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Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA,
CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos
Y de la Biblia de América.
LA NATIVIDAD DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA.
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EL HERMANO MAYOR
Rm 8,28-30; Mt 1,18-23
El anuncio del futuro nacimiento de Jesús sorprendió a José y modificó para siempre su
vida. Su prometida esperaba un hijo por obra de Dios. A los ojos del carpintero y de los
vecinos de Nazaret aquello resultaría incomprensible. El misterio del amor de Dios por su
pueblo Israel, afectaría la existencia cotidiana de aquella pareja, que tendría que
apresurar los desposorios y acoger al niño que se convertiría en el Emanuel, la presencia
viva de Dios en medio de su pueblo. Cuando José asimiló aquel desafío, se puso en obra
y acogió a María y a su hijo Jesús, como suyos.
La Carta a los romanos nos expone de manera elocuente el proceso de identificación con
Cristo, que hemos de concretar todos los bautizados. Es nuestro hermano mayor, nuestro
referente y modelo. La vida católica consiste en modelar la propia existencia, siguiendo
las actitudes y las opciones fundamentales que asumiera Jesús en relación a Dios, a los
necesitados y a los pecadores. No se trata de negar nuestra personalidad, sino de
asimilar creativamente la mentalidad y el proceder de Cristo Jesús.
“Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le
aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano
conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el
primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a
los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.”
Pero tú Belén de Éfrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel”.
Así comienza la liturgia de la Palabra en este día dedicado a la celebración del
Nacimiento de Nuestra Madre. La primera lectura nos da la clave para contemplar hoy la
escena evangélica que la Iglesia nos propone: la concepción de Jesús. Ante las dudas de
José, ante la ley irrevocable del pueblo de Israel, la pequeñez de la Virgen ¡la más
pequeña de las doncellas del pueblo!. Su silencio, su dependencia de la decisión de su
querido José, que se consumen en un mar de dudas aguijoneado por el enemigo de todo
hombre. La Virgen, pequeña, protagonista de una escena sin ni siquiera estar presente en
ella.
Pequeña la concibió su madre, Santa Ana. Quizá la escena de José acogiendo a María
nos lleve a imaginarnos a la familia en que nació María, y con la que todavía vive.
Ver la pequeñez de una familia asentada en una aldea minúscula de Galilea como es
Nazaret. Galilea, una tierra impura, cuyos habitantes en el pasado habían abandonado el
Dios de Israel. Que se habían mezclado con los paganos que habitaban sus tierras y
habían aceptado sus dioses. “Pero tú, Belén de Éfrata, pequeña entre las aldeas de Judá,
de ti saldrá el jefe de Israel”. Sin milagros. Sin grandeza humana. Sin ser nadie dentro del
pueblo de Israel. Pero sí siendo parte de ese Resto de Israel fiel al Señor de sus padres.
Quince años de preparación en casa de San Joaquín y Santa Ana para decir sí a la
Encarnación del Verbo. No importa la pequeñez en la que nace María. Tampoco la
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irrelevancia en la que se desarrolla su vida, ni el vulgar futuro que por posición le
correspondía. Allí donde los hombres no veían nada sobresaliente, el Padre sonreía ante
la que había de ser la Madre de su Hijo.
Terminar nuestra contemplación gozando en esa mirada amorosa del Creador. Gustar
con él la pureza de un alma ya concebida sin pecado.
De un alma especialmente preservada para ser primero Madre del Redentor y después,
de toda la humanidad “Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que Él fuera el
primogénito de muchos hermanos”. Ver la maravilla que tenía preparada. Ver su alegría
ante un alma que después de tantos siglos y milenios se entrega por fin totalmente a Él.
Y desear ser nosotros como esa alma transparente y humilde. Ser todo suyos. Ser como
levadura en medio de la masa, del mundo en el que vivimos. Insignificantes a los ojos de
los que nos rodean pero fruto que madura a los ojos de Dios. Centrados en la mirada de
Dios, que todo lo ve, y olvidados de la de los hombres que solo se fija en apariencias. Y
mirando a ese Padre que nos regala tan buena Madre, decirle: “Gracias”.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con
José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu
Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió
repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo
engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se
cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará
a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con
nosotros.
La Liturgia no acostumbra celebrar el nacimiento terreno de los santos la única excepción
es San Juan Bautista. Celebra, en cambio, el día de la muerte, día del nacimiento para el
cielo.
Por el contrario, cuando se trata de la Santísima Virgen. Aparece claramente el
paralelismo entre Ella y su Hijo Jesucristo. De los dos, la Iglesia celebra con fiestas
propias, su concepción, su nacimiento y su vuelta a la Casa del Padre.
Tenemos que ver el misterio de hoy en el contexto del pecado original.
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En aquel momento, Dios prometió la llegada de una Mujer, contrapuesta a la serpiente
tentadora: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza
cuando tú hieras su talón. (Gen 3,16) Al nacer María, comenzó a cumplirse esta promesa.
Porque Ella es la Virgen Madre que da a luz un Hijo que será el Salvador del mundo.
Porque Ella es la Colaboradora de Aquel que conseguiría la victoria definitiva sobre la
serpiente infernal. Por eso, María es la nueva Eva, es decir, la Madre de la vida y Madre
de los vivientes.
Y así se inició, con el nacimiento de la Virgen, la plenitud de los tiempos. Con ello, Dios
daba al mundo como la garantía concreta de que la salvación ya estaba inminente.
Por todo eso la festividad es una invitación a la profunda alegría. Toda la creación se
alegra y goza con el nacimiento de María.
Y a lo largo de los siglos, los católicos han expresado con mucho simbolismo y creatividad
su júbilo y regocijo. Si Jesucristo es la luz y el sol de justicia, entonces María es:
La aurora y la estrella que anuncia el sol,
El regazo de la encarnación divina.
El preludio y la esperanza de salvación,
La puerta virginal a través de la cual Dios hizo su entrada en la tierra.
Pero no sólo la creación se alegra con la fiesta. No sé si podemos imaginamos como el
mismo Dios se regocija con el nacimiento de María.
Allí está la nueva creatura del paraíso, la nueva Eva tal como Dios la pensaba en su
proyecto original de la creación. Ella es la culminación, la corona de todo lo creado, la
obra maestra del Padre:
La Virgen más hermosa y más pura,
La Hija más querida y más anhelada,
La Madre más amorosa y más santa.
Queridos hermanos, ¡alegrémonos todos, unidos con Dios y con la creación entera de
esta celebración de júbilo y fiesta, de este día en que recordamos el nacimiento de María,
Madre de Jesús y Madre nuestra!
¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Padre Nicolás Schwizer
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UNA FUERZA QUE CURABA
1 Co 6, 1-11; Lc 6, 12-19
La narración sumaria que nos comparte el evangelista san Lucas transmite una situación
de entusiasmo y exaltación popular. Jesús ha desatado un movimiento favorable en torno
suyo: la gente lo busca porque su vida mejora; sus palabras tienen una novedad que
llama la atención y hace reflexionar en la necesidad de cambiar la forma de relacionarse
con Dios y con las personas. Jesús no es el típico seductor que manipula a las multitudes
jugando con sus emociones, es un profeta que llama al cambio interior y que no demanda
una fidelidad a ciegas.
Cuando se ha dado el paso es necesario reajustar las inercias añejas. Éste es el
planteamiento que propone san Pablo a los católicos de Corinto. No pueden seguir los
procesos jurídicos establecidos de manera ingenua.
El diálogo, la reconciliación y el restablecimiento de la justicia son tareas ineludibles
cuando los católicos viven conflictos; el recurso al arbitraje de un juez es la última
posibilidad. Primero conviene abrirle espacio al entendimiento y el perdón fraterno.
Señor Jesús, en varias ocasiones el Evangelio hace mención que pasaste la noche en
oración… y yo que batallo para hacer mi meditación de 10, 15 ó 20 minutos. Tu oración es
fruto de tu amor, de tu dependencia a Dios. Ilumíname para yo pueda crecer también en
mi amor y que ahora sepa disponer mi corazón para hacer la voluntad del Padre en este
día.
Jesucristo, enséñame a orar. Haz que te ame a tal punto, que me sea imposible no
seguirte.
Cuando las decisiones se convierten en algo urgente y complejo, su oración se hace cada
vez más larga e intensa. En la inminente elección de los Doce Apóstoles, por ejemplo,
Lucas destaca la duración de la oración preparatoria de Jesús: "En esos días, Jesús se
retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo
de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de
Apóstoles". Observando la oración de Jesús, deben surgirnos diversas preguntas: ¿Cómo
rezo yo? ¿Cómo rezamos nosotros? ¿Qué tiempo dedicamos a la relación con Dios? ¿Es
suficiente la educación y formación a la oración actualmente? ¿Quién nos puede
enseñar? [...] Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla, es un arte que se
aprende practicándolo con constancia. Ciertamente, la oración es un don que exige, sin
embargo, el ser acogido; es una obra de Dios, pero que exige compromiso y continuidad
por nuestra parte, sobre todo la continuidad y la constancia son importantes. Benedicto
XVI, 30 de noviembre de 2011.
«Caminar, edificar y confesar» son las prioridades de la Iglesia. Lo dijo el Papa Francisco
durante la misa en la Capilla Sixtina.
En estas tres lecturas veo que hay algo en común; es el movimiento. En la primera
lectura, el movimiento en el camino; en la segunda lectura, el movimiento en la edificación
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de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar,
edificar, confesar.
Caminar. (Casa de Jacob, vengan caminemos a la luz del Señor (Is 2,5). Esta es la
primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina en mi presencia y se irreprochable.
Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar
siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez
que Dios pedía a Abrahán, en su promesa.
Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero piedras
vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre
la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida:
edificar.
Tercero, confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas
Cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una
ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está
parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los
niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es
consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de León
Bloy: “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se
confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.
Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar,
en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen movimientos que no son
precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder.
Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a
Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de
cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando caminamos
sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no
somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales,
papas, pero no discípulos del Señor.
Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el
valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia
sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo
crucificado. Y Así la Iglesia avanzará.
Deseo que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda a
todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Que así
sea. Gran homilía de PAPA FRANCISCO.
En nuestra sociedad donde todo se hace para usar y tirar, las cosas salen en serie, sin
características propias: los mismos modelos de zapatos, el mismo estilo de vestir, las
mismas comidas, el mismo diseño de construcción, las mismas expresiones de
vocabulario... queremos igualarnos tanto que perdemos hasta la identidad. La sociedad
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nos masifica, nos despersonaliza, nos hace iguales.
Con Dios no es así; para Él cada uno es único, singular e irrepetible: Dios no hace las
cosas en serie. Dios nos conoce y nos llama por nuestro propio nombre y al identificarnos
nos da el ser que nos autentifica. Su amor nos crea en cada momento porque su Palabra
llega directa al corazón y desde esta interpelación nos potencia y dinamiza para la misión
que cada uno trae a la vida. El gran secreto de la vida es sabernos amados.
Con esta certeza nuestra vida se llena de sentido, basta que Él susurre mi nombre al oído
para que todo se llene de emoción. Es la confianza de sabernos amados con un único
amor, grande y fuerte.
¡Oh Dios, que desde la eternidad pensaste en mí y que en un momento concreto de la
historia pronunciaste mi nombre para llamarme a la vida y que formaste mi sr en el seno
de mi madre. Gracias por el amor que me regalas cada día. Te pido tu gracia para que
siempre pueda cumplir la misión que me encomiendas y así cooperar a la salvación del
mundo en nombre de tu Hijo Jesucristo nuestro Señor.
Hemos querido olvidar las cosas que no nos ayudan a construir un futuro mejor. Así nos
los dice la primera lectura: dar muerte a todo lo terreno que no nos ayuda. Cómo se
entrelaza con el evangelio que nos narra las bienaventuranzas. ¡Cuántas veces hemos
meditado este evangelio!
La ilusión de una juventud llena de vida. Nos invita a reflexionar sobre el texto de las
bienaventuranzas:
En la base de ellas se halla una pregunta que Ustedes ponen con inquietud: ¿por qué
existe el mal en el mundo?
Las palabras de Cristo hablan de persecución, de llanto, de falta de paz y de injusticia, de
mentira y de insultos. E indirectamente hablan del sufrimiento del hombre en su vida
temporal. Pero no se detienen ahí. Indican también un programa para superar el mal con
el bien. Efectivamente, los que lloran, serán consolados; los que sienten la ausencia de la
justicia y tienen hambre y sed de ella, serán saciados; los operadores de paz, serán
llamados hijos de Dios; los misericordiosos, alcanzarán misericordia; los perseguidos por
causa de la justicia, poseerán el reino de los cielos.
¿Es ésta solamente una promesa de futuro? Las certezas admirables que Jesús da a sus
discípulos ¿se refieren sólo a la vida eterna, a un reino de los cielos situado más allá de la
muerte? Sabemos bien, queridos jóvenes, que ese “reino de los cielos” es el “reino de
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Dios”, y que “está cerca”. Porque ha sido inaugurado con la muerte y resurrección de
Cristo. Sí, está cerca, porque en buena parte depende de nosotros, los católicos y los
verdaderos cristianos “discípulos” de Jesús.
Así, el católico vence el mal; y Ustedes, vencen al mal con el bien cada vez que, por
amor y a ejemplo de Cristo, se libran de la esclavitud de quienes miran a tener más y no a
ser más.
Cuando saben ser dignamente sencillos en un mundo que paga cualquier precio al poder;
cuando son limpios de corazón entre quien juzga sólo en términos de sexo, de apariencia
o hipocresía; cuando construyen la paz, en un mundo de violencia y de guerra; cuando
luchan por la justicia ante la explotación del hombre por el hombre o de una nación por la
otra; cuando con la misericordia generosa no buscan la venganza, sino que llegan a amar
al enemigo; cuando en medio del dolor y las dificultades, no pierden la esperanza y la
constancia en el bien, apoyados en el consuelo y ejemplo de Cristo y en el amor al
hombre hermano. Entonces se convierten en transformadores eficaces y radicales del
mundo y en constructores de la nueva civilización del amor, de la verdad, de la justicia,
que Cristo trae como programa de las bienaventuranzas que Cristo les propone.
El Apóstol indica que quien ama a su hermano está en la luz, y el que le aborrece está en
las tinieblas; ¿Qué sentido tienen estas palabras? San Juan habla dos veces de victoria
sobre el maligno; es decir, de la victoria sobre el instigador del mal en el mundo. Es
idéntico tema al encontrado en las bienaventuranzas.
Ahora bien, sabemos que es Jesús quien nos da esa “victoria que vence el mundo” y el
mal que hay en él, que lo caracteriza, porque “el mundo todo está bajo el maligno”.
El amor a Dios y al prójimo es el distintivo del católico; es el precepto “antiguo” y “nuevo”
que caracteriza la revelación de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. Es la “fuerza”
que vigoriza nuestra capacidad humana de amar, elevándola, por amor a Dios, en el amor
al “hermano”. El amor tiene una enorme capacidad transformadora: cambia las tinieblas
del odio en luz.
El Señor es bueno con todos. ¡Bienaventurados seremos Señor!
En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo. (Santa Teresa)
LA FUERZA DE LAS BIENAVENTURANZAS
1 Co 7, 25-31; Lc 6, 20-26
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Tanto la proclama de las bienaventuranzas como la exhortación del apóstol san Pablo a
los corintios manejan una perspectiva de futuro.
Las situaciones cotidianas van a cambiar; no se puede seguir viviendo como se hacía en
el pasado. Las injusticias, las carencias y el sufrimiento de la gente humilde, llegarán
pronto a su término. Dios inaugura su señorío e invita a la gente de buen corazón a
sumarse a ese movimiento de renovación interior, que tendrá repercusiones en las
relaciones sociales.
El reino ha llegado y nada será igual. En la perspectiva de san Pablo, emerge la
certidumbre del final de los tiempos; Cristo glorioso recapitulará todas las cosas. De ahí
que los proyectos y realidades mundanas quedarán relativizados. Las cosas que tanto
nos afanan en este mundo son efímeras, no tiene caso apegarnos excesivamente a ellas,
porque se incrementa la dependencia y el sufrimiento.
Gracias, Señor, por este momento de oración. Qué dicha y alegría el poder experimentar
tu presencia, tu cercanía. Humildemente te pido, ¡ven Señor Jesús! Ilumina mi oración
para que crezcan mi fe y mi fortaleza para saber escogerte siempre a Ti
Jesús, dame la sabiduría para saber reconocer en dónde y cómo se encuentra la
felicidad.
Se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia!, se ha
globalizado la indiferencia: a mí ¿qué me importa lo que les pasa a otros mientras yo
defienda lo mío? Porque el mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto
huérfano porque dejó a Dios de lado.
Algunos de ustedes expresaron: Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo,
tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se
construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos.
Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Con tenacidad, pero sin
fanatismo. Con pasión, pero sin violencia. Y entre todos, enfrentando los conflictos sin
quedar atrapados en ellos, buscando siempre resolver las tensiones para alcanzar un
plano superior de unidad, de paz y de justicia. Los católicos tenemos algo muy lindo, una
guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario.
Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas que están en el
capítulo 5 de San Mateo y 6 de San Lucas, y que lean el pasaje de Mateo 25.
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26
En aquel tiempo Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los
pobres, porque Suyo es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tienen hambre ahora,
porque serán saciados. Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán.
Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los injurien y
proscriban su nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y
salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban
sus padres a los profetas». «Pero ¡ay de Ustedes, los ricos!, porque han recibido su
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consuelo. ¡Ay de Ustedes, los que ahora están hartos!, porque tienen hambre. ¡Ay de los
que ríen ahora!, porque tendrán aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen
bien de Ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.
En el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de judíos convertidos de Galilea
y Siria, Jesús es presentado como el nuevo Moisés, el nuevo legislador. En el Antiguo
Testamento la Ley de Moisés fue codificada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley en
cinco grandes Sermones dispersos en el evangelio:
a) el Sermón del Monte (Mt 5,1 a 7,29);
b) el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42);
c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52);
d) el Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35);
e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46).
Las partes narrativas, intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de
Jesús y muestran como él observaba la nueva Ley y la encarnaba en su vida.
