALUCÍA
Consejería de Cultura
© DE LOS TEXTOS
Sus autores o los titulares de los mismos
© DE LAS OBRAS PLÁSTICAS
Los titulares de las mismas
FOTOGRAFÍAS
Los autores
DISEÑO GRÁFICO
Artefacto
Sevilla, 2016
ISBN: 978-84-9959-231-2
DEPÓSITO LEGAL: 1965-2016
IMPRIME: Escandón Impresores
ALCALDE DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA (CÁDIZ)
Víctor Mora Escobar
DELEGADO MUNICIPAL DE CULTURA
Juan Oliveros Vega
COORDINADOR CIENTÍFICO DEL CONGRESO Y EL LIBRO
Manuel J. Parodi Álvarez
AGRADECIMIENTOS
A todas aquellas personas, entidades, instituciones y colectivos que han
hecho posible este volumen, y que colaboran activa y decididamente en
pro de la Conmemoración del V Centenario de la I Vuelta al Mundo.
1 0 6 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 107
Q
SANLÚCAR
en Pigafetta
Manuel J. Parodi Álvarez1
ueremos en este breve artículo tratar de
recabar las menciones de Sanlúcar de
Barrameda que aparecen en el texto de
más recientes del texto en lengua española2
del
trabajo de Antonio Pigafetta, esto es, la que
realiza Benito Caetano para la Fundación
Antonio Pigafetta, su Primer Viaje alrededor del
Globo, la Crónica del Viaje de Magallanes-Elca-
no (de acuerdo con dos ediciones muy recientes
de dicho texto), unas menciones que son (o se
muestran como) de diverso cuño y que se resu-
men, en lo esencial (aunque en absoluto en lo
único) en dos términos, en dos conceptos, los
de “San Lúcar” y “Barrameda”, dos menciones
distintas en las que se viene a recoger el dual
nombre de la ciudad (Sanlúcar de Barrameda) y
bajo las cuales se presenta a la misma (no sólo
bajo estas menciones: veremos que la presencia
de Sanlúcar aparece reflejada de otros modos,
bajo otras denominaciones que directa o indi-
rectamente se refieren a la ciudad) en el texto
del vicentino Pigafetta.
Para cumplir este objetivo, y como hemos
ya apuntado, se emplearán las dos ediciones
Civi-
liter (www.civiliter.es/civiliter@civiliter.es) (en
2012, edición digital), de una parte, y la que
publica el sanluqueño Francisco Pacheco Isla
para la Fundación Puerta de América (la pri-
mera es una edición digital, como señalamos,
mientras la segunda es una edición analógica,
en papel, que viera la luz en agosto del año
2015), de otra3
.
El citado B. Caetano en el Prólogo que realiza
para dicha edición (Caetano, página 6) señala
textualmente que La presente edición está basa-
da en la realizada en 1800 por el archivero de
la Biblioteca Ambrosiana, Carlo Amoretti, con
traducción -amablemente literaria- del historia-
dor chileno José Toribio Medina, a la que me he
permitido realizar pequeñas correcciones y aña-
dir algunas notas encorchetadas para hacer más
accesible su lectura4
.
1
Coordinador del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo. Historiador y arqueólogo (Ilustre Colegio de
Sevilla-Huelva); profesor de los Másters de Patrimonio Histórico y de Turismo de la Universidad de Cádiz; miembro del
Grupo de Investigación PAI-HUM 440 “El Círculo del Estrecho” de la UCA; miembro correspondiente de la Scuola Italiana
de Archeologia a Cartagine (SAIC), de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología (SEHA) y de la Sociedad Española
de estudios Clásicos (SEEC).
2
A la fecha de redacción de este texto, septiembre de 2016.
3
Francisco Pacheco Isla es presidente de la Fundación Puerta de América, entidad radicada en Sanlúcar de Barrameda.
4
Por su parte, Pacheco en su edición no señala la referencia a la edición histórica de Pigafetta que sigue; se observan al-
gunas diferencias, menores, entre los textos de Caetano y Pacheco, que deben responder al manejo por los editores de una u
otra edición histórica (citada por Caetano, no citada por Pacheco).
108 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
Esta edición (la de Caetano) está disponible
en formato pdf en la web (en http://civiliter.es/
libreria/), y es una de las dos que hemos utiliza-
do para llevar a cabo este análisis de contenidos
directamente alusivos a Sanlúcar de Barrameda
en el texto de Antonio Pigafetta, de manera que
las referencias a la localización de los términos
de interés están citadas conforme a la organiza-
ción interna (la paginación) sea de la menciona-
da edición de Caetano, sea de la edición de Pa-
checo (en ambos casos se referencian con la cita
del autor -Caetano o Pacheco- más el número de
la página o páginas a la que se alude; ejemplo,
Caetano 146/Pacheco 221).
La edición de la que es responsable Francis-
co Pacheco ha sido publicada por la Fundación
Puerta de América en agosto de 2015 (como
señala el Laus Libris del volumen), por Santa
Teresa Industrias Gráficas, S.A., en Sanlúcar de
Barrameda (Cádiz)5
; cuenta el volumen con un
total de 299 páginas, e incluye otros contenidos
relacionados con la Expedición Magallanes-El-
cano más allá del texto de Pigafetta (que ocupa
las páginas 91 a 223 del volumen), y en los que
no nos detendremos en exceso por trascender
de los objetivos de este breve estudio que aho-
ra presentamos y que quiere poner el foco de
atención, por así decirlo, sobre las menciones de
Sanlúcar en la Crónica pigafettiana.
Así, F. Pacheco realiza una aproximación a
ese momento singular a través de varias de las
claves del mismo, acercándose a algunos de sus
puntos principales, de la mano del texto de An-
tonio Pigafetta, el gran cronista del viaje, un
texto recogido en las páginas de ese volumen
(91-223, como se ha señalado), como igualmen-
te se recoge en las páginas de dicho mismo volu-
men el texto, menos conocido que el de Pigafet-
ta, de Francisco Albo, otro de los supervivientes
del Viaje, quien dejó escrito para la posteridad
un Derrotero de esta aventura que presenta una
notable información sobre la misma (texto a su
vez comprendido en la edición de Pacheco, entre
las páginas 243-299 de la misma).
Igualmente se dan cita en las páginas de la edi-
ción de Pacheco cuatro reseñas biográficas dedi-
cadas a los principales protagonistas de la aven-
tura, esto es, a Hernando de Magallanes, a Juan
Sebastián de Elcano, comandantes responsables
del alfa y la omega de la Expedición, así como
a Antonio Pigafetta y Francisco Albo, cronistas
de la misma (Pacheco 85-90). También encon-
traremos la relación de los 18 supervivientes de
la aventura (Pacheco 224) así como los textos
de sendas cartas dirigidas respectivamente una
por Juan Sebastián de Elcano al rey-emperador
Carlos V (Pacheco 225-226) y la otra por el pro-
pio soberano al mismo Elcano (Pacheco 227).
Son de citar asimismo los cuatro Anexos que se
recogen también en el volumen y en los que se
nos presentan algunos elementos del vocabula-
rio de las tierras por las que pasó la Expedición,
una curiosidad que sin duda ayudará al lector
a entrar mejor en situación y acercarse al mo-
mento histórico retratado (Anexo I: vocabulario
brasileño, Pacheco 228; Anexo II: vocabulario
de los patagones, Pacheco 228-229; Anexo III:
vocabulario hasta las Islas Filipinas, Pacheco
230-232; Anexo IV: vocabulario de las islas del
Mar del Sur, Pacheco 233-242).
Abriendo el libro (Pacheco 19-83) se encuen-
tra un sincrético estudio del autor relativo a la
época del gran Viaje de Circunnavegación del
Globo, sobre el papel de las especias en el Mun-
do de los siglos medievales europeos, sobre la
necesidad de abrir nuevas rutas de comercio, so-
bre la inquietud del momento por ampliar los
límites del mundo conocido de la mano de la
mencionada necesidad de, como hemos señala-
do, tratar de ampliar igualmente los horizontes
económicos de la Europa de finales de la Edad
Media, un pequeño mundo (o no tan pequeño)
globalizado en torno al Mediterráneo, a Europa,
el Norte de África y el Próximo Oriente, con fir-
mes conexiones con el Lejano Oriente (reforza-
das merced a las navegaciones portuguesas en la
transición entre los siglos XV y XVI), un no tan
pequeño mundo que gracias a la Circunnavega-
ción, habría de conseguir ampliar enormemen-
5
Francisco Pacheco Isla, En Busca de las Especias. La Primera Vuelta al Mundo. Fundación Puerta de América. Sanlúcar
de Barrameda, 2015; D.L. CA 282-2015; ISBN 978-84-606-9532-5; número de páginas, 299; ilustraciones en color; mapa
del Viaje -desplegable- al final (fuera de paginación).
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 109
te sus horizontes llevándolos (en lo físico, pero
también en lo ideológico, en lo intelectual, en lo
económico, en lo cultural) mucho más allá de lo
que los europeos de la época, de seguro, podrían
siquiera haber podido llegar a imaginar6
.
A la hora de hacer alusión a la ciudad de Sanlúcar
de Barrameda, su entorno y su contexto, Pigafetta,
piloto (y cronista) superviviente de la expedición
de Magallanes-Elcano, utiliza varias referencias,
como las mencionadas de “San Lúcar” (que apa-
rece en seis ocasiones, en las páginas 12, 13 y 146
de la edición de Caetano, y en las páginas 98, 99
y 221 de la edición de Pacheco, las dos que ma-
nejamos -que en adelante citaremos sencillamente
como “Caetano” y “Pacheco”, respectivamente)
o de “Barrameda” (que aparece en una ocasión,
en la página 12 de Caetano y en la 99 de Pache-
co) (“San Lúcar”: Caetano, 12, 13, 146; Pacheco
98, 99, 221; “Barrameda”: Caetano, 12; Pacheco
99); son éstas las dos referencias, como venimos
señalando, más inmediatamente relacionadas (y re-
lacionables por el lector) con la ciudad, pues refle-
jan el nombre de la misma, al menos parcialmente
(aun con una forma no canónica, como en el caso
de “San Lúcar”, si bien también utilizada histórica-
mente, y claramente reconocible como nombre de
la localidad)7
, pero no son las únicas que emplea
el italiano para referirse a Sanlúcar de Barrameda.
Junto a “San Lúcar” y “Barrameda”, el ita-
liano Pigafetta utiliza asimismo otros términos
alusivos a la ciudad, como viene a hacer cuan-
do en sus párrafos emplea conceptos como el
de “castillo”, el de “duque de Medina Sidonia”
o el de “bahía” (por extensión, “de Sanlúcar”).
En este sentido, el de “bahía” es un término
que emplea Pigafetta dos veces (en la expresión
“bahía de San Lúcar”, por ejemplo, como decía-
mos) para referirse al litoral sanluqueño, a la ori-
lla izquierda del río, a aquella ensenada natural
que conformaba el Guadalquivir a su paso por
Sanlúcar y que se refleja, por ejemplo, en la ima-
gen de Sanlúcar creada por Anton van Wyngaer-
de en 1567 (tan sólo unas décadas después de la
culminación del viaje de Elcano, por lo que po-
demos considerar al texto de Pigafetta y a la ima-
gen de Wyngaerde como prácticamente contem-
poráneas), y que debe reproducir con bastante
cercanía al paisaje real del momento la situación
y naturaleza de dicha ensenada, de dicha curva
del río a su paso por la ciudad de Sanlúcar de
Barrameda, una línea de costa a la que Pigafetta
no vacila en denominar como “bahía” (“de San
Lúcar”); es de señalar que dicha mención aparece
hasta en dos ocasiones, recogidas en la pg. 146
de la edición de Caetano y en la 221 de Pacheco
(“bahía”: Caetano, 146; Pacheco 221).
/ Fig. 1. Vista del Palacio Ducal de Medina Sidonia y la iglesia
de Ntra. Sra. de La O. Foto Óscar Franco.
/ Fig. 2. Vista del Palacio Ducal de Medina Sidonia y la iglesia de
Ntra. Sra. de La O. Se aprecian las estructuras defensivas del
perfil de la Barranca en la Cuesta de Belén. Foto Óscar Franco.
6
En esta aventura consistente en tratar de romper las barreras del Mundo conocido hasta entonces, en este ampliar los
horizontes de la realidad, en la Primera Vuelta al Mundo, Sanlúcar de Barrameda habría de contar con un papel esencial,
con un rol fundamental, como punto de partida y de llegada de los expedicionarios, quienes entre 1519 y 1522 escribieron
las páginas de una gesta irrepetible, de una aventura única, que contribuyó a que el Mundo rompiera algunas barreras hasta
entonces inamovibles, dándose principio y fin a la misma, precisamente, en las orillas del río Guadalquivir, en las playas de
Sanlúcar de Barrameda.
7
Es de mencionar, llegados a este punto, que no resulta extraño, en textos (de una u otra naturaleza, desde periodísticos
a afiches de espectáculos varios) redactados fundamentalmente fuera de la ciudad, encontrar, en pleno siglo XXI las formas
“San Lúcar”, “San Lucar” e incluso “San Lucas” para referirse al nombre de la ciudad, “Sanlúcar de Barrameda”...
110 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
Los otros dos términos empleados por Piga-
fetta para hacer alusión a la ciudad son los de
“Medina Sidonia” (“duque de Medina Sidonia”,
en realidad) y “castillo”; respecto al primero, el
de “duque de Medina Sidonia”, que aparece en
una sola mención, en la página 12 de la edición
de Pigafetta a cargo de Caetano, y en la página
98 de Pacheco (“Medina Sidonia”: Caetano, 12;
Pacheco 98), cabe señalar que se trata de una
referencia directa a la Casa Ducal de Medina Si-
donia (no sólo a uno u otro titular del ducado),
a través de la mención del citado título ducal; los
Guzmán, titulares de la Casa hasta el siglo XVI-
II (cuando la titularidad de la misma -por avata-
res familiares, como en tantos casos- pasa a los
Álvarez de Toledo, como a principios del siglo
XXI ha pasado a los González de Gregorio, que
siguen siendo Álvarez de Toledo, como siguen
siendo Guzmanes), ostentaron el Señorío de
Sanlúcar entre 1295/1297 (con esas dos fechas
como referentes del hecho histórico: en primer
lugar 1295, con la concesión verbal del Señorío
por la Corona castellana, y -finalmente- de ma-
nera definitiva, 1297 con la concesión plena (y
por escrito) a cargo de la Corona de Castilla del
mismo a D. Alonso Pérez de Guzmán El Bueno
mediante el correspondiente Privilegio Rodado
que se conserva en el Archivo General de la Fun-
dación Casa de Medina Sidonia), y 1645 (año
de la extinción del Señorío sobre la ciudad, con
el IX duque, D. Gaspar Alonso Pérez de Guz-
mán el Bueno, y de la definitiva incorporación
de Sanlúcar de Barrameda a Realengo bajo el
reinado de Felipe IV -y el valimiento de Gaspar
de Guzmán y Pimentel, mejor conocido por su
título dual de conde-duque de Olivares, él mis-
mo un Guzmán…).
- Fig. 3. Castillo de Santiago. Foto Óscar Franco.
Finalmente, encontraremos también en una
ocasión el empleo del término “castillo”, que
viene a representar, a constituir, una mención
(en general y por extensión) del recinto amu-
rallado de Sanlúcar (y no sólo del castillo de
Santiago: se hace mención de este modo a la
plaza fuerte amurallada de Sanlúcar y no sola-
mente a uno de sus espacios esenciales, la forta-
leza de Santiago, que formaba parte, a modo de
alcázar -sic- de las defensas de la referida plaza
fuerte sanluqueña; el autor se refiere a Sanlúcar
de Barrameda llamándola “castillo”, en rela-
ción (como venimos señalando) con su natu-
raleza de plaza fuerte, y haciendo referencia al
conjunto integral de su recinto amurallado (aún
no del todo mermado por el paso del tiempo
y la acción -casi siempre destructora, siempre
definitoria- de la mano humana); no se refiere,
así, el autor, como decimos, de forma específica
(y exclusiva) al edificio del castillo de Santia-
go, sino al conjunto de la villa amurallada de
Sanlúcar de Barrameda, que es lo que se guar-
da bajo dicha denominación de “castillo” em-
pleada de esta manera en su texto por el piloto
y cronista italiano en este concreto caso (así,
“castillo”: Caetano, 12; Pacheco 98).
Otros dos términos de interés de entre los em-
pleados por Pigafetta que se han considerado
igualmente son los que recogen la mención del
río; así, y en este sentido, el italiano utiliza dos
denominaciones para este curso fluvial, que son
las de “Guadalquivir” y las de “Betis”; la pri-
mera aparece en la página 12 de la edición de
Caetano y en la página 98 de la edición de Pa-
checo (“Guadalquivir”: Caetano, 12; Pacheco
98), en referencia a los restos de un puente (dos
pilares) a la altura de San Juan de Alfarache
(esto es, la localidad de San Juan de Aznalfa-
rache), aguas abajo de Sevilla; estos restos de
estructuras debieron pertenecer bien a un paso
firme de escasa duración (o frustrado), bien a
una estructura que combinase un hipotético
paso firme parcial con un paso mediante bar-
cas, pues sabemos que hasta a construcción del
Puente de Isabel II (o de Triana, como es más
popularmente conocido), al paso del río por la
ciudad de Sevilla, no existía ningún paso firme
sobre las aguas del Guadalquivir aguas abajo
de Córdoba, cuyo puente romano constituía el
paso firme situado más al sur en el río, siendo
el puente de barcas de Sevilla el paso estable
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 111
más meridional en términos absolutos (exis-
tiendo diversos pasos con barcas aguas abajo
de la capital sevillana, pero no ningún puente
ya fuera de barcas o firme, estructural) sobre
las aguas del viejo Baetis de los romanos. Seña-
la Pigafetta, en cualquier caso, que la existencia
de dichos dos pilares, que se encuentran sumer-
gidos, es un factor que viene a hacer más difícil
la navegación y que exige que el paso por dicha
zona se lleve a cabo con especial cuidado, con-
tando con pilotos expertos que conozcan bien
el lugar y efectuándolo aprovechando la acción
de la marea alta, referencia y modo con los que
el italiano deja, además, neta constancia del
efecto y acción de las mareas en el río Guadal-
quivir tierra adentro (fenómeno bien conocido
históricamente, todo sea dicho), poniendo de
manifiesto al mismo tiempo el carácter mari-
no de la navegación interior (incluso muchos
kilómetros tierra adentro, de la mano del viejo
Baetis de los romanos), una navegación martíti-
ma interior sustentada (al menos hasta Sevilla),
a principios del siglo XVI -como en nuestros
mismo días- por el gran río andaluz.
De otra parte, el término “Betis” es utilizado
por Antonio Pigafetta en dos ocasiones (ambas
localizadas en la página 12 de la edición de Cae-
tano siendo igualmente localizado dos veces en
la página 98 de la edición de Pacheco: “Betis”:
Caetano, 12; Pacheco 98); se trata de dos men-
ciones del río realizadas sirviéndose el autor del
nombre latino del mismo (Baetis o Betis), una
con referencia al mismo en su curso medio (a
la altura de la localidad sevillana de San Juan
de Aznalfarache, citada como Alfarache por el
autor) y la otra en la desembocadura, en San-
lúcar de Barrameda, cuando habla de la bahía
de Sanlúcar, desde donde partieron los expedi-
cionarios de Magallanes en 1519, haciéndose a
la mar, y a donde regresaron en 1522 bajo el
mando del euskaldún Juan Sebastián de Elcano
culminando de ese modo la proeza de la Primera
Vuelta al Mundo.
Términos a considerar
San Lúcar: forma del nombre de la ciudad que emplea Pigafetta en lugar de “Sanlúcar”.
Barrameda: término que Pigafetta menciona como advocación mariana, referido a una Virgen de la loca-
lidad (“N.S. de Barrameda”).
Bahía: término que emplea Pigafetta (“bahía de San Lúcar”) para referirse al litoral sanluqueño, a la
ensenada natural que forma el río en Sanlúcar y que se refleja, por ejemplo, en la imagen de
Sanlúcar creada por Wyngaerde (en 1567).
Medina Sidonia: (“duque de Medina Sidonia”) alusión a la Casa Ducal de Medina Sidonia; los Guzmán, titula-
res de la Casa hasta el siglo XVIII (cuando pasa a los Álvarez de Toledo), ostentaron el Señorío
de Sanlúcar entre 1295/1297 y 1645.
Castillo: mención (en general y por extensión) del recinto amurallado de Sanlúcar; el autor se refiere
a Sanlúcar llamándola “castillo”, en relación con su naturaleza de plaza fuerte y su recinto
amurallado; no se refiere específicamente al castillo de Santiago, sino a la villa amurallada
de Sanlúcar de Barrameda.
Guadalquivir: mención del río con su nombre moderno.
Betis: mención del río bajo su denominación latina.
112 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
Ubicación y frecuencia de las menciones de los términos de interés
San Lúcar:
Total menciones:
Ubicación:
Frecuencia:
5 en Caetano, 6 en Pacheco
Caetano 12, 146/ Pacheco 98, 99, 221
Caetano 12: 3 menciones; 146: 2
Pacheco 98: 1 mención; 99: 3; 221: 2
Barrameda:
Total menciones:
Ubicación:
1
Caetano 12/ Pacheco, 99
bahía:
Total menciones:
Ubicación:
2
Caetano 146: 2/ Pacheco, 221: 2 menciones
Medina Sidonia:
Total menciones:
Ubicación:
1
Caetano 12/ Pacheco 98
castillo:
Total menciones:
Ubicación:
Guadalquivir:
Total menciones:
Ubicación:
1
Caetano 12/ Pacheco 98
1
Caetano 12/ Pacheco, 98
Betis:
Total menciones:
Ubicación:
Frecuencia:
2
Caetano12/ Pacheco, 98
Caetano 12: 2 menciones
Pacheco 98: 2 menciones
San Lúcar
Es la forma del nombre de la ciudad que em-
plea Pigafetta al mencionarla en sus párrafos; el
nombre de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda
(nombre ya de por sí compuesto, y que refleja
dos realidades: “Sanlúcar” y “Barrameda”, esto
es, el “Lugar Santo”, y la “Tierra Firme entre
Marismas” -o Barrameda) ha sido puesto por
escrito históricamente de varias formas, siendo
“Sanlúcar” la forma canónica correcta, mien-
tras otras variantes históricas habituales son
“San Lúcar” (aún es relativamente común ver
el nombre así reflejado en algunas ocasiones,
especialmente cuando se trata de textos redac-
tados desde fuera de la ciudad) y “San Lucas”,
empleándose en este último caso el nombre del
santo patrono de la localidad como denomina-
ción de la propia ciudad.
La primera mención del nombre de Sanlúcar
hasta ahora conocida es la que aparece en las
amonedaciones almorávides de Yusuf Ibn Ta-
sufin, a caballo entre los siglos XI y XII (es-
< Fig. 4. Estructuras
medievales del Pala-
cio Ducal de Medina
Sidonia. Foto Óscar
Franco.
tas amonedaciones pertenecen al período del
reinado de Tasufin comprendido entre 1087 y
1103); el primer emir almorávide acuña mone-
da de oro y plata en su ceca de Sanlúcar (una
de la decena escasa de cecas que presentan tes-
timonios similares en la época en Al-Andalus),
una moneda de prestigio, de Estado, que refleja
el nombre de Sanlukar y que viene a constituir
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 113
la primera referencia escrita del nombre de la
localidad, hasta ahora en términos absolutos,
algo que hemos tenido ocasión de tratar en
otros lugares8
.
Ya en el siglo XIII las Cantigas de Alfonso X
el Sabio recogerán el término “Barrameda”, y
se encontrará, ya en época medieval cristiana,
generalizado el nombre de “Sant Locar” (o “Lu-
gar Santo”) para la población. Parece claro que
el nombre de Sanlúcar de Barrameda refleja una
realidad poblacional doble, de manera que de
una parte existiera el “Lugar Santo”, un Santua-
rio o Lugar Sagrado heredero quizá de la sacra-
lidad del espacio del Luciferi Fanum romano,
y de otra el lugar de “Barrameda”, la “Tierra
Firme entre Marismas”, como se ha señalado,
que en todo o en parte pueda buscarse en los
entornos de la actual zona de Bonanza (salvas
las diferencias y modificaciones del paisaje)9
.
San Lúcar en Caetano
1. Pg. 12. Continuando el descenso del Betis,
se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas
hasta San Lúcar, castillo de propiedad del
duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está
el puerto que da al océano, a diez leguas del
cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud
norte. De Sevilla a este puerto hay de diecisie-
te a veinte leguas.
