El Santo Rosario, esa humilde oración que con tan gran afecto rezamos cada día millones de cristianos, es, sin duda, la oración por excelencia de la Santísima Virgen María. Ella, incluso, en varias de sus apariciones, nos ha pedido su rezo diario por nosotros mismos y por las necesidades del mundo entero.
Los diferentes Misterios del Santo Rosario nos conducen hasta donde ella quiere llevarnos, hasta la contemplación de su amado Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo. Porque ella quiere ser camino que nos conduzca hasta su Amor. Ella es Madre.
2. 1. Hacer el signo de la cruz y rezar el símbolo de los
apóstoles o el acto de contrición
2. Rezar el Padrenuestro
3. Rezar 3 Avemarías y Gloria
4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro
5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatorias
6. Anunciar el segundo misterio Rezar el Padrenuestro
7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatorias
8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro
9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatorias
10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro
11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatorias
12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro
13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatorias
Como rezar el Rosario
3. Por la señal (✝) de la
Santa Cruz de nuestros
enemigos (✝) líbranos,
Señor (✝) Dios nuestro.
En el nombre del
Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo. Amén.
4. Símbolo de los apóstoles
Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los
muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.
5. Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
R. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; perdónanos
nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a
nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación,
mas líbranos del mal. Amén.
Dios Te Salve María, llena eres de gracia, el Señor es
contigo, bendita eres entre todas las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los
pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amen.
6. Jaculatorias
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en un principio, ahora y siempre por los siglos
de los siglos. Amén.
V. María Madre de gracia, Madre de misericordia.
R. En la vida y en la muerte, ampáranos gran Señora. No te
olvides de nosotros en aquella última hora.
Oh Jesús mío, perdona nuestras deudas, líbranos del fuego
del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente
a las más necesitadas de tu misericordia.
7. Jaculatorias
V. Sagrado corazón de Jesús.
R. En voz confió.
V. Dulce corazón de María.
R. Se la salvación del alma mía.
V. Bendito San José.
R. Aumenta nuestra fe y protégenos.
10. Y habiendo entrado el Ángel a donde ella estaba, le
dijo: Salve llena de gracia, el Señor es contigo. Ella
se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué
podría significar aquel saludo. El Ángel le dijo:
Tranquilízate, María, que Dios te ha concedido su
favor. Pues, mira, vas a concebir, darás a luz un hijo
y pondrás por nombre Jesús. Será grande, se
llamará hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el
trono de David su antepasado; reinará para siempre
en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.
Lucas 1, 28-S.S.
13. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, la
criatura dio un salto en su vientre. Llena del
Espíritu Santo, dijo Isabel con fuerte voz:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que
me visite la madre de mi Señor?
Lucas 1,41-42
19. Cumplido asimismo el tiempo de la
purificación de la madre, según la ley de
Moises, llevaron al niño a Jerusalén, para
presentarle al Señor.
Lucas 2, 22-23
22. Cuando Jesús cumplió doce años subieron a las
fiestas, según la costumbre, y cuando éstas
terminaron, al volverse ellos, el niño Jesús se
quedó en Jerusalén sin que sus padres lo supieran.
Estos, creyendo que iba en la caravana, al terminar
la primera jornada se pusieron a buscarlo entre los
parientes y conocidos; y, como no lo encontraban,
volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días
lo encontraron, por fin, en el templo, sentado entre
los maestros escuchándolos y haciéndoles
preguntas.
Lucas 2, 42-47
26. Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan
para ser bautizado por él. Juan se oponía
diciendo: Yo soy quien debe ser por ti bautizado,
¿y vienes tú a mí? Pero Jesús le respondió:
Déjame obrar ahora, pues conviene que
cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo
permitió. Bautizado Jesús, salió pues del agua; y
he aquí que se abrieron los cielos, y vio al
Espíritu de Dios decender como paloma y venir
sobre él, mientras una voz del cielo decía:«Este
es mi hijo amado, en quien tengo mis
complacencias».
Marcos 16, 1-7
29. Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre
de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda.
No tenían vino, porque el vino de la boda se había acabado. En esto
dijo la madre de Jesús a éste: No tienen vino. Díjole Jesús: Mujer,
¿que nos va a ti y a mí? No es aún llegada mi hora. Dijo la madre a
los servidores: Haced lo que Él os diga.
Había allí seis tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos, en
cada una de las cuales cabían dos o tres metretas. Díjoles Jesús:
Llenad las tinajas de agua. Las llenaron hasta el borde, y El les dijo:
sacad ahora y llevad al maestresala. Se lo llevaron, y luego que el
maestresala probó el agua convertida en vino- él no sabía de dónde
venía, pero lo sabían los servidores, que habían sacado el agua-,
llamó al novio y le dijo: Todos sirven primero el vino bueno, y
cuando están ya bebidos el peor; pero tú has guardado hasta ahora el
vino mejor.
Juan 2, 1-10
32. Después que Juan fue preso vino Jesús a
Galilea y diciendo: Cumplido es el tiempo,
y el reino de Dios está cerca; arrepentíos y
creed en el Evangelio.
Marcos, 1, 14-15
35. Pasados seis días, tomó Jesús a Pedro, a
Santiago y a Juan, y los condujo solos a un
monte alto y apartado y se transfiguró ante
ellos. Sus vestidos se volvieron
resplandecientes, muy blancos, como no los
puede blanquear un lavandero sobre la
tierra. Y se les aparecieron Elías y Moisés,
que hablaban con Jesús.
Marcos, 9, 2-4
38. Mientras comían, tomó pan, y bendiciendolo,
lo partió, se lo dio y dijo: Tomad, éste es mi
cuerpo. Tomando el cáliz, después de dar
gracias, se lo entregó, y bebieron de él
todos. Y les dijo: Esta es mi sangre de la
alianza, que es derramada por muchos.
Marcos 14, 22-25
42. Al llegar al sitio, les dijo: orad para que no
entréis en tentación. Se apartó de ellos,
alejándose como a un tiro de piedra, y se puso
a orar diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí
este cáliz; pero, que no se haga mi voluntad
sino la tuya. Se le apareció un ángel del cielo,
que lo animaba. Lleno de angustia oraba con
más instancia; y sudó como gruesas gotas de
sangre, que corrían hasta la tierra.
Lucas 22, 40-44
48. Entonces los soldados del gobernador,
tomando a Jesús, lo condujeron al pretorio,
y, reuniendo en torno a Él a toda la cohorte,
y despojándole de sus vestiduras, le echaron
encima una clámide de púrpura, y tejiendo
una corona de espinas, se la pusieron en la
cabeza, y en la mano una caña; (…)
Mateo 27, 27-29
54. Era ya como la hora de sexta, y las tinieblas
cubrieron toda la tierra hasta la hora de
nona, oscureciose el sol y el velo del templo
se rasgó por medio. Jesús, dando una gran
voz, dijo: Padre en tus manos entrego mi
espíritu; y diciendo esto, expiró.
Lucas 23, 44-46
58. Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de
Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a
ungirle. Muy de madrugada, el primer día después del
sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento.
Se decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la
entrada del monumento? Y mirando, vieron que la
piedra estaba removida; era muy grande. Entrando en
el monumento, vieron a un joven sentado a la derecha,
vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas
de espanto. El les dijo: No os asustéis. Buscabais a
Jesús Nazareno, el crucificado, no está aquí; mirad el
sitio en que le pusieron. Pero id a decir a los discípulos
y a Pedro que os precederá a Galilea: allí le veréis,
como os ha dicho.
Marcos 16, 1-7
64. Al cumplirse el día de Pentecostés, estando todos
juntos en un lugar, se produjo de repente un
ruido proveniente del cielo como el de un
viento que sopla impetuosamente, que invadió
toda la casa en que residían. Aparecieron, como
divididas, lenguas de fuego, que se posaron
sobre cada uno de ellos, quedando todos llenos
del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en
lenguas extrañas, según el Espíritu les otorgaba
expresarse.
Hechos de los Apóstoles 2, 1-4
67. En esto apareció un gran prodigio en el cielo:
una mujer vestida de sol, y la luna debajo de
sus pies, y en su cabeza una corona de doce
estrellas (…)
Apocalipsis 12, 1
70. Tú eres la gloria de Jerusalén, tú la honra de
nuestra nación. Porque te has portado con
varonil esfuerzo y has tenido un corazón
constante.
Judith 15, 10-11
72. Dios te salve reina y madre de
misericordia, vida, dulzura y
esperanza nuestra. Dios te
salve, a ti llamamos los
desterrados hijos de Eva. A ti
suspiramos gimiendo y
llorando en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora,
abogada nuestra. Vuelve a
nosotros esos tus ojos
misericordiosos, y después de
este destierro muéstranos a
Jesús, fruto bendito de tu
vientre, oh clemente, oh
piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros Santa Madre
de Dios, para que seamos
dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
73. Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos,
Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad
de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios,
ten piedad de nosotros.
Santa María, ruega por nosotros (*)
Santa Madre de Dios, (*)
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Jesucristo,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre Virgen,
Madre Incorrupta,
Madre Inmaculada,
Madre Amable,
Madre Admirable,
Madre del Buen Consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen Poderosa,
Virgen Clemente,
Virgen Fiel,
Espejo de Justicia,
Trono de la eterna sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa Mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los Afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina llevada al cielo,
Reina del Santo Rosario,
Reina de la Paz.
v/. Cordero de Dios que quitas los pecados
del mundo.
r/ . Perdónanos, Señor.
v/. Cordero de Dios, que quitas los pecados
del mundo.
r/. Escúchanos, Señor.
v/. Cordero de Dios, que quitas los pecados
del mundo, ten piedad de nosotros.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre
de Dios; no desprecies nuestras súplicas en
nuestras necesidades; antes bien, líbranos de
todos los peligros, Virgen Gloriosa y
Bendita.
v/. Ruega por nosotros , Santa Madre de
Dios.
r/. Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Letanías lauretanas
74. ¡Oh Dios!, tú único Hijo nos ha conseguido
con su muerte y resurrección los bienes de
la salvación eterna: concédenos que,
venerando estos misterios en el Santo
Rosario de la Virgen María, imitemos
aquello que contienen y obtengamos
aquello que prometen.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R: Amén.
75. V. Oremos por nuestro Sumo Pontifice N.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Oremos por los fieles difuntos.
V. Dales Señor, el descanso eterno.
R.Y que brille para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.
76. Preces finales
V. Reina del Sacratísimo Rosario.
R. Ruega por nosotros.
V. Con su descendencia pia.
R. Nos bendiga la Virgen María.
V. Oh María sin pecado concebida.
R. Ruega por nosotros que recurrimos a Vos.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo.
R: Amén.