Mateo 5,1-2: El solemne anuncio de la Nueva Ley. De acuerdo con el contexto del
evangelio de Mateo, en el momento en que Jesús pronunció el Sermón del Monte, había
apenas cuatro discípulos con él (cf. Mt 4,18-22). Poca gente. Pero una multitud inmensa
le seguía (Mt 4,25). En el AT, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. Al
igual que Moisés, Jesús sube al Monte y, mirando a la multitud, proclama la Nueva Ley.
Es significativo: Es significativa la manera solemne como Mateo introduce la proclamación
de la Nueva Ley: “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se
le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres
de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Las ocho Bienaventuranzas forman
una solemne apertura del “Sermón de la Montaña”. En ellas Jesús define quien puede ser
considerado bienaventurado, quien puede entrar en el Reino. Son ochos categorías de
personas, ocho puertas para entrar en el Reino, para la Comunidad. ¡No hay otras
entradas! Quien quiere entrar en el Reino tendrá que identificarse por lo menos con una
de estas categorías.
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Mateo 5,3: Bienaventurados los pobres de espíritu. Jesús reconoce la riqueza y el valor
de los pobres (Mt 11,25-26). Define su propia misión como la de “anunciar la Buena
Nueva a los pobres” (Lc 4,18). El mismo, vive como pobre. No posee nada para sí, ni
siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Y a quien quiere seguirle manda
escoger:¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). En el evangelio de Lucas se dice:
“¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6,20). Entonces, ¿quién es “pobre de espíritu”? Es el
pobre que tiene el mismo espíritu que animó a Jesús. No es el rico. Ni es el pobre como
mentalidad de rico. Es el pobre que, como Jesús, piensa en los pobres y reconoce su
valor. Es el pobre que dice: “Pienso que el mundo será mejor cuando el menor que
padece piensa en el menor”.
1. Bienaventurados los pobres de espíritu => de ellos es el Reino de los Cielos
2. Bienaventurados los mansos => heredarán la tierra
3. Bienaventurados los que lloran => serán consolados
4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia => serán saciados
5. Bienaventurados los misericordiosos => obtendrán misericordia
6. Bienaventurados los limpios de corazón => verán a Dios
7. Bienaventurados los que trabajan por la paz => serán hijos de Dios
8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia => de ellos es el Reino de los
Cielos
Mateo 5,4-9: El nuevo proyecto de vida. Cada vez que en la Biblia se intenta renovar la
Alianza, se empieza estableciendo el derecho de los pobres y de los excluidos. Sin esto,
¡la Alianza no se rehace! Así hacían los profetas, así hace Jesús. En las
bienaventuranzas, anuncia al pueblo el nuevo proyecto de Dios que acoge a los pobres y
a los excluidos. Denuncia el sistema que ha excluido a los pobres y que persigue a los
que luchan por la justicia. La primera categoría de los “pobres en espíritu” y la última
categoría de los “perseguidos por causa de la justicia” reciben la misma promesa del
Reino de los Cielos. Y la reciben desde ahora, en el presente, pues Jesús dice “¡de ellos
es el Reino!” El Reino ya está presente en su vida. Entre la primera y la última categoría,
hay tres otras categorías de personas que reciben la promesa del Reino. En estos tres
dúos transparentan el nuevo proyecto de vida que quiere reconstruirla en su totalidad a
través de un nuevo tipo de relaciones: con los bienes materiales (1er dúo); con las
personas entre sí (2º dúo); con Dios (3er dúo). La comunidad católica debe ser una
muestra de este Reino, un lugar donde el Reino empieza a tomar forma desde ahora.
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Los tres: Primera dúo: los mansos y los que lloran: Los mansos son los pobres de los que
habla el salmo 37. Se les quitó su tierra y la van a heredar de nuevo (Sal 37,11; cf Sal
37.22.29.34). Los afligidos son los que lloran ante la injusticia en el mundo y entre la
gente (cf. Sl 119,136; Ez 9,4; Tob 13,16; 2Pd 2,7). Estas dos bienaventuranzas quieren
reconstruir la relación con los bienes materiales: la posesión de la tierra y el mundo
reconciliado.
Segundo dúo: los que tienen hambre y sed de justicia y los misericordiosos. Lo que tienen
hambre y sed de justicia son los que desean renovar la convivencia humana, para que
esté de nuevo de acuerdo con las exigencias de la justicia. Los misericordiosos son los
que tienen el corazón en la miseria de los otros porque quieren eliminar las desigualdades
entre los hermanos y las hermanas. Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la
relación entre las personas mediante la práctica de la justicia y de la solidaridad.
Tercer dúo: los puros de corazón y los pacíficos: Los puros de corazón son los que tienen
una mirada contemplativa que les permite percibir la presencia de Dios en todo. Los que
promueven la paz serán llamados hijos de Dios, porque se esfuerzan para que la nueva
experiencia de Dios pueda penetrar en todo y realice la integración de todo. Estas dos
bienaventuranzas quieren reconstruir la relación con Dios: ver la presencia actuante de
Dios en todo y ser llamado hijo e hija de Dios.
Mateo 5,10-12: Los perseguidos por causa de la justicia y del evangelio.
Las bienaventuranzas dicen exactamente lo contrario de lo que dice la sociedad en la que
vivimos. En ésta, el perseguido por la justicia es considerado como un infeliz. El pobre es
un infeliz. Feliz es el que tiene dinero y puede ir al supermercado y gastar según a su
voluntad. Los infelices son los pobres, los que lloran. En la televisión, las novelas divulgan
este mito de la persona feliz y realizada. Y sin darnos cuenta, las telenovelas se vuelven
el patrón de vida para muchos de nosotros. ¿Quizás si en nuestra sociedad todavía hay
lugar para estas palabras de Jesús: “¡Bienaventurados los perseguidos por causa de la
justicia y del evangelio! ¡Felices los pobres! ¡Felices los que lloran!”? Y para mí que soy
católico y católica, de hecho ¿quién es feliz?
Todos queremos ser felices. ¡Todos y todas! Pero ¿somos realmente felices? Por qué sí?
¿Por qué no? ¿Cómo entender que una persona puede ser pobre y feliz al mismo tiempo?
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¿Cuáles son los momentos en tu vida en que te has sentido realmente feliz? ¿Era una
felicidad como la que fue proclamada por Jesús en las bienaventuranzas, o era de otro
tipo?
Si miramos a nuestro mundo vemos gentes que son pobres, que pasan hambre, que
sufren, que son excluidos y proscritos... y a nadie se nos ocurre llamarlos dichosos ni
tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica, que
disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como si poseyera
el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos como gente con
suerte.
¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas
antinomias?
El Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este mundo
presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a nuevas
dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de gozar la alegría de la
entrega, de experimentar la paz en medio del desconcierto...
Todos necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros
egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran.
Que mi cercanía y apoyo a una persona que sufre, le haga experimentar el amor de
Cristo.
Dios de cielos y tierra que alimentas los pájaros del campo y no olvidas nada de lo que
has creado, te pido por todos los hombres que pasan hambre para que descubran en tu
Palabra la fuerza que los conforte y encuentren hermanos que sacien su necesidad.
Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde
en nuestros corazones el fuego de tu amor”.
El papa Francisco ha convocado el Año Jubilar de la Misericordia. Se iniciará el día 8 de
diciembre (día de la Inmaculada Concepción) y concluirá el día 20 de noviembre de 2016.
En la carta, con la que ha convocado el año de la Misericordia, el Papa nos alienta a ser
misericordiosos como el Padre, recordándonos que tenemos que encargarnos de
nuestros hermanos, en especial de los que más sufren, de los más débiles. En definitiva
de nuestros prójimos. Estos son los pobres, los emigrantes, los que no tienen trabajo, los
refugiados que huyen de la injusticia de sus países. Debemos rezar por ellos para que el
Señor los consuele y para que nosotros sepamos salir de nosotros mismos y entregarnos
para servirles de apoyo en los momentos difíciles que están pasando.
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Las lecturas de la Misa nos hablan también de la misericordia. Debemos ser
misericordiosos como el Padre es misericordioso, porque eso es lo que le gusta al Señor
y es lo que nos va a hacer felices y nos va hacer sentirnos plenos. “Misericordiosos como
el Padre” es el lema del Año de la Misericordia. Éste nos recuerda también a la parábola
del hijo pródigo, donde el Padre perdona y acoge a su hijo con gran amor. También nos
recuerda el episodio del buen samaritano, que ve al necesitado y lo acoge.
En la lectura de la carta a los colosenses, el apóstol san Pablo nos exhorta a vestirnos de
misericordiosos, vistiendo el uniforme de la misericordia. Ayudándonos y enseñándonos
mutuamente, no como el que hace algo por hacerlo sin más, si no como el que lo hace
con amor y se deja la vida en ello. La paz del corazón será el termómetro que nos indique
si estamos en el camino de amar como el Padre nos ama.
Pidamos la intercesión la de nuestra madre la Virgen. Qué ella nos enseñe a ser
misericordiosos y servidores de los demás. Qué sepamos también ver el rostro de Cristo
en los más débiles para que no pase por delante de nosotros sin movernos interiormente
a la virtud.
LA VIVENCIA COMUNITARIA
1 Co 8,1-13; Lc 6,27-38
La toma de decisiones es un asunto personal, que conviene realizar en un clima de
reflexión y discernimiento. Si bien la norma suprema es la propia conciencia, no es un
criterio exclusivo. Las decisiones de un católico también deben atender a la sensibilidad
de los hermanos en la fe. Esa merma de autonomía, no es contraria a la propia dignidad,
si se realiza de forma consciente y por solidaridad con los hermanos que tienen una
sensibilidad moral más estrecha. Vivir de esa manera es descentrar nuestro propio yo,
incorporando a la persona de Cristo y a los hermanos a nuestra vida. Quien se haya
decidido a seguir a Cristo, reajustará sus relaciones humanas. No puede seguir viviendo
como prisionero de los viejos esquemas de conducta.
El descubrimiento del amor bondadoso de Dios es un cambio radical que nos anima a
tratar a las personas con quienes interactuamos con la misma bondad que Dios nos trata.
De la carta de san Pablo a Timoteo escogemos esta frase para nuestra oración:
“Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió
este ministerio.”
En este texto tan rico san Pablo da gracias porque Jesús le hizo capaz, se fio y le confió
una misión.
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Que oración tan bonita dar gracias por los dones que Dios nos ha dado. A nosotros
también nos ha hecho capaces para la misión que nos da en la vida. Se ha fiado de
nosotros una y otra vez a pesar de nuestras miserias continuas. Nos ha confiado una
misión tan grande que no nos queda otro camino que pedir fuerzas a Dios. Nosotros no
podemos solos. Con Él todo lo podemos.
“Bendeciré al Señor, que me aconseja,
Hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
Con él a mi derecha no vacilaré.”
Hay que bendecir al Señor y tenerle siempre presente. Él nos aconseja y nos instruye
internamente. Para no vacilar en nuestras decisiones salvadoras le necesitamos tener
presente a todas horas. Tenemos que dejar aconsejarnos e instruirnos por Él.
La escucha en silencio es lo que mantiene nuestro oído atento. Cuanto ruido oímos
durante todo el día. Necesitamos un rato de oración diaria que permita abrir nuestro
corazón a Dios. Si Dios nos está a mi derecha me pierdo en el sendero de la vida, me
salgo fácilmente de su voluntad y doy tumbos fuera del camino.
“Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu
hermano.”
Si andamos centrados en Dios porque cuidamos dedicarle tiempo a Él nuestra vida será
un bastón que sostendrá a otros que vacilan en su camino. Veremos claro y de la mano
llevaremos a los que nos rodean a Dios. Seremos faros que iluminan multitud de
oscuridades.
Por lo tanto demos gracias a Dios y bendigámosle. Sigamos el sendero de los justos.
Llevemos el Mensaje a cada corazón que nos acompaña en el día a día.
LAS MOTIVACIONES DEL APÓSTOL
1 Co 9, 16-19. 22-27; Lc 6, 39-42
San Pablo nos comparte las motivaciones profundas que animan su labor como
evangelizador. En primer lugar se siente orgulloso de haber sido invitado a sumarse a la
misión evangelizadora, habiendo sido como bien sabemos, un perseguidor de los
católicos. Es tanta la gratitud que siente con Cristo Jesús, que se desvive por servir de
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manera intachable a comunidades y personas de las más diferentes condiciones. La
congruencia con que vive su fe cristiana es la mejor estrategia para allegarse la
credibilidad. En ese sentido, ensambla la exhortación inicial del Evangelio: el discípulo
tiene que asemejarse a su Maestro. Pablo se identificó plenamente con el Señor Jesús,
que hablaba con autoridad (hacía lo que decía), por eso el apóstol aprendió a vivir
congruentemente con el evangelio de la gracia que predicaba. Era un pastor exigente
consigo mismo y por tanto, podía ser exigente con las comunidades a su cargo.
Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en
que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo
que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor.
Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la
voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio.
Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es
muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí
encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo.
Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a
nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta
abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en
la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que
es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las
atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo.
Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a
nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una
condescendencia en la conversación.
Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad,
pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a
Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más.
Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que
convivo.
Señor, Tú me enseñas que nunca debo juzgar ni criticar a los demás. Haz que logre tratar
a los demás como Tú me tratas Señor: comprendiendo sus limitaciones, disculpando sus
faltas, poniendo atención a sus necesidades, sin guardar ningún rencor, ningún
resentimiento, con la capacidad de ser misericordioso y bondadoso, siempre y con todos.
María casa edificada sobre la roca de la fe, ella escuchó la Palabra de Dios y la puso
en práctica; sus labios proclaman la misericordia de Dios.
12 de setiembre, memoria del Santísimo nombre de María. Un día entrañable para
recordar a aquella que es la primera católica, peregrina de la fe, que ha realizado en sí la
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que toda la Iglesia espera alcanzar. Unida ya a la plenitud de la redención vive con Jesús
para siempre y vela con afecto maternal por los que aun peregrinamos.
Esta fiesta se une a la celebrada el día 8 del nacimiento de María y la que celebraremos
el 15 de la Virgen unida a la Pasión del Señor. Así en una semana María es protagonista
de nuestra oración desde su entrada en la historia de la salvación con su nacimiento a su
colaboración al píe de la cruz. En forma de síntesis el nombre de María nos remite a la
persona que veneramos y podemos invocar en nuestra ayuda como se ha hecho en la
Iglesia por generaciones:
"El nombre de María es la llave de las puertas del cielo" (San Efrén)
“En los peligros, en las perplejidades, en los casos dudosos, piensa en María, recurre a
María, no dejes que abandone tus labios; no dejes que se aparte de tu corazón” (San
Bernardo)
“Que tu nombre, oh María, no puede pronunciarse sin traer alguna gratia a aquel que lo
hace con devoción... permítenos, oh Señora, que a menudo podamos acordamos de
nombrarte con amor y confianza; ya que esta práctica muestra la posesión de la gracia
divina, o bien es una petición para que la recobremos pronto” (San Buenaventura)
“Por esto nombre se purifica el corazón, se ilumina la mente, se inflama el alma, se
ablanda el pecho, se endulza el gusto y el afecto se hermosea” (San Bernardino de Siena)
"Y el nombre de la Virgen era María. Digamos también algo de este nombre, que significa
estrella del mar. Conviene perfectamente a la Madre de Dios. Como el astro emite su rayo
de luz, así la Virgen dio a luz a su Hijo; ni el rayo disminuyó la claridad de la estrella, ni el
Hijo la virginidad de la Madre... María es el astro deslumbrante y sin igual, necesario a
este mar inmenso; es la estrella que brilla por sus méritos y nos alumbra con sus
ejemplos. "Oh tú, quienquiera que seas, que en el flujo y reflujo de este mundo te das
cuenta que caminas no tanto en tierra firme como en medio de tempestades y torbellinos,
no apartes la vista del astro espléndido ni no quieres desaparecer entre el huracán. Si se
levanta la borrasca de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de las tribulaciones,
mira a la estrella, Invoca a María. Si eres juguete de las olas de la soberbia o de la
ambición, de la calumnia o de la envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la avaricia, o
la cólera, o los halagos de la carne azotan la nave de tu alma, vuelve tus ojos a María. Si
asustado por la enormidad de tus pecados, o avergonzado de ti mismo, o tembloroso ante
el juicio terrible ya cercano, sientes que se ahonda debajo de tus pies el abismo de la
tristeza o de la desesperación, piensa entonces en María. En los peligros, en las
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angustias, en la duda, piensa en María, invoca a María. Esté continuamente en tus labios,
esté en tu corazón; imítala y así tendrás su ayuda de un modo seguro. Siguiéndola, no
yerras; rogándola, no te desesperas; pensando en ella, no te extravías. Apoyado en ella,
no caes; amparado por ella, no temes; guiado por ella, no te fatigas, al que ella favorece,
llega a puerto seguro. Y de este modo sentirás en ti mismo la verdad de esta palabra: el
nombre de la Virgen era María." (San Bernardo)
Sea hoy nuestra oración acudir a María señora nuestra.
FORMAMOS UN SOLO CUERPO
1 Co 10,14-22; Lc 6, 43-49
El criterio que proporciona el Evangelio de san Lucas para distinguir a los católicos
genuinos de los que no lo son, es el de los frutos. No es posible escuchar distraídamente
la Palabra de Dios y tomar al vuelo algunas "buenas intenciones" para cumplirlas en un
hipotético futuro. El oyente atento de la Palabra pasa de inmediato a la acción. En ese
sentido la carta a los Corintios no puede aprobar que un católiico viva con el corazón
dividido, pretendiendo servir a Dios y dejándose arrastrar por las prácticas idolátricas. Son
opciones totalizadoras que implican a toda la persona. El que se vincula a través del
bautismo con Cristo Jesús, no puede estar al servicio de prácticas religiosas que
propagan el servilismo, la alienación y la pérdida del autocontrol de la voluntad, para
dejarse arrastrar por alguna pasión egoísta.
Señor, Señor, soy de esos que te llaman y no hacen lo que dices. Dame una fe fuerte,
segura, que pueda dar frutos de bondad, así estaré construyendo mi vida sobre la roca
firme de Tu Amor.