2. Pg. 12. Algunos días después, el comandante
en jefe y los capitanes de las otras naves se vi-
nieron en las chalupas desde Sevilla hasta San
Lúcar, y se acabó de vituallar la escuadra.
Todas las mañanas se bajaba a tierra para oír
la misa en la iglesia de N.S. de Barrameda; y
antes de partir, el jefe determinó que toda la
tripulación se confesase, prohibiendo en ab-
soluto que se embarcase mujer alguna en la
escuadra.
3. Pp. 12 (se completa en pg.13). Partimos de
San Lúcar el 20 de septiembre, dirigiéndonos
hacia el sudoeste, y el 26 llegamos a una de
las islas Canarias, llamada Tenerife, situada
en 28 grados de latitud septentrional.
4. Pg. 146. Gracias a la Providencia, el sába-
do 6 de septiembre entramos en la bahía de
San Lúcar y de los sesenta hombres que for-
maban la tripulación cuando partimos de las
islas Molucas, no éramos más que dieciocho,
y éstos en su mayor parte estaban enfermos.
Otros desertaron en la isla de Timor; otros
fueron condenados a muerte por delitos, y
otros, en fin, perecieron de hambre.
5. Pg. 146. Desde que habíamos partido de la
bahía de San Lúcar hasta que regresamos a
ella recorrimos, según nuestra cuenta, más
de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y
dimos la vuelta al mundo entero, yendo siem-
pre de este a oeste.
8
En general, para la Sanlúcar medieval (islámica y cristiana), los estudios más recientes en Parodi Álvarez, M.J. y Rabadán
Gómez, V. (2012): “Apuntes sobre la ceca islámica de Sanlúcar (siglos XI-XII)”, en Sanlúcar. Revista de las Fiestas de Prima-
vera y Verano. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda, nº. 48, pp. 96-115; Parodi Álvarez, M.J. y Rabadán Gómez, V. (2012b):
“Sobre la Sanlúcar islámica y su ceca almorávide (siglos XI-XII)”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo
Guadalquivir nº. 2, pp. 8-14; Parodi Álvarez, M.J. (2014): “Antecedentes musulmanes del casco histórico de Sanlúcar. Al-
gunos apuntes”, en Sanlúcar Señorial y Atlántica. I y II Jornadas de Patrimonio Histórico-Artístico. Sanlúcar de Barrameda,
pp. 135-144; Parodi Álvarez, M.J., Rodríguez Mellado, J., Herrera Jiménez, Mª.M. (2015): Estudio Histórico-Arqueológico
preliminar de la “Casa de los Arcos” (Calle Zárate 2, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz). Sanlúcar de Barrameda [189 pp.; ils.
color. ISBN 978-84-606-7968-4. DL. CA 173-2015]; Parodi Álvarez, M.J. y Rodríguez Mellado, J. (2015): “Sanlúcar de Ba-
rrameda en la encrucijada. Notas sobre los siglos XIV y XV”, en F. Toro Ceballos (coord.), Los reinos peninsulares en el siglo
XV. De lo vivido a lo narrado. Actas del Encuentro de investigadores en homenaje al profesor Michel Garcia. Andújar, pp.
221-232; Parodi Álvarez, M.J. y Bejarano Gueimúndez, D., (2016): “Floruit tempus. Bajo las huellas de Magallanes, Elcano
y Hasekura Tsunenaga”, en Sanlúcar. Revista de las Fiestas de Primavera y Verano. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda nº.
52, pp. 116-124; Parodi Álvarez, M.J. y Rodríguez Mellado, J. (2016): “Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica”, en F.
Toro Ceballos y J. Rodríguez Molina (coords.), Estudios de Frontera. 10. Fronteras multiculturales. Jaén 2016, pp. 341-358.
9
Cfr. sobre este territorio de la desembocadura del Guadalquivir, su ordenación y sus relaciones con el entorno y territo-
rios lejanos al mismo pero relacionados cultural y económicamente con esta geografía, en época protohistórica y antigua,
Parodi Álvarez, M.J., “Notas sobre Évora y las fronteras de Asta Regia”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del
Bajo Guadalquivir. Sanlúcar de Barrameda, año 1, nº. 1, junio de 2012, pp. 37-40; igualmente, Parodi Álvarez, M.J., “Al-
gunas consideraciones sobre Évora y las fronteras de Hasta Regia”, en Revista Sanlúcar. nº. 51. Imp. Santa Teresa, Sanlúcar
de Barrameda (Cádiz), 2015, pp. 120-131.
114 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
San Lúcar en Pacheco
1. Pg. 98. Continuando el descenso del Betis,
se pasa cerca de un pueblo llamado Coria y
algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo
de propiedad del duque de Medina Sidonia.
Ahí es donde está el puerto… [se completa la
cita en pg. 99: “…que da al Océano, a diez
leguas y a Poniente del cabo de San Vicente,
a 37º N.”].
Barrameda
Barrameda, la “Tierra Firme entre Marismas”
(o “entre aguas someras”), es el segundo térmi-
no del nombre compuesto de la localidad (“San-
lúcar de Barrameda”), que bien puede reflejar
una realidad dual, un doble poblamiento, o dos
núcleos con existencia histórica, uno, el “Santo
Lugar”, o “Sant Locar”, del que deriva “Sanlú-
car”, y que podría guardar relación con la he-
rencia como santuario, como espacio sagrado,
del viejo Luciferi Fanum de los romanos, y el
otro, la Barrameda ya mencionada en las Canti-
gas de Alfonso X el Sabio como lugar donde se
produciría un milagro mariano, mostrando así
una fuerte vinculación con la presencia de un
elemento de carácter divino y naturaleza feme-
nina desde tiempos antiguos, que habría trans-
mutado en santuario mariano (en espacio con
advocación mariana propia, Nuestra Señora de
Barrameda) en tiempos cristianos.
En Sanlúcar coexisten históricamente diver-
sas advocaciones marianas relacionadas con
la navegación, los marinos y navegantes, sin
olvidar al mundo de la pesca; entre dichas ad-
vocaciones, y junto a la de la Virgen del Car-
men, universalmente relacionada con la mar y
protectora de marinos desde, al menos, época
medieval (con una fuerte relación con las Cru-
zadas y las navegaciones desde Europa a Tierra
Santa, al Levante mediterráneo, con el Monte
Carmelo como santuario e hito geográfico de
referencia para dichos navegantes) se cuentan
las de Barrameda y Bonanza; esta última, la ad-
vocación de N.S. de Bonanza, puede estar di-
rectamente relacionada con la Madonna di Bo-
naria, de Cagliari (Cerdeña, Italia, donde tiene
un santuario que corona las alturas cercanas a
la ciudad y la Bahía cagliaritana), desde donde
habría quizá llegado en época medieval a San-
lúcar de Barrameda; esta advocación de Bona-
ria-Bonanza (o del “Buen Aire”, esa bonanza
del viento y el tiempo tan cara como necesaria
para los navegantes) daría nombre, andando el
tiempo, a la capital de la República Argentina,
la Ciudad y Puerto de Nuestra Señora de los
Buenos Aires, fundada en el siglo XVI por una
expedición zarpada originalmente desde Sanlú-
car de Barrameda.
/ Fig. 5. Parroquia de Nuestra Señora de La O. Foto Óscar.
Franco.
La advocación de Barrameda debió recibir su
nombre por el emplazamiento de la misma, en
la zona de la Barrameda, de la “Tierra Firme
entre Marismas”, que no sólo proporciona la
segunda parte del nombre a Sanlúcar, sino que
constituye una de las posiblemente dos reali-
dades poblacionales históricas sobre las que se
construyese esa realidad dual que sería Sanlúcar
de Barrameda; dicha zona de Barrameda ha-
bría de ser localizada en los entornos actuales
de Bonanza-La Algaida, en la antigua punta de
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 115
flecha de tierra firme consolidada en un entorno
litoral y marismeño (de un lado de la misma, el
río-mar, de otro, el río-lago Ligustino) que ya
existe en época protohistórica en el contexto
meridional y costero del viejo Lago Ligustino,
en el corazón del antiguo Sinus Tartessii de las
fuentes clásicas.
Pg. 12. Algunos días después, el comandante
en jefe y los capitanes de las otras naves se
vinieron en las chalupas desde Sevilla hasta
San Lúcar, y se acabó de vituallar la escuadra.
Todas las mañanas se bajaba a tierra para oír
la misa en la iglesia de N.S. de Barrameda; y
antes de partir, el jefe determinó que toda la
tripulación se confesase, prohibiendo en ab-
soluto que se embarcase mujer alguna en la
escuadra.
Bahía
El término de bahía es empleado por Anto-
nio Pigafetta (mediante el uso de la expresión
“bahía de San Lúcar”) en referencia al litoral
sanluqueño, a la ensenada natural que crea el
Guadalquivir en Sanlúcar, a la orilla izquier-
da del río, y que podemos encontrar reflejada,
por ejemplo, en la imagen de Sanlúcar de An-
ton van Wyngaerde (o “Antón/Antonio de las
Viñas”) datada en 1567, tan sólo unas décadas
más tarde de la culminación exitosa del viaje
de Magallanes-Elcano; puede considerares que
esta imagen de Sanlúcar trazada por el flamen-
co van Wyngaerde (con su relativa y conocida
distorsión de la perspectiva, propia del autor,
que no la invalida en absoluto) debe reproducir
con bastante cercanía ala realidaddel momento
el paisaje de dicha ensenada, de dicha curva del
río a su paso por Sanlúcar, a la que, como ve-
mos, el piloto Pigafetta no duda en calificar de
“bahía” (“bahía de San Lúcar”, es la expresión
que utiliza el italiano, como hemos visto); dicha
mención de esta “bahía” aparece una sola vez,
ya en los párrafos finales del relato del viaje, en
la pg. 146 de la edición de Caetano que maneja-
mos (“bahía”: Caetano, 146), al rendir cuentas
Pigafetta de la vuelta a Sanlúcar de Barrameda
de la nao Victoria con los 18 supervivientes de
la tan larga como azarosa travesía.
Pg. 146. Gracias a la Providencia, el sábado 6
de septiembre entramos en la bahía de San
Lúcar y de los sesenta hombres que forma-
ban la tripulación cuando partimos de las is-
las Molucas, no éramos más que dieciocho,
y éstos en su mayor parte estaban enfermos.
Otros desertaron en la isla de Timor; otros
fueron condenados a muerte por delitos, y
otros, en fin, perecieron de hambre.
De otra parte, en las páginas 221 y 222 de la
edición de Francisco Pacheco se recoge la cita
de esta “bahía” de la siguiente manera (página
221): “En fin, gracias a la Providencia, el sába-
do 6 de septiembre de 1522 dimos fondo en la
bahía de San Lúcar y de los sesenta hombres que
formaban la tripulación de La Victoria, cuando
partimos de las islas del Maluco, llegamos a Es-
paña dieciocho, estando enferma la mayor par-
te. Los demás, unos murieron de hambre, otros
escaparon en la isla de Timor y otros fueron
condenados a muerte por sus crímenes”.
Medina Sidonia
Otro de los términos empleados igualmente por
Pigafetta para hacer directa alusión a la ciudad
de Sanlúcar de Barrameda lo encontramos bajo
la alusión a “Medina Sidonia” (esto es, a los
“duques de Medina Sidonia”, en realidad, al
ducado bajo cuya égida se encontraba por en-
tonces el señorío de la ciudad); respecto a este
término concreto (a esta expresión, más bien) de
“duque de Medina Sidonia”, que aparece en una
sola mención, en la página 12 de la edición de Pi-
gafetta a cargo de Caetano (“Medina Sidonia”:
Caetano, 12), podemos señalar que se trata de
una referencia explícita, directa, a la Casa Ducal
de Medina Sidonia, a través de la mención del
citado título ducal, y por añadidura, a la propia
ciudad de Sanlúcar (a través de la mención del
principal de los títulos nobiliarios de los titulares
del señorío de la localidad -ya que desde media-
dos del siglo XV los señores de Sanlúcar, como
es sabido, serían a su vez duques de Medina Si-
donia- un título éste, el ducal de Medina Sidonia,
indisolublemente ligado a la identidad de Sanlú-
car, tanto como para que el cronista del Viaje lo
pueda utilizar como una de las maneras de hacer
referencia de uno u otro modo a la localidad en
los albores del Quinientos).
