La fotografía ha evolucionado en los últimos 160 años, pasando de un arte documental a uno marcado por la invención, construcción y reinvención. Hoy en día, los fotógrafos exploran diversos caminos como la fotografía directa, construida, el uso de nuevas tecnologías y la manipulación de imágenes. Aunque algunos como Sebastião Salgado continúan con un enfoque documental, la mayoría cuestionan nociones como la presencia y la originalidad a través de instalaciones y otros medios híbridos.
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Fotografos brasileños - Fotoreportaje
1. Textos profesores
Fotografía,
un arte de mil caras
Documental y tradicional, por un lado. En Polaroid, en instalaciones, explorando las nuevas tecnologías
por otro. La fotografía fue el arte que más se usó y multiplicó en la década del '90, convirtiéndose en un
campo marcado por la invención, construcción y reinvención de un lenguaje centenario.
Al cumplir 160 años, la fotografía camina en paralelo con un mundo de
creciente complejidad, ganando un lugar destacado en la escena artística
brasilera contemporánea. Un examen de las obras actuales lleva a creer que
buena parte de nuestros fotógrafos continúan en una vertiente documental con
trabajos que desembocan en una fase autoral, sintonizada con las aspiraciones
de una estética contemporánea que incluye, entre otros recursos, el uso de
fotos de gran tamaño, de narrativas visuales y de textos relacionados con el
tema propuesto. En otro sentido, no deja de ser significativo que otros autores
se aproximan a la radicalidad estética propuesta en los años 40 por Geraldo
Barros, Athos Bulcão e José Oiticica Filho, partiendo para una total libertad en
la manipulación de la imagen.
El resultado es una prueba de los de caminos que pueden ser
escogidos hoy por el fotógrafo-artista, en que las categorizaciones formales
(fotografía directa x fotografía construida) dejan de tener sentido en la medida
en que la abolición de las fronteras lleva al reconocimiento de un campo visual
marcado permanentemente por la construcción, invención y reinvención del
lenguaje. No es que las relaciones de semejanza puedan ser menospreciadas.
Al contrario, la mayoría de los artistas usufructúan de los atributos miméticos
de la fotografía en la concepción de innumerables trabajos, utilizando el medio
fotográfico como una manera de captar lo transitorio o para alcanzar un
resultado híbrido, que se distancia de los límites del lenguaje fotográfico.
Si nos inclinamos sobre el vasto y complejo panorama de la producción
fotográfica brasilera contemporánea, veremos que es imposible dar cuenta, en
este breve artículo, de las múltiples estrategias de trabajo plasmadas por la
poética de los artistas. Más allá de la fotografía documental, el auge del
neopictorialismo con la utilización de procedimientos antiguos (Kenki Ota,
Marta Viana), el uso del estenopo (Regina Alvarez, Paula Trope), la utilización
de polaroids alterados y destruidos (Marcos Bonisson, Rose Van Lengen,
Claudio Feijó, Gal Opido), la exploración de nuevas tecnologías (Luís Monforte,
Carlos Fadon Vicente, Milton Montenegro), la apropiación de fotos y el uso de
textos (Rosângela Rennó, Odires Mzlazlo, Rogério Ghomes, Cristiana
Miranda), la utilización de procedimientos pictóricos (Sinvall García, Ana
Farache) o la construcción de objetos (Arthur Leandro, Flávya Mutran, Miguel
Rio Branco, Rochelle Costi, Rubens Mano) han sido algunos de los caminos
usados para la valorización de otro idioma dentro del universo fotográfico
contemporáneo.
En este sentido, una formación multidisciplinaria ha impulsado la
interacción entre los diversos medios de expresión, reiterando el uso de
procedimientos en que los artistas cuestionan las nociones de presencia,
subjetividad y aura, autonomía, inherencia y originalidad de la imagen.
2. Un lenguaje sin fronteras
Con sus nombres insertos en el escenario artístico internacional, Mário
Cravo Neto, Miguel Rio Branco, Sebastião Salgado, Rosângela Rennó y, más
recientemente, Eustáquio Neves ilustran con sus obras el paradojal mundo de
la fotografía contemporánea, en que a veces innovar significa buscar las raíces
seculares, y representar consiste en quebrar los paradigmas del lenguaje
documental. Las producciones de Mário Cravo neto e Eustáquio Neves, por
ejemplo, tratan de la presencia afrobrasilera y se configuran a través de
estrategias fotográficas distintas.