Dios mío, ayúdame a producir frutos buenos y abundantes.
No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el Reino de los Cielo, estos hablan,
hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el
fundamento del hablar, del actuar: les falta escuchar. Por eso Jesús continúa: ‘Quien
escucha mis palabras y las pone en práctica”. El binomio hablar-actuar no es suficiente…
nos engaña, tantas veces nos engaña.
Y Jesús cambia y dice: “el binomio es el otro, escuchar y actuar, poner en práctica: ‘quien
escucha mis palabras y las pone en práctica será como el hombre sabio que construye su
casa sobre la roca. Quien escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, no
escucha seriamente y no las pone en práctica, será como el que edifica su casa sobre
arena. Cuando Jesús advierte a la gente sobre los ‘falsos profetas’ dice: ‘por sus frutos les
conoceréis’. Y de aquí, su actitud: muchas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen
cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen
miedo de la Palabra de Dios y estos son ‘falsos cristianos’. Es verdad, hacen cosas
buenas, es verdad, pero les falta la roca. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de junio de
201, en Santa Marta).
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Cristo nos enseña que la Misericordia de Dios es más fuerte que la dureza del pecado.
Podríamos pensar, leyendo superficialmente este pasaje, que tendrían razón los que
piensan en la "predestinación eterna", que si hemos nacido zarza no hay nada que hacer;
por más que nos matemos trabajando por ser buenos, ¿para qué, si al fin y al cabo me
condenaré? Soy árbol malo y no bueno. Estoy condenado a chamuscarme eternamente
en el infierno.
Pero esto sería tan absurdo como haber venido el mismo Verbo de Dios al mundo y haber
sufrido tremendamente por unos pocos afortunados. A Dios no le importa dejar 99 ovejas
por una que se le escapa del redil; a Dios no le importa esperar toda una vida por el hijo
que se le ha ido de su casa; a Dios no le importa llenar de besos y celebrar con fiesta
grande al que parecía muerto por el pecado.
Nuestro Dios es un Dios de tremenda misericordia. Ya lo dice el mismo Cristo en el pasaje
antes leído: ¿por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El vino para
que el hombre tenga vida eterna en El. El nos enseña el camino. De nuestra parte está el
hacerle caso o no.
Si eres un árbol malo, - pocos podemos gloriarnos de dar buenos frutos -, mira a Cristo,
comienza a edificar sobre su roca, deja que El arregle las cosas, colabora activamente
con la gracia. El lo hará todo, si le dejas. Y de zarza llegarás a ser deliciosa higuera.
Darás frutos de salvación. Si Dios ya hubiera dispuesto quién se salva y quién no, habría
mandado a sus ángeles a sacar la cizaña del trigo y a quemarla. Pero ha dejado el campo
sin tocar porque espera tu respuesta a su amor. Está esperando que le des permiso para
que edifique un grandioso palacio inamovible en la roca de su Corazón, y llegues a ser un
delicioso árbol para los demás.
¿Podríamos ser tan obstinados en cerrar las puertas a un Dios que no se cansa de buscar
a su oveja perdida?
Empezaré a leer diariamente un pasaje del Evangelio para construir mi vida sobre la
Palabra de Dios.
Jesucristo, quiero iluminar mi vida con la luz de tu Palabra y conducirme en todo
siguiendo tus criterios. Quiero construir mi vida con el cimiento fuerte de la oración, sólo
así será una construcción que va prevalecer a pesar de las tempestades y dificultades
que puedan surgir.
Para nuestra oración podemos tener el buen sabor de boca del día que dejamos atrás, el
Dulce Nombre de María; y tener como telón de fondo el día que viene mañana, la
Exaltación de la Cruz. Para este día de mañana nos viene muy bien la primera lectura,
uno de los cánticos del Siervo de Yahvé, del libro de Isaías.
En la primera lectura leemos el Cántico del Siervo de Yahvé. Un amigo en proceso de
conversión, medio agnóstico- medio creyente, está leyendo la Biblia, me comentaba como
le había llamado la atención este pasaje: “sin duda, es que habla de Jesús”, decía. Y es
cierto. Realiza ahora tú la composición de lugar, contempla la escena que se lleva a cabo
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cuando Jesús cumple esta profecía. Contempla a un Jesús humillado, escarnecido…
Imagina, también, la manera actual en la que Jesús es humillado (daños al Santísimo
Sacramento, maltrato a los pobres…). Y ahora consuela a Jesús. Todo un Dios que se
deja consolar por mí y por ti. Dile que le quieres, que puede contar con tu hombro para
descansar, con tus brazos para abrazar… Escucha a Jesús que te da las gracias, que con
sus gestos te lo agradece… Escucha sus palabras enternecedoras que te pide un favor,
que te pide ser partícipe de su vida misionera.
Para consolar a Jesús, que es el sentimiento que surge en nosotros tras la lectura del
libro de Isaías, nos responde como hacerlo la segunda lectura: las obras, la fe y las obras.
Es decir, la respuesta al Amor de Dios, dice la Iglesia, es la fe, la creencia, y esta fe se
concreta en una conversión de vida, que a su vez se traduce en las obras, en mi vida
cotidiana, en mis actos y palabras. un amigo le decía a otro amigo: “habla de Dios solo
cuando te lo pregunten, vive de tal manera que no puedan dejar de preguntarte por Él”:
esta es la manera de resumir la reflexión de la segunda lectura. Y para reafirmar todo lo
dicho anteriormente, Cristo nos dice muy claro que para llegar a Dios, al Cielo, hay que
cargar con la Cruz. Sea cual sea la Cruz nuestra…
Para que nuestra oración no se convierta en algo temeroso y pesaroso, tras reflexionar en
“lo que cuesta ser católico”, el salmo nos invita a confiar en el Señor: léelo, saboréalo, y
piensa en Cristo mientras lo leas, la confianza vendrá por sí sola. Te darán fuerzas
también esas palabras que te invitan a renovar tu entrega a Cristo, a vivir la oración de
hoy (vivir la oración, orar la vida): “Quien pierde su vida por mí, la encontrará”.
Degusta la oración. Culmina este “rato de Cielo” con un diálogo con la Virgen. Por intentar
relacionarlo todo (Dulce Nombre de María, el día de ayer; Exaltación de la Cruz, mañana;
temática de la oración de hoy), puedes tener este coloquio con la Virgen sobre la Cruz y la
entrega a Cristo en los demás: ¿cuáles son tus miedos, tus preocupaciones, al hablar de
la Cruz del católico? Coméntalo a la Virgen y escucha, ¿qué te responde?
TEN PACIENCIA CONMIGO
Si 27, 33-38,9; Rm 14, 7-9; Mt 18, 21-35
Jesús Ben Sira no desconocía la virulencia de la venganza, ni tampoco la desfachatez de
quienes recibiendo el perdón de parte de Dios, se obstinaban en negarlo a sus hermanos.
Ese doble discurso es cuestionado de forma radical. No se puede usar dos reglas para
medir una misma conducta. La incongruencia de tal proceder está ampliamente retratada
en la parábola del Evangelio. El Señor Jesús contrapone a dos deudores que debían
deudas bastante dispares; mientras que uno debía millones, el otro unos cientos de
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pesos. El proceder insensato del que estaba sumido en deudas resulta más detestable,
porque habiendo experimentado con anticipación la cancelación de su deuda, no lo
recordó unos instantes después. El descaro está retratado de forma contundente. De ahí
que el Señor nos invite a perdonar las ofensas con la misma prontitud que acogemos el
perdón de parte del Padre. Recordar nuestra experiencia de pecadores perdonados, nos
ayuda a mantenernos compasivos con los demás.
Señor, yo necesito de tu perdón y tu misericordia. Sé que puedo acudir a ti con todos mis
defectos y pecados. Tú me quieres perdonar. Me esperas con tu corazón de Padre para
que yo llegue y acepte tu amor. Tú reinas y gobiernas con misericordia, y nada te agrada
más que poder perdonar.
Señor Jesús, Tú moriste por mí en la cruz para librarme de mis pecados. ¡Ayúdame a
reconocerlos y a pedirte perdón con un corazón humilde! ¡Dame la gracia de perdonar a
los demás como Tú me perdonaste a mí!
Toda ofensa entre los hombres encierra de algún modo una vulneración de la verdad y del
amor y así se opone a Dios, que es la Verdad y el Amor. La superación de la culpa es una
cuestión central de toda existencia humana; la historia de las religiones gira en torno a
ella. La ofensa provoca represalia; se forma así una cadena de agravios en la que el mal
de la culpa crece de continuo y se hace cada vez más difícil superar. Con esta petición el
Señor nos dice: la ofensa sólo se puede superar mediante el perdón, no a través de la
venganza. Dios es un Dios que perdona porque ama a sus criaturas; pero el perdón sólo
puede penetrar, sólo puede ser efectivo, en quien a su vez perdona. El tema del "perdón"
aparece continuamente en todo el Evangelio.[...] La parábola del siervo despiadado: a él,
que era un alto mandatario del rey, le había sido perdonada la increíble deuda de diez mil
talentos; pero luego él no estuvo dispuesto a perdonar la deuda, ridícula en comparación,
de cien denarios que le debían: cualquier cosa que debamos perdonarnos mutuamente es
siempre bien poco comparado con la bondad de Dios que perdona a todos.
Dios nos muestra su amor perdonándonos nuestros pecados, deudas infinitas que
tenemos con Él. Nos ofrece su misericordia para que también nosotros podamos ser
misericordiosos con los demás. El perdón es una característica del amor perfecto de Dios
a los hombres. Pero Él necesita de nosotros para que su misericordia llegue a la gente.
Quiere que nosotros seamos instrumentos de su perdón. Quiere mostrarles a los hombres
su perdón a través de nosotros. Cuando nos invita a amar como Él mismo nos ama,
también se refiere al perdón. El perdón es la perfección de la caridad. Nos cuesta mucho
porque requiere que venzamos nuestro orgullo y que seamos humildes. Pero solamente
así podemos ser sus apóstoles y llevar su amor al mundo. Dios nos necesita y nos llama a
esta misión maravillosa: ser instrumentos de su amor y de su perdón.
Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar? Con esta respuesta Jesús no nos dice que
perdonar sea fácil, sino que es un requisito absolutamente indispensable para nuestra
vida. Podríamos decir que es un mandamiento, porque nos dice ¡perdona! De otra forma
el corazón se encuentra como una ciudad asediada por el enemigo, la caridad rodeada
por el odio y el progreso espiritual sumergido en un pozo profundo.
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Por otro lado, no debemos preocuparnos por la correspondencia del otro si hemos hecho
lo que estaba de nuestra parte. Cada uno es diverso y, por lo tanto, cada uno dará
cuentas a Dios de lo que ha hecho con su vida y con sus acciones.
Nuestro corazón deber ser un castillo donde sólo reine Dios. Él es amor, como dice san
Juan en su primera epístola, y como tal aborrece el odio. Si, por el contrario, permitimos
entrar al odio en nuestro corazón, Cristo abandonará el sitio que estaba ocupando dentro
de nosotros porque no puede ser amigo de quien odia. Por este motivo debemos trabajar
en amar en lugar de odiar, comprender en lugar de pensar mal, perdonar en lugar de
buscar la venganza.
Odiando, matamos nuestra alma. El deseo de venganza significa que se quiere superar al
otro en hacer el mal y esto en vez de sanar la situación la empeora. Pidamos a Cristo la
gracia de contar con un corazón como el suyo que sepa amar y perdonar a pesar de las
grandes o pequeñas dificultades de la vida.
Hoy perdonaré de todo corazón a aquella persona que no he sabido perdonar o a quien
hoy me pueda dar un disgusto.
Jesús, hoy te ofrezco mis pecados y mi debilidad, porque soy tu deudor. Sé que me
quieres perdonar. Por eso vengo con una gran confianza. Confío en tus méritos y en tu
muerte. Yo quiero ser el instrumento de tu perdón. Dame esta gracia. Yo sé que perdonar
es la solución de muchos de mis problemas. Ayúdame a ser humilde y a aceptar mis
propios defectos y los de las personas a mi lado. ¡Ayúdame a ser un apóstol de tu perdón!
"Señor, toma este corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón
que te ame, un corazón que se alegre en ti, que te imite y que te complazca." (San
Ambrosio)
En medio de esa semana grande con María (Natividad, Dulce Nombre, Dolores), se alza
la cruz. Todos somos de María, con María. Lima venera la imagen del famosísimo Señor
de los Milagros que hace 300 años.
En muchas localidades del planeta se celebrará también la fiesta de la “exaltación” de la
cruz; ¡qué paradoja para muchos!, escándalo, locura…pero para nosotros FUERZA Y
SABIDURÍA. Rosa de Lima exclamaba: No conozco otra escalera para subir al cielo que
la CRUZ. Si queremos subir hay que bajar. Justo festejamos la fiesta del subir bajando.
¡Madre, haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more!
2. “En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra
Moisés…y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente…Y todo el que haya sido mordido, al
mirarla, quedará curado" (Libro de los Números 21,4b-9)
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Qué gran pedagogo es el Señor con su pueblo, qué elocuente gesto. Si te viene el dolor,
la tentación, la mordedura de la serpiente, sigue el consejo de Teresa: ¡Pon los ojos en el
Crucificado y todo será fácil!
3. “El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez
reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor”. (Salmo 78(77),1-2.34-35.36-37.38)
Sí, Señor, nosotros somos rápidos a la cólera, a las soluciones drásticas…Tú eres
lentísimo a la cólera y millonario en piedad, paciencia, misericordia, amor.
4. “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él
no muera, sino que tenga Vida eterna”. Evangelio según San Juan 3,13-17.
El misterio del hombre, el mío, sólo se esclarece en la cuna del Verbo encarnado, en la
Cruz del Abandonado, y culmina en la Luz gloriosa del Resucitado.
La Cruz es la gran y definitiva lección de Amor para vivir y vivir de amor, siempre,
eternamente.
UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- No cabe duda que los refranes populares
están cargados de sabiduría. Efectivamente "nadie da lo que no tiene". Quien no ha
interiorizado el perdón recibido no puede perdonar. Las personas que consiguen una
condonación de su deuda, una amnistía o cualquier manifestación de compasión, no
solamente reciben un beneficio material (cancelación de una multa) sino una oportunidad
para humanizarse y crecer interiormente.
Quien no interioriza la fuerza de los acontecimientos decisivos, aprende a vivir de manera
oportunista, guiándose por cálculos mezquinos: obtener el máximo provecho y realizar el
mínimo esfuerzo. Desde esa perspectiva le apuestan a llevarse "todo el pastel", dejando
al adversario con las migajas.
La nobleza de espíritu se manifiesta cuando se sabe ser generoso en la victoria y no se
humilla al vencido.
BANDERA DISCUTIDA
1 Co 11, 17-26; Lc 2, 33-35
La Carta a los corintios recoge una tradición hermosa sobre la Eucaristía y a su vez,
contiene una crítica frontal a los excesos que desfiguraban la celebración de la fracción
del pan.
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La comunión que crea la copa y el pan compartidos no termina al concluir la celebración.
Es una acción cumbre que va acompañada de gestos de comunión y solidaridades, tanto
anteriores como posteriores a la celebración.
Cuando dichos gestos están ausentes, la celebración se desdibuja y termina siendo un
ritual artificial.
Como memorial de la vida de Cristo que se entrega, tiene que animar a los participantes a
entregar algo de sí mismos a sus hermanos.
El profeta Simeón aparece como un israelita sabio que desentraña de manera anticipada
el misterio de Jesús.
Efectivamente su prédica incluía una renovación profunda de la vida de Israel, y como
todos los cambios radicales, generaría adhesiones y rechazos. La muerte violenta de
Jesús, fue un aparente triunfo de sus adversarios.
Jesús, hoy no quiero pedirte nada, quiero ofrecerte más bien todo lo que soy y mi humilde
esfuerzo de imitar a María, que ante el inmenso e inmerecido dolor que sufrió, supo
guardar en su corazón todo lo que no logró comprender. Con mucha fe, confianza y amor
te suplico, Madre santísima, que intercedas por mí ante tu amado Hijo.
María, acompáñame en mi camino de vida, como lo hiciste con tu Hijo Jesús.
La Madre de Jesús ha sido colocada por el Señor en momentos decisivos de la historia de
la salvación y ha sabido responder siempre con plena disponibilidad, fruto de una
profunda relación con Dios, madurada en la oración asidua e intensa. Entre el viernes de
la Pasión y el domingo de la Resurrección, a ella se le confió el discípulo amado, y con él
a toda la comunidad de los discípulos. Entre la Ascensión y Pentecostés, ella está con y
en la Iglesia en oración. Madre de Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad
hasta el final de la historia. Le encomendamos todas las fases del paso de nuestra
existencia personal y eclesial, no menos que la de nuestro tránsito final. María nos enseña
la necesidad de la oración y nos muestra que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno
de amor con su hijo, podemos salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con coraje,
para llegar a los confines del mundo y proclamar en todas partes al Señor Jesús, salvador
del mundo.
Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en
encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la
más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima
dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de
María.
Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y
sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor
atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de
Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre
pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo
vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en
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su predicación apostólica...
Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la
Anunciación: "Hágase". A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el
amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz,
dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella,
su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima
Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos
más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La
Virgen de los Dolores. La Corredentora.
Ella nos enseña la valentía y pudor con su silencio, con la silenciosa presencia de su
compasión. La belleza que salva es el amor que comparte el dolor y que no necesita
palabra, es la verdad que se expresa callándose, por su presencia de amor. Así es con
que el católico debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del amor a los demás. No es
el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en
que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la
corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos
nosotros.
¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La
diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en
las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella
simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.
Rezar el saludo a la Virgen (Ángelus), preferentemente en familia, o una oración dedicada
a Ella, para acompañarla en su dolor.
Jesús, mi gran anhelo es tener muy cerca de mí a María, mi dulce Madre del cielo. Señor,
gracias por este maravilloso don. En María tengo el mejor ejemplo del seguimiento fiel,
amoroso y sacrificado que debo vivir.
1er
Dolor
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de
dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó
que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te
acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos
tuyos y sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,…
2º Dolor
La huida a Egipto con Jesús y José
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Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos,
pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya
era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te
acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir
siempre de las tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…
3er
Dolor
La pérdida de Jesús
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo;
tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en
que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor. . . Y,
por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…
4º Dolor
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo
cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su
propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este
desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz,
después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de
reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para
honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las
espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el
dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo
indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y,
por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos
ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…
5º Dolor
La crucifixión y la agonía de Jesús
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Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de
clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando
en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el
momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel
momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que
jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…
6º Dolor
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que
dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el
Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre,
sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu
Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de
algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este
dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.
Dios te salve, María,…
7º Dolor
El entierro de Jesús y la soledad de María
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo;
El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su
humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el
trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya
podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad
infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro
rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le
acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te
acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de
nosotros la gracia particular que te pedimos…
Dios te salve, María,…
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Gloria al Padre
Oración final
Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi
alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús,
responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente
unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu
Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén.
¡Oh dulce fuente de amor!
La Madre piadosa estaba ¡Oh cuán triste y afligida
junto a la cruz, y lloraba estaba la Madre herida,
mientras el Hijo pendía; de tantos tormentos llena,
cuya alma triste y llorosa, cuando triste contemplaba
traspasada y dolorosa, y dolorosa miraba
fiero cuchillo tenía. del Hijo amado la pena!
¿Y cuál hombre no llorara Hazme contigo llorar
si a la Madre contemplara y de veras lastimar
de Cristo en tanto dolor? de sus penas mientras vivo;
¿Y quién no se entristeciera, porque acompañar deseo
Madre piadosa, si os viera en la cruz, donde lo veo,
sujeta a tanto rigor? tu corazón compasivo.
Por los pecados del mundo, ¡Virgen de vírgenes santas!,
vio a Jesús en tan profundo llore ya con ansias tantas
tormento la dulce Madre. que el llanto dulce me sea;
Vio morir al Hijo amado porque su pasión y muerte
que rindió desamparado tenga en mi alma de suerte
el espíritu a su Padre. que siempre sus penas vea.
¡Oh dulce fuente de amor!, Haz que su cruz me enamore
hazme sentir tu dolor y que en ella viva y more
para que llore contigo. de mi fe y amor indicio;
y que, por mi Cristo amado, porque me inflame y encienda
mi corazón abrasado y contigo me defienda
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más viva en Él que conmigo. en el día del juicio.
Y, porque a amarlo me anime Haz que me ampare la muerte
en mi corazón imprime de Cristo, cuando en tan fuerte
las llagas que tuvo en sí. trance, vida y alma estén;
Y de tu Hijo, Señora, porque, cuando quede en calma
divide conmigo ahora el cuerpo, vaya mi alma
las que padeció por mí. a su eterna gloria. Amén.
UN SOLO CUERPO
1 Co 12,12-14. 27-31, Lc 7,11-17
La exposición que hace el apóstol san Pablo en la Carta a los Corintios pretende animar a
los lectores a que interactúen de forma armoniosa, poniendo sus diferentes dones y
carismas al servicio de la comunidad. La presunción, la vanagloria, la rivalidad y otras
actitudes inmaduras que complicaban la vida de la iglesia corintia, debían terminar. Era
necesario actuar con sensatez, dejándose guiar por el Espíritu, promotor de la unidad,
viviendo conforme a esa dinámica de la comunión profunda.
Las carencias y fortalezas de un miembro tenían que ser asumidas en un clima de amor
fraterno y ayuda mutua.
En el Evangelio, observamos que las personas se acercan a Jesús, cada cual lleva
presente sus necesidades y esperanzas.
En esta ocasión una mujer viuda, que había perdido a su hijo único tiene la fortuna de
cruzar su camino con Jesús.
El evangelista nos refiere que el Maestro tomó la iniciativa, y realizando un gesto de
misericordia y de poder, le devolvió sano y salvo al hijo, que era su único consuelo.
Dios mío, Tan grande es tu amor que no dejas de compadecerte de mí, a pesar de mis
debilidades, porque digo y no hago, ofrezco y no cumplo. ¡Ven a iluminar mi oración!
Dame la gracia que me hará crecer en amor y en fidelidad.
Señor, quiero ser todo para Ti, concédeme olvidarme de mis preocupaciones para poder
escucharte.
«Así les habló a los discípulos, expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de
Dios sobre la muerte física: Dios la considera precisamente como un sueño, del que se
puede despertar.
Jesús demostró un poder absoluto sobre esta muerte: se ve cuando devuelve la vida al
joven hijo de la viuda de Naím y a la niña de doce años. Precisamente de ella dijo: "La
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niña no ha muerto; está dormida", provocando la burla de los presentes. Pero, en verdad,
es precisamente así: la muerte del cuerpo es un sueño del que Dios nos puede despertar
en cualquier momento.
Este señorío sobre la muerte no impidió a Jesús experimentar una sincera compasión por
el dolor de la separación. Al ver llorar a Marta y María y a cuantos habían acudido a
consolarlas, también Jesús "se conmovió profundamente, se turbó" y, por último, "lloró". El
corazón de Cristo es divino-humano: en él Dios y hombre se encontraron perfectamente,
sin separación y sin confusión. Él es la imagen, más aún, la encarnación de Dios, que es
amor, misericordia, ternura paterna y materna, del Dios que es Vida. Benedicto XVI, 9 de
marzo de 2008.
Hay una diferencia abismal entre las demás religiones y el Catolicismo. En las demás, el
hombre va en busca de Dios. En el Catolicismo es Dios el que busca al hombre.
Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días. Este Evangelio es
una prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón
del amor de padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda
que se le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón
de Cristo brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo.
Y así como Cristo entregó alegría a esta viuda, hoy día Cristo entrega a muchos padres
angustiados su joven hijo que se fue de casa días atrás, ablanda los corazones de los
esposos a punto de separarse, inspira a los grandes empresarios a cambiar de actitud
hacia sus colaboradores y, en vez de hundirles en deudas estratosféricas, hacen un trato
para arreglar cuentas, etc.
Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él.
Es imposible que a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos...
¿acaso será porque no le hemos permitido a Cristo entrar en nuestras vidas? Pidamos
hoy esta gracia a Cristo Eucaristía.
Hacer una visita al Santísimo Sacramento para escuchar lo que Dios me quiere decir hoy
y dejarlo entrar en nuestra vida.
Señor, sé, como decía san Agustín, que las aflicciones y tribulaciones que a veces
sufrimos nos sirven de advertencia y corrección, y que si tuviera la fe debida, no temería a
nada ni a nadie, porque todo pasa para nuestro bien, si sabemos poner todo en tus
manos.
Pero bien conoces mi debilidad, mi necesidad de sentir tu consuelo y tu presencia, ven a
mi corazón, que quiere resucitar contigo, para poder experimentar el amor de Dios.
“Grande es el misterio que veneramos”, nos dice san Pablo en esta carta a Timoteo.
¿Qué misterio? El de la Encarnación. Dios con nosotros. La realidad del Verbo
humanado. Aquello que, tres veces al día, repetimos con el Ángelus: “El Verbo se hizo
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carne, y habitó entre nosotros”. Escándalo para unos y locura para otros, pero para
nosotros la Fuerza y la Sabiduría.
"El Verbo se hizo carne" es una de esas verdades a las que nos hemos acostumbrado
tanto, que ya casi no nos impacta la magnitud del evento que expresa. Algo
absolutamente impensable, que sólo Dios podía obrar y en la que sólo se puede entrar
con la fe.
El Logos que está con Dios, el Logos, que es Dios, por y para el cual fueron creadas
todas las cosas, que ha acompañado a los hombres en la historia con su luz, se hace
carne y pone su morada entre nosotros, se hace uno de nosotros.
Como dice el Concilio Vaticano II: "El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó
con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.
Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en
todo a nosotros, excepto en el pecado". (GS, 22).
Es importante recuperar el asombro ante el misterio, dejarse envolver por la magnitud de
este acontecimiento: Dios ha recorrido como un hombre nuestros caminos, entrando en el
tiempo del hombre, para comunicarnos su propia vida.
Dios, haciéndose carne, quiso hacerse don para los hombres, se entregó por nosotros,
asumió nuestra humanidad para donarnos su divinidad.
Este es el gran don. Incluso en nuestro dar no es importante que un regalo sea caro o no;
quien no es capaz de donar un poco de sí mismo, da siempre muy poco; incluso, a veces
incluso se intenta reemplazar el corazón y el compromiso de donación de uno mismo con
el dinero, con cosas materiales. El misterio de la Encarnación significa que Dios no lo ha
hecho así: no ha dado cualquier cosa, sino que se entregó a sí mismo en su Hijo
Unigénito. Aquí encontramos el modelo para nuestro dar, para que nuestras relaciones,
sobre todo las más importantes, sean impulsadas con la generosidad y el amor.
Este modo de actuar de Dios es un poderoso estímulo para cuestionarnos sobre el
realismo de nuestra fe, que no debe limitarse a la esfera de los sentimientos y emociones,
sino que debe entrar en la realidad de nuestra existencia, es decir, debe tocar nuestra
vida de cada día y orientarla de manera práctica. Dios no se detuvo en las palabras, sino
que nos mostró cómo vivir, compartiendo nuestra propia experiencia, salvo en el pecado.
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La fe tiene un aspecto fundamental que afecta no sólo la mente y el corazón, sino toda
nuestra vida.
EL AMOR Y LA SABIDURÍA
1 Co 12, 31-13,13, Lc 7,31-35
La generación a la que pertenecían Juan Bautista y Jesús fue privilegiada por la simple
razón de que pudieron interactuar con dos profetas de extraordinaria personalidad.
Dos personas radicalmente fieles a Dios, que en su misión evangelizadora, asumieron
estilos y formas de misionar dispares.
La frugalidad de Juan y la gustosa alegría del Señor Jesús, se convirtieron en pretextos
en manos de sus adversarios, que pretendieron descalificarlos para excusarse de
escuchar su mensaje.
Aquella gente no tuvo la apertura para apreciar la novedad que Dios manifestaba en la
misión de cada uno de sus enviados.
En otra óptica el apóstol san Pablo también realiza una contraposición, entre los dones y
carismas vistosos (sabiduría, elocuencia, generosidad) y el don supremo: el amor. Los
rasgos del amor son extraordinarios porque reflejan la manera de ser de Dios, que acoge
a cada persona de manera incondicional.
El amor trasciende los límites de los mínimos y se desborda en una entrega ilimitada que
busca el bienestar del amado.
Espíritu Santo, te pido el don de la sabiduría para ver y comprender la realidad de mi vida,
desde tu perspectiva. Eso me dará equilibrio a mis juicios y bondad para apreciar los
sucesos de este día y, sobre todo, hará posible que te pueda reconocer en este momento
de oración.
Señor, ayúdame a tener un encuentro personal decisivo contigo que cambie toda mi vida.
Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale
a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón
traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante
las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente.
El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a
nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra,
en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración,
en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su
presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana.
Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos
corresponder también con el amor.
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Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos
ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este "antes" de Dios puede nacer
también en nosotros el amor como respuesta.
En el desarrollo de este encuentro se muestra también claramente que el amor no es
solamente un sentimiento.
Los sentimientos van y vienen. Pueden ser una maravillosa chispa inicial, pero no son la
totalidad del amor. Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 17.
Es difícil librarse de la influencia del "qué dirán" A todos nos salpica la opinión de los
otros. Todos queremos tener un lugar en el corazón del otro. Nos gusta ser estimados y
nos duele cuando oímos algún comentario no favorable a nuestra persona. Es que se nos
ha preparado más para vivir de la exterioridad que de la riqueza que lleva dentro de sí
toda persona; por eso andamos como veletas al vaivén de la opinión de la gente. Sí, es
difícil tener un criterio personal, ser dueño de sí y vivir felices.
El Evangelio es exigente y no admite componendas: hay valores que no son conmutables
por ninguna opinión; quizá por ser fiel a ellos te toque sufrir la crítica mordaz de la gente,
pero al final lo auténtico da su talla, porque la luz es más fuerte que las tinieblas.
Señor, Jesús, que viniste al mundo como luz, no permitas nos cieguen las tinieblas del
mal, sino que iluminados por el resplandor de tu rostro seamos ante el mundo testigos de
tu amor.
Hacer una visita a Jesús en el Sagrario, reconociéndolo como Dios y Señor de mi vida.
Señor, es triste confirmar la tendencia de justificar mis fallas buscando que la culpa
recaiga en otros. Cuánto amor me falta cuando veo sólo los defectos de los demás en vez
de sus cualidades. Qué insensatez perder la objetividad de los hechos al pretender
engañar a los demás.
Por eso reitero mi petición, por la intercesión de tu Madre Santísima, dame la sabiduría
para optar siempre por la verdad.
San Roberto Belarmino, santo jesuita del cual se pueden sacar algunas enseñanzas para
nuestra oración. Los santos, no lo olvidemos deben ser nuestros amigos por su
intercesión, ejemplo y anécdotas que nos sirven en nuestra vida.
Su padre piensa dada la fama de sus cualidades y sueña con grandes beneficios y
dignidades, pero él piensa en la brevedad de la vida y de las cosas temporales y busca un
lugar donde no hubiese tales dignidades. Ante la insistencia del hijo el padre se rinde:
“He pensado que se debe a Dios lo que más se quiere. He dado la bendición a mi hijo y le
he ofrecido a Dios.” Con una gran preparación, no es extraño que sus sermones
produjeran muchísimas conversiones.
No solo su palabra, sus escritos “Las Controversias” son un baluarte inexpugnable de la
fe y riquísimo arsenal para defenderla frente a protestantes y luteranos y arrancara
Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx
Tel.+52-492-92-7-62-95
Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA,
CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos
Y de la Biblia de América.
conversiones y muchos hijos desviados, volvieran a la fe y exclamaran “Este libro me ha
perdido” “Me has creado, iluminado y arrancado de la muerte”. Por su labor extraordinaria,
no se libra de que le nombren cardenal pero si del papado aunque tuvo que formar parte
del tribunal de Galileo y fue uno de sus valedores a la hora de buscarle residencia y
publicaciones al notificarle la sentencia de 1616.
Si nos admiran los santos por sus obras, más nos debe admirar su oración de la que
sacan el valor y la fuerza para hacer esas proezas. Seguir su camino es hacer oración
cada día mejor, como les decía a sus monjes san Basilio “que sea una hoguera ardiente
que no se apaga”.
Pero también los textos del día podemos sacar alguna idea que nos ayude a ello para
que sea cada día nueva, creativa, original, como el amanecer o el atardecer, que no hay
dos iguales, como no hay dos hojas iguales, dos seres iguales,… y es que Dios se
prodiga infinitamente con su amor en la naturaleza y en nosotros cuando oramos.
Así lo encontramos en el evangelio de la pecadora, todo un derroche de amor y
misericordia como en el Hijo Pródigo, deseando perdonar, deseando derramar su
misericordia, volcarla sobre nosotros pobres pecadores. Para sentirla, no tenemos más
que acercarnos junto a sus pies, llorar y humedecerlos, enjugarlos, cubrirlos de besos y
escuchar de sus labios: “Tus pecados están perdonados, tu fe te ha salvado, vete en paz”.
Esto mismo sentiremos en la oración si contemplamos la escena y ponemos nuestros
sentidos como nos dice san Ignacio: “ver, mirar, escuchar,.. y acabar con un coloquio con
Jesús, con la pecadora, con Dios Padre que en Jesús nos trae el perdón.
No te olvides de la Virgen tan presente en toda la vida de Jesús a quien felicitas por haber
dicho “Si”, por su nacimiento, dulce Nombre y Dolores que hemos celebrado
recientemente: “Madre, danos de tu fe, la de tu Hijo, que nos perdona y nos salva.
Gracias, Madre”.
LA EXPERIENCIA DEL PERDÓN
1 Co 15,1-11; Lc 7,36-50
La mujer anónima que nos presenta el Evangelio de san Lucas no se intimida ante las
miradas inquisidoras de los comensales.
Traspasó las barreras, abriéndose paso en el "club" de los escrupulosos fariseos y
expresó sin cortapisas la gratitud hacia Jesús.
Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx
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Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA,
CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos
Y de la Biblia de América.
Con el lenguaje efusivo del afecto femenino mostró su enorme gratitud. Del suceso
encontramos dos lecturas: la reprobatoria de Simón que desaprueba a Jesús y la
aprobatoria del Maestro, que descifra los gestos de la mujer como expresión de gratitud
por el perdón recibido.
La lección que extrae es contundente: Jesús ofrece el perdón gratuitamente.
El apóstol san Pablo tenía conciencia de haber sido un pecador, un apóstol que no
ameritaba tal nombre. Esa certidumbre le sirvió como un acicate para rendir al máximo y
exigirse una entrega sin fisuras al servicio del Evangelio.
Es un relato maravilloso en todo su desarrollo. Comienza la historia con la invitación de un
fariseo a comer en su casa. En la misma ciudad había una mujer pecadora pública. Al
saber que Jesús estaba allí, cogió un frasco de alabastro de perfume, entró en la casa, se
puso a los pies de Jesús a llorar, mojando sus pies con sus lágrimas y secándoselos con
sus cabellos, ungió los pies de Cristo con el perfume y los besó. El fariseo, entretanto,
ponía en duda a Cristo. Pero Jesús, que leía su pensamiento, le propuso una parábola
sobre un acreedor que tenía dos deudores y a ambos perdonó.
Se aprovechó de aquella parábola para salir en defensa de aquella mujer comparando su
actitud con la de él: la de ella llena de amor y arrepentimiento; la de él llena de soberbia y
vanidad. Tras ello, hace una afirmación que parece la absolución tras una excelente
confesión: “Le quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho
amor”, dice dirigiéndose al fariseo, llamado Simón. Y a la mujer: “Tus pecados quedan
perdonados. Tu fe te ha salvado. Vete en paz”. Los comensales volvieron a juzgar a
Jesús: “Quién es éste que hasta perdona los pecados?”.
Siempre que se mete uno a fondo en la propia vida y comprueba lo lejos de Dios que se
encuentra y ve cómo el pecado grave o menos grave nos domina, se puede sentir la
tentación del desaliento y de la desesperación. Del desaliento en cuanto a sentirse uno
incapaz de superar las propias limitaciones. De desesperación en cuanto a pensar que no
se es digno del perdón misericordioso de Dios.