Los Guzmán, como ya hemos mencionado su-
pra, que ostentarían la titularidad de la Casa has-
ta el Setecientos (cuando dicha titularidad habría
116 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
de pasar por extinción de la línea principal a los
Álvarez de Toledo, emparentados directamente
con los Guzmán y herederos, finalmente, de los
mismos), ostentaron el Señorío de Sanlúcar entre
1295/1297 (con esas dos fechas como referentes
del hecho histórico: en 1295 Sancho IV realizau-
na primera concesión -o compromiso de conce-
sión- verbal del Señorío, y en 1297 Fernando IV
la hace efectiva con la concesión definitiva por
la Corona de Castilla del Señorío sobre Sanlúcar
a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” median-
te el correspondiente Privilegio Rodado, docu-
mento cuyo original se conserva en el Archivo
General de la Fundación Casa de Medina Sido-
nia), y 1645 (año de la extinción del Señorío en
tiempos del IX duque, D. Gaspar Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, último señor de Sanlúcar,
y de la definitiva incorporación de la ya ciudad
de Sanlúcar de Barrameda al conjunto de tierras
y ciudades de Realengo bajo el reinado de Feli-
pe IV (y el valimiento de Gaspar de Guzmán y
Pimentel, mejor conocido por su título dual de
conde-duque de Olivares, ut supra).
/ Fig. 6. Las Covachas (perspectiva). Foto Óscar Franco.
Pg. 12. Continuando el descenso del Betis, se
pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas has-
ta San Lúcar, castillo de propiedad del duque
de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto
que da al océano, a diez leguas del cabo de San
Vicente, en el grado 37 de latitud norte. De Sevi-
lla a este puerto hay de diecisiete a veinte leguas.
/ Fig. 7. Las Covachas (detalle). Foto Óscar Franco.
Igualmente, en la página 98 de la edición lle-
vada a cabo por el sanluqueño Francisco Pache-
co Isla sobre la Crónica del referido Pigafetta
(en realidad, la cita completa se recoge en las
páginas 98-99 de la citada edición, aunque la
mención del duque de Medina Sidonia aparece
en la página 98 en concreto) y en relación con el
asunto que nos trae ahora aquí (las menciones
de Sanlúcar registradas, bajo unos u otros pará-
metros, en el texto del vicentino Antonio Pigafe-
tta) se señala que …continuando el descenso del
Betis, se pasa cerca de un pueblo llamado Coria
y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo
de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí
es donde está el puerto que da al Océano, a diez
leguas y a Poniente del cabo de San Vicente, a
37o N. De San Lúcar a Sevilla por el río, habrá
de 17 a 20 leguas.
Castillo
En el texto de Pigafetta encontraremos tam-
bién el término “castillo” en referencia a San-
lúcar de Barrameda; viene a representar una
mención (general y por extensión) del recinto
amurallado de Sanlúcar de Barrameda, ciudad
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 117
que contaba con una cinta de muralla erigida
por los Guzmanes a lo largo del siglo XIV y que
habría ampliado el perímetro amurallado del
casco urbano de la localidad, llevándolo más
allá de la cerca de la muralla de tapial de época
islámica precedente (que se remonta, en los -es-
casos- restos conocidos y conservados, posible-
mente hasta los siglos XI-XII, esto es, a época
almorávide).
La Sanlúcar de Barrameda de tiempos medie-
vales, ya se tratase del recinto murado islámico,
el Hisn, del Barrio Alto (circunscrito a los en-
tornos de la actual Plaza de La Paz, esencial-
mente), de los siglos XI-XII (cuando menos) ya
se tratase de la cinta muraria cristiana, erigida
por los Guzmán en el Trescientos (con un re-
cinto ampliado respecto a la etapa precedente,
pero aún limitado a la Corona de la Barranca,
al corazón del Barrio Alto sanluqueño), pre-
sentaría en la época de la Circunnavegación un
aspecto defensivo notable, a lo que hace alu-
sión Pigafetta mediante el empleo del término
“castillo”10
.
Así, el autor se refiere a Sanlúcar llamándola
“castillo” en relación con su naturaleza de plaza
fuerte, y en función de su recinto amurallado;
no se refiere específicamente al castillo de San-
tiago, sino a la villa amurallada de Sanlúcar de
Barrameda, que es lo que se guarda bajo dicha
denominación de “castillo” empleada por el pi-
loto italiano en este caso (castillo: Caetano, 12),
significando y poniendo de relieve, además, el
italiano el papel nada desdeñable desempeñado
por la localidad en la guarda del río.
Conviene que no olvidemos en este sentido
que el texto de Pigafetta estaba destinado a ser
leído por los soberanos extranjeros a los que se
lo entregó, como el Rey de Portugal o la Regen-
te de Francia, o el Gran Maestre de la Soberana
Orden de los Caballeros de Malta: Pigafetta no
descuida ni pasa por alto el detalle de que los
lectores de su texto estarán muy interesados en
los pormenores del mismo, en lo que se refiere a
las cuestiones relativas a las tierras lejanas res-
pecto a Europa, sí, pero también en lo relativo
a la expedición en sus fases peninsulares, esto
es, en todo lo relativo a Sevilla, el río, Sanlú-
car de Barrameda, y, además de estos elementos
continentales, a las Canarias, paisajes todos de
soberanía castellana el conocimiento de los de-
talles relativos a los mismos habría de resultaría
sin duda de interés para soberanos extranjeros
de la época como los que fueron destinatarios
de la información sobre el viaje redactada por
Pigafetta.
Pg. 12 (Caetano). Continuando el descenso del
Betis, se pasa cerca de Coria y algunas otras
aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad
del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde
está el puerto que da al océano, a diez leguas
del cabo de San Vicente, en el grado 37 de
latitud norte. De Sevilla a este puerto hay de
diecisiete a veinte leguas.
Pg. 98 (Pacheco). Continuando el descenso del
Betis, se pasa cerca de un pueblo llamado Co-
ria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar,
castillo de propiedad del duque de Medina
Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al
Océano, a diez leguas y a Poniente del cabo
de San Vicente, a 37º N. de San Lúcar a Sevi-
lla por el río, habrá de 17 a 20 leguas.
Guadalquivir
Otros dos términos de especial interés de en-
tre aquellos utilizados por Pigafetta que se han
considerado igualmente son los que recogen la
mención directa del río; en este sentido el ita-
liano utiliza dosdenominaciones distintas para
este curso fluvial, como son las de “Guadalqui-
vir” y “Betis”; la primera aparece en la página
12 de la edición de Caetano (“Guadalquivir”:
Caetano, 12), en un contexto en el que se hace
referencia a los restos de un puente (en concreto
a dos pilares) sobre el río a la altura de San Juan
de Alfarache (sic, San Juan de Aznalfarache),
aguas abajo de la ciudad de Sevilla; estos restos
de estructuras, como hemos señalado, debieron
10
Acerca del Hisn del Barrio Alto sanluqueño (i.e., el recinto amurallado de época medieval islámica, del que sobreviven
algunas islas en el entorno de la Plaza de la Paz de la ciudad) puede consultarse la Bibliografía de referencia que hemos in-
cluido en notas precedentes a ésta.
118 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
pertenecer bien a un paso firme de quizá escasa
duración (o incluso frustrado), bien a una es-
tructura compleja que combinase un hipotético
paso firme parcial con un paso mediante bar-
cas, pues sabemos que hasta la construcción del
Puente de Isabel II (o de Triana, como es popu-
larmente conocido), al paso del río por la ciudad
de Sevilla, a mediados del siglo XIX, no existía
ningún paso firme sobre las aguas del Guadal-
quivir aguas abajo de Córdoba, cuyo puente ro-
mano constituía, desde la Antigüedad, el paso
firme situado más al Sur en el cauce del río, sien-
do de otra parte el puente de barcas de Sevilla
el paso estable (estable aunque móvil) más meri-
dional en términos absolutos (existiendo diver-
sos pasos con barcas aguas abajo de la capital
hispalense, pero no ningún puente ya fuera de
barcas o firme, estructural, en dichos entornos)
sobre las aguas del viejo flumen Baetis de los ro-
manos. Señala Pigafetta, en cualquier caso, que
la existencia de los citados pilares (que se encon-
traban sumergidos), hace muy difícil la navega-
ción, creando unas condiciones para la misma
que exigían que el paso por dicha zona se llevase
a cabo con un muy especial cuidado, siendo im-
prescindible contar para ello con el concurso de
pilotos expertos que conociesen bien el lugar y
efectuándolo aprovechando la marea alta, refe-
rencia con la que el italiano deja constancia del
efecto y la acción de las mareas en el río Guadal-
quivir tierra adentro (un fenómeno bien conoci-
do históricamente), poniendo así de manifiesto
el carácter marino de la navegación interior por
el gran río andaluz.
Caetano. Pg. 12. Descendimos el río Betis hasta
el puente del Guadalquivir, pasando cerca
de Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad
de los moros, muy poblada, donde había un
puente del que no quedan más vestigios que
dos pilares debajo del agua, de los cuales es
preciso precaverse, y para no correr riesgo
alguno, debe navegarse en este paraje con la
alta marea y ayuda de pilotos.
Pacheco. Pg. 98. Descendimos el río Betis has-
ta el puente del Guadalquivir, pasando cerca
de Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad
moruna, donde había un puente del que no
quedan más vestigios que dos pilares bajo el
agua, de los cuales es preciso navegar sin ries-
go entre ellos, por lo que es necesario llevar
pilotos del río, previsión también necesaria
en el resto del curso, porque hay varios bajos;
el paso por estos sitios debe hacerse con ma-
rea alta para no correr riesgo alguno.
Betis
El término “Betis”, i.e., el nombre latino del río,
viene a ser empleado por el narrador en dos oca-
siones (localizadas ambas en la página 12 de la
edición de Caetano; “Betis”: Caetano, 12); se
trata de dos menciones del río para las cuales se
sirve el autor del empleo del nombre latino del
mismo (i.e., Baetis o Betis), en el primer caso,
con referencia al mismo en un tramos interior
de su curso medio-bajo (aguas abajo de Sevilla,
a la altura de San Juan de Aznalfarache, que es
citado como Alfarache por el autor); en el se-
gundo de los casos, se menciona al río bajo esta
forma de “Betis” en el contexto de su desem-
bocadura, en Sanlúcar de Barrameda, al hablar
de la “bahía de Sanlúcar”, desde donde partie-
ron los expedicionarios en 1519, haciéndose a
la mar, y a donde habrían de regresar en 1522
culminando así la proeza de la Primera Vuelta
al Mundo.
1. Pg. 12. Descendimos el río Betis hasta el
puente del Guadalquivir, pasando cerca de
Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad
de los moros, muy poblada, donde había un
puente del que no quedan más vestigios que
dos pilares debajo del agua, de los cuales es
preciso precaverse, y para no correr riesgo
alguno, debe navegarse en este paraje con la
alta marea y ayuda de pilotos.
2. Pg. 12. Continuando el descenso del Betis,
se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas
hasta San Lúcar, castillo de propiedad del
duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está
el puerto que da al océano, a diez leguas del
cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud
norte. De Sevilla a este puerto hay de diecisie-
te a veinte leguas.
Por su parte, el sanluqueño Francisco Pache-
co (en la página 98 de su edición) señala que
Descendimos el río Betis hasta el puente del
Guadalquivir, pasando cerca de Juan de Alfa-
M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 119
rache, en otro tiempo ciudad moruna, donde
había un puente del que no quedan más vesti-
gios que dos pilares bajo el agua, de los cuales
es preciso navegar sin riesgo entre ellos, por lo
que es necesario llevar pilotos del río, previsión
también necesaria en el resto del curso, porque
hay varios bajos; el paso por estos sitios debe
hacerse con marea alta para no correr riesgo
alguno.
Como vemos, bajo todas estas menciones pi-
gafettianas recogidas en las respectivas edicio-
nes actuales de su texto efectuadas por Benito
Caetano y Francisco Pacheco, subyace la ciudad
de Sanlúcar de Barrameda, ya se trate de alu-
siones físicas, geográficas (“bahía”), de índole
social y política (“duque de Medina Sidonia”),
monumentales (“castillo”), o más directas (to-
ponímicas, como “San Lúcar” o “Barrameda”),
de forma que es fácil contemplar el peso y papel
que Sanlúcar de Barrameda vino a tener en el
texto del italiano, siendo una referencia recu-
rrente y polimórfica en las páginas de la Cróni-
ca de quien estaba destinado a contribuir enor-
memente a la proyección universal del Viaje de
Magallanes-Elcano, un Viaje en el que Sanlúcar
de Barrameda, desde donde las naves se hicieron
a la mar el 20 de septiembre de 1519 y adonde
regresaría, completada la Circunnavegación, la
nao Victoria un 6 de septiembre de 1522, habría
de cumplir un papel fundamental, como las pá-
ginas de Antonio Pigafetta se ocupan con toda
nitidez de hacer patente.