Cravo Neto fundamenta su obra, desde los anos 70, en el mágico
universo cultural de Bahía, transitando entre lo documental y la fotografía de
puesta en escena para presentar momentos históricos, mitológicos y rituales de
la cultura afrobrasilera. Por su parte, Eustáquio Neves busca sus raíces
familiares reinterpretando significados de la tradición cultural de la comunidad
negra de los Arturos, localizada en Minas Gerais, utilizando el fotomontage
para dar otra connotación a sus fotos.
En este contexto, Miguel Rio Branco e Rosângela Rennó dan
visibilidad a sus obras a través de la concepción de instalaciones, que
desplazan el significado de las imágenes para una construcción escénica,
ultrapasando los límites impuestos por el marco y explorando lo que el montaje
pueda traer para una mayor comprensión del concepto del trabajo. En Miguel
esto ya se anuncia en la exposición "Negativo Sujo" (Negativo Sucio), 1979,
cuando el artista muestra cerca de 300 fotografías montada en un espeso
papel de embalar. En los años 90, en diversas instalaciones, Miguel incorpora
fotografías de su autoría y complejos montajes, enfatizando una libertad visual
que reitera la voluntad del artista de rediscutir en sentido de la vida. Las
instalaciones de Rosângela Rennó son producidas con imágenes apropiadas y
manipuladas (fotos de 3 x 4 "snapshots", imágenes impresas en diarios y
revistas, y fotografías de archivos institucionales) y textos de su archivo
universal. En ellas, Rosângela reflexiona, especialmente, sobre el concepto de
amnesia social, creyendo en la función del registro fotográfico como un antídoto
contra el olvido humano.
Entre esos autores, apenas Sebastião Salgado se mantiene fiel a la
tradición de la fotografía documental, absorbiendo las influencias de maestros
consagrados como W. Eugene Smith, Martín Chambi, Werner Bischof y Cartier-
Bresson. Para él, la fotografía se presenta como una posibilidad de rescate de
los valores humanistas, dando visibilidad a un mundo en disolución (la
documentación de los "Sin tierra", la sustitución del trabajo humano por la
tecnología), en que se multiplican la barbarie y el desencanto.
En el Brasil, siguiendo la misma linea de acción, el carioca João
Roberto Ripper, durante los últimos 25 años, amplía el debate
contemporáneo, colocando, también, la fotografía al servicio de los derechos
humanos, con una documentación sobre el trabajo esclavo y la prostitución
infantil. Todavía en este universo encontramos a Marcos Prado con un
3. punzante abordaje sobre los carboneros, y Paula Sampaio, que registra hace
más de diez años las condiciones de vida a lo largo de la Transamazónica.
Todavía sobre esta perspectiva, la fotografía documental muestra un
renovado interés por las cuestiones culturales. Reiterándonos que hay diversos
Brasil dentro de un solo Brasil, las obras de Miguel Chikaoka, Elza Lima, Luis
Braga, Paulo Amorin, Pedro Martinelli y Rogério Reis forjan una visualidad
impregnada por los aspectos ambientales y etnográficos de la región
amazónica, reforzando el enfoque autoral y una visión crítica de todo el
proceso de trabajo. Por su parte, la cuestión regional nordestina surge en
autores como Antonio Augusto Fontes, Evandro Teixeira, Anna Mariani,
Celso Oliveira, Tiago Santana, Juarez Cavalcante, entre otros, resaltando
los nexos afectivos que mantienen con la región a través de la representación
de los emblemáticos temas inscriptos en el imaginario colectivo. Entrelazados
con la temática de la inmigración, están los trabajos de João Urban, con un
rico inventario de la cultura polaca en el Paraná, y, más recientemente, los de
Nair Benedicto sobre las distintas comunidades de inmigrantes en São Paulo.
Pero no podemos dejar de mencionar en este proceso algunas
producciones que se desplazan para temas vitales en este final de siglo.
Trabajos que se encaminan para la documentación de las "tribus urbanas"
pueden ser vistos en Iatã Cannabrava ("Cidade dos excluidos") y Fabiana
Figueiredo. Ambos se asoman, respectivamente, sobre la periferia del Gran
São Paulo y las casas nocturnas "classe A", bien como los cabarets con sus
prostitutas y travestis, produciendo un cuerpo de trabajo de valor documental y
estético tan marcado como los de Hugo Denizart (travestis en Rio de Janeiro),
Cynthia Brito (Aids) y Orlando Maneschy (drag queens en el Amazonas).