Dios siempre está dispuesto a perdonar, a olvidar, a renovar. Ahí tenemos la parábola del
hijo pródigo en la que un padre espera con ansia la vuelta de su hijo que se ha ido
voluntariamente de su casa.
Dios siempre nos espera; siempre aguarda nuestro retorno; nada es demasiado grande
para su misericordia. Nunca debemos permitir que la desconfianza en Dios tome
prisionero nuestro corazón, pues entonces habríamos matado en nosotros toda
esperanza de conversión y de salvación.
La misericordia del Señor es eterna. En el libro del Profeta Oseas leemos frases que nos
descubren esa ternura de Dios hacia nosotros: “Cuando Israel era niño, yo le amé...
Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí... Con cuerdas humanas los atraía, con
lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla...” (11, 1-4).
Frecuentemente una de las acciones más específicas del demonio es desalentarnos y
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La natividad de la santisima virgen maria

  • 1. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. LA NATIVIDAD DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA.
  • 2. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. EL HERMANO MAYOR Rm 8,28-30; Mt 1,18-23 El anuncio del futuro nacimiento de Jesús sorprendió a José y modificó para siempre su vida. Su prometida esperaba un hijo por obra de Dios. A los ojos del carpintero y de los vecinos de Nazaret aquello resultaría incomprensible. El misterio del amor de Dios por su pueblo Israel, afectaría la existencia cotidiana de aquella pareja, que tendría que apresurar los desposorios y acoger al niño que se convertiría en el Emanuel, la presencia viva de Dios en medio de su pueblo. Cuando José asimiló aquel desafío, se puso en obra y acogió a María y a su hijo Jesús, como suyos. La Carta a los romanos nos expone de manera elocuente el proceso de identificación con Cristo, que hemos de concretar todos los bautizados. Es nuestro hermano mayor, nuestro referente y modelo. La vida católica consiste en modelar la propia existencia, siguiendo las actitudes y las opciones fundamentales que asumiera Jesús en relación a Dios, a los necesitados y a los pecadores. No se trata de negar nuestra personalidad, sino de asimilar creativamente la mentalidad y el proceder de Cristo Jesús. “Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó.” Pero tú Belén de Éfrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel”. Así comienza la liturgia de la Palabra en este día dedicado a la celebración del Nacimiento de Nuestra Madre. La primera lectura nos da la clave para contemplar hoy la escena evangélica que la Iglesia nos propone: la concepción de Jesús. Ante las dudas de José, ante la ley irrevocable del pueblo de Israel, la pequeñez de la Virgen ¡la más pequeña de las doncellas del pueblo!. Su silencio, su dependencia de la decisión de su querido José, que se consumen en un mar de dudas aguijoneado por el enemigo de todo hombre. La Virgen, pequeña, protagonista de una escena sin ni siquiera estar presente en ella. Pequeña la concibió su madre, Santa Ana. Quizá la escena de José acogiendo a María nos lleve a imaginarnos a la familia en que nació María, y con la que todavía vive. Ver la pequeñez de una familia asentada en una aldea minúscula de Galilea como es Nazaret. Galilea, una tierra impura, cuyos habitantes en el pasado habían abandonado el Dios de Israel. Que se habían mezclado con los paganos que habitaban sus tierras y habían aceptado sus dioses. “Pero tú, Belén de Éfrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel”. Sin milagros. Sin grandeza humana. Sin ser nadie dentro del pueblo de Israel. Pero sí siendo parte de ese Resto de Israel fiel al Señor de sus padres. Quince años de preparación en casa de San Joaquín y Santa Ana para decir sí a la Encarnación del Verbo. No importa la pequeñez en la que nace María. Tampoco la
  • 3. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. irrelevancia en la que se desarrolla su vida, ni el vulgar futuro que por posición le correspondía. Allí donde los hombres no veían nada sobresaliente, el Padre sonreía ante la que había de ser la Madre de su Hijo. Terminar nuestra contemplación gozando en esa mirada amorosa del Creador. Gustar con él la pureza de un alma ya concebida sin pecado. De un alma especialmente preservada para ser primero Madre del Redentor y después, de toda la humanidad “Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito de muchos hermanos”. Ver la maravilla que tenía preparada. Ver su alegría ante un alma que después de tantos siglos y milenios se entrega por fin totalmente a Él. Y desear ser nosotros como esa alma transparente y humilde. Ser todo suyos. Ser como levadura en medio de la masa, del mundo en el que vivimos. Insignificantes a los ojos de los que nos rodean pero fruto que madura a los ojos de Dios. Centrados en la mirada de Dios, que todo lo ve, y olvidados de la de los hombres que solo se fija en apariencias. Y mirando a ese Padre que nos regala tan buena Madre, decirle: “Gracias”. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros. La Liturgia no acostumbra celebrar el nacimiento terreno de los santos la única excepción es San Juan Bautista. Celebra, en cambio, el día de la muerte, día del nacimiento para el cielo. Por el contrario, cuando se trata de la Santísima Virgen. Aparece claramente el paralelismo entre Ella y su Hijo Jesucristo. De los dos, la Iglesia celebra con fiestas propias, su concepción, su nacimiento y su vuelta a la Casa del Padre. Tenemos que ver el misterio de hoy en el contexto del pecado original.
  • 4. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. En aquel momento, Dios prometió la llegada de una Mujer, contrapuesta a la serpiente tentadora: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo: él herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón. (Gen 3,16) Al nacer María, comenzó a cumplirse esta promesa. Porque Ella es la Virgen Madre que da a luz un Hijo que será el Salvador del mundo. Porque Ella es la Colaboradora de Aquel que conseguiría la victoria definitiva sobre la serpiente infernal. Por eso, María es la nueva Eva, es decir, la Madre de la vida y Madre de los vivientes. Y así se inició, con el nacimiento de la Virgen, la plenitud de los tiempos. Con ello, Dios daba al mundo como la garantía concreta de que la salvación ya estaba inminente. Por todo eso la festividad es una invitación a la profunda alegría. Toda la creación se alegra y goza con el nacimiento de María. Y a lo largo de los siglos, los católicos han expresado con mucho simbolismo y creatividad su júbilo y regocijo. Si Jesucristo es la luz y el sol de justicia, entonces María es: La aurora y la estrella que anuncia el sol, El regazo de la encarnación divina. El preludio y la esperanza de salvación, La puerta virginal a través de la cual Dios hizo su entrada en la tierra. Pero no sólo la creación se alegra con la fiesta. No sé si podemos imaginamos como el mismo Dios se regocija con el nacimiento de María. Allí está la nueva creatura del paraíso, la nueva Eva tal como Dios la pensaba en su proyecto original de la creación. Ella es la culminación, la corona de todo lo creado, la obra maestra del Padre: La Virgen más hermosa y más pura, La Hija más querida y más anhelada, La Madre más amorosa y más santa. Queridos hermanos, ¡alegrémonos todos, unidos con Dios y con la creación entera de esta celebración de júbilo y fiesta, de este día en que recordamos el nacimiento de María, Madre de Jesús y Madre nuestra! ¡Qué así sea! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Padre Nicolás Schwizer
  • 5. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. UNA FUERZA QUE CURABA 1 Co 6, 1-11; Lc 6, 12-19 La narración sumaria que nos comparte el evangelista san Lucas transmite una situación de entusiasmo y exaltación popular. Jesús ha desatado un movimiento favorable en torno suyo: la gente lo busca porque su vida mejora; sus palabras tienen una novedad que llama la atención y hace reflexionar en la necesidad de cambiar la forma de relacionarse con Dios y con las personas. Jesús no es el típico seductor que manipula a las multitudes jugando con sus emociones, es un profeta que llama al cambio interior y que no demanda una fidelidad a ciegas. Cuando se ha dado el paso es necesario reajustar las inercias añejas. Éste es el planteamiento que propone san Pablo a los católicos de Corinto. No pueden seguir los procesos jurídicos establecidos de manera ingenua. El diálogo, la reconciliación y el restablecimiento de la justicia son tareas ineludibles cuando los católicos viven conflictos; el recurso al arbitraje de un juez es la última posibilidad. Primero conviene abrirle espacio al entendimiento y el perdón fraterno. Señor Jesús, en varias ocasiones el Evangelio hace mención que pasaste la noche en oración… y yo que batallo para hacer mi meditación de 10, 15 ó 20 minutos. Tu oración es fruto de tu amor, de tu dependencia a Dios. Ilumíname para yo pueda crecer también en mi amor y que ahora sepa disponer mi corazón para hacer la voluntad del Padre en este día. Jesucristo, enséñame a orar. Haz que te ame a tal punto, que me sea imposible no seguirte. Cuando las decisiones se convierten en algo urgente y complejo, su oración se hace cada vez más larga e intensa. En la inminente elección de los Doce Apóstoles, por ejemplo, Lucas destaca la duración de la oración preparatoria de Jesús: "En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles". Observando la oración de Jesús, deben surgirnos diversas preguntas: ¿Cómo rezo yo? ¿Cómo rezamos nosotros? ¿Qué tiempo dedicamos a la relación con Dios? ¿Es suficiente la educación y formación a la oración actualmente? ¿Quién nos puede enseñar? [...] Escuchar, meditar, callar ante el Señor que habla, es un arte que se aprende practicándolo con constancia. Ciertamente, la oración es un don que exige, sin embargo, el ser acogido; es una obra de Dios, pero que exige compromiso y continuidad por nuestra parte, sobre todo la continuidad y la constancia son importantes. Benedicto XVI, 30 de noviembre de 2011. «Caminar, edificar y confesar» son las prioridades de la Iglesia. Lo dijo el Papa Francisco durante la misa en la Capilla Sixtina. En estas tres lecturas veo que hay algo en común; es el movimiento. En la primera lectura, el movimiento en el camino; en la segunda lectura, el movimiento en la edificación
  • 6. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento en la confesión. Caminar, edificar, confesar. Caminar. (Casa de Jacob, vengan caminemos a la luz del Señor (Is 2,5). Esta es la primera cosa que Dios ha dicho a Abrahán: Camina en mi presencia y se irreprochable. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos paramos, algo no funciona. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir con aquella honradez que Dios pedía a Abrahán, en su promesa. Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras son consistentes; pero piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar. Tercero, confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar muchas Cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, Esposa del Señor. Cuando no se camina, se está parado. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la memoria la frase de León Bloy: “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio. Caminar, edificar, construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar, a veces hay temblores, existen movimientos que no son precisamente movimientos del camino: son movimientos que nos hacen retroceder. Este Evangelio prosigue con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Te sigo, pero no hablemos de cruz. Esto no tiene nada que ver. Te sigo de otra manera, sin la cruz. Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz y cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor. Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, precisamente el valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, derramada en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Y Así la Iglesia avanzará. Deseo que el Espíritu Santo, por la plegaria de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Que así sea. Gran homilía de PAPA FRANCISCO. En nuestra sociedad donde todo se hace para usar y tirar, las cosas salen en serie, sin características propias: los mismos modelos de zapatos, el mismo estilo de vestir, las mismas comidas, el mismo diseño de construcción, las mismas expresiones de vocabulario... queremos igualarnos tanto que perdemos hasta la identidad. La sociedad
  • 7. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. nos masifica, nos despersonaliza, nos hace iguales. Con Dios no es así; para Él cada uno es único, singular e irrepetible: Dios no hace las cosas en serie. Dios nos conoce y nos llama por nuestro propio nombre y al identificarnos nos da el ser que nos autentifica. Su amor nos crea en cada momento porque su Palabra llega directa al corazón y desde esta interpelación nos potencia y dinamiza para la misión que cada uno trae a la vida. El gran secreto de la vida es sabernos amados. Con esta certeza nuestra vida se llena de sentido, basta que Él susurre mi nombre al oído para que todo se llene de emoción. Es la confianza de sabernos amados con un único amor, grande y fuerte. ¡Oh Dios, que desde la eternidad pensaste en mí y que en un momento concreto de la historia pronunciaste mi nombre para llamarme a la vida y que formaste mi sr en el seno de mi madre. Gracias por el amor que me regalas cada día. Te pido tu gracia para que siempre pueda cumplir la misión que me encomiendas y así cooperar a la salvación del mundo en nombre de tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. Hemos querido olvidar las cosas que no nos ayudan a construir un futuro mejor. Así nos los dice la primera lectura: dar muerte a todo lo terreno que no nos ayuda. Cómo se entrelaza con el evangelio que nos narra las bienaventuranzas. ¡Cuántas veces hemos meditado este evangelio! La ilusión de una juventud llena de vida. Nos invita a reflexionar sobre el texto de las bienaventuranzas: En la base de ellas se halla una pregunta que Ustedes ponen con inquietud: ¿por qué existe el mal en el mundo? Las palabras de Cristo hablan de persecución, de llanto, de falta de paz y de injusticia, de mentira y de insultos. E indirectamente hablan del sufrimiento del hombre en su vida temporal. Pero no se detienen ahí. Indican también un programa para superar el mal con el bien. Efectivamente, los que lloran, serán consolados; los que sienten la ausencia de la justicia y tienen hambre y sed de ella, serán saciados; los operadores de paz, serán llamados hijos de Dios; los misericordiosos, alcanzarán misericordia; los perseguidos por causa de la justicia, poseerán el reino de los cielos. ¿Es ésta solamente una promesa de futuro? Las certezas admirables que Jesús da a sus discípulos ¿se refieren sólo a la vida eterna, a un reino de los cielos situado más allá de la muerte? Sabemos bien, queridos jóvenes, que ese “reino de los cielos” es el “reino de
  • 8. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Dios”, y que “está cerca”. Porque ha sido inaugurado con la muerte y resurrección de Cristo. Sí, está cerca, porque en buena parte depende de nosotros, los católicos y los verdaderos cristianos “discípulos” de Jesús. Así, el católico vence el mal; y Ustedes, vencen al mal con el bien cada vez que, por amor y a ejemplo de Cristo, se libran de la esclavitud de quienes miran a tener más y no a ser más. Cuando saben ser dignamente sencillos en un mundo que paga cualquier precio al poder; cuando son limpios de corazón entre quien juzga sólo en términos de sexo, de apariencia o hipocresía; cuando construyen la paz, en un mundo de violencia y de guerra; cuando luchan por la justicia ante la explotación del hombre por el hombre o de una nación por la otra; cuando con la misericordia generosa no buscan la venganza, sino que llegan a amar al enemigo; cuando en medio del dolor y las dificultades, no pierden la esperanza y la constancia en el bien, apoyados en el consuelo y ejemplo de Cristo y en el amor al hombre hermano. Entonces se convierten en transformadores eficaces y radicales del mundo y en constructores de la nueva civilización del amor, de la verdad, de la justicia, que Cristo trae como programa de las bienaventuranzas que Cristo les propone. El Apóstol indica que quien ama a su hermano está en la luz, y el que le aborrece está en las tinieblas; ¿Qué sentido tienen estas palabras? San Juan habla dos veces de victoria sobre el maligno; es decir, de la victoria sobre el instigador del mal en el mundo. Es idéntico tema al encontrado en las bienaventuranzas. Ahora bien, sabemos que es Jesús quien nos da esa “victoria que vence el mundo” y el mal que hay en él, que lo caracteriza, porque “el mundo todo está bajo el maligno”. El amor a Dios y al prójimo es el distintivo del católico; es el precepto “antiguo” y “nuevo” que caracteriza la revelación de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. Es la “fuerza” que vigoriza nuestra capacidad humana de amar, elevándola, por amor a Dios, en el amor al “hermano”. El amor tiene una enorme capacidad transformadora: cambia las tinieblas del odio en luz. El Señor es bueno con todos. ¡Bienaventurados seremos Señor! En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo. (Santa Teresa) LA FUERZA DE LAS BIENAVENTURANZAS 1 Co 7, 25-31; Lc 6, 20-26
  • 9. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Tanto la proclama de las bienaventuranzas como la exhortación del apóstol san Pablo a los corintios manejan una perspectiva de futuro. Las situaciones cotidianas van a cambiar; no se puede seguir viviendo como se hacía en el pasado. Las injusticias, las carencias y el sufrimiento de la gente humilde, llegarán pronto a su término. Dios inaugura su señorío e invita a la gente de buen corazón a sumarse a ese movimiento de renovación interior, que tendrá repercusiones en las relaciones sociales. El reino ha llegado y nada será igual. En la perspectiva de san Pablo, emerge la certidumbre del final de los tiempos; Cristo glorioso recapitulará todas las cosas. De ahí que los proyectos y realidades mundanas quedarán relativizados. Las cosas que tanto nos afanan en este mundo son efímeras, no tiene caso apegarnos excesivamente a ellas, porque se incrementa la dependencia y el sufrimiento. Gracias, Señor, por este momento de oración. Qué dicha y alegría el poder experimentar tu presencia, tu cercanía. Humildemente te pido, ¡ven Señor Jesús! Ilumina mi oración para que crezcan mi fe y mi fortaleza para saber escogerte siempre a Ti Jesús, dame la sabiduría para saber reconocer en dónde y cómo se encuentra la felicidad. Se rinde un culto idolátrico al dinero. Porque se ha globalizado la indiferencia!, se ha globalizado la indiferencia: a mí ¿qué me importa lo que les pasa a otros mientras yo defienda lo mío? Porque el mundo se ha olvidado de Dios, que es Padre; se ha vuelto huérfano porque dejó a Dios de lado. Algunos de ustedes expresaron: Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Con tenacidad, pero sin fanatismo. Con pasión, pero sin violencia. Y entre todos, enfrentando los conflictos sin quedar atrapados en ellos, buscando siempre resolver las tensiones para alcanzar un plano superior de unidad, de paz y de justicia. Los católicos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo vivamente que lo lean, que lean las bienaventuranzas que están en el capítulo 5 de San Mateo y 6 de San Lucas, y que lean el pasaje de Mateo 25. Del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26 En aquel tiempo Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque Suyo es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tienen hambre ahora, porque serán saciados. Bienaventurados los que lloran ahora, porque reirán. Bienaventurados serán cuando los hombres los odien, cuando los expulsen, los injurien y proscriban su nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, que su recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas». «Pero ¡ay de Ustedes, los ricos!, porque han recibido su
  • 10. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. consuelo. ¡Ay de Ustedes, los que ahora están hartos!, porque tienen hambre. ¡Ay de los que ríen ahora!, porque tendrán aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de Ustedes!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas. En el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de judíos convertidos de Galilea y Siria, Jesús es presentado como el nuevo Moisés, el nuevo legislador. En el Antiguo Testamento la Ley de Moisés fue codificada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley en cinco grandes Sermones dispersos en el evangelio: a) el Sermón del Monte (Mt 5,1 a 7,29); b) el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42); c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-52); d) el Sermón de la Comunidad (Mt 18,1-35); e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24,1 a 25,46). Las partes narrativas, intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de Jesús y muestran como él observaba la nueva Ley y la encarnaba en su vida. Mateo 5,1-2: El solemne anuncio de la Nueva Ley. De acuerdo con el contexto del evangelio de Mateo, en el momento en que Jesús pronunció el Sermón del Monte, había apenas cuatro discípulos con él (cf. Mt 4,18-22). Poca gente. Pero una multitud inmensa le seguía (Mt 4,25). En el AT, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. Al igual que Moisés, Jesús sube al Monte y, mirando a la multitud, proclama la Nueva Ley. Es significativo: Es significativa la manera solemne como Mateo introduce la proclamación de la Nueva Ley: “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Las ocho Bienaventuranzas forman una solemne apertura del “Sermón de la Montaña”. En ellas Jesús define quien puede ser considerado bienaventurado, quien puede entrar en el Reino. Son ochos categorías de personas, ocho puertas para entrar en el Reino, para la Comunidad. ¡No hay otras entradas! Quien quiere entrar en el Reino tendrá que identificarse por lo menos con una de estas categorías.