Sanlúcar y la I Vuelta al Mundo

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Sanlúcar y la I Vuelta al Mundo

  • 1. In Medio Or Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al M be undo
  • 2. “Puerta de la Sirena” Castillo de Santiago (siglo XV) Foto: Óscar Franco En la imagen aparece la Puerta de la Sirena, portada monumen- tal del Castillo de Santiago; es de destacar el elemento mítico (la sirena de doble cola) que pertenece al imaginario simbólico de la Casa Ducal de Medina Sidonia, el hada Melusina, un ser mítico de naturaleza acuática que presidía –amparando bajo sus brazos los escudos de la Casa Ducal- el acceso al interior del castillo y cuya mirada apuntaba hacia el exterior del mismo, hacia la ribera, hacia la orilla del Guadalquivir en su desembocadura, precisamente ha- cia esa misma ribera que vería hacerse a la mar a los barcos de la Expedición Magallanes-Elcano. Es un elemento característico del Patrimonio Histórico y Artístico de Sanlúcar de Barrameda, repre- sentativo del contexto cultural y cronológico (la transición de los siglos XV a XVI) al que pertenece el horizonte de los grandes via- jes oceánicos en el que se inserta la I Vuelta al Mundo (1519-1522).
  • 3. In Medio Orbe Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo, celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) los días 26 y 27 de septiembre de 2016
  • 4. In medio Orbe Sanlúcar de Barrameda y la I Vuelta al Mundo Actas del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo, celebrado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) los días 26 y 27 de septiembre de 2016 CONSEJERA DE CULTURA Rosa Aguilar Rivero VICECONSEJERA DE CULTURA Marta Alonso Lappí SECRETARIO GENERAL DE CULTURA Eduardo Tamarit Pradas Edita: JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Colabora: Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) © DE LA EDICIÓN JUNTA DE ANDALUCÍA Consejería de Cultura © DE LOS TEXTOS Sus autores o los titulares de los mismos © DE LAS OBRAS PLÁSTICAS Los titulares de las mismas FOTOGRAFÍAS Los autores DISEÑO GRÁFICO Artefacto Sevilla, 2016 ISBN: 978-84-9959-231-2 DEPÓSITO LEGAL: 1965-2016 IMPRIME: Escandón Impresores ALCALDE DE SANLÚCAR DE BARRAMEDA (CÁDIZ) Víctor Mora Escobar DELEGADO MUNICIPAL DE CULTURA Juan Oliveros Vega COORDINADOR CIENTÍFICO DEL CONGRESO Y EL LIBRO Manuel J. Parodi Álvarez AGRADECIMIENTOS A todas aquellas personas, entidades, instituciones y colectivos que han hecho posible este volumen, y que colaboran activa y decididamente en pro de la Conmemoración del V Centenario de la I Vuelta al Mundo.
  • 5. 1 0 6 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A
  • 6. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 107 Q SANLÚCAR en Pigafetta Manuel J. Parodi Álvarez1 ueremos en este breve artículo tratar de recabar las menciones de Sanlúcar de Barrameda que aparecen en el texto de más recientes del texto en lengua española2 del trabajo de Antonio Pigafetta, esto es, la que realiza Benito Caetano para la Fundación Antonio Pigafetta, su Primer Viaje alrededor del Globo, la Crónica del Viaje de Magallanes-Elca- no (de acuerdo con dos ediciones muy recientes de dicho texto), unas menciones que son (o se muestran como) de diverso cuño y que se resu- men, en lo esencial (aunque en absoluto en lo único) en dos términos, en dos conceptos, los de “San Lúcar” y “Barrameda”, dos menciones distintas en las que se viene a recoger el dual nombre de la ciudad (Sanlúcar de Barrameda) y bajo las cuales se presenta a la misma (no sólo bajo estas menciones: veremos que la presencia de Sanlúcar aparece reflejada de otros modos, bajo otras denominaciones que directa o indi- rectamente se refieren a la ciudad) en el texto del vicentino Pigafetta. Para cumplir este objetivo, y como hemos ya apuntado, se emplearán las dos ediciones Civi- liter (www.civiliter.es/civiliter@civiliter.es) (en 2012, edición digital), de una parte, y la que publica el sanluqueño Francisco Pacheco Isla para la Fundación Puerta de América (la pri- mera es una edición digital, como señalamos, mientras la segunda es una edición analógica, en papel, que viera la luz en agosto del año 2015), de otra3 . El citado B. Caetano en el Prólogo que realiza para dicha edición (Caetano, página 6) señala textualmente que La presente edición está basa- da en la realizada en 1800 por el archivero de la Biblioteca Ambrosiana, Carlo Amoretti, con traducción -amablemente literaria- del historia- dor chileno José Toribio Medina, a la que me he permitido realizar pequeñas correcciones y aña- dir algunas notas encorchetadas para hacer más accesible su lectura4 . 1 Coordinador del I Congreso Internacional sobre la I Vuelta al Mundo. Historiador y arqueólogo (Ilustre Colegio de Sevilla-Huelva); profesor de los Másters de Patrimonio Histórico y de Turismo de la Universidad de Cádiz; miembro del Grupo de Investigación PAI-HUM 440 “El Círculo del Estrecho” de la UCA; miembro correspondiente de la Scuola Italiana de Archeologia a Cartagine (SAIC), de la Sociedad Española de Historia de la Arqueología (SEHA) y de la Sociedad Española de estudios Clásicos (SEEC). 2 A la fecha de redacción de este texto, septiembre de 2016. 3 Francisco Pacheco Isla es presidente de la Fundación Puerta de América, entidad radicada en Sanlúcar de Barrameda. 4 Por su parte, Pacheco en su edición no señala la referencia a la edición histórica de Pigafetta que sigue; se observan al- gunas diferencias, menores, entre los textos de Caetano y Pacheco, que deben responder al manejo por los editores de una u otra edición histórica (citada por Caetano, no citada por Pacheco).
  • 7. 108 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A Esta edición (la de Caetano) está disponible en formato pdf en la web (en http://civiliter.es/ libreria/), y es una de las dos que hemos utiliza- do para llevar a cabo este análisis de contenidos directamente alusivos a Sanlúcar de Barrameda en el texto de Antonio Pigafetta, de manera que las referencias a la localización de los términos de interés están citadas conforme a la organiza- ción interna (la paginación) sea de la menciona- da edición de Caetano, sea de la edición de Pa- checo (en ambos casos se referencian con la cita del autor -Caetano o Pacheco- más el número de la página o páginas a la que se alude; ejemplo, Caetano 146/Pacheco 221). La edición de la que es responsable Francis- co Pacheco ha sido publicada por la Fundación Puerta de América en agosto de 2015 (como señala el Laus Libris del volumen), por Santa Teresa Industrias Gráficas, S.A., en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz)5 ; cuenta el volumen con un total de 299 páginas, e incluye otros contenidos relacionados con la Expedición Magallanes-El- cano más allá del texto de Pigafetta (que ocupa las páginas 91 a 223 del volumen), y en los que no nos detendremos en exceso por trascender de los objetivos de este breve estudio que aho- ra presentamos y que quiere poner el foco de atención, por así decirlo, sobre las menciones de Sanlúcar en la Crónica pigafettiana. Así, F. Pacheco realiza una aproximación a ese momento singular a través de varias de las claves del mismo, acercándose a algunos de sus puntos principales, de la mano del texto de An- tonio Pigafetta, el gran cronista del viaje, un texto recogido en las páginas de ese volumen (91-223, como se ha señalado), como igualmen- te se recoge en las páginas de dicho mismo volu- men el texto, menos conocido que el de Pigafet- ta, de Francisco Albo, otro de los supervivientes del Viaje, quien dejó escrito para la posteridad un Derrotero de esta aventura que presenta una notable información sobre la misma (texto a su vez comprendido en la edición de Pacheco, entre las páginas 243-299 de la misma). Igualmente se dan cita en las páginas de la edi- ción de Pacheco cuatro reseñas biográficas dedi- cadas a los principales protagonistas de la aven- tura, esto es, a Hernando de Magallanes, a Juan Sebastián de Elcano, comandantes responsables del alfa y la omega de la Expedición, así como a Antonio Pigafetta y Francisco Albo, cronistas de la misma (Pacheco 85-90). También encon- traremos la relación de los 18 supervivientes de la aventura (Pacheco 224) así como los textos de sendas cartas dirigidas respectivamente una por Juan Sebastián de Elcano al rey-emperador Carlos V (Pacheco 225-226) y la otra por el pro- pio soberano al mismo Elcano (Pacheco 227). Son de citar asimismo los cuatro Anexos que se recogen también en el volumen y en los que se nos presentan algunos elementos del vocabula- rio de las tierras por las que pasó la Expedición, una curiosidad que sin duda ayudará al lector a entrar mejor en situación y acercarse al mo- mento histórico retratado (Anexo I: vocabulario brasileño, Pacheco 228; Anexo II: vocabulario de los patagones, Pacheco 228-229; Anexo III: vocabulario hasta las Islas Filipinas, Pacheco 230-232; Anexo IV: vocabulario de las islas del Mar del Sur, Pacheco 233-242). Abriendo el libro (Pacheco 19-83) se encuen- tra un sincrético estudio del autor relativo a la época del gran Viaje de Circunnavegación del Globo, sobre el papel de las especias en el Mun- do de los siglos medievales europeos, sobre la necesidad de abrir nuevas rutas de comercio, so- bre la inquietud del momento por ampliar los límites del mundo conocido de la mano de la mencionada necesidad de, como hemos señala- do, tratar de ampliar igualmente los horizontes económicos de la Europa de finales de la Edad Media, un pequeño mundo (o no tan pequeño) globalizado en torno al Mediterráneo, a Europa, el Norte de África y el Próximo Oriente, con fir- mes conexiones con el Lejano Oriente (reforza- das merced a las navegaciones portuguesas en la transición entre los siglos XV y XVI), un no tan pequeño mundo que gracias a la Circunnavega- ción, habría de conseguir ampliar enormemen- 5 Francisco Pacheco Isla, En Busca de las Especias. La Primera Vuelta al Mundo. Fundación Puerta de América. Sanlúcar de Barrameda, 2015; D.L. CA 282-2015; ISBN 978-84-606-9532-5; número de páginas, 299; ilustraciones en color; mapa del Viaje -desplegable- al final (fuera de paginación).
  • 8. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 109 te sus horizontes llevándolos (en lo físico, pero también en lo ideológico, en lo intelectual, en lo económico, en lo cultural) mucho más allá de lo que los europeos de la época, de seguro, podrían siquiera haber podido llegar a imaginar6 . A la hora de hacer alusión a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, su entorno y su contexto, Pigafetta, piloto (y cronista) superviviente de la expedición de Magallanes-Elcano, utiliza varias referencias, como las mencionadas de “San Lúcar” (que apa- rece en seis ocasiones, en las páginas 12, 13 y 146 de la edición de Caetano, y en las páginas 98, 99 y 221 de la edición de Pacheco, las dos que ma- nejamos -que en adelante citaremos sencillamente como “Caetano” y “Pacheco”, respectivamente) o de “Barrameda” (que aparece en una ocasión, en la página 12 de Caetano y en la 99 de Pache- co) (“San Lúcar”: Caetano, 12, 13, 146; Pacheco 98, 99, 221; “Barrameda”: Caetano, 12; Pacheco 99); son éstas las dos referencias, como venimos señalando, más inmediatamente relacionadas (y re- lacionables por el lector) con la ciudad, pues refle- jan el nombre de la misma, al menos parcialmente (aun con una forma no canónica, como en el caso de “San Lúcar”, si bien también utilizada histórica- mente, y claramente reconocible como nombre de la localidad)7 , pero no son las únicas que emplea el italiano para referirse a Sanlúcar de Barrameda. Junto a “San Lúcar” y “Barrameda”, el ita- liano Pigafetta utiliza asimismo otros términos alusivos a la ciudad, como viene a hacer cuan- do en sus párrafos emplea conceptos como el de “castillo”, el de “duque de Medina Sidonia” o el de “bahía” (por extensión, “de Sanlúcar”). En este sentido, el de “bahía” es un término que emplea Pigafetta dos veces (en la expresión “bahía de San Lúcar”, por ejemplo, como decía- mos) para referirse al litoral sanluqueño, a la ori- lla izquierda del río, a aquella ensenada natural que conformaba el Guadalquivir a su paso por Sanlúcar y que se refleja, por ejemplo, en la ima- gen de Sanlúcar creada por Anton van Wyngaer- de en 1567 (tan sólo unas décadas después de la culminación del viaje de Elcano, por lo que po- demos considerar al texto de Pigafetta y a la ima- gen de Wyngaerde como prácticamente contem- poráneas), y que debe reproducir con bastante cercanía al paisaje real del momento la situación y naturaleza de dicha ensenada, de dicha curva del río a su paso por la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, una línea de costa a la que Pigafetta no vacila en denominar como “bahía” (“de San Lúcar”); es de señalar que dicha mención aparece hasta en dos ocasiones, recogidas en la pg. 146 de la edición de Caetano y en la 221 de Pacheco (“bahía”: Caetano, 146; Pacheco 221). / Fig. 1. Vista del Palacio Ducal de Medina Sidonia y la iglesia de Ntra. Sra. de La O. Foto Óscar Franco. / Fig. 2. Vista del Palacio Ducal de Medina Sidonia y la iglesia de Ntra. Sra. de La O. Se aprecian las estructuras defensivas del perfil de la Barranca en la Cuesta de Belén. Foto Óscar Franco. 6 En esta aventura consistente en tratar de romper las barreras del Mundo conocido hasta entonces, en este ampliar los horizontes de la realidad, en la Primera Vuelta al Mundo, Sanlúcar de Barrameda habría de contar con un papel esencial, con un rol fundamental, como punto de partida y de llegada de los expedicionarios, quienes entre 1519 y 1522 escribieron las páginas de una gesta irrepetible, de una aventura única, que contribuyó a que el Mundo rompiera algunas barreras hasta entonces inamovibles, dándose principio y fin a la misma, precisamente, en las orillas del río Guadalquivir, en las playas de Sanlúcar de Barrameda. 7 Es de mencionar, llegados a este punto, que no resulta extraño, en textos (de una u otra naturaleza, desde periodísticos a afiches de espectáculos varios) redactados fundamentalmente fuera de la ciudad, encontrar, en pleno siglo XXI las formas “San Lúcar”, “San Lucar” e incluso “San Lucas” para referirse al nombre de la ciudad, “Sanlúcar de Barrameda”...
  • 9. 110 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A Los otros dos términos empleados por Piga- fetta para hacer alusión a la ciudad son los de “Medina Sidonia” (“duque de Medina Sidonia”, en realidad) y “castillo”; respecto al primero, el de “duque de Medina Sidonia”, que aparece en una sola mención, en la página 12 de la edición de Pigafetta a cargo de Caetano, y en la página 98 de Pacheco (“Medina Sidonia”: Caetano, 12; Pacheco 98), cabe señalar que se trata de una referencia directa a la Casa Ducal de Medina Si- donia (no sólo a uno u otro titular del ducado), a través de la mención del citado título ducal; los Guzmán, titulares de la Casa hasta el siglo XVI- II (cuando la titularidad de la misma -por avata- res familiares, como en tantos casos- pasa a los Álvarez de Toledo, como a principios del siglo XXI ha pasado a los González de Gregorio, que siguen siendo Álvarez de Toledo, como siguen siendo Guzmanes), ostentaron el Señorío de Sanlúcar entre 1295/1297 (con esas dos fechas como referentes del hecho histórico: en primer lugar 1295, con la concesión verbal del Señorío por la Corona castellana, y -finalmente- de ma- nera definitiva, 1297 con la concesión plena (y por escrito) a cargo de la Corona de Castilla del mismo a D. Alonso Pérez de Guzmán El Bueno mediante el correspondiente Privilegio Rodado que se conserva en el Archivo General de la Fun- dación Casa de Medina Sidonia), y 1645 (año de la extinción del Señorío sobre la ciudad, con el IX duque, D. Gaspar Alonso Pérez de Guz- mán el Bueno, y de la definitiva incorporación de Sanlúcar de Barrameda a Realengo bajo el reinado de Felipe IV -y el valimiento de Gaspar de Guzmán y Pimentel, mejor conocido por su título dual de conde-duque de Olivares, él mis- mo un Guzmán…). - Fig. 3. Castillo de Santiago. Foto Óscar Franco. Finalmente, encontraremos también en una ocasión el empleo del término “castillo”, que viene a representar, a constituir, una mención (en general y por extensión) del recinto amu- rallado de Sanlúcar (y no sólo del castillo de Santiago: se hace mención de este modo a la plaza fuerte amurallada de Sanlúcar y no sola- mente a uno de sus espacios esenciales, la forta- leza de Santiago, que formaba parte, a modo de alcázar -sic- de las defensas de la referida plaza fuerte sanluqueña; el autor se refiere a Sanlúcar de Barrameda llamándola “castillo”, en rela- ción (como venimos señalando) con su natu- raleza de plaza fuerte, y haciendo referencia al conjunto integral de su recinto amurallado (aún no del todo mermado por el paso del tiempo y la acción -casi siempre destructora, siempre definitoria- de la mano humana); no se refiere, así, el autor, como decimos, de forma específica (y exclusiva) al edificio del castillo de Santia- go, sino al conjunto de la villa amurallada de Sanlúcar de Barrameda, que es lo que se guar- da bajo dicha denominación de “castillo” em- pleada de esta manera en su texto por el piloto y cronista italiano en este concreto caso (así, “castillo”: Caetano, 12; Pacheco 98). Otros dos términos de interés de entre los em- pleados por Pigafetta que se han considerado igualmente son los que recogen la mención del río; así, y en este sentido, el italiano utiliza dos denominaciones para este curso fluvial, que son las de “Guadalquivir” y las de “Betis”; la pri- mera aparece en la página 12 de la edición de Caetano y en la página 98 de la edición de Pa- checo (“Guadalquivir”: Caetano, 12; Pacheco 98), en referencia a los restos de un puente (dos pilares) a la altura de San Juan de Alfarache (esto es, la localidad de San Juan de Aznalfa- rache), aguas abajo de Sevilla; estos restos de estructuras debieron pertenecer bien a un paso firme de escasa duración (o frustrado), bien a una estructura que combinase un hipotético paso firme parcial con un paso mediante bar- cas, pues sabemos que hasta a construcción del Puente de Isabel II (o de Triana, como es más popularmente conocido), al paso del río por la ciudad de Sevilla, no existía ningún paso firme sobre las aguas del Guadalquivir aguas abajo de Córdoba, cuyo puente romano constituía el paso firme situado más al sur en el río, siendo el puente de barcas de Sevilla el paso estable
  • 10. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 111 más meridional en términos absolutos (exis- tiendo diversos pasos con barcas aguas abajo de la capital sevillana, pero no ningún puente ya fuera de barcas o firme, estructural) sobre las aguas del viejo Baetis de los romanos. Seña- la Pigafetta, en cualquier caso, que la existencia de dichos dos pilares, que se encuentran sumer- gidos, es un factor que viene a hacer más difícil la navegación y que exige que el paso por dicha zona se lleve a cabo con especial cuidado, con- tando con pilotos expertos que conozcan bien el lugar y efectuándolo aprovechando la acción de la marea alta, referencia y modo con los que el italiano deja, además, neta constancia del efecto y acción de las mareas en el río Guadal- quivir tierra adentro (fenómeno bien conocido históricamente, todo sea dicho), poniendo de manifiesto al mismo tiempo el carácter mari- no de la navegación interior (incluso muchos kilómetros tierra adentro, de la mano del viejo Baetis de los romanos), una navegación martíti- ma interior sustentada (al menos hasta Sevilla), a principios del siglo XVI -como en nuestros mismo días- por el gran río andaluz. De otra parte, el término “Betis” es utilizado por Antonio Pigafetta en dos ocasiones (ambas localizadas en la página 12 de la edición de Cae- tano siendo igualmente localizado dos veces en la página 98 de la edición de Pacheco: “Betis”: Caetano, 12; Pacheco 98); se trata de dos men- ciones del río realizadas sirviéndose el autor del nombre latino del mismo (Baetis o Betis), una con referencia al mismo en su curso medio (a la altura de la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache, citada como Alfarache por el autor) y la otra en la desembocadura, en San- lúcar de Barrameda, cuando habla de la bahía de Sanlúcar, desde donde partieron los expedi- cionarios de Magallanes en 1519, haciéndose a la mar, y a donde regresaron en 1522 bajo el mando del euskaldún Juan Sebastián de Elcano culminando de ese modo la proeza de la Primera Vuelta al Mundo. Términos a considerar San Lúcar: forma del nombre de la ciudad que emplea Pigafetta en lugar de “Sanlúcar”. Barrameda: término que Pigafetta menciona como advocación mariana, referido a una Virgen de la loca- lidad (“N.S. de Barrameda”). Bahía: término que emplea Pigafetta (“bahía de San Lúcar”) para referirse al litoral sanluqueño, a la ensenada natural que forma el río en Sanlúcar y que se refleja, por ejemplo, en la imagen de Sanlúcar creada por Wyngaerde (en 1567). Medina Sidonia: (“duque de Medina Sidonia”) alusión a la Casa Ducal de Medina Sidonia; los Guzmán, titula- res de la Casa hasta el siglo XVIII (cuando pasa a los Álvarez de Toledo), ostentaron el Señorío de Sanlúcar entre 1295/1297 y 1645. Castillo: mención (en general y por extensión) del recinto amurallado de Sanlúcar; el autor se refiere a Sanlúcar llamándola “castillo”, en relación con su naturaleza de plaza fuerte y su recinto amurallado; no se refiere específicamente al castillo de Santiago, sino a la villa amurallada de Sanlúcar de Barrameda. Guadalquivir: mención del río con su nombre moderno. Betis: mención del río bajo su denominación latina.
