Como ganarme-corazon

„¿Cómo ganarme el corazón de un hombre?“
- Cómo hacerlo bien para que se enamoren de ti-
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© 2008-2010 Christian Sander. Todos los derechos reservados.

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Índice

Prefacio .............................................................................................................. 6

Los hombres son DIFERENTES ...................................................................... 11

El desarrollo de joven a hombre ....................................................................... 17

La identidad masculina..................................................................................... 21

Mi historia........................................................................................................ 27

¿Qué les gusta a los hombres de la vida de soltero?.......................................... 31

Los hombres, ¿incapaces de tener una relación? ............................................... 34

El mito de que los hombres sólo quieren “una cosa” ........................................ 37

¿Tienen especialmente más exito las mujeres atractivas con los hombres? ....... 39

El impulso de conquista de los hombres ........................................................... 41

¿Qué “sienten” en realidad los hombres? ......................................................... 46

¿Qué es atractivo para un hombre? ................................................................... 50

Las propiedades de la mujer que fascinan duraderamente a los hombres .......... 58

Cómo perciben REALMENTE los hombre el cuerpo femenino ....................... 60

El primer encuentro .......................................................................................... 64

¿Puede ser la mujer la que hable al hombre? .................................................... 68

El mejor método para que un hombre te hable.................................................. 71

Tres categorías en las que en el fondo dividimos a las mujeres ........................ 74


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Primera fase: la primera conversación .............................................................. 79

¿Qué intenciones tiene? .................................................................................... 82

Primera advertencia: “Hay buena química entre vosotros” ............................... 85

La paciencia es una virtud... y la solución ........................................................ 87

¿Qué espanta a los hombres? ............................................................................ 93

¿Cómo consigo su número? ............................................................................. 95

¿Cuándo va a llamar? ....................................................................................... 96

¿Le puedo llamar? Y de ser así, ¿cuándo? ...................................................... 100

La primera cita ............................................................................................... 102

Qué errores debes evitar cometer a toda costa ................................................ 103

¿Qué les gusta a los hombres de tu apariencia física? ..................................... 107

El atractivo comienza en tu interior ................................................................ 110

¿Qué hombre estás buscando? ........................................................................ 116

Como llegar a causar simpatía y atracción en dos pasos ................................. 122

Keep it Simple – el camino natural................................................................. 126

Como recuperar el buen humor – incluso con el ánimo por los suelos ............ 130

Queda con hombres – tan sólo para divertirte ................................................. 132

Fase dos: lo profundo de la atracción ............................................................. 134

Muéstrate imprevisible ................................................................................... 137

¿Por qué las personas quieren tener lo que no pueden conseguir? .................. 140

Cómo ser considerada una mujer única .......................................................... 144


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¡Muestra lo ocupada que estás! ...................................................................... 147

¡Los sentimientos son contagiosos! ................................................................ 150

¿Por qué se distancian los hombres?............................................................... 152

Como hacer para recibir de un hombre lo que necesitas ................................. 156

¿Cómo reconocer lo que un hombre siente por mí? ........................................ 160

Por qué los hombres malinterpretan tan a menudo los sentimientos de una mujer
....................................................................................................................... 162

Estilo directo e indirecto ................................................................................ 167

Como atarlo a ti de forma duradera ................................................................ 169

Como mantener la emoción en una relación ................................................... 171

Como recuperar a tu ex .................................................................................. 177

Comentario final ............................................................................................ 181


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Un manual práctico de Christian Sander

Querida lectora y amiga,

¡Muchas felicidades por la adquisición de este Ebook!

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esto es algo que yo realmente no querría.

Asimismo, a la hora de imprimir deberías prestar atención al hecho de poner en
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adelante, es decir, “Imprimir páginas sólo: 186 a 1”. De esta manera las páginas
estarán ordenadas correctamente en la bandeja de salida de tu impresora.

Y ahora te deseo mucha inspiración y placer durante la lectura.

¡Muy bienvenida a los secretos del mundo de los hombres!


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Prefacio

Fue en una templada tarde de verano, cuando tres señoritas de unos treinta
años, que tenían ya tras de sí diversas experiencias y, ante todo, desengaños
con hombres, me preguntaron por mi “honesta opinión”.

“¿Qué queréis los hombres exactamente? Tú como hombre, ¿no nos podrías
quizás explicar por qué un hombre reacciona ante esta o aquella situación de
esta o aquella manera? ¿Qué esperáis, por ejemplo, de una relación? ¿Por qué
deja de tener contacto la persona con la que había empezado todo de manera
tan prometedora? ¡Primero se le caía la baba por mí y ahora de repente ha
desaparecido sin dejar rastro…!”

Gracias a mi trabajo como camarero me he topado muy a menudo con tales
situaciones. Mujeres sentadas en la barra, se reunían para sus nocturnas
“mesas redondas femeninas” en las que se trataban, en la mayoría de las casos,
los “tres pilares” de la comunicación femenina: hombres, problemas en el
trabajo y ropa. Justamente en ese orden. Así que estaba regularmente en el
dudoso placer de poder llevarme al corazón todos sus problemas con el sexo
masculino al día y sin tapujos. Dudoso en el sentido de que siempre constataba
soprendido en qué gran medida las mujeres ignoran todo lo que se refiere al
comportamiento masculino. En parte, esta ignornacia iba unida a una flagrante
ingenuidad y, cuando se me preguntaba a menudo por mi humilde opinión,
intentaba con cuidado abrirles los ojos.

Así sucedió que el bar en el que trabajaba se convirtió poco a poco en un tipo
de “Centro de consulta para mujeres”. Parecía que se había extendido en el
mundo de las mujeres que yo tenía una serie de consejos útiles en mi dispensa.

Contínuamente me tomaba tiempo – también de forma privada – para
ocuparme de las diversas preguntas de las mujeres y contestarlas de manera


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fiel. Yo también había reunido al fin y al cabo algunas experiencias con el sexo
femenino y sabía bastante bien cómo podía interpretarse este o aquel
supuesto “desaire” u otras conductas.

Lo más interesante era, sin embargo, que también tenía contacto (el bar es un
crisol de ambos sexos) con cada uno de los objetivos masculinos de la
conversación (es decir, con el “dulce chico” de la última cita o también con el
hombre “extrañamente cerrado” con la cual una de las señoritas tenía una
relación de tres meses) y pude recoger en cada caso de manera
completamente objetiva y diplomática su opinión sobre el tema.

Espantosamente coincidían a menudo sus manifestaciones sobre dicha mujer
con mi humilde opinión, la cual yo ya había comunicado anteriormente a la
dama. Su “extraña forma de comportarse” permitía llegar a menudo a una
única conclusión lógica (desde el punto de vista de los hombres). Y
exactamente esa conclusión también me la confirmaba él después.

Empecé a reflexionar entonces si habría quizás una “guía”, un tipo de manual
de uso de cómo debería comportarse de la mejor forma posible una mujer con
los hombres, de cómo podría reconocer (mediante contextos en su mayoría
muy simples) por qué un hombre se comporta de esta o aquella manera ante
esta o aquella situación.

Y fundamentalmente: de cómo podría conseguir que el hombre se convenza de
que no se enamora precisamente de una cabra temerosa o desesperada, de
una afectuosa pelma, sino simplemente una mujer agradable y amable que
está preparada para llevar una relación feliz y despreocupada - en el caso de
que el hombre se revele como un idóneo candidato.

Sin embargo, no se llegaba a menudo tristemente a la fase en la cual ambos
habrían podido REALMENTE conocerse, más allá de cualquier jueguecito inicial
à la “¿se pondrá en contacto él o tengo que hacerlo yo?”. A menudo,
simplemente porque las mujeres, justamente en este nivel inicial del “juego”,
de la “prueba”, hacen infinitamente mal muchas cosas.


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Por muy loco o por muy quizás inhumano que pueda sonar, el comienzo de una
relación es siempre un “juego” cuyas reglas garantizan si entre dos personas se
avecina algo o no.

Para dominar estas “reglas de juego” y para utilizarlas para transformar un
conocimiento superficial en uno profundo, para saber si están hechos el uno
para el otro, se necesita sencilla y simplemente cierto conocimiento
fundamental acerca de la naturaleza masculina. Muchas mujeres parecen no
contar espantosamente con este conocimiento fundamental – lo cual no es
sorprendente si hablan exclusivamente de ello con sus amigas, las cuales están
también a oscuras sobre esta cuestión.

Me dolía habitualmente mucho en el alma ver cómo las mujeres se sumergían
en cualquier tipo de aventura amorosa y periódicamente se llevaban un
chasco. Que no ha pasado de ser más que una cita completamente
prometedora; más aún, que se han largado en parte sin decir incluso una
palabra, no habiéndose puesto más en contacto con ellas el hombre
interesante de manera repentina (y, supuestamente, sin ningún motivo).

Otro caso muy frecuente era el de un hombre que se embarcaba en una
historia de cama, en un tête-à-tête sin compromiso con una mujer. Pero
cuando se trataba de la cuestión de una relación fija, vinculante y monógama,
se plegaba y evitaba las cuestiones y las decisiones de este tipo de manera
elegante (o, más bien, cobarde). No quería “simplemente comprometerse
todavía”.

También para ello había y hay una gran cantidad de consejos que había
acumulado con el tiempo y que las mujeres tomaban agradecidas. Muchos de
sus dramas con los hombres recibían, por un lado, una explicación, por el otro,
mejoraba considerablemente la vida amorosa y de pareja de muchas de mis
“clientas”. Saber qué piensan los hombres, qué sienten, qué aguardan y
esperan de una mujer y de una relación, es una ventaja decisiva en esta jungla
actual de las relaciones.


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Una cosa es cierta sin embargo: Cada hombre, cada persona es única, cada
historia de formación de pareja, separación, citas, etc., son individuales y muy
complejas. No obstante, hay un cierto patrón que subyace en muchas de estas
historias. Hay determinados “errores” que muy a menudo hacen las mujeres y
que siempre conducen a las mismas reacciones por parte de los hombres.

No sin razón, muchos hombres están normalmente traumatizados por las
relaciones y no sienten el menor deseo de comprometerse en algo. Para
disgusto de muchas mujeres ciertamente. Si evitasen determinados errores de
base, podrían meterse en el bolsillo ellas mismas, sin embargo, a los ejemplares
más incapaces de una relación del “sexo fuerte”.

Admito que no es en absoluto fácil editar un manual de uso para el ser
“hombre”. A muchas tal vez se les pondrán los ojos como platos y comentarán:
“Algo así no se puede responder de manera general, ¡¿¡vosotros no sois
máquinas!?!”

Afirmo que hay diversos rasgos que predominan en todo hombre. La función
de su psiqué, la forma cómo trata sus sentimientos, qué se imagina como la
“mujer ideal”, qué aguarda de un relación, cómo puede una metérselo
proverbialmente en el bolsillo con facilidad y, sobre todo: qué no quiere de
ninguna manera, qué cosas y formas de comportarse de una mujer odia como
la peste. Todo esto sigue una estructura que no se diferencia esencialmente de
un hombre de otro.

Un día me decidí a redactar un extenso libro de consejos sobre este tema a
partir de todo el material y todas las historias que había reunido con el tiempo.
Muchas de las mujeres – agradecidas por muchos de los consejos que les había
dado – me animaron a ello. “¿No puedes escribir un libro sobre esta cuestión?
¡Hay muchas mujeres ahí fuera que podrían aprovecharse de tus
conocimientos!”

Dicho, hecho.


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Y de esta manera tienes aquí entre tus manos el conocimiento resumido de las
incontables historias de hombres que me han contado las mujeres.
Interpretadas y resumidas por un hombre, con el intento de comunicártelo
todo de la manera más comprensible posible y para demostrarte la “lógica”
(masculina). ¡Me gustaría poder ayudarte con mis humildes medios a entender
mejor la “la desconocida naturaleza del hombre” con el fin de que puedas
mejorar tus citas, tus relaciones con los hombres y, en general, tu propio
bienestar!

Cordialmente tuyo,

Christian Sander


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Los hombres son DIFERENTES

Bien, esto quizás ya lo sabes: los hombres son diferentes. Por mucho que
quizás desee el movimiento de emancipación la igualdad de los sexos, por
desgracia, este anhelo contradice simplemente a los hechos. La igualdad de
derechos no es lo mismo que el igualitarismo.

La igualdad de derechos y la emancipación de la mujer es lo más importante y
lo mejor que ha alcanzado la humanidad en el último siglo. Por desgracia, esta
conquista ha provocado también un par de efectos secundarios y
malentendidos perjudiciales, entre los que hay que destacar la confusión entre
igualdad de derechos e igualitarismo.

Por mucho que se desee que hombres y mujeres tengan que ser en el fondo
iguales (lo cual haría las cosas infinitamente mucho más fáciles), tenemos que
afrontar una verdad irrefutable:

Los hombres piensan de otra manera, sienten de otra manera y actúan de otra
manera que las mujeres.

Una máxima para conseguir un trato eficaz con los hombres y no ir a tientas
constantemente en los casos de malentendidos con ellos es saber que los
hombres tratan los problemas interpersonales, los sentimientos y, en
resumidas cuentas, a ellos mismos de una manera fundamentalmente
diferente de lo que jamás lo haría una mujer.

Desde el punto de vista de la mujer, la relación de un hombre es a menudo
absolutamente absurda, ilógica y, en el peor de los casos, simplemente
inmadura.

Tengo que admitir que, en muchos casos, nuestro comportamiento es
precisamente así:

Ilógico, absurdo e inmaduro.


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Pero cuando uno se mete en la cabeza y en el cuerpo de un hombre, sólo se
puede actuar a menudo simplemente según este esquema “masculino”. Para
nosotros, los hombres, nuestra forma de comportarnos tiene completamente
sentido: por esta razón estamos tan bien entre nosotros. Quedamos para una
velada de póker, en el bar, para hacer deporte – allí, donde no tendría que
tener acceso jamás ninguna mujer, puesto que de lo contrario existiría el
peligro de que tuviéramos que disimular por amor de la dama. Y esto le quitaría
todo el atractivo a una “noche de hombres”.

Por consiguiente, hay muy pocas oportunidades para una mujer para saber
cómo son REALMENTE los hombres, qué piensan y sienten REALMENTE. ¡Se
sorprenderían de las cosas de las que todos nosotros hablamos cuando no hay
presente una mujer!

Entre nosotros los hombres sabemos perfectamente cómo tenemos que
tratarnos. Sabemos perfectamente qué pasa en la cabeza de nuestro “colega” –
sin necesidad de que tengamos que debatir sobre ello horas enteras.
Justamente esto es también el placer de una “mesa redonda de hombres”: no
tenemos que discutir hasta los últimos detalles nuestro propio
comportamiento, no tenemos que justificarnos por el hecho de que somos así
como somos.

Si sólo con dificultades puedes entender qué nos inclina a pasar supuestas
“veladas estúpidas” entre hombres, uno de los motivos principales es que
nosotros sólo podemos ser como somos. Ni pero ni pera. Y que además
obtenemos respeto y reconocimiento de nuestros congéneres – en lugar de
tener que reflexionar y discutir entre nosotros sobre nuestro comportamiento.

Si quieres, por tanto, no sólo llevarte bien con esta “especie rara”, sino también
aprender cómo te los puedes meter en el bolsillo y, ciertamente, por mucho
tiempo, entonces tienes que afrontar desde ya la irrefutable verdad:

¡Los hombres son diferentes!


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No intentes nunca, por favor, cambiar a un hombre, valorar su
comportamiento según las normas femeninas o condenarle por el hecho de
que se diferencia de ti en muchas cosas.

Él es un ser diferente. Un ser con expectativas, con esperanzas, con miedos, de
la misma manera que tú. Es cierto, con todo, que éstos son completamente
diferentes a los tuyos. Pero en su intensidad apenas se diferencian.

Cuántas relaciones se han roto ya porque una mujer ha intentado cambiar a su
hombre. Y, ciertamente, cuando ha realizado el intento desesperado de
“enderezar” a su hombre de tal manera que éste se asemejara lo máximo
posible a su o tu representación de un hombre perfecto.

Ningún hombre se dejará atrapar en un “campo de reeducación” tal durante
mucho tiempo y, si lo hace, (y sería por un cierto tiempo) será profundamente
infeliz con ello.

Y los hombres infelices no pueden, ante todo, una cosa:

Hacer feliz a una mujer.

Como primer paso, deberías hacer caso del siguiente principio:

Intenta entender y, entonces, serás entendida.

No aporta nada estar frustrada por la diferencia de los hombres, despotricar
por ello o desear que se vayan todos al diablo. Nuestro deseo más profundo es
encontrar la vida en pareja, a la “pareja correcta” (Sí, has leído bien: también
los hombres buscamos en el fondo lo mismo).

¿Por qué deberías enfadarte o deprimirte en relación al hecho natural de que
los hombres se diferencian de ti? Lo único que tienes que hacer es entender
por qué y en qué medida los hombres son diferentes.

Creo que no hay nada más bonito para un ser humano que ser entendido.


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¿Conoces el sentimiento que aparece cuando en una larga e intensiva
conversación se es entendido? Es maravilloso cuando se le escucha a uno sin
que el interlocutor haga constantemente comentarios o de soluciones a los
problemas. O se le contradiga permanentemente. Pero, ¿no es increíblemente
sorprendente, cuando alguien puede ponerse realmente en el lugar de uno, sin
que tenga quizás que ser necesariamente de la misma opinión, pero sabiendo
qué opinas y poniéndose en tu lugar?

Esta propiedad se denomina empatía y admito que no necesariamente muchas
personas tienen este talento para comportarse empáticamente en las
conversaciones.

Pero si alguna vez has vivido una situación en la cual se te ha tratado realmente
de manera comprensiva y has notado que tu interlocutor no tenía ningún
interés en cambiar tu opinión o en darte “buenos consejos”, sino que
simplemente intentaba entender lo que pasaba en tu más profunda intimidad,
entonces sabes lo que quiero decir.

El sentimiento que surge cuando se nota que otra persona de verdad te
entiende es realmente avasallador. Produce, ante todo, una cosa:

Que no te sientas de golpe solo.
Hay una tendencia profunda en nosotros, los seres humanos, a no estar solos
en este mundo. Y sólo hay un único modo de superar esta soledad: siendo
entendidos por otra persona en la totalidad de nuestra existencia, de nuestros
pensamientos y sentimientos.

Cuando esta otra persona que nos entiende es del mismo sexo que nosotros, se
levanta en nosotros una profunda simpatía, un profundo agradecimiento.
Puede ser la piedra angular para una verdadera y profunda amistad. Si esta
persona es del otro sexo, pasa entonces muy a menudo lo siguiente:

Nos enamoramos de ella.


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¿Me sigues por qué es tan importante entender, por qué los hombres son como
son? ¿Y, ante todo, aceptar, que ellos son diferentes?

Sólo cuando entiendas realmente qué le ocurre al otro sexo y por qué es así,
podrás tratar sin ningún tipo de complicaciones con él.

Y, ante todo, harás una cosa:

Ejercerás una enorme fuerza de atracción en los hombres.

Pues, al fin y al cabo, nosotros los hombres no deseamos otra cosa con más
ardor que ser entendidos. Quizás lo admitamos sólo de mala gana, pero
también nosotros nos sentimos a veces muy solos y quisiéramos tener a
nuestro lado a una pareja que nos entienda. Que nos apoye en lo que hacemos.
Que nos acepte tal y como somos.

Considerado superficialmente, nos defendemos quizás mejor en la soledad que
una mujer, pero esto es engañoso. Tenemos simplemente más posibilidades de
compensar o suprimir el sentimiento de soledad. Ya sea a través de trabajar
exageradamente muchísimo, los coches rápidos, el deporte o los hobbies caros
y exóticos. Podemos “olvidar” también mejor este sentimiento que las mujeres.
No sin razón el porcentaje de hombres entre los alcóholicos y los drogaditcos
es incomparablemente más alto que el de las mujeres…

Como vemos, es enormemente importante entender qué nos pasa a los
hombres. Sin una comprensión fundamental de ello te encontrarás
continuamente en dificultades. Ante todo, no obtendrás lo que es más
importante para ti: ¡serás igual de poco entendida por un hombre!

De manera general se puede decir que hasta que nosotros no entendemos
realmente algo, una parte nuestra estará siempre insatisfecha e inquieta. Y en
relación al sexo contrario este caso es todavía más importante: ¡nos
confrontamos (por las buenas o por las malas) toda la vida con esta temática!


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Si quieres tener a un hombre a tu lado que te haga feliz y que quiera tener una
relación contigo larga y satisfactoria, da el primer paso e intenta entender por
qué él es así tal y como es, es decir, diferente a ti.

Ahí yace en última instancia el secreto de las relaciones que funcionan y son
felices: en que se respeta en el otro su otroriedad.

Por muy paradójico que pueda resultar, los hombres y las mujeres se atraen
precisamente porque son diferentes. Justamente esto es lo misterioso de la
cuestión, justamente esto es lo que suscita aquel sentimiento mágico que
denominamos amor.

Si quisieras ahora, por favor, seguirme en el aparentemente “confuso mundo”
de los pensamientos y de los sentimientos masculinos, verás, con un examen
más atento, que no es tan confuso. Sigue simplemente otras reglas de juego
diferentes de las que tú calificarías como “normales”…

Precisamente en ello consiste el amor: en que dos
personas solitarias se protegen la una a la otra, se
tocan y se hablan.
- Rainer Maria Rilke -


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El desarrollo de joven a hombre

Cuando un niño crece, se le puede permitir que se comporte como quiera.
Independientemente de si se trata de un chico o una chica, puede comportarse
tanto como el “típico joven” como también como la “típica chica”. Hay jóvenes
que juegan con muñecas y se deshacen en sollozos cuando ven un drama de
amor en la televisión. Asimismo, hay chicas que se miden berreando y jugando
a fútbol con sus compañeros de clase y son, al mismo tiempo, extremadamente
capaces de “defender a su hombre”.

A un niño no se le exige todavía un tipo de comportamiento determinado.

Para el hombre todo cambia, sin embargo, bruscamente, tan pronto como
entra en la pubertad: desde ya, casi en una noche, no puede presentar más
abiertamente una forma de comportamiento femenina. Algo así como llorar o
manifestar abiertamente sensibilidad no se tolerará más en “sociedad” – es
decir, con los de su edad, sus amigos o padres. Si no quieren exponerse al
reproche de ser homosexual o “gallina”, no tienen que mostrar a partir de una
edad aproximadamente de 14-16 años sentimientos femeninos.

Al contrario, el hombre tiene que ser desde entonces fuerte, controlado y
seguro de sí mismo – si no lo puede hacer, se le humillará sin piedad por los de
su misma edad. Apenas se puede uno imaginar de qué manera tan brutal y
bárbara pueden comportarse los jóvenes entre ellos a esta edad. De la
exposición regular ante la pandilla reunida pasando por la fuerza corporal para
“medirse” hasta la tortura de los más débiles dentro de un grupo.
Completamente brutal es, ante todo, en los grupos en los cuales hay
exclusivamente jóvenes. ¿Conoces la película “El Señor de las Moscas”? Ahí se
expone muy claramente lo que pasaría si encallara en una isla solitaria un
grupo de jóvenes pre-adolescentes sin la vigilancia de los adultos. Al final hay
heridos graves e incluso muertes porque surgen entre ellos feroces luchas.


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Un hombre joven aprende de esta manera a reprimir desde entonces sus
emociones, su sensibilidad, su “feminidad”, la cual, sin duda alguna, existe en
todo hombre. Asocia de manera general las emociones fuertes como el miedo,
la tristeza y la inseguridad con algo negativo. Algo que “no es masculino”. Algo
que hay que erradicar.

Un verdadero hombre es sólo aquel que sabe reprimir sus emociones, en el
mejor de los casos, completamente, es decir, que las tiene bajo control, que no
muestra ninguna debilidad. Quizás el peor insulto entre los hombres jóvenes
sea siempre: “¡Debilucho!”

Dicho con otras palabras: Un joven tiene que convertirse en hombre
aprendiendo a negar en sí mismo sus partes negativas, al contrario de una
mujer que, en general, puede seguir siendo como es. Aun cuando continúen
viviendo sus partes masculinas, maldiciendo quizás, emborrachándose,
interesándose por el fútbol o también sexualmente tomando la parte
dominante y “masculina”, se considerará como completamente normal y, en
general, se lo tolerará.

Por mucho que haya avanzado la igualdad de derechos entre los sexos, un
hombre que llora en público sigue siendo todavía algo impensable. Podría llorar
de emoción – quizás durante el 30º aniversario de pertenencia a una empresa,
después de que le hayan dedicado un discurso de agradecimiento. Pero, ay, lo
hace por un sentimiento que sería tachado por todos como una “debilidad”.

En una ocasión vi una escena semejante. En un club estaba un hombre de
quizás 25 años ante su ex novia e intentaba convencerla entre lágrimas de que
volviera con él. Estaba al lado y pude verlo todo. Por mucho que yo admirase a
este hombre por su coraje, por cómo mostraba abiertamente sus emociones,
era sin embargo un espectáculo bastante lamentable. Y su ex novia no
reaccionó precisamente de forma positiva. Después de que se hubiera
garantizado su lástima, desapareció con otro tío morreándose en una esquina.


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No, tampoco les gusta a las mujeres cuando mostramos nuestra debilidad,
nuestra fragilidad. Al menos, no en la fase de conocimiento. También para ti,
querida lectora, tenemos que actuar lo máximo posible de manera soberana,
fuerte y masculina. ¿Cómo te podríamos proteger, entonces, ante posibles
peligros?

Completamente diferente es cuando una mujer rompe a llorar públicamente.
Con cuánta frecuencia observo cómo las mujeres sollozan en la calle con su
móvil – sin duda alguna, ante su amado en el otro lado de la red. En tales
situaciones se está fundamentalmente en secreto del lado de la mujer y se
piensa: “El tío tiene que ser realmente un cerdo…”.

Para las mujeres es completamente normal mostrarse como son. Ya sea como
dominadora y controladora masculina, ya sea como una delicada mujer. Amén
quizás de los casos de histeria en público, pero incluso éstos son siempre
considerados en el ámbito del espectro femenino como “normales”. Por lo
demás, una mujer no tiene realmente que disimular para ser aceptada como
una mujer valuosa ni tiene que suprimir o negar ninguna propiedad
fundamental. ¡Lo tienes realmente fácil, señora mía…!

Pero, ¿qué significa esto en realidad para un hombre?

Todo hombre ha aprendido, de esta manera, en una fase marcada de su
juventud que sus emociones son algo que hay que mantener en secreto y
combatirlas. Puesto que si dejara libre paso a una emoción que monstrara su
presunta debilidad correría el peligro de exponerse a la mofa o de que se le
considerase “poco varonil”.

Créeme que no hay nada peor para un hombre que perder su masculinidad. Así
se le mide y basa toda su existencia en ello. Tiene que conservar su
masculinidad, de lo contrario, no tendrá ninguna oportunidad.

Y “masculinidad” se define en general como la ausencia de propiedades
femeninas como la capacidad de llorar, el miedo, la indecisión, la
pusilanimidad. Sin querer oferecer ahora clichés ni abrir un debate sobre la


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disputa de los sexos, admitirás, sin embargo, que un hombre debería accionar
fundamentalmente de manera fuerte, agarrada y decidida, si quiere ser
tomado en serio como hombre.

Este proceso, por el cual tiene que pasar todo joven en su juventud, conduce a
un profundo trastorno en los hombres. Tienen que reprimir y encubrir una
parte de su existencia humana, es decir, su sensibilidad, su vulnerabilidad y
disimular con artificialidad masculina.

Para empeorar todavía más las cosas aparece en la edad en la que un joven de
repente no puede ser más un niño y tiene que aprender a reprimir sus
características femeninas lentamente también el tema de las mujeres. Las
antaño “estúpidas chicas” se ven de repente con ojos completamente
diferentes. Y también aquí se instaura la rivalidad conocida por todos con otros
hombres.

“¿Quién se ha morreado primero con una chica? ¿Quién ha dormido primero
con una? ¿Quién ha tenido hasta ahora más novias? ¿Quién tiene la más guapa
de todas?”

Las mujeres sirven dentro del mundo de los hombres primero como un tipo de
reto deportivo que hay que conquistar. Como un tipo de trofeo que el hombre,
orgulloso, exhibe ante sus compañeros. Posteriormente, en la edad madura, no
cambiará en esencia nada.

Y también aquí es válido el ¡ay del hombre que muestre sentimientos “poco
varoniles”, emocionales! ¡Ay del que muestre abiertamente que echa de
menos a la chica que le ha hecho daño por lo que sea! Y precisamente durante
los primeros y toscos intentos con una criatura femenina están sus emociones
en la mayoría de los casos más que revueltas.

Pero domina la ley de hierro: ¡Sé un hombre y no un gallina! Y, de esta manera,
tiene que procesar completamente solo las angustias y las heridas que se
producen inevitablemente en todas las historias de amor. Tragárselas y, quizás,


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completamente en secreto y en silencio, llorar por las noches unas vergonzosas
lágrimas en su almohada.

Y precisamente éste es el motivo por el cual los hombres están en pie de guerra
con sus emociones. Se les ha enseñado que no deben mostrarlas, que los
sentimientos de debilidad son algo malo, algo poco varonil. A pesar de todo, un
hombre ha vivido ya – precisamente en relación a las mujeres – una gran
cantidad de sentimientos que le han arrollado directamente. El hecho, sin
embargo, de que no las pudiera mostrar para no presentarse como un débil y
que no pudiera hablar de ello con nadie, le deja en él una amarga lección. Ha
aprendido que las emociones en relación a las mujeres son algo caprichosas
con las que un hombre solo y sin ayuda de nadie tiene que arreglárselas. Un
ejército completo de dragones impredicibles y lanzando fuego en su interior
que tiene que combatir y vencer completamente solo.

Todo esto tiene lugar en el aislamiento de su alma. Casi ningún joven habla de
esto con otra persona – incluso con alguien de su edad. Tiene que preservar su
“verdadera cara”, mantener erguida su fuerza y su masculinidad. Como ya se
ha dicho, no hay miedo más grande, nada que un hombre tema más que volver
a caer en el estado de la temprana infancia en la cual podía ser débil y
necesitado, siendo precisamente por eso que no era todavía un hombre.

La identidad masculina

Como ves, la autopercepción de un hombre está sobre unos pies muy
tambaleantes. Se encuentra constantemente en una guerra silenciosa consigo
mismo. Constantemente tiene que intentar actuar lo máximo posible de
manera masculina, constantemente tiene que estar en el carril de
adelantamiento. Éxito laboral, capacidad de imponerse, presión de la
competencia, éxito con el otro sexo. Y justamente en los asuntos de mujeres
está bajo una enorme presión.


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Gustar al otro sexo, ser deseable, hacer feliz a las mujeres y también, ante
todo, satisfacerlas sexualmente – éstas son cosas enormemente importantes
para un hombre y contribuyen enormemente al fortalecimiento o al
debilitamiento de su autoestima.

Lo más importante que hay que entender para comprender la autopercepción
de un hombre y cómo se constituye su identidad es lo siguiente:

Los hombres se ven principalmente en la acción exterior, es decir, en la
consecución de metas o en la creación de obras. En la construcción de casas, en
la escritura de una novela, en renovar su coche, en conseguir un puesto más
elevado en el trabajo, en fundar una empresa.

Consigo mismo y su mundo interior, es decir, con sus sentimientos, no pueden
hacer mucho. En su interior se encuentra una jungla desconcertante y
angustiosa, incontrolable. ¿Por qué, entonces, ocuparse de ella?

Asimismo, ya han aprendido en su juventud que los sentimientos son de todos
modos algo negativo, algo que hay que reprimir. De esta manera, están frente
a su mundo interior de manera sorda y ciega. Y se concentran en el mundo
exterior – aquí parece haber todavía una lógica y un orden, aquí puede un
hombre calcular, aquí puede un hombre hacer algo. Puesto que un hombre
quiere conocerse a sí mismo, quiere saber “quién es propiamente él”, empieza
a descubrir su efecto en el mundo exterior. Finalmente, ya no puede organizar
realmente nada en su interior y, sobre todo, ya no tiene ningún control efectivo
sobre él.

¡Qué bonito y claro es, por el contrario, el mundo exterior! Aquí puede
planificar, modelar, calcular, reparar, ensamblar, computar. Y luego
asombrarse y dejarse asombrar cuando está ante su obra terminada.

Él no se ve a sí mismo en su interior, sino en el efecto que tiene sobre lo
exterior. Por eso es tan importante para un hombre el éxito profesional,
porque se define a sí mismo a través de su efecto sobre los demás. Un hombre


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se “siente” únicamente bien, cuando puede estar seguro del respeto y del
reconocimiento de los demás.

Por eso los hombres trabajan también, en parte, hasta el ataque del corazón,
sin prestar atención a su salud – porque no son en absoluto conscientes
realmente de su propio estado corporal y anímico.

Necesitan el reconocimiento de los otros y pueden llegar a ser adictos a ello.
Por la sencilla razón de que sin un efecto sobre el prójimo, sobre el mundo
exterior no se sienten vivos. Y, entonces, trivialidades tales como el dolor de
pecho son sencillamente secundarias.

Y precisamente por ello se les hace tan difícil a los hombres hablar sobre sus
sentimientos. Para las mujeres esto es obviamente algo por completo
incomprensible y un signo de “inmadurez emocional”. Para un hombre, sin
embargo, no hay nada más raro que hablar sobre sus estados interiores. Ha
intentado ya durante toda una vida reprimirlos o, al menos, controlarlos.

Y justamente porque tiene una relación tan extraña con su mundo sentimental
es tan infinitamente susceptible emocionalmente. En comparación con una
mujer, el corazón de un hombre es mucho más quebradizo, mucho más
sensible.

¿Por qué?

Porque no sabe tratar apenas las emociones negativas, el dolor anímico – sólo
lo puede calmar con alcohol o con productos químicos. Tener que afrontarlo le
es esencialmente difícil porque no tiene ningún acceso real y sano a él.

Una mujer llora cuando está triste y descubre su corazón a una amiga. Hablar
de sus sentimientos la ayuda a sobrellevar el dolor emocional. Un hombre no
habla normalmente con nadie acerca de su mundo sentimental. En primer
lugar, no sabría cómo debería describir de ningún modo este caos y, en
segundo lugar, está el peligro de que no se le considere “masculino”. ¿Ha visto


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alguna vez a un hombre que tenga a su amigo entre los brazos, mientras éste le
expresa sus sentimientos entre lágrimas?

Es un espectáculo más bien raro…

Pero vayamos al tema de las mujeres.

El efecto que un hombre tiene sobre una mujer es para él y su identidad al
menos tan importante como su éxito en el mundo laboral – cuando no más
importante. El éxito laboral, el nuevo coche sobredimensionado, la elegante
vivienda Penthouse – en última instancia, tiene estas cosas sólo por una razón:
para impresionar a las mujeres.

Hay un único problema en todo ello: su efecto sobre las mujeres lo puede
calcular y predecir mucho menos que su efecto sobre sus colegas masculinos.
Porque no sabe cómo piensan las mujeres y qué valoran es en esta cuestión
extremadamente inseguro.

Es más fácil para un hombre cursar una maratón en un día caluroso o dejar a
alguien k.o. que es dos cabezas más grandes que él que hablar con una mujer.
Aquí está propiamente toda su masculinidad en juego, aquí lo arriesga
verdaderamente todo. Una de las peores vivencias para un hombre es cuando
una mujer no lo desea precisamente a él, sino que le deja bien clarito que
debería, por favor, desaparecer de su vista.

Lo más sublime y lo mejor que le puede suceder a su ego y a su autoestima es
cuando una mujer lo admira y lo idolatra. Él, ciertamente, nunca no entenderá
por qué una mujer en el fondo lo admira o se enamora de él, pero le otorgará
un descomunal empuje a su confianza. Cuando una mujer le da la dosis
correcta de admiración, le otorga normalmente alas.

En el fondo, no tiene, sin embargo, ni idea de qué espera de él una mujer y qué
valora. Pero para su frágil ego es totalmente decisivo cómo obra sobre una
mujer y así resulta que las mujeres son para él un “gran misterio”. Algo, ante lo
cual él – cuando mira y escucha profundamente en sí mismo – tiene miedo.


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Y precisamente esto es lo que asegura que las mujeres tengan un enorme
poder sobre nosotros, los hombres – desgraciadamente, sólo lo sabemos muy
pocos de ellos. En el transcurso de la historia de la humanidad hemos hecho
todo lo imaginable, al fin y al cabo, para hacer creer a las mujeres que
NOSOTROS teníamos el poder sobre ELLAS.

En nuestras latitudes, se han eliminado muchas cosas de este sistema (gracias a
la igualdad de derechos), pero el efecto de miles de años de dominación de los
hombres suena todavía en nuestro subconsciente. Y nosotros, los hombres,
tenemos todavía un par de trucos en la manga para decirle a las mujeres que
ellas dependen de nosotros y no al revés.

Nosotros, los hombres, lo sabemos todo muy bien en principio – aun cuando lo
aceptemos sólo de mala gana. Y a veces nos unimos por este motivo de mala
gana de manera firme y vinculante con una mujer: porque estamos entregados
a ella emocionalmente de manera más o menos indefensa.

Pero de ello, hablaremos más tarde…

Por el momento, permítenos retener lo siguiente:

El ego y la identidad de un hombre están siempre sobre unos pies muy
tambaleantes. Un hombre no guarda ninguna buena relación con su mundo
interior y es, por tanto, dependiente de sus efectos sobre el mundo exterior.
No se apoya “en” sí, sino que se vive a sí mismo en el mundo exterior y se
define por la manera por cómo reaccionan los otros sobre él. Su efecto sobre
las mujeres es extremadamente importante para él y una gran parte de su
autoestima depende de en qué grado es deseado por las mujeres o por su
mujer o su novia – si está casado o tiene novia.

Nota:
……………………………………………………………………………………………………
En el transcurso del proceso de maduración en el que normalmente entra tarde
o temprando todo hombre empiezan a entreverse estas relaciones y a trabajar


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en ellas. Pero muchos hombre no son conscientes de qué les sucede realmente
en ellos y por qué es así. La visita al psicólogo, por ejemplo, que podría aportar
mucha luz en la oscuridad de su alma es considerada extremadamente como
“poco varonil” y muchos hombres la rechazan.
A ti, como mujer, querría encarecerte a que trates con cuidado este
conocimiento y que no hagas frente a un hombre con estas cosas o quieras
hacer “terapia” con él. Muchas mujeres me preguntan contínuamente cuál es
la mejor manera para “cambiar” a su marido, cómo le podrían “ayudar” a que
las entienda o se entienda mejor – para que sea más comprensivo, tierno y
compasivo.
Yo sólo te puedo desaconsejar por completo de ello. No trates de cambiar a un
hombre o de “hacer bricolaje” con su mundo sentimental. Cada persona decide
por sí misma si quiere cambiar y SÓLO ÉL. Nadie más puede lograr este cambio.
Aun cuando con él pienses que sólo sería para su bien:
¡Déjale ser como es!
Intenta, más bien, entender qué pasa en los hombres, intenta averiguar por
qué se comporta de manera tan “inmadura”. Sólo cuando cambies tus propias
perspectivas del problema e intentes ponerte en lugar de un hombre, sólo
entonces cambiará algo en tu vida. Sólo entonces los hombres actuarán de
manera diferente contigo.
Así pues: ¡Lo único que realmente puedes cambiar es a ti misma! Tu actitud
ante las cosas en la vida.
No cometas, por favor, el error de querer modelar en este sentido a un hombre
con “buenos consejos”. El resultado será siempre el contrario. Un hombre
preferirá soportar mejor para siempre el dolor de estar solo que dejarse “hacer
terapia” por una mujer.
Sé que es tentador restregarle a un hombre diversas verdades psicológicas
sobre él para hacerle entender que debería “tomar partido por fin por sus
sentimientos”. Pero créeme que ningún hombre ve en ello un favor. Por el
contrario, tomará las de Villadiego tan rápido como le sea posible, si le
confrontas con cosas que tienen que ver con su interior. En el mejor de los
casos, se negará sencilla y llanamente a cambiar. He visto a algunas mujeres
intentando querer “hacer terapia” con sus maridos. Yo mismo he sido tratado


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de esta manera por mis novias. Créeme que no hay nada más terrible que una
pareja que quiera “hacer terapia”.
Esto es aproximadamente lo mismo que si un hombre te dice todos los días:

“¿No puedes adelgazar un poco?”

¿Qué pasaría entonces? Te volverías triste porque creerías que ya no le gustas.
Y harías, más bien, una cosa:
Engordar.

Podemos cambiar una parte del mundo,
una partecita pequeña al menos:
nuestro propio corazón.
- Reinhold Schneider -

Mi historia

No te quiero aburrir con una biografía detallada sobre mi persona. Pero te
preguntarás justificadamente quién es este hombre que intenta explicarte lo
que tiene que ver con el tema “hombres”. Yo tampoco dejaría que me explicara
algo la primera persona que se me acercara corriendo. He aquí, pues, un breve
relato de mi vida:

Ya de pequeño tenía muchas amigas. Ya entonces estaba siempre fascinado por
su naturaleza y me sentía atraído mágicamente a ellas. Su manera de pensar y


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de relacionarse entre sí parecían diferir significativamente de la forma en la
que mis amigos se relacionaban entre ellos. A menudo podía empezar a pensar
más con su sutileza y a su estilo que con la rudeza de mis compañeros.

Luego en la pubertad, a la tierna edad de 16 años, mis padres se separaron.
Para mí se disolvió un mundo de la noche a la mañana. Todas mis ideas del
“amor eterno” y de la imperturbable creencia en que una pareja que se ha
encontrado vive junta para siempre murieron en el transcurso de pocas
semanas. No entendía cómo había podido pasar – mis padres se querían, de
eso he estado siempre seguro. Durante la separación, puede escuchar por
ambas partes la verdad: lo que cada uno había hecho erróneamente con el
otro, qué poco la había querido, toda la ropa sucia. En este contexto, quisiera
darles las gracias a mis padres: me enseñaron a muy temprana edad que el
hombre y la mujer son naturalezas totalmente diferentes, así como a
considerar las cosas de una manera completamente diferente.

Con 15 años tuve mi primera novia fija. Fue un amor infeliz – era de Estados
Unidos y tuvo que volver 8 meses después. De las cartas diarias prometidas por
lo más sagrado pronto se convirtieron en una a la semana, luego sólo para el
cumpleaños y en algún momento se cortó. Ya sabes que esto es así. En el
transcurso de mi juventud y mi temprana madurez tuve otras novias. Las
relaciones siempre estaban acompañadas de profundas emociones, a veces
más por mi parte, a veces más por el suyo.

Desde muy temprano, escuché siempre por parte de las mujeres que “yo era
diferente”. Me gustaría ser capaz de mirar fuera de la caja, me gustaría
entender lo que les pasa a las mujeres. Siempre he tenido amigas, puramente
platónicas, y cuando se trataba de sus relaciones con los hombres, agudizaba el
oído y las escuchaba. Quería saber qué pasaba en las relaciones, quería saber
por qué se separaban personas que se querían.

Mis relaciones con mujeres fueron en su gran mayoría muy apasionadas y
llenas de emociones. Por supuesto, yo no era tampoco ningún “ángel”.


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Justamente porque con el transcurso del tiempo aprendí cómo “lisonjear” a las
mujeres, usaba este conocimiento con frecuencia desvergonzadamente.

He hecho daño a mujeres y también me lo han hecho a mí. He dejado a
mujeres y también me han dejado a mí. Que si era un machista, un
“destripador”, un villano. Igualmente, yo era ya un hombre humillado y
abandonado, lleno de mal de amores y con el corazón dolido.

Sin embargo, siempre quise llegar al fondo de las cosas: ¿Por qué? ¿Por qué
encuentran las parejas elementos comunes entre ellas y por qué se separan
después? ¿Cómo se puede evitar todo el sufrimiento o dolor que va unido a
ello o, al menos, reducirlo? ¿Cómo se llega a ese momento mágico en el cual
nos enamoramos? ¿Qué es la atracción? ¿Y qué es lo que hace que la atracción
magnética del principio se desvanezca de nuevo?

Impulsado por mi sed de conocimiento, mis propias relaciones fracasadas y
también por la tristeza por el divorcio de mis en realidad “inseparables” padres,
empecé a devorar todo tipo de literatura sobre el amor, sobre cómo encontrar
pareja y sobre los contextos psicológicos del tema. En ella encontré que todo
sigue una determinada lógica y que hay contextos que no se reconocen de
inmediato. Claro, de lo contrario todos estaríamos ya hace mucho tiempo
felizmente casados y no habría películas de amor románticas en las que nos
podríamos enfrascar llenos de nostalgia.

Ante todo, siempre surgía la oportunidad, en el transcurso de las charlas con
mis amigas, de darles este o aquel consejo acerca de cómo podían meterse en
el bolsillo a un hombre. La mayoría de las veces mis consejos funcionaban
bastante bien – muchas de mis amigas se convirtieron en verdaderas mujeres
ideales ante las cuales los hombres hacían cola o mejoraban
considerablemente sus relaciones. De alguna manera empecé a sentirme
“responsable” cuando veía el corazón destrozado de una mujer que
únicamente no sabía cómo pensamos y sentimos nosotros los hombres – y, por
ello, eran heridas o abandonadas.