  • 11. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Mateo 5,3: Bienaventurados los pobres de espíritu. Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Define su propia misión como la de “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4,18). El mismo, vive como pobre. No posee nada para sí, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Y a quien quiere seguirle manda escoger:¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). En el evangelio de Lucas se dice: “¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6,20). Entonces, ¿quién es “pobre de espíritu”? Es el pobre que tiene el mismo espíritu que animó a Jesús. No es el rico. Ni es el pobre como mentalidad de rico. Es el pobre que, como Jesús, piensa en los pobres y reconoce su valor. Es el pobre que dice: “Pienso que el mundo será mejor cuando el menor que padece piensa en el menor”. 1. Bienaventurados los pobres de espíritu => de ellos es el Reino de los Cielos 2. Bienaventurados los mansos => heredarán la tierra 3. Bienaventurados los que lloran => serán consolados 4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia => serán saciados 5. Bienaventurados los misericordiosos => obtendrán misericordia 6. Bienaventurados los limpios de corazón => verán a Dios 7. Bienaventurados los que trabajan por la paz => serán hijos de Dios 8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia => de ellos es el Reino de los Cielos Mateo 5,4-9: El nuevo proyecto de vida. Cada vez que en la Biblia se intenta renovar la Alianza, se empieza estableciendo el derecho de los pobres y de los excluidos. Sin esto, ¡la Alianza no se rehace! Así hacían los profetas, así hace Jesús. En las bienaventuranzas, anuncia al pueblo el nuevo proyecto de Dios que acoge a los pobres y a los excluidos. Denuncia el sistema que ha excluido a los pobres y que persigue a los que luchan por la justicia. La primera categoría de los “pobres en espíritu” y la última categoría de los “perseguidos por causa de la justicia” reciben la misma promesa del Reino de los Cielos. Y la reciben desde ahora, en el presente, pues Jesús dice “¡de ellos es el Reino!” El Reino ya está presente en su vida. Entre la primera y la última categoría, hay tres otras categorías de personas que reciben la promesa del Reino. En estos tres dúos transparentan el nuevo proyecto de vida que quiere reconstruirla en su totalidad a través de un nuevo tipo de relaciones: con los bienes materiales (1er dúo); con las personas entre sí (2º dúo); con Dios (3er dúo). La comunidad católica debe ser una muestra de este Reino, un lugar donde el Reino empieza a tomar forma desde ahora.
  • 12. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Los tres: Primera dúo: los mansos y los que lloran: Los mansos son los pobres de los que habla el salmo 37. Se les quitó su tierra y la van a heredar de nuevo (Sal 37,11; cf Sal 37.22.29.34). Los afligidos son los que lloran ante la injusticia en el mundo y entre la gente (cf. Sl 119,136; Ez 9,4; Tob 13,16; 2Pd 2,7). Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación con los bienes materiales: la posesión de la tierra y el mundo reconciliado. Segundo dúo: los que tienen hambre y sed de justicia y los misericordiosos. Lo que tienen hambre y sed de justicia son los que desean renovar la convivencia humana, para que esté de nuevo de acuerdo con las exigencias de la justicia. Los misericordiosos son los que tienen el corazón en la miseria de los otros porque quieren eliminar las desigualdades entre los hermanos y las hermanas. Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación entre las personas mediante la práctica de la justicia y de la solidaridad. Tercer dúo: los puros de corazón y los pacíficos: Los puros de corazón son los que tienen una mirada contemplativa que les permite percibir la presencia de Dios en todo. Los que promueven la paz serán llamados hijos de Dios, porque se esfuerzan para que la nueva experiencia de Dios pueda penetrar en todo y realice la integración de todo. Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación con Dios: ver la presencia actuante de Dios en todo y ser llamado hijo e hija de Dios. Mateo 5,10-12: Los perseguidos por causa de la justicia y del evangelio. Las bienaventuranzas dicen exactamente lo contrario de lo que dice la sociedad en la que vivimos. En ésta, el perseguido por la justicia es considerado como un infeliz. El pobre es un infeliz. Feliz es el que tiene dinero y puede ir al supermercado y gastar según a su voluntad. Los infelices son los pobres, los que lloran. En la televisión, las novelas divulgan este mito de la persona feliz y realizada. Y sin darnos cuenta, las telenovelas se vuelven el patrón de vida para muchos de nosotros. ¿Quizás si en nuestra sociedad todavía hay lugar para estas palabras de Jesús: “¡Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia y del evangelio! ¡Felices los pobres! ¡Felices los que lloran!”? Y para mí que soy católico y católica, de hecho ¿quién es feliz? Todos queremos ser felices. ¡Todos y todas! Pero ¿somos realmente felices? Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Cómo entender que una persona puede ser pobre y feliz al mismo tiempo?
  • 13. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. ¿Cuáles son los momentos en tu vida en que te has sentido realmente feliz? ¿Era una felicidad como la que fue proclamada por Jesús en las bienaventuranzas, o era de otro tipo? Si miramos a nuestro mundo vemos gentes que son pobres, que pasan hambre, que sufren, que son excluidos y proscritos... y a nadie se nos ocurre llamarlos dichosos ni tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica, que disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como si poseyera el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos como gente con suerte. ¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas antinomias? El Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este mundo presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a nuevas dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de gozar la alegría de la entrega, de experimentar la paz en medio del desconcierto... Todos necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran. Que mi cercanía y apoyo a una persona que sufre, le haga experimentar el amor de Cristo. Dios de cielos y tierra que alimentas los pájaros del campo y no olvidas nada de lo que has creado, te pido por todos los hombres que pasan hambre para que descubran en tu Palabra la fuerza que los conforte y encuentren hermanos que sacien su necesidad. Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”. El papa Francisco ha convocado el Año Jubilar de la Misericordia. Se iniciará el día 8 de diciembre (día de la Inmaculada Concepción) y concluirá el día 20 de noviembre de 2016. En la carta, con la que ha convocado el año de la Misericordia, el Papa nos alienta a ser misericordiosos como el Padre, recordándonos que tenemos que encargarnos de nuestros hermanos, en especial de los que más sufren, de los más débiles. En definitiva de nuestros prójimos. Estos son los pobres, los emigrantes, los que no tienen trabajo, los refugiados que huyen de la injusticia de sus países. Debemos rezar por ellos para que el Señor los consuele y para que nosotros sepamos salir de nosotros mismos y entregarnos para servirles de apoyo en los momentos difíciles que están pasando.
  • 14. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Las lecturas de la Misa nos hablan también de la misericordia. Debemos ser misericordiosos como el Padre es misericordioso, porque eso es lo que le gusta al Señor y es lo que nos va a hacer felices y nos va hacer sentirnos plenos. “Misericordiosos como el Padre” es el lema del Año de la Misericordia. Éste nos recuerda también a la parábola del hijo pródigo, donde el Padre perdona y acoge a su hijo con gran amor. También nos recuerda el episodio del buen samaritano, que ve al necesitado y lo acoge. En la lectura de la carta a los colosenses, el apóstol san Pablo nos exhorta a vestirnos de misericordiosos, vistiendo el uniforme de la misericordia. Ayudándonos y enseñándonos mutuamente, no como el que hace algo por hacerlo sin más, si no como el que lo hace con amor y se deja la vida en ello. La paz del corazón será el termómetro que nos indique si estamos en el camino de amar como el Padre nos ama. Pidamos la intercesión la de nuestra madre la Virgen. Qué ella nos enseñe a ser misericordiosos y servidores de los demás. Qué sepamos también ver el rostro de Cristo en los más débiles para que no pase por delante de nosotros sin movernos interiormente a la virtud. LA VIVENCIA COMUNITARIA 1 Co 8,1-13; Lc 6,27-38 La toma de decisiones es un asunto personal, que conviene realizar en un clima de reflexión y discernimiento. Si bien la norma suprema es la propia conciencia, no es un criterio exclusivo. Las decisiones de un católico también deben atender a la sensibilidad de los hermanos en la fe. Esa merma de autonomía, no es contraria a la propia dignidad, si se realiza de forma consciente y por solidaridad con los hermanos que tienen una sensibilidad moral más estrecha. Vivir de esa manera es descentrar nuestro propio yo, incorporando a la persona de Cristo y a los hermanos a nuestra vida. Quien se haya decidido a seguir a Cristo, reajustará sus relaciones humanas. No puede seguir viviendo como prisionero de los viejos esquemas de conducta. El descubrimiento del amor bondadoso de Dios es un cambio radical que nos anima a tratar a las personas con quienes interactuamos con la misma bondad que Dios nos trata. De la carta de san Pablo a Timoteo escogemos esta frase para nuestra oración: “Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio.” En este texto tan rico san Pablo da gracias porque Jesús le hizo capaz, se fio y le confió una misión.
  • 15. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Que oración tan bonita dar gracias por los dones que Dios nos ha dado. A nosotros también nos ha hecho capaces para la misión que nos da en la vida. Se ha fiado de nosotros una y otra vez a pesar de nuestras miserias continuas. Nos ha confiado una misión tan grande que no nos queda otro camino que pedir fuerzas a Dios. Nosotros no podemos solos. Con Él todo lo podemos. “Bendeciré al Señor, que me aconseja, Hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, Con él a mi derecha no vacilaré.” Hay que bendecir al Señor y tenerle siempre presente. Él nos aconseja y nos instruye internamente. Para no vacilar en nuestras decisiones salvadoras le necesitamos tener presente a todas horas. Tenemos que dejar aconsejarnos e instruirnos por Él. La escucha en silencio es lo que mantiene nuestro oído atento. Cuanto ruido oímos durante todo el día. Necesitamos un rato de oración diaria que permita abrir nuestro corazón a Dios. Si Dios nos está a mi derecha me pierdo en el sendero de la vida, me salgo fácilmente de su voluntad y doy tumbos fuera del camino. “Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.” Si andamos centrados en Dios porque cuidamos dedicarle tiempo a Él nuestra vida será un bastón que sostendrá a otros que vacilan en su camino. Veremos claro y de la mano llevaremos a los que nos rodean a Dios. Seremos faros que iluminan multitud de oscuridades. Por lo tanto demos gracias a Dios y bendigámosle. Sigamos el sendero de los justos. Llevemos el Mensaje a cada corazón que nos acompaña en el día a día. LAS MOTIVACIONES DEL APÓSTOL 1 Co 9, 16-19. 22-27; Lc 6, 39-42 San Pablo nos comparte las motivaciones profundas que animan su labor como evangelizador. En primer lugar se siente orgulloso de haber sido invitado a sumarse a la misión evangelizadora, habiendo sido como bien sabemos, un perseguidor de los católicos. Es tanta la gratitud que siente con Cristo Jesús, que se desvive por servir de
  • 16. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. manera intachable a comunidades y personas de las más diferentes condiciones. La congruencia con que vive su fe cristiana es la mejor estrategia para allegarse la credibilidad. En ese sentido, ensambla la exhortación inicial del Evangelio: el discípulo tiene que asemejarse a su Maestro. Pablo se identificó plenamente con el Señor Jesús, que hablaba con autoridad (hacía lo que decía), por eso el apóstol aprendió a vivir congruentemente con el evangelio de la gracia que predicaba. Era un pastor exigente consigo mismo y por tanto, podía ser exigente con las comunidades a su cargo. Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor. Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio. Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo. Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo. Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una condescendencia en la conversación. Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad, pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más. Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que convivo. Señor, Tú me enseñas que nunca debo juzgar ni criticar a los demás. Haz que logre tratar a los demás como Tú me tratas Señor: comprendiendo sus limitaciones, disculpando sus faltas, poniendo atención a sus necesidades, sin guardar ningún rencor, ningún resentimiento, con la capacidad de ser misericordioso y bondadoso, siempre y con todos. María casa edificada sobre la roca de la fe, ella escuchó la Palabra de Dios y la puso en práctica; sus labios proclaman la misericordia de Dios. 12 de setiembre, memoria del Santísimo nombre de María. Un día entrañable para recordar a aquella que es la primera católica, peregrina de la fe, que ha realizado en sí la
  • 17. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. que toda la Iglesia espera alcanzar. Unida ya a la plenitud de la redención vive con Jesús para siempre y vela con afecto maternal por los que aun peregrinamos. Esta fiesta se une a la celebrada el día 8 del nacimiento de María y la que celebraremos el 15 de la Virgen unida a la Pasión del Señor. Así en una semana María es protagonista de nuestra oración desde su entrada en la historia de la salvación con su nacimiento a su colaboración al píe de la cruz. En forma de síntesis el nombre de María nos remite a la persona que veneramos y podemos invocar en nuestra ayuda como se ha hecho en la Iglesia por generaciones: "El nombre de María es la llave de las puertas del cielo" (San Efrén) “En los peligros, en las perplejidades, en los casos dudosos, piensa en María, recurre a María, no dejes que abandone tus labios; no dejes que se aparte de tu corazón” (San Bernardo) “Que tu nombre, oh María, no puede pronunciarse sin traer alguna gratia a aquel que lo hace con devoción... permítenos, oh Señora, que a menudo podamos acordamos de nombrarte con amor y confianza; ya que esta práctica muestra la posesión de la gracia divina, o bien es una petición para que la recobremos pronto” (San Buenaventura) “Por esto nombre se purifica el corazón, se ilumina la mente, se inflama el alma, se ablanda el pecho, se endulza el gusto y el afecto se hermosea” (San Bernardino de Siena) "Y el nombre de la Virgen era María. Digamos también algo de este nombre, que significa estrella del mar. Conviene perfectamente a la Madre de Dios. Como el astro emite su rayo de luz, así la Virgen dio a luz a su Hijo; ni el rayo disminuyó la claridad de la estrella, ni el Hijo la virginidad de la Madre... María es el astro deslumbrante y sin igual, necesario a este mar inmenso; es la estrella que brilla por sus méritos y nos alumbra con sus ejemplos. "Oh tú, quienquiera que seas, que en el flujo y reflujo de este mundo te das cuenta que caminas no tanto en tierra firme como en medio de tempestades y torbellinos, no apartes la vista del astro espléndido ni no quieres desaparecer entre el huracán. Si se levanta la borrasca de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, Invoca a María. Si eres juguete de las olas de la soberbia o de la ambición, de la calumnia o de la envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la avaricia, o la cólera, o los halagos de la carne azotan la nave de tu alma, vuelve tus ojos a María. Si asustado por la enormidad de tus pecados, o avergonzado de ti mismo, o tembloroso ante el juicio terrible ya cercano, sientes que se ahonda debajo de tus pies el abismo de la tristeza o de la desesperación, piensa entonces en María. En los peligros, en las
  • 18. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. angustias, en la duda, piensa en María, invoca a María. Esté continuamente en tus labios, esté en tu corazón; imítala y así tendrás su ayuda de un modo seguro. Siguiéndola, no yerras; rogándola, no te desesperas; pensando en ella, no te extravías. Apoyado en ella, no caes; amparado por ella, no temes; guiado por ella, no te fatigas, al que ella favorece, llega a puerto seguro. Y de este modo sentirás en ti mismo la verdad de esta palabra: el nombre de la Virgen era María." (San Bernardo) Sea hoy nuestra oración acudir a María señora nuestra. FORMAMOS UN SOLO CUERPO 1 Co 10,14-22; Lc 6, 43-49 El criterio que proporciona el Evangelio de san Lucas para distinguir a los católicos genuinos de los que no lo son, es el de los frutos. No es posible escuchar distraídamente la Palabra de Dios y tomar al vuelo algunas "buenas intenciones" para cumplirlas en un hipotético futuro. El oyente atento de la Palabra pasa de inmediato a la acción. En ese sentido la carta a los Corintios no puede aprobar que un católiico viva con el corazón dividido, pretendiendo servir a Dios y dejándose arrastrar por las prácticas idolátricas. Son opciones totalizadoras que implican a toda la persona. El que se vincula a través del bautismo con Cristo Jesús, no puede estar al servicio de prácticas religiosas que propagan el servilismo, la alienación y la pérdida del autocontrol de la voluntad, para dejarse arrastrar por alguna pasión egoísta. Señor, Señor, soy de esos que te llaman y no hacen lo que dices. Dame una fe fuerte, segura, que pueda dar frutos de bondad, así estaré construyendo mi vida sobre la roca firme de Tu Amor. Dios mío, ayúdame a producir frutos buenos y abundantes. No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’, entrarán en el Reino de los Cielo, estos hablan, hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el fundamento del hablar, del actuar: les falta escuchar. Por eso Jesús continúa: ‘Quien escucha mis palabras y las pone en práctica”. El binomio hablar-actuar no es suficiente… nos engaña, tantas veces nos engaña. Y Jesús cambia y dice: “el binomio es el otro, escuchar y actuar, poner en práctica: ‘quien escucha mis palabras y las pone en práctica será como el hombre sabio que construye su casa sobre la roca. Quien escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como el que edifica su casa sobre arena. Cuando Jesús advierte a la gente sobre los ‘falsos profetas’ dice: ‘por sus frutos les conoceréis’. Y de aquí, su actitud: muchas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo de la Palabra de Dios y estos son ‘falsos cristianos’. Es verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de junio de 201, en Santa Marta).