  • 11. 112 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A Ubicación y frecuencia de las menciones de los términos de interés San Lúcar: Total menciones: Ubicación: Frecuencia: 5 en Caetano, 6 en Pacheco Caetano 12, 146/ Pacheco 98, 99, 221 Caetano 12: 3 menciones; 146: 2 Pacheco 98: 1 mención; 99: 3; 221: 2 Barrameda: Total menciones: Ubicación: 1 Caetano 12/ Pacheco, 99 bahía: Total menciones: Ubicación: 2 Caetano 146: 2/ Pacheco, 221: 2 menciones Medina Sidonia: Total menciones: Ubicación: 1 Caetano 12/ Pacheco 98 castillo: Total menciones: Ubicación: Guadalquivir: Total menciones: Ubicación: 1 Caetano 12/ Pacheco 98 1 Caetano 12/ Pacheco, 98 Betis: Total menciones: Ubicación: Frecuencia: 2 Caetano12/ Pacheco, 98 Caetano 12: 2 menciones Pacheco 98: 2 menciones San Lúcar Es la forma del nombre de la ciudad que em- plea Pigafetta al mencionarla en sus párrafos; el nombre de la ciudad de Sanlúcar de Barrameda (nombre ya de por sí compuesto, y que refleja dos realidades: “Sanlúcar” y “Barrameda”, esto es, el “Lugar Santo”, y la “Tierra Firme entre Marismas” -o Barrameda) ha sido puesto por escrito históricamente de varias formas, siendo “Sanlúcar” la forma canónica correcta, mien- tras otras variantes históricas habituales son “San Lúcar” (aún es relativamente común ver el nombre así reflejado en algunas ocasiones, especialmente cuando se trata de textos redac- tados desde fuera de la ciudad) y “San Lucas”, empleándose en este último caso el nombre del santo patrono de la localidad como denomina- ción de la propia ciudad. La primera mención del nombre de Sanlúcar hasta ahora conocida es la que aparece en las amonedaciones almorávides de Yusuf Ibn Ta- sufin, a caballo entre los siglos XI y XII (es- < Fig. 4. Estructuras medievales del Pala- cio Ducal de Medina Sidonia. Foto Óscar Franco. tas amonedaciones pertenecen al período del reinado de Tasufin comprendido entre 1087 y 1103); el primer emir almorávide acuña mone- da de oro y plata en su ceca de Sanlúcar (una de la decena escasa de cecas que presentan tes- timonios similares en la época en Al-Andalus), una moneda de prestigio, de Estado, que refleja el nombre de Sanlukar y que viene a constituir
  • 12. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 113 la primera referencia escrita del nombre de la localidad, hasta ahora en términos absolutos, algo que hemos tenido ocasión de tratar en otros lugares8 . Ya en el siglo XIII las Cantigas de Alfonso X el Sabio recogerán el término “Barrameda”, y se encontrará, ya en época medieval cristiana, generalizado el nombre de “Sant Locar” (o “Lu- gar Santo”) para la población. Parece claro que el nombre de Sanlúcar de Barrameda refleja una realidad poblacional doble, de manera que de una parte existiera el “Lugar Santo”, un Santua- rio o Lugar Sagrado heredero quizá de la sacra- lidad del espacio del Luciferi Fanum romano, y de otra el lugar de “Barrameda”, la “Tierra Firme entre Marismas”, como se ha señalado, que en todo o en parte pueda buscarse en los entornos de la actual zona de Bonanza (salvas las diferencias y modificaciones del paisaje)9 . San Lúcar en Caetano 1. Pg. 12. Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al océano, a diez leguas del cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud norte. De Sevilla a este puerto hay de diecisie- te a veinte leguas. 2. Pg. 12. Algunos días después, el comandante en jefe y los capitanes de las otras naves se vi- nieron en las chalupas desde Sevilla hasta San Lúcar, y se acabó de vituallar la escuadra. Todas las mañanas se bajaba a tierra para oír la misa en la iglesia de N.S. de Barrameda; y antes de partir, el jefe determinó que toda la tripulación se confesase, prohibiendo en ab- soluto que se embarcase mujer alguna en la escuadra. 3. Pp. 12 (se completa en pg.13). Partimos de San Lúcar el 20 de septiembre, dirigiéndonos hacia el sudoeste, y el 26 llegamos a una de las islas Canarias, llamada Tenerife, situada en 28 grados de latitud septentrional. 4. Pg. 146. Gracias a la Providencia, el sába- do 6 de septiembre entramos en la bahía de San Lúcar y de los sesenta hombres que for- maban la tripulación cuando partimos de las islas Molucas, no éramos más que dieciocho, y éstos en su mayor parte estaban enfermos. Otros desertaron en la isla de Timor; otros fueron condenados a muerte por delitos, y otros, en fin, perecieron de hambre. 5. Pg. 146. Desde que habíamos partido de la bahía de San Lúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas, y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siem- pre de este a oeste. 8 En general, para la Sanlúcar medieval (islámica y cristiana), los estudios más recientes en Parodi Álvarez, M.J. y Rabadán Gómez, V. (2012): “Apuntes sobre la ceca islámica de Sanlúcar (siglos XI-XII)”, en Sanlúcar. Revista de las Fiestas de Prima- vera y Verano. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda, nº. 48, pp. 96-115; Parodi Álvarez, M.J. y Rabadán Gómez, V. (2012b): “Sobre la Sanlúcar islámica y su ceca almorávide (siglos XI-XII)”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo Guadalquivir nº. 2, pp. 8-14; Parodi Álvarez, M.J. (2014): “Antecedentes musulmanes del casco histórico de Sanlúcar. Al- gunos apuntes”, en Sanlúcar Señorial y Atlántica. I y II Jornadas de Patrimonio Histórico-Artístico. Sanlúcar de Barrameda, pp. 135-144; Parodi Álvarez, M.J., Rodríguez Mellado, J., Herrera Jiménez, Mª.M. (2015): Estudio Histórico-Arqueológico preliminar de la “Casa de los Arcos” (Calle Zárate 2, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz). Sanlúcar de Barrameda [189 pp.; ils. color. ISBN 978-84-606-7968-4. DL. CA 173-2015]; Parodi Álvarez, M.J. y Rodríguez Mellado, J. (2015): “Sanlúcar de Ba- rrameda en la encrucijada. Notas sobre los siglos XIV y XV”, en F. Toro Ceballos (coord.), Los reinos peninsulares en el siglo XV. De lo vivido a lo narrado. Actas del Encuentro de investigadores en homenaje al profesor Michel Garcia. Andújar, pp. 221-232; Parodi Álvarez, M.J. y Bejarano Gueimúndez, D., (2016): “Floruit tempus. Bajo las huellas de Magallanes, Elcano y Hasekura Tsunenaga”, en Sanlúcar. Revista de las Fiestas de Primavera y Verano. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda nº. 52, pp. 116-124; Parodi Álvarez, M.J. y Rodríguez Mellado, J. (2016): “Apuntes sobre la Sanlúcar medieval islámica”, en F. Toro Ceballos y J. Rodríguez Molina (coords.), Estudios de Frontera. 10. Fronteras multiculturales. Jaén 2016, pp. 341-358. 9 Cfr. sobre este territorio de la desembocadura del Guadalquivir, su ordenación y sus relaciones con el entorno y territo- rios lejanos al mismo pero relacionados cultural y económicamente con esta geografía, en época protohistórica y antigua, Parodi Álvarez, M.J., “Notas sobre Évora y las fronteras de Asta Regia”, en Gárgoris. Revista de Historia y Arqueología del Bajo Guadalquivir. Sanlúcar de Barrameda, año 1, nº. 1, junio de 2012, pp. 37-40; igualmente, Parodi Álvarez, M.J., “Al- gunas consideraciones sobre Évora y las fronteras de Hasta Regia”, en Revista Sanlúcar. nº. 51. Imp. Santa Teresa, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 2015, pp. 120-131.
  • 13. 114 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A San Lúcar en Pacheco 1. Pg. 98. Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de un pueblo llamado Coria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto… [se completa la cita en pg. 99: “…que da al Océano, a diez leguas y a Poniente del cabo de San Vicente, a 37º N.”]. Barrameda Barrameda, la “Tierra Firme entre Marismas” (o “entre aguas someras”), es el segundo térmi- no del nombre compuesto de la localidad (“San- lúcar de Barrameda”), que bien puede reflejar una realidad dual, un doble poblamiento, o dos núcleos con existencia histórica, uno, el “Santo Lugar”, o “Sant Locar”, del que deriva “Sanlú- car”, y que podría guardar relación con la he- rencia como santuario, como espacio sagrado, del viejo Luciferi Fanum de los romanos, y el otro, la Barrameda ya mencionada en las Canti- gas de Alfonso X el Sabio como lugar donde se produciría un milagro mariano, mostrando así una fuerte vinculación con la presencia de un elemento de carácter divino y naturaleza feme- nina desde tiempos antiguos, que habría trans- mutado en santuario mariano (en espacio con advocación mariana propia, Nuestra Señora de Barrameda) en tiempos cristianos. En Sanlúcar coexisten históricamente diver- sas advocaciones marianas relacionadas con la navegación, los marinos y navegantes, sin olvidar al mundo de la pesca; entre dichas ad- vocaciones, y junto a la de la Virgen del Car- men, universalmente relacionada con la mar y protectora de marinos desde, al menos, época medieval (con una fuerte relación con las Cru- zadas y las navegaciones desde Europa a Tierra Santa, al Levante mediterráneo, con el Monte Carmelo como santuario e hito geográfico de referencia para dichos navegantes) se cuentan las de Barrameda y Bonanza; esta última, la ad- vocación de N.S. de Bonanza, puede estar di- rectamente relacionada con la Madonna di Bo- naria, de Cagliari (Cerdeña, Italia, donde tiene un santuario que corona las alturas cercanas a la ciudad y la Bahía cagliaritana), desde donde habría quizá llegado en época medieval a San- lúcar de Barrameda; esta advocación de Bona- ria-Bonanza (o del “Buen Aire”, esa bonanza del viento y el tiempo tan cara como necesaria para los navegantes) daría nombre, andando el tiempo, a la capital de la República Argentina, la Ciudad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires, fundada en el siglo XVI por una expedición zarpada originalmente desde Sanlú- car de Barrameda. / Fig. 5. Parroquia de Nuestra Señora de La O. Foto Óscar. Franco. La advocación de Barrameda debió recibir su nombre por el emplazamiento de la misma, en la zona de la Barrameda, de la “Tierra Firme entre Marismas”, que no sólo proporciona la segunda parte del nombre a Sanlúcar, sino que constituye una de las posiblemente dos reali- dades poblacionales históricas sobre las que se construyese esa realidad dual que sería Sanlúcar de Barrameda; dicha zona de Barrameda ha- bría de ser localizada en los entornos actuales de Bonanza-La Algaida, en la antigua punta de
  • 14. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 115 flecha de tierra firme consolidada en un entorno litoral y marismeño (de un lado de la misma, el río-mar, de otro, el río-lago Ligustino) que ya existe en época protohistórica en el contexto meridional y costero del viejo Lago Ligustino, en el corazón del antiguo Sinus Tartessii de las fuentes clásicas. Pg. 12. Algunos días después, el comandante en jefe y los capitanes de las otras naves se vinieron en las chalupas desde Sevilla hasta San Lúcar, y se acabó de vituallar la escuadra. Todas las mañanas se bajaba a tierra para oír la misa en la iglesia de N.S. de Barrameda; y antes de partir, el jefe determinó que toda la tripulación se confesase, prohibiendo en ab- soluto que se embarcase mujer alguna en la escuadra. Bahía El término de bahía es empleado por Anto- nio Pigafetta (mediante el uso de la expresión “bahía de San Lúcar”) en referencia al litoral sanluqueño, a la ensenada natural que crea el Guadalquivir en Sanlúcar, a la orilla izquier- da del río, y que podemos encontrar reflejada, por ejemplo, en la imagen de Sanlúcar de An- ton van Wyngaerde (o “Antón/Antonio de las Viñas”) datada en 1567, tan sólo unas décadas más tarde de la culminación exitosa del viaje de Magallanes-Elcano; puede considerares que esta imagen de Sanlúcar trazada por el flamen- co van Wyngaerde (con su relativa y conocida distorsión de la perspectiva, propia del autor, que no la invalida en absoluto) debe reproducir con bastante cercanía ala realidaddel momento el paisaje de dicha ensenada, de dicha curva del río a su paso por Sanlúcar, a la que, como ve- mos, el piloto Pigafetta no duda en calificar de “bahía” (“bahía de San Lúcar”, es la expresión que utiliza el italiano, como hemos visto); dicha mención de esta “bahía” aparece una sola vez, ya en los párrafos finales del relato del viaje, en la pg. 146 de la edición de Caetano que maneja- mos (“bahía”: Caetano, 146), al rendir cuentas Pigafetta de la vuelta a Sanlúcar de Barrameda de la nao Victoria con los 18 supervivientes de la tan larga como azarosa travesía. Pg. 146. Gracias a la Providencia, el sábado 6 de septiembre entramos en la bahía de San Lúcar y de los sesenta hombres que forma- ban la tripulación cuando partimos de las is- las Molucas, no éramos más que dieciocho, y éstos en su mayor parte estaban enfermos. Otros desertaron en la isla de Timor; otros fueron condenados a muerte por delitos, y otros, en fin, perecieron de hambre. De otra parte, en las páginas 221 y 222 de la edición de Francisco Pacheco se recoge la cita de esta “bahía” de la siguiente manera (página 221): “En fin, gracias a la Providencia, el sába- do 6 de septiembre de 1522 dimos fondo en la bahía de San Lúcar y de los sesenta hombres que formaban la tripulación de La Victoria, cuando partimos de las islas del Maluco, llegamos a Es- paña dieciocho, estando enferma la mayor par- te. Los demás, unos murieron de hambre, otros escaparon en la isla de Timor y otros fueron condenados a muerte por sus crímenes”. Medina Sidonia Otro de los términos empleados igualmente por Pigafetta para hacer directa alusión a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda lo encontramos bajo la alusión a “Medina Sidonia” (esto es, a los “duques de Medina Sidonia”, en realidad, al ducado bajo cuya égida se encontraba por en- tonces el señorío de la ciudad); respecto a este término concreto (a esta expresión, más bien) de “duque de Medina Sidonia”, que aparece en una sola mención, en la página 12 de la edición de Pi- gafetta a cargo de Caetano (“Medina Sidonia”: Caetano, 12), podemos señalar que se trata de una referencia explícita, directa, a la Casa Ducal de Medina Sidonia, a través de la mención del citado título ducal, y por añadidura, a la propia ciudad de Sanlúcar (a través de la mención del principal de los títulos nobiliarios de los titulares del señorío de la localidad -ya que desde media- dos del siglo XV los señores de Sanlúcar, como es sabido, serían a su vez duques de Medina Si- donia- un título éste, el ducal de Medina Sidonia, indisolublemente ligado a la identidad de Sanlú- car, tanto como para que el cronista del Viaje lo pueda utilizar como una de las maneras de hacer referencia de uno u otro modo a la localidad en los albores del Quinientos). Los Guzmán, como ya hemos mencionado su- pra, que ostentarían la titularidad de la Casa has- ta el Setecientos (cuando dicha titularidad habría