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Ayudar a las mujeres a poder reconocer cuándo un hombre está seriamente
con ellas y cuándo es un “caso desesperado” y qué nos pasa a nosotros, los
hombres: ésta era y es mi declarada finalidad.

Ahora bien, espero y deseo que los siguientes consejos y sugerencias te puedan
ayudar de manera semejante y sepas tratar mejor con el “fenómeno hombre”.
Una cosa es segura: a uno le facilita enormemente la vida comprender al otro
sexo y saber tratar con él. Y no sólo en la vida amorosa, sino también en todos
los ámbitos de la vida.


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¿Qué les gusta a los hombres de la vida de soltero?

Una cosa realmente maravillosa de estar soltero es que el hombre puede
quedar con tantas mujeres como quiera. Y con todas estas mujeres puede
apretar el “freno” cuando empiece a sentir algo por ella. Por consiguiente, se
garantiza que no mutará precisamente en aquel imbécil sentimental que corre
detrás de una mujer y que se degrada hasta ser su perro salchicha. Puesto que
justamente de ello tiene un enorme miedo. Todo hombre se ha “rebajado” a
ello al menos una vez en la vida – en la mayoría de los casos, en su primer gran
amor.

Independientemente de ello, juega un papel muy importante otro factor:

Los hombres huyen a menudo de una relación fija porque tienen la sensación
de que se perderían algo. Hay una infinitud de mujeres ahí afuera, ¿por qué
entonces limitarse a una?

El sueño de fiestas en una piscina, en la cual se estiran docenas de chicas en
bikini y que, ansiosas de sexo, vienen hacia nosotros, está asentado
profundamente en nosotros. Aun cuando nunca se vaya a ir a una fiesta así,
hay muchos de nosotros que son así de ingenuos y que creen que nos
perderíamos precisamente ahora la oportunidad. No en vano, la industria del
porno nos hace creer la ilusión de que tales oportunidades se dan en principio
diariamente. Y créeme – todo hombre ve de vez en cuando películas pornos.

Pero aun cuando sepamos que la oportunidad de asistir una fiesta tal es
insignificante, por lo que se refiere a una relación fija creemos asimismo que
sacrificamos algo extremadamente importante: nuestra libertad.

En muchas ocasiones no sabemos de todos modos empezar algo realmente
sensato con esta “libertad”, pero creemos que es algo especialmente digno de
proteger. Algo, que nos podría quitar potencialmente una pareja fija.


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En parte, esta convicción absurda procede también de que hay un número no
insignificante de mujeres que se comportan de manera muy posesiva. La forma
expuesta un poco exagerada de ello es más o menos así:

Un hombre conoce a una mujer, empieza una relación con ella y en pocas
semanas todo va maravillosamente de forma despreocupada y relajada. No hay
ningún signo de un robo próximo de libertad o algo por el estilo. Precisamente
porque el hombre “se compromete” y afirma la obligatoria cuestión de la
mujer de si ya ahora “estarían juntos”.

Sin embargo, la relación que al principio era tan relajada y tan bella se
transforma incomprensiblemente por completo en una cárcel llena de
obligaciones y prohibiciones. De repente, el hombre ya no queda más con sus
amigos – “no son una buena influencia para ti”, tiene que “estar” lo máximo
posible permanentemente con su novia. “Cuidar más de ella”.

En este nuevo “trabajo de relación a tiempo completo” que ahora tiene debe
“cambiar” tan pronto como sea posible para ser más ahorrativo, más
ordenado, más cariñoso, más honrado, beber menos alcohol y, en general, tal y
como él es ahora, es sólo un medio hombre.

Al principio, el hombre acepta porque quiere al fin y al cabo que vaya bien con
su nueva novia. Sabe, asimismo, que en muchas cosas tiene completamente
razón. Pero no entiende simplemente por qué ella es siempre tan criticona y
quejica. Él ya hace todo lo que puede, ¿por qué está siempre insatisfecha? ¿Por
qué intenta únicamente “reeducarle” de manera tan obstinada con nuevas
leyes y prohibiciones, a imponerle nuevos rasgos de su carácter? Mirándolo
bien, muchas mujeres no saben ayudar de otra forma que “encandenando” a
un hombre. Creen poder ayudarle de esta manera. Opinan que con ello sólo le
estarían “haciendo algo bueno” y quieren demostrarle con ello que le quieren.

Por desgracia, consiguen con frecuencia únicamente el efecto contrario. Pero
esto no lo sabe ninguno de los dos. Y así están juntos un tiempo indeterminado
y añoran en secreto el maravilloso tiempo anterior cuando todavía todo estaba


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bien. Se aferran al recuerdo del principio, cuando todavía todo era bonito, lleno
de amor y de felicidad. Este estado inicial, no obstante, no lo alcanzarán nunca
más, es un círculo vicioso en el cual se encuentran ahora.

Ella desea con todos los medios a su alcance “reeducarlo” para que sea una
persona mejor y él se opone a ello constantemente. Pues él no siente sus
“métodos de reeducación” como una prueba de amor, sino como una
apropiación de su libertad. Ella, por el contrario, no entiende lo terco y lo
insensible que es. Que simplemente no ve cómo ella se esfuerza por él…

En un hermoso día presumiblemente se disolverá esta relación – para bien de
ambos. Ninguno de los dos puede ser feliz para siempre con algo así. Aunque
hay parejas que permanecen juntas sobre esta base toda la vida, muchas se
separan después de unos meses o quizás también de años.

Cuando un hombre tiene una historia incluso varias semejantes tras de sí, se
volverá automáticamente poco amigo de los lazos firmes. Será de la opinión de
que las relaciones fijas serían algo parecido a una prisión. Inconscientemente
asocia la idea de una relación con la “pequeña impresión”, con todas las
obligaciones y limitaciones que pueden caer potencialmente sobre él.

Naturalmente, esto, bien mirado, viene de que tales hombres se han liado con
las mujeres “equivocadas”, de que ambos, al fin y al cabo, no cuadraban
simplemente el uno con el otro. Pero nosotros los hombres nos inclinamos
rápidamente a la generalización y creemos con demasiada facilidad que:
“Todas las mujeres son así”.

De manera completamente semejante a como muchas mujeres creen que
“todos los hombres son unos cerdos con la cola enroscada”. ¿Sabes a lo que me
refiero, verdad?

Es un hecho triste que muchos hombres crean que las relaciones en sí apenas
tienen algo de positivo. Estos hombres llevan consigo todavía los desengaños y
las heridas de relaciones pasadas. Y de ahí surge naturalmente el miedo a que
una nueva relación pueda terminar de nuevo en un fiasco tal.


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Así como las mujeres tienen en su interior miedo a ser de nuevo
dejadas relativamente rápido, los hombres lo tienen a
“comprometerse” relativamente rápido, a estar obligados y
limitados.

Los hombres, ¿incapaces de tener una relación?

Vistos tales hechos, se podría incluso dudar, ¿no?

Pero, hay esperanza.

Pues todos nosotros conocemos historias de parejas que llevan años viviendo
felizmente juntos – y se siguen queriendo como el primer día. Sólo que - ¿en
qué consiste su secreto?

¿Cómo consiguen algunas mujeres comprometer a un hombre frente a todas
sus “convicciones”? ¿Le han embrujado? ¿Le han dado de beber un filtro
mágico secreto?

Bueno, de hecho, hay tal filtro mágico.

Pues hay algo que ciega en los hombres las presuntas “desventajas” de una
relación o lleva al predominio de las ventajas de un compromiso fijo.

- El camino al corazón de un hombre se consigue a través de su ego-

Un hombre se siente atraído por una mujer para la cual él significa algo. Que
está detrás de él. Que está a su lado. Ya hemos conocido la quebradiza
identidad y el tambaleante ego del hombre – una mujer no puede hacer otra
cosa más efectiva que fortalecer este ego quebradizo.


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Un hombre no hará nada en común con una mujer que le esté costantemente
matando, que le esté poniendo permanentemente reparos a todo.
Sencillamente, no se lo puede permitir mucho tiempo. Su yo no podría soportar
esta situación toda una vida.

Naturalmente, en el transcurso de una relación también se discute y se pelea.
Yo no digo que una mujer deba someterse completa y acríticamente a un
hombre – todo lo contrario. Un hombre quiere una mujer fuerte, que también
esté a su altura. No debería llenarle tampoco la boca de miel todo el día e
idolatrarle sin parar.

Pero, en el fondo, quiere una mujer con la que pueda llevar una vida
harmoniosa. Los desafíos de la vida cotidiana son ya lo suficientemente duros
para él; en casa no quiere soportar ser torturado por su mujer.

Por desgracia, sin embargo, muchas mujeres provocan – sin saberlo – en su
marido paulatinamente el deslizante sentimiento de que él no sería lo
suficientemente bueno para ellas.

Mira, por el contrario, la cara de un hombre que siente que su mujer se alegra
cuando llega a casa. Qué feliz le hace cuando nota que su mujer se alegra de las
flores que le ha traído. Le sienta bien saber que puede hacer feliz a su mujer. Y
eso le incitará a seguir haciéndola feliz.

Cuando le das a entender a un hombre que él es la persona que te hace feliz,
entonces no sólo alagas a su ego, sino que se siente, asimismo, completamente
feliz y satisfecho.

Como ya vamos sabiendo, un hombre se percibe a sí mismo en su efecto sobre
el mundo exterior, mide su propio valor en el hecho de si puede tener algún
efecto sobre las otras personas, si puede obtener una reacción positiva de
ellos. No respeta o respeta muy poco lo que sucede en su interior. Por eso, sólo
puedes hacer a un hombre feliz si le das a entender que él es la persona que te
hace feliz.


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Naturalmente, siempre habrá algo que te molestará en un hombre; no existe
un hombre pefecto ni se creará a tus ideas. No encontrarás quizás al príncipe
de tus sueños. Pero si das a entender a un hombre que estás con él y no le
estás pinchando permanentemente con sus errores, él completamente solo,
por amor, tratará sus fallos y sus manías. Y entonces se parecerá más y más al
príncipe de tus sueños.

Por el contrario, puedes llevar a un hombre a la locura, si le estás criticando
constantemente. Le harás creer que no es útil para nada y que no te puede
hacer feliz. Para su autoimagen, esto es sinónimo de impotencia permanente.

„La mayoría de las mujeres lo ponen todo en cambiar a un
hombre y, cuando ya lo han cambiado, ya no les gusta”

-Marlene Dietrich-


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El mito de que los hombres sólo quieren “una cosa”

En una ocasión leí un artículo en el cual unas mujers habían recibido en un
ensayo clínico hormonas masculinas, es decir, testosterona, en forma de
píldoras. Las mujeres informaron, en el transcurso del ensayo, que se “volvían
siempre más agresivas y que estaban casi constantemente plagadas de ideas
relacionadas con el sexo”. Se entregaban “casi permanentemente a sus sucias
fantasías”. Todas las señoras interrumpieron precipitadamente el experimento;
no podían aguantar más este extraño estado.

Bueno, bienvenidas a nuestro mundo, puedo únicamente decir.

Quisiera contarte la siguiente historia:

Un hombre de buena apariencia, inteligente y joven se sintía atraído por una
mujer que le agradaba físicamente de manera extrema. Tenía el clásico trasero
rompedor, piernas largas y un pecho realmente exhuberante. Todos sus amigos
y conocidos la encontraban “estúpida de alguna manera”, de un “carácter
nulo”, es decir, no estaban realmente muy convencidos de ella – no se podía
tener con ella ni siquiera en parte una conversación racional.

Pero a nuestro joven amigo esto le daba igual – a él se le caía simplemente la
baba ante la “indescriptible apariencia” y el “increíble sexo” con nuestra –
digamos, algo insuficiente – belleza.

Un par de meses más tarde nuestro joven amigo constató, no obstante, que –
amén del dormitorio – no podía hacer mucho más con su belleza. Claro, ella era
una verdadera joya, se podía realmente ir con ella a cualquier sitio. Al menos,
en tanto que tuviera la boca cerrada. Y el sexo – claro, era arrollador.

Pero todo esto no le podía hacer feliz para siempre. En una relación con una
mujer, buscaba algo más que sólo atracción física.


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Conversación, intercambio intelectual, vivencias comunes, vacaciones, el
sentimiento de seguridad. ¿Buena apariencia y sexo genial? Pero esto no podía
ser todo… Y de esta manera se decidió, después de exactamente dos meses,
poner tierra por medio. Siguió una larga fase de desengaño. Ambos dejaron
esta relación con un fuerte sentimiento de desilusión y duró su tiempo hasta
que nuestra antigua parejita se recuperó de nuevo emocionalmente.

Como muchos hombres “emocionalmente inmaduros” había picado en el
“anzuelo de la testosterona”. Antes de que nuestro amigo fuera consciente de
qué esperaba realmente de una relación (amén de buen sexo con una modelo
de pasarela), estaba ya preso en su “cárcel de testosterona”. No pensaba en el
futuro, en sus verdaderas necesidades, en sus ideas de una relación feliz.

En lugar de esperar a conocer a la mujer durante un espacio de tiempo más
largo y reflexionar si estaba preparado para entregarse a ella también
emocionalmente, fue directamente “al todo”. Únicamente para que ambos,
ante todo la mujer, que había esperado algo más que sólo una “relación de
sexo” se desengañaran amargamente.

Es un hecho triste que los hombres se dejen encegar tan a menudo por
superficialidades y no estén en contacto con sus verdaderas necesidades. Pues
éstas consisten esencialmente en mucho más que en largas piernas y en un
pecho exhuberante.

No obstante, los hombres son, en el estadio de “ignorancia” de lo que en
verdad esperan de una relación duradera, muy fácilmente influenciables por
superficialidades como la apariencia.

A causa de la falta de experiencia en relaciones largas aparece el hecho de que
un hombre durante años vaya de manera equivocada por el mundo de las
mujeres y tropiece de relación en relación, sin saber qué desea en realidad. En
el transcurso de estas relaciones breves o, al menos, no llegadas hasta el final
aprende paulatinamente qué NO desea ante todo. Pero un conocimiento


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intuitivo de lo que le sienta bien y de lo que espera realmente de una mujer no
lo tiene un hombre, por lo general, en sus primeros años.

Es justamente la experiencia con diferentes mujeres lo que le enseña a dónde
tiene que mirar, qué es lo que realmente quiere. Y él NO quiere – frente a
todos los rumores – claramente una cosa: una relación que sólo consista en
sexo. Por muy bueno que éste sea.

¿Tienen especialmente más exito las mujeres
atractivas con los hombres?

Para las mujeres que responden al ideal común de belleza de los hombres es,
visto en su conjunto, más difícil encontrar un hombre para una relación fija y
duradera que para una mujer que sea sólo “de media” guapa.

¿Por qué?

Las mujeres especialmente atractivas son “flirteadas” por lo general más a
menudo, llaman más rápidamente el interés de los hombres, gustan
simplemente más. Esto les transmite la impresión de que no tendrán en
realidad ningún problema para que un hombre les dirija la palabra – tendrán,
por lo general, muchos mariposones a su alrededor. Constantemente conocen
a alguien, constantemente tienen mejores oportunidades con los hombres. Las
“bellezas” son admiradas por las otras mujeres menos guapas y son envidiadas
normalmente por sus “maravillosas oportunidades”.

No obstante, en la mayoría de las ocasiones sucede que las “bellas” no
responden o apenas responden a las verdaderas intenciones de los hombres,
de todos modos, son “anheladas” por el sexo fuerte. Ellas no tienen problemas
para “tener éxito” entre los hombres.


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Con cuánta frecuencia he conocido a mujeres de realmente buen parecer que
estaban profundamente desesperadas por no haber encontrado todavía “al
hombre adecuado”. El hecho de que los hombres – la mayoría después de
pocas semanas – se separaran de ellas, lo achacaban a su “inmadurez” o a una
insuficiencia psíquica. Si eran atractivas, ¿por qué debería cortar con ellas un
hombre sensato? Los hombres son naturalezas predispuestas visualmente,
prestan atención ante todo a la apariencia, ¿no?

“Quizás tienen los hombres simplemente miedo de mí, están molestos por una
relación o lo que sea. Pero no puede ser por culpa mía…”

Muchas mujeres – justamente las más guapas – subyacen a esta fatal
conclusión errónea. Mimadas por el hecho de tener pronto de nuevo a un
hombre “enganchado” no se dejan engañar y marchan en seguida a la próxima
relación de cuatro semanas. Sólo para decepcionarse una vez más.

Este error en su pensamiento yace en el hecho de que los hombres no se dejan
guiar precisamente sólo por la apariencia exterior. Al menos no, cuando se
trata de una relación duradera. Está claro que para conocer a un hombre, es
una ventaja ser guapa. Se te dirigirán ciertamente con más frecuencia, te irán
más a menudo detrás. Pero justamente esto conduce, en la mayoría de las
ocasiones a que las mujeres guapas nunca piensen realmente qué quieren los
hombres realmente de ellas. Pues ellas no tienen presumiblemente ningún
problema para conocer hombres.

Estar segura, pues, de la atención física de un hombre no significa
ganar también su corazón.


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El impulso de conquista de los hombres

Los hombres quieren conquistar a las mujeres.

Por un instinto primordial queremos camelar a una mujer, impresionarla,
probar nuestro “mérito”. Queremos casi “probar” que somos un tío genial. Si
un hombre no tiene la posibilidad de demostrar sus fuerzas y sus cualidades y si
puede convencer a una mujer por su cuenta “demasiado fácilmente”, pierde,
en tales circunstancias, relativamente rápido su interés. Un hombre se regodea
infinitamente a gusto en la admiración de una mujer. Sin embargo, desearía no
asegurarse tan rápido esta admiración. Por muy extraño que quizás pueda
sonar, cuando una mujer da a entender a un hombre después de un breve
tiempo que le encuentra irresistible, podría ciertamente halagar su ego, pero la
honrada a penas obtendrá el estatus de “candidata” para una relación estable.
Al menos, si él no se ha “merecido” esta admiración.

Para hacértelo más comprensible, hagamos una pequeña excursión en la
biología:

La naturaleza tiene en relación a nosotros, los seres humanos, el siguiente
propósito: quiere que nazca el mayor número posible de niños sanos y que
éstos además sobrevivan. Sólo así puede nuestra especie durar todavía otros
10.000 años.

Por naturaleza, la mujer tiene que cumplir la parte más difícil de esta tarea –
tienen que cargar durante nueve meses con un niño en su barriga y luego
ocuparse de él como mínimo un año casi a tiempo completo amamantando y
cuidando al pequeño.

A consecuencia de ello, tiene por naturaleza un enorme interés en buscar a un
padre que sea realmente bueno. Tiene que asegurarse de que no la dejará
después de haber tenido “su diversión” con ella. Y no sólo esto, ella tiene
además que procurar que su amado tenga las necesarias cualidades de manera


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que su hijo sea fuerte, sano y vital lo máximo posible. Su cualidades genéticas
comparten, al fin y al cabo, el 50 % del resultado.

Para un hombre, por el contrario –desde el punto de vista biológico – no es tan
importante acostarse “con la correcta”. En los nueves meses en los cuales una
mujer está embarazada por un hombre, éste podría dejar en teoría a otras 20
mujeres más – seguro que nacería uno de los niños. Para un hombre es, por
tanto, más efectivo, contentar a tantas mujeres como sea posible y diseminar
tanto como sea posible sus genes. De ahí que los hombres no sean
exageradamente tan selectivos o dubitativos cuando se trata de ir a la cama
con una mujer.

Sin embargo, nosotros, los humanos, probablemente nos habríamos extinguido
hace ya mucho tiempo, si todos los hombres hubieran disfrutado de sus
impulsos de esta manera indiscriminada; aun cuando muchos de nosotros
consideremos quizás esto como estados paradisíacos, no haríamos ningún gran
favor a nuestros sucesores. Los niños pequeños son demasiado dependientes y
necesitan protección como para que una mujer tenga que hacerlo todo ella
sola sin ningún tipo de ayuda. Por ello la naturaleza ha diseñado el modelo de
la pareja. Para garantizar la continuidad de la “especie humana” deben
permanecer juntos el padre y la madre.

Una madre soltera lo tiene muchísimo más difícil que una pareja y el niño crece
en condiciones mucho más duras de lo que lo haría con un padre que fielmente
lo cuidara. Esto era así en la Edad de Piedra y aun hoy no ha cambiado nada en
lo esencial. A pesar de que en nuestras latitudes una madre soltera ya no tiene
que cargar tan pesadamente con su destino ni es lapidada ni moralmente
repudiada – toda madre desea un padre para su hijo.

Por este motivo, tiene la mujer desde hace ya milenios el papel de elegir
hombre – es decir, padre para su hijo. El futuro padre tiene que poseer unas
cualidades genéticas más que suficientemente buenas; el niño tiene que ser, en
definitiva, sano y fuerte. Por otro lado, el padre tienen que tener una serie de


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determinadas propiedades del carácter – a fin de que siga en la madre y en el
niño.

A estas propiedades pertenecen, entre otras, la fuerza y la capacidad de
imponerse para proteger a la madre y al niño de los enemigos y que el hombre
consiga suficiente alimentos para llevarlos a la mesa. No en vano, nosotros, los
hombres, intentamos obrar siempre lo máximo posible de manera varonil y
poderosa - ¿recuerdas?

Pero también debería tener el futuro padre otras propiedades como
sensibilidad, honestidad, cuidado, amor a los niños e inteligencia.

La mujer es en toda esta historia, pues, aquella que tiene que inspeccionar
exhaustivamente al hombre en la fase del conocimiento, ella decide en última
instancia si el hombre es apropiado o no para una potencial paternidad. El
hombre tiene que probar, tiene que demostrar que puede ser potencialmente
un buen padre y pareja. Se postula, por así decir, para el trabajo de futuro
padre, le “pide su mano”, le muestra lo mejor de su parte.

Y precisamente esta actitud nos ha implantado la madre naturaleza
profundamente en nuestro subconsciente: que nosotros tenemos que
conquistar una mujer, tenemos que impresionarla demostrándole qué
maravillosos genes tenemos.

El modelo natural, cuando se trata del inicio de un relación, es de esta manera
como sigue:

Los hombres tienen la parte activa yendo “de caza” de mujeres, yendo a
camelar a la mujer, a intentar impresionarla con todos los medios posibles y
convencerla de sí mismos. Las mujeres, por el contrario, “se dejan conquistar”.
Permiten que un hombre muestre todos sus registros del arte de la conquista.
Se comporta más bien pasivamente, le observa, le entretiene, mientras le deja
jugar sus artes de seducción. Con ello, demuestra que tiene las propiedades de
un buen padre y de un protector y que no sólo busca el placer rápido, mientras
ella interpreta y pondera su comportamiento de si cumple o no sus criterios


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para una paternidad segura. Ésta es la relación natural y profundamente
enraizada en nosotros que opera desde hace miles de años.

En los últimos 50 años han cambiado naturalmente muchas cosas en términos
de la relación de sexos y de comportamento. Sin embargo, la introducción de la
píldora, la igualdad de derechos de la mujer y la revolución sexual de 1968
tiene en relación con la totalidad del período de la cultura humana una
milésima de segundo de edad. En nuestro comportamiento instintivo no ha
llegado este cambio.

Inconscientemente, nosotros, los hombres, estamos todavía entrenados para
tener que ser “cualificados”. Tenemos que mostrar primeramente a un mujer
que somos un tipo genial. Si no obtenemos esta posibilidad y en lugar de ello
podemos ligar relativamente rápido y sin esfuerzo con ella, se revienta toda
nuestra actuación instintiva y la mujer deja de ser interesante relativamente
rápido. ¿Has observado en alguna ocasión a animales en el ritual de
apareamiento con una mujer? Ahí se utilizan realmente todas las armas
posibles de los hombres. Ahí se golpean ruedas, se llevan a cabo bailes, se
canturrean canciones, ahí se pavonea. ¿Y las mujeres? Se comportan en la
mayoría de las ocasiones asombrosamente desinteresadas y observan
simplemente el espectáculo.

Nos comparo de mala gana con los animales, pero nosotros, los hombres,
funcionamos completamente igual. De manera interesante y deseable actúa
una mujer en nosotros cuando nos permite demostrar nuestro ritual de
apareamiento de manera completamente individual. Y no se muestra
enseguida impresionada.

Si una mujer se nos entrega, sin que previamente tengamos que probar
nuestro “mérito”, no la rechazaremos naturalmente – pero la oportunidad de
tener con nosotros una larga relación cae en picado rápidamente.


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Te queremos conquistar, queremos hacer algo para tener la admiración de una
mujer para “poder” disfrutar sexualmente con ella. Si conseguimos
rápidamente esta meta, la mujer de nuestro deseo pierde muy rápidamente
nuestro interés. Sencillamente porque no reconoce ni aprecia nuestro mérito,
el cual no hemos podido probar en toda nuestra extensión. Y ya se corre detrás
de nosotros, antes de que hayamos probado que somos geniales. Por último,
no queremos como pareja potencial a una mujer que se lance al cuello de
cualquiera. No queremos tener una relación fija con “chicas fáciles”.

Si quieres placer momentáneo, sexual, no vayas con rodeos y no retengas
mucho tiempo al hombre. También puedes reducir todos los “jueguecitos” al
mínimo, dale a entender simplemente que no buscas ningún tipo de relación,
sino sólo sexo. Un 95 % de los hombres que se encuentran “en el mercado” no
se andarán con miramientos y aceptarán tu oferta. A la mañana siguiente, no
obstante, tu compañero furtivo cogerá las de Villadiego clandestinamente – si
es que no toma, por cortesía, el café que le has preparado.

Interesante en este contexto son los estudios de cómo se comportan los
hombres cuando las mujeres les preguntan directamente si quieren tener sexo
con ellas. Es decir, sin trabar conocimiento ni hablar. Las mujeres van
directamente a hombres que no conocen y les preguntan sin rodeos, si les
apetecería tener sexo con ellas – ahora mismo.

¿Cómo crees que reaccionarán los hombres? ¿Con un salto de alegría?

Te equivocas completamente…

Cerca de un 90 por ciento de los hombres recharazarían (¡!) la oferta inmoral y
estarían en parte sorprendidos. Es justamente lo contrario de cualquier
comportamiento natural de una mujer.

Si tienes interés en tener una relación a largo plazo: ¡hazle sufrir un poco! No te
lances nunca enseguida a los pies de un hombre, sino que dale la oportunidad
de “cualificarse” para ti. ¡Déjate conquistar! Pues, en última instancia, eres tú la
que decides si el hombre es el correcto para ti o no. Al final tendrás tú luego


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que cargar encima con el (supuesto) niño y te quedarás sola en el peor de los
casos. Un hombre no tiene – considerado desde el punto de vista natural e
histórico – que temer ninguna consecuencia, al contrario, él puede buscar ya a
la “siguiente víctima”. De esta manera, no seas una mera víctima, sino que
contempla ampliamente su “ritual de propaganda” antes de irte a la cama con
él. Lo hace exclusivamente para ti.

¿Qué “sienten” en realidad los hombres?

Ya sé que hay mucho que habla en contra, pero, sí