  • 19. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Cristo nos enseña que la Misericordia de Dios es más fuerte que la dureza del pecado. Podríamos pensar, leyendo superficialmente este pasaje, que tendrían razón los que piensan en la "predestinación eterna", que si hemos nacido zarza no hay nada que hacer; por más que nos matemos trabajando por ser buenos, ¿para qué, si al fin y al cabo me condenaré? Soy árbol malo y no bueno. Estoy condenado a chamuscarme eternamente en el infierno. Pero esto sería tan absurdo como haber venido el mismo Verbo de Dios al mundo y haber sufrido tremendamente por unos pocos afortunados. A Dios no le importa dejar 99 ovejas por una que se le escapa del redil; a Dios no le importa esperar toda una vida por el hijo que se le ha ido de su casa; a Dios no le importa llenar de besos y celebrar con fiesta grande al que parecía muerto por el pecado. Nuestro Dios es un Dios de tremenda misericordia. Ya lo dice el mismo Cristo en el pasaje antes leído: ¿por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? El vino para que el hombre tenga vida eterna en El. El nos enseña el camino. De nuestra parte está el hacerle caso o no. Si eres un árbol malo, - pocos podemos gloriarnos de dar buenos frutos -, mira a Cristo, comienza a edificar sobre su roca, deja que El arregle las cosas, colabora activamente con la gracia. El lo hará todo, si le dejas. Y de zarza llegarás a ser deliciosa higuera. Darás frutos de salvación. Si Dios ya hubiera dispuesto quién se salva y quién no, habría mandado a sus ángeles a sacar la cizaña del trigo y a quemarla. Pero ha dejado el campo sin tocar porque espera tu respuesta a su amor. Está esperando que le des permiso para que edifique un grandioso palacio inamovible en la roca de su Corazón, y llegues a ser un delicioso árbol para los demás. ¿Podríamos ser tan obstinados en cerrar las puertas a un Dios que no se cansa de buscar a su oveja perdida? Empezaré a leer diariamente un pasaje del Evangelio para construir mi vida sobre la Palabra de Dios. Jesucristo, quiero iluminar mi vida con la luz de tu Palabra y conducirme en todo siguiendo tus criterios. Quiero construir mi vida con el cimiento fuerte de la oración, sólo así será una construcción que va prevalecer a pesar de las tempestades y dificultades que puedan surgir. Para nuestra oración podemos tener el buen sabor de boca del día que dejamos atrás, el Dulce Nombre de María; y tener como telón de fondo el día que viene mañana, la Exaltación de la Cruz. Para este día de mañana nos viene muy bien la primera lectura, uno de los cánticos del Siervo de Yahvé, del libro de Isaías. En la primera lectura leemos el Cántico del Siervo de Yahvé. Un amigo en proceso de conversión, medio agnóstico- medio creyente, está leyendo la Biblia, me comentaba como le había llamado la atención este pasaje: “sin duda, es que habla de Jesús”, decía. Y es cierto. Realiza ahora tú la composición de lugar, contempla la escena que se lleva a cabo
  • 20. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. cuando Jesús cumple esta profecía. Contempla a un Jesús humillado, escarnecido… Imagina, también, la manera actual en la que Jesús es humillado (daños al Santísimo Sacramento, maltrato a los pobres…). Y ahora consuela a Jesús. Todo un Dios que se deja consolar por mí y por ti. Dile que le quieres, que puede contar con tu hombro para descansar, con tus brazos para abrazar… Escucha a Jesús que te da las gracias, que con sus gestos te lo agradece… Escucha sus palabras enternecedoras que te pide un favor, que te pide ser partícipe de su vida misionera. Para consolar a Jesús, que es el sentimiento que surge en nosotros tras la lectura del libro de Isaías, nos responde como hacerlo la segunda lectura: las obras, la fe y las obras. Es decir, la respuesta al Amor de Dios, dice la Iglesia, es la fe, la creencia, y esta fe se concreta en una conversión de vida, que a su vez se traduce en las obras, en mi vida cotidiana, en mis actos y palabras. un amigo le decía a otro amigo: “habla de Dios solo cuando te lo pregunten, vive de tal manera que no puedan dejar de preguntarte por Él”: esta es la manera de resumir la reflexión de la segunda lectura. Y para reafirmar todo lo dicho anteriormente, Cristo nos dice muy claro que para llegar a Dios, al Cielo, hay que cargar con la Cruz. Sea cual sea la Cruz nuestra… Para que nuestra oración no se convierta en algo temeroso y pesaroso, tras reflexionar en “lo que cuesta ser católico”, el salmo nos invita a confiar en el Señor: léelo, saboréalo, y piensa en Cristo mientras lo leas, la confianza vendrá por sí sola. Te darán fuerzas también esas palabras que te invitan a renovar tu entrega a Cristo, a vivir la oración de hoy (vivir la oración, orar la vida): “Quien pierde su vida por mí, la encontrará”. Degusta la oración. Culmina este “rato de Cielo” con un diálogo con la Virgen. Por intentar relacionarlo todo (Dulce Nombre de María, el día de ayer; Exaltación de la Cruz, mañana; temática de la oración de hoy), puedes tener este coloquio con la Virgen sobre la Cruz y la entrega a Cristo en los demás: ¿cuáles son tus miedos, tus preocupaciones, al hablar de la Cruz del católico? Coméntalo a la Virgen y escucha, ¿qué te responde? TEN PACIENCIA CONMIGO Si 27, 33-38,9; Rm 14, 7-9; Mt 18, 21-35 Jesús Ben Sira no desconocía la virulencia de la venganza, ni tampoco la desfachatez de quienes recibiendo el perdón de parte de Dios, se obstinaban en negarlo a sus hermanos. Ese doble discurso es cuestionado de forma radical. No se puede usar dos reglas para medir una misma conducta. La incongruencia de tal proceder está ampliamente retratada en la parábola del Evangelio. El Señor Jesús contrapone a dos deudores que debían deudas bastante dispares; mientras que uno debía millones, el otro unos cientos de
  • 21. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. pesos. El proceder insensato del que estaba sumido en deudas resulta más detestable, porque habiendo experimentado con anticipación la cancelación de su deuda, no lo recordó unos instantes después. El descaro está retratado de forma contundente. De ahí que el Señor nos invite a perdonar las ofensas con la misma prontitud que acogemos el perdón de parte del Padre. Recordar nuestra experiencia de pecadores perdonados, nos ayuda a mantenernos compasivos con los demás. Señor, yo necesito de tu perdón y tu misericordia. Sé que puedo acudir a ti con todos mis defectos y pecados. Tú me quieres perdonar. Me esperas con tu corazón de Padre para que yo llegue y acepte tu amor. Tú reinas y gobiernas con misericordia, y nada te agrada más que poder perdonar. Señor Jesús, Tú moriste por mí en la cruz para librarme de mis pecados. ¡Ayúdame a reconocerlos y a pedirte perdón con un corazón humilde! ¡Dame la gracia de perdonar a los demás como Tú me perdonaste a mí! Toda ofensa entre los hombres encierra de algún modo una vulneración de la verdad y del amor y así se opone a Dios, que es la Verdad y el Amor. La superación de la culpa es una cuestión central de toda existencia humana; la historia de las religiones gira en torno a ella. La ofensa provoca represalia; se forma así una cadena de agravios en la que el mal de la culpa crece de continuo y se hace cada vez más difícil superar. Con esta petición el Señor nos dice: la ofensa sólo se puede superar mediante el perdón, no a través de la venganza. Dios es un Dios que perdona porque ama a sus criaturas; pero el perdón sólo puede penetrar, sólo puede ser efectivo, en quien a su vez perdona. El tema del "perdón" aparece continuamente en todo el Evangelio.[...] La parábola del siervo despiadado: a él, que era un alto mandatario del rey, le había sido perdonada la increíble deuda de diez mil talentos; pero luego él no estuvo dispuesto a perdonar la deuda, ridícula en comparación, de cien denarios que le debían: cualquier cosa que debamos perdonarnos mutuamente es siempre bien poco comparado con la bondad de Dios que perdona a todos. Dios nos muestra su amor perdonándonos nuestros pecados, deudas infinitas que tenemos con Él. Nos ofrece su misericordia para que también nosotros podamos ser misericordiosos con los demás. El perdón es una característica del amor perfecto de Dios a los hombres. Pero Él necesita de nosotros para que su misericordia llegue a la gente. Quiere que nosotros seamos instrumentos de su perdón. Quiere mostrarles a los hombres su perdón a través de nosotros. Cuando nos invita a amar como Él mismo nos ama, también se refiere al perdón. El perdón es la perfección de la caridad. Nos cuesta mucho porque requiere que venzamos nuestro orgullo y que seamos humildes. Pero solamente así podemos ser sus apóstoles y llevar su amor al mundo. Dios nos necesita y nos llama a esta misión maravillosa: ser instrumentos de su amor y de su perdón. Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar? Con esta respuesta Jesús no nos dice que perdonar sea fácil, sino que es un requisito absolutamente indispensable para nuestra vida. Podríamos decir que es un mandamiento, porque nos dice ¡perdona! De otra forma el corazón se encuentra como una ciudad asediada por el enemigo, la caridad rodeada por el odio y el progreso espiritual sumergido en un pozo profundo.
  • 22. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Por otro lado, no debemos preocuparnos por la correspondencia del otro si hemos hecho lo que estaba de nuestra parte. Cada uno es diverso y, por lo tanto, cada uno dará cuentas a Dios de lo que ha hecho con su vida y con sus acciones. Nuestro corazón deber ser un castillo donde sólo reine Dios. Él es amor, como dice san Juan en su primera epístola, y como tal aborrece el odio. Si, por el contrario, permitimos entrar al odio en nuestro corazón, Cristo abandonará el sitio que estaba ocupando dentro de nosotros porque no puede ser amigo de quien odia. Por este motivo debemos trabajar en amar en lugar de odiar, comprender en lugar de pensar mal, perdonar en lugar de buscar la venganza. Odiando, matamos nuestra alma. El deseo de venganza significa que se quiere superar al otro en hacer el mal y esto en vez de sanar la situación la empeora. Pidamos a Cristo la gracia de contar con un corazón como el suyo que sepa amar y perdonar a pesar de las grandes o pequeñas dificultades de la vida. Hoy perdonaré de todo corazón a aquella persona que no he sabido perdonar o a quien hoy me pueda dar un disgusto. Jesús, hoy te ofrezco mis pecados y mi debilidad, porque soy tu deudor. Sé que me quieres perdonar. Por eso vengo con una gran confianza. Confío en tus méritos y en tu muerte. Yo quiero ser el instrumento de tu perdón. Dame esta gracia. Yo sé que perdonar es la solución de muchos de mis problemas. Ayúdame a ser humilde y a aceptar mis propios defectos y los de las personas a mi lado. ¡Ayúdame a ser un apóstol de tu perdón! "Señor, toma este corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón que te ame, un corazón que se alegre en ti, que te imite y que te complazca." (San Ambrosio) En medio de esa semana grande con María (Natividad, Dulce Nombre, Dolores), se alza la cruz. Todos somos de María, con María. Lima venera la imagen del famosísimo Señor de los Milagros que hace 300 años. En muchas localidades del planeta se celebrará también la fiesta de la “exaltación” de la cruz; ¡qué paradoja para muchos!, escándalo, locura…pero para nosotros FUERZA Y SABIDURÍA. Rosa de Lima exclamaba: No conozco otra escalera para subir al cielo que la CRUZ. Si queremos subir hay que bajar. Justo festejamos la fiesta del subir bajando. ¡Madre, haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more! 2. “En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés…y el Señor le dijo: "Fabrica una serpiente…Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado" (Libro de los Números 21,4b-9)
  • 23. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Qué gran pedagogo es el Señor con su pueblo, qué elocuente gesto. Si te viene el dolor, la tentación, la mordedura de la serpiente, sigue el consejo de Teresa: ¡Pon los ojos en el Crucificado y todo será fácil! 3. “El Señor, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor”. (Salmo 78(77),1-2.34-35.36-37.38) Sí, Señor, nosotros somos rápidos a la cólera, a las soluciones drásticas…Tú eres lentísimo a la cólera y millonario en piedad, paciencia, misericordia, amor. 4. “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”. Evangelio según San Juan 3,13-17. El misterio del hombre, el mío, sólo se esclarece en la cuna del Verbo encarnado, en la Cruz del Abandonado, y culmina en la Luz gloriosa del Resucitado. La Cruz es la gran y definitiva lección de Amor para vivir y vivir de amor, siempre, eternamente. UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- No cabe duda que los refranes populares están cargados de sabiduría. Efectivamente "nadie da lo que no tiene". Quien no ha interiorizado el perdón recibido no puede perdonar. Las personas que consiguen una condonación de su deuda, una amnistía o cualquier manifestación de compasión, no solamente reciben un beneficio material (cancelación de una multa) sino una oportunidad para humanizarse y crecer interiormente. Quien no interioriza la fuerza de los acontecimientos decisivos, aprende a vivir de manera oportunista, guiándose por cálculos mezquinos: obtener el máximo provecho y realizar el mínimo esfuerzo. Desde esa perspectiva le apuestan a llevarse "todo el pastel", dejando al adversario con las migajas. La nobleza de espíritu se manifiesta cuando se sabe ser generoso en la victoria y no se humilla al vencido. BANDERA DISCUTIDA 1 Co 11, 17-26; Lc 2, 33-35 La Carta a los corintios recoge una tradición hermosa sobre la Eucaristía y a su vez, contiene una crítica frontal a los excesos que desfiguraban la celebración de la fracción del pan.