  • 15. 116 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A de pasar por extinción de la línea principal a los Álvarez de Toledo, emparentados directamente con los Guzmán y herederos, finalmente, de los mismos), ostentaron el Señorío de Sanlúcar entre 1295/1297 (con esas dos fechas como referentes del hecho histórico: en 1295 Sancho IV realizau- na primera concesión -o compromiso de conce- sión- verbal del Señorío, y en 1297 Fernando IV la hace efectiva con la concesión definitiva por la Corona de Castilla del Señorío sobre Sanlúcar a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” median- te el correspondiente Privilegio Rodado, docu- mento cuyo original se conserva en el Archivo General de la Fundación Casa de Medina Sido- nia), y 1645 (año de la extinción del Señorío en tiempos del IX duque, D. Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, último señor de Sanlúcar, y de la definitiva incorporación de la ya ciudad de Sanlúcar de Barrameda al conjunto de tierras y ciudades de Realengo bajo el reinado de Feli- pe IV (y el valimiento de Gaspar de Guzmán y Pimentel, mejor conocido por su título dual de conde-duque de Olivares, ut supra). / Fig. 6. Las Covachas (perspectiva). Foto Óscar Franco. Pg. 12. Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas has- ta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al océano, a diez leguas del cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud norte. De Sevi- lla a este puerto hay de diecisiete a veinte leguas. / Fig. 7. Las Covachas (detalle). Foto Óscar Franco. Igualmente, en la página 98 de la edición lle- vada a cabo por el sanluqueño Francisco Pache- co Isla sobre la Crónica del referido Pigafetta (en realidad, la cita completa se recoge en las páginas 98-99 de la citada edición, aunque la mención del duque de Medina Sidonia aparece en la página 98 en concreto) y en relación con el asunto que nos trae ahora aquí (las menciones de Sanlúcar registradas, bajo unos u otros pará- metros, en el texto del vicentino Antonio Pigafe- tta) se señala que …continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de un pueblo llamado Coria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al Océano, a diez leguas y a Poniente del cabo de San Vicente, a 37o N. De San Lúcar a Sevilla por el río, habrá de 17 a 20 leguas. Castillo En el texto de Pigafetta encontraremos tam- bién el término “castillo” en referencia a San- lúcar de Barrameda; viene a representar una mención (general y por extensión) del recinto amurallado de Sanlúcar de Barrameda, ciudad
  • 16. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 117 que contaba con una cinta de muralla erigida por los Guzmanes a lo largo del siglo XIV y que habría ampliado el perímetro amurallado del casco urbano de la localidad, llevándolo más allá de la cerca de la muralla de tapial de época islámica precedente (que se remonta, en los -es- casos- restos conocidos y conservados, posible- mente hasta los siglos XI-XII, esto es, a época almorávide). La Sanlúcar de Barrameda de tiempos medie- vales, ya se tratase del recinto murado islámico, el Hisn, del Barrio Alto (circunscrito a los en- tornos de la actual Plaza de La Paz, esencial- mente), de los siglos XI-XII (cuando menos) ya se tratase de la cinta muraria cristiana, erigida por los Guzmán en el Trescientos (con un re- cinto ampliado respecto a la etapa precedente, pero aún limitado a la Corona de la Barranca, al corazón del Barrio Alto sanluqueño), pre- sentaría en la época de la Circunnavegación un aspecto defensivo notable, a lo que hace alu- sión Pigafetta mediante el empleo del término “castillo”10 . Así, el autor se refiere a Sanlúcar llamándola “castillo” en relación con su naturaleza de plaza fuerte, y en función de su recinto amurallado; no se refiere específicamente al castillo de San- tiago, sino a la villa amurallada de Sanlúcar de Barrameda, que es lo que se guarda bajo dicha denominación de “castillo” empleada por el pi- loto italiano en este caso (castillo: Caetano, 12), significando y poniendo de relieve, además, el italiano el papel nada desdeñable desempeñado por la localidad en la guarda del río. Conviene que no olvidemos en este sentido que el texto de Pigafetta estaba destinado a ser leído por los soberanos extranjeros a los que se lo entregó, como el Rey de Portugal o la Regen- te de Francia, o el Gran Maestre de la Soberana Orden de los Caballeros de Malta: Pigafetta no descuida ni pasa por alto el detalle de que los lectores de su texto estarán muy interesados en los pormenores del mismo, en lo que se refiere a las cuestiones relativas a las tierras lejanas res- pecto a Europa, sí, pero también en lo relativo a la expedición en sus fases peninsulares, esto es, en todo lo relativo a Sevilla, el río, Sanlú- car de Barrameda, y, además de estos elementos continentales, a las Canarias, paisajes todos de soberanía castellana el conocimiento de los de- talles relativos a los mismos habría de resultaría sin duda de interés para soberanos extranjeros de la época como los que fueron destinatarios de la información sobre el viaje redactada por Pigafetta. Pg. 12 (Caetano). Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al océano, a diez leguas del cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud norte. De Sevilla a este puerto hay de diecisiete a veinte leguas. Pg. 98 (Pacheco). Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de un pueblo llamado Co- ria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al Océano, a diez leguas y a Poniente del cabo de San Vicente, a 37º N. de San Lúcar a Sevi- lla por el río, habrá de 17 a 20 leguas. Guadalquivir Otros dos términos de especial interés de en- tre aquellos utilizados por Pigafetta que se han considerado igualmente son los que recogen la mención directa del río; en este sentido el ita- liano utiliza dosdenominaciones distintas para este curso fluvial, como son las de “Guadalqui- vir” y “Betis”; la primera aparece en la página 12 de la edición de Caetano (“Guadalquivir”: Caetano, 12), en un contexto en el que se hace referencia a los restos de un puente (en concreto a dos pilares) sobre el río a la altura de San Juan de Alfarache (sic, San Juan de Aznalfarache), aguas abajo de la ciudad de Sevilla; estos restos de estructuras, como hemos señalado, debieron 10 Acerca del Hisn del Barrio Alto sanluqueño (i.e., el recinto amurallado de época medieval islámica, del que sobreviven algunas islas en el entorno de la Plaza de la Paz de la ciudad) puede consultarse la Bibliografía de referencia que hemos in- cluido en notas precedentes a ésta.
  • 17. 118 // S A N L Ú C A R E N P I G A F E T T A pertenecer bien a un paso firme de quizá escasa duración (o incluso frustrado), bien a una es- tructura compleja que combinase un hipotético paso firme parcial con un paso mediante bar- cas, pues sabemos que hasta la construcción del Puente de Isabel II (o de Triana, como es popu- larmente conocido), al paso del río por la ciudad de Sevilla, a mediados del siglo XIX, no existía ningún paso firme sobre las aguas del Guadal- quivir aguas abajo de Córdoba, cuyo puente ro- mano constituía, desde la Antigüedad, el paso firme situado más al Sur en el cauce del río, sien- do de otra parte el puente de barcas de Sevilla el paso estable (estable aunque móvil) más meri- dional en términos absolutos (existiendo diver- sos pasos con barcas aguas abajo de la capital hispalense, pero no ningún puente ya fuera de barcas o firme, estructural, en dichos entornos) sobre las aguas del viejo flumen Baetis de los ro- manos. Señala Pigafetta, en cualquier caso, que la existencia de los citados pilares (que se encon- traban sumergidos), hace muy difícil la navega- ción, creando unas condiciones para la misma que exigían que el paso por dicha zona se llevase a cabo con un muy especial cuidado, siendo im- prescindible contar para ello con el concurso de pilotos expertos que conociesen bien el lugar y efectuándolo aprovechando la marea alta, refe- rencia con la que el italiano deja constancia del efecto y la acción de las mareas en el río Guadal- quivir tierra adentro (un fenómeno bien conoci- do históricamente), poniendo así de manifiesto el carácter marino de la navegación interior por el gran río andaluz. Caetano. Pg. 12. Descendimos el río Betis hasta el puente del Guadalquivir, pasando cerca de Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad de los moros, muy poblada, donde había un puente del que no quedan más vestigios que dos pilares debajo del agua, de los cuales es preciso precaverse, y para no correr riesgo alguno, debe navegarse en este paraje con la alta marea y ayuda de pilotos. Pacheco. Pg. 98. Descendimos el río Betis has- ta el puente del Guadalquivir, pasando cerca de Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad moruna, donde había un puente del que no quedan más vestigios que dos pilares bajo el agua, de los cuales es preciso navegar sin ries- go entre ellos, por lo que es necesario llevar pilotos del río, previsión también necesaria en el resto del curso, porque hay varios bajos; el paso por estos sitios debe hacerse con ma- rea alta para no correr riesgo alguno. Betis El término “Betis”, i.e., el nombre latino del río, viene a ser empleado por el narrador en dos oca- siones (localizadas ambas en la página 12 de la edición de Caetano; “Betis”: Caetano, 12); se trata de dos menciones del río para las cuales se sirve el autor del empleo del nombre latino del mismo (i.e., Baetis o Betis), en el primer caso, con referencia al mismo en un tramos interior de su curso medio-bajo (aguas abajo de Sevilla, a la altura de San Juan de Aznalfarache, que es citado como Alfarache por el autor); en el se- gundo de los casos, se menciona al río bajo esta forma de “Betis” en el contexto de su desem- bocadura, en Sanlúcar de Barrameda, al hablar de la “bahía de Sanlúcar”, desde donde partie- ron los expedicionarios en 1519, haciéndose a la mar, y a donde habrían de regresar en 1522 culminando así la proeza de la Primera Vuelta al Mundo. 1. Pg. 12. Descendimos el río Betis hasta el puente del Guadalquivir, pasando cerca de Juan de Alfarache, en otro tiempo ciudad de los moros, muy poblada, donde había un puente del que no quedan más vestigios que dos pilares debajo del agua, de los cuales es preciso precaverse, y para no correr riesgo alguno, debe navegarse en este paraje con la alta marea y ayuda de pilotos. 2. Pg. 12. Continuando el descenso del Betis, se pasa cerca de Coria y algunas otras aldeas hasta San Lúcar, castillo de propiedad del duque de Medina Sidonia. Ahí es donde está el puerto que da al océano, a diez leguas del cabo de San Vicente, en el grado 37 de latitud norte. De Sevilla a este puerto hay de diecisie- te a veinte leguas. Por su parte, el sanluqueño Francisco Pache- co (en la página 98 de su edición) señala que Descendimos el río Betis hasta el puente del Guadalquivir, pasando cerca de Juan de Alfa-
  • 18. M A N U E L J . P A R O D I Á LVA R E Z // 119 rache, en otro tiempo ciudad moruna, donde había un puente del que no quedan más vesti- gios que dos pilares bajo el agua, de los cuales es preciso navegar sin riesgo entre ellos, por lo que es necesario llevar pilotos del río, previsión también necesaria en el resto del curso, porque hay varios bajos; el paso por estos sitios debe hacerse con marea alta para no correr riesgo alguno. Como vemos, bajo todas estas menciones pi- gafettianas recogidas en las respectivas edicio- nes actuales de su texto efectuadas por Benito Caetano y Francisco Pacheco, subyace la ciudad de Sanlúcar de Barrameda, ya se trate de alu- siones físicas, geográficas (“bahía”), de índole social y política (“duque de Medina Sidonia”), monumentales (“castillo”), o más directas (to- ponímicas, como “San Lúcar” o “Barrameda”), de forma que es fácil contemplar el peso y papel que Sanlúcar de Barrameda vino a tener en el texto del italiano, siendo una referencia recu- rrente y polimórfica en las páginas de la Cróni- ca de quien estaba destinado a contribuir enor- memente a la proyección universal del Viaje de Magallanes-Elcano, un Viaje en el que Sanlúcar de Barrameda, desde donde las naves se hicieron a la mar el 20 de septiembre de 1519 y adonde regresaría, completada la Circunnavegación, la nao Victoria un 6 de septiembre de 1522, habría de cumplir un papel fundamental, como las pá- ginas de Antonio Pigafetta se ocupan con toda nitidez de hacer patente.