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TELEVISIÓN Y NIÑOS:
       Análisis del consumo y preferencias televisivas en escolares de entre 8 y 10 años de
                                 la Provincia de Concepción.

El siguiente artículo presenta los resultados de una investigación cualitativa realizada mediante
grupos de discusión en Concepción, Chiguayante y San Pedro de la Paz, Provincia de
Concepción (Chile), con escolares de entre 8 y 10 años de centros educativos privados,
subvencionados y municipalizados. Es un estudio descriptivo explicativo que profundiza en las
razones sobre los gustos y preferencias televisivas infantiles, así como en la identificación y
reconocimiento por parte de los niños y niñas de los valores involucrados en dichos contenidos
y su relación con el proceso de construcción emocional.


Palabras clave: Televisión, Niños, Gustos y Preferencias Infantiles, Valores, Educación.




                                  TELEVISION AND KIDS:
    Analysis of television consumption and preferences on elementary school children
                    between 8 and 10 years old of Concepcion province.

The following article presents the results of a qualitative research conducted through focus
groups in Concepción, Chiguayante and San Pedro de la Paz, Concepción province (Chile), on
elementary school children between 8 and 10 years old of private, subsidized and municipal
schools. Is a descriptive explanatory study that deepens on the reasons about the children-
oriented television likeness and preferences, as the identification and recognition of the values
involved in it contents and it relationship with the emotional construction process.


Keywords: Television, Children, Likeness and Children Preferences, Values, Education.


Álvaro Elgueta Ruiz: Dr. en Comunicación Pública. Escuela de Periodismo, Universidad
Católica de la Santísima Concepción (UCSC). Alonso de Ribera 2850, Concepción - Chile.
aelgueta@ucsc.cl
Claudia Segovia Bustamante: Licenciada en Comunicación Social, Periodista, UCSC.
Edith Venegas Fuica: Licenciada en Comunicación Social, Periodista, UCSC.
1.- Presentación, objetivos y justificación del problema
Está comprobado que dormir, ir al colegio y ver televisión son las actividades a las que los
niños chilenos dedican más tiempo. Según datos recientes del estudio Uso del Tiempo, los
niños (de entre 6 y 12 años) dedican 2 horas y 54 minutos al día a ver televisión, mientras que
las niñas pasan 3 horas y 12 minutos frente a la pantalla chica. (Cimagroup Chile, 2006).


Es de conocimiento público que en muchísimas ocasiones los contenidos que los menores ven
en televisión no están destinados a un público infantil, sino adulto. No obstante, una parte
importante de la programación que ven los niños chilenos corresponde a la denominada
televisión infantil, entendida ésta como un conjunto heterogéneo de géneros, que incluye tanto
dibujos animados como otros formatos audiovisuales (animaciones, marionetas o muñecos,
series con actores reales, misceláneos de entretención, etcétera).


Asimismo, en la actualidad podemos afirmar con seguridad que hay acuerdo entre los diversos
investigadores que los niños y niñas son consumidores televisivos que “construyen activamente
sus propios significados de lo que ven en televisión a partir de su marco conceptual, cultural y
valórico proveniente de la familia y la escuela como agentes socializadores fundamentales”. En
otras palabras, los menores no reciben de forma pasiva lo que ven en la televisión, siendo aún
un tema polémico el cómo se desarrolla esta relación activa entre los niños y la televisión.
(Souza: 1999).


De igual forma, el alto consumo televisivo infantil preocupa tanto a padres como a
profesionales del área, ya que como señala Pablo Rupin, sociólogo de la Pontificia Universidad
Católica y ex miembro del Departamento de Estudios del Consejo Nacional de Televisión
(CNTV), las conductas disruptivas o antisociales (faltas de respeto, deshonestidad, egoísmo,
manipulación, amenazas, etc.) están presentes en la televisión que ven los menores, incluso en
programas supuestamente para niños. (Pérez, 2005: 16-20).


Paralelamente, en los últimos años una serie de cambios han afectado a la televisión infantil en
Chile. Por un lado, ésta ha logrado un importante desarrollo en algunos canales de la televisión
abierta; y por otro, se ha producido un desplazamiento de su audiencia natural hacia los canales
infantiles del cable. (Fuenzalida, 1990).



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Datos recientes del Estudio Estadístico de Televisión Abierta 2000 - 2007 del Departamento de
Supervisión del CNTV, en relación a la oferta infantil, presenta los siguientes resultados:


1.- La participación de la programación infantil en la oferta general fue de 10,6% en 2004;
12,3% en 2005; 11,8% en 2006; y 12,5% en 2007. Aquí dos comentarios: a) En general,
observamos un bajo porcentaje de programación infantil, que apenas supera el 10% del total; y
b) Prácticamente no hay fluctuaciones bruscas de esta participación en los últimos 4 años.


2.- De la participación de la programación infantil en la oferta general según canales se
advierte que Canal 13, en 2004, tuvo un 7,9%; en 2005 un 10,6%; en 2006 un 8,7%; y en 2007
un 10,2%. Chilevisión, en tanto, tuvo un 16,3% en 2004; 14,5% en 2005; 15,9% en 2006 y un
7,2% en 2007. Megavisión presentó un 17,8% en 2004; un 18,1% en 2005; un 10,4% en 2006
y un 14,3% en 2007. TVN, por su parte, tuvo un 5,2% en 2004; un 7,4% en 2005; un 11,2% en
2006; y un 11% en 2007. Por último, RED Televisión presentó un 15,1% de programación
infantil en 2004; 10,7% en 2005; 2,4% en 2006; y 2,2% en 2007. En resumen, en todos los
canales se observan cifras irregulares de un año para otro. No obstante, destaca Mega con la
mayor apuesta de programación infantil; TVN con un crecimiento casi sostenido y RED TV
con una baja ostensible. Canal 13, en tanto, presenta un comportamiento algo errático,
subiendo o bajando de un año para otro.


3.- De igual forma, entre 2004 y 2007 destaca un aumento de contenidos infantiles de origen
nacional, pasando del 14,1% en 2004 al 16,9% en 2005; llegando al 20,1% en 2006, y subiendo
al 24,7% en 2007. No obstante, sigue existiendo una gran mayoría de programación infantil de
origen extranjero, fundamentalmente dibujos animados de origen japonés y estadounidense.
(http://www.cntv.cl/medios/Publicaciones/2008/Estadistico2007.pdf)


Teniendo en cuenta dichos antecedentes (el alto nivel de consumo infantil de televisión y el
bajo porcentaje de programación específicamente dirigida a los menores en la TV abierta), y al
considerar la importancia capital de la televisión en la configuración del mundo de los niños, es
que este estudio se planteó los siguientes objetivos:


Objetivo General
Conocer la opinión de escolares de ambos sexos - de entre 8 y 10 años - de Concepción,
Chiguayante y San Pedro de la Paz, respecto a la televisión abierta chilena; en especial,


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profundizando en los contenidos infantiles que se ofrecen a este segmento. Específicamente, se
trabajó con escolares de establecimientos particulares privados, subvencionados y
municipalizados de las comunas antes señaladas.


Objetivos Específicos
1.- Describir y caracterizar el contexto en el que se produce el consumo televisivo por parte de
los menores, así como las razones de las preferencias televisivas infantiles; 2.- Comprender el
papel que juegan los mensajes televisivos en la configuración del mundo de los niños; 3.-
Examinar el reconocimiento infantil de los valores y antivalores presentes en la programación
televisiva; 4.- Analizar el mensaje medial desde la perspectiva del niño, es decir, cómo éste
percibe y usa estos mensajes en la construcción de su visión de mundo, cómo estos les afectan,
y su relación con el proceso de construcción emocional.


2.- Marco Teórico
Resulta evidente que en la actualidad estamos transitando -cada vez más- hacia una sociedad
en que la información, la comunicación y el conocimiento constituyen ejes centrales en la
articulación de los distintos ámbitos del quehacer social (Souza, 1999: 5); y los niños,
querámoslo o no, nacen y crecen en una cultura mediatizada y globalizada por las
comunicaciones.


Los medios de comunicación han adquirido protagonismo en la vida cotidiana de cada uno de
nosotros, pues constituyen vehículos fundamentales de acceso al conocimiento, el cual se
caracteriza por estar vinculado a la actualidad; por ser transmitido a través de múltiples
lenguajes, proporcionando una estimulación sensorial; y por la pluralidad de su oferta, tanto
en cantidad como en calidad.


Pero junto con el acceso al conocimiento, los medios de comunicación social se han
transformado en nuevos agentes de socialización. Dentro de este proceso la televisión es
considerada como el medio de mayor fuerza e incidencia. “No cabe duda de que los niños
aprenden de la televisión: ésta suministra información, presenta modelos de conducta,
transmite formas de ser, ofrece valores e ideales, promueve gustos, modos y costumbres. En
suma: pone a disposición del niño un repertorio de comportamientos potenciales que
difícilmente aparecerían en el horizonte de posibilidades de millones de individuos” (Ander-
Egg, 1996: 6).


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Lo anterior adquiere gran relevancia si consideramos el acceso que los hogares chilenos han
tenido a la televisión estos últimos años, lo que ha posibilitado que ver televisión sea la
principal actividad que realizan los niños chilenos en su tiempo libre. En efecto, el 95% de los
hogares en nuestro país posee un aparato de televisión y un 97,9% de los menores saben
utilizar este medio (CNTV, 1996). De hecho, en relación al tipo de programas que prefieren,
un 64,7% de los niños consume dibujos animados (Souza, 1999).


Diversos especialistas en el área de las ciencias sociales “han identificado a la televisión como
uno de los fenómenos de mayor interés en cuanto a la influencia que puede tener en la forma
en que se configura y desarrolla la vida moderna, es por ello que el tema de la televisión y el
mundo social es referido como un problema que requiere constante supervisión y análisis”
(Toloza, 1999: 1).


En tal contexto, no debemos olvidar que “el ser humano nace en un entorno simbólico”
(Bryant y Zilman, 1996: 43), en donde la televisión está presente en todo momento y a lo
largo de su desarrollo, constituyendo “un medio innegable de penetración que se ha
convertido en Chile en un punto de referencia obligado en la interacción social”(Toloza,
1999: 88), porque como lo señala Ander-Egg, “merced a la influencia de la televisión, se
internalizan modelos, valores e ideales que llevan a modos de ser que nunca se tendrían como
consecuencia de la experiencia inmediata de niños, adolescentes y adultos” (Ander-Egg,
1996: 67).


2.1 El Niño y la Construcción de la Realidad Social
Investigaciones realizadas respecto de la forma en que el niño construye la realidad social y la
implicancia que en ello tiene la televisión, demuestran que los medios de comunicación social
influyen en la forma en que cada persona “organiza su propia imagen del ambiente”, por lo
cual es importante considerar el contexto en el que se emplean los medios de comunicación
social en el “universo cotidiano” (Berra y Fernández, 1999: 2)


La Teoría de la Construcción Social de la Realidad de Berger y Luckman postula, entre otros
aspectos, que la realidad es un constructo social susceptible de ser analizado a la luz de los
procesos de construcción de significado (Cfr. Avendaño e Izquierdo, 1999: 209 y ss.). En
consecuencia, los mensajes que transmite la televisión “son interiorizados por las personas en


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función de sus experiencias, ideas, de sus sentimientos, de sus creencias y su competencia
cultural” (Lomas: 1998: 79).


Así, el ambiente social y la cultura mediatizan e influyen en la percepción que el niño tiene
del mundo. En palabras de Marianela Denegri “actúan como un filtro que mediatiza la
percepción del mundo y lo hace inteligible para cada miembro de la sociedad.” (Denegri:
2005).


En este contexto la televisión constituye “uno de los medios que entrega al niño información
acerca del mundo, lo que conlleva una forma determinada de estimulación sensorial, una
forma de procesar y elaborar la información recibida, que afecta el proceso de construcción y
elaboración de los esquemas desde los que se interpreta la realidad, incidiendo
fundamentalmente en el ámbito de las emociones del ser humano, por tanto, la experiencia
que tiene cada espectador al ver la televisión es única e intransferible” (Avendaño e Izquierdo,
1999: 209)


En síntesis, la socialización “ya no es sólo el efecto de la interacción con las otras personas y
con el entorno físico, sino el resultado de la influencia de los medios de comunicación de
masas y la publicidad”. Particularmente la televisión constituye una fuente de socialización
indirecta, es decir, a través de la interpretación que se hace de la realidad. (Lomas, 1998:79).


2.2 Desde el dibujo animado a la cognición
Durante largo tiempo se tendió a ver al niño como un receptor pasivo de los contenidos
entregados por el medio. Por el contrario, en la actualidad se le ve como un receptor activo de
la información, ya que él selecciona e interpreta los mensajes de acuerdo a su experiencia,
sistema de creencias y capacidad cognitiva, así como a partir “de las experiencias, valores, el
conocimiento, las opiniones, las actitudes y las motivaciones” (Otero, 1997: 182). Es decir,
realiza una interpretación propia destinada a comprender y darle sentido a lo que ve. Por
tanto, es evidente que el niño no hace suyo todo lo que ve en pantalla, pero los programas de
televisión le dan la oportunidad de explorar y conocer realidades que van más allá de las
experiencias que les brinda el medio donde se desarrollan.


Los niños eligen los programas televisivos de acuerdo a su edad y a sus características
personales para aprender, divertirse e incluso para mejorar su estado anímico. Sin embargo,


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muchos niños viven en ambientes deprivados, con escasa cantidad y variedad de estímulos
culturales. (Musitu, 2003).


La televisión, entonces, cumple un papel fundamental en el aprendizaje por observación
creando expectativas acerca de los beneficios en la realización de determinados tipos de
comportamiento, activando mecanismos de identificación y proyección. Niños y adolescentes
al ver televisión construyen un cúmulo de imágenes mentales, que incluyen detalles visuales
percibidos a través de sus sentidos “a partir de los discursos verbales y gestos del cuerpo y
rostro de los personajes, de sus programas televisivos preferidos”. Estas imágenes influyen en
el recuerdo que los niños tienen de los programas que ven. La generación de imágenes
mentales son diferentes en cada niño y su recuerdo está íntimamente relacionado con la
atención que los niños prestan a la televisión, “la modalidad de presentación del mensaje y la
capacidad que cada niño posee para experimentar la imagen mental con mayor o menor
viveza” (Arroyo, 1999: 80). Junto con el aprendizaje por observación, el niño también
desarrolla un proceso de aprendizaje por imitación. Musitu sostiene que si bien éste no es el
único mecanismo de aprendizaje que tienen los niños, sí es el primero y entrega las bases de
futuros aprendizajes. Los niños son excelentes imitadores, incluso durante los primeros meses
de vida pueden copiar las expresiones faciales de las personas que los cuidan; aprenden a
comer, vestirse, utilizar el baño y relacionarse con los demás, gracias a que sus padres y otras
personas les muestran cómo se hacen las cosas (Musitu, 2003).


Así como los niños imitan permanentemente a las personas que los rodean, es lógico que
también imiten a personajes, como por ejemplo a sus héroes que ven en la pantalla. Sin
embargo, también hay que recordar que el niño no hace suyo todo lo que ve en la televisión,
sino que los programas de ésta le dan la oportunidad de explorar y conocer realidades que van
más allá de las experiencias que les brinda el medio donde se desarrollan.


2.3 Investigaciones relevantes sobre televisión y niños
Las relaciones entre la familia y la televisión suelen estar presididas por toda clase de
contradicciones. Como señala Ferrés a “la televisión se la odia y se la ama a un mismo
tiempo. Se la considera intrusa, pero en el fondo se la acoge como a una madre; se la acusa de
ser un peligro para los hijos, se la hace responsable de la mayor parte de los males que la




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aquejan” (Ferrés, 1996: 33). Sin embargo, no hay fundamentos científicos que apoyen esta
postura.


Es más, desde su masificación, a mediados de la década del 50 del siglo XX, primero en los
Estados Unidos e Inglaterra y luego en el resto del mundo, ha sido constante y creciente la
preocupación social por las relaciones existentes entre la televisión y los niños.


Por esta causa es que se han enfrentado distintas posturas. Por una parte, las más críticas que
atacan al medio por considerar que daña las mentes infantiles y, por otra, las que consideran a la
televisión como un aporte positivo y rescatable al desarrollo infantil.


Preocupación que no es un tema menor puesto que en la actual sociedad del conocimiento los
niños nacen y se desarrollan en un mundo televisivo, es decir, la televisión está presente en todo
momento y lugar a lo largo del crecimiento y maduración de los niños, considerando además, el
tiempo que pasan los menores frente a la pequeña pantalla.


Así mismo, también hay que tomar en cuenta la serie de cambios que está experimentando el
mercado televisivo (tanto a nivel nacional como internacional), reflejado en el aumento de la
oferta específica para niños con la televisión por cable y satelital, y la próxima llegada de la
televisión digital.


Hasta ahora, el enfrentamiento entre posturas divergentes nos ha llevado a respuestas
contradictorias en relación a los posibles efectos generados por la televisión. En otras palabras,
los resultados de las distintas investigaciones realizadas no aclaran el alcance de los efectos
televisivos y en muchos casos arrojan resultados contradictorios.


A continuación se presentarán brevemente algunos de los temas y resultados de la investigación
sobre televisión y niños. Se han considerado varias de las más recientes e importantes
investigaciones a nivel internacional, así como también los distintos conocimientos que se tienen
del caso chileno, provenientes principalmente del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y de
las distintas universidades e instituciones que se han interesado en investigar el tema.


Los exámenes hasta ahora realizados se han ocupado de indagar aspectos tales como la cantidad
de televisión que consumen los niños, los niveles de comprensión que pueden lograr, los


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procesos cognitivos y afectivos involucrados en la visualización, las percepciones que tienen los
menores acerca del medio, las potencialidades educativas de la televisión, el rol de la regulación
parental y los posibles efectos de la televisión sobre ellos.


De igual forma, también se han ocupado de describir y analizar el equipamiento tecnológico del
hogar y la relación que establecen los niños con éste. Así como el papel que juega la televisión en
el tiempo libre de los menores y lo que se sabe acerca de los hábitos infantiles de consumo
televisivo, entre otros tópicos.


En el caso chileno, sobre estos puntos destacan las sucesivas investigaciones que ha venido
desarrollando el CNTV desde mediados de los 90 a la fecha (www.cntv.cl). Entre las más
destacadas se cuenta el estudio del Consejo en conjunto con la Pontificia Universidad Católica
(PUC) del año 99. Aquí se demostró que los niños de diversos tipos de establecimientos
educacionales (municipalizados, particulares subvencionados y particulares privados) y de los
distintos niveles socioeconómicos asociados, tienen como actividades preferidas jugar y ver
televisión.


En el ámbito internacional, referente obligado son los resultados de los proyectos encabezados
por la investigadora inglesa Sonia Livingstone (1995, 1997, 1998 y 2001). Uno de ellos, del año
98, aplicado en varios países europeos, buscó dilucidar los patrones de uso, el impacto en el
tiempo libre y las formas de relación que tienen niños y jóvenes con los distintos medios. En este
caso, se comprobó que existe una relación negativa entre el nivel socioeconómico y la posesión
de televisión en el dormitorio de los niños. En otras palabras, a mayor nivel socioeconómico,
menor es la cantidad de niños ingleses que tiene televisión en sus dormitorios. Cuestión que no
sucedió en los otros países europeos participantes del estudio. En cuanto a los tiempos de uso, los
resultados son similares en las distintas naciones involucradas. En el caso inglés, nuevamente, los
menores pasan, en promedio, 147 minutos al día viendo televisión, 30 jugando computador, 12
utilizando el PC para otros fines y sólo 16 minutos leyendo libros (Livingstone, 1998).


En el caso español, sobre el mismo asunto, existen otras investigaciones encabezadas por
Carmelo Garitaonandia y otros (1998, 2001 y 2005). Una de ellas, también del 98, junto a Patxi
Juaristi, José Oleaga y Fátima Pastor, llamada “Las relaciones de los niños y los jóvenes con las
viejas y las nuevas tecnologías de las información”, publicada en la Revista ZER de la
Universidad del País Vasco (UPV) trata casi los mismos temas de los estudios de Livingstone.


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Más específicamente, entre sus resultados arrojó que el 54,5% de los hogares españoles poseen al
menos 2 televisores; que el 63% de las familias poseen un equipo de video y que el 19,3% de los
hogares poseen un computador (Cfr. Garitaonandia y otros, 1998: 131-161). A la fecha de hoy,
evidentemente, estos datos han cambiado positivamente, dado el abaratamiento de los
electrodomésticos (televisores de plasma, computadores y DVD’s) y la popularización de juegos
como la play station u otros similares


El mismo estudio de Garitaonandia y otros señaló, además, que los niños de entre 6 y 13 años
ven televisión todos los días, solos o en compañía de sus padres, hermanos u otros familiares.
Mientras que los jóvenes mayores de 15 ven televisión más frecuentemente con sus amigos. Del
mismo modo, los investigadores vascos concluyeron que los niños y jóvenes establecen una
relación normal y cotidiana con estos equipamientos y no parece haber evidencias de que éstos
deterioren las relaciones familiares o con sus pares. De hecho, enfatizan que niños y jóvenes
ponen por delante a sus amigos antes que a las máquinas o las nuevas tecnologías.


Asimismo, los resultados de Garitaonandia y otros en relación al uso del tiempo libre son
similares en niños de entre 6 y 13 años, pudiendo caracterizarse su rutina de la siguiente forma:
salen del colegio y van a una actividad extraprogramática (que en la mayoría de los casos es en el
mismo establecimiento, obligatoria y complementaria con la formación curricular formal: ya sea
deporte, gimnasia, actividades artísticas, etc). Luego van a sus casas, comen algo y realizan sus
tareas. Posteriormente, ven televisión en rangos que van desde media hasta cuatro horas. Otras
actividades que realizan es salir con amigos o ir a casa de alguno de ellos (Ibid).


Otra investigación española, cuyos resultados también fueron publicados en la Revista ZER de la
UPV, fue la encabezada por José Ramón Pérez Ornia y Luis Nuñez Ladevéze. Aquí, entre 2001 y
2005, mediante análisis de contenido, se trató de establecer las señas de identidad del producto
infantil y sus características retórico-formales, así como los rasgos de los actores esenciales del
relato, prestando especial atención a tres variables que preocupan: violencia, sexo y
discriminación. Así mismo, se ocuparon de abordar la disonancia entre los criterios normativos
de los padres y su conducta efectiva en relación a la cantidad de televisión que deben ver sus
hijos, a los contenidos y a sus hábitos de consumo (Cfr. Pérez y Nuñez, 2006: 133-177).


En el caso chileno, en relación con el lugar de la televisión en el tiempo libre de los menores,
destaca un estudio de la UNICEF del año 97, que señaló que si bien ver televisión es la actividad


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más realizada no es la que más gusta y sí, la que los menores estarían más dispuestos a cambiar
(TIME-UNICEF, 1997). Resultado que se contrapone a evidencias estadounidenses que indican
que la mayoría de los niños señalaron que ver televisión es lo que estarían menos dispuestos a
sacrificar (Stranger, 1997 y 1998; y Stranger y Gridina, 1999).


No obstante, otro estudio norteamericano, en este caso el Nickeodeon/Yankelovich del año 97,
realizado con niños y jóvenes de entre 6 y 17 años indica que éstos tienen muchas opciones de
actividades y que ocupan de manera diversa el tiempo fuera de la escuela. La mayoría hace las
tareas, ve televisión, come, juega, usa el computador y habla por teléfono. Además, cerca de un
tercio de los menores dijeron leer revistas y un porcentaje aún mayor indicó ir de compras al
mall. Así mismo, se observó que cada vez más niños están haciendo tareas de adultos como
cocinar, lavar ropa o comprar; siendo aquellos cuyas madres trabajan quienes más realizan estas
labores (Nickeodeon y Yankelovich, 1997).


Respecto del consumo de medios, el mismo informe indicó que niños y niñas - diariamente -
escuchan 1,4 horas de radio; 1,4 horas de música en CD’s o cassettes; 2,8 horas de televisión
durante los días de la semana y 4 horas durante los fines de semana. Además, un 65% dijo leer
siempre algún diario; y de los que tienen computador en casa, un 25% dijo usarlo todos los días y
un 40%, al menos una vez a la semana (Ibid). Aquí, la misma idea: es seguro que al día de hoy
hayan aumentado entre los niños los niveles de consumo de videojuegos, Internet, uso de DVD’s,
teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos.


En Inglaterra, en tanto, la investigación de Chambers, Karet, Samson y Sancho-Aldridge también
muestra un amplio rango de actividades en las que participan los menores. Gran parte de su
tiempo de descanso es ocupado por éstos viendo televisión, pero ésta se acomoda a otras
actividades como jugar (solos o con amigos), salir, leer, hacer deportes, jugar con la consola de
videojuegos o en el computador, o bien hacer otras actividades (Chambers y otros, 1998). En
otras palabras, niños y adolescentes aprenden rápidamente cómo acomodar grandes cantidades de
consumo televisivo sin tener que necesariamente sacrificar otras actividades. Así también lo
demuestran otras investigaciones como la de Gunter y McAller, quienes indican que la televisión
es una actividad que puede ser llevada a cabo simultáneamente con otras, pero que no es
necesariamente la actividad primaria entre aquellas realizadas de forma simultánea. De hecho, los
niños aprenden a acomodar su consumo televisivo y su estudio o lectura, haciendo ambas cosas
al mismo tiempo. Así mismo, el uso de la televisión por parte de los niños, según este estudio, no


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se relaciona directamente con un uso menor de otros medios o tecnologías. De hecho, puede
ocurrir lo contrario, es decir, que aumenten algunos consumos (Gunter y McAller, 1997).


Datos estadounidenses acerca de la magnitud del consumo televisivo infantil señalan que los
menores dedican entre 20 y 25 horas a la semana a tal efecto, con una pequeña variación entre los
días de semana y los fines de semana. En otras palabras, los niños antes de los 18 años han
pasado más tiempo frente al televisor que en la sala de clases (Sweet y Singh, 1994).


Investigaciones inglesas similares, respecto de la cantidad de consumo televisivo en niños entre 4
y 15 años, muestran dos grandes tendencias: Primero, que los niveles de consumo aumentan a
medida que aumenta la edad, con una media de 2,5 horas diarias para niños de 4 años, y de 3
horas al día para los menores de 11. Y segundo, la cantidad promedio diaria de consumo
televisivo infantil cambió poco en los 80 y 90, mientras que el promedio de consumo en
adolescentes y adultos aumentó en igual período (Gunter y McAller, 1997). Información que es
distinta a los resultados observados en Chile.


Sobre el mismo punto, es decir, el tiempo de consumo, para el caso chileno basta ver los distintos
estudios del CNTV disponibles en Internet o bien los datos de rating que proporciona Time-
Ibope, empresa que se ha posicionado como líder en investigaciones de este tipo.


Datos de la Encuesta Nacional de Televisión de 1996 señalan que el consumo infantil aparece
fuertemente asociado al nivel socioeconómico de los entrevistados. El consumo televisivo
infantil promedio reportado por los padres para los fines de semanas es de 3,8 horas para los
niños de nivel socioeconómico alto; 4,2 para el medio y 4,7 horas para el bajo. En otras palabras,
según estos resultados a mayor pobreza mayor es el consumo televisivo infantil. De igual modo,
según resultados del mismo estudio, el 35,2% de los padres consideran que sus hijos ven mucha
televisión; un 48% dijo que la cantidad es regular y tan sólo un 18,9% consideró que ven poca
televisión. Siendo los padres de nivel socioeconómico alto, los que tienen un nivel educacional
universitario o superior y las mujeres, quienes dijeron en mayor proporción que sus hijos ven
mucha televisión (CNTV, 1996 c).


Otro ejemplo es la investigación del CNTV y la PUC cuyos resultados dan cuenta de que el 27%
de los niños entre 6 y 14 años ve televisión sólo en las mañanas; un 69% ve también en la tarde y
un 48% en la noche. Además, sobre el modo específico de ver televisión y el uso del control


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remoto y la televisión por cable, destaca el surfing o recorrido rápido por distintas señales sin
detenerse en ninguna. En este caso un 46,3% de los niños dijo cambiar de canal durante los
comerciales (zapping) y un 67% señaló ver varios canales –surfing (CNTV y PUC, 1999).


También en Chile, hace diez años, de acuerdo a datos de Time-Ibope, los niños (de entre 5 y 14
años) son el segundo segmento con mayor nivel de consumo televisivo después de los adultos
mayores. El consumo infantil promedio anual es de 141 minutos diarios y alcanza su clímax o
punto máximo entre los meses de mayo y junio, con 163 minutos diarios los días de semana. En
tanto, los fines de semana el consumo máximo es entre marzo y agosto con un promedio cercano
a los 140 minutos diarios (CNTV, 1998 b).


De igual manera, estimaciones de Search Marketing de 1995 indicaron que los niños entre 5 y 10
años consumían casi el doble de televisión pagada que de televisión abierta; lo que permitió
suponer que el consumo infantil era bastante superior a los 140 minutos diarios antes señalados
(BBDO, 1995).


Sobre los gustos de los menores, los datos del Consejo arrojan que éstos centran su consumo en
la programación televisiva infantil, ya sea de señal abierta o cable; y respecto de las preferencias
por tipos de programas, éstos dijeron preferir por orden dibujos animados, telenovelas y películas
(CNTV y PUC, 1999). Información que es claramente coincidente con nuestros resultados
preliminares y también con los datos aportados previamente por Guajardo y otros, quienes
además, también descubrieron que a más del 70% de los niños les gustaban los programas
policiales, en especial entre los hombres; y las telenovelas, en el caso de las mujeres (Guajardo y
otros, 1994).


En Inglaterra, según Gunter y McAller, se produce algo similar: Los niños ven más programas de
tipo acción-aventuras y deportes; y las niñas, más telenovelas. Del mismo modo, a mayor edad el
consumo de programas infantiles cae y aumenta el consumo de programación general (Op. Cit).
Igual que en el caso chileno según muestran los datos del CNTV.


Sobre el consumo de dibujos animados, la investigación inglesa de Chambers y otros, señala que
los niños no son adictos a una dieta de ellos, pero que éstos sí juegan un papel particular dentro
del consumo televisivo de los menores. Es más, dichos resultados indican que los favoritos son
aquellos que contienen humor, prefiriéndolo antes que la acción o la violencia. Más


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puntualmente, el núcleo de consumidores de dibujos animados de acción son los niños hombres
entre 5 y 7 años, el resto sólo los ve si no hay más opciones. Asimismo, los dibujos animados de
acción no son populares entre las niñas menores, quienes los encuentran ruidosos e incluso
atemorizantes; mientras que las niñas mayores los encuentran aburridos (Op. Cit).


Resultados similares encontramos en estudios desarrollados en nuestra zona (Concepción) por
Domínguez y Schade, entre otros, y también en los hallazgos preliminares de nuestra propia
investigación. En todos los casos, independientemente del tipo de establecimiento que se trate.


Por ejemplo, según Domínguez y Shade entre las razones que explicarían el alto consumo de
dibujos animados y programas infantiles, diversos estudios concluyen que los niños ven televisión
como subsidio a las limitaciones en la realización de otras actividades, como hacer deportes o
jugar con los amigos (Avendaño e Izquierdo, 1999: 205-206). Así mismo, la falta de recursos
económicos de la familia para realizar otras acciones de entretenimiento, puede convertirse en una
de las variables que deja como principal opción pasar la mayor parte del día frente al televisor.
Según ambas investigadoras, en el caso de los preescolares pertenecientes a establecimientos
municipalizados de la comuna de Concepción el consumo televisivo puede ser mayor al de
alumnos de un colegio particular. Así también los horarios en que éste se realiza suelen ser mucho
más flexibles. (Cfr. Domínguez y Shade, 2004: 235- 236).


La forma en que se lleva a cabo el consumo televisivo en los niños, también ha sido objeto de
análisis. La investigación de Domínguez y Schade arrojó que la mayoría de los padres afirman que
sus hijos son acompañados por sus familias (padres y hermanos) al momento de ver televisión.
Esto contrasta con lo señalado por los propios niños, ya que ellos aseguran ver mayoritariamente
televisión junto a sus hermanos, primos, amigos o solos, pero rara vez junto a sus padres (Ibid:
236-237).


Un estudio posterior de Aldunate y Domínguez preguntó a los padres de niños de 5 años de
colegios particulares, particulares subvencionados y municipales de la comuna de Concepción,
cuál era el programa más visto por su hijo. Estos señalaron en primer lugar los dibujos animados,
seguido de programas infantiles y la tercera opción correspondió a películas para niños. El mismo
estudio reveló que el mayor consumo televisivo lo poseen los niños pertenecientes a
establecimientos municipalizados, con un promedio de 3 horas diarias (incluidos los fines de
semana). Estos resultados no se alejan demasiado de los obtenidos en otros establecimientos,


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siendo la diferencia levemente más notoria con los establecimientos particulares, teniendo éstos un
promedio de consumo televisivo de 2 horas diarias. (Cfr. Aldunate y Domínguez, 2006: 185-206).


En cuanto a los horarios en que los niños ven televisión, la investigación de 2006 arrojó que éste
varía de acuerdo a mañana, tarde o noche, según su horario de clases o al establecido por sus
padres. Dicho estudio dejó en evidencia la siguiente contraposición: por un lado, el 72% de los
apoderados señaló que sus hijos ven televisión mayoritariamente con la mamá. Sin embargo, un
86% de los niños indicó que veía televisión solo. Consultados los padres acerca de si seleccionan o
no los dibujos animados que ven sus hijos, un 65% respondió que sí; mientras que de los alumnos,
sólo un 53% afirmó que tenía algún tipo de control acerca de los programas que podía ver (Ibid).


En síntesis, cuando un niño enfrenta sin compañía los mensajes que emanan de la televisión, no
puede discriminar entre los que son positivos y los que no lo son. Es por ello que la participación
de los padres como mediadores entre el niño y la televisión adquiere gran relevancia, influyendo
en esto el estilo paterno o materno de enfrentamiento, el cual determinará el tipo de programación
y la cantidad de tiempo que los niños dedican a ver televisión, así como el interés por hacer
respetar al niño la reglamentación de programas, entre otros aspectos.


En los Estados Unidos, en tanto, ocurre algo similar: casi el 75% de niños entrevistados, entre 10
y 17 años, dijeron ver dibujos animados u otros programas infantiles. Además, una proporción
semejante dijo ver las noticias a lo menos tres veces por semana y un porcentaje similar indicó
ver programas de la televisión pública (Stranger, 1997).


En otro aspecto, las investigaciones sobre televisión y niños también se han ocupado de la
influencia de la televisión en la vida social de los menores y sus familias, así como las razones y
motivos que llevan a los niños a ver televisión. Sobre el primero de estos puntos, también en el
caso chileno, hay que echar mano de los estudios del CNTV y de otros ya señalados previamente.
Un ejemplo, es el estudio de Guajardo y otros del año 94. En este caso, el 66% de los padres dijo
no ver televisión en compañía de sus hijos o que lo hacen sólo ocasionalmente (Op. Cit).


Así mismo, una investigación del CNTV del año 96 mostró que en Chile un 80% de los
entrevistados dijo que hay horarios en que la familia ve junta televisión: esta es la hora de las
telenovelas, los informativos y los programas inmediatamente posteriores a éstos, es decir, en el
horario prime time y nocturno. También, un 80% de los padres dijo que hay horarios en que los


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niños y niñas ven televisión solos o en compañía de otros menores. Situación que se produce
fundamentalmente en las mañanas y en las tardes, dependiendo del horario en el que éstos asisten
al colegio (CNTV, 1996 c).


Un estudio posterior del mismo centro, esta vez del año 97, constató una mayor segmentación del
consumo televisivo al interior de las familias. En otras palabras, cada miembro utiliza parte
importante del tiempo dedicado a la televisión viendo programas de su interés particular (según
edad y sexo). Del mismo modo, este estudio volvió a comprobar que la reunión familiar frente al
televisor se produce casi exclusivamente en el horario prime time y nocturno. Es decir, a la hora
de las telenovelas nacionales y las noticias. Cuestión que es algo distinta en los estratos medios y
bajos, en donde sigue siendo frecuente que se reúna toda la familia a ver televisión durante los
fines de semana. Muy probablemente, ello se deba a que estos sectores cuentan con menos
recursos económicos para salir o gastar dinero en recreación y que la televisión se transforma
para ellos en una alternativa gratuita y al alcance (CNTV, 1997 b).


Respecto de con quienes ven televisión los menores, los resultados del estudio del CNTV y la
PUC arrojaron que el 55% de los niños ve televisión solo; un 59% con hermanos; un 39% con los
padres y sólo un 3,4% con amigos. Ocurre también que los niños con TV cable dijeron más
frecuentemente ver televisión solos en sus hogares (Op. Cit).


En resumen, la televisión también es un instrumento de socialización en la medida que sus
programas son una fuente importante de conversación y juego entre ellos.


Sobre las razones o motivos que tienen los niños para ver televisión, hay suficientes evidencias
como para afirmar que existen variables tales como las características de personalidad, los
estados de ánimo o bien variables motivacionales y anímicas que influyen en la forma en que los
sujetos usan la televisión. Ahora bien, entre las razones o argumentos que se asocian al consumo
televisivo, entre las más comunes, está la búsqueda de entretenimiento, distracción, emociones,
sensaciones, vías de escape, formación cultural, conocimientos, etc.


La investigación inglesa de Gunter y McAller también demostró que en el consumo televisivo de
los niños, éstos eligen determinados programas y personajes. De hecho, las razones infantiles
para ver televisión están relacionadas con los tipos de programas que ven y lo que piensan de
ellos. Por ejemplo, si buscan entretención verán más dibujos animados o comedias y, en


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consecuencia, menos noticias (Op. Cit.). Resultados coherentes con los de Chambers y otros
(1998) quienes demostraron que la televisión juega diferentes roles para los niños. En este caso
es vista como un medio para relajarse después del colegio, es decir, como entretención y
diversión o bien como remedio para combatir el aburrimiento, brinda compañía, se presenta
como una manera entretenida para aprender, y - por último - provee de temas de conversación
entre los amigos (Op. Cit.). Similares resultados encontramos en las investigaciones del CNTV y
en otras, incluida la nuestra.


Por otro lado, respecto de otros tópicos de la investigación sobre televisión y niños, hay
investigaciones que abordan la comprensión que tienen los menores de los contenidos y formatos
televisivos, así como también su capacidad para distinguir fantasía de realidad. En este sentido, la
mayor parte de las investigaciones sobre la comprensión que tienen los niños de la televisión se
ha focalizado en los cambios evolutivos en el nivel de comprensión de éstos. No obstante, la edad
no es la única variable a considerar, sino que también se deben incluir otros factores tales como
el formato y el contenido de los programas o el como éstos afectan su comprensión.


Frente a la distinción entre realidad y fantasía que hacen los menores, distintos estudios se han
esforzado en establecer la frontera entre un área y la otra. La investigación ha demostrado que los
efectos de la televisión dependen significativamente de la percepción de realismo de las acciones
vistas. En general, los eventos más reales (o percibidos como tales) tienen efectos más duraderos
y profundos en las personas. No obstante, cabe puntualizar que en el caso del consumo de
programación infantil - en Chile y en el resto del mundo - ésta se concentra mayoritariamente en
contenidos de ficción.


Además, como bien dicen Hodge y Tripp, mucho de lo que los niños saben de distintos ámbitos o
esferas de la realidad ha sido aprendido en la televisión (Hodge y Tripp, 1998). Ahora bien, la
capacidad para distinguir fantasía de realidad es algo que, en un nivel superficial, se desarrolla
tempranamente. Por ejemplo, de acuerdo a resultados aportados por Gunter y McAller los niños
pequeños son capaces de hacer rápidamente distinciones entre programas animados y con
personajes humanos o de verdad; además prontamente comprenden que los héroes de la
televisión no son personas reales. Es más, antes de comenzar la escolaridad pueden hacer
distinciones básicas entre programas que son reales, por ejemplo, las noticias y otros que parecen
reales, en este caso, los dibujos animados. De hecho, en la distinción entre fantasía y realidad los



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niños menores tienden a concentrarse en los elementos físicos de un programa para identificar su
realismo (Op. Cit.).


Igualmente, Gunter y McAller en sus intentos por hacer comparaciones entre la televisión y la
vida real, entendidos como ámbitos opuestos y excluyentes, definieron el uso de tres estrategias
generales: Primero, determinaron el establecimiento de la categoría actual, entendida como la
existencia e inexistencia del contenido televisivo en el mundo real. Segundo, establecieron una
segunda categoría denominada posible, entendida como la posibilidad o posibilidades de que
sucedan esos contenidos en el mundo real; y por último, definieron una tercera categoría:
imposible, entendida como todo aquello que no puede ocurrir en el mundo real. Los resultados
aportados señalan que las distinciones basadas en lo actual las hacen los niños de todas las
edades; mientras que las distinciones hechas en torno a lo posible tienden a ser más usadas por
los niños más pequeños. En cambio, las opiniones respecto de lo imposible han sido observadas
en niños de mayor edad (Op. Cit.).


Una segunda manera de entender cómo los niños distinguen entre un contenido real y uno ficticio
es a partir de las dimensiones de factualidad y realismo social. La primera se refiere a “un juicio
sobre si un evento mostrado realmente sucedió en un mundo que no es ensayado y si la gente en
pantalla es vista en su vida real; mientras que la segunda es discriminada sobre la base del
formato y las formas, y es lo que permite distinguir, por ejemplo, los noticiarios de otro tipo de
programas.” (CNTV, 1999).


El realismo social, por su parte, es similar al atributo de lo posible en el caso antes señalado.
“Refleja un juicio sobre si la gente y eventos en televisión son como los del mundo real. Se basa
en la consideración de si la percepción es verdadera para la vida, aún cuando se sepa que es un
programa ficcional. Se distingue fundamentalmente a través del contenido del programa, y no
tanto en relación al formato” (Ibid: 39).


Así mismo, sobre la discriminación valórica (importante punto de atención y objeto de análisis de
la presente investigación) está comprobado que los televidentes - grandes y chicos - evalúan las
acciones y conductas de los personajes, tornándose éstas más complejas en conformidad con el
desarrollo psicológico y la edad de los sujetos.




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Buen ejemplo son los estudios ingleses de Gunter y McAller. En este caso, ellos investigaron las
dimensiones usadas espontáneamente por niños entre 8 y 12 años para discriminar entre
personajes de televisión. Se encontraron cuatro dimensiones principales: humor, fuerza, atractivo
y nivel de actividad de los personajes. Constataron que los motivos y razones para las acciones y
sus consecuencias para las víctimas fueron importantes modificadores de los juicios de los niños
acerca del carácter moral de un personaje (Op. Cit.). Así mismo, resultados de otras
investigaciones muestran que los niños más pequeños no pueden realizar juicios morales sobre
un personaje o sólo hacerlo siguiendo demostraciones concretas de qué tan bueno o malo es este.
En torno a los 10 años, los menores sí son más capaces de juzgar a un personaje como bueno o
malo basado en información no evidente sobre éstos (CNTV, 1999).


En el caso chileno, sobre este punto, nuevamente están los hallazgos del CNTV y la PUC del año
99. Específicamente, se evaluó el razonamiento moral de los niños frente a personajes de
telenovelas: se les pidió a los menores que indicaran si les parecía buena o mala la conducta de
un determinado personaje televisivo y por qué. De acuerdo con esta investigación, respecto del
desarrollo moral, se analizaron las explicaciones de los niños, sin importar si juzgaban positiva o
negativa la conducta, con el fin de determinar la naturaleza del razonamiento moral de los
individuos.


Con este objeto se construyó una escala con cinco niveles de juicio moral: en el nivel 1 las
respuestas aludían a características personales de los personajes y no implicaban un real
razonamiento moral; en el nivel 2 las respuestas enfatizaban lo deseable socialmente; las
respuestas de nivel 3 enfatizaban las consecuencias de los actos; el nivel 4 agrupó las respuestas
que se centraban en las normas establecidas; y el nivel 5, aquellas que aludían a principios y
valores universales como la libertad o la vida.


Dichos resultados arrojaron lo siguiente: en general niños y jóvenes se concentraron en el nivel 3
(39,1%). Aquí el mayor porcentaje se presentó en los niños de 2º y 5º Básico. Para ellos esto se
puede adjudicar al centramiento de los menores de este rango en las consecuencias que sus actos
tienen para sí mismos, y a su preocupación por evitar castigos y buscar recompensas. En el nivel
1 se presentó un alto porcentaje de niños de 2º Básico que contestaron arbitrariamente de acuerdo
a características personales que al niño le parecieron, egocéntricamente, buenas o malas (24,3%),
disminuyendo este porcentaje hacia los jóvenes de 1º Medio (13,3%). Finalmente, en los niveles
4 y 5 se presentó una distribución similar a la que se observó frente a las otras preguntas sobre


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comprensión. Aumentaban los niveles de razonamiento moral junto con el curso: un 24,8% para
los niños de 2º Básico, un 36,5% para los de 5º y un 48% para los de 1º Medio.


Respecto a si el razonamiento moral está asociado al sexo de los menores, los datos indican que
la distribución en los distintos niveles de razonamiento fue bastante similar. Aunque se apreció
un mayor porcentaje de hombres en el nivel 1 y un mayor porcentaje de mujeres en el nivel 5.


                            Niveles de Razonamiento Moral según curso


                                                                              Curso
                                                                 2º básico   5º básico   1º medio   Total
                                   Nivel 1: da respuestas
                                                                    24,3%       11,1%      13,3%     16,5%
                                   inconexas
                                   Nivel 2: contesta que no
                                   sabe o alude a la                11,6%        7,7%        7,4%     9,0%
                                   deseabilidad social
                                   Nivel 3: menciona efectos
                    Razonamiento
                                   concretos centrados en           39,2%       44,7%      31,3%     39,1%
                       moral
                                   consecuencias
                                   Nivel 4: se centra en
                                   reglas rígidas                   20,8%       19,1%      22,5%     20,6%
                                   establecidas
                                   Nivel 5: alude a principios
                                                                     4,0%       17,4%      25,5%     14,8%
                                   o valores universales
                    Total                                          100,0%      100,0%     100,0%    100,0%


     Base: niños que ven telenovelas



Sobre las diferencias encontradas de acuerdo a la dependencia educacional, el 31% de niños de
colegios municipales se ubica en los niveles 4 y 5, al igual que el 36,3% de los alumnos de
colegios subvencionados. Mientras que el 47,2% de niños de colegios particulares pagados
mencionan respuestas correspondientes a estos niveles.




                                                                                                             19
Razonamiento Moral según Sexo y Dependencia

                                                   Sexo                        Tipo de colegio



                                                                                 Particular      Particular
                                            Femenino   Masculino   Municipal   subvencionado      pagado      Total
                   Nivel 1: da respuestas
                                               14,8%      18,5%       17,1%            16,1%         16,1%     16,5%
                   inconexas
                   Nivel 2: contesta que
                   no sabe o alude a la         8,6%       9,4%        7,8%            11,7%          2,0%      9,0%
                   deseabilidad social
                   Nivel 3: menciona
                   efectos concretos
                                               38,4%      39,8%       44,1%            35,9%         34,7%     39,1%
                   centrados en
                   consecuencias
                   Nivel 4: se centra en
                   reglas rígidas              21,4%      19,8%       17,4%            22,7%         23,3%     20,6%
                   establecidas
                   Nivel 5: alude a
                   principios o valores        16,8%      12,4%       13,6%            13,6%         23,9%     14,8%
                   universales


       Base: niños que ven telenovelas


Otros temas importantes dentro de la investigación sobre televisión y niños son los referidos a su
posible uso como instrumento o material educativo, la evaluación de la audiencia, y las distintas
dimensiones del medio televisivo, entre los más destacados. Aquí similar historia. Se dispone de
datos de investigaciones nacionales y extranjeras con distintas perspectivas y resultados, que en
este caso no son objeto de interés de la presente investigación por lo que no se abordarán en
mayor detalle.


3.- Metodología
3.1 Tipo de Estudio
Siguiendo la clasificación de Restituto Sierra Bravo esta investigación, según sus fines, es
básica, ya que con los resultados se busca entregar aportes teóricos que permitan la
comprensión del fenómeno televisivo por parte de los niños y niñas. Según su profundidad es
un estudio descriptivo-explicativo. Descriptivo, porque busca caracterizar el consumo y las
preferencias televisivas infantiles, y explicativo, dado que se pretende comprender el papel que
juegan los mensajes televisivos en la configuración del mundo de los niños. Según su carácter,
la investigación es cualitativa, pues describe el sentido de los hechos sociales, con el propósito
de estudiar el significado y las perspectivas desde el punto de vista subjetivo de las personas, y
produce, por tanto, datos descriptivos acerca de la realidad social. (Cfr. Sierra Bravo, 1991: 32-
37).


                                                                                                                       20
3.2 Diseño de la Investigación
Muestra
Nuestra unidad de investigación fueron 125 niños de ambos sexos, de entre 8 y 10 años, de
colegios privados, subvencionados y municipalizados de Concepción, Chiguayante y San
Pedro de La Paz. En total se trabajó con tres colegios privados: uno de idioma (Privado A);
uno laico (Privado B); y uno de iglesia (Privado C); cuatro particulares subvencionados: dos
laicos (Subvencionados A y B) y dos de iglesia (Subvencionados C y D); y, por último, con
cuatro municipalizados: dos con buenos resultados SIMCE (Municipalizados A y B) y dos
con bajos resultados SIMCE (Municipalizados C y D). De todos ellos, 58 eran hombres y 67
mujeres. El muestreo fue de tipo probabilístico por conglomerado, y si bien los colegios fueron
seleccionados de acuerdo a los objetivos de la investigación, los alumnos participantes fueron
seleccionados aleatoriamente de entre aquellos autorizados por sus padres, quedando la
muestra constituida de la siguiente forma:


                     1.- Total de niños por tipo de establecimiento
Tipo de Establecimiento                  Hombres                       Mujeres
Particulares                                 20                             14
Subvencionados                               21                             25
Municipalizados                              17                             28
TOTAL                                        58                             67



Técnica:
La técnica empleada para la recolección de los datos fue la de grupos focales, los cuales se
desarrollaron durante el primer semestre de 2007. Esta técnica, básicamente, es un método de
conversación-narración que cuenta con un guía técnico que hace de moderador a partir de una
serie de preguntas hechas de acuerdo a los objetivos de la investigación.


Registro y procesamiento de la información
Previa autorización de los directores de los establecimientos educacionales, se procedió a
registrar la opinión de los niños/as en una grabación.
Luego se procedió a transcribir las respuestas de los menores y después de observar el espectro
de amplitud de opiniones y percepciones de los niños, se realizó una categorización de los
datos, la cual quedó constituida de la siguiente manera:



                                                                                           21
•    Tiempo destinado a ver televisión: Establece el tiempo aproximado que los niños
         pasan frente a la televisión.
    •    Gusto infantil: Se refiere a las preferencias televisivas que están específicamente
         dirigidas al segmento infantil
    •    Gusto no infantil: Corresponde a aquellas preferencias televisivas que no están
         específicamente dirigidas al segmento infantil, pero que de igual forma son del gusto de
         los menores.
    •    Preferencias y razones: Corresponde a los motivos por los cuales los niños optan por
         un programa específico de televisión.
    •    Control de los padres: Establece el nivel de restricción por parte de los padres hacia
         los niños en relación a los programas que ven en televisión.
    •    Similitud con la vida real: Busca rescatar la opinión de los niños con respecto a si
         encuentran algún parecido entre su realidad y lo que ven en la televisión.
    •    Supuestos efectos de la televisión sobre la conducta de las personas: Analiza la
         influencia que la televisión ejerce sobre ellos o sobre terceras personas.
    •    Valores: Destaca la capacidad de los niños de percibir valores o antivalores, tanto en
         los personajes como en los programas de televisión.1
    •    Otros: Rescatar las opiniones de los niños en relación a temas que surgieron de manera
         espontánea durante el grupo focal.


4.- Resultados:
Los resultados se presentarán primero por tipo de establecimiento y después a partir de un
análisis cruzado o global de todos ellos.


4.1.- Resultados de Colegios Municipalizados
Tiempo destinado a ver televisión
Estos colegios se caracterizan por la diversidad en el consumo, diversidad que se aplica al
tiempo destinado a ver televisión, a la compañía y a las situaciones específicas de cada caso.
La mayoría de los niños dijeron ver televisión a cualquier hora y sin mayor control por parte de
los padres: “yo veo todos los programas de la noche”; “Veo todos los días y a cualquier
hora”. (Municipalizado D); “Veo tele de las 2 hasta las 10 y media”; “A las 5 de la tarde”


1
 Cuando hablamos de valores nos referimos a lo que los niños entendieron por éstos, haciendo nosotros sólo una distinción
general entre lo bueno y lo malo para facilitar la significación del término. No se trabajó con valores específicos.


                                                                                                                     22
(Municipalizado C). “Yo tengo tele en mi pieza y veo hasta que se acaba la programación”
(Municipalizado A).2


Gusto Infantil
En general se puede afirmar que los menores conocen e identifican una variedad significativa
de programas y que ven distintos contenidos. Se mencionó como favorito a Los Padrinos
Mágicos. Por ejemplo: “Los Padrinos Mágicos en el TVN” (Municipalizado D), “Los Padrinos
Mágicos y Tom y Jerry” (Municipalizado B), “Los Padrinos Mágicos” (Municipalizado A). “A
mí me gustan Los Pulentos”, “¡Los Pulentos!” (Municipalizado D).


Los menores de estos establecimientos identifican las áreas infantiles existentes en la televisión
abierta chilena. Se dijo, por ejemplo: “Tronia” / “Cubox” / “Zoolo TV” (Durante los fines de
semana) (Municipalizado D). Así mismo, criticaron algunos programas infantiles. Por ejemplo,
un grupo de niños manifestó su interés por Lazy Town, a lo que otros replicaron: “Nooo… yo
los encuentro ridículos” o bien “Es para niños chicos”. (Municipalizado D).


Gustos no infantiles
Algunos niños y niñas de estos establecimientos no tienen televisión por cable. Por lo tanto,
están limitados a lo que la televisión abierta les ofrece. Si bien existen áreas infantiles (Cubox,
Tronia, Invasión, ZooloTv), de lunes a viernes el horario de transmisión es más breve. Por esta
razón, los niños se ven expuestos a programación que no está destinada para ellos. Esto lo
demuestra el consumo de contenidos no dirigidos al segmento infantil, con frases como: “Los
Simpsons”; “Corazón de María”; “Alguien te mira” (Municipalizado D).


Dentro de la televisión abierta, las preferencias no infantiles se repartieron principalmente en
tres espacios televisivos: telenovelas, dibujos animados y series para adultos. Dentro de las
telenovelas, algunos niños expresaron afirmaciones como: “Yo veo Corazón de María”
(Municipalizado D). Siempre mencionando sólo novelas de producción nacional.


Con respecto a los dibujos animados, los niños expresaron su gran interés por Los Simpson, en
frases como: “¡Los Simpsons!” (Municipalizados C y D). En relación a las series para adultos


2
  El horario de los colegios Municipalizados en los cuales se desarrollaron los grupos focales fue el siguiente:
Municipalizados A, B y D: de 14:00 a 19:00 horas, excepto el viernes que salen a las 18:00. Municipalizado C: De 08:00 a
15:00 horas, de lunes a viernes.


                                                                                                                    23
los niños que participaron de los grupos focales mostraron un gran interés en series como
Casado con hijos: “Yo veo Casado con Hijos que es R” (Municipalizado A).


A pesar de que en los establecimientos municipalizados fue menor el porcentaje de niños que
tenían televisión por cable, igualmente se presentaron situaciones puntuales. Por ejemplo, en la
escuela Municipalizada C los menores reconocieron estar “colgados” a la televisión de pago;
en consecuencia, manejaban perfectamente la programación que ésta les ofrece.


En la televisión por cable, los programas más vistos son las series animadas para adultos que la
cadena MTV ofrece: “Yo veo South Park” 3 (Municipalizado D), “Son buenos esos monitos”
(sobre Happy Tree Friends y South Park, en la escuela Municipalizada D).


Preferencias y razones
La primera razón, y la más común, es la entretención. En relación al programa favorito, Los
padrinos Mágicos, los personajes más populares son “Cosmo” y “Timy Turner”: “Son
chistosos, hacen reír” (Municipalizado B), “Cosmo… porque es divertido y dice puras
leseras”. O bien Homero de los Simpsons: “El Homero, porque cae en todas las trampas, que
es tonto”. (Municipalizado A).


Con respecto a la realización chilena Los Pulentos uno de los niños dijo: “a mí me gustan
porque representan una parte importante de los niños, porque algunos niños también son de
esa cultura: son niños de barrio, le ponen sobrenombres a la gente”. (Municipalizado A).


Además, en la mayoría de los grupos focales se mencionó el Chavo del 8. Los motivos eran
casi siempre los mismos: “a mí me gusta el Chavo porque es chistoso”, “es un programa de
generación en generación”, “es para todas las edades”. (Municipalizado D).


Del mismo modo, hay una serie de personajes que no son gratos para los estudiantes por
diversos motivos. Entre éstos destacan: “La vieja Mercedes y el Capitán Zamora” (en Los
Pulentos), “La mamá de Timy porque es fome”; “La Wanda porque es muy gruñona”
(Municipalizado D). Con respecto a Lazy Town, en el Colegio Municipalizado B las niñas

3
  South Park: “Serie de comedia animada que trata sobre las aventuras de cuatro niños que viven en el pequeño pueblo
llamado South Park, Colorado. Es una crítica de muchos aspectos de la cultura estadounidense y eventos históricos recientes.
Reta a las firmes creencias y los tabúes; y muy frecuentemente hace uso del humor negro” (Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/South_Park).


                                                                                                                        24
tenían diferentes opiniones expresadas en el siguiente diálogo: -“Yo sacaría al malo de Lazy
Town” –dijo una, “pero si lo sacan se acabaría la acción”, respondió otra.


Control de los padres
En la mayoría de los casos, en estos colegios se pudo apreciar un bajo control sobre el uso y
consumo televisivo de los menores por parte de los padres. Expresado, por ejemplo, en frases
como: “yo veo todos los programas de la noche”. (Municipalizado D).


Pese a lo anterior, existen algunas excepciones, tanto en compañía como en restricción de
tiempo y horas para ver televisión. Por ejemplo, algunos niños señalaron: “yo tengo que hacer
la tareas primero y después puedo ver tele”. No obstante, esta parece ser una excepción o la
situación de una minoría.


Similitud con la vida real
En este tipo de establecimientos los niños fueron capaces de encontrar similitudes o diferencias
entre la realidad y lo que ven en televisión. Rescataron temas como la pobreza, la educación, y
la familia, entre otros. Por ejemplo dijeron: “mi mamá es profesora y ella les hace clases a
niños que son así, que les gusta el Hip Hop, que cantan y se visten así, raperamente” (sobre el
parecido con Los Pulentos) (Municipalizado A).


En la escuela Municipalizada B las niñas también reconocieron similitudes con la vida real.
Éstas se vieron expresadas en afirmaciones como: “sí… el Chavo del 8 por la pobreza. Él vive
en un barril”.


Sobre este punto destacan también las telenovelas como un referente de la realidad, en especial
entre las niñitas. Los menores reconocen en las telenovelas una ficción con actores, pero
también las interpretan como un reflejo del ambiente. Por ejemplo, al preguntarles sobre la
semejanza entre lo que aparece en televisión con la vida real una de las niñas dijo que en la
realidad “también hay gente que se tiene que hacer un transplante de corazón como en
Corazón de María” (Municipalizado B).


Supuestos efectos de la TV sobre la conducta de las personas
Todos los niños de este tipo de colegios reconocieron que los contenidos de la televisión
producen efectos sobre la conducta de las personas. Dijeron que había programas violentos y


                                                                                            25
muy agresivos, e incluso algunos señalaron que aquellos que poseían estas características
debían salir de pantalla. Sin embargo, los efectos los veían sobre terceros y no sobre ellos
mismos (efecto tercera persona), ya que sabían qué era lo bueno y lo malo. Por ejemplo: “el
Axel imita todas las cosas de la lucha libre… denante se paró en una silla y casi se cae”
(Municipalizado D); “mi primo se cayó porque quería volar como Superman”
(Municipalizado A).


Otros niños expresaron su opinión diciendo: “sí (que influyen en la conducta de las
personas)… les cambia el hábito”. Además, con respecto a la violencia en los contenidos
señalaron: “si se prohibiera lo violento, el país sería más pacífico” (Municipalizado A).


Valores
Los niños (varones mayormente) dijeron sentir atracción por los programas con contenidos
violentos. En la mayoría de los casos son los que más gracia les causan. Sin embargo, también
establecieron ciertos límites con respecto a ésta, ya que reconocen que este tipo de contenidos
pueden afectar su comportamiento. Por ejemplo se dijo: “a mí me gustan, pero a veces se
pasan…cuando matan” (Municipalizado A).


Encuentran en la violencia cierta diversión y la justifican siempre y cuando cumpla con ese
propósito. Por ejemplo, se dijo: “la gracia es que sean violentos, pero para reírse más que
para hacerse daño” (Municipalizado A).


Los escolares fueron capaces de identificar no sólo la violencia, sino que también mencionaron
“las groserías”, “faltas de respeto” y “sangre” como elementos negativos presentes en la
televisión.


No obstante, los niños también reconocieron algún elemento positivo dentro de la
programación televisiva. Se mencionó vagamente a “la educación” (Municipalizado D) como
un aporte positivo del medio para ellos.


En resumen, teniendo en cuenta tanto los elementos negativos como positivos, los menores
concluyeron que sí se puede hacer un programa que sea entretenido y educativo a la vez.
(Municipalizado D).



                                                                                            26
Otros
En estos colegios hubo una serie de comentarios que los niños realizaron con respecto a la
televisión y que escapan de las categorías anteriores, lo cual no significa que sean menos
importantes. Por ejemplo, un niño, en relación al aporte de los programas dijo: “mmm…
poco… porque casi siempre dan cosas para grandes y que no enseñan nada” (Municipalizado
D). Opinión que claramente se contradice con la valoración positiva de la categoría anterior.


Asimismo, se produjeron ciertas contradicciones al momento de pedirles sugerencias o
cambios para que la programación televisiva sea más interesante. Manifestaron opiniones
como: “que quiten la violencia y pongan más educación” (Municipalizado D). No obstante, es
de destacar que estos juicios son minoritarios y que la gran mayoría son entregados por las
niñas.


4.2.- Resultados de Colegios Subvencionados
Tiempo destinado a ver televisión
En los establecimientos subvencionados la mayoría de los niños dijeron ver aproximadamente
dos horas de televisión: “yo veo tele más o menos dos horas” (Subvencionado B); “de seis a
siete de la tarde” (Subvencionado A).


Además, los niños señalaron que también se preocupan de hacer sus tareas, estudiar y
participar en las actividades extraescolares que se ofrecen sus establecimientos.


Otro punto importante es que la mayoría de los niños ve televisión sin compañía de sus padres:
“yo (veo televisión) solo”. Suponemos que esta situación se explica, en parte, porque ambos
padres posiblemente trabajan o bien es por decisión de los propios menores, tal como lo
demuestra el siguiente ejemplo: “sí, es que yo veo tele en mi pieza”; o bien dijeron: “¡solas!
Porque así podemos ver lo que queremos” (Subvencionado C).


Gusto Infantil
Los alumnos de los establecimientos particulares subvencionados, también mencionaron como
programa favorito a Los Padrinos Mágicos. La opinión “mi programa favorito es Los
Padrinos Mágicos” (Subvencionados B y D) fue reiterada por más de la mitad de los alumnos
de cada grupo focal realizado en este tipo de colegios.



                                                                                            27
También los niños mencionaron otras animaciones. Por ejemplo, se dijo: “la Pantera Rosa es
bakán…” (Subvencionado C), lo que demuestra la diversidad de programas que ven y le gustan
a los niños.


El Chavo del 8 es uno de los programas infantiles que si bien no fue mencionado por todos los
niños, sí salió a relucir en todos los grupos focales. Por ejemplo, se dijo: “yo veo el Chavo del
8 con mis papás” (Subvencionado D), lo que da cuenta que algunos contenidos infantiles son
del gusto familiar al romper barreras generacionales.


El programa infantil estrella de Canal 13, Los Pulentos, no se encontró dentro de las
principales preferencias de los niños y fue considerado aburrido por la mayoría. Así se
comprueba con las siguientes opiniones: “a mí no me gustan Los Pulentos, los encuentro
fome…deberían ser un poquito más alegres”; o bien: “pero a veces son muy fomes y los
repiten mucho” (Subvencionado D). Puede que la falta de una nueva temporada y la exagerada
reiteración de los capítulos antiguos generen rechazo por parte de los menores. Pese a ello, los
niños reconocen los personajes, conocen las canciones y manejan perfectamente la historia. O
sea, igual lo ven.


Gusto no infantil
Los niños suelen ver programas cuyos contenidos no están dirigidos al segmento infantil. Un
ejemplo de ello fue la siguiente afirmación: “a mí me gustan Futurama y Los Simpson”. De
hecho, algunos alumnos consideran a Los Simpson en primer lugar dentro de sus preferencias.


Dentro de la televisión abierta, las preferencias no infantiles se repartieron entre telenovelas,
dibujos animados y series para adultos. Entre las telenovelas, las niñas claramente prefieren las
de creación nacional, ya que algunas expresaron afirmaciones como: “Papi Ricky” o “Corazón
de María” (Subvencionado D).


En relación a las series para adultos los estudiantes que participaron en los grupos focales
mostraron un gran interés por series cómicas nacionales. Por ejemplo se dijo: “A mí me gusta
Casado con Hijos” (Subvencionado B).


También se observó que hay otras preferencias minoritarias, como es el caso de los
informativos. En este punto se dijo: “a veces no más las noticias” (Subvencionado B).


                                                                                             28
Por último, precisar que más de la mitad de los niños de establecimientos subvencionados
dijeron tener televisión por cable. De ahí que dentro de los programas no infantiles favoritos se
encuentren algunos de los dibujos animados de la cadena MTV. Por ejemplo: “a mí me gusta
ver Happy Tree Friends” (Subvencionado D).


Preferencias y Razones
Los niños prefieren los personajes graciosos porque con ellos se identifican. Al mismo tiempo,
en la mayoría de los casos dijeron que eliminarían de la televisión a los personajes malos,
odiosos e injustos.


Además, se dijo que la razón para ver programas como Los Padrinos Mágicos, Casado con
Hijos, El Chavo del 8 o 31 Minutos es fundamentalmente porque son “graciosos” o
“divertidos”. Esto refuerza la idea de que los menores buscan en la televisión una entretención
o un modo de pasar el tiempo.


En cuanto a las novelas también se mencionaron aquellas especialmente dirigidas al segmento
infantil: “Karkú, Bakán…porque son más juveniles y son de Chile” (Subvencionado D).


Por otro lado, con respecto a los personajes, se dijo: “a mí me gusta Cosmo, porque es
gracioso y hace reír” (Subvencionado A); o bien se dijo “a mí me gusta la Liza de Los
Simpsons, porque es inteligente” (Subvencionado B).


Es necesario señalar que hay personajes que son criticados por los niños. Por ejemplo: “Vicky
(de los Padrinos Mágicos), porque es mala” (Subvencionado D); pero a pesar de que la
mayoría de los alumnos consideraron a Vicky como un personaje malo, algunas niñas del
Colegio Subvencionado C la señalaron como favorita “porque era divertida”. En definitiva,
parece ser que la valoración de los personajes y programas está supeditada al factor
entretención.


Control de los padres
En los establecimientos subvencionados se pudo apreciar cierto control por parte de los padres
con respecto al tiempo que pasan viendo televisión y también en relación a algunos contenidos
que ven los menores. Por ejemplo mencionaron: “en el día me dejan ver todo lo que quiera,


                                                                                             29
pero después, en la noche, pasadas las 10, no me dejan ver; pero los sábados y domingos me
puedo quedar hasta más tarde”, (Subvencionado B); O se dijo “a mí me gusta ver Happy Tree
Friends y no me dejan verlo, mi mamá cuando lo vio se fue y mi hermana la cambió porque
ella cree que eso no es bueno para mí”. (Subvencionado D).


Similitud con la vida real
En este punto no hubo un claro acuerdo entre los estudiantes. No obstante, también rescataron
temas como la pobreza, la educación y la familia. Por ejemplo se dijo: “en el Chavo del 8,
porque hay personas pobres y en la realidad también las hay” (Subvencionado D).


Sin embargo, otros dijeron que no había similitudes entre lo que aparecía en televisión y la vida
real. Igual es el caso del colegio Subvencionado D: “Porque ellos tiene algunas cosas, por
ejemplo para el almuerzo… sacan unas bandejas y les ponen una manzana”, “y los casilleros
están afuera, en los pasillos”, “y van sin uniforme” (Con respecto a las escuelas que aparecen
en los programas infantiles).


Supuestos efectos de la TV sobre la conducta de las personas
Los estudiantes reconocen que muchas veces los personajes hacen cosas malas que afectan a
los demás, pero ellos dicen saber que no deben imitar este tipo de acciones. Se dijo: “Bart es
muy desobediente y nosotros no tenemos que seguir esos ejemplos” (Subvencionado D). Esto
puede significar que a pesar de que la televisión muestre conductas o valores negativos, éstos
pueden ser aprovechados como ejemplo de lo que no se debe hacer.


Los niños, igualmente, son conscientes de la influencia que tienen los programas en la
conducta de las personas. Sin embargo, siempre la perciben en terceros (efecto tercera
persona), como en sus hermanos o compañeros. Por ejemplo: “mi hermanito cuando pelea
imita a los personajes de la televisión” (Subvencionado B). En consecuencia, para lo bueno y
lo malo la televisión es una referencia.


Valores
Los alumnos de este tipo de establecimientos reconocen en sus programas favoritos la
existencia de algunos antivalores que pueden llegar a afectar sus personalidades. Al mismo
tiempo, se dan cuenta que los mensajes muchas veces dicen más de lo que aparentan. Por



                                                                                             30
ejemplo se dijo que: “en Los Simpson hay tallas (chistes) que no son para niños”
(Subvencionado D).


Con respecto a la publicidad que aparece en televisión una niña dijo: “las propagandas para
adultos a veces también son negativas… Por ejemplo, yo llego a mi casa y veo Romané,
entonces es temprano, y cuando dan comerciales... no me gusta ver las imágenes de Alguien te
Mira y cuando las dan, la cambio” (Subvencionado D).


Otros
Los niños de los establecimientos subvencionados también manifestaron opiniones críticas
respecto a la televisión regional y los canales nacionales. Por ejemplo dijeron: “es que los
monitos son muy antiguos, les falta tecnología” (sobre la Televisión Regional en el
Subvencionado D); o “a mí no me gustan los canales nacionales” a la que otra replicó: “el
cable aporta más” (Subvencionado B).


En cuanto a las áreas infantiles (Tronia y Cubox) dijeron: “súper bien, porque hay niños que
no tienen cable y no tienen qué ver” (Subvencionado D). Por esta misma razón, apoyaron - en
forma unánime - la existencia de un canal exclusivo para niños en la televisión abierta.


4.3.- Resultados de Colegios Particulares
Tiempo destinado a ver televisión
La mayoría de estos niños dijeron dar prioridad a sus tareas por sobre la entretención. Por
ejemplo un niño señaló: “llego a mi casa, hago las tareas y veo tele como dos horas” (Privado
A). Además, los niños de este tipo de establecimientos indicaron tener la posibilidad de realizar
otras actividades, ya sea en el ámbito deportivo o artístico, o bien manifestaron tener acceso a
otro tipo de entretenciones tales como la Play Station u otras tecnologías de pantalla.


Al mismo tiempo, parece ser que durante los fines de semana la cantidad de tiempo frente al
televisor es mayor: “yo sólo veo los fines de semana” (Colegio Privado C).


Gustos infantiles
También en los colegios particulares se refleja la principal preferencia de los niños por Los
padrinos mágicos. El otro porcentaje divide sus gustos en programas como Rojo y Art Attack.



                                                                                             31
Así queda de manifiesto en las siguientes afirmaciones: “los Padrinos Mágicos”, “Los
Padrinos Mágicos son mis favoritos” (Privado B), “Los Padrinos Mágicos” (Privado C).


Es importante mencionar que dentro de la televisión abierta este programa es exhibido por
Mega y por TVN, porque aún cuando casi todos los niños de los colegios particulares tienen
televisión por cable, éstos demostraron un claro conocimiento sobre la programación que
ofrece la señal abierta. Sin embargo, siempre la mayor preferencia fue por la televisión pagada:
“en la mañana veo el TVN. Generalmente los días de semana el Cartoon Network”; “a mí de
repente me gusta ver Los Padrinos Mágicos y también lo que más veo es Animal Planet”
(Privado A).


Gusto no infantil
En los colegios particulares existe una reiterada inclinación por espacios que no son aptos para
su edad, producto de la forma en que dichos espacios representan la realidad. Por ejemplo, se
señaló que “yo no veo por el monito (Happy Tree Friends), sino que por el canal” (MTV;
Privado A). “A mí me gusta South Park, Papa Villa y Happy Tree Friends” (Privado B).


De la televisión abierta, en estos establecimientos se presentaron claras preferencias por las
telenovelas: “yo también veo Papy Ricky” (Privado A)”, o por otros programas: “a mí me
gusta Mekano” (Privado B)”, “mmm Casado con hijos” (Privado C).


Preferencias y razones
“Veo Los Padrinos Mágicos y Los Simpson, porque son divertidos y son pavos. Por ejemplo
Cosmo y Homero” (Privado B). La afirmación anterior sintetiza la principal razón por la cual
los niños eligen un programa. La búsqueda de personajes que sean graciosos y absurdos es una
constante en prácticamente todos los grupos focales realizados.


Otra de las razones a la hora de escoger una preferencia es el grado de agresividad que aporta
el programa, aunque frente a este tema se presentaron discusiones: “lo que no me gusta es
cuando son muy tiernos y lo que me gusta es cuando son violentos” (Privado C). “A mí no me
gusta la lucha libre porque tiene mucha violencia” (Privado C). En general, las niñas
criticaron abiertamente la violencia en pantalla, en cambio los niños la justificaban.




                                                                                            32
Control de los Padres
En los colegios particulares, la restricción de los padres más bien apunta a la cantidad de horas
que el niño pasa frente al televisor, por sobre la calidad de los contenidos que ve. Sin embargo,
en la mayoría de los casos, los padres velan porque sus hijos realicen sus tareas antes de ver la
televisión. Sólo un porcentaje muy minoritario expresó afirmaciones como: “después de Rojo
dan Corazón de María y a mí no me dejan verla” (Privado B).


Hay que señalar que los alumnos muy pocas veces ven televisión con sus padres y en la mayor
parte de los casos ven solos o con hermanos, nanas u otros familiares: “yo veo televisión con
mi hermana más chica” (Privado A).


Similitud con la vida real
La mayoría de los menores de este tipo de establecimientos no encontraron similitud alguna
entre lo que ven en televisión y la realidad que les toca vivir. Ante esta pregunta, los niños
contestaban frases como: “lo que sale en la televisión es ficción que sirve para entretener”
(Privado A). “Yo encuentro que no hay nada de mi vida que se parezca a los personajes de los
programas” (Privado B); “Mmm no, porque no son de verdad…” (Privado C).


Supuestos efectos de la Televisión sobre la conducta de las personas
“Una se queda pegada en la mente con las animaciones y, por ejemplo, un compañero que ve
harto Los Padrinos Mágicos en la sala siempre trata de hacer cosas tontas para que todos se
rían de él igual que Cosmo” (Privado A).


El ejemplo caracteriza la mayoría de las opiniones que se manifestaron sobre esta categoría, ya
que en todos los ejemplos los niños reconocieron efectos negativos sobre terceros: “También
quería añadir que hay algunas personas que no hacen caso cuando algunos programas son
dirigidos sólo para adultos, entonces quedan con la violencia en la mente. Por eso no hay que
estar todo el día viendo tele sino que también hay que trabajar” (Privado A).


Los niños también fueron capaces de asociar los efectos con la cantidad de tiempo que pasan
frente al televisor. Por ejemplo, se dijo que: “cuando uno ve mucha tele, ahí le pasa algo, pero
si no, no” (Privado B). Sin embargo, también se pudo apreciar la influencia de actitudes y
conductas negativas en algunos casos particulares: “con mi hermano jugamos a darnos
rodillazos en los muslos” (Privado C).


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Valores
Algunos niños de estos colegios, fueron capaces de hacer una reflexión con respecto a los
efectos negativos que produce la televisión y a los valores y antivalores que ésta les entrega.
Por ejemplo: “Para ver tele hay que estar mirando y no tienes que hacer nada. Uno está todo
el día viendo tele y al final uno la apaga y quiere hacer otra cosa y no puede. Uno no usa la
imaginación” (Privado A).


Los niños también relacionaron directamente la costumbre de ver televisión con un vicio. Por
ejemplo, se dijo que: “La televisión es como fumar” (Privado A).


Se reconoce la presencia de valores negativos en televisión, sin embargo eso no es razón
suficiente para no verlos: “Yo creo que los personajes a veces hacen cosas que no deben pero
igual son entretenidos” (Privado B).


Otros
Hay un punto importante que cabe destacar de estos colegios. A medida que se generaban las
discusiones estos niños fueron capaces de relacionar la lectura con la conversación. Por
ejemplo: “en los libros que nos dieron en tercero está mi libro favorito que se llama El lugar
más bonito del mundo. Ahí sale un niño que era un poco pobre y uno dice: pobrecito no tiene
computador ni televisión, pero en realidad es este niño el que dice pobre de los que tienen tele
y computador que no saben disfrutar la vida” (Privado A). “Hay un chiste de Mafalda en el
que aparece que a Mafalda siempre le dicen que la televisión les quita la imaginación a los
niños. Entonces ella va caminando y había como un hoyo y se imaginó que era un astronauta.
Entonces ella dice: ¿de verdad la televisión le quita la imaginación a los niños?” (Privado B).


Otra afirmación que llamó la atención fue que, para muchos, la televisión es un claro elemento
de distracción: “Lo que no me gusta de la tele es cuando de repente tengo que hacer tareas y
justo en la tele están dando cosas que me gustan y ahí no sé qué hacer. De repente veo tele
primero y hago las tareas, pero ahí me enfrento con el lado bueno y el lado malo, cuando no
sé cuál de las dos cosas hacer primero” (Privado A).




                                                                                            34
4.4.- Comparación cruzada de los distintos tipos de colegios
Tiempo destinado a ver televisión
Por un lado, en los colegios municipales los niños ven una mayor cantidad de televisión, y no
siempre los programas que ven pertenecen a los segmentos infantiles. Por el contrario, como se
presentó en la categoría de gustos no infantiles, las telenovelas, las series y los estelares del
prime time, ocupan un lugar importante en las preferencias de estos niños.


Por otro, en los colegios subvencionados parece ser que la cantidad de tiempo destinado a la
televisión es levemente menor. Los niños dan mayor prioridad a sus tareas, pero de igual
manera están expuestos a programación para adultos.


En comparación con los anteriores, los colegios particulares presentan más diferencias, pero
por razones puntuales. Los niños que estudian en este tipo de establecimientos, ven menos
televisión porque tienen la posibilidad de realizar otras actividades, tanto dentro como fuera del
colegio. Además, tienen mayor acceso a las nuevas tecnologías, como celulares, computador
con Internet, play station, etc. Aún así, tienen conocimiento de la parrilla infantil que se ofrece
en la televisión abierta y mayormente la que ofrece la televisión por cable. Un punto en común
que tienen los niños de los colegios municipales con los estudiantes de los particulares es que
en ambos casos los menores ven televisión solos. No así en los colegios subvencionados,
donde se presentó mayor incidencia de niños que dijeron ver televisión en compañía de sus
padres u otras personas.


Gusto Infantil
Cuando a los estudiantes se les preguntó sobre cuál era su programa favorito de la televisión
abierta, en todos los tipos de establecimientos, el preferido fue la serie animada: Los Padrinos
Mágicos.


En general, todos los niños manejan y conocen los mismos programas, sin embargo se
presentaron algunas diferencias. Por ejemplo, El Chavo del 8 (el clásico y el animado) es
mayormente visto por alumnos de colegios municipales y subvencionados, quienes lo ven en
compañía de sus padres. A diferencia de los colegios particulares, en los que fue mencionado
muy pocas veces.




                                                                                               35
En todos los establecimientos los niños fueron capaces de reconocer las áreas infantiles
existentes en la televisión abierta: Tronia, Cubox, Invasión y ZooloTv, e hicieron una
valoración positiva de éstas, demandando la existencia de un canal de señal abierta que sea
exclusivo para niños.


Hay programas como Los Pulentos que los niños analizaron detenidamente y con un gran
sentido crítico. Reconocen los productos nacionales y están conscientes de sus aportes y
falencias. Específicamente, en este caso señalaron opiniones discordantes.


Gusto no infantil
Todos los niños que participaron de los grupos focales reconocieron ver programas que no
estaban destinados a su segmento. El mayor interés está enfocado en series animadas para
adultos, siendo la más vista Los Simpson (que es transmitida por la señal abierta a través de
Canal 13 todos los días a las 18:00 horas).


La otra serie preferida por los niños durante el periodo en que se realizaron los grupos focales
fue Casado con Hijos. Todos los niños distinguieron conductas poco adecuadas en los
personajes, sin embargo igualmente la consideraron dentro de sus favoritas. Las novelas,
(fundamentalmente las de producción nacional, probablemente por un tema de horario)
también ocupan un lugar importante dentro de las preferencias de los niños de todos los
establecimientos. Pero mayormente en los colegios municipalizados.


Como la mayoría de los alumnos de los colegios particulares y subvencionados tienen
televisión por cable, el acceso a programas para adultos es mayor. Sin embargo, los favoritos
son los que la cadena de televisión de música MTV transmite en la noche y durante los fines de
semana. Programas como South Park, Happy Tree Friends y Papa Villa, también fueron
mencionados por los estudiantes de los colegios municipalizados, pero en menor medida que
los otros.


Preferencias y razones
La principal razón para ver televisión en los tres tipos de establecimientos, era buscar
entretención, o lo que es lo mismo, combatir el aburrimiento, y los personajes preferidos por
los niños son aquéllos que se caracterizan por tener conductas absurdas.



                                                                                            36
En este punto, en todos los colegios se presentaron diferencias de género en cuanto a la
identificación que los niños sienten con los distintos personajes y programas. Por ejemplo, las
niñas preferían a Liza y los niños a Bart; las niñas las novelas y los niños los dibujos con
contenidos violentos o la lucha libre de la WWF.


Otras de las razones por la que los menores preferían o no preferían un programa era el nivel
de violencia. Para las niñas, ésta era un elemento negativo, mientras que para los niños resultó
ser muy atractiva.


Control de los Padres
Los estudiantes de los colegios municipalizados prácticamente no tienen mayor control por
parte de sus padres, ni en cuanto a tiempo (cuántas y a qué horas ve televisión el niño), ni en
cuanto a contenido.


En el caso de los subvencionados parece ser que hay un mayor control por parte de los padres,
tanto en el tiempo como en los contenidos que los niños ven. Y aunque muchos menores
reconocieron ver televisión solos, todo indica que en este caso hay una mayor presencia de los
progenitores, hecho que se recogió en sus distintas opiniones.


Finalmente, en los colegios particulares el control resultó ser más estricto, pero a la vez
superficial. Los niños cumplen con horarios en los cuales se priorizan las tareas y el tiempo de
estudio. Sin embargo, al momento de ver televisión parece ser que no hay un mayor control
respecto a los contenidos que éstos ven.


Similitud con la vida real
Con respecto a esta categoría, hay una diferencia notoria de los colegios particulares con
respecto a los subvencionados y municipalizados, ya que en estos dos últimos los alumnos
fueron capaces de relacionar de inmediato lo que aparece en la televisión con la vida real. Los
temas que mencionaron mayormente fueron: la pobreza, la familia y la escuela. Sin embargo,
en los establecimientos particulares, los niños prácticamente no encontraron similitudes y se
limitaron a mencionar que lo que aparecía en televisión era ficción que solamente servía para
entretener.




                                                                                            37
Supuestos efectos de la Televisión sobre la conducta de las personas
En este apartado, la mayor parte de los estudiantes (particulares, subvencionados y
municipalizados), reconoció que la televisión produce algún efecto sobre la conducta de las
personas. Sin embargo, en todos los casos, los niños dijeron ver los efectos no en ellos mismos,
sino que en terceros (efecto tercera persona).


Otro elemento en común que tienen los tres tipos de establecimientos, es que los niños
señalaron que ellos debían imitar los buenos ejemplos que aparecen en pantalla. Aquéllos que
eran ordenados, inteligentes y respetuosos.


Valores
En todos los colegios los niños reconocen que la televisión de hoy contiene niveles de
violencia que, en muchos casos, se presenta no sólo en la programación para adultos, sino que
también en los programas para niños. Reconocen aspectos negativos como groserías y malos
ejemplos en general. También fueron capaces de juzgar los horarios que los canales de
televisión abierta tienen para programas que no debieran ser vistos por los niños.


Hay un claro reconocimiento de antivalores, que en algunos casos se ven reflejados en la
conducta de los niños. Ante esto, la mayoría atribuyó a sus padres, más que a sí mismos, la
responsabilidad de ejercer un control directo sobre ellos.


Otros
Dentro de las sugerencias que constantemente los niños hacían a la televisión, estaba el
reforzar las áreas infantiles con programas que sepan mezclar educación con entretención. Los
niños tienen los modelos que la televisión por cable ofrece, por tanto les es muy fácil comparar
a las grandes cadenas infantiles como Cartoon Network, Discovery Kids, Nickelodeon, entre
otras, con las áreas que presenta la televisión abierta.


Manifestaron como una necesidad regular la violencia a la cual se ven expuestos por los otros
programas que forman parte de la programación nacional. Cuestión que hasta cierto punto es
paradójica o contradictoria, puesto que, estos mismos niños (fundamentalmente los varones),
reconocen que les gustan mucho los contenidos violentos porque son entretenidos.




                                                                                            38
5.- Conclusiones
El hecho de seleccionar colegios privados, subvencionados y municipalizados permitió tener
una visión general respecto a la valoración televisiva de niños de diferentes estratos
socioeconómicos. Esto fue de mucha importancia, ya que en la práctica se recogieron
opiniones discordantes y similares de los alumnos de los distintos establecimientos
seleccionados.


Estas opiniones estuvieron marcadas por la forma en que fueron expresadas, pues la mayoría
de los menores de los colegios particulares pagados fueron capaces de argumentar sólidamente
sus intervenciones. Obviamente, el hecho de que los niños fueran seleccionados al azar
significó tener alumnos con diferentes caracteres y personalidades en la sala de reunión, lo cual
garantizó que todos los participantes tuvieran diferentes niveles de locuacidad, factor
fundamental en esta investigación.


En los grupos focales realizados en establecimientos subvencionados y municipalizados,
también participaron niños que dieron a conocer de forma clara sus opiniones con respecto a la
televisión. Sin embargo, hubo algunas excepciones notables como la que se presentó en la
escuela Municipalizada C, en donde los niños en ningún momento se acoplaron a la actividad
ni se mostraron interesados en ella.


Los menores que participaron de los grupos focales eran de ambos sexos. En la mayoría de los
colegios los hombres tomaron la iniciativa para responder las preguntas. Las mujeres fueron
más reservadas e intervenían cuando se les mencionaba por el nombre y se les preguntaba
directamente. Sin embargo, a pesar de lo anterior, las conversaciones se desarrollaron de forma
dinámica y entretenida.


En cuanto al nivel de consumo televisivo, los niños ven una cantidad aproximada de 3 horas
diarias de televisión. Sin embargo, hay que destacar que los estudiantes de establecimientos
particulares pagados ven menos que la media general, ya que su tiempo libre lo ocupan,
además, en realizar actividades deportivas, artísticas o de otra índole.


Los niños de colegios municipalizados pasan más tiempo frente a la pantalla y, en algunos
casos, como por ejemplo los alumnos de las escuelas Municipalizadas C y D, esta cifra alcanza


                                                                                             39
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Artículo sobre televisión y niños presentado en el ii congreso de la ica y próximo a ser publicado en las actas del congreso

  • 1. TELEVISIÓN Y NIÑOS: Análisis del consumo y preferencias televisivas en escolares de entre 8 y 10 años de la Provincia de Concepción. El siguiente artículo presenta los resultados de una investigación cualitativa realizada mediante grupos de discusión en Concepción, Chiguayante y San Pedro de la Paz, Provincia de Concepción (Chile), con escolares de entre 8 y 10 años de centros educativos privados, subvencionados y municipalizados. Es un estudio descriptivo explicativo que profundiza en las razones sobre los gustos y preferencias televisivas infantiles, así como en la identificación y reconocimiento por parte de los niños y niñas de los valores involucrados en dichos contenidos y su relación con el proceso de construcción emocional. Palabras clave: Televisión, Niños, Gustos y Preferencias Infantiles, Valores, Educación. TELEVISION AND KIDS: Analysis of television consumption and preferences on elementary school children between 8 and 10 years old of Concepcion province. The following article presents the results of a qualitative research conducted through focus groups in Concepción, Chiguayante and San Pedro de la Paz, Concepción province (Chile), on elementary school children between 8 and 10 years old of private, subsidized and municipal schools. Is a descriptive explanatory study that deepens on the reasons about the children- oriented television likeness and preferences, as the identification and recognition of the values involved in it contents and it relationship with the emotional construction process. Keywords: Television, Children, Likeness and Children Preferences, Values, Education. Álvaro Elgueta Ruiz: Dr. en Comunicación Pública. Escuela de Periodismo, Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC). Alonso de Ribera 2850, Concepción - Chile. aelgueta@ucsc.cl Claudia Segovia Bustamante: Licenciada en Comunicación Social, Periodista, UCSC. Edith Venegas Fuica: Licenciada en Comunicación Social, Periodista, UCSC.
  • 2. 1.- Presentación, objetivos y justificación del problema Está comprobado que dormir, ir al colegio y ver televisión son las actividades a las que los niños chilenos dedican más tiempo. Según datos recientes del estudio Uso del Tiempo, los niños (de entre 6 y 12 años) dedican 2 horas y 54 minutos al día a ver televisión, mientras que las niñas pasan 3 horas y 12 minutos frente a la pantalla chica. (Cimagroup Chile, 2006). Es de conocimiento público que en muchísimas ocasiones los contenidos que los menores ven en televisión no están destinados a un público infantil, sino adulto. No obstante, una parte importante de la programación que ven los niños chilenos corresponde a la denominada televisión infantil, entendida ésta como un conjunto heterogéneo de géneros, que incluye tanto dibujos animados como otros formatos audiovisuales (animaciones, marionetas o muñecos, series con actores reales, misceláneos de entretención, etcétera). Asimismo, en la actualidad podemos afirmar con seguridad que hay acuerdo entre los diversos investigadores que los niños y niñas son consumidores televisivos que “construyen activamente sus propios significados de lo que ven en televisión a partir de su marco conceptual, cultural y valórico proveniente de la familia y la escuela como agentes socializadores fundamentales”. En otras palabras, los menores no reciben de forma pasiva lo que ven en la televisión, siendo aún un tema polémico el cómo se desarrolla esta relación activa entre los niños y la televisión. (Souza: 1999). De igual forma, el alto consumo televisivo infantil preocupa tanto a padres como a profesionales del área, ya que como señala Pablo Rupin, sociólogo de la Pontificia Universidad Católica y ex miembro del Departamento de Estudios del Consejo Nacional de Televisión (CNTV), las conductas disruptivas o antisociales (faltas de respeto, deshonestidad, egoísmo, manipulación, amenazas, etc.) están presentes en la televisión que ven los menores, incluso en programas supuestamente para niños. (Pérez, 2005: 16-20). Paralelamente, en los últimos años una serie de cambios han afectado a la televisión infantil en Chile. Por un lado, ésta ha logrado un importante desarrollo en algunos canales de la televisión abierta; y por otro, se ha producido un desplazamiento de su audiencia natural hacia los canales infantiles del cable. (Fuenzalida, 1990). 1
  • 3. Datos recientes del Estudio Estadístico de Televisión Abierta 2000 - 2007 del Departamento de Supervisión del CNTV, en relación a la oferta infantil, presenta los siguientes resultados: 1.- La participación de la programación infantil en la oferta general fue de 10,6% en 2004; 12,3% en 2005; 11,8% en 2006; y 12,5% en 2007. Aquí dos comentarios: a) En general, observamos un bajo porcentaje de programación infantil, que apenas supera el 10% del total; y b) Prácticamente no hay fluctuaciones bruscas de esta participación en los últimos 4 años. 2.- De la participación de la programación infantil en la oferta general según canales se advierte que Canal 13, en 2004, tuvo un 7,9%; en 2005 un 10,6%; en 2006 un 8,7%; y en 2007 un 10,2%. Chilevisión, en tanto, tuvo un 16,3% en 2004; 14,5% en 2005; 15,9% en 2006 y un 7,2% en 2007. Megavisión presentó un 17,8% en 2004; un 18,1% en 2005; un 10,4% en 2006 y un 14,3% en 2007. TVN, por su parte, tuvo un 5,2% en 2004; un 7,4% en 2005; un 11,2% en 2006; y un 11% en 2007. Por último, RED Televisión presentó un 15,1% de programación infantil en 2004; 10,7% en 2005; 2,4% en 2006; y 2,2% en 2007. En resumen, en todos los canales se observan cifras irregulares de un año para otro. No obstante, destaca Mega con la mayor apuesta de programación infantil; TVN con un crecimiento casi sostenido y RED TV con una baja ostensible. Canal 13, en tanto, presenta un comportamiento algo errático, subiendo o bajando de un año para otro. 3.- De igual forma, entre 2004 y 2007 destaca un aumento de contenidos infantiles de origen nacional, pasando del 14,1% en 2004 al 16,9% en 2005; llegando al 20,1% en 2006, y subiendo al 24,7% en 2007. No obstante, sigue existiendo una gran mayoría de programación infantil de origen extranjero, fundamentalmente dibujos animados de origen japonés y estadounidense. (http://www.cntv.cl/medios/Publicaciones/2008/Estadistico2007.pdf) Teniendo en cuenta dichos antecedentes (el alto nivel de consumo infantil de televisión y el bajo porcentaje de programación específicamente dirigida a los menores en la TV abierta), y al considerar la importancia capital de la televisión en la configuración del mundo de los niños, es que este estudio se planteó los siguientes objetivos: Objetivo General Conocer la opinión de escolares de ambos sexos - de entre 8 y 10 años - de Concepción, Chiguayante y San Pedro de la Paz, respecto a la televisión abierta chilena; en especial, 2
  • 4. profundizando en los contenidos infantiles que se ofrecen a este segmento. Específicamente, se trabajó con escolares de establecimientos particulares privados, subvencionados y municipalizados de las comunas antes señaladas. Objetivos Específicos 1.- Describir y caracterizar el contexto en el que se produce el consumo televisivo por parte de los menores, así como las razones de las preferencias televisivas infantiles; 2.- Comprender el papel que juegan los mensajes televisivos en la configuración del mundo de los niños; 3.- Examinar el reconocimiento infantil de los valores y antivalores presentes en la programación televisiva; 4.- Analizar el mensaje medial desde la perspectiva del niño, es decir, cómo éste percibe y usa estos mensajes en la construcción de su visión de mundo, cómo estos les afectan, y su relación con el proceso de construcción emocional. 2.- Marco Teórico Resulta evidente que en la actualidad estamos transitando -cada vez más- hacia una sociedad en que la información, la comunicación y el conocimiento constituyen ejes centrales en la articulación de los distintos ámbitos del quehacer social (Souza, 1999: 5); y los niños, querámoslo o no, nacen y crecen en una cultura mediatizada y globalizada por las comunicaciones. Los medios de comunicación han adquirido protagonismo en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, pues constituyen vehículos fundamentales de acceso al conocimiento, el cual se caracteriza por estar vinculado a la actualidad; por ser transmitido a través de múltiples lenguajes, proporcionando una estimulación sensorial; y por la pluralidad de su oferta, tanto en cantidad como en calidad. Pero junto con el acceso al conocimiento, los medios de comunicación social se han transformado en nuevos agentes de socialización. Dentro de este proceso la televisión es considerada como el medio de mayor fuerza e incidencia. “No cabe duda de que los niños aprenden de la televisión: ésta suministra información, presenta modelos de conducta, transmite formas de ser, ofrece valores e ideales, promueve gustos, modos y costumbres. En suma: pone a disposición del niño un repertorio de comportamientos potenciales que difícilmente aparecerían en el horizonte de posibilidades de millones de individuos” (Ander- Egg, 1996: 6). 3
  • 5. Lo anterior adquiere gran relevancia si consideramos el acceso que los hogares chilenos han tenido a la televisión estos últimos años, lo que ha posibilitado que ver televisión sea la principal actividad que realizan los niños chilenos en su tiempo libre. En efecto, el 95% de los hogares en nuestro país posee un aparato de televisión y un 97,9% de los menores saben utilizar este medio (CNTV, 1996). De hecho, en relación al tipo de programas que prefieren, un 64,7% de los niños consume dibujos animados (Souza, 1999). Diversos especialistas en el área de las ciencias sociales “han identificado a la televisión como uno de los fenómenos de mayor interés en cuanto a la influencia que puede tener en la forma en que se configura y desarrolla la vida moderna, es por ello que el tema de la televisión y el mundo social es referido como un problema que requiere constante supervisión y análisis” (Toloza, 1999: 1). En tal contexto, no debemos olvidar que “el ser humano nace en un entorno simbólico” (Bryant y Zilman, 1996: 43), en donde la televisión está presente en todo momento y a lo largo de su desarrollo, constituyendo “un medio innegable de penetración que se ha convertido en Chile en un punto de referencia obligado en la interacción social”(Toloza, 1999: 88), porque como lo señala Ander-Egg, “merced a la influencia de la televisión, se internalizan modelos, valores e ideales que llevan a modos de ser que nunca se tendrían como consecuencia de la experiencia inmediata de niños, adolescentes y adultos” (Ander-Egg, 1996: 67). 2.1 El Niño y la Construcción de la Realidad Social Investigaciones realizadas respecto de la forma en que el niño construye la realidad social y la implicancia que en ello tiene la televisión, demuestran que los medios de comunicación social influyen en la forma en que cada persona “organiza su propia imagen del ambiente”, por lo cual es importante considerar el contexto en el que se emplean los medios de comunicación social en el “universo cotidiano” (Berra y Fernández, 1999: 2) La Teoría de la Construcción Social de la Realidad de Berger y Luckman postula, entre otros aspectos, que la realidad es un constructo social susceptible de ser analizado a la luz de los procesos de construcción de significado (Cfr. Avendaño e Izquierdo, 1999: 209 y ss.). En consecuencia, los mensajes que transmite la televisión “son interiorizados por las personas en 4
  • 6. función de sus experiencias, ideas, de sus sentimientos, de sus creencias y su competencia cultural” (Lomas: 1998: 79). Así, el ambiente social y la cultura mediatizan e influyen en la percepción que el niño tiene del mundo. En palabras de Marianela Denegri “actúan como un filtro que mediatiza la percepción del mundo y lo hace inteligible para cada miembro de la sociedad.” (Denegri: 2005). En este contexto la televisión constituye “uno de los medios que entrega al niño información acerca del mundo, lo que conlleva una forma determinada de estimulación sensorial, una forma de procesar y elaborar la información recibida, que afecta el proceso de construcción y elaboración de los esquemas desde los que se interpreta la realidad, incidiendo fundamentalmente en el ámbito de las emociones del ser humano, por tanto, la experiencia que tiene cada espectador al ver la televisión es única e intransferible” (Avendaño e Izquierdo, 1999: 209) En síntesis, la socialización “ya no es sólo el efecto de la interacción con las otras personas y con el entorno físico, sino el resultado de la influencia de los medios de comunicación de masas y la publicidad”. Particularmente la televisión constituye una fuente de socialización indirecta, es decir, a través de la interpretación que se hace de la realidad. (Lomas, 1998:79). 2.2 Desde el dibujo animado a la cognición Durante largo tiempo se tendió a ver al niño como un receptor pasivo de los contenidos entregados por el medio. Por el contrario, en la actualidad se le ve como un receptor activo de la información, ya que él selecciona e interpreta los mensajes de acuerdo a su experiencia, sistema de creencias y capacidad cognitiva, así como a partir “de las experiencias, valores, el conocimiento, las opiniones, las actitudes y las motivaciones” (Otero, 1997: 182). Es decir, realiza una interpretación propia destinada a comprender y darle sentido a lo que ve. Por tanto, es evidente que el niño no hace suyo todo lo que ve en pantalla, pero los programas de televisión le dan la oportunidad de explorar y conocer realidades que van más allá de las experiencias que les brinda el medio donde se desarrollan. Los niños eligen los programas televisivos de acuerdo a su edad y a sus características personales para aprender, divertirse e incluso para mejorar su estado anímico. Sin embargo, 5
  • 7. muchos niños viven en ambientes deprivados, con escasa cantidad y variedad de estímulos culturales. (Musitu, 2003). La televisión, entonces, cumple un papel fundamental en el aprendizaje por observación creando expectativas acerca de los beneficios en la realización de determinados tipos de comportamiento, activando mecanismos de identificación y proyección. Niños y adolescentes al ver televisión construyen un cúmulo de imágenes mentales, que incluyen detalles visuales percibidos a través de sus sentidos “a partir de los discursos verbales y gestos del cuerpo y rostro de los personajes, de sus programas televisivos preferidos”. Estas imágenes influyen en el recuerdo que los niños tienen de los programas que ven. La generación de imágenes mentales son diferentes en cada niño y su recuerdo está íntimamente relacionado con la atención que los niños prestan a la televisión, “la modalidad de presentación del mensaje y la capacidad que cada niño posee para experimentar la imagen mental con mayor o menor viveza” (Arroyo, 1999: 80). Junto con el aprendizaje por observación, el niño también desarrolla un proceso de aprendizaje por imitación. Musitu sostiene que si bien éste no es el único mecanismo de aprendizaje que tienen los niños, sí es el primero y entrega las bases de futuros aprendizajes. Los niños son excelentes imitadores, incluso durante los primeros meses de vida pueden copiar las expresiones faciales de las personas que los cuidan; aprenden a comer, vestirse, utilizar el baño y relacionarse con los demás, gracias a que sus padres y otras personas les muestran cómo se hacen las cosas (Musitu, 2003). Así como los niños imitan permanentemente a las personas que los rodean, es lógico que también imiten a personajes, como por ejemplo a sus héroes que ven en la pantalla. Sin embargo, también hay que recordar que el niño no hace suyo todo lo que ve en la televisión, sino que los programas de ésta le dan la oportunidad de explorar y conocer realidades que van más allá de las experiencias que les brinda el medio donde se desarrollan. 2.3 Investigaciones relevantes sobre televisión y niños Las relaciones entre la familia y la televisión suelen estar presididas por toda clase de contradicciones. Como señala Ferrés a “la televisión se la odia y se la ama a un mismo tiempo. Se la considera intrusa, pero en el fondo se la acoge como a una madre; se la acusa de ser un peligro para los hijos, se la hace responsable de la mayor parte de los males que la 6
  • 8. aquejan” (Ferrés, 1996: 33). Sin embargo, no hay fundamentos científicos que apoyen esta postura. Es más, desde su masificación, a mediados de la década del 50 del siglo XX, primero en los Estados Unidos e Inglaterra y luego en el resto del mundo, ha sido constante y creciente la preocupación social por las relaciones existentes entre la televisión y los niños. Por esta causa es que se han enfrentado distintas posturas. Por una parte, las más críticas que atacan al medio por considerar que daña las mentes infantiles y, por otra, las que consideran a la televisión como un aporte positivo y rescatable al desarrollo infantil. Preocupación que no es un tema menor puesto que en la actual sociedad del conocimiento los niños nacen y se desarrollan en un mundo televisivo, es decir, la televisión está presente en todo momento y lugar a lo largo del crecimiento y maduración de los niños, considerando además, el tiempo que pasan los menores frente a la pequeña pantalla. Así mismo, también hay que tomar en cuenta la serie de cambios que está experimentando el mercado televisivo (tanto a nivel nacional como internacional), reflejado en el aumento de la oferta específica para niños con la televisión por cable y satelital, y la próxima llegada de la televisión digital. Hasta ahora, el enfrentamiento entre posturas divergentes nos ha llevado a respuestas contradictorias en relación a los posibles efectos generados por la televisión. En otras palabras, los resultados de las distintas investigaciones realizadas no aclaran el alcance de los efectos televisivos y en muchos casos arrojan resultados contradictorios. A continuación se presentarán brevemente algunos de los temas y resultados de la investigación sobre televisión y niños. Se han considerado varias de las más recientes e importantes investigaciones a nivel internacional, así como también los distintos conocimientos que se tienen del caso chileno, provenientes principalmente del Consejo Nacional de Televisión (CNTV) y de las distintas universidades e instituciones que se han interesado en investigar el tema. Los exámenes hasta ahora realizados se han ocupado de indagar aspectos tales como la cantidad de televisión que consumen los niños, los niveles de comprensión que pueden lograr, los 7
  • 9. procesos cognitivos y afectivos involucrados en la visualización, las percepciones que tienen los menores acerca del medio, las potencialidades educativas de la televisión, el rol de la regulación parental y los posibles efectos de la televisión sobre ellos. De igual forma, también se han ocupado de describir y analizar el equipamiento tecnológico del hogar y la relación que establecen los niños con éste. Así como el papel que juega la televisión en el tiempo libre de los menores y lo que se sabe acerca de los hábitos infantiles de consumo televisivo, entre otros tópicos. En el caso chileno, sobre estos puntos destacan las sucesivas investigaciones que ha venido desarrollando el CNTV desde mediados de los 90 a la fecha (www.cntv.cl). Entre las más destacadas se cuenta el estudio del Consejo en conjunto con la Pontificia Universidad Católica (PUC) del año 99. Aquí se demostró que los niños de diversos tipos de establecimientos educacionales (municipalizados, particulares subvencionados y particulares privados) y de los distintos niveles socioeconómicos asociados, tienen como actividades preferidas jugar y ver televisión. En el ámbito internacional, referente obligado son los resultados de los proyectos encabezados por la investigadora inglesa Sonia Livingstone (1995, 1997, 1998 y 2001). Uno de ellos, del año 98, aplicado en varios países europeos, buscó dilucidar los patrones de uso, el impacto en el tiempo libre y las formas de relación que tienen niños y jóvenes con los distintos medios. En este caso, se comprobó que existe una relación negativa entre el nivel socioeconómico y la posesión de televisión en el dormitorio de los niños. En otras palabras, a mayor nivel socioeconómico, menor es la cantidad de niños ingleses que tiene televisión en sus dormitorios. Cuestión que no sucedió en los otros países europeos participantes del estudio. En cuanto a los tiempos de uso, los resultados son similares en las distintas naciones involucradas. En el caso inglés, nuevamente, los menores pasan, en promedio, 147 minutos al día viendo televisión, 30 jugando computador, 12 utilizando el PC para otros fines y sólo 16 minutos leyendo libros (Livingstone, 1998). En el caso español, sobre el mismo asunto, existen otras investigaciones encabezadas por Carmelo Garitaonandia y otros (1998, 2001 y 2005). Una de ellas, también del 98, junto a Patxi Juaristi, José Oleaga y Fátima Pastor, llamada “Las relaciones de los niños y los jóvenes con las viejas y las nuevas tecnologías de las información”, publicada en la Revista ZER de la Universidad del País Vasco (UPV) trata casi los mismos temas de los estudios de Livingstone. 8
  • 10. Más específicamente, entre sus resultados arrojó que el 54,5% de los hogares españoles poseen al menos 2 televisores; que el 63% de las familias poseen un equipo de video y que el 19,3% de los hogares poseen un computador (Cfr. Garitaonandia y otros, 1998: 131-161). A la fecha de hoy, evidentemente, estos datos han cambiado positivamente, dado el abaratamiento de los electrodomésticos (televisores de plasma, computadores y DVD’s) y la popularización de juegos como la play station u otros similares El mismo estudio de Garitaonandia y otros señaló, además, que los niños de entre 6 y 13 años ven televisión todos los días, solos o en compañía de sus padres, hermanos u otros familiares. Mientras que los jóvenes mayores de 15 ven televisión más frecuentemente con sus amigos. Del mismo modo, los investigadores vascos concluyeron que los niños y jóvenes establecen una relación normal y cotidiana con estos equipamientos y no parece haber evidencias de que éstos deterioren las relaciones familiares o con sus pares. De hecho, enfatizan que niños y jóvenes ponen por delante a sus amigos antes que a las máquinas o las nuevas tecnologías. Asimismo, los resultados de Garitaonandia y otros en relación al uso del tiempo libre son similares en niños de entre 6 y 13 años, pudiendo caracterizarse su rutina de la siguiente forma: salen del colegio y van a una actividad extraprogramática (que en la mayoría de los casos es en el mismo establecimiento, obligatoria y complementaria con la formación curricular formal: ya sea deporte, gimnasia, actividades artísticas, etc). Luego van a sus casas, comen algo y realizan sus tareas. Posteriormente, ven televisión en rangos que van desde media hasta cuatro horas. Otras actividades que realizan es salir con amigos o ir a casa de alguno de ellos (Ibid). Otra investigación española, cuyos resultados también fueron publicados en la Revista ZER de la UPV, fue la encabezada por José Ramón Pérez Ornia y Luis Nuñez Ladevéze. Aquí, entre 2001 y 2005, mediante análisis de contenido, se trató de establecer las señas de identidad del producto infantil y sus características retórico-formales, así como los rasgos de los actores esenciales del relato, prestando especial atención a tres variables que preocupan: violencia, sexo y discriminación. Así mismo, se ocuparon de abordar la disonancia entre los criterios normativos de los padres y su conducta efectiva en relación a la cantidad de televisión que deben ver sus hijos, a los contenidos y a sus hábitos de consumo (Cfr. Pérez y Nuñez, 2006: 133-177). En el caso chileno, en relación con el lugar de la televisión en el tiempo libre de los menores, destaca un estudio de la UNICEF del año 97, que señaló que si bien ver televisión es la actividad 9
  • 11. más realizada no es la que más gusta y sí, la que los menores estarían más dispuestos a cambiar (TIME-UNICEF, 1997). Resultado que se contrapone a evidencias estadounidenses que indican que la mayoría de los niños señalaron que ver televisión es lo que estarían menos dispuestos a sacrificar (Stranger, 1997 y 1998; y Stranger y Gridina, 1999). No obstante, otro estudio norteamericano, en este caso el Nickeodeon/Yankelovich del año 97, realizado con niños y jóvenes de entre 6 y 17 años indica que éstos tienen muchas opciones de actividades y que ocupan de manera diversa el tiempo fuera de la escuela. La mayoría hace las tareas, ve televisión, come, juega, usa el computador y habla por teléfono. Además, cerca de un tercio de los menores dijeron leer revistas y un porcentaje aún mayor indicó ir de compras al mall. Así mismo, se observó que cada vez más niños están haciendo tareas de adultos como cocinar, lavar ropa o comprar; siendo aquellos cuyas madres trabajan quienes más realizan estas labores (Nickeodeon y Yankelovich, 1997). Respecto del consumo de medios, el mismo informe indicó que niños y niñas - diariamente - escuchan 1,4 horas de radio; 1,4 horas de música en CD’s o cassettes; 2,8 horas de televisión durante los días de la semana y 4 horas durante los fines de semana. Además, un 65% dijo leer siempre algún diario; y de los que tienen computador en casa, un 25% dijo usarlo todos los días y un 40%, al menos una vez a la semana (Ibid). Aquí, la misma idea: es seguro que al día de hoy hayan aumentado entre los niños los niveles de consumo de videojuegos, Internet, uso de DVD’s, teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos. En Inglaterra, en tanto, la investigación de Chambers, Karet, Samson y Sancho-Aldridge también muestra un amplio rango de actividades en las que participan los menores. Gran parte de su tiempo de descanso es ocupado por éstos viendo televisión, pero ésta se acomoda a otras actividades como jugar (solos o con amigos), salir, leer, hacer deportes, jugar con la consola de videojuegos o en el computador, o bien hacer otras actividades (Chambers y otros, 1998). En otras palabras, niños y adolescentes aprenden rápidamente cómo acomodar grandes cantidades de consumo televisivo sin tener que necesariamente sacrificar otras actividades. Así también lo demuestran otras investigaciones como la de Gunter y McAller, quienes indican que la televisión es una actividad que puede ser llevada a cabo simultáneamente con otras, pero que no es necesariamente la actividad primaria entre aquellas realizadas de forma simultánea. De hecho, los niños aprenden a acomodar su consumo televisivo y su estudio o lectura, haciendo ambas cosas al mismo tiempo. Así mismo, el uso de la televisión por parte de los niños, según este estudio, no 10
  • 12. se relaciona directamente con un uso menor de otros medios o tecnologías. De hecho, puede ocurrir lo contrario, es decir, que aumenten algunos consumos (Gunter y McAller, 1997). Datos estadounidenses acerca de la magnitud del consumo televisivo infantil señalan que los menores dedican entre 20 y 25 horas a la semana a tal efecto, con una pequeña variación entre los días de semana y los fines de semana. En otras palabras, los niños antes de los 18 años han pasado más tiempo frente al televisor que en la sala de clases (Sweet y Singh, 1994). Investigaciones inglesas similares, respecto de la cantidad de consumo televisivo en niños entre 4 y 15 años, muestran dos grandes tendencias: Primero, que los niveles de consumo aumentan a medida que aumenta la edad, con una media de 2,5 horas diarias para niños de 4 años, y de 3 horas al día para los menores de 11. Y segundo, la cantidad promedio diaria de consumo televisivo infantil cambió poco en los 80 y 90, mientras que el promedio de consumo en adolescentes y adultos aumentó en igual período (Gunter y McAller, 1997). Información que es distinta a los resultados observados en Chile. Sobre el mismo punto, es decir, el tiempo de consumo, para el caso chileno basta ver los distintos estudios del CNTV disponibles en Internet o bien los datos de rating que proporciona Time- Ibope, empresa que se ha posicionado como líder en investigaciones de este tipo. Datos de la Encuesta Nacional de Televisión de 1996 señalan que el consumo infantil aparece fuertemente asociado al nivel socioeconómico de los entrevistados. El consumo televisivo infantil promedio reportado por los padres para los fines de semanas es de 3,8 horas para los niños de nivel socioeconómico alto; 4,2 para el medio y 4,7 horas para el bajo. En otras palabras, según estos resultados a mayor pobreza mayor es el consumo televisivo infantil. De igual modo, según resultados del mismo estudio, el 35,2% de los padres consideran que sus hijos ven mucha televisión; un 48% dijo que la cantidad es regular y tan sólo un 18,9% consideró que ven poca televisión. Siendo los padres de nivel socioeconómico alto, los que tienen un nivel educacional universitario o superior y las mujeres, quienes dijeron en mayor proporción que sus hijos ven mucha televisión (CNTV, 1996 c). Otro ejemplo es la investigación del CNTV y la PUC cuyos resultados dan cuenta de que el 27% de los niños entre 6 y 14 años ve televisión sólo en las mañanas; un 69% ve también en la tarde y un 48% en la noche. Además, sobre el modo específico de ver televisión y el uso del control 11
  • 13. remoto y la televisión por cable, destaca el surfing o recorrido rápido por distintas señales sin detenerse en ninguna. En este caso un 46,3% de los niños dijo cambiar de canal durante los comerciales (zapping) y un 67% señaló ver varios canales –surfing (CNTV y PUC, 1999). También en Chile, hace diez años, de acuerdo a datos de Time-Ibope, los niños (de entre 5 y 14 años) son el segundo segmento con mayor nivel de consumo televisivo después de los adultos mayores. El consumo infantil promedio anual es de 141 minutos diarios y alcanza su clímax o punto máximo entre los meses de mayo y junio, con 163 minutos diarios los días de semana. En tanto, los fines de semana el consumo máximo es entre marzo y agosto con un promedio cercano a los 140 minutos diarios (CNTV, 1998 b). De igual manera, estimaciones de Search Marketing de 1995 indicaron que los niños entre 5 y 10 años consumían casi el doble de televisión pagada que de televisión abierta; lo que permitió suponer que el consumo infantil era bastante superior a los 140 minutos diarios antes señalados (BBDO, 1995). Sobre los gustos de los menores, los datos del Consejo arrojan que éstos centran su consumo en la programación televisiva infantil, ya sea de señal abierta o cable; y respecto de las preferencias por tipos de programas, éstos dijeron preferir por orden dibujos animados, telenovelas y películas (CNTV y PUC, 1999). Información que es claramente coincidente con nuestros resultados preliminares y también con los datos aportados previamente por Guajardo y otros, quienes además, también descubrieron que a más del 70% de los niños les gustaban los programas policiales, en especial entre los hombres; y las telenovelas, en el caso de las mujeres (Guajardo y otros, 1994). En Inglaterra, según Gunter y McAller, se produce algo similar: Los niños ven más programas de tipo acción-aventuras y deportes; y las niñas, más telenovelas. Del mismo modo, a mayor edad el consumo de programas infantiles cae y aumenta el consumo de programación general (Op. Cit). Igual que en el caso chileno según muestran los datos del CNTV. Sobre el consumo de dibujos animados, la investigación inglesa de Chambers y otros, señala que los niños no son adictos a una dieta de ellos, pero que éstos sí juegan un papel particular dentro del consumo televisivo de los menores. Es más, dichos resultados indican que los favoritos son aquellos que contienen humor, prefiriéndolo antes que la acción o la violencia. Más 12
  • 14. puntualmente, el núcleo de consumidores de dibujos animados de acción son los niños hombres entre 5 y 7 años, el resto sólo los ve si no hay más opciones. Asimismo, los dibujos animados de acción no son populares entre las niñas menores, quienes los encuentran ruidosos e incluso atemorizantes; mientras que las niñas mayores los encuentran aburridos (Op. Cit). Resultados similares encontramos en estudios desarrollados en nuestra zona (Concepción) por Domínguez y Schade, entre otros, y también en los hallazgos preliminares de nuestra propia investigación. En todos los casos, independientemente del tipo de establecimiento que se trate. Por ejemplo, según Domínguez y Shade entre las razones que explicarían el alto consumo de dibujos animados y programas infantiles, diversos estudios concluyen que los niños ven televisión como subsidio a las limitaciones en la realización de otras actividades, como hacer deportes o jugar con los amigos (Avendaño e Izquierdo, 1999: 205-206). Así mismo, la falta de recursos económicos de la familia para realizar otras acciones de entretenimiento, puede convertirse en una de las variables que deja como principal opción pasar la mayor parte del día frente al televisor. Según ambas investigadoras, en el caso de los preescolares pertenecientes a establecimientos municipalizados de la comuna de Concepción el consumo televisivo puede ser mayor al de alumnos de un colegio particular. Así también los horarios en que éste se realiza suelen ser mucho más flexibles. (Cfr. Domínguez y Shade, 2004: 235- 236). La forma en que se lleva a cabo el consumo televisivo en los niños, también ha sido objeto de análisis. La investigación de Domínguez y Schade arrojó que la mayoría de los padres afirman que sus hijos son acompañados por sus familias (padres y hermanos) al momento de ver televisión. Esto contrasta con lo señalado por los propios niños, ya que ellos aseguran ver mayoritariamente televisión junto a sus hermanos, primos, amigos o solos, pero rara vez junto a sus padres (Ibid: 236-237). Un estudio posterior de Aldunate y Domínguez preguntó a los padres de niños de 5 años de colegios particulares, particulares subvencionados y municipales de la comuna de Concepción, cuál era el programa más visto por su hijo. Estos señalaron en primer lugar los dibujos animados, seguido de programas infantiles y la tercera opción correspondió a películas para niños. El mismo estudio reveló que el mayor consumo televisivo lo poseen los niños pertenecientes a establecimientos municipalizados, con un promedio de 3 horas diarias (incluidos los fines de semana). Estos resultados no se alejan demasiado de los obtenidos en otros establecimientos, 13
  • 15. siendo la diferencia levemente más notoria con los establecimientos particulares, teniendo éstos un promedio de consumo televisivo de 2 horas diarias. (Cfr. Aldunate y Domínguez, 2006: 185-206). En cuanto a los horarios en que los niños ven televisión, la investigación de 2006 arrojó que éste varía de acuerdo a mañana, tarde o noche, según su horario de clases o al establecido por sus padres. Dicho estudio dejó en evidencia la siguiente contraposición: por un lado, el 72% de los apoderados señaló que sus hijos ven televisión mayoritariamente con la mamá. Sin embargo, un 86% de los niños indicó que veía televisión solo. Consultados los padres acerca de si seleccionan o no los dibujos animados que ven sus hijos, un 65% respondió que sí; mientras que de los alumnos, sólo un 53% afirmó que tenía algún tipo de control acerca de los programas que podía ver (Ibid). En síntesis, cuando un niño enfrenta sin compañía los mensajes que emanan de la televisión, no puede discriminar entre los que son positivos y los que no lo son. Es por ello que la participación de los padres como mediadores entre el niño y la televisión adquiere gran relevancia, influyendo en esto el estilo paterno o materno de enfrentamiento, el cual determinará el tipo de programación y la cantidad de tiempo que los niños dedican a ver televisión, así como el interés por hacer respetar al niño la reglamentación de programas, entre otros aspectos. En los Estados Unidos, en tanto, ocurre algo similar: casi el 75% de niños entrevistados, entre 10 y 17 años, dijeron ver dibujos animados u otros programas infantiles. Además, una proporción semejante dijo ver las noticias a lo menos tres veces por semana y un porcentaje similar indicó ver programas de la televisión pública (Stranger, 1997). En otro aspecto, las investigaciones sobre televisión y niños también se han ocupado de la influencia de la televisión en la vida social de los menores y sus familias, así como las razones y motivos que llevan a los niños a ver televisión. Sobre el primero de estos puntos, también en el caso chileno, hay que echar mano de los estudios del CNTV y de otros ya señalados previamente. Un ejemplo, es el estudio de Guajardo y otros del año 94. En este caso, el 66% de los padres dijo no ver televisión en compañía de sus hijos o que lo hacen sólo ocasionalmente (Op. Cit). Así mismo, una investigación del CNTV del año 96 mostró que en Chile un 80% de los entrevistados dijo que hay horarios en que la familia ve junta televisión: esta es la hora de las telenovelas, los informativos y los programas inmediatamente posteriores a éstos, es decir, en el horario prime time y nocturno. También, un 80% de los padres dijo que hay horarios en que los 14
  • 16. niños y niñas ven televisión solos o en compañía de otros menores. Situación que se produce fundamentalmente en las mañanas y en las tardes, dependiendo del horario en el que éstos asisten al colegio (CNTV, 1996 c). Un estudio posterior del mismo centro, esta vez del año 97, constató una mayor segmentación del consumo televisivo al interior de las familias. En otras palabras, cada miembro utiliza parte importante del tiempo dedicado a la televisión viendo programas de su interés particular (según edad y sexo). Del mismo modo, este estudio volvió a comprobar que la reunión familiar frente al televisor se produce casi exclusivamente en el horario prime time y nocturno. Es decir, a la hora de las telenovelas nacionales y las noticias. Cuestión que es algo distinta en los estratos medios y bajos, en donde sigue siendo frecuente que se reúna toda la familia a ver televisión durante los fines de semana. Muy probablemente, ello se deba a que estos sectores cuentan con menos recursos económicos para salir o gastar dinero en recreación y que la televisión se transforma para ellos en una alternativa gratuita y al alcance (CNTV, 1997 b). Respecto de con quienes ven televisión los menores, los resultados del estudio del CNTV y la PUC arrojaron que el 55% de los niños ve televisión solo; un 59% con hermanos; un 39% con los padres y sólo un 3,4% con amigos. Ocurre también que los niños con TV cable dijeron más frecuentemente ver televisión solos en sus hogares (Op. Cit). En resumen, la televisión también es un instrumento de socialización en la medida que sus programas son una fuente importante de conversación y juego entre ellos. Sobre las razones o motivos que tienen los niños para ver televisión, hay suficientes evidencias como para afirmar que existen variables tales como las características de personalidad, los estados de ánimo o bien variables motivacionales y anímicas que influyen en la forma en que los sujetos usan la televisión. Ahora bien, entre las razones o argumentos que se asocian al consumo televisivo, entre las más comunes, está la búsqueda de entretenimiento, distracción, emociones, sensaciones, vías de escape, formación cultural, conocimientos, etc. La investigación inglesa de Gunter y McAller también demostró que en el consumo televisivo de los niños, éstos eligen determinados programas y personajes. De hecho, las razones infantiles para ver televisión están relacionadas con los tipos de programas que ven y lo que piensan de ellos. Por ejemplo, si buscan entretención verán más dibujos animados o comedias y, en 15
  • 17. consecuencia, menos noticias (Op. Cit.). Resultados coherentes con los de Chambers y otros (1998) quienes demostraron que la televisión juega diferentes roles para los niños. En este caso es vista como un medio para relajarse después del colegio, es decir, como entretención y diversión o bien como remedio para combatir el aburrimiento, brinda compañía, se presenta como una manera entretenida para aprender, y - por último - provee de temas de conversación entre los amigos (Op. Cit.). Similares resultados encontramos en las investigaciones del CNTV y en otras, incluida la nuestra. Por otro lado, respecto de otros tópicos de la investigación sobre televisión y niños, hay investigaciones que abordan la comprensión que tienen los menores de los contenidos y formatos televisivos, así como también su capacidad para distinguir fantasía de realidad. En este sentido, la mayor parte de las investigaciones sobre la comprensión que tienen los niños de la televisión se ha focalizado en los cambios evolutivos en el nivel de comprensión de éstos. No obstante, la edad no es la única variable a considerar, sino que también se deben incluir otros factores tales como el formato y el contenido de los programas o el como éstos afectan su comprensión. Frente a la distinción entre realidad y fantasía que hacen los menores, distintos estudios se han esforzado en establecer la frontera entre un área y la otra. La investigación ha demostrado que los efectos de la televisión dependen significativamente de la percepción de realismo de las acciones vistas. En general, los eventos más reales (o percibidos como tales) tienen efectos más duraderos y profundos en las personas. No obstante, cabe puntualizar que en el caso del consumo de programación infantil - en Chile y en el resto del mundo - ésta se concentra mayoritariamente en contenidos de ficción. Además, como bien dicen Hodge y Tripp, mucho de lo que los niños saben de distintos ámbitos o esferas de la realidad ha sido aprendido en la televisión (Hodge y Tripp, 1998). Ahora bien, la capacidad para distinguir fantasía de realidad es algo que, en un nivel superficial, se desarrolla tempranamente. Por ejemplo, de acuerdo a resultados aportados por Gunter y McAller los niños pequeños son capaces de hacer rápidamente distinciones entre programas animados y con personajes humanos o de verdad; además prontamente comprenden que los héroes de la televisión no son personas reales. Es más, antes de comenzar la escolaridad pueden hacer distinciones básicas entre programas que son reales, por ejemplo, las noticias y otros que parecen reales, en este caso, los dibujos animados. De hecho, en la distinción entre fantasía y realidad los 16
  • 18. niños menores tienden a concentrarse en los elementos físicos de un programa para identificar su realismo (Op. Cit.). Igualmente, Gunter y McAller en sus intentos por hacer comparaciones entre la televisión y la vida real, entendidos como ámbitos opuestos y excluyentes, definieron el uso de tres estrategias generales: Primero, determinaron el establecimiento de la categoría actual, entendida como la existencia e inexistencia del contenido televisivo en el mundo real. Segundo, establecieron una segunda categoría denominada posible, entendida como la posibilidad o posibilidades de que sucedan esos contenidos en el mundo real; y por último, definieron una tercera categoría: imposible, entendida como todo aquello que no puede ocurrir en el mundo real. Los resultados aportados señalan que las distinciones basadas en lo actual las hacen los niños de todas las edades; mientras que las distinciones hechas en torno a lo posible tienden a ser más usadas por los niños más pequeños. En cambio, las opiniones respecto de lo imposible han sido observadas en niños de mayor edad (Op. Cit.). Una segunda manera de entender cómo los niños distinguen entre un contenido real y uno ficticio es a partir de las dimensiones de factualidad y realismo social. La primera se refiere a “un juicio sobre si un evento mostrado realmente sucedió en un mundo que no es ensayado y si la gente en pantalla es vista en su vida real; mientras que la segunda es discriminada sobre la base del formato y las formas, y es lo que permite distinguir, por ejemplo, los noticiarios de otro tipo de programas.” (CNTV, 1999). El realismo social, por su parte, es similar al atributo de lo posible en el caso antes señalado. “Refleja un juicio sobre si la gente y eventos en televisión son como los del mundo real. Se basa en la consideración de si la percepción es verdadera para la vida, aún cuando se sepa que es un programa ficcional. Se distingue fundamentalmente a través del contenido del programa, y no tanto en relación al formato” (Ibid: 39). Así mismo, sobre la discriminación valórica (importante punto de atención y objeto de análisis de la presente investigación) está comprobado que los televidentes - grandes y chicos - evalúan las acciones y conductas de los personajes, tornándose éstas más complejas en conformidad con el desarrollo psicológico y la edad de los sujetos. 17
  • 19. Buen ejemplo son los estudios ingleses de Gunter y McAller. En este caso, ellos investigaron las dimensiones usadas espontáneamente por niños entre 8 y 12 años para discriminar entre personajes de televisión. Se encontraron cuatro dimensiones principales: humor, fuerza, atractivo y nivel de actividad de los personajes. Constataron que los motivos y razones para las acciones y sus consecuencias para las víctimas fueron importantes modificadores de los juicios de los niños acerca del carácter moral de un personaje (Op. Cit.). Así mismo, resultados de otras investigaciones muestran que los niños más pequeños no pueden realizar juicios morales sobre un personaje o sólo hacerlo siguiendo demostraciones concretas de qué tan bueno o malo es este. En torno a los 10 años, los menores sí son más capaces de juzgar a un personaje como bueno o malo basado en información no evidente sobre éstos (CNTV, 1999). En el caso chileno, sobre este punto, nuevamente están los hallazgos del CNTV y la PUC del año 99. Específicamente, se evaluó el razonamiento moral de los niños frente a personajes de telenovelas: se les pidió a los menores que indicaran si les parecía buena o mala la conducta de un determinado personaje televisivo y por qué. De acuerdo con esta investigación, respecto del desarrollo moral, se analizaron las explicaciones de los niños, sin importar si juzgaban positiva o negativa la conducta, con el fin de determinar la naturaleza del razonamiento moral de los individuos. Con este objeto se construyó una escala con cinco niveles de juicio moral: en el nivel 1 las respuestas aludían a características personales de los personajes y no implicaban un real razonamiento moral; en el nivel 2 las respuestas enfatizaban lo deseable socialmente; las respuestas de nivel 3 enfatizaban las consecuencias de los actos; el nivel 4 agrupó las respuestas que se centraban en las normas establecidas; y el nivel 5, aquellas que aludían a principios y valores universales como la libertad o la vida. Dichos resultados arrojaron lo siguiente: en general niños y jóvenes se concentraron en el nivel 3 (39,1%). Aquí el mayor porcentaje se presentó en los niños de 2º y 5º Básico. Para ellos esto se puede adjudicar al centramiento de los menores de este rango en las consecuencias que sus actos tienen para sí mismos, y a su preocupación por evitar castigos y buscar recompensas. En el nivel 1 se presentó un alto porcentaje de niños de 2º Básico que contestaron arbitrariamente de acuerdo a características personales que al niño le parecieron, egocéntricamente, buenas o malas (24,3%), disminuyendo este porcentaje hacia los jóvenes de 1º Medio (13,3%). Finalmente, en los niveles 4 y 5 se presentó una distribución similar a la que se observó frente a las otras preguntas sobre 18
  • 20. comprensión. Aumentaban los niveles de razonamiento moral junto con el curso: un 24,8% para los niños de 2º Básico, un 36,5% para los de 5º y un 48% para los de 1º Medio. Respecto a si el razonamiento moral está asociado al sexo de los menores, los datos indican que la distribución en los distintos niveles de razonamiento fue bastante similar. Aunque se apreció un mayor porcentaje de hombres en el nivel 1 y un mayor porcentaje de mujeres en el nivel 5. Niveles de Razonamiento Moral según curso Curso 2º básico 5º básico 1º medio Total Nivel 1: da respuestas 24,3% 11,1% 13,3% 16,5% inconexas Nivel 2: contesta que no sabe o alude a la 11,6% 7,7% 7,4% 9,0% deseabilidad social Nivel 3: menciona efectos Razonamiento concretos centrados en 39,2% 44,7% 31,3% 39,1% moral consecuencias Nivel 4: se centra en reglas rígidas 20,8% 19,1% 22,5% 20,6% establecidas Nivel 5: alude a principios 4,0% 17,4% 25,5% 14,8% o valores universales Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% Base: niños que ven telenovelas Sobre las diferencias encontradas de acuerdo a la dependencia educacional, el 31% de niños de colegios municipales se ubica en los niveles 4 y 5, al igual que el 36,3% de los alumnos de colegios subvencionados. Mientras que el 47,2% de niños de colegios particulares pagados mencionan respuestas correspondientes a estos niveles. 19
  • 21. Razonamiento Moral según Sexo y Dependencia Sexo Tipo de colegio Particular Particular Femenino Masculino Municipal subvencionado pagado Total Nivel 1: da respuestas 14,8% 18,5% 17,1% 16,1% 16,1% 16,5% inconexas Nivel 2: contesta que no sabe o alude a la 8,6% 9,4% 7,8% 11,7% 2,0% 9,0% deseabilidad social Nivel 3: menciona efectos concretos 38,4% 39,8% 44,1% 35,9% 34,7% 39,1% centrados en consecuencias Nivel 4: se centra en reglas rígidas 21,4% 19,8% 17,4% 22,7% 23,3% 20,6% establecidas Nivel 5: alude a principios o valores 16,8% 12,4% 13,6% 13,6% 23,9% 14,8% universales Base: niños que ven telenovelas Otros temas importantes dentro de la investigación sobre televisión y niños son los referidos a su posible uso como instrumento o material educativo, la evaluación de la audiencia, y las distintas dimensiones del medio televisivo, entre los más destacados. Aquí similar historia. Se dispone de datos de investigaciones nacionales y extranjeras con distintas perspectivas y resultados, que en este caso no son objeto de interés de la presente investigación por lo que no se abordarán en mayor detalle. 3.- Metodología 3.1 Tipo de Estudio Siguiendo la clasificación de Restituto Sierra Bravo esta investigación, según sus fines, es básica, ya que con los resultados se busca entregar aportes teóricos que permitan la comprensión del fenómeno televisivo por parte de los niños y niñas. Según su profundidad es un estudio descriptivo-explicativo. Descriptivo, porque busca caracterizar el consumo y las preferencias televisivas infantiles, y explicativo, dado que se pretende comprender el papel que juegan los mensajes televisivos en la configuración del mundo de los niños. Según su carácter, la investigación es cualitativa, pues describe el sentido de los hechos sociales, con el propósito de estudiar el significado y las perspectivas desde el punto de vista subjetivo de las personas, y produce, por tanto, datos descriptivos acerca de la realidad social. (Cfr. Sierra Bravo, 1991: 32- 37). 20
  • 22. 3.2 Diseño de la Investigación Muestra Nuestra unidad de investigación fueron 125 niños de ambos sexos, de entre 8 y 10 años, de colegios privados, subvencionados y municipalizados de Concepción, Chiguayante y San Pedro de La Paz. En total se trabajó con tres colegios privados: uno de idioma (Privado A); uno laico (Privado B); y uno de iglesia (Privado C); cuatro particulares subvencionados: dos laicos (Subvencionados A y B) y dos de iglesia (Subvencionados C y D); y, por último, con cuatro municipalizados: dos con buenos resultados SIMCE (Municipalizados A y B) y dos con bajos resultados SIMCE (Municipalizados C y D). De todos ellos, 58 eran hombres y 67 mujeres. El muestreo fue de tipo probabilístico por conglomerado, y si bien los colegios fueron seleccionados de acuerdo a los objetivos de la investigación, los alumnos participantes fueron seleccionados aleatoriamente de entre aquellos autorizados por sus padres, quedando la muestra constituida de la siguiente forma: 1.- Total de niños por tipo de establecimiento Tipo de Establecimiento Hombres Mujeres Particulares 20 14 Subvencionados 21 25 Municipalizados 17 28 TOTAL 58 67 Técnica: La técnica empleada para la recolección de los datos fue la de grupos focales, los cuales se desarrollaron durante el primer semestre de 2007. Esta técnica, básicamente, es un método de conversación-narración que cuenta con un guía técnico que hace de moderador a partir de una serie de preguntas hechas de acuerdo a los objetivos de la investigación. Registro y procesamiento de la información Previa autorización de los directores de los establecimientos educacionales, se procedió a registrar la opinión de los niños/as en una grabación. Luego se procedió a transcribir las respuestas de los menores y después de observar el espectro de amplitud de opiniones y percepciones de los niños, se realizó una categorización de los datos, la cual quedó constituida de la siguiente manera: 21
  • 23. Tiempo destinado a ver televisión: Establece el tiempo aproximado que los niños pasan frente a la televisión. • Gusto infantil: Se refiere a las preferencias televisivas que están específicamente dirigidas al segmento infantil • Gusto no infantil: Corresponde a aquellas preferencias televisivas que no están específicamente dirigidas al segmento infantil, pero que de igual forma son del gusto de los menores. • Preferencias y razones: Corresponde a los motivos por los cuales los niños optan por un programa específico de televisión. • Control de los padres: Establece el nivel de restricción por parte de los padres hacia los niños en relación a los programas que ven en televisión. • Similitud con la vida real: Busca rescatar la opinión de los niños con respecto a si encuentran algún parecido entre su realidad y lo que ven en la televisión. • Supuestos efectos de la televisión sobre la conducta de las personas: Analiza la influencia que la televisión ejerce sobre ellos o sobre terceras personas. • Valores: Destaca la capacidad de los niños de percibir valores o antivalores, tanto en los personajes como en los programas de televisión.1 • Otros: Rescatar las opiniones de los niños en relación a temas que surgieron de manera espontánea durante el grupo focal. 4.- Resultados: Los resultados se presentarán primero por tipo de establecimiento y después a partir de un análisis cruzado o global de todos ellos. 4.1.- Resultados de Colegios Municipalizados Tiempo destinado a ver televisión Estos colegios se caracterizan por la diversidad en el consumo, diversidad que se aplica al tiempo destinado a ver televisión, a la compañía y a las situaciones específicas de cada caso. La mayoría de los niños dijeron ver televisión a cualquier hora y sin mayor control por parte de los padres: “yo veo todos los programas de la noche”; “Veo todos los días y a cualquier hora”. (Municipalizado D); “Veo tele de las 2 hasta las 10 y media”; “A las 5 de la tarde” 1 Cuando hablamos de valores nos referimos a lo que los niños entendieron por éstos, haciendo nosotros sólo una distinción general entre lo bueno y lo malo para facilitar la significación del término. No se trabajó con valores específicos. 22
  • 24. (Municipalizado C). “Yo tengo tele en mi pieza y veo hasta que se acaba la programación” (Municipalizado A).2 Gusto Infantil En general se puede afirmar que los menores conocen e identifican una variedad significativa de programas y que ven distintos contenidos. Se mencionó como favorito a Los Padrinos Mágicos. Por ejemplo: “Los Padrinos Mágicos en el TVN” (Municipalizado D), “Los Padrinos Mágicos y Tom y Jerry” (Municipalizado B), “Los Padrinos Mágicos” (Municipalizado A). “A mí me gustan Los Pulentos”, “¡Los Pulentos!” (Municipalizado D). Los menores de estos establecimientos identifican las áreas infantiles existentes en la televisión abierta chilena. Se dijo, por ejemplo: “Tronia” / “Cubox” / “Zoolo TV” (Durante los fines de semana) (Municipalizado D). Así mismo, criticaron algunos programas infantiles. Por ejemplo, un grupo de niños manifestó su interés por Lazy Town, a lo que otros replicaron: “Nooo… yo los encuentro ridículos” o bien “Es para niños chicos”. (Municipalizado D). Gustos no infantiles Algunos niños y niñas de estos establecimientos no tienen televisión por cable. Por lo tanto, están limitados a lo que la televisión abierta les ofrece. Si bien existen áreas infantiles (Cubox, Tronia, Invasión, ZooloTv), de lunes a viernes el horario de transmisión es más breve. Por esta razón, los niños se ven expuestos a programación que no está destinada para ellos. Esto lo demuestra el consumo de contenidos no dirigidos al segmento infantil, con frases como: “Los Simpsons”; “Corazón de María”; “Alguien te mira” (Municipalizado D). Dentro de la televisión abierta, las preferencias no infantiles se repartieron principalmente en tres espacios televisivos: telenovelas, dibujos animados y series para adultos. Dentro de las telenovelas, algunos niños expresaron afirmaciones como: “Yo veo Corazón de María” (Municipalizado D). Siempre mencionando sólo novelas de producción nacional. Con respecto a los dibujos animados, los niños expresaron su gran interés por Los Simpson, en frases como: “¡Los Simpsons!” (Municipalizados C y D). En relación a las series para adultos 2 El horario de los colegios Municipalizados en los cuales se desarrollaron los grupos focales fue el siguiente: Municipalizados A, B y D: de 14:00 a 19:00 horas, excepto el viernes que salen a las 18:00. Municipalizado C: De 08:00 a 15:00 horas, de lunes a viernes. 23
  • 25. los niños que participaron de los grupos focales mostraron un gran interés en series como Casado con hijos: “Yo veo Casado con Hijos que es R” (Municipalizado A). A pesar de que en los establecimientos municipalizados fue menor el porcentaje de niños que tenían televisión por cable, igualmente se presentaron situaciones puntuales. Por ejemplo, en la escuela Municipalizada C los menores reconocieron estar “colgados” a la televisión de pago; en consecuencia, manejaban perfectamente la programación que ésta les ofrece. En la televisión por cable, los programas más vistos son las series animadas para adultos que la cadena MTV ofrece: “Yo veo South Park” 3 (Municipalizado D), “Son buenos esos monitos” (sobre Happy Tree Friends y South Park, en la escuela Municipalizada D). Preferencias y razones La primera razón, y la más común, es la entretención. En relación al programa favorito, Los padrinos Mágicos, los personajes más populares son “Cosmo” y “Timy Turner”: “Son chistosos, hacen reír” (Municipalizado B), “Cosmo… porque es divertido y dice puras leseras”. O bien Homero de los Simpsons: “El Homero, porque cae en todas las trampas, que es tonto”. (Municipalizado A). Con respecto a la realización chilena Los Pulentos uno de los niños dijo: “a mí me gustan porque representan una parte importante de los niños, porque algunos niños también son de esa cultura: son niños de barrio, le ponen sobrenombres a la gente”. (Municipalizado A). Además, en la mayoría de los grupos focales se mencionó el Chavo del 8. Los motivos eran casi siempre los mismos: “a mí me gusta el Chavo porque es chistoso”, “es un programa de generación en generación”, “es para todas las edades”. (Municipalizado D). Del mismo modo, hay una serie de personajes que no son gratos para los estudiantes por diversos motivos. Entre éstos destacan: “La vieja Mercedes y el Capitán Zamora” (en Los Pulentos), “La mamá de Timy porque es fome”; “La Wanda porque es muy gruñona” (Municipalizado D). Con respecto a Lazy Town, en el Colegio Municipalizado B las niñas 3 South Park: “Serie de comedia animada que trata sobre las aventuras de cuatro niños que viven en el pequeño pueblo llamado South Park, Colorado. Es una crítica de muchos aspectos de la cultura estadounidense y eventos históricos recientes. Reta a las firmes creencias y los tabúes; y muy frecuentemente hace uso del humor negro” (Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/South_Park). 24
  • 26. tenían diferentes opiniones expresadas en el siguiente diálogo: -“Yo sacaría al malo de Lazy Town” –dijo una, “pero si lo sacan se acabaría la acción”, respondió otra. Control de los padres En la mayoría de los casos, en estos colegios se pudo apreciar un bajo control sobre el uso y consumo televisivo de los menores por parte de los padres. Expresado, por ejemplo, en frases como: “yo veo todos los programas de la noche”. (Municipalizado D). Pese a lo anterior, existen algunas excepciones, tanto en compañía como en restricción de tiempo y horas para ver televisión. Por ejemplo, algunos niños señalaron: “yo tengo que hacer la tareas primero y después puedo ver tele”. No obstante, esta parece ser una excepción o la situación de una minoría. Similitud con la vida real En este tipo de establecimientos los niños fueron capaces de encontrar similitudes o diferencias entre la realidad y lo que ven en televisión. Rescataron temas como la pobreza, la educación, y la familia, entre otros. Por ejemplo dijeron: “mi mamá es profesora y ella les hace clases a niños que son así, que les gusta el Hip Hop, que cantan y se visten así, raperamente” (sobre el parecido con Los Pulentos) (Municipalizado A). En la escuela Municipalizada B las niñas también reconocieron similitudes con la vida real. Éstas se vieron expresadas en afirmaciones como: “sí… el Chavo del 8 por la pobreza. Él vive en un barril”. Sobre este punto destacan también las telenovelas como un referente de la realidad, en especial entre las niñitas. Los menores reconocen en las telenovelas una ficción con actores, pero también las interpretan como un reflejo del ambiente. Por ejemplo, al preguntarles sobre la semejanza entre lo que aparece en televisión con la vida real una de las niñas dijo que en la realidad “también hay gente que se tiene que hacer un transplante de corazón como en Corazón de María” (Municipalizado B). Supuestos efectos de la TV sobre la conducta de las personas Todos los niños de este tipo de colegios reconocieron que los contenidos de la televisión producen efectos sobre la conducta de las personas. Dijeron que había programas violentos y 25
  • 27. muy agresivos, e incluso algunos señalaron que aquellos que poseían estas características debían salir de pantalla. Sin embargo, los efectos los veían sobre terceros y no sobre ellos mismos (efecto tercera persona), ya que sabían qué era lo bueno y lo malo. Por ejemplo: “el Axel imita todas las cosas de la lucha libre… denante se paró en una silla y casi se cae” (Municipalizado D); “mi primo se cayó porque quería volar como Superman” (Municipalizado A). Otros niños expresaron su opinión diciendo: “sí (que influyen en la conducta de las personas)… les cambia el hábito”. Además, con respecto a la violencia en los contenidos señalaron: “si se prohibiera lo violento, el país sería más pacífico” (Municipalizado A). Valores Los niños (varones mayormente) dijeron sentir atracción por los programas con contenidos violentos. En la mayoría de los casos son los que más gracia les causan. Sin embargo, también establecieron ciertos límites con respecto a ésta, ya que reconocen que este tipo de contenidos pueden afectar su comportamiento. Por ejemplo se dijo: “a mí me gustan, pero a veces se pasan…cuando matan” (Municipalizado A). Encuentran en la violencia cierta diversión y la justifican siempre y cuando cumpla con ese propósito. Por ejemplo, se dijo: “la gracia es que sean violentos, pero para reírse más que para hacerse daño” (Municipalizado A). Los escolares fueron capaces de identificar no sólo la violencia, sino que también mencionaron “las groserías”, “faltas de respeto” y “sangre” como elementos negativos presentes en la televisión. No obstante, los niños también reconocieron algún elemento positivo dentro de la programación televisiva. Se mencionó vagamente a “la educación” (Municipalizado D) como un aporte positivo del medio para ellos. En resumen, teniendo en cuenta tanto los elementos negativos como positivos, los menores concluyeron que sí se puede hacer un programa que sea entretenido y educativo a la vez. (Municipalizado D). 26
  • 28. Otros En estos colegios hubo una serie de comentarios que los niños realizaron con respecto a la televisión y que escapan de las categorías anteriores, lo cual no significa que sean menos importantes. Por ejemplo, un niño, en relación al aporte de los programas dijo: “mmm… poco… porque casi siempre dan cosas para grandes y que no enseñan nada” (Municipalizado D). Opinión que claramente se contradice con la valoración positiva de la categoría anterior. Asimismo, se produjeron ciertas contradicciones al momento de pedirles sugerencias o cambios para que la programación televisiva sea más interesante. Manifestaron opiniones como: “que quiten la violencia y pongan más educación” (Municipalizado D). No obstante, es de destacar que estos juicios son minoritarios y que la gran mayoría son entregados por las niñas. 4.2.- Resultados de Colegios Subvencionados Tiempo destinado a ver televisión En los establecimientos subvencionados la mayoría de los niños dijeron ver aproximadamente dos horas de televisión: “yo veo tele más o menos dos horas” (Subvencionado B); “de seis a siete de la tarde” (Subvencionado A). Además, los niños señalaron que también se preocupan de hacer sus tareas, estudiar y participar en las actividades extraescolares que se ofrecen sus establecimientos. Otro punto importante es que la mayoría de los niños ve televisión sin compañía de sus padres: “yo (veo televisión) solo”. Suponemos que esta situación se explica, en parte, porque ambos padres posiblemente trabajan o bien es por decisión de los propios menores, tal como lo demuestra el siguiente ejemplo: “sí, es que yo veo tele en mi pieza”; o bien dijeron: “¡solas! Porque así podemos ver lo que queremos” (Subvencionado C). Gusto Infantil Los alumnos de los establecimientos particulares subvencionados, también mencionaron como programa favorito a Los Padrinos Mágicos. La opinión “mi programa favorito es Los Padrinos Mágicos” (Subvencionados B y D) fue reiterada por más de la mitad de los alumnos de cada grupo focal realizado en este tipo de colegios. 27
  • 29. También los niños mencionaron otras animaciones. Por ejemplo, se dijo: “la Pantera Rosa es bakán…” (Subvencionado C), lo que demuestra la diversidad de programas que ven y le gustan a los niños. El Chavo del 8 es uno de los programas infantiles que si bien no fue mencionado por todos los niños, sí salió a relucir en todos los grupos focales. Por ejemplo, se dijo: “yo veo el Chavo del 8 con mis papás” (Subvencionado D), lo que da cuenta que algunos contenidos infantiles son del gusto familiar al romper barreras generacionales. El programa infantil estrella de Canal 13, Los Pulentos, no se encontró dentro de las principales preferencias de los niños y fue considerado aburrido por la mayoría. Así se comprueba con las siguientes opiniones: “a mí no me gustan Los Pulentos, los encuentro fome…deberían ser un poquito más alegres”; o bien: “pero a veces son muy fomes y los repiten mucho” (Subvencionado D). Puede que la falta de una nueva temporada y la exagerada reiteración de los capítulos antiguos generen rechazo por parte de los menores. Pese a ello, los niños reconocen los personajes, conocen las canciones y manejan perfectamente la historia. O sea, igual lo ven. Gusto no infantil Los niños suelen ver programas cuyos contenidos no están dirigidos al segmento infantil. Un ejemplo de ello fue la siguiente afirmación: “a mí me gustan Futurama y Los Simpson”. De hecho, algunos alumnos consideran a Los Simpson en primer lugar dentro de sus preferencias. Dentro de la televisión abierta, las preferencias no infantiles se repartieron entre telenovelas, dibujos animados y series para adultos. Entre las telenovelas, las niñas claramente prefieren las de creación nacional, ya que algunas expresaron afirmaciones como: “Papi Ricky” o “Corazón de María” (Subvencionado D). En relación a las series para adultos los estudiantes que participaron en los grupos focales mostraron un gran interés por series cómicas nacionales. Por ejemplo se dijo: “A mí me gusta Casado con Hijos” (Subvencionado B). También se observó que hay otras preferencias minoritarias, como es el caso de los informativos. En este punto se dijo: “a veces no más las noticias” (Subvencionado B). 28
  • 30. Por último, precisar que más de la mitad de los niños de establecimientos subvencionados dijeron tener televisión por cable. De ahí que dentro de los programas no infantiles favoritos se encuentren algunos de los dibujos animados de la cadena MTV. Por ejemplo: “a mí me gusta ver Happy Tree Friends” (Subvencionado D). Preferencias y Razones Los niños prefieren los personajes graciosos porque con ellos se identifican. Al mismo tiempo, en la mayoría de los casos dijeron que eliminarían de la televisión a los personajes malos, odiosos e injustos. Además, se dijo que la razón para ver programas como Los Padrinos Mágicos, Casado con Hijos, El Chavo del 8 o 31 Minutos es fundamentalmente porque son “graciosos” o “divertidos”. Esto refuerza la idea de que los menores buscan en la televisión una entretención o un modo de pasar el tiempo. En cuanto a las novelas también se mencionaron aquellas especialmente dirigidas al segmento infantil: “Karkú, Bakán…porque son más juveniles y son de Chile” (Subvencionado D). Por otro lado, con respecto a los personajes, se dijo: “a mí me gusta Cosmo, porque es gracioso y hace reír” (Subvencionado A); o bien se dijo “a mí me gusta la Liza de Los Simpsons, porque es inteligente” (Subvencionado B). Es necesario señalar que hay personajes que son criticados por los niños. Por ejemplo: “Vicky (de los Padrinos Mágicos), porque es mala” (Subvencionado D); pero a pesar de que la mayoría de los alumnos consideraron a Vicky como un personaje malo, algunas niñas del Colegio Subvencionado C la señalaron como favorita “porque era divertida”. En definitiva, parece ser que la valoración de los personajes y programas está supeditada al factor entretención. Control de los padres En los establecimientos subvencionados se pudo apreciar cierto control por parte de los padres con respecto al tiempo que pasan viendo televisión y también en relación a algunos contenidos que ven los menores. Por ejemplo mencionaron: “en el día me dejan ver todo lo que quiera, 29
  • 31. pero después, en la noche, pasadas las 10, no me dejan ver; pero los sábados y domingos me puedo quedar hasta más tarde”, (Subvencionado B); O se dijo “a mí me gusta ver Happy Tree Friends y no me dejan verlo, mi mamá cuando lo vio se fue y mi hermana la cambió porque ella cree que eso no es bueno para mí”. (Subvencionado D). Similitud con la vida real En este punto no hubo un claro acuerdo entre los estudiantes. No obstante, también rescataron temas como la pobreza, la educación y la familia. Por ejemplo se dijo: “en el Chavo del 8, porque hay personas pobres y en la realidad también las hay” (Subvencionado D). Sin embargo, otros dijeron que no había similitudes entre lo que aparecía en televisión y la vida real. Igual es el caso del colegio Subvencionado D: “Porque ellos tiene algunas cosas, por ejemplo para el almuerzo… sacan unas bandejas y les ponen una manzana”, “y los casilleros están afuera, en los pasillos”, “y van sin uniforme” (Con respecto a las escuelas que aparecen en los programas infantiles). Supuestos efectos de la TV sobre la conducta de las personas Los estudiantes reconocen que muchas veces los personajes hacen cosas malas que afectan a los demás, pero ellos dicen saber que no deben imitar este tipo de acciones. Se dijo: “Bart es muy desobediente y nosotros no tenemos que seguir esos ejemplos” (Subvencionado D). Esto puede significar que a pesar de que la televisión muestre conductas o valores negativos, éstos pueden ser aprovechados como ejemplo de lo que no se debe hacer. Los niños, igualmente, son conscientes de la influencia que tienen los programas en la conducta de las personas. Sin embargo, siempre la perciben en terceros (efecto tercera persona), como en sus hermanos o compañeros. Por ejemplo: “mi hermanito cuando pelea imita a los personajes de la televisión” (Subvencionado B). En consecuencia, para lo bueno y lo malo la televisión es una referencia. Valores Los alumnos de este tipo de establecimientos reconocen en sus programas favoritos la existencia de algunos antivalores que pueden llegar a afectar sus personalidades. Al mismo tiempo, se dan cuenta que los mensajes muchas veces dicen más de lo que aparentan. Por 30
  • 32. ejemplo se dijo que: “en Los Simpson hay tallas (chistes) que no son para niños” (Subvencionado D). Con respecto a la publicidad que aparece en televisión una niña dijo: “las propagandas para adultos a veces también son negativas… Por ejemplo, yo llego a mi casa y veo Romané, entonces es temprano, y cuando dan comerciales... no me gusta ver las imágenes de Alguien te Mira y cuando las dan, la cambio” (Subvencionado D). Otros Los niños de los establecimientos subvencionados también manifestaron opiniones críticas respecto a la televisión regional y los canales nacionales. Por ejemplo dijeron: “es que los monitos son muy antiguos, les falta tecnología” (sobre la Televisión Regional en el Subvencionado D); o “a mí no me gustan los canales nacionales” a la que otra replicó: “el cable aporta más” (Subvencionado B). En cuanto a las áreas infantiles (Tronia y Cubox) dijeron: “súper bien, porque hay niños que no tienen cable y no tienen qué ver” (Subvencionado D). Por esta misma razón, apoyaron - en forma unánime - la existencia de un canal exclusivo para niños en la televisión abierta. 4.3.- Resultados de Colegios Particulares Tiempo destinado a ver televisión La mayoría de estos niños dijeron dar prioridad a sus tareas por sobre la entretención. Por ejemplo un niño señaló: “llego a mi casa, hago las tareas y veo tele como dos horas” (Privado A). Además, los niños de este tipo de establecimientos indicaron tener la posibilidad de realizar otras actividades, ya sea en el ámbito deportivo o artístico, o bien manifestaron tener acceso a otro tipo de entretenciones tales como la Play Station u otras tecnologías de pantalla. Al mismo tiempo, parece ser que durante los fines de semana la cantidad de tiempo frente al televisor es mayor: “yo sólo veo los fines de semana” (Colegio Privado C). Gustos infantiles También en los colegios particulares se refleja la principal preferencia de los niños por Los padrinos mágicos. El otro porcentaje divide sus gustos en programas como Rojo y Art Attack. 31
  • 33. Así queda de manifiesto en las siguientes afirmaciones: “los Padrinos Mágicos”, “Los Padrinos Mágicos son mis favoritos” (Privado B), “Los Padrinos Mágicos” (Privado C). Es importante mencionar que dentro de la televisión abierta este programa es exhibido por Mega y por TVN, porque aún cuando casi todos los niños de los colegios particulares tienen televisión por cable, éstos demostraron un claro conocimiento sobre la programación que ofrece la señal abierta. Sin embargo, siempre la mayor preferencia fue por la televisión pagada: “en la mañana veo el TVN. Generalmente los días de semana el Cartoon Network”; “a mí de repente me gusta ver Los Padrinos Mágicos y también lo que más veo es Animal Planet” (Privado A). Gusto no infantil En los colegios particulares existe una reiterada inclinación por espacios que no son aptos para su edad, producto de la forma en que dichos espacios representan la realidad. Por ejemplo, se señaló que “yo no veo por el monito (Happy Tree Friends), sino que por el canal” (MTV; Privado A). “A mí me gusta South Park, Papa Villa y Happy Tree Friends” (Privado B). De la televisión abierta, en estos establecimientos se presentaron claras preferencias por las telenovelas: “yo también veo Papy Ricky” (Privado A)”, o por otros programas: “a mí me gusta Mekano” (Privado B)”, “mmm Casado con hijos” (Privado C). Preferencias y razones “Veo Los Padrinos Mágicos y Los Simpson, porque son divertidos y son pavos. Por ejemplo Cosmo y Homero” (Privado B). La afirmación anterior sintetiza la principal razón por la cual los niños eligen un programa. La búsqueda de personajes que sean graciosos y absurdos es una constante en prácticamente todos los grupos focales realizados. Otra de las razones a la hora de escoger una preferencia es el grado de agresividad que aporta el programa, aunque frente a este tema se presentaron discusiones: “lo que no me gusta es cuando son muy tiernos y lo que me gusta es cuando son violentos” (Privado C). “A mí no me gusta la lucha libre porque tiene mucha violencia” (Privado C). En general, las niñas criticaron abiertamente la violencia en pantalla, en cambio los niños la justificaban. 32
  • 34. Control de los Padres En los colegios particulares, la restricción de los padres más bien apunta a la cantidad de horas que el niño pasa frente al televisor, por sobre la calidad de los contenidos que ve. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los padres velan porque sus hijos realicen sus tareas antes de ver la televisión. Sólo un porcentaje muy minoritario expresó afirmaciones como: “después de Rojo dan Corazón de María y a mí no me dejan verla” (Privado B). Hay que señalar que los alumnos muy pocas veces ven televisión con sus padres y en la mayor parte de los casos ven solos o con hermanos, nanas u otros familiares: “yo veo televisión con mi hermana más chica” (Privado A). Similitud con la vida real La mayoría de los menores de este tipo de establecimientos no encontraron similitud alguna entre lo que ven en televisión y la realidad que les toca vivir. Ante esta pregunta, los niños contestaban frases como: “lo que sale en la televisión es ficción que sirve para entretener” (Privado A). “Yo encuentro que no hay nada de mi vida que se parezca a los personajes de los programas” (Privado B); “Mmm no, porque no son de verdad…” (Privado C). Supuestos efectos de la Televisión sobre la conducta de las personas “Una se queda pegada en la mente con las animaciones y, por ejemplo, un compañero que ve harto Los Padrinos Mágicos en la sala siempre trata de hacer cosas tontas para que todos se rían de él igual que Cosmo” (Privado A). El ejemplo caracteriza la mayoría de las opiniones que se manifestaron sobre esta categoría, ya que en todos los ejemplos los niños reconocieron efectos negativos sobre terceros: “También quería añadir que hay algunas personas que no hacen caso cuando algunos programas son dirigidos sólo para adultos, entonces quedan con la violencia en la mente. Por eso no hay que estar todo el día viendo tele sino que también hay que trabajar” (Privado A). Los niños también fueron capaces de asociar los efectos con la cantidad de tiempo que pasan frente al televisor. Por ejemplo, se dijo que: “cuando uno ve mucha tele, ahí le pasa algo, pero si no, no” (Privado B). Sin embargo, también se pudo apreciar la influencia de actitudes y conductas negativas en algunos casos particulares: “con mi hermano jugamos a darnos rodillazos en los muslos” (Privado C). 33
  • 35. Valores Algunos niños de estos colegios, fueron capaces de hacer una reflexión con respecto a los efectos negativos que produce la televisión y a los valores y antivalores que ésta les entrega. Por ejemplo: “Para ver tele hay que estar mirando y no tienes que hacer nada. Uno está todo el día viendo tele y al final uno la apaga y quiere hacer otra cosa y no puede. Uno no usa la imaginación” (Privado A). Los niños también relacionaron directamente la costumbre de ver televisión con un vicio. Por ejemplo, se dijo que: “La televisión es como fumar” (Privado A). Se reconoce la presencia de valores negativos en televisión, sin embargo eso no es razón suficiente para no verlos: “Yo creo que los personajes a veces hacen cosas que no deben pero igual son entretenidos” (Privado B). Otros Hay un punto importante que cabe destacar de estos colegios. A medida que se generaban las discusiones estos niños fueron capaces de relacionar la lectura con la conversación. Por ejemplo: “en los libros que nos dieron en tercero está mi libro favorito que se llama El lugar más bonito del mundo. Ahí sale un niño que era un poco pobre y uno dice: pobrecito no tiene computador ni televisión, pero en realidad es este niño el que dice pobre de los que tienen tele y computador que no saben disfrutar la vida” (Privado A). “Hay un chiste de Mafalda en el que aparece que a Mafalda siempre le dicen que la televisión les quita la imaginación a los niños. Entonces ella va caminando y había como un hoyo y se imaginó que era un astronauta. Entonces ella dice: ¿de verdad la televisión le quita la imaginación a los niños?” (Privado B). Otra afirmación que llamó la atención fue que, para muchos, la televisión es un claro elemento de distracción: “Lo que no me gusta de la tele es cuando de repente tengo que hacer tareas y justo en la tele están dando cosas que me gustan y ahí no sé qué hacer. De repente veo tele primero y hago las tareas, pero ahí me enfrento con el lado bueno y el lado malo, cuando no sé cuál de las dos cosas hacer primero” (Privado A). 34
  • 36. 4.4.- Comparación cruzada de los distintos tipos de colegios Tiempo destinado a ver televisión Por un lado, en los colegios municipales los niños ven una mayor cantidad de televisión, y no siempre los programas que ven pertenecen a los segmentos infantiles. Por el contrario, como se presentó en la categoría de gustos no infantiles, las telenovelas, las series y los estelares del prime time, ocupan un lugar importante en las preferencias de estos niños. Por otro, en los colegios subvencionados parece ser que la cantidad de tiempo destinado a la televisión es levemente menor. Los niños dan mayor prioridad a sus tareas, pero de igual manera están expuestos a programación para adultos. En comparación con los anteriores, los colegios particulares presentan más diferencias, pero por razones puntuales. Los niños que estudian en este tipo de establecimientos, ven menos televisión porque tienen la posibilidad de realizar otras actividades, tanto dentro como fuera del colegio. Además, tienen mayor acceso a las nuevas tecnologías, como celulares, computador con Internet, play station, etc. Aún así, tienen conocimiento de la parrilla infantil que se ofrece en la televisión abierta y mayormente la que ofrece la televisión por cable. Un punto en común que tienen los niños de los colegios municipales con los estudiantes de los particulares es que en ambos casos los menores ven televisión solos. No así en los colegios subvencionados, donde se presentó mayor incidencia de niños que dijeron ver televisión en compañía de sus padres u otras personas. Gusto Infantil Cuando a los estudiantes se les preguntó sobre cuál era su programa favorito de la televisión abierta, en todos los tipos de establecimientos, el preferido fue la serie animada: Los Padrinos Mágicos. En general, todos los niños manejan y conocen los mismos programas, sin embargo se presentaron algunas diferencias. Por ejemplo, El Chavo del 8 (el clásico y el animado) es mayormente visto por alumnos de colegios municipales y subvencionados, quienes lo ven en compañía de sus padres. A diferencia de los colegios particulares, en los que fue mencionado muy pocas veces. 35
  • 37. En todos los establecimientos los niños fueron capaces de reconocer las áreas infantiles existentes en la televisión abierta: Tronia, Cubox, Invasión y ZooloTv, e hicieron una valoración positiva de éstas, demandando la existencia de un canal de señal abierta que sea exclusivo para niños. Hay programas como Los Pulentos que los niños analizaron detenidamente y con un gran sentido crítico. Reconocen los productos nacionales y están conscientes de sus aportes y falencias. Específicamente, en este caso señalaron opiniones discordantes. Gusto no infantil Todos los niños que participaron de los grupos focales reconocieron ver programas que no estaban destinados a su segmento. El mayor interés está enfocado en series animadas para adultos, siendo la más vista Los Simpson (que es transmitida por la señal abierta a través de Canal 13 todos los días a las 18:00 horas). La otra serie preferida por los niños durante el periodo en que se realizaron los grupos focales fue Casado con Hijos. Todos los niños distinguieron conductas poco adecuadas en los personajes, sin embargo igualmente la consideraron dentro de sus favoritas. Las novelas, (fundamentalmente las de producción nacional, probablemente por un tema de horario) también ocupan un lugar importante dentro de las preferencias de los niños de todos los establecimientos. Pero mayormente en los colegios municipalizados. Como la mayoría de los alumnos de los colegios particulares y subvencionados tienen televisión por cable, el acceso a programas para adultos es mayor. Sin embargo, los favoritos son los que la cadena de televisión de música MTV transmite en la noche y durante los fines de semana. Programas como South Park, Happy Tree Friends y Papa Villa, también fueron mencionados por los estudiantes de los colegios municipalizados, pero en menor medida que los otros. Preferencias y razones La principal razón para ver televisión en los tres tipos de establecimientos, era buscar entretención, o lo que es lo mismo, combatir el aburrimiento, y los personajes preferidos por los niños son aquéllos que se caracterizan por tener conductas absurdas. 36
  • 38. En este punto, en todos los colegios se presentaron diferencias de género en cuanto a la identificación que los niños sienten con los distintos personajes y programas. Por ejemplo, las niñas preferían a Liza y los niños a Bart; las niñas las novelas y los niños los dibujos con contenidos violentos o la lucha libre de la WWF. Otras de las razones por la que los menores preferían o no preferían un programa era el nivel de violencia. Para las niñas, ésta era un elemento negativo, mientras que para los niños resultó ser muy atractiva. Control de los Padres Los estudiantes de los colegios municipalizados prácticamente no tienen mayor control por parte de sus padres, ni en cuanto a tiempo (cuántas y a qué horas ve televisión el niño), ni en cuanto a contenido. En el caso de los subvencionados parece ser que hay un mayor control por parte de los padres, tanto en el tiempo como en los contenidos que los niños ven. Y aunque muchos menores reconocieron ver televisión solos, todo indica que en este caso hay una mayor presencia de los progenitores, hecho que se recogió en sus distintas opiniones. Finalmente, en los colegios particulares el control resultó ser más estricto, pero a la vez superficial. Los niños cumplen con horarios en los cuales se priorizan las tareas y el tiempo de estudio. Sin embargo, al momento de ver televisión parece ser que no hay un mayor control respecto a los contenidos que éstos ven. Similitud con la vida real Con respecto a esta categoría, hay una diferencia notoria de los colegios particulares con respecto a los subvencionados y municipalizados, ya que en estos dos últimos los alumnos fueron capaces de relacionar de inmediato lo que aparece en la televisión con la vida real. Los temas que mencionaron mayormente fueron: la pobreza, la familia y la escuela. Sin embargo, en los establecimientos particulares, los niños prácticamente no encontraron similitudes y se limitaron a mencionar que lo que aparecía en televisión era ficción que solamente servía para entretener. 37
  • 39. Supuestos efectos de la Televisión sobre la conducta de las personas En este apartado, la mayor parte de los estudiantes (particulares, subvencionados y municipalizados), reconoció que la televisión produce algún efecto sobre la conducta de las personas. Sin embargo, en todos los casos, los niños dijeron ver los efectos no en ellos mismos, sino que en terceros (efecto tercera persona). Otro elemento en común que tienen los tres tipos de establecimientos, es que los niños señalaron que ellos debían imitar los buenos ejemplos que aparecen en pantalla. Aquéllos que eran ordenados, inteligentes y respetuosos. Valores En todos los colegios los niños reconocen que la televisión de hoy contiene niveles de violencia que, en muchos casos, se presenta no sólo en la programación para adultos, sino que también en los programas para niños. Reconocen aspectos negativos como groserías y malos ejemplos en general. También fueron capaces de juzgar los horarios que los canales de televisión abierta tienen para programas que no debieran ser vistos por los niños. Hay un claro reconocimiento de antivalores, que en algunos casos se ven reflejados en la conducta de los niños. Ante esto, la mayoría atribuyó a sus padres, más que a sí mismos, la responsabilidad de ejercer un control directo sobre ellos. Otros Dentro de las sugerencias que constantemente los niños hacían a la televisión, estaba el reforzar las áreas infantiles con programas que sepan mezclar educación con entretención. Los niños tienen los modelos que la televisión por cable ofrece, por tanto les es muy fácil comparar a las grandes cadenas infantiles como Cartoon Network, Discovery Kids, Nickelodeon, entre otras, con las áreas que presenta la televisión abierta. Manifestaron como una necesidad regular la violencia a la cual se ven expuestos por los otros programas que forman parte de la programación nacional. Cuestión que hasta cierto punto es paradójica o contradictoria, puesto que, estos mismos niños (fundamentalmente los varones), reconocen que les gustan mucho los contenidos violentos porque son entretenidos. 38
  • 40. 5.- Conclusiones El hecho de seleccionar colegios privados, subvencionados y municipalizados permitió tener una visión general respecto a la valoración televisiva de niños de diferentes estratos socioeconómicos. Esto fue de mucha importancia, ya que en la práctica se recogieron opiniones discordantes y similares de los alumnos de los distintos establecimientos seleccionados. Estas opiniones estuvieron marcadas por la forma en que fueron expresadas, pues la mayoría de los menores de los colegios particulares pagados fueron capaces de argumentar sólidamente sus intervenciones. Obviamente, el hecho de que los niños fueran seleccionados al azar significó tener alumnos con diferentes caracteres y personalidades en la sala de reunión, lo cual garantizó que todos los participantes tuvieran diferentes niveles de locuacidad, factor fundamental en esta investigación. En los grupos focales realizados en establecimientos subvencionados y municipalizados, también participaron niños que dieron a conocer de forma clara sus opiniones con respecto a la televisión. Sin embargo, hubo algunas excepciones notables como la que se presentó en la escuela Municipalizada C, en donde los niños en ningún momento se acoplaron a la actividad ni se mostraron interesados en ella. Los menores que participaron de los grupos focales eran de ambos sexos. En la mayoría de los colegios los hombres tomaron la iniciativa para responder las preguntas. Las mujeres fueron más reservadas e intervenían cuando se les mencionaba por el nombre y se les preguntaba directamente. Sin embargo, a pesar de lo anterior, las conversaciones se desarrollaron de forma dinámica y entretenida. En cuanto al nivel de consumo televisivo, los niños ven una cantidad aproximada de 3 horas diarias de televisión. Sin embargo, hay que destacar que los estudiantes de establecimientos particulares pagados ven menos que la media general, ya que su tiempo libre lo ocupan, además, en realizar actividades deportivas, artísticas o de otra índole. Los niños de colegios municipalizados pasan más tiempo frente a la pantalla y, en algunos casos, como por ejemplo los alumnos de las escuelas Municipalizadas C y D, esta cifra alcanza 39