  • 24. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. La comunión que crea la copa y el pan compartidos no termina al concluir la celebración. Es una acción cumbre que va acompañada de gestos de comunión y solidaridades, tanto anteriores como posteriores a la celebración. Cuando dichos gestos están ausentes, la celebración se desdibuja y termina siendo un ritual artificial. Como memorial de la vida de Cristo que se entrega, tiene que animar a los participantes a entregar algo de sí mismos a sus hermanos. El profeta Simeón aparece como un israelita sabio que desentraña de manera anticipada el misterio de Jesús. Efectivamente su prédica incluía una renovación profunda de la vida de Israel, y como todos los cambios radicales, generaría adhesiones y rechazos. La muerte violenta de Jesús, fue un aparente triunfo de sus adversarios. Jesús, hoy no quiero pedirte nada, quiero ofrecerte más bien todo lo que soy y mi humilde esfuerzo de imitar a María, que ante el inmenso e inmerecido dolor que sufrió, supo guardar en su corazón todo lo que no logró comprender. Con mucha fe, confianza y amor te suplico, Madre santísima, que intercedas por mí ante tu amado Hijo. María, acompáñame en mi camino de vida, como lo hiciste con tu Hijo Jesús. La Madre de Jesús ha sido colocada por el Señor en momentos decisivos de la historia de la salvación y ha sabido responder siempre con plena disponibilidad, fruto de una profunda relación con Dios, madurada en la oración asidua e intensa. Entre el viernes de la Pasión y el domingo de la Resurrección, a ella se le confió el discípulo amado, y con él a toda la comunidad de los discípulos. Entre la Ascensión y Pentecostés, ella está con y en la Iglesia en oración. Madre de Dios y Madre de la Iglesia, María ejerce su maternidad hasta el final de la historia. Le encomendamos todas las fases del paso de nuestra existencia personal y eclesial, no menos que la de nuestro tránsito final. María nos enseña la necesidad de la oración y nos muestra que sólo con un vínculo constante, íntimo, lleno de amor con su hijo, podemos salir de "nuestra casa", de nosotros mismos, con coraje, para llegar a los confines del mundo y proclamar en todas partes al Señor Jesús, salvador del mundo. Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María. Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en
  • 25. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. su predicación apostólica... Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: "Hágase". A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora. Ella nos enseña la valentía y pudor con su silencio, con la silenciosa presencia de su compasión. La belleza que salva es el amor que comparte el dolor y que no necesita palabra, es la verdad que se expresa callándose, por su presencia de amor. Así es con que el católico debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros. ¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos. Rezar el saludo a la Virgen (Ángelus), preferentemente en familia, o una oración dedicada a Ella, para acompañarla en su dolor. Jesús, mi gran anhelo es tener muy cerca de mí a María, mi dulce Madre del cielo. Señor, gracias por este maravilloso don. En María tengo el mejor ejemplo del seguimiento fiel, amoroso y sacrificado que debo vivir. 1er Dolor La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes. Dios te salve, María,… 2º Dolor La huida a Egipto con Jesús y José
  • 26. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio. Dios te salve, María,… 3er Dolor La pérdida de Jesús Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos. Dios te salve, María,… 4º Dolor El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue. Dios te salve, María,… 5º Dolor La crucifixión y la agonía de Jesús
  • 27. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención. Dios te salve, María,… 6º Dolor La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó. Dios te salve, María,… 7º Dolor El entierro de Jesús y la soledad de María Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… Dios te salve, María,…
  • 28. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Gloria al Padre Oración final Oh Doloroso e Inmaculado Corazón de María, morada de pureza y santidad, cubre mi alma con tu protección maternal a fin de que siendo siempre fiel a la voz de Jesús, responda a Su amor y obedezca Su divina voluntad. Quiero, Madre mía, vivir íntimamente unido a tu Corazón que está totalmente unido al Corazón de tu Divino Hijo. Átame a tu Corazón y al Corazón de Jesús con tus virtudes y dolores. Protégeme siempre. Amén. ¡Oh dulce fuente de amor! La Madre piadosa estaba ¡Oh cuán triste y afligida junto a la cruz, y lloraba estaba la Madre herida, mientras el Hijo pendía; de tantos tormentos llena, cuya alma triste y llorosa, cuando triste contemplaba traspasada y dolorosa, y dolorosa miraba fiero cuchillo tenía. del Hijo amado la pena! ¿Y cuál hombre no llorara Hazme contigo llorar si a la Madre contemplara y de veras lastimar de Cristo en tanto dolor? de sus penas mientras vivo; ¿Y quién no se entristeciera, porque acompañar deseo Madre piadosa, si os viera en la cruz, donde lo veo, sujeta a tanto rigor? tu corazón compasivo. Por los pecados del mundo, ¡Virgen de vírgenes santas!, vio a Jesús en tan profundo llore ya con ansias tantas tormento la dulce Madre. que el llanto dulce me sea; Vio morir al Hijo amado porque su pasión y muerte que rindió desamparado tenga en mi alma de suerte el espíritu a su Padre. que siempre sus penas vea. ¡Oh dulce fuente de amor!, Haz que su cruz me enamore hazme sentir tu dolor y que en ella viva y more para que llore contigo. de mi fe y amor indicio; y que, por mi Cristo amado, porque me inflame y encienda mi corazón abrasado y contigo me defienda
  • 29. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. más viva en Él que conmigo. en el día del juicio. Y, porque a amarlo me anime Haz que me ampare la muerte en mi corazón imprime de Cristo, cuando en tan fuerte las llagas que tuvo en sí. trance, vida y alma estén; Y de tu Hijo, Señora, porque, cuando quede en calma divide conmigo ahora el cuerpo, vaya mi alma las que padeció por mí. a su eterna gloria. Amén. UN SOLO CUERPO 1 Co 12,12-14. 27-31, Lc 7,11-17 La exposición que hace el apóstol san Pablo en la Carta a los Corintios pretende animar a los lectores a que interactúen de forma armoniosa, poniendo sus diferentes dones y carismas al servicio de la comunidad. La presunción, la vanagloria, la rivalidad y otras actitudes inmaduras que complicaban la vida de la iglesia corintia, debían terminar. Era necesario actuar con sensatez, dejándose guiar por el Espíritu, promotor de la unidad, viviendo conforme a esa dinámica de la comunión profunda. Las carencias y fortalezas de un miembro tenían que ser asumidas en un clima de amor fraterno y ayuda mutua. En el Evangelio, observamos que las personas se acercan a Jesús, cada cual lleva presente sus necesidades y esperanzas. En esta ocasión una mujer viuda, que había perdido a su hijo único tiene la fortuna de cruzar su camino con Jesús. El evangelista nos refiere que el Maestro tomó la iniciativa, y realizando un gesto de misericordia y de poder, le devolvió sano y salvo al hijo, que era su único consuelo. Dios mío, Tan grande es tu amor que no dejas de compadecerte de mí, a pesar de mis debilidades, porque digo y no hago, ofrezco y no cumplo. ¡Ven a iluminar mi oración! Dame la gracia que me hará crecer en amor y en fidelidad. Señor, quiero ser todo para Ti, concédeme olvidarme de mis preocupaciones para poder escucharte. «Así les habló a los discípulos, expresando con la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física: Dios la considera precisamente como un sueño, del que se puede despertar. Jesús demostró un poder absoluto sobre esta muerte: se ve cuando devuelve la vida al joven hijo de la viuda de Naím y a la niña de doce años. Precisamente de ella dijo: "La
  • 30. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. niña no ha muerto; está dormida", provocando la burla de los presentes. Pero, en verdad, es precisamente así: la muerte del cuerpo es un sueño del que Dios nos puede despertar en cualquier momento. Este señorío sobre la muerte no impidió a Jesús experimentar una sincera compasión por el dolor de la separación. Al ver llorar a Marta y María y a cuantos habían acudido a consolarlas, también Jesús "se conmovió profundamente, se turbó" y, por último, "lloró". El corazón de Cristo es divino-humano: en él Dios y hombre se encontraron perfectamente, sin separación y sin confusión. Él es la imagen, más aún, la encarnación de Dios, que es amor, misericordia, ternura paterna y materna, del Dios que es Vida. Benedicto XVI, 9 de marzo de 2008. Hay una diferencia abismal entre las demás religiones y el Catolicismo. En las demás, el hombre va en busca de Dios. En el Catolicismo es Dios el que busca al hombre. Y en la Iglesia Católica, fundada por Cristo, lo vemos todos los días. Este Evangelio es una prueba más del amor de Dios hacia nosotros, que es infinito. Tiene el arrojo y tesón del amor de padre y el candor y profundidad del amor de madre. Cristo al ver a la viuda que se le había muerto todo lo que tenía en el mundo, se compadece de ella. Del Corazón de Cristo brota esa necesidad de consolar a la viuda y le vuelve a entregar a su hijo. Y así como Cristo entregó alegría a esta viuda, hoy día Cristo entrega a muchos padres angustiados su joven hijo que se fue de casa días atrás, ablanda los corazones de los esposos a punto de separarse, inspira a los grandes empresarios a cambiar de actitud hacia sus colaboradores y, en vez de hundirles en deudas estratosféricas, hacen un trato para arreglar cuentas, etc. Dios sigue obrando milagros para que nosotros podamos ser felices en Él. Es imposible que a Dios le guste vernos tristes, porque nos ama. Pero si lo estamos... ¿acaso será porque no le hemos permitido a Cristo entrar en nuestras vidas? Pidamos hoy esta gracia a Cristo Eucaristía. Hacer una visita al Santísimo Sacramento para escuchar lo que Dios me quiere decir hoy y dejarlo entrar en nuestra vida. Señor, sé, como decía san Agustín, que las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos nos sirven de advertencia y corrección, y que si tuviera la fe debida, no temería a nada ni a nadie, porque todo pasa para nuestro bien, si sabemos poner todo en tus manos. Pero bien conoces mi debilidad, mi necesidad de sentir tu consuelo y tu presencia, ven a mi corazón, que quiere resucitar contigo, para poder experimentar el amor de Dios. “Grande es el misterio que veneramos”, nos dice san Pablo en esta carta a Timoteo. ¿Qué misterio? El de la Encarnación. Dios con nosotros. La realidad del Verbo humanado. Aquello que, tres veces al día, repetimos con el Ángelus: “El Verbo se hizo
  • 31. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. carne, y habitó entre nosotros”. Escándalo para unos y locura para otros, pero para nosotros la Fuerza y la Sabiduría. "El Verbo se hizo carne" es una de esas verdades a las que nos hemos acostumbrado tanto, que ya casi no nos impacta la magnitud del evento que expresa. Algo absolutamente impensable, que sólo Dios podía obrar y en la que sólo se puede entrar con la fe. El Logos que está con Dios, el Logos, que es Dios, por y para el cual fueron creadas todas las cosas, que ha acompañado a los hombres en la historia con su luz, se hace carne y pone su morada entre nosotros, se hace uno de nosotros. Como dice el Concilio Vaticano II: "El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado". (GS, 22). Es importante recuperar el asombro ante el misterio, dejarse envolver por la magnitud de este acontecimiento: Dios ha recorrido como un hombre nuestros caminos, entrando en el tiempo del hombre, para comunicarnos su propia vida. Dios, haciéndose carne, quiso hacerse don para los hombres, se entregó por nosotros, asumió nuestra humanidad para donarnos su divinidad. Este es el gran don. Incluso en nuestro dar no es importante que un regalo sea caro o no; quien no es capaz de donar un poco de sí mismo, da siempre muy poco; incluso, a veces incluso se intenta reemplazar el corazón y el compromiso de donación de uno mismo con el dinero, con cosas materiales. El misterio de la Encarnación significa que Dios no lo ha hecho así: no ha dado cualquier cosa, sino que se entregó a sí mismo en su Hijo Unigénito. Aquí encontramos el modelo para nuestro dar, para que nuestras relaciones, sobre todo las más importantes, sean impulsadas con la generosidad y el amor. Este modo de actuar de Dios es un poderoso estímulo para cuestionarnos sobre el realismo de nuestra fe, que no debe limitarse a la esfera de los sentimientos y emociones, sino que debe entrar en la realidad de nuestra existencia, es decir, debe tocar nuestra vida de cada día y orientarla de manera práctica. Dios no se detuvo en las palabras, sino que nos mostró cómo vivir, compartiendo nuestra propia experiencia, salvo en el pecado.
  • 32. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. La fe tiene un aspecto fundamental que afecta no sólo la mente y el corazón, sino toda nuestra vida. EL AMOR Y LA SABIDURÍA 1 Co 12, 31-13,13, Lc 7,31-35 La generación a la que pertenecían Juan Bautista y Jesús fue privilegiada por la simple razón de que pudieron interactuar con dos profetas de extraordinaria personalidad. Dos personas radicalmente fieles a Dios, que en su misión evangelizadora, asumieron estilos y formas de misionar dispares. La frugalidad de Juan y la gustosa alegría del Señor Jesús, se convirtieron en pretextos en manos de sus adversarios, que pretendieron descalificarlos para excusarse de escuchar su mensaje. Aquella gente no tuvo la apertura para apreciar la novedad que Dios manifestaba en la misión de cada uno de sus enviados. En otra óptica el apóstol san Pablo también realiza una contraposición, entre los dones y carismas vistosos (sabiduría, elocuencia, generosidad) y el don supremo: el amor. Los rasgos del amor son extraordinarios porque reflejan la manera de ser de Dios, que acoge a cada persona de manera incondicional. El amor trasciende los límites de los mínimos y se desborda en una entrega ilimitada que busca el bienestar del amado. Espíritu Santo, te pido el don de la sabiduría para ver y comprender la realidad de mi vida, desde tu perspectiva. Eso me dará equilibrio a mis juicios y bondad para apreciar los sucesos de este día y, sobre todo, hará posible que te pueda reconocer en este momento de oración. Señor, ayúdame a tener un encuentro personal decisivo contigo que cambie toda mi vida. Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana. Él nos ha amado primero y sigue amándonos primero; por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor.
  • 33. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este "antes" de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta. En el desarrollo de este encuentro se muestra también claramente que el amor no es solamente un sentimiento. Los sentimientos van y vienen. Pueden ser una maravillosa chispa inicial, pero no son la totalidad del amor. Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 17. Es difícil librarse de la influencia del "qué dirán" A todos nos salpica la opinión de los otros. Todos queremos tener un lugar en el corazón del otro. Nos gusta ser estimados y nos duele cuando oímos algún comentario no favorable a nuestra persona. Es que se nos ha preparado más para vivir de la exterioridad que de la riqueza que lleva dentro de sí toda persona; por eso andamos como veletas al vaivén de la opinión de la gente. Sí, es difícil tener un criterio personal, ser dueño de sí y vivir felices. El Evangelio es exigente y no admite componendas: hay valores que no son conmutables por ninguna opinión; quizá por ser fiel a ellos te toque sufrir la crítica mordaz de la gente, pero al final lo auténtico da su talla, porque la luz es más fuerte que las tinieblas. Señor, Jesús, que viniste al mundo como luz, no permitas nos cieguen las tinieblas del mal, sino que iluminados por el resplandor de tu rostro seamos ante el mundo testigos de tu amor. Hacer una visita a Jesús en el Sagrario, reconociéndolo como Dios y Señor de mi vida. Señor, es triste confirmar la tendencia de justificar mis fallas buscando que la culpa recaiga en otros. Cuánto amor me falta cuando veo sólo los defectos de los demás en vez de sus cualidades. Qué insensatez perder la objetividad de los hechos al pretender engañar a los demás. Por eso reitero mi petición, por la intercesión de tu Madre Santísima, dame la sabiduría para optar siempre por la verdad. San Roberto Belarmino, santo jesuita del cual se pueden sacar algunas enseñanzas para nuestra oración. Los santos, no lo olvidemos deben ser nuestros amigos por su intercesión, ejemplo y anécdotas que nos sirven en nuestra vida. Su padre piensa dada la fama de sus cualidades y sueña con grandes beneficios y dignidades, pero él piensa en la brevedad de la vida y de las cosas temporales y busca un lugar donde no hubiese tales dignidades. Ante la insistencia del hijo el padre se rinde: “He pensado que se debe a Dios lo que más se quiere. He dado la bendición a mi hijo y le he ofrecido a Dios.” Con una gran preparación, no es extraño que sus sermones produjeran muchísimas conversiones. No solo su palabra, sus escritos “Las Controversias” son un baluarte inexpugnable de la fe y riquísimo arsenal para defenderla frente a protestantes y luteranos y arrancara
  • 34. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. conversiones y muchos hijos desviados, volvieran a la fe y exclamaran “Este libro me ha perdido” “Me has creado, iluminado y arrancado de la muerte”. Por su labor extraordinaria, no se libra de que le nombren cardenal pero si del papado aunque tuvo que formar parte del tribunal de Galileo y fue uno de sus valedores a la hora de buscarle residencia y publicaciones al notificarle la sentencia de 1616. Si nos admiran los santos por sus obras, más nos debe admirar su oración de la que sacan el valor y la fuerza para hacer esas proezas. Seguir su camino es hacer oración cada día mejor, como les decía a sus monjes san Basilio “que sea una hoguera ardiente que no se apaga”. Pero también los textos del día podemos sacar alguna idea que nos ayude a ello para que sea cada día nueva, creativa, original, como el amanecer o el atardecer, que no hay dos iguales, como no hay dos hojas iguales, dos seres iguales,… y es que Dios se prodiga infinitamente con su amor en la naturaleza y en nosotros cuando oramos. Así lo encontramos en el evangelio de la pecadora, todo un derroche de amor y misericordia como en el Hijo Pródigo, deseando perdonar, deseando derramar su misericordia, volcarla sobre nosotros pobres pecadores. Para sentirla, no tenemos más que acercarnos junto a sus pies, llorar y humedecerlos, enjugarlos, cubrirlos de besos y escuchar de sus labios: “Tus pecados están perdonados, tu fe te ha salvado, vete en paz”. Esto mismo sentiremos en la oración si contemplamos la escena y ponemos nuestros sentidos como nos dice san Ignacio: “ver, mirar, escuchar,.. y acabar con un coloquio con Jesús, con la pecadora, con Dios Padre que en Jesús nos trae el perdón. No te olvides de la Virgen tan presente en toda la vida de Jesús a quien felicitas por haber dicho “Si”, por su nacimiento, dulce Nombre y Dolores que hemos celebrado recientemente: “Madre, danos de tu fe, la de tu Hijo, que nos perdona y nos salva. Gracias, Madre”. LA EXPERIENCIA DEL PERDÓN 1 Co 15,1-11; Lc 7,36-50 La mujer anónima que nos presenta el Evangelio de san Lucas no se intimida ante las miradas inquisidoras de los comensales. Traspasó las barreras, abriéndose paso en el "club" de los escrupulosos fariseos y expresó sin cortapisas la gratitud hacia Jesús.
  • 35. Arq. Roberto Saldivar Olague, rso@prodigy.net.mx Tel.+52-492-92-7-62-95 Discernimiento del autor y breve compilación de publicaciones de LA VERDAD CATOLICA, CRUZADA DE SANTA MARIA, CATHOLIC.NET y de la predicación de los Hermanos Franciscanos Y de la Biblia de América. Con el lenguaje efusivo del afecto femenino mostró su enorme gratitud. Del suceso encontramos dos lecturas: la reprobatoria de Simón que desaprueba a Jesús y la aprobatoria del Maestro, que descifra los gestos de la mujer como expresión de gratitud por el perdón recibido. La lección que extrae es contundente: Jesús ofrece el perdón gratuitamente. El apóstol san Pablo tenía conciencia de haber sido un pecador, un apóstol que no ameritaba tal nombre. Esa certidumbre le sirvió como un acicate para rendir al máximo y exigirse una entrega sin fisuras al servicio del Evangelio. Es un relato maravilloso en todo su desarrollo. Comienza la historia con la invitación de un fariseo a comer en su casa. En la misma ciudad había una mujer pecadora pública. Al saber que Jesús estaba allí, cogió un frasco de alabastro de perfume, entró en la casa, se puso a los pies de Jesús a llorar, mojando sus pies con sus lágrimas y secándoselos con sus cabellos, ungió los pies de Cristo con el perfume y los besó. El fariseo, entretanto, ponía en duda a Cristo. Pero Jesús, que leía su pensamiento, le propuso una parábola sobre un acreedor que tenía dos deudores y a ambos perdonó. Se aprovechó de aquella parábola para salir en defensa de aquella mujer comparando su actitud con la de él: la de ella llena de amor y arrepentimiento; la de él llena de soberbia y vanidad. Tras ello, hace una afirmación que parece la absolución tras una excelente confesión: “Le quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor”, dice dirigiéndose al fariseo, llamado Simón. Y a la mujer: “Tus pecados quedan perdonados. Tu fe te ha salvado. Vete en paz”. Los comensales volvieron a juzgar a Jesús: “Quién es éste que hasta perdona los pecados?”. Siempre que se mete uno a fondo en la propia vida y comprueba lo lejos de Dios que se encuentra y ve cómo el pecado grave o menos grave nos domina, se puede sentir la tentación del desaliento y de la desesperación. Del desaliento en cuanto a sentirse uno incapaz de superar las propias limitaciones. De desesperación en cuanto a pensar que no se es digno del perdón misericordioso de Dios. Dios siempre está dispuesto a perdonar, a olvidar, a renovar. Ahí tenemos la parábola del hijo pródigo en la que un padre espera con ansia la vuelta de su hijo que se ha ido voluntariamente de su casa. Dios siempre nos espera; siempre aguarda nuestro retorno; nada es demasiado grande para su misericordia. Nunca debemos permitir que la desconfianza en Dios tome prisionero nuestro corazón, pues entonces habríamos matado en nosotros toda esperanza de conversión y de salvación. La misericordia del Señor es eterna. En el libro del Profeta Oseas leemos frases que nos descubren esa ternura de Dios hacia nosotros: “Cuando Israel era niño, yo le amé... Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí... Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla...” (11, 1-4). Frecuentemente una de las acciones más específicas del demonio es desalentarnos y