PIAR v 015. 2024 Plan Individual de ajustes razonables
Los árboles
1. Los árboles, al igual que las personas, son capaces de almacenar una increíble cantidad de
información, y de nuevo, al igual que las personas, a mayor edad, mayor es la información que
poseen, con la ventaja de que no sufren de alzheimer ni demencia senil. Los árboles son como
discos duros que almacenan información de manera pasiva sólo por el mero hecho de crecer en un
lugar determinado, convirtiéndose en referencias perfectas de todo lo acontecido a su
alrededor.
Toda esta memoria se encuentra en el tronco de los árboles, de hecho, podríamos decir que el
tronco es la memoria en sí, ya que a través del estudio de sus anillos de crecimiento podemos
obtener innumerables datos de cómo era y como ha cambiado el ambiente de un árbol en concreto.
Todos sabemos que el número de anillos se corresponde con la edad del árbol, lo cual no es del
todo así, pues la afirmación correcta sería que cada 2 anillos se corresponde con 1 año del
árbol, ya que dentro del mismo año natural, el árbol presenta 2 etapas de crecimiento, una
en Primavera temprana, la cual queda reflejada en forma de anillo de color más claro y más
grueso, ya que sus tejidos son más laxos, y otra en Verano tardío u Otoño, que se manifiesta en
forma de anillo más oscuro y más estrecho debido a que sus tejidos son más densos. En los
climas tropicales, al existir las mismas condiciones climáticas durante todo el año, a diferencia del
clima mediterráneo en el que poseemos cuatro estaciones, no existen anillos, pues el crecimiento
del árbol es constante durante todo el año.
Existen especies arbóreas que pueden llegar a vivir más de 2000 años, como es el caso
del Tejo(Taxus baccata), cuyos ejemplares más antiguos de toda Europa se encuentran en
la Sierra de Cazorla (Jaén), y se trata de varios ejemplares que sobrevivieron a la tala
indiscriminada que sufrió esta especie cuando los romanos se asentaron en la provincia, pues su
madera era muy apreciada en ebanistería, y sus hojas muy tóxicas para sus numerosas
caballerías, lo cual sucedió hace más de 2000 años. El Pino longevo (Pinus longaeva), que como
su propio nombre indica es la especie más longeva del planeta, existiendo en el Norte de América
el ejemplar de mayor edad vivo, con más de 4600 años conocido con el nombre de “El Abuelo”.
Por otro lado, todos los anillos no son iguales, y esas variaciones entre unos y otros no son
casuales, y a su vez, el anillo no es un circulo perfecto, por lo que todo ello son pistas para
averiguar como ha sido el pasado de un individuo en concreto.
Sabiendo esto, podemos conocer la orientación que ha
tenido el árbol, observando que parte de los anillos son más anchos y donde más estrechos, si ha
tenido algún otro árbol más grande cerca que le robase nutrientes y luz y hasta cuando se ha
mantenido esa situación, lo cual lo deduciremos en caso de que existan anillos homogéneos muy
estrechos, y esto también puede ser causa de un periodo de sequía o de una afección por plagas.
2. Si encontramos alguna irregularidad que rompa la continuidad en los anillos puede significar que ha
sufrido las consecuencias de un incendio o algún tipo de aprovechamiento forestal como la
resinación. En caso de que encontremos anillos elípticos y no circulares, lo cual es más frecuente
en los anillos internos que en los externos, significará que el árbol ha crecido inclinado.
Como vemos, es mucha la información que nos ofrecen los árboles, solo que con un lenguaje
diferente al que estamos acostumbrados, y gracias a esto, podemos datar acontecimientos
climáticos sucedidos hace miles de años con total exactitud, para lo
cual sólo hemos de saber el año en el que murió o se
cortó el árbol, y esa será la fecha del anillo más exterior del tronco, contar hacia el interior, y
cuando lleguemos al primer anillo tendremos el año en que nació el árbol, así como las fechas de
todas la alteraciones ecológicas que han repercutido en el individuo.
Estas técnicas, que forman parte de una rama de la Ecología conocida como
Dendroecología, son muy útiles a la hora de predecir el clima futuro así como para elaborar
herramientas de gestión de los espacios naturales, pues la información que nos brinda es muy
apreciada para valorar la adaptación de las especies a un biotopo o condiciones ambientales
locales en concreto, su sensibilidad frente a cambios bruscos del clima o su comportamiento frente
a la competencia animal y vegetal.
Autor: Jaime Pozo