También el impacto de la metrópolis en la creación contemporánea ha
sido una referencia fundamental en el ensayo de diversos fotógrafos. Cristiano
Mascaro registra el hombre en el paisaje urbano de São Paulo, mientras que
Pedro Vasquez fotografía Rio de Janeiro, partiendo de premisas
esencialmente culturales, revisando la obra de Marc Ferrez y de Machado de
Assis en busca de un trabajo autoral. En el mismo camino, Zeka Araujo utiliza
la película Polaroid (dye transfer) buscando dar cuerpo a sus indagaciones
sobre el tiempo y el espacio. Las imágenes de las metrópolis de Cássio
Vasconcellos expresan el espíritu de experimentación y de nostalgia en
nuestra época.
En ese amplio universo de intereses, el cuerpo aparece como principio
de autoreferencia en que los artistas capturan un vocabulario simbólico para
expresar significados autobiográficos. Sandra Bordin, en el ensayo "Matança,
insistente sonho" (Matanza, insistente sueño), trabaja con pedazos de cuerpos
de animales enfatizando la pérdida, la mutilación y el dolor, mientras Fernanda
Magalhães explora el propio cuerpo para representar a la mujer gorda,
cuestionando una femineidad constantemente idealizada por los medios de
comunicación de masas. En otro sentido, Bettina Musatti utiliza el proceso
radiográfico para alcanzar una transparencia que sugiere el descubrimiento del
interior del cuerpo.
4. Nuevos palcos para la fotografía brasilera contemporánea
Hace largo tiempo que la fotografía dejó de ser ignorada por los
museos y galerías de arte. Aquí, como en Europa y los Estados Unidos, los
departamentos de conceptuadas instituciones han repensado su política de
actuación con el medio fotográfico, invirtiendo en colecciones y en la
producción y adquisición de libros fotográficos. De esta manera, importantes
colecciones como la del Museo de Arte Moderno de Rio de Janeiro y la del
Museo de Arte de São Paulo son referencias para el mapeado de la historia de
la fotografía en el Brasil. Una tendencia en curso es la formación de acervos
privados de fotografía, expecialmente vinculados a los centros culturales de
empresas financieras, como los Institutos Culturales Itaú y Moreira Salles -este
último en franca expansión con la adquisición de preciosidades de la
iconografía brasilera como, por ejemplo, dos acervos de Marc Ferrez y de
Marcel Gautherot.
Pero es del exterior que vienen señales de la existencia de un público
dispuesto a pagar relativamente bien por trabajos de fotógrafos
contemporáneos, por ejemplo de artistas como Nan Goldin y Cindy Sherman,
cuyos precios superan el techo de los 60 mil dólares.
En el Brasil, las perspectivas también apuntan para una creciente valorización
de la fotografía como objeto de arte. Paralelamente, las galerías de prestigio,
actuando hace más tiempo en São Paulo, incorporan obras de artistas visuales
que utilizan la fotografía como medio para la construcción de sus trabajos. Los
motivos de este cambio de actitud pueden ser buscados en la propuesta de
algunos galeristas como Thomas Cohn, Marcantônio Vilaça, Brito Cimino, Lily
Sverner, entre otros, que han invertido en el mercado privilegiando autores que
garanticen tiradas limitadas.
El puente entre el mercado comercial y el cultural deberá cada vez más
ser alimentado por la realización de eventos fotográficos, siguiendo el ejemplo
del Mes Internacional de la Fotografía de São Paulo y de la Bienal Internacional
de Curitiba, que han colocado al país en un circuito artístico internacional,
convirtiéndose en el blanco de convergencia de fotógrafos, curadores e
investigadores brasileros y extranjeros. Además de eso, la enseñanza de la
fotografía, con un programa más totalizador y el crecimiento del mercado
editorial han sido fundamentales para el conocimiento del universo fotográfico,
permitiendo la formación de nuevos interesados en el arte.
Por último, los avances operados por la revolución tecnológica que
viene alterando varios medios de comunicación comienza a ser ampliamente
utilizados por la fotografía, posibilitando que la imagen viaje a través del mundo
en segundos. Tal cambio de paradigma lleva a una convergencia entre
fotografía, video y computador, exigiendo cada vez más sensibilidad y ética en
el uso de las imágenes.