1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
12 de Abril
del 2015
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
VER A JESUCRISTO RESUCITADO
Los Evangelios relatan que, después de
resucitar, Jesús se apareció a los apóstoles en
diversas ocasiones a lo largo de cuarenta días,
hasta que, en presencia de ellos y otras
personas más, ascendió al Cielo. Los primeros
cuarenta días del Tiempo de Pascua, que son
los que estamos viviendo, son los días en que
Jesucristo Resucitado desea manifestarse a
su Iglesia de un modo más intenso. De hecho,
ya son casi dos mil años que la Iglesia da
testimonio de la resurrección de Jesucristo; y si
da ese testimonio, de generación en
generación a través de los siglos, es porque los
cristianos experimentamos en nuestra propia
vida ese encuentro con Jesucristo Resucitado,
que destruye la muerte y nos libera del dominio
del mal y de la esclavitud del pecado. Como
escribió hace unos años el Papa Benedicto
XVI, no se comienza a ser cristiano por
adherirse a una doctrina, por más buena que
sea, ni por acoger un sistema moral, por más
perfecto que se presente, sino que sólo se
comienza a ser cristiano a través de un
acontecimiento muy concreto que es el
encuentro personal con Jesucristo Resucitado.
Este encuentro, dice el mismo Papa Benedicto,
es capaz de transformar la vida del hombre y
abrirla a nuevos horizontes, hasta entonces
insospechados por él.
Más recientemente, refiriéndose a lo mismo el
Papa Francisco ha dicho que el deseo de ver a
Jesús, es decir de conocer realmente a Dios,
atraviesa épocas y culturas. Es un deseo
presente en el corazón de todo ser humano,
aun cuando muchos no sean conscientes de
ello o, incluso, nieguen la existencia de Dios.
La verdad es que, como escribió san Agustín,
el corazón del hombre estará siempre inquieto
hasta que no descanse en el amor de Dios;
porque, como dice el concilio Vaticano II, en
Jesucristo, Dios revela el hombre al propio
hombre. Esto significa que sólo en la medida
en que tenga un encuentro personal con Jesús,
el hombre dejará de ser un misterio para sí
mismo, encontrará el verdadero sentido de su
vida y conocerá su altísima dignidad y su
vocación más profunda y trascendente.
Ahora bien, ¿cómo podemos conocer a Jesús,
tener un encuentro personal con Dios? El Papa
Francisco nos ha propuesto algunas vías. La
primera de ellas es el Evangelio, en cuya
lectura orante podemos escuchar al mismo
Jesús, conocerlo y dialogar con Él. La segunda
es el Crucifijo, porque contemplando a Jesús
crucificado nos encontramos con el amor de
Dios hacia nosotros, que es tan grande que lo
llevó a morir en esa Cruz para el perdón de
nuestros pecados y para nuestra divinización.
La tercera vía es el testimonio de los
verdaderos cristianos. No de aquellos que han
sido bautizados pero viven esclavos del
pecado, como si Dios no existiera. El Papa se
refiere a aquellos bautizados cuya vida es
coherente con la fe que profesan. Podemos
añadir, todavía, una cuarta vía: los
sacramentos, especialmente la Confesión, en
la que experimentamos el amor de Dios que
nos perdona y su poder de regenerarnos a una
vida nueva; y la Eucaristía, en la que nos
alimentamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo y
así, poco a poco, participamos también en su
misterio pascual, es decir en su victoria sobre
el mal y la muerte. Los invito a aprovechar
estas vías y constatar que, realmente,
Jesucristo ha resucitado y actúa a favor
nuestro. Dichoso el hombre que ponga su
confianza en Él.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa