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Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H...        http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm




              Revista Observaciones Filosóficas
                                                       Difusión de ideas: Husserl, Heidegger, Sartre

                                                       Dra. Carla Cordua1 - Universidad de Chile
                                                       Resumen
                                                       “Difusión de las ideas: Husserl, Heidegger, Sartre” estudia un
                                                       aspecto de la formulación y la progresiva recepción de la
                                                       fenomenología de Husserl por varios autores en la primera mitad
                                                       del siglo XX en Alemania y Francia. Centrándose en algunas de
                                                       las relaciones entre Husserl, Heidegger y Sartre, el ensayo se
                                                       detiene en la comunicación progresiva y difusión paulatina de
              ciertas ideas centrales de la fenomenología. La recepción del pensamiento ajeno modifica las ideas
              originales y las marca debido a las circunstancias de diverso orden en las que ocurre. Se estudia con más
              detención el caso de Sartre y las oscilaciones de su pensamiento y sus escritos entre la posición de
              Husserl y la de Heidegger.

              Abstract
              The paper concerns an aspect of the formulation and reception of Husserl’s phenomenology by several
              German and French authors during the first half of the 20th century. We focus on some relations between
              Husserl, Heidegger and Sartre, particularly on the progressive communication of certain central ideas of
              phenomenology and their gradual diffusion. Reception of someone else’s thinking modifies the original
              ideas and marks according to the diverse circumstances in which the reception takes place. Special
              attention is devoted to the case of Sartre and the oscillations in his thinking and his writings between the
              positions of Husserl and Heidegger.

              Palabras clave
              Fenomenología, intencionalidad, Husserl, existencia, “Ser y tiempo”, Heidegger, existencialismo,
              “Cuaderno de la guerra boba”, Sartre.

              Key words
              Phenomenology, intentionality, Husserl, Dasein, “Being and Time”, Heidegger, existentialism, “Carnets de la
              drôle de guerre”, Sartre.



              I Difusión de la fenomenología
              Las relaciones entre precedentes y sucesores en la historia de una disciplina
              intelectual son, sin duda, muy diversas entre sí y variables de época en época. Hasta
              ahora el tema de lo que se suele llamar ‘la influencia’ del pasado sobre los
              representantes actuales de una tradición, siempre mencionado de paso, ha sido poco
              estudiado por sí mismo, como si no fuera un asunto de interés general. Librada a sus
              poderes metafóricos dejamos que la palabra ‘influencia’ ejerza sin control crítico sus
              arbitrarias insinuaciones. Pues no hay duda de que ella inclina a pensar en el
              fenómeno físico del fluir de una materia en otra, una imagen seductora por su
              simplicidad y particularmente inadecuada donde se trata del pensamiento. Al punto
              de que convendría abandonar este término convencional no solo para las relaciones
              entre posiciones filosóficas, esto es, entre teorías e ideas, donde resulta
              particularmente ofensivo, sino también allí donde se trata de actitudes, preferencias,
              actividades humanas debido a que nada es recibido de otros pasivamente en estas

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              áreas sin ser objeto de una reelaboración que lo cambiará en algo distinto. Los
              receptores humanos acogen activamente lo que reciben aún sin proponérselo, aún
              sin darse cuenta. La noción reciente de que el presente acoge a su manera al
              pretérito porque tienen propósitos propios pendientes de realización, es preferible a la
              de que propone que se deja influenciar por él. Pues sabemos que es natural que se
              disponga a usarlo, a fundarse sobre él, a criticarlo, celebrarlo, o incluso a amputarlo
              para someterlo a una selección, entre otras posibilidades activas. Esta noción
              reciente presupone que la actualidad que acoge posee una cierta conciencia de su
              posición independiente que, adoptando una actitud propia, se permite valerse de su
              propia ubicación condicionante frente al pasado.
              Desde que son posibles muchas actitudes e iniciativas frente a lo heredado del
              pasado o recibido de otros, y también grados muy diversos de interés en ello,
              mencionamos aquí en particular a la de la filosofía, que por lo general hace lo posible
              por no separarse ni perder de vista a su pasado. Sus representantes del día, sin
              renunciar a sus posibilidades de originalidad, se precian de dar señas de conocer
              suficientemente a quienes los han antecedido en el tiempo, y discuten a Aristóteles y
              con él, como si se tratara de un contemporáneo. Es una característica del campo
              filosófico imponerle al pensador actual dos obligaciones enormes y difíciles de
              combinar sin conflictos: ha de reactualizar al máximo posible el inmenso tesoro de su
              historia sin renunciar a la libertad de pensar según imperativos propios y a tono con
              los de sus contemporáneos y sus diversas proposiciones. El pensador queda
              colocado por eso, de hecho, frente a una tarea casi inabordable. No es de extrañarse
              que algunos grandes de nuestra época hayan querido escapar a la presión de esta
              temible exigencia y se hayan decidido por negarle todo valor a la tradición y llegado a
              sostener, valiéndose a veces de argumentos dudosos como que el pensamiento
              filosófico no es teórico sino solo inquisitivo y terapéutico. Otros, en cambio, prestaron
              mucha atención a las tendencias representadas por pensadores contemporáneos, en
              desmedro del estudio del pasado. Llenos de admiración por la supuesta superioridad
              de la manera contemporánea de filosofar y envalentonados por el desdén hacia la
              metafísica y también por la fuerte inspiración religiosa de gran parte de la filosofía
              pretérita, los pensadores entonces actuales, se embarcaron en las corrientes más
              prestigiosas del día.
              En Francia se impone, entre las dos guerras mundiales, la fenomenología de Husserl.
              Originalmente el término ‘fenomenología’ fue adoptado por Husserl2 (1900/01), el
              fundador de esta tendencia, para reemplazar el de ‘psicología descriptiva’ como él
              había llamado a sus investigaciones anteriores. Inspirándose en Descartes buscaba
              el fundamento de todo conocimiento en la certeza del ‘yo pienso’ y de sus
              pensamientos. La reflexión fenomenológica deriva de la correlación creativa entre el
              pensante y el objeto pensado, de la conciencia y de su comprensión del ser y del
              sentido de lo experimentado, percibido, evaluado, juzgado por ella. La conciencia
              como tal está dirigida hacia el mundo y las cosas que lo amueblan y es gracias a esta
              capacidad activa suya que ella merece ser llamada intencional. El concepto de
              intencionalidad subraya el carácter sintético fundante de la actividad consciente,
              destaca la capacidad productiva de la toma de conciencia. Husserl llama
              ‘constitución’ al resultado creativo del ejercicio de la conciencia. Así llegan a
              hacérseme presentes el mundo y las cosas: aquel como horizonte amplio en el que
              existen y funcionan éstas tanto como los respectivos sentidos y valores de las cosas

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              que forman parte de mi experiencia. La constitución fenomenológica, dice Husserl, es
              doble, a la vez activa y pasiva, esto es, no se ejerce solo en actos fundantes de
              aquello que la enfrenta, como los relativos al mundo y a las cosas, sino que también
              tiene una función productiva relacionada consigo misma, mediante la cual se genera
              como existencia temporalizada.
              Husserl ofrecerá un método adecuado para penetrar en toda su profundidad y su
              amplitud la actividad de la conciencia trascendental: lo llama ‘la reducción
              fenomenológica’. A medida que la obra se va completando, su fundador desarrolla,
              además del método interno al servicio de la doctrina, un vocabulario especializado
              cuidadosamente definido para servir al discurso que llevará la convicción
              fenomenológica a toda Europa y desde allí al resto del mundo. El método le permite
              al filósofo, entre otras cosas, abandonar la postura natural de la conciencia que, sin
              darse cuenta, le asigna ingenuamente al mundo, a las cosas, a sí misma y a la propia
              vida, una existencia separada, autosuficiente e independiente. Sin ni pensar ni
              cuestionar cómo puede ser que el sujeto y el objeto venzan la separación y el
              enfrentamiento entre ellos, y sean capaces, a pesar de ellos, de entrar en relaciones
              cognoscitivas y prácticas. Tanto el conocimiento de la verdad como la eficacia de la
              práctica reclaman una explicación capaz de mostrar primero su posibilidad a partir de
              una actividad constituyente de la conciencia a la que el filósofo, libre de
              supersticiones y creencias infundadas, remite y ofrece un acceso.
              Otros rasgos de la posición fenomenológica y, tal vez, no exclusivamente el poder
              persuasivo del conjunto de sus conceptos filosóficos, pueden haber contribuido a la
              aceptación amplia de la proposición de Husserl. La separación clara y tajante del
              quehacer filosófico respecto tanto de la actividad de las ciencias exactas como de las
              ciencias particulares de la naturaleza venía a llenar una necesidad urgente. El
              positivismo y su negación de la posibilidad de la filosofía era una reacción burda ante
              el problema de la confusión de métodos y doctrinas entre las diversas formas
              triunfantes del saber y la verdad en la época moderna. Husserl procede de las
              matemáticas y trae mucho de esta formación inicial a su manera de entender la
              filosofía en general y la lógica en particular. Ellas han de convertirse, según los
              planes del maestro, en actividades de investigar sistemáticamente todos los aspectos
              de la constitución de las diversas áreas de la experiencia, un campo enorme y nuevo
              nunca abordado por las ciencias especiales, cuyos temas y métodos realistas
              ingenuos carecen de la vocación crítica que solo posee y ejerce la filosofía. La tarea
              de la investigación filosófica es tan vasta que ya no cabe seguir pensando, como en
              el pasado de la disciplina, que un filósofo solitario pueda llevarla a cabo. Muchos
              fenomenólogos asociados en una comunidad cónsona se repartirán las tareas
              pendientes, y, unidos por la convicción común, colaborarán a lo largo de incontables
              generaciones en la producción de verdades firmes y definitivas debidas a la
              búsqueda metódica de resultados finales no impugnables. Este carácter colectivo,
              debido a la colaboración pacífica y acumulativa de la investigación fenomenológica,
              constituye una proposición atractiva para quienes han dejado atrás la aspiración al
              heroísmo solitario del filósofo singular que le da su nombre a un sistema de
              pensamiento y aspira a conquistar a lo sumo a un par de discípulos que le ayuden a
              defender la posición. Los fenomenólogos, todos juntos y de acuerdo formarán una
              cofradía ideal dedicada a incrementar indefinidamente la verdad filosófica.
              Esta forma de idealismo trascendental reclutó una cantidad asombrosa de seguidores

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              y discípulos, principalmente en Alemania y en los países centroeuropeos de cultura y
              lengua alemanas, así como también en Francia. Hasta hoy se prolonga la existencia
              de una comunidad fenomenológica más o menos ortodoxa que celebra encuentros y
              congresos a los que concurren representantes de las más diversas academias
              filosóficas. En lo que sigue me detendré, primero, sobre la vigencia de la
              fenomenología en Francia, para estudiar, en seguida, el caso particular de Sartre,
              que, entendiéndose originalmente como un fenomenólogo husserliano, pasa a
              establecer posteriormente una relación con Heidegger, un fenomenólogo disidente,
              por no llamarlo según lo vio su maestro Husserl, como un desertor.
              En la década de los años veinte ya se conocían en Francia, a través de
              comentaristas de Husserl, las primeras proposiciones filosóficas del fundador.
              Destacados entre estos lectores tempranos encontramos a Alexander Koyré y a
              Victor Delbos; este último publicó un importante artículo titulado Husserl, sa critique
              du psychologisme et sa conception d’une logique pure, referente a las
              Investigaciones Lógicas del maestro. El trabajo de Delbos apareció en la Revue de
              Métaphysique et de Morale, en septiembre de 1911. Pero es recién casi dos décadas
              más tarde, a partir de 1930, que aparecen numerosos trabajos en Francia que se
              declaran inspirados por la fenomenología. Entre ellos se destacan los debidos a
              Gaston Berger y a Jean-Paul Sartre. Berger ve desde el comienzo, y lo dice
              expresamente, que pensar inspirándose en Husserl como hacen ahora tantos, no es
              todavía hacer fenomenología en su sentido original. Sostiene: “Un gran número de
              filósofos contemporáneos adoptan, modificándolo más o menos, el método
              husserliano, para ponerlo al servicio de la construcción de sus propios sistemas”3. Y
              en seguida, para hacerse cargo de la ola fenomenológica en francés, Berger propone
              distinguir entre el sistema filosófico de Husserl y el método fenomenológico. Así cree
              poder clasificar con cierta justicia a los numerosos escritores que se adjudican
              entonces la condición de fenomenólogos. Naturalmente Husserl mismo nunca aceptó
              esta dualidad, en último término indefendible, entre doctrina sistemática y método.
              Dos figuras sobresalen por su importancia y por la durabilidad de su impacto
              posterior entre los varios pensadores representativos de la corriente fenomenológica
              francesa: Sartre y Merleau-Ponty. El primero, ya mencionado, publica en 1936 su
              trabajo La trascendencia del ego en el que el concepto husserliano de la
              intencionalidad de la conciencia adquiere un papel sobresaliente. El ingrediente
              existencialista en esta obra y en otros escritos tempranos de Sartre, tiende a
              proyectar los caracteres de la conciencia fenomenológica sobre el ser del hombre en
              el mundo, una extensión que ya muestra más cercanía a Heidegger que un
              discipulado estrictamente husserliano. El gran tratado de 1943 que lleva el título de El
              ser y la nada se declara ser una ontología fenomenológica pero deriva hacia el
              dualismo del en-sí que asoma en el fenómeno y el para-sí de la conciencia activa y la
              libertad. Su autor, educado como cartesiano, se siente poderosamente atraído por las
              filosofías de su tiempo y, como veremos más adelante, oscila durante su juventud por
              bastante tiempo entre Husserl y Heidegger. Este es el caso antes de que Sartre
              decida comprometerse con Marx sin haber intentado revisar críticamente su propio
              pasado intelectual y las conexiones teóricas predominantes durante él. Su intensa
              laboriosidad filosófica se mueve entre estos polos dispares y quedará marcada por
              tensiones internas nunca suficientemente reconciliadas.



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              Maurice Merleau-Ponty produjo trabajos independientes, a la vez cercanos al espíritu
              original de la fenomenología y críticos de ciertos aspectos de su versión original, cuyo
              valor filosófico duradero es reconocido hasta hoy. En 1945 Merleau-Ponty publica su
              notable Fenomenología de la percepción que se basa, por un lado, en la noción del
              ‘mundo de la vida’ o Lebenswelt de Husserl y, por el otro, en la idea de existencia
              humana o Dasein de Heidegger. Mundo y existencia entretejidos en una unidad
              compleja cuya doble condición es a la vez sensible, percibida e histórica: el cuerpo
              en el que vivo, sostiene el fenomenólogo francés, significa para mí la apertura del
              mundo que me constituye como ser finito y situado. La existencia humana es a la vez
              dependiente y autónoma, y en este sentido, dual. Merleau-Ponty rechaza el retroceso
              reflexivo de Husserl a la subjetividad trascendental que, por abstracta, no conduce a
              la verdadera condición del sujeto sensible y del mundo. Las obras de varios otros
              autores franceses remiten a la fenomenología de Husserl tanto mediante sus
              reiteradas críticas de la posición del filósofo alemán como a través de su deuda
              conceptual con ella. Entre estos se encuentran Paul Ricœur y Emmanuel Levinas.
              También más allá de la filosofía en sentido estricto, la fenomenología consigue no
              sólo impresionar, sino incluso reclutar para sus filas en Francia a ciertos escritores
              sensitivos, dispuestos a reaccionar acogedoramente a las corrientes del día. Así
              Gaston Bachelard, autor de reveladoras descripciones de aspectos fundamentales de
              la experiencia humana, insiste en calificarse de fenomenólogo sin otra justificación
              que el contagio, y en llamar fenomenológicas a sus inspiradas exposiciones. Como
              un ejemplo de adhesión entusiasta a la última novedad, recordemos que en su obra
              La poétique de l’espace (1957) usa docenas de veces, sin justificarlo debidamente, la
              voz “phénoménologie” o sus derivados.

              II Sartre lee Ser y tiempo4.
              Sartre no pudo terminar de leer Sein und Zeit durante su estadía en Berlín, en 1934.
              Había comprado el libro en diciembre del año anterior estando ya en Berlín y se
              había hecho el propósito de leerlo después de terminar el semestre, en Semana
              Santa. Llega, en efecto, a leer unas cincuenta páginas en esa ocasión, dice (CDG, p.
              225), pero pronto abandona provisoriamente su plan de estudiar a Heidegger. Aduce
              una serie variada de razones para dejar el libro, algunas de las cuales todavía
              resultan interesantes e instructivas. Su propósito inicial habría sido estudiar la
              fenomenología en general; en Francia Heidegger era conocido, entonces, como
              representante de este movimiento. Sartre había leído sin comprender (CDG, p.
              225n.), al comienzo de la década de los 30, Qu’est-ce que la métaphysique de
              Heidegger, publicado en francés por la revista (CDG, p. 225n.), al comienzo de la
              década de los 30, Qu’est-ce que la métaphysique de Heidegger, publicado en francés
              por la revista Bifur.5 En 1934, en cambio, inicia, sin llevarla a cabo, la lectura de Sein
              und Zeit (Ser y tiempo) en el original. Cuenta en sus diarios:
                     Cuando abordé a Heidegger, hacia el mes de abril, resultó que estaba saturado
                     de Husserl. Mi error fue creer que se puede aprender sucesivamente a dos
                     filósofos de esta importancia como se aprende acerca del comercio exterior de
                     dos países europeos. Husserl me tenía ocupado; veía todo a través de la
                     perspectiva de su filosofía, que me resultaba, por otra parte, más accesible por
                     su apariencia de cartesianismo. Yo era “husserliano” y lo seguiría siendo por


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                     mucho tiempo. (CDG, p. 225)
              Otro de los obstáculos que Sartre encontró para completar la lectura de Sein und Zeit
              fue la dificultad del vocabulario de Heidegger. Sin embargo, cuando finalmente lee el
              libro en 1939 descubre que ha superado esta dificultad sin haber progresado
              entretanto en su conocimiento del alemán. Parece que la barrera principal que lo
              separaba, al principio, del libro estaba en otra parte.
                     Lo esencial, sin embargo, era, ciertamente, la repugnancia que yo sentía de
                     asimilar esa filosofía bárbara y tan poco erudita después de la genial síntesis
                     universitaria de Husserl. Parecía que con Heidegger la filosofía hubiese vuelto a
                     la infancia; yo no reconocía en ella los problemas tradicionales de la conciencia,
                     el conocimiento, la verdad y el error, la percepción, el cuerpo, el realismo y el
                     idealismo, etc. (CDG, p. 226)
              A pesar de esta impresión Sartre hojea a menudo su ejemplar de Sein und Zeit en los
              años siguientes (CDG, p. 227), pero sin llegar a leerlo hasta mucho más tarde. Entre
              1934 y 1939, mientras se entiende como husserliano, experimenta, durante el trabajo
              en las obras filosóficas que compone en estos años, las dificultades internas de la
              posición de Husserl.6 “No podía llegar a Heidegger más que después de haber
              agotado a Husserl”, esto lo dice Sartre en 1940, recordando el período de sus
              primeros intentos7 de estudiar Sein und Zeit. En este mismo pasaje en que Sartre
              sostiene no haber leído otra cosa de Heidegger que la traducción francesa de ¿Qué
              es metafísica? y Sein und Zeit hacía unos pocos meses, dice, sin embargo, que este
              filósofo ha ejercido una “inuencia providencial” sobre él. ¿Qué clase de inuencia es
              esta? ¿A qué se refiere, precisamente, la condición “providencial” de la misma?
              El llamado período husserliano de Sartre dura poco más de unos cuatro años.
              Durante él Sartre escribe, salvo por los capítulos finales, L’imaginaire y La
              transcendance de l’ego e inicia, en 1937, la redacción de un gran libro, La Psyché,
              que queda inconcluso, pero una de cuyas partes se publica bajo el título de Esquisse
              d’une théorie des émotions. Estas obras fueron concebidas contra Husserl, dice
              Sartre, de manera que parece ser la práctica polémica del modo fenomenológico la
              que acaba separando a Sartre de Husserl. Escribía “contra él, en verdad, pero tal
              como un discípulo escribe contra su maestro” (CDG, p. 226). Pues la filosofía de
              Husserl, concluye Sartre, en el fondo conduce al idealismo y él se había acercado a
              ella precisamente buscando un refugio de la manera idealista de pensar. En las
              clases de filosofía que tuvo antes de ingresar a la École Normale Supérieure (1924)
              “optaba por el realismo después de mi año de filosofía. Me había vuelto
              decididamente contra el idealismo cuando me lo enseñaron” (de Beauvoir, Conv., p.
              211; cf. p. 221). Esta opción temprana, que Sartre no abandona nunca y no siente
              que deba justificar, además de las dificultades internas de la fenomenología
              mencionadas antes, lo empujan de Husserl a Heidegger.
                     Hice dos buenos cursos de filosofía antes de entrar en la École Normale, y allí
                     no tenía más que una idea — que toda teoría que no dijera que la conciencia ve
                     los objetos exteriores tal como son, estaba condenada al fracaso. Eso fue lo
                     que, finalmente, me hizo ir a Alemania cuando me dijeron que Husserl y
                     Heidegger tenían un modo de captar lo real tal como era. (de Beauvoir, Conv., p.
                     211)


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              El primer intento inconducente de leer a Heidegger es anterior a la necesidad de
              encontrar un sustituto no idealista para Husserl. Heidegger es para Sartre, todavía,
              simplemente otro fenomenólogo, un discípulo de Husserl. No sabemos cómo se
              convierte para él en una figura independiente, capaz de llenar el papel de maestro
              alternativo. En el 34 y años siguientes Sartre lee un ensayo de Heidegger sin
              comprender, lee 50 páginas de un libro cuyo estudio ha programado desde varios
              meses antes. Sartre sigue siendo un estudiante que ha cifrado esperanzas en el
              movimiento fenomenológico por lo que se dice de él48 y que confiesa con facilidad,
              cuando deja de leer Sein und Zeit en Berlín, que el abandono del libro ocurre, entre
              otras cosas, porque era primavera. “La primavera ha sido siempre para mí la ocasión
              de un aojamiento completo de mis esfuerzos. Yo trabajo cuando las marmotas
              duermen” (CDG, pp. 225–26). La lectura efectiva de Heidegger en alemán (1939), en
              cambio, ocurre después que
              Sartre ha llegado a ser un autor relativamente consagrado que está decidido a seguir
              escribiendo obras filosóficas además de literarias. Se encuentra al fin del período en
              que Husserl le sirve de inspiración y de guía filosófico. “Para mí agotar una filosofía
              es reexionar desde sus perspectivas, hacerme de ideas personales a sus expensas
              hasta que caigo en un callejón sin salida” (CDG, p. 226). Cuando agota a Husserl se
              pone a buscar de veras a Heidegger. Antes —dice Sartre— sólo quise leerlo con una
              curiosidad de diletante, pero hasta el 39 no me había “acercado a él con la intención
              de aprender” (CDG, p. 227).
              No menos importante que la necesidad intelectual es, tal vez, la circunstancia: la
              segunda lectura de Sein und Zeit ocurre durante el tiempo en que Sartre es soldado.
              La llamada movilización militar fue para Sartre un período de inmovilidad forzada y
              una oportunidad de dedicarse casi exclusivamente a leer y a escribir. Durante “la
              drôle de guerre” (la guerra boba) trabajó intelectualmente como nunca lo había
              hecho. “De ma vie je n’ai tant écrit” (LC, II, p. 17: “nunca había escrito tanto”).
                     En este momento me parece que un Dios severo ha suprimido todos los
                     placeres de mi vida para que pueda consagrarme por algún tiempo a la cultura,
                     al pensamiento y a las meditaciones sobre mí mismo. Ya ni siquiera siento la
                     guerra sino que me cultivo. Curiosa vida y, si esto continúa, curioso provecho
                     para mí. (LC, I, p. 517)
              La concentración de Sartre en su propio trabajo se intensificó aún más cuando cayó
              prisionero de los alemanes. Pues allí cesaron, además de la necesidad de enseñar
              en el Liceo y la absorbente vida de París, también las actividades del soldado
              meteorólogo, los paseos por los pueblos cercanos y los desayunos y almuerzos en
              los hotelitos alsacianos que quedaban cerca del campo militar francés. El prisionero
              era dueño de todo su tiempo. Allí vuelve a leer el libro de Heidegger. Además, una
              parte de L’être et le néant es el producto de esta situación única: “Fue concebido
              durante la guerra boba y en el campo de prisioneros. Lo escribí en ese período — o
              no se escribía nada o se escribían cosas esenciales” (de Beauvoir, Conv., p. 211).
              Sartre describe su estado mental en el tiempo que precede a la lectura de Sein und
              Zeit. Siendo profesor de filosofía del Liceo Louis Pasteur asiste con gran
              preocupación a la crisis de Munich (1938): “En el tiempo de Munich yo estaba
              desgarrado entre mi pacifismo individualista y mis sentimientos anti-nazis” (SS, p.
              46). Ve venir la guerra.

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                     Las amenazas de la primavera del 38 después del otoño me conducían
                     lentamente a buscar una filosofía que no fuera sólo una contemplación sino una
                     sabiduría, un heroísmo, una santidad, algo que me permitiera sobrellevar el
                     golpe. Yo estaba en la misma situación que los atenienses después de la
                     muerte de Alejandro, cuando se alejaron de la ciencia aristotélica para
                     apropiarse de las doctrinas más brutales pero más “totalitarias” de los estoicos y
                     de los epicúreos, que les enseñaban a vivir… Ya suficientemente desprendido
                     de Husserl, deseando una filosofía “patética”, yo estaba maduro para
                     comprender a Heidegger. (CDG, p. 227)
              “Conveniencia histórica” llama Sartre a esta concurrencia de factores diversos que lo
              conectaron con el pensador alemán y que lo llevaron, finalmente, a leer el libro que él
              mismo y otros consideran decisivo para su curso futuro como filósofo y escritor. “Son
              mi época, mi situación y mi libertad las que han decidido acerca de mi encuentro con
              Heidegger” (CDG, p. 229)
              El ejemplar de Sein und Zeit que Sartre compró en Berlín y que luego reabrió muchas
              veces en Francia sin acabar de leerlo (CDG, p. 227) sirvió para la primera lectura
              pero no fue el mismo que usó para la segunda durante su prisión de guerra. El nuevo
              ejemplar fue un regalo de los alemanes en la prisión. Conversando con Simone de
              Beauvoir 34 años después de los hechos, Sartre sigue encontrando inexplicable el
              episodio que puso a Heidegger en sus manos cuando lo necesitaba y cuando podía
              volver a leerlo en las mejores condiciones de concentración y ocio.
                     Sartre: No sé por qué los alemanes me regalaron a Heidegger en el campo de
                     prisioneros de guerra. Esto sigue siendo un misterio para mí.
                     de Beauvoir: ¿Qué fue lo que ocurrió?
                     Sartre: Cuando estaba preso un oficial alemán me preguntó acaso necesitaba
                     algo y le contesté, “Heidegger”.
                     de Beauvoir: Tal vez porque Heidegger gozaba del favor del gobierno…
                     Sartre: Tal vez. En todo caso, me lo dieron. Un volumen grueso y caro. Es raro
                     pues, como sabe, no prodigaban sus favores con nosotros.
                     de Beauvoir: Sí, resulta más bien misterioso. En cualquier caso quiere decir que
                     leyó a Heidegger en ese tiempo.
                     Sartre: Leí a Heidegger mientras estuve en el campo de prisioneros. Y puedo
                     agregar que lo entendí mucho mejor a través de Husserl que a través de él
                     mismo.
                     (de Beauvoir, Conv., pp. 228–29; cf. pp. 260–61)
              Sartre estuvo nueve meses en prisión de guerra. La segunda lectura de Sein und Zeit
              es, pues, estrictamente contemporánea de la redacción de las primeras partes de
              L’être et le néant. Estamos acostumbrados a pensar que la influencia de Heidegger
              sobre Sartre está presente sobre todo en este libro y, en la escasa medida en que
              existe tal deuda, esta convicción me parece correcta. La obra filosófica anterior del
              pensador francés sería “fenomenológica”; El ser y la nada, “heideggeriano”, y la obra
              posterior, “marxista”. Este esquema tiene muchos defectos pero es posible que el
              peor de todos sea el de sugerir que Sartre fue, antes que nada, un discípulo. No se
              puede negar que fue un lector omnívoro, pero un verdadero discípulo no fue nunca.


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              Su actitud ante el pensamiento ajeno era básicamente irrespetuosa y explotadora;
              seguir a otros adaptándose a ellos, en cambio, no fue nunca característico de Sartre.
              Además, su conocimiento de grandes libros de filosofía fue, creo, bien limitado.
              Conocía a Descartes y a Bergson; estudió algunas obras de Husserl, algunas de
              Heidegger. Leyó algo de Hegel en traducciones dudosas,9 pero se atuvo,
              mayormente, al comentario de la Fenomenología de Kojève, y luego estudió a Marx,
              no sé estimar ahora con qué grado de detalle y exactitud. Conoció muchos libros
              contemporáneos de literatura filosófica secundaria pero no le dedicó el tiempo
              necesario al estudio profundo o erudito de ningún filósofo. Esto es preciso tenerlo en
              cuenta al revisar críticamente sus relaciones con Heidegger. Sus comentarios acerca
              de la inuencia “providencial” que tiene el pensador alemán sobre él se encuentran
              en los cuadernos redactados durante su tiempo de soldado, antes de caer preso de
              los alemanes. Las impresiones que Sartre tenía sobre el carácter de la obra y los
              temas generales de Heidegger parecen haberle llegado principalmente a través de
              lecturas secundarias, conversaciones, noticias y artículos ocasionales, opiniones y
              decires que otaban en el aire de Paris y de Berlín en los ambientes universitarios y
              artísticos.10 Que la filosofía de Heidegger, a diferencia de la fenomenología, enseña
              a vivir, por ejemplo, o es “más patética”, es, en ese momento, un error típico del que
              juzga a partir de la opinión y el decir corrientes. Lo cierto es que Sartre cree a medias
              saber ya quién es Heidegger y lo que piensa, cuando lee Sein und Zeit.
              Es probable, entonces, que, debido a su actitud general frente al estudio de la
              filosofía de otros pensadores, ni la lectura diferida y ávida de 1939 ni la de 1940-41
              alcanzaran nunca a ser verdaderamente dedicadas y precisas. Aunque una parte del
              vocabulario de Sein und Zeit es incorporado por Sartre a L’être et le néant y muchos
              temas, expresiones y motivos pasan del primer libro al segundo, las dos filosofías
              expuestas en estas obras resultan ser tan diversas que es imposible hacer una
              comparación intrínseca entre ellas. Además, las cartas desde la prisión que Sartre
              escribe a Simone de Beauvoir en este período lo muestran encendido de entusiasmo
              por el progreso de la redacción de L’être et le néant (LC, II, pp. 290, 293, 294, 296,
              305). Pero hay muy poco sobre Heidegger en ellas y nada acerca de la inuencia de
              Sein und Zeit sobre el nuevo libro.
              Consideremos los pasajes sobre Heidegger en las pocas y breves cartas que Sartre
              escribió desde la prisión. Aparte de mencionar alguna vez sin más “leo a Heidegger”,
              el 10 de diciembre de 1940 le dice a S. de Beauvoir: “Leo a Heidegger y nunca me he
              sentido tan libre” (LC, II, p. 301). Y en una carta sin fecha, inmediatamente posterior a
              la citada (si la cronología de la edición es correcta), declara: “He retomado a
              Heidegger al que un cura de Saint-Etienne compró y sigo tres horas de clases sobre
              él diariamente” (LC, II, p. 302). Esta falta de reacción frente al libro del que ha estado
              hablando por casi diez años es sorprendente. Como sea, hay que reconocer que no
              tenemos más que el texto de L’être et le néant, especialmente el de las primeras
              doscientas páginas manuscritas del mismo (LC, II, p. 305, carta del 9 de marzo de
              1941), para averiguar qué clase de lectura le dedicó Sartre a Sein und Zeit en la
              prisión alemana. Los usos de Heidegger en este libro han sido estudiados
              anteriormente;11 el mismo Heidegger señaló en la Carta sobre el humanismo hasta
              qué punto el planteamiento de Sartre era ajeno a su propia empresa filosófica y todos
              los comentarios responsables admiten las diferencias insalvables entre la filosofía de


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              la existencia de Heidegger y la metafísica de la condición humana de Sartre.
              De manera que lo que en los Carnets de la drôle de guerre Sartre llama la inuencia
              de Heidegger sobre él no se refiere necesariamente a la relación que L’être et le
              néant pudiera o no tener con la lectura de Sein und Zeit en alemán. En primer lugar,
              aquellas notas sobre Heidegger son anteriores a la concepción del libro de Sartre y,
              en segundo, éste asocia expresamente la idea central de su gran libro juvenil de
              filosofía con una noción de la conciencia descubierta al escribir su segundo ensayo
              sobre la imaginación.12 Según esto último, el libro de Sartre continuaría
              perteneciendo, en la intención de su autor, al período husserliano, o sería un
              producto de la lectura de El concepto de angustia de Kierkegaard. Lo primero parece
              más probable, en vista de lo que declaran su subtítulo y su introducción.13 De
              acuerdo con lo anterior, la inuencia directa de Heidegger, considerado como una
              alternativa no idealista a la fenomenología de Husserl, debe ser admitida sólo muy
              calificadamente en relación con El ser y la nada. La interpretación no debería aceptar
              que existe más que, a lo sumo, una relación difusa establecida no tanto por el estudio
              del libro de Heidegger como por la opinión sobre el pensamiento del alemán vigente
              entonces en los medios franceses frecuentados por Sartre.
              Esta conclusión negativa, que el análisis de L’être et le néant confirma ampliamente,
              no nos deja otro documento inequívoco de Sartre sobre Heidegger que las notables
              páginas de los Carnets; pero ellas no se refieren tanto a sus lecturas como al
              fenómeno de la inuencia de un pensador sobre otro y a las ideas de Heidegger que
              Sartre recibió de este modo. La fenomenología, Husserl y Heidegger, dice un pasaje
              clarividente de Merleau-Ponty sobre la recepción del pensamiento alemán
              contemporáneo en Francia en la década del 40, se han convertido en un mito y una
              moda. “Leyendo a Husserl y a Heidegger varios de nuestros contemporáneos han
              sentido no tanto que encontraban una filosofía nueva como que reconocían lo que
              habían estado esperando” (Merleau-Ponty 1945, p. ii). Sartre, en escritos que no
              fueron publicados hasta la década del ochenta, lo dice precisamente así; Heidegger
              es, antes que nada, una esperanza de ayuda en una situación nueva. La pérdida de
              su vida normal a causa de la guerra lo enfrenta a algo para lo que no está preparado.
              Su esperanza es encontrar un filósofo “que le enseñe la autenticidad y la historicidad
              precisamente en el momento en el que la guerra me haría indispensables esas
              nociones” (CDG, p. 224). Para afrontar la nueva situación es que adopta algunas
              ideas más o menos desconectadas entre sí procedentes tanto de sus lecturas de
              Heidegger como de la opinión vigente acerca de su obra, y participa del entusiasmo
              generalizado y la esperanza que su medio asocia con la fenomenología y sus
              representantes.
                     Es la guerra y es Heidegger quien me ha puesto en el camino correcto;
                     Heidegger, mostrándome que no hay nada más allá del proyecto mediante el
                     cual la realidad humana se realiza a sí misma. (CDG, pp. 393–94)
              La parte más oscura e incompleta de Sein und Zeit, referente a la historicidad de la
              existencia humana, aparece en las explicaciones de los Carnets como una de las
              razones principales por las que el pensamiento del filósofo alemán representa un
              hallazgo insustituible y oportuno para Sartre. La proximidad de la guerra le hace
              sentir al francés la importancia de las circunstancias históricas para el individuo. “He
              dicho que yo lo esperaba oscuramente [a Heidegger]; deseaba que se me procuraran

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              los medios para entender la Historia y mi destino” (CDG, p. 229).14
                     La Historia estaba presente por todas partes alrededor mío filosóficamente,
                     desde luego: Aron acababa de escribir su Introducción a la filosofía de la
                     historia, que yo leía. Por lo demás la historia me rodeaba y me aprisionaba
                     como a todos mis contemporáneos, me hacía sentir su presencia. Estaba mal
                     dotado todavía para comprenderla y captarla, pero deseaba fuertemente poder
                     hacerlo. Me esforzaba por lograrlo con los medios de que disponía. Fue
                     entonces que apareció el libro de Corbin [la traducción francesa de ¿Qué es
                     metafísica?, de Heidegger]. Justo cuando hacía falta. Suficientemente
                     desprendido de Husserl, deseando una filosofía “patética”, yo estaba maduro
                     para comprender a Heidegger. (CDG, p. 227)
              Sartre no comprendió, sin embargo, el sentido de la historicidad de que trata Sein
              und Zeit. Heidegger lucha aquí por establecer un concepto de historia que no
              pertenezca ya al contexto de la metafísica que concibe a la verdad como eterna (esto
              es, como extra-histórica) y como susceptible de ser establecida con certeza absoluta
              por la subjetividad que dispone de ella. Esta concepción de la historia, heredada del
              siglo XIX, es hija de la metafísica que reserva a las esencias y a la verdad para un
              reino supra-histrico. Por eso este concepto de historia nos pone, inevitablemente,
              frente al problema del relativismo: si la verdad no es eterna tiene que ser relativa a la
              época que la conoce y en cuanto relativa, probablemente inválida para toda otra
              época. Heidegger quiere repensar esta supuesta incompatibilidad entre historia y
              verdad desde los supuestos metafísicos de que depende. Cuando Sartre toma de
              Heidegger la noción de “historicidad de la existencia” no está pensando más que en
              la inserción del individuo en el tiempo histórico. Pero esta forma de entender la
              historicidad ya había sido elaborada por el historicismo del siglo XIX y nadie en 1940
              necesitaba de Heidegger para asimilarla. El uso sartreano de la categoría de
              historicidad en L’être et le néant reproduce el problema del planteamiento metafísico
              tradicional al que Sein und Zeit trataba, precisamente, de poner en evidencia como la
              raíz de la imposibilidad de pensar la idea de una verdad histórica. En éste como en
              otros casos Sartre piensa como habría pensado también sin haber leído a Heidegger.
              Ciertos elementos pintorescos del vocabulario y la temática de Heidegger aparecen
              con gran frecuencia en los Cuadernos de la guerra boba. Las personas
              despersonalizadas, el “uno cualquiera” (das Man), al que Sartre identifica, algo
              ligeramente, con lo que en su pensamiento es el hombre inauténtico, es recordado
              por Sartre con asiduidad a propósito de diversos asuntos y personas. También habla
              con frecuencia del mundo como el hacia dónde del proyecto existencial. Este es un
              eco heideggeriano, sin duda. Lo que llama la atención, sin embargo, es que cuando
              El ser y la nada, escrito inmediatamente después de estos Carnets, describe a la
              conciencia que se proyecta libremente la presenta como un para-sí acósmico que no
              tiene más que una relación negativa con el en-sí. Para Sartre el mundo es un
              resultado del ejercicio de la libertad, no una condición del mismo. Otras categorías
              heideggerianas que aparecen mencionadas un par de veces en los Carnets y que
              luego reciben un tratamiento en el fondo ajeno a la relación con el pensador alemán
              son, por ejemplo, el ser-con-otros (Mitsein), las posibilidades de la existencia y la
              nada, identificada por Sartre con la conciencia humana pero ligada en Heidegger al
              tema de la manifestación del ser. Sartre sabía de lo que hablaba, sin duda, cuando


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              sostenía que: “El ‘patetismo’ de Heidegger, aunque incomprensible para la mayoría,
              impresiona con las palabras Muerte, Destino, Nada, lanzadas aquí y allí” (CDG, p.
              229).
              A pesar de las grandes diferencias entre Heidegger y Sartre como filósofos, lo que
              hace dudoso que convenga hablar de una influencia del pensamiento del primero
              sobre el del segundo, no se puede negar que Sartre tiene casi continuamente
              presente a Heidegger como figura intelectual durante los que son, tal vez, los quince
              años más decisivos de su vida. Nunca se compara con representantes de la filosofía
              francesa de su tiempo, mientras que se compara a menudo con Heidegger. El filósofo
              alemán, un pensador de los tiempos de la decadencia de su país después de la
              primera guerra mundial, supera en la obra filosófica su situación histórica patética,
              dice Sartre. La idea de un pensador que asume su situación y sus tiempos
              impresiona favorablemente a Sartre y se va a convertir, más tarde, en un ingrediente
              de la teoría del compromiso del escritor con las tareas y los problemas de su
              época.15
                     No voy a pretender que las circunstancias [de Heidegger] sean iguales a las
                     nuestras en este momento. Pero hay una relación de conveniencia histórica
                     entre nuestra situación y la suya. Ambas situaciones son desarrollos de la
                     guerra del 14; hay una conexión entre ellas. Así es como puedo redescubrir la
                     manera como Heidegger asume su destino de alemán en la miserable Alemania
                     de la postguerra para ayudarme a asumir mi destino de francés en la Francia de
                     1940. (CDG, pp. 229–30)
              Heidegger se presenta como renovador de la filosofía, una tarea que Sartre se ofrece
              para desempeñar en francés: “el envejecimiento de la filosofía francesa y la
              necesidad que sentíamos todos de rejuvenecerla” (CDG, p. 228). Pero es, sobre
              todo, la creencia de que Heidegger no se interesa más que por el hombre y las cosas
              humanas la que engendra en Sartre la ilusión de que están próximos como
              pensadores. Le atribuye al filósofo alemán la creencia de que: “La realidad humana
              se tiene a sí misma como propósito; y es ese sí misma, con su peculiar tipo de
              existencia, […] que es el valor. No hay más valor para la realidad humana que la
              realidad humana” (CDG, pp. 137–38; cf. p. 33). Se ve reunido en una misma
              convicción con Heidegger cuando rechaza la idea del hombre del humanismo clásico.
              Esta coincidencia, en contraste con la anterior, está bien vista. Ambos filósofos son
              enemigos del humanismo tradicional, y aunque sus razones son muy diversas, aquí
              hay algunos puntos de contacto legítimos. Sartre expone sus críticas del humanismo
              como convicciones que comparte con Heidegger.
                     Esta es precisamente la base del humanismo: el hombre se ve a sí mismo como
                     una especie. Es esta degradación de la naturaleza humana la que yo condeno.
                     Una especie cuyo destino es conquistar y organizar el mundo: hombre cósmico,
                     como dice Ballanche… El hombre como especie biológica, con su destino de
                     especie. El hombre como una realidad positiva que ha de ser determinada
                     mediante experimentos. Nada muestra mejor la urgencia de una tentativa como
                     la de Heidegger y su importancia política: determinar a la naturaleza humana
                     como estructura sintética, como totalidad dotada de una esencia… El método de
                     Heidegger y de los que pueden venir después de él es, básicamente, el mismo
                     de Descartes: interrogar a la naturaleza humana con métodos propios de esa


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                     naturaleza humana misma; saber que la naturaleza humana ya se define por la
                     interrogación que ella se dirige a sí misma.16
                     Esta noción de especie es proporcionada por la biología. Ella se acompaña
                     necesariamente de la idea complementaria de globo terráqueo, pues una
                     especie está sometida al condicionamiento por su medio. Hay, pues, aquí una
                     doble degradación: la de la condición humana en especie humana y la del
                     mundo en globo terráqueo. (CDG, p. 39)
              Sartre le opone al humanismo, principalmente, la libertad humana, la idea que el
              hombre es su acción, la de que se define de acuerdo con lo que hace y no según un
              ser recibido de manera pasiva. Esto, aunque no ajeno a Heidegger, representa una
              simplificación que deforma su pensamiento. Pues de este esquema sartreano han
              desaparecido tanto el ser como la verdad, los puntales del orden universal en el cual
              la existencia heideggeriana tiene su lugar, su tiempo y su misión. Pero Sartre trabaja
              a partir de una impresión más bien general del sentido de la filosofía de Heidegger y
              tiene prisa por agregar lo suyo a esta manera de pensar. Esto se puede ilustrar por el
              modo en que usa el adjetivo “heideggeriano” en los Carnets y en las cartas del mismo
              período: diversos fenómenos contemporáneos lo impresionan como heideggerianos.
              Novelas y escritores, ideologías y posiciones políticas, la teoría del relativismo de los
              significados y el nuevo humanismo, tal como lo representan, por ejemplo, Barrès,
              Montherlant y Saint-Exupéry, la exaltación de la tierra como suelo histórico en el que
              el hombre echa raíces que son parte de su identidad y la exaltación del trabajo, en
              especial del oficio artesanal.
              Pero más heideggeriana que nada le parece la novela Terre des hommes de Saint-
              Exupéry (Paris, 1939) que Sartre lee hacia fines de 1939,17 y que comenta tanto en
              los Carnets como en las cartas contemporáneas de esta lectura. Esta asociación de
              Heidegger con Saint-Exupéry queda bien establecida entre las representaciones
              sartreanas. El mismo pensador la repetirá, más tarde, en la parte final de ¿Qué es
              literatura? y todavía la menciona Simone de Beauvoir como cosa obvia en La force
              des choses, publicado 23 años después de la lectura que se la sugirió a Sartre.
              Hablando de las actividades de Sartre después de la liberación de Francia dice:
              “Pensando, escribiendo, su preocupación principal era la de comprender las
              significaciones; ya que, después de Heidegger, había sido Saint-Exupéry, al que leyó
              en 1940 [sic], quien lo había convencido que las significaciones vienen al mundo
              gracias a las empresas de los hombres: la práctica aventajaba a la contemplación”
              (de Beauvoir 1963, vol. I, p. 16). A propósito de la proximidad de Heidegger y Saint-
              Exupéry vemos reaparecer ciertas reservas de Sartre frente al pensador alemán. Si
              comparándolo con Husserl le parece, al comienzo, primitivo o bárbaro como filósofo,
              en relación con la novela de Saint-Exupéry percibe sus conexiones con el nacismo.
              Comentando la lectura de Terre des hommes, donde la experiencia del mundo ocurre
              a través del oficio y donde los hombres se definen por la acción y el trabajo, dice
              Sartre:
                     Yo presiento [aquí] no sé qué rebelión secreta contra el capitalismo, un deseo
                     de volver a encontrar al hombre concreto, de ligarlo una vez más, mediante un
                     medio nuevo, al suelo ya que la casa burguesa se ha hundido. Esta vez se
                     tratará del oficio. No lo dudemos, aquí hay una vaga nostalgia de fascismos. Y
                     yo mismo reconozco que en mi pensamiento actual hay un asomo de fascismo

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                     (la historicidad, el ser-en-el-mundo, todo lo que ata al hombre a su tiempo, todo
                     lo que le da raíces en su tierra y en su situación). Pero yo odio el fascismo y no
                     me valgo de él aquí más que como de la pizca de sal que se le agrega a la tarta
                     para hacerla parecer más azucarada. (CDG, p. 184)
                     Sobre todo no me gusta este nuevo humanismo. (CDG, p. 74)
              Sartre pasa por el período en que se interesa intensamente por Heidegger, el período
              de la guerra, sin decidirse nunca a estudiar a fondo la obra publicada hasta entonces.
              Ello no le impide, sin embargo, tener una aguda percepción del estilo epocal y de
              ciertos caracteres de la manera de pensar del filósofo alemán. Aunque los apuntes
              del momento y las cartas dan, a veces, la impresión de que Sartre aún no logra
              distinguir claramente entre Heidegger y Husserl, ahora disponemos de documentos
              que prueban lo contrario. Entre los Carnets de 1939 que se perdieron hay uno, el
              número 2, (escrito entre el 24 de octubre y el 12 de noviembre) dedicado en parte a
              un intento (fallido) de reconciliar a Heidegger con Husserl.18 El problema más
              urgente para Sartre es, entonces, el de la naturaleza de la voluntad, a la que
              identifica con la conciencia, con la condición humana, con el Dasein de Heidegger.
              Sartre cree que una reconciliación de Husserl y Heidegger le ayudará a formular una
              teoría satisfactoria de la voluntad. Como encuentra que aquella reconciliación no es
              viable se pone a buscar la solución por otra parte. Esta alternativa resulta ser la
              aproximación de la conciencia a la nada y la concentración del interés de L’être et le
              néant en una teoría de la temporalidad. Hacia el final de su período de prisionero de
              guerra, en febrero de 1941, le escribe a Simone de Beauvoir: “Esperando el momento
              de la partida he vuelto a hacer filosofía y construyo laboriosamente una teoría de la
              temporalidad. Ciertamente, esto ya no es tan fácil como hacer fenomenología, donde
              todo salía de suyo” (LC, II, p. 304).


              Dra. Carla Cordua
              Universidad de Chile



              Fecha de Recepción: 1 de septiembre de 2011


              Fecha de Aceptación: 6 de septiembre de 2011


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              Sartre, Jean-Paul (Im), L’imaginaire: Psychologie phénoménologique de l’imagination. Paris: Gallimard,
              1940.

              Sartre, Jean-Paul (LC), Lettres au Castor et à quelques autres. Ed. por Simone de Beauvoir. Paris:
              Gallimard, 1983. 2 vols.

              Sartre, Jean-Paul (S II), Situations, II. Paris: Gallimard, 1948.

              Sartre, Jean-Paul (SS), Sartre in the Seventies, Interviews and Essays. Traducido por P. Auster y L. Davis.
              London: A. Deutsch, 1978.

              Sartre, Jean-Paul (TE), La transcendance de l’ego: Esquisse d’une description phéno-ménologique. Paris:
              Vrin, 1978. (Primera edición: 1936).

              Sartre, Jean-Paul (WD). The War Diaries. Traducido por Q. Hoare. New York: Pantheon Books, 1984.

              Thévenaz, Pierre (1962). What is Phenomenology? and other essays. Traducido por J. M. Edie, C.
              Courtney y P. Brockelman. Chicago: Quadrangle.


              1 Carla Cordua ingresó en 1948 a la Universidad de Chile, como estudiante de pedagogía en filosofía en el
              Instituto Pedagógico de la Facultad de Filosofía y Ciencias de esta casa de estudios, donde fue discípula
              de Bogumil Jasinowski, Oscar Marín, Jorge Millas y Luis Oyarzún, entre otros destacados académicos,



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              recibiendo el título de profesora de filosofía en 1954. En 1952, viajó a Alemania, becada por la Universidad
              de Chile, y permaneció en ese país hasta 1954, realizando estudios conducentes al doctorado en filosofía,
              primero en la Universidad de Colonia y luego en la Universidad de Freiburg, donde fue discípula de los
              filósofos Wilhelm Szilasi y Karl Ulmer, del teólogo Bernard Welte y del historiador del arte Kurt Bauch.
              Con una nutrida carrera académica, Carla Cordua se trasladó a Puerto Rico en 1958, siendo docente del
              Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico hasta 1961. Ese mismo año el Rector de
              la Universidad de Concepción, don David Stitchkin, la invitó a incorporarse al Departamento de Filosofía de
              la Facultad de Filosofía y Educación de la universidad. Algunos años después, en 1964, se trasladó a
              Santiago, donde formó junto a su marido, el también filósofo Roberto Torretti, José Echeverría y José
              Ricardo Morales, el nuevo Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y
              Matemáticas de la Universidad de Chile, por el cual pasaron destacados intelectuales y creadores, como
              Patricio Marchant, Enrique Lihn y Nicanor Parra.
              Cofundó en 1964 el Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la
              Universidad de Chile —con José Echeverría, José Ricardo Morales y su marido, que se convertiría en su
              primer director— y fue presidenta de la Sociedad Chilena de Filosofía.
              Es miembro del Consejo Editorial de Revista Observaciones Filosóficas
              <http://www.observacionesfilosoficas.net/> ISSN 0718-3712
              Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua (2001), donde ocupa el sillón Nº28,5 ha sido
              directora de la Revista de Filosofía de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile (2001-2011), de
              la que es profesora titular. * Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, 2011.
              Sus estudios filosóficos suelen estar orientados hacia el pensamiento europeo de los siglos XIX y XX, y
              están centrados fundamentalmente en la obra de tres filósofos de lengua alemana: Immanuel Kant, G.W.F.
              Hegel y Ludwig Wittgenstein, los que han sido un tema permanente tanto en su docencia e investigación
              como en las obras que ha publicado a lo largo de su vida. Sin embargo, sus intereses también abarcan la
              obra y el pensamiento de filósofos como Jean Paul Sartre, Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl, Martin
              Heidegger y Peter Sloterdijk.

              2 En su primera versión ‘fenomenología’ designa una descripción y un análisis de la representación, el
              juicio y el conocimiento. Se sitúa entre la psicología que explica estos temas causal y genéticamente, y la
              lógica pura que trata de leyes ideales. Ya en 1907 es llamada (eine Betrachtung) una manera de ver, de
              considerar, específicamente filosófica.

              3 Citado en A. Lalande, Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie, Paris, PUF, p. 769.

              4 Esta sección forma parte, en su primera versión, de mi Gerencia del tiempo, ensayos sobre Sartre,
              Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela, 1994, pp.113-130.

              5 Bifur, Nº 8, julio de 1931.

              6 “Poco a poco, sin que me diera cuenta del todo, las dificultades se acumulaban; un abismo cada vez más
              profundo me separaba de Husserl… Las obras publicadas de Husserl no me proporcionaban ninguna
              respuesta. Y su refutación del solipsismo era poco concluyente y pobre. Fue ciertamente para evadirme de
              este impasse husserliano que me volví hacia Heidegger” (CDG, pp. 226–27).

              7 El primero es el de Berlín, que comentamos ya; el segundo, más exitoso, habría tenido lugar durante la
              semana santa del año 39 (CDG, p. 225). Esto podría conigir con la afirmación posterior de que leyó a
              Heidegger en el original en la prisión alemana si lo que el pasaje quiere decir es que ésta fue la primera
              lectura (Simone de Beauvoir, Conv., pp. 228–29). Es muy probable que el recuerdo más temprano sea el
              correcto; en estas conversaciones posteriores hay varios errores de hecho, como el referente a las lecturas
              de Berlín en la p. 235, por ejemplo. Yo supongo aquí, por eso, que Sartre lee el libro de Heidegger en 1939
              y que lo relee en la prisión, a pesar de que no conozco el nombre del volumen que recibe de regalo.

              8 “En efecto, en el momento en que yo partía hacia Berlín se produjo entre los estudiantes un movimiento
              de curiosidad hacia la fenomenología. Yo participé de ese movimiento exactamente como participé en el
              movimiento de los parisienses hacia los deportes de invierno. Es decir, me apoderé de las palabras que



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Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H...         http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm


              circulaban por todas partes, leí algunas raras obras francesas que trataban del asunto, soñé acerca de
              conceptos que conocía mal y que me habría gustado conocer mejor. En vista de lo cual partí a Berlín”
              (CDG, p. 228; cf. p. 229).

              9 Esto se puede comprobar en detalle. Aunque la cuestión no ha sido estudiada hasta aquí, que yo sepa,
              basta examinar las referencias a Hegel en un libro como Cahiers pour une morale, por ejemplo, y en otras
              libretas de apuntes de Sartre que no fueron editadas para publicación, para ver que sus conocimientos de
              Hegel vienen de traducciones al francés o de la literatura secundaria en francés.

              10 Parece que Simone de Beauvoir le leyó a Sartre e incluso le tradujo ocasionalmente escritos o pasajes
              de Heidegger antes de que él fuera a la guerra. En Conv., p. 229, de Beauvoir le dice: “Recuerdo que me
              hacía traducirle largos trabajos. Creo que hablamos de él (Heidegger) cuando yo todavía estaba en
              Rouen.” Ella enseña en Rouen entre los años 1932 y 1936.

              11 Véase, por ejemplo, Müller 1964, pp. 52–62 y 170–73; y, para otra interpretación, Thévenaz 1962, pp.
              67–83.

              12 De Beauvoir, Conv., pp. 211, 229. “L’être et le néant salió del descubrimiento que había hecho en
              L’imaginaire”, dice S. de Beauvoir y Sartre lo confirma allí mismo. En LC, en cambio, le atribuye el
              descubrimiento de la idea de nada en que se inspira El ser y la nada a su lectura de Kierkegaard en 1939:
              “J’ai aussi trouvé une théorie du néant en lisant Kierkegaard.” LC, I, p. 500. En ninguna de las dos
              ocasiones relaciona Sartre a este libro con la inuencia de Heidegger.

              13 El subtítulo: Essai d’ontologie phénoménologique; el primer tema de la Introducción es: L’idée de
              phénomène, y Sartre declara prontamente en ella que esta idea es la de Husserl y de Heidegger, sin
              reconocer diferencia alguna de orientación entre estos autores y sin darse por aludido de la transformación
              profunda que Heidegger ha introducido en Sein und Zeit en la idea de fenómeno, precisamente. Cf. Sartre,
              EN, p. 12.

              14 Todavía después de varios años, en “¿Qué es literatura?”, Sartre sigue asociando el tiempo en que leyó
              a Heidegger con el descubrimiento de la historicidad del hombre. Véase S II, pp. 242–45; 252–54.

              15 Véase la última parte del ensayo “¿Qué es literatura?”, ya citado, en que Sartre asocia expresamente
              con Heidegger su propia convicción de la importancia de la praxis para el pensamiento y la literatura; pp.
              264 ss.

              16 CDG, p. 34. Cf. pp. 34–35: “L’idée d’espèce humaine a fait des ravages incroyables…”

              17 Lo lee el 27 y 28 de noviembre de 1939: LC, I, pp. 440–43. Cf. p. 458.

              18 Véase Sartre, WD, Translator’s Introduction, p. xvi.




             Director: Adolfo Vásquez Rocca | Revista Observaciones Filosóficas © 2005 - 2011 DanoEX




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Difusión de ideas: husserl, heidegger, sartre dra. carla cordua, en revista observaciones filosóficas dir. dr. adolfo vásquez rocca

  • 1. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm Revista Observaciones Filosóficas Difusión de ideas: Husserl, Heidegger, Sartre Dra. Carla Cordua1 - Universidad de Chile Resumen “Difusión de las ideas: Husserl, Heidegger, Sartre” estudia un aspecto de la formulación y la progresiva recepción de la fenomenología de Husserl por varios autores en la primera mitad del siglo XX en Alemania y Francia. Centrándose en algunas de las relaciones entre Husserl, Heidegger y Sartre, el ensayo se detiene en la comunicación progresiva y difusión paulatina de ciertas ideas centrales de la fenomenología. La recepción del pensamiento ajeno modifica las ideas originales y las marca debido a las circunstancias de diverso orden en las que ocurre. Se estudia con más detención el caso de Sartre y las oscilaciones de su pensamiento y sus escritos entre la posición de Husserl y la de Heidegger. Abstract The paper concerns an aspect of the formulation and reception of Husserl’s phenomenology by several German and French authors during the first half of the 20th century. We focus on some relations between Husserl, Heidegger and Sartre, particularly on the progressive communication of certain central ideas of phenomenology and their gradual diffusion. Reception of someone else’s thinking modifies the original ideas and marks according to the diverse circumstances in which the reception takes place. Special attention is devoted to the case of Sartre and the oscillations in his thinking and his writings between the positions of Husserl and Heidegger. Palabras clave Fenomenología, intencionalidad, Husserl, existencia, “Ser y tiempo”, Heidegger, existencialismo, “Cuaderno de la guerra boba”, Sartre. Key words Phenomenology, intentionality, Husserl, Dasein, “Being and Time”, Heidegger, existentialism, “Carnets de la drôle de guerre”, Sartre. I Difusión de la fenomenología Las relaciones entre precedentes y sucesores en la historia de una disciplina intelectual son, sin duda, muy diversas entre sí y variables de época en época. Hasta ahora el tema de lo que se suele llamar ‘la influencia’ del pasado sobre los representantes actuales de una tradición, siempre mencionado de paso, ha sido poco estudiado por sí mismo, como si no fuera un asunto de interés general. Librada a sus poderes metafóricos dejamos que la palabra ‘influencia’ ejerza sin control crítico sus arbitrarias insinuaciones. Pues no hay duda de que ella inclina a pensar en el fenómeno físico del fluir de una materia en otra, una imagen seductora por su simplicidad y particularmente inadecuada donde se trata del pensamiento. Al punto de que convendría abandonar este término convencional no solo para las relaciones entre posiciones filosóficas, esto es, entre teorías e ideas, donde resulta particularmente ofensivo, sino también allí donde se trata de actitudes, preferencias, actividades humanas debido a que nada es recibido de otros pasivamente en estas 1 de 17 07/11/11 00:58
  • 2. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm áreas sin ser objeto de una reelaboración que lo cambiará en algo distinto. Los receptores humanos acogen activamente lo que reciben aún sin proponérselo, aún sin darse cuenta. La noción reciente de que el presente acoge a su manera al pretérito porque tienen propósitos propios pendientes de realización, es preferible a la de que propone que se deja influenciar por él. Pues sabemos que es natural que se disponga a usarlo, a fundarse sobre él, a criticarlo, celebrarlo, o incluso a amputarlo para someterlo a una selección, entre otras posibilidades activas. Esta noción reciente presupone que la actualidad que acoge posee una cierta conciencia de su posición independiente que, adoptando una actitud propia, se permite valerse de su propia ubicación condicionante frente al pasado. Desde que son posibles muchas actitudes e iniciativas frente a lo heredado del pasado o recibido de otros, y también grados muy diversos de interés en ello, mencionamos aquí en particular a la de la filosofía, que por lo general hace lo posible por no separarse ni perder de vista a su pasado. Sus representantes del día, sin renunciar a sus posibilidades de originalidad, se precian de dar señas de conocer suficientemente a quienes los han antecedido en el tiempo, y discuten a Aristóteles y con él, como si se tratara de un contemporáneo. Es una característica del campo filosófico imponerle al pensador actual dos obligaciones enormes y difíciles de combinar sin conflictos: ha de reactualizar al máximo posible el inmenso tesoro de su historia sin renunciar a la libertad de pensar según imperativos propios y a tono con los de sus contemporáneos y sus diversas proposiciones. El pensador queda colocado por eso, de hecho, frente a una tarea casi inabordable. No es de extrañarse que algunos grandes de nuestra época hayan querido escapar a la presión de esta temible exigencia y se hayan decidido por negarle todo valor a la tradición y llegado a sostener, valiéndose a veces de argumentos dudosos como que el pensamiento filosófico no es teórico sino solo inquisitivo y terapéutico. Otros, en cambio, prestaron mucha atención a las tendencias representadas por pensadores contemporáneos, en desmedro del estudio del pasado. Llenos de admiración por la supuesta superioridad de la manera contemporánea de filosofar y envalentonados por el desdén hacia la metafísica y también por la fuerte inspiración religiosa de gran parte de la filosofía pretérita, los pensadores entonces actuales, se embarcaron en las corrientes más prestigiosas del día. En Francia se impone, entre las dos guerras mundiales, la fenomenología de Husserl. Originalmente el término ‘fenomenología’ fue adoptado por Husserl2 (1900/01), el fundador de esta tendencia, para reemplazar el de ‘psicología descriptiva’ como él había llamado a sus investigaciones anteriores. Inspirándose en Descartes buscaba el fundamento de todo conocimiento en la certeza del ‘yo pienso’ y de sus pensamientos. La reflexión fenomenológica deriva de la correlación creativa entre el pensante y el objeto pensado, de la conciencia y de su comprensión del ser y del sentido de lo experimentado, percibido, evaluado, juzgado por ella. La conciencia como tal está dirigida hacia el mundo y las cosas que lo amueblan y es gracias a esta capacidad activa suya que ella merece ser llamada intencional. El concepto de intencionalidad subraya el carácter sintético fundante de la actividad consciente, destaca la capacidad productiva de la toma de conciencia. Husserl llama ‘constitución’ al resultado creativo del ejercicio de la conciencia. Así llegan a hacérseme presentes el mundo y las cosas: aquel como horizonte amplio en el que existen y funcionan éstas tanto como los respectivos sentidos y valores de las cosas 2 de 17 07/11/11 00:58
  • 3. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm que forman parte de mi experiencia. La constitución fenomenológica, dice Husserl, es doble, a la vez activa y pasiva, esto es, no se ejerce solo en actos fundantes de aquello que la enfrenta, como los relativos al mundo y a las cosas, sino que también tiene una función productiva relacionada consigo misma, mediante la cual se genera como existencia temporalizada. Husserl ofrecerá un método adecuado para penetrar en toda su profundidad y su amplitud la actividad de la conciencia trascendental: lo llama ‘la reducción fenomenológica’. A medida que la obra se va completando, su fundador desarrolla, además del método interno al servicio de la doctrina, un vocabulario especializado cuidadosamente definido para servir al discurso que llevará la convicción fenomenológica a toda Europa y desde allí al resto del mundo. El método le permite al filósofo, entre otras cosas, abandonar la postura natural de la conciencia que, sin darse cuenta, le asigna ingenuamente al mundo, a las cosas, a sí misma y a la propia vida, una existencia separada, autosuficiente e independiente. Sin ni pensar ni cuestionar cómo puede ser que el sujeto y el objeto venzan la separación y el enfrentamiento entre ellos, y sean capaces, a pesar de ellos, de entrar en relaciones cognoscitivas y prácticas. Tanto el conocimiento de la verdad como la eficacia de la práctica reclaman una explicación capaz de mostrar primero su posibilidad a partir de una actividad constituyente de la conciencia a la que el filósofo, libre de supersticiones y creencias infundadas, remite y ofrece un acceso. Otros rasgos de la posición fenomenológica y, tal vez, no exclusivamente el poder persuasivo del conjunto de sus conceptos filosóficos, pueden haber contribuido a la aceptación amplia de la proposición de Husserl. La separación clara y tajante del quehacer filosófico respecto tanto de la actividad de las ciencias exactas como de las ciencias particulares de la naturaleza venía a llenar una necesidad urgente. El positivismo y su negación de la posibilidad de la filosofía era una reacción burda ante el problema de la confusión de métodos y doctrinas entre las diversas formas triunfantes del saber y la verdad en la época moderna. Husserl procede de las matemáticas y trae mucho de esta formación inicial a su manera de entender la filosofía en general y la lógica en particular. Ellas han de convertirse, según los planes del maestro, en actividades de investigar sistemáticamente todos los aspectos de la constitución de las diversas áreas de la experiencia, un campo enorme y nuevo nunca abordado por las ciencias especiales, cuyos temas y métodos realistas ingenuos carecen de la vocación crítica que solo posee y ejerce la filosofía. La tarea de la investigación filosófica es tan vasta que ya no cabe seguir pensando, como en el pasado de la disciplina, que un filósofo solitario pueda llevarla a cabo. Muchos fenomenólogos asociados en una comunidad cónsona se repartirán las tareas pendientes, y, unidos por la convicción común, colaborarán a lo largo de incontables generaciones en la producción de verdades firmes y definitivas debidas a la búsqueda metódica de resultados finales no impugnables. Este carácter colectivo, debido a la colaboración pacífica y acumulativa de la investigación fenomenológica, constituye una proposición atractiva para quienes han dejado atrás la aspiración al heroísmo solitario del filósofo singular que le da su nombre a un sistema de pensamiento y aspira a conquistar a lo sumo a un par de discípulos que le ayuden a defender la posición. Los fenomenólogos, todos juntos y de acuerdo formarán una cofradía ideal dedicada a incrementar indefinidamente la verdad filosófica. Esta forma de idealismo trascendental reclutó una cantidad asombrosa de seguidores 3 de 17 07/11/11 00:58
  • 4. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm y discípulos, principalmente en Alemania y en los países centroeuropeos de cultura y lengua alemanas, así como también en Francia. Hasta hoy se prolonga la existencia de una comunidad fenomenológica más o menos ortodoxa que celebra encuentros y congresos a los que concurren representantes de las más diversas academias filosóficas. En lo que sigue me detendré, primero, sobre la vigencia de la fenomenología en Francia, para estudiar, en seguida, el caso particular de Sartre, que, entendiéndose originalmente como un fenomenólogo husserliano, pasa a establecer posteriormente una relación con Heidegger, un fenomenólogo disidente, por no llamarlo según lo vio su maestro Husserl, como un desertor. En la década de los años veinte ya se conocían en Francia, a través de comentaristas de Husserl, las primeras proposiciones filosóficas del fundador. Destacados entre estos lectores tempranos encontramos a Alexander Koyré y a Victor Delbos; este último publicó un importante artículo titulado Husserl, sa critique du psychologisme et sa conception d’une logique pure, referente a las Investigaciones Lógicas del maestro. El trabajo de Delbos apareció en la Revue de Métaphysique et de Morale, en septiembre de 1911. Pero es recién casi dos décadas más tarde, a partir de 1930, que aparecen numerosos trabajos en Francia que se declaran inspirados por la fenomenología. Entre ellos se destacan los debidos a Gaston Berger y a Jean-Paul Sartre. Berger ve desde el comienzo, y lo dice expresamente, que pensar inspirándose en Husserl como hacen ahora tantos, no es todavía hacer fenomenología en su sentido original. Sostiene: “Un gran número de filósofos contemporáneos adoptan, modificándolo más o menos, el método husserliano, para ponerlo al servicio de la construcción de sus propios sistemas”3. Y en seguida, para hacerse cargo de la ola fenomenológica en francés, Berger propone distinguir entre el sistema filosófico de Husserl y el método fenomenológico. Así cree poder clasificar con cierta justicia a los numerosos escritores que se adjudican entonces la condición de fenomenólogos. Naturalmente Husserl mismo nunca aceptó esta dualidad, en último término indefendible, entre doctrina sistemática y método. Dos figuras sobresalen por su importancia y por la durabilidad de su impacto posterior entre los varios pensadores representativos de la corriente fenomenológica francesa: Sartre y Merleau-Ponty. El primero, ya mencionado, publica en 1936 su trabajo La trascendencia del ego en el que el concepto husserliano de la intencionalidad de la conciencia adquiere un papel sobresaliente. El ingrediente existencialista en esta obra y en otros escritos tempranos de Sartre, tiende a proyectar los caracteres de la conciencia fenomenológica sobre el ser del hombre en el mundo, una extensión que ya muestra más cercanía a Heidegger que un discipulado estrictamente husserliano. El gran tratado de 1943 que lleva el título de El ser y la nada se declara ser una ontología fenomenológica pero deriva hacia el dualismo del en-sí que asoma en el fenómeno y el para-sí de la conciencia activa y la libertad. Su autor, educado como cartesiano, se siente poderosamente atraído por las filosofías de su tiempo y, como veremos más adelante, oscila durante su juventud por bastante tiempo entre Husserl y Heidegger. Este es el caso antes de que Sartre decida comprometerse con Marx sin haber intentado revisar críticamente su propio pasado intelectual y las conexiones teóricas predominantes durante él. Su intensa laboriosidad filosófica se mueve entre estos polos dispares y quedará marcada por tensiones internas nunca suficientemente reconciliadas. 4 de 17 07/11/11 00:58
  • 5. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm Maurice Merleau-Ponty produjo trabajos independientes, a la vez cercanos al espíritu original de la fenomenología y críticos de ciertos aspectos de su versión original, cuyo valor filosófico duradero es reconocido hasta hoy. En 1945 Merleau-Ponty publica su notable Fenomenología de la percepción que se basa, por un lado, en la noción del ‘mundo de la vida’ o Lebenswelt de Husserl y, por el otro, en la idea de existencia humana o Dasein de Heidegger. Mundo y existencia entretejidos en una unidad compleja cuya doble condición es a la vez sensible, percibida e histórica: el cuerpo en el que vivo, sostiene el fenomenólogo francés, significa para mí la apertura del mundo que me constituye como ser finito y situado. La existencia humana es a la vez dependiente y autónoma, y en este sentido, dual. Merleau-Ponty rechaza el retroceso reflexivo de Husserl a la subjetividad trascendental que, por abstracta, no conduce a la verdadera condición del sujeto sensible y del mundo. Las obras de varios otros autores franceses remiten a la fenomenología de Husserl tanto mediante sus reiteradas críticas de la posición del filósofo alemán como a través de su deuda conceptual con ella. Entre estos se encuentran Paul Ricœur y Emmanuel Levinas. También más allá de la filosofía en sentido estricto, la fenomenología consigue no sólo impresionar, sino incluso reclutar para sus filas en Francia a ciertos escritores sensitivos, dispuestos a reaccionar acogedoramente a las corrientes del día. Así Gaston Bachelard, autor de reveladoras descripciones de aspectos fundamentales de la experiencia humana, insiste en calificarse de fenomenólogo sin otra justificación que el contagio, y en llamar fenomenológicas a sus inspiradas exposiciones. Como un ejemplo de adhesión entusiasta a la última novedad, recordemos que en su obra La poétique de l’espace (1957) usa docenas de veces, sin justificarlo debidamente, la voz “phénoménologie” o sus derivados. II Sartre lee Ser y tiempo4. Sartre no pudo terminar de leer Sein und Zeit durante su estadía en Berlín, en 1934. Había comprado el libro en diciembre del año anterior estando ya en Berlín y se había hecho el propósito de leerlo después de terminar el semestre, en Semana Santa. Llega, en efecto, a leer unas cincuenta páginas en esa ocasión, dice (CDG, p. 225), pero pronto abandona provisoriamente su plan de estudiar a Heidegger. Aduce una serie variada de razones para dejar el libro, algunas de las cuales todavía resultan interesantes e instructivas. Su propósito inicial habría sido estudiar la fenomenología en general; en Francia Heidegger era conocido, entonces, como representante de este movimiento. Sartre había leído sin comprender (CDG, p. 225n.), al comienzo de la década de los 30, Qu’est-ce que la métaphysique de Heidegger, publicado en francés por la revista (CDG, p. 225n.), al comienzo de la década de los 30, Qu’est-ce que la métaphysique de Heidegger, publicado en francés por la revista Bifur.5 En 1934, en cambio, inicia, sin llevarla a cabo, la lectura de Sein und Zeit (Ser y tiempo) en el original. Cuenta en sus diarios: Cuando abordé a Heidegger, hacia el mes de abril, resultó que estaba saturado de Husserl. Mi error fue creer que se puede aprender sucesivamente a dos filósofos de esta importancia como se aprende acerca del comercio exterior de dos países europeos. Husserl me tenía ocupado; veía todo a través de la perspectiva de su filosofía, que me resultaba, por otra parte, más accesible por su apariencia de cartesianismo. Yo era “husserliano” y lo seguiría siendo por 5 de 17 07/11/11 00:58
  • 6. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm mucho tiempo. (CDG, p. 225) Otro de los obstáculos que Sartre encontró para completar la lectura de Sein und Zeit fue la dificultad del vocabulario de Heidegger. Sin embargo, cuando finalmente lee el libro en 1939 descubre que ha superado esta dificultad sin haber progresado entretanto en su conocimiento del alemán. Parece que la barrera principal que lo separaba, al principio, del libro estaba en otra parte. Lo esencial, sin embargo, era, ciertamente, la repugnancia que yo sentía de asimilar esa filosofía bárbara y tan poco erudita después de la genial síntesis universitaria de Husserl. Parecía que con Heidegger la filosofía hubiese vuelto a la infancia; yo no reconocía en ella los problemas tradicionales de la conciencia, el conocimiento, la verdad y el error, la percepción, el cuerpo, el realismo y el idealismo, etc. (CDG, p. 226) A pesar de esta impresión Sartre hojea a menudo su ejemplar de Sein und Zeit en los años siguientes (CDG, p. 227), pero sin llegar a leerlo hasta mucho más tarde. Entre 1934 y 1939, mientras se entiende como husserliano, experimenta, durante el trabajo en las obras filosóficas que compone en estos años, las dificultades internas de la posición de Husserl.6 “No podía llegar a Heidegger más que después de haber agotado a Husserl”, esto lo dice Sartre en 1940, recordando el período de sus primeros intentos7 de estudiar Sein und Zeit. En este mismo pasaje en que Sartre sostiene no haber leído otra cosa de Heidegger que la traducción francesa de ¿Qué es metafísica? y Sein und Zeit hacía unos pocos meses, dice, sin embargo, que este filósofo ha ejercido una “inuencia providencial” sobre él. ¿Qué clase de inuencia es esta? ¿A qué se refiere, precisamente, la condición “providencial” de la misma? El llamado período husserliano de Sartre dura poco más de unos cuatro años. Durante él Sartre escribe, salvo por los capítulos finales, L’imaginaire y La transcendance de l’ego e inicia, en 1937, la redacción de un gran libro, La Psyché, que queda inconcluso, pero una de cuyas partes se publica bajo el título de Esquisse d’une théorie des émotions. Estas obras fueron concebidas contra Husserl, dice Sartre, de manera que parece ser la práctica polémica del modo fenomenológico la que acaba separando a Sartre de Husserl. Escribía “contra él, en verdad, pero tal como un discípulo escribe contra su maestro” (CDG, p. 226). Pues la filosofía de Husserl, concluye Sartre, en el fondo conduce al idealismo y él se había acercado a ella precisamente buscando un refugio de la manera idealista de pensar. En las clases de filosofía que tuvo antes de ingresar a la École Normale Supérieure (1924) “optaba por el realismo después de mi año de filosofía. Me había vuelto decididamente contra el idealismo cuando me lo enseñaron” (de Beauvoir, Conv., p. 211; cf. p. 221). Esta opción temprana, que Sartre no abandona nunca y no siente que deba justificar, además de las dificultades internas de la fenomenología mencionadas antes, lo empujan de Husserl a Heidegger. Hice dos buenos cursos de filosofía antes de entrar en la École Normale, y allí no tenía más que una idea — que toda teoría que no dijera que la conciencia ve los objetos exteriores tal como son, estaba condenada al fracaso. Eso fue lo que, finalmente, me hizo ir a Alemania cuando me dijeron que Husserl y Heidegger tenían un modo de captar lo real tal como era. (de Beauvoir, Conv., p. 211) 6 de 17 07/11/11 00:58
  • 7. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm El primer intento inconducente de leer a Heidegger es anterior a la necesidad de encontrar un sustituto no idealista para Husserl. Heidegger es para Sartre, todavía, simplemente otro fenomenólogo, un discípulo de Husserl. No sabemos cómo se convierte para él en una figura independiente, capaz de llenar el papel de maestro alternativo. En el 34 y años siguientes Sartre lee un ensayo de Heidegger sin comprender, lee 50 páginas de un libro cuyo estudio ha programado desde varios meses antes. Sartre sigue siendo un estudiante que ha cifrado esperanzas en el movimiento fenomenológico por lo que se dice de él48 y que confiesa con facilidad, cuando deja de leer Sein und Zeit en Berlín, que el abandono del libro ocurre, entre otras cosas, porque era primavera. “La primavera ha sido siempre para mí la ocasión de un aojamiento completo de mis esfuerzos. Yo trabajo cuando las marmotas duermen” (CDG, pp. 225–26). La lectura efectiva de Heidegger en alemán (1939), en cambio, ocurre después que Sartre ha llegado a ser un autor relativamente consagrado que está decidido a seguir escribiendo obras filosóficas además de literarias. Se encuentra al fin del período en que Husserl le sirve de inspiración y de guía filosófico. “Para mí agotar una filosofía es reexionar desde sus perspectivas, hacerme de ideas personales a sus expensas hasta que caigo en un callejón sin salida” (CDG, p. 226). Cuando agota a Husserl se pone a buscar de veras a Heidegger. Antes —dice Sartre— sólo quise leerlo con una curiosidad de diletante, pero hasta el 39 no me había “acercado a él con la intención de aprender” (CDG, p. 227). No menos importante que la necesidad intelectual es, tal vez, la circunstancia: la segunda lectura de Sein und Zeit ocurre durante el tiempo en que Sartre es soldado. La llamada movilización militar fue para Sartre un período de inmovilidad forzada y una oportunidad de dedicarse casi exclusivamente a leer y a escribir. Durante “la drôle de guerre” (la guerra boba) trabajó intelectualmente como nunca lo había hecho. “De ma vie je n’ai tant écrit” (LC, II, p. 17: “nunca había escrito tanto”). En este momento me parece que un Dios severo ha suprimido todos los placeres de mi vida para que pueda consagrarme por algún tiempo a la cultura, al pensamiento y a las meditaciones sobre mí mismo. Ya ni siquiera siento la guerra sino que me cultivo. Curiosa vida y, si esto continúa, curioso provecho para mí. (LC, I, p. 517) La concentración de Sartre en su propio trabajo se intensificó aún más cuando cayó prisionero de los alemanes. Pues allí cesaron, además de la necesidad de enseñar en el Liceo y la absorbente vida de París, también las actividades del soldado meteorólogo, los paseos por los pueblos cercanos y los desayunos y almuerzos en los hotelitos alsacianos que quedaban cerca del campo militar francés. El prisionero era dueño de todo su tiempo. Allí vuelve a leer el libro de Heidegger. Además, una parte de L’être et le néant es el producto de esta situación única: “Fue concebido durante la guerra boba y en el campo de prisioneros. Lo escribí en ese período — o no se escribía nada o se escribían cosas esenciales” (de Beauvoir, Conv., p. 211). Sartre describe su estado mental en el tiempo que precede a la lectura de Sein und Zeit. Siendo profesor de filosofía del Liceo Louis Pasteur asiste con gran preocupación a la crisis de Munich (1938): “En el tiempo de Munich yo estaba desgarrado entre mi pacifismo individualista y mis sentimientos anti-nazis” (SS, p. 46). Ve venir la guerra. 7 de 17 07/11/11 00:58
  • 8. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm Las amenazas de la primavera del 38 después del otoño me conducían lentamente a buscar una filosofía que no fuera sólo una contemplación sino una sabiduría, un heroísmo, una santidad, algo que me permitiera sobrellevar el golpe. Yo estaba en la misma situación que los atenienses después de la muerte de Alejandro, cuando se alejaron de la ciencia aristotélica para apropiarse de las doctrinas más brutales pero más “totalitarias” de los estoicos y de los epicúreos, que les enseñaban a vivir… Ya suficientemente desprendido de Husserl, deseando una filosofía “patética”, yo estaba maduro para comprender a Heidegger. (CDG, p. 227) “Conveniencia histórica” llama Sartre a esta concurrencia de factores diversos que lo conectaron con el pensador alemán y que lo llevaron, finalmente, a leer el libro que él mismo y otros consideran decisivo para su curso futuro como filósofo y escritor. “Son mi época, mi situación y mi libertad las que han decidido acerca de mi encuentro con Heidegger” (CDG, p. 229) El ejemplar de Sein und Zeit que Sartre compró en Berlín y que luego reabrió muchas veces en Francia sin acabar de leerlo (CDG, p. 227) sirvió para la primera lectura pero no fue el mismo que usó para la segunda durante su prisión de guerra. El nuevo ejemplar fue un regalo de los alemanes en la prisión. Conversando con Simone de Beauvoir 34 años después de los hechos, Sartre sigue encontrando inexplicable el episodio que puso a Heidegger en sus manos cuando lo necesitaba y cuando podía volver a leerlo en las mejores condiciones de concentración y ocio. Sartre: No sé por qué los alemanes me regalaron a Heidegger en el campo de prisioneros de guerra. Esto sigue siendo un misterio para mí. de Beauvoir: ¿Qué fue lo que ocurrió? Sartre: Cuando estaba preso un oficial alemán me preguntó acaso necesitaba algo y le contesté, “Heidegger”. de Beauvoir: Tal vez porque Heidegger gozaba del favor del gobierno… Sartre: Tal vez. En todo caso, me lo dieron. Un volumen grueso y caro. Es raro pues, como sabe, no prodigaban sus favores con nosotros. de Beauvoir: Sí, resulta más bien misterioso. En cualquier caso quiere decir que leyó a Heidegger en ese tiempo. Sartre: Leí a Heidegger mientras estuve en el campo de prisioneros. Y puedo agregar que lo entendí mucho mejor a través de Husserl que a través de él mismo. (de Beauvoir, Conv., pp. 228–29; cf. pp. 260–61) Sartre estuvo nueve meses en prisión de guerra. La segunda lectura de Sein und Zeit es, pues, estrictamente contemporánea de la redacción de las primeras partes de L’être et le néant. Estamos acostumbrados a pensar que la influencia de Heidegger sobre Sartre está presente sobre todo en este libro y, en la escasa medida en que existe tal deuda, esta convicción me parece correcta. La obra filosófica anterior del pensador francés sería “fenomenológica”; El ser y la nada, “heideggeriano”, y la obra posterior, “marxista”. Este esquema tiene muchos defectos pero es posible que el peor de todos sea el de sugerir que Sartre fue, antes que nada, un discípulo. No se puede negar que fue un lector omnívoro, pero un verdadero discípulo no fue nunca. 8 de 17 07/11/11 00:58
  • 9. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm Su actitud ante el pensamiento ajeno era básicamente irrespetuosa y explotadora; seguir a otros adaptándose a ellos, en cambio, no fue nunca característico de Sartre. Además, su conocimiento de grandes libros de filosofía fue, creo, bien limitado. Conocía a Descartes y a Bergson; estudió algunas obras de Husserl, algunas de Heidegger. Leyó algo de Hegel en traducciones dudosas,9 pero se atuvo, mayormente, al comentario de la Fenomenología de Kojève, y luego estudió a Marx, no sé estimar ahora con qué grado de detalle y exactitud. Conoció muchos libros contemporáneos de literatura filosófica secundaria pero no le dedicó el tiempo necesario al estudio profundo o erudito de ningún filósofo. Esto es preciso tenerlo en cuenta al revisar críticamente sus relaciones con Heidegger. Sus comentarios acerca de la inuencia “providencial” que tiene el pensador alemán sobre él se encuentran en los cuadernos redactados durante su tiempo de soldado, antes de caer preso de los alemanes. Las impresiones que Sartre tenía sobre el carácter de la obra y los temas generales de Heidegger parecen haberle llegado principalmente a través de lecturas secundarias, conversaciones, noticias y artículos ocasionales, opiniones y decires que otaban en el aire de Paris y de Berlín en los ambientes universitarios y artísticos.10 Que la filosofía de Heidegger, a diferencia de la fenomenología, enseña a vivir, por ejemplo, o es “más patética”, es, en ese momento, un error típico del que juzga a partir de la opinión y el decir corrientes. Lo cierto es que Sartre cree a medias saber ya quién es Heidegger y lo que piensa, cuando lee Sein und Zeit. Es probable, entonces, que, debido a su actitud general frente al estudio de la filosofía de otros pensadores, ni la lectura diferida y ávida de 1939 ni la de 1940-41 alcanzaran nunca a ser verdaderamente dedicadas y precisas. Aunque una parte del vocabulario de Sein und Zeit es incorporado por Sartre a L’être et le néant y muchos temas, expresiones y motivos pasan del primer libro al segundo, las dos filosofías expuestas en estas obras resultan ser tan diversas que es imposible hacer una comparación intrínseca entre ellas. Además, las cartas desde la prisión que Sartre escribe a Simone de Beauvoir en este período lo muestran encendido de entusiasmo por el progreso de la redacción de L’être et le néant (LC, II, pp. 290, 293, 294, 296, 305). Pero hay muy poco sobre Heidegger en ellas y nada acerca de la inuencia de Sein und Zeit sobre el nuevo libro. Consideremos los pasajes sobre Heidegger en las pocas y breves cartas que Sartre escribió desde la prisión. Aparte de mencionar alguna vez sin más “leo a Heidegger”, el 10 de diciembre de 1940 le dice a S. de Beauvoir: “Leo a Heidegger y nunca me he sentido tan libre” (LC, II, p. 301). Y en una carta sin fecha, inmediatamente posterior a la citada (si la cronología de la edición es correcta), declara: “He retomado a Heidegger al que un cura de Saint-Etienne compró y sigo tres horas de clases sobre él diariamente” (LC, II, p. 302). Esta falta de reacción frente al libro del que ha estado hablando por casi diez años es sorprendente. Como sea, hay que reconocer que no tenemos más que el texto de L’être et le néant, especialmente el de las primeras doscientas páginas manuscritas del mismo (LC, II, p. 305, carta del 9 de marzo de 1941), para averiguar qué clase de lectura le dedicó Sartre a Sein und Zeit en la prisión alemana. Los usos de Heidegger en este libro han sido estudiados anteriormente;11 el mismo Heidegger señaló en la Carta sobre el humanismo hasta qué punto el planteamiento de Sartre era ajeno a su propia empresa filosófica y todos los comentarios responsables admiten las diferencias insalvables entre la filosofía de 9 de 17 07/11/11 00:58
  • 10. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm la existencia de Heidegger y la metafísica de la condición humana de Sartre. De manera que lo que en los Carnets de la drôle de guerre Sartre llama la inuencia de Heidegger sobre él no se refiere necesariamente a la relación que L’être et le néant pudiera o no tener con la lectura de Sein und Zeit en alemán. En primer lugar, aquellas notas sobre Heidegger son anteriores a la concepción del libro de Sartre y, en segundo, éste asocia expresamente la idea central de su gran libro juvenil de filosofía con una noción de la conciencia descubierta al escribir su segundo ensayo sobre la imaginación.12 Según esto último, el libro de Sartre continuaría perteneciendo, en la intención de su autor, al período husserliano, o sería un producto de la lectura de El concepto de angustia de Kierkegaard. Lo primero parece más probable, en vista de lo que declaran su subtítulo y su introducción.13 De acuerdo con lo anterior, la inuencia directa de Heidegger, considerado como una alternativa no idealista a la fenomenología de Husserl, debe ser admitida sólo muy calificadamente en relación con El ser y la nada. La interpretación no debería aceptar que existe más que, a lo sumo, una relación difusa establecida no tanto por el estudio del libro de Heidegger como por la opinión sobre el pensamiento del alemán vigente entonces en los medios franceses frecuentados por Sartre. Esta conclusión negativa, que el análisis de L’être et le néant confirma ampliamente, no nos deja otro documento inequívoco de Sartre sobre Heidegger que las notables páginas de los Carnets; pero ellas no se refieren tanto a sus lecturas como al fenómeno de la inuencia de un pensador sobre otro y a las ideas de Heidegger que Sartre recibió de este modo. La fenomenología, Husserl y Heidegger, dice un pasaje clarividente de Merleau-Ponty sobre la recepción del pensamiento alemán contemporáneo en Francia en la década del 40, se han convertido en un mito y una moda. “Leyendo a Husserl y a Heidegger varios de nuestros contemporáneos han sentido no tanto que encontraban una filosofía nueva como que reconocían lo que habían estado esperando” (Merleau-Ponty 1945, p. ii). Sartre, en escritos que no fueron publicados hasta la década del ochenta, lo dice precisamente así; Heidegger es, antes que nada, una esperanza de ayuda en una situación nueva. La pérdida de su vida normal a causa de la guerra lo enfrenta a algo para lo que no está preparado. Su esperanza es encontrar un filósofo “que le enseñe la autenticidad y la historicidad precisamente en el momento en el que la guerra me haría indispensables esas nociones” (CDG, p. 224). Para afrontar la nueva situación es que adopta algunas ideas más o menos desconectadas entre sí procedentes tanto de sus lecturas de Heidegger como de la opinión vigente acerca de su obra, y participa del entusiasmo generalizado y la esperanza que su medio asocia con la fenomenología y sus representantes. Es la guerra y es Heidegger quien me ha puesto en el camino correcto; Heidegger, mostrándome que no hay nada más allá del proyecto mediante el cual la realidad humana se realiza a sí misma. (CDG, pp. 393–94) La parte más oscura e incompleta de Sein und Zeit, referente a la historicidad de la existencia humana, aparece en las explicaciones de los Carnets como una de las razones principales por las que el pensamiento del filósofo alemán representa un hallazgo insustituible y oportuno para Sartre. La proximidad de la guerra le hace sentir al francés la importancia de las circunstancias históricas para el individuo. “He dicho que yo lo esperaba oscuramente [a Heidegger]; deseaba que se me procuraran 10 de 17 07/11/11 00:58
  • 11. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm los medios para entender la Historia y mi destino” (CDG, p. 229).14 La Historia estaba presente por todas partes alrededor mío filosóficamente, desde luego: Aron acababa de escribir su Introducción a la filosofía de la historia, que yo leía. Por lo demás la historia me rodeaba y me aprisionaba como a todos mis contemporáneos, me hacía sentir su presencia. Estaba mal dotado todavía para comprenderla y captarla, pero deseaba fuertemente poder hacerlo. Me esforzaba por lograrlo con los medios de que disponía. Fue entonces que apareció el libro de Corbin [la traducción francesa de ¿Qué es metafísica?, de Heidegger]. Justo cuando hacía falta. Suficientemente desprendido de Husserl, deseando una filosofía “patética”, yo estaba maduro para comprender a Heidegger. (CDG, p. 227) Sartre no comprendió, sin embargo, el sentido de la historicidad de que trata Sein und Zeit. Heidegger lucha aquí por establecer un concepto de historia que no pertenezca ya al contexto de la metafísica que concibe a la verdad como eterna (esto es, como extra-histórica) y como susceptible de ser establecida con certeza absoluta por la subjetividad que dispone de ella. Esta concepción de la historia, heredada del siglo XIX, es hija de la metafísica que reserva a las esencias y a la verdad para un reino supra-histrico. Por eso este concepto de historia nos pone, inevitablemente, frente al problema del relativismo: si la verdad no es eterna tiene que ser relativa a la época que la conoce y en cuanto relativa, probablemente inválida para toda otra época. Heidegger quiere repensar esta supuesta incompatibilidad entre historia y verdad desde los supuestos metafísicos de que depende. Cuando Sartre toma de Heidegger la noción de “historicidad de la existencia” no está pensando más que en la inserción del individuo en el tiempo histórico. Pero esta forma de entender la historicidad ya había sido elaborada por el historicismo del siglo XIX y nadie en 1940 necesitaba de Heidegger para asimilarla. El uso sartreano de la categoría de historicidad en L’être et le néant reproduce el problema del planteamiento metafísico tradicional al que Sein und Zeit trataba, precisamente, de poner en evidencia como la raíz de la imposibilidad de pensar la idea de una verdad histórica. En éste como en otros casos Sartre piensa como habría pensado también sin haber leído a Heidegger. Ciertos elementos pintorescos del vocabulario y la temática de Heidegger aparecen con gran frecuencia en los Cuadernos de la guerra boba. Las personas despersonalizadas, el “uno cualquiera” (das Man), al que Sartre identifica, algo ligeramente, con lo que en su pensamiento es el hombre inauténtico, es recordado por Sartre con asiduidad a propósito de diversos asuntos y personas. También habla con frecuencia del mundo como el hacia dónde del proyecto existencial. Este es un eco heideggeriano, sin duda. Lo que llama la atención, sin embargo, es que cuando El ser y la nada, escrito inmediatamente después de estos Carnets, describe a la conciencia que se proyecta libremente la presenta como un para-sí acósmico que no tiene más que una relación negativa con el en-sí. Para Sartre el mundo es un resultado del ejercicio de la libertad, no una condición del mismo. Otras categorías heideggerianas que aparecen mencionadas un par de veces en los Carnets y que luego reciben un tratamiento en el fondo ajeno a la relación con el pensador alemán son, por ejemplo, el ser-con-otros (Mitsein), las posibilidades de la existencia y la nada, identificada por Sartre con la conciencia humana pero ligada en Heidegger al tema de la manifestación del ser. Sartre sabía de lo que hablaba, sin duda, cuando 11 de 17 07/11/11 00:58
  • 12. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm sostenía que: “El ‘patetismo’ de Heidegger, aunque incomprensible para la mayoría, impresiona con las palabras Muerte, Destino, Nada, lanzadas aquí y allí” (CDG, p. 229). A pesar de las grandes diferencias entre Heidegger y Sartre como filósofos, lo que hace dudoso que convenga hablar de una influencia del pensamiento del primero sobre el del segundo, no se puede negar que Sartre tiene casi continuamente presente a Heidegger como figura intelectual durante los que son, tal vez, los quince años más decisivos de su vida. Nunca se compara con representantes de la filosofía francesa de su tiempo, mientras que se compara a menudo con Heidegger. El filósofo alemán, un pensador de los tiempos de la decadencia de su país después de la primera guerra mundial, supera en la obra filosófica su situación histórica patética, dice Sartre. La idea de un pensador que asume su situación y sus tiempos impresiona favorablemente a Sartre y se va a convertir, más tarde, en un ingrediente de la teoría del compromiso del escritor con las tareas y los problemas de su época.15 No voy a pretender que las circunstancias [de Heidegger] sean iguales a las nuestras en este momento. Pero hay una relación de conveniencia histórica entre nuestra situación y la suya. Ambas situaciones son desarrollos de la guerra del 14; hay una conexión entre ellas. Así es como puedo redescubrir la manera como Heidegger asume su destino de alemán en la miserable Alemania de la postguerra para ayudarme a asumir mi destino de francés en la Francia de 1940. (CDG, pp. 229–30) Heidegger se presenta como renovador de la filosofía, una tarea que Sartre se ofrece para desempeñar en francés: “el envejecimiento de la filosofía francesa y la necesidad que sentíamos todos de rejuvenecerla” (CDG, p. 228). Pero es, sobre todo, la creencia de que Heidegger no se interesa más que por el hombre y las cosas humanas la que engendra en Sartre la ilusión de que están próximos como pensadores. Le atribuye al filósofo alemán la creencia de que: “La realidad humana se tiene a sí misma como propósito; y es ese sí misma, con su peculiar tipo de existencia, […] que es el valor. No hay más valor para la realidad humana que la realidad humana” (CDG, pp. 137–38; cf. p. 33). Se ve reunido en una misma convicción con Heidegger cuando rechaza la idea del hombre del humanismo clásico. Esta coincidencia, en contraste con la anterior, está bien vista. Ambos filósofos son enemigos del humanismo tradicional, y aunque sus razones son muy diversas, aquí hay algunos puntos de contacto legítimos. Sartre expone sus críticas del humanismo como convicciones que comparte con Heidegger. Esta es precisamente la base del humanismo: el hombre se ve a sí mismo como una especie. Es esta degradación de la naturaleza humana la que yo condeno. Una especie cuyo destino es conquistar y organizar el mundo: hombre cósmico, como dice Ballanche… El hombre como especie biológica, con su destino de especie. El hombre como una realidad positiva que ha de ser determinada mediante experimentos. Nada muestra mejor la urgencia de una tentativa como la de Heidegger y su importancia política: determinar a la naturaleza humana como estructura sintética, como totalidad dotada de una esencia… El método de Heidegger y de los que pueden venir después de él es, básicamente, el mismo de Descartes: interrogar a la naturaleza humana con métodos propios de esa 12 de 17 07/11/11 00:58
  • 13. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm naturaleza humana misma; saber que la naturaleza humana ya se define por la interrogación que ella se dirige a sí misma.16 Esta noción de especie es proporcionada por la biología. Ella se acompaña necesariamente de la idea complementaria de globo terráqueo, pues una especie está sometida al condicionamiento por su medio. Hay, pues, aquí una doble degradación: la de la condición humana en especie humana y la del mundo en globo terráqueo. (CDG, p. 39) Sartre le opone al humanismo, principalmente, la libertad humana, la idea que el hombre es su acción, la de que se define de acuerdo con lo que hace y no según un ser recibido de manera pasiva. Esto, aunque no ajeno a Heidegger, representa una simplificación que deforma su pensamiento. Pues de este esquema sartreano han desaparecido tanto el ser como la verdad, los puntales del orden universal en el cual la existencia heideggeriana tiene su lugar, su tiempo y su misión. Pero Sartre trabaja a partir de una impresión más bien general del sentido de la filosofía de Heidegger y tiene prisa por agregar lo suyo a esta manera de pensar. Esto se puede ilustrar por el modo en que usa el adjetivo “heideggeriano” en los Carnets y en las cartas del mismo período: diversos fenómenos contemporáneos lo impresionan como heideggerianos. Novelas y escritores, ideologías y posiciones políticas, la teoría del relativismo de los significados y el nuevo humanismo, tal como lo representan, por ejemplo, Barrès, Montherlant y Saint-Exupéry, la exaltación de la tierra como suelo histórico en el que el hombre echa raíces que son parte de su identidad y la exaltación del trabajo, en especial del oficio artesanal. Pero más heideggeriana que nada le parece la novela Terre des hommes de Saint- Exupéry (Paris, 1939) que Sartre lee hacia fines de 1939,17 y que comenta tanto en los Carnets como en las cartas contemporáneas de esta lectura. Esta asociación de Heidegger con Saint-Exupéry queda bien establecida entre las representaciones sartreanas. El mismo pensador la repetirá, más tarde, en la parte final de ¿Qué es literatura? y todavía la menciona Simone de Beauvoir como cosa obvia en La force des choses, publicado 23 años después de la lectura que se la sugirió a Sartre. Hablando de las actividades de Sartre después de la liberación de Francia dice: “Pensando, escribiendo, su preocupación principal era la de comprender las significaciones; ya que, después de Heidegger, había sido Saint-Exupéry, al que leyó en 1940 [sic], quien lo había convencido que las significaciones vienen al mundo gracias a las empresas de los hombres: la práctica aventajaba a la contemplación” (de Beauvoir 1963, vol. I, p. 16). A propósito de la proximidad de Heidegger y Saint- Exupéry vemos reaparecer ciertas reservas de Sartre frente al pensador alemán. Si comparándolo con Husserl le parece, al comienzo, primitivo o bárbaro como filósofo, en relación con la novela de Saint-Exupéry percibe sus conexiones con el nacismo. Comentando la lectura de Terre des hommes, donde la experiencia del mundo ocurre a través del oficio y donde los hombres se definen por la acción y el trabajo, dice Sartre: Yo presiento [aquí] no sé qué rebelión secreta contra el capitalismo, un deseo de volver a encontrar al hombre concreto, de ligarlo una vez más, mediante un medio nuevo, al suelo ya que la casa burguesa se ha hundido. Esta vez se tratará del oficio. No lo dudemos, aquí hay una vaga nostalgia de fascismos. Y yo mismo reconozco que en mi pensamiento actual hay un asomo de fascismo 13 de 17 07/11/11 00:58
  • 14. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm (la historicidad, el ser-en-el-mundo, todo lo que ata al hombre a su tiempo, todo lo que le da raíces en su tierra y en su situación). Pero yo odio el fascismo y no me valgo de él aquí más que como de la pizca de sal que se le agrega a la tarta para hacerla parecer más azucarada. (CDG, p. 184) Sobre todo no me gusta este nuevo humanismo. (CDG, p. 74) Sartre pasa por el período en que se interesa intensamente por Heidegger, el período de la guerra, sin decidirse nunca a estudiar a fondo la obra publicada hasta entonces. Ello no le impide, sin embargo, tener una aguda percepción del estilo epocal y de ciertos caracteres de la manera de pensar del filósofo alemán. Aunque los apuntes del momento y las cartas dan, a veces, la impresión de que Sartre aún no logra distinguir claramente entre Heidegger y Husserl, ahora disponemos de documentos que prueban lo contrario. Entre los Carnets de 1939 que se perdieron hay uno, el número 2, (escrito entre el 24 de octubre y el 12 de noviembre) dedicado en parte a un intento (fallido) de reconciliar a Heidegger con Husserl.18 El problema más urgente para Sartre es, entonces, el de la naturaleza de la voluntad, a la que identifica con la conciencia, con la condición humana, con el Dasein de Heidegger. Sartre cree que una reconciliación de Husserl y Heidegger le ayudará a formular una teoría satisfactoria de la voluntad. Como encuentra que aquella reconciliación no es viable se pone a buscar la solución por otra parte. Esta alternativa resulta ser la aproximación de la conciencia a la nada y la concentración del interés de L’être et le néant en una teoría de la temporalidad. Hacia el final de su período de prisionero de guerra, en febrero de 1941, le escribe a Simone de Beauvoir: “Esperando el momento de la partida he vuelto a hacer filosofía y construyo laboriosamente una teoría de la temporalidad. Ciertamente, esto ya no es tan fácil como hacer fenomenología, donde todo salía de suyo” (LC, II, p. 304). Dra. Carla Cordua Universidad de Chile Fecha de Recepción: 1 de septiembre de 2011 Fecha de Aceptación: 6 de septiembre de 2011 BIBIOGRAFÍA Bachelard, Gaston (1957), La poétique de l’espace. Paris: PUF. Beauvoir, Simone de (1963). La force des choses. Paris: Gallimard. Beauvoir, Simone de (Conv). La Ceremonia del Adiós seguido de Conversaciones con Jean-Paul Sartre, Agosto-Septiembre de 1974. Traducido por J. Sanjosé Carbajosa. Buenos Aires: Sudamericana, 1983. Cordua, Carla (1994), Gerencia del tiempo, ensayos sobre Sartre. Mérida, Venezuela: Universidad de los 14 de 17 07/11/11 00:58
  • 15. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm Andes. Delbos, Victor (1911), “Husserl, sa critique du psychologisme et sa conception d’une logique pure”. Revue de métaphysique et de morale, 19: 685-698. Heidegger, Martin (1927), Sein und Zeit. Halle: Niemeyer. Heidegger, Martin (1931), Qu’est-ce que la métaphysique, Bifur, 8: 5-27. Husserl, Edmund (1900/01), Logische Untersuchungen. Halle: Niemeyer. 2 vols. Husserl, Edmund (1907), Die Idee der Phänomenologie, Fünf Vorlesungen, Husserliana Bd. II, Edit. por Walter Biemel, Haag, M. Nijhoff, 1958. Husserl, Edmund (1910/11), “Philosophie als strenge Wissenschaft”, Logos, 1: 289-341 Husserl, Edmund (1913), Ideen zu einer reinen Phänomenologie und phänomenologische Philosophie. Halle: Niemeyer Lalande, André (1951), Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie. Sixième édition revue et augmentée. Paris, PUF. Müller, Max (1964). Existenzphilosophie im geistigen Leben der Gegenwart. Heidelberg: Kerle. Saint-Exupéry, Antoine de (1939), Terre des hommes. Paris:Gallimard. Sartre, Jean-Paul (1983), Cahiers pour une morale. Ed. por Arlette Elkaïm-Sartre. Paris: Gallimard. Sartre, Jean-Paul (CDG), Les carnets de la drôle de guerre. Paris: Gallimard, 1983. Sartre, Jean-Paul (EN), L’être et le néant. Paris: Gallimard, 1949. (Primera edición: 1943). Sartre, Jean-Paul (Im), L’imaginaire: Psychologie phénoménologique de l’imagination. Paris: Gallimard, 1940. Sartre, Jean-Paul (LC), Lettres au Castor et à quelques autres. Ed. por Simone de Beauvoir. Paris: Gallimard, 1983. 2 vols. Sartre, Jean-Paul (S II), Situations, II. Paris: Gallimard, 1948. Sartre, Jean-Paul (SS), Sartre in the Seventies, Interviews and Essays. Traducido por P. Auster y L. Davis. London: A. Deutsch, 1978. Sartre, Jean-Paul (TE), La transcendance de l’ego: Esquisse d’une description phéno-ménologique. Paris: Vrin, 1978. (Primera edición: 1936). Sartre, Jean-Paul (WD). The War Diaries. Traducido por Q. Hoare. New York: Pantheon Books, 1984. Thévenaz, Pierre (1962). What is Phenomenology? and other essays. Traducido por J. M. Edie, C. Courtney y P. Brockelman. Chicago: Quadrangle. 1 Carla Cordua ingresó en 1948 a la Universidad de Chile, como estudiante de pedagogía en filosofía en el Instituto Pedagógico de la Facultad de Filosofía y Ciencias de esta casa de estudios, donde fue discípula de Bogumil Jasinowski, Oscar Marín, Jorge Millas y Luis Oyarzún, entre otros destacados académicos, 15 de 17 07/11/11 00:58
  • 16. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm recibiendo el título de profesora de filosofía en 1954. En 1952, viajó a Alemania, becada por la Universidad de Chile, y permaneció en ese país hasta 1954, realizando estudios conducentes al doctorado en filosofía, primero en la Universidad de Colonia y luego en la Universidad de Freiburg, donde fue discípula de los filósofos Wilhelm Szilasi y Karl Ulmer, del teólogo Bernard Welte y del historiador del arte Kurt Bauch. Con una nutrida carrera académica, Carla Cordua se trasladó a Puerto Rico en 1958, siendo docente del Departamento de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico hasta 1961. Ese mismo año el Rector de la Universidad de Concepción, don David Stitchkin, la invitó a incorporarse al Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Educación de la universidad. Algunos años después, en 1964, se trasladó a Santiago, donde formó junto a su marido, el también filósofo Roberto Torretti, José Echeverría y José Ricardo Morales, el nuevo Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, por el cual pasaron destacados intelectuales y creadores, como Patricio Marchant, Enrique Lihn y Nicanor Parra. Cofundó en 1964 el Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Chile —con José Echeverría, José Ricardo Morales y su marido, que se convertiría en su primer director— y fue presidenta de la Sociedad Chilena de Filosofía. Es miembro del Consejo Editorial de Revista Observaciones Filosóficas <http://www.observacionesfilosoficas.net/> ISSN 0718-3712 Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua (2001), donde ocupa el sillón Nº28,5 ha sido directora de la Revista de Filosofía de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile (2001-2011), de la que es profesora titular. * Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, 2011. Sus estudios filosóficos suelen estar orientados hacia el pensamiento europeo de los siglos XIX y XX, y están centrados fundamentalmente en la obra de tres filósofos de lengua alemana: Immanuel Kant, G.W.F. Hegel y Ludwig Wittgenstein, los que han sido un tema permanente tanto en su docencia e investigación como en las obras que ha publicado a lo largo de su vida. Sin embargo, sus intereses también abarcan la obra y el pensamiento de filósofos como Jean Paul Sartre, Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl, Martin Heidegger y Peter Sloterdijk. 2 En su primera versión ‘fenomenología’ designa una descripción y un análisis de la representación, el juicio y el conocimiento. Se sitúa entre la psicología que explica estos temas causal y genéticamente, y la lógica pura que trata de leyes ideales. Ya en 1907 es llamada (eine Betrachtung) una manera de ver, de considerar, específicamente filosófica. 3 Citado en A. Lalande, Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie, Paris, PUF, p. 769. 4 Esta sección forma parte, en su primera versión, de mi Gerencia del tiempo, ensayos sobre Sartre, Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela, 1994, pp.113-130. 5 Bifur, Nº 8, julio de 1931. 6 “Poco a poco, sin que me diera cuenta del todo, las dificultades se acumulaban; un abismo cada vez más profundo me separaba de Husserl… Las obras publicadas de Husserl no me proporcionaban ninguna respuesta. Y su refutación del solipsismo era poco concluyente y pobre. Fue ciertamente para evadirme de este impasse husserliano que me volví hacia Heidegger” (CDG, pp. 226–27). 7 El primero es el de Berlín, que comentamos ya; el segundo, más exitoso, habría tenido lugar durante la semana santa del año 39 (CDG, p. 225). Esto podría conigir con la afirmación posterior de que leyó a Heidegger en el original en la prisión alemana si lo que el pasaje quiere decir es que ésta fue la primera lectura (Simone de Beauvoir, Conv., pp. 228–29). Es muy probable que el recuerdo más temprano sea el correcto; en estas conversaciones posteriores hay varios errores de hecho, como el referente a las lecturas de Berlín en la p. 235, por ejemplo. Yo supongo aquí, por eso, que Sartre lee el libro de Heidegger en 1939 y que lo relee en la prisión, a pesar de que no conozco el nombre del volumen que recibe de regalo. 8 “En efecto, en el momento en que yo partía hacia Berlín se produjo entre los estudiantes un movimiento de curiosidad hacia la fenomenología. Yo participé de ese movimiento exactamente como participé en el movimiento de los parisienses hacia los deportes de invierno. Es decir, me apoderé de las palabras que 16 de 17 07/11/11 00:58
  • 17. Revista Observaciones Filosóficas - Difusión de ideas: Husserl, H... http://www.observacionesfilosoficas.net/difusiondeideas.htm circulaban por todas partes, leí algunas raras obras francesas que trataban del asunto, soñé acerca de conceptos que conocía mal y que me habría gustado conocer mejor. En vista de lo cual partí a Berlín” (CDG, p. 228; cf. p. 229). 9 Esto se puede comprobar en detalle. Aunque la cuestión no ha sido estudiada hasta aquí, que yo sepa, basta examinar las referencias a Hegel en un libro como Cahiers pour une morale, por ejemplo, y en otras libretas de apuntes de Sartre que no fueron editadas para publicación, para ver que sus conocimientos de Hegel vienen de traducciones al francés o de la literatura secundaria en francés. 10 Parece que Simone de Beauvoir le leyó a Sartre e incluso le tradujo ocasionalmente escritos o pasajes de Heidegger antes de que él fuera a la guerra. En Conv., p. 229, de Beauvoir le dice: “Recuerdo que me hacía traducirle largos trabajos. Creo que hablamos de él (Heidegger) cuando yo todavía estaba en Rouen.” Ella enseña en Rouen entre los años 1932 y 1936. 11 Véase, por ejemplo, Müller 1964, pp. 52–62 y 170–73; y, para otra interpretación, Thévenaz 1962, pp. 67–83. 12 De Beauvoir, Conv., pp. 211, 229. “L’être et le néant salió del descubrimiento que había hecho en L’imaginaire”, dice S. de Beauvoir y Sartre lo confirma allí mismo. En LC, en cambio, le atribuye el descubrimiento de la idea de nada en que se inspira El ser y la nada a su lectura de Kierkegaard en 1939: “J’ai aussi trouvé une théorie du néant en lisant Kierkegaard.” LC, I, p. 500. En ninguna de las dos ocasiones relaciona Sartre a este libro con la inuencia de Heidegger. 13 El subtítulo: Essai d’ontologie phénoménologique; el primer tema de la Introducción es: L’idée de phénomène, y Sartre declara prontamente en ella que esta idea es la de Husserl y de Heidegger, sin reconocer diferencia alguna de orientación entre estos autores y sin darse por aludido de la transformación profunda que Heidegger ha introducido en Sein und Zeit en la idea de fenómeno, precisamente. Cf. Sartre, EN, p. 12. 14 Todavía después de varios años, en “¿Qué es literatura?”, Sartre sigue asociando el tiempo en que leyó a Heidegger con el descubrimiento de la historicidad del hombre. Véase S II, pp. 242–45; 252–54. 15 Véase la última parte del ensayo “¿Qué es literatura?”, ya citado, en que Sartre asocia expresamente con Heidegger su propia convicción de la importancia de la praxis para el pensamiento y la literatura; pp. 264 ss. 16 CDG, p. 34. Cf. pp. 34–35: “L’idée d’espèce humaine a fait des ravages incroyables…” 17 Lo lee el 27 y 28 de noviembre de 1939: LC, I, pp. 440–43. Cf. p. 458. 18 Véase Sartre, WD, Translator’s Introduction, p. xvi. Director: Adolfo Vásquez Rocca | Revista Observaciones Filosóficas © 2005 - 2011 DanoEX 17 de 17 07/11/11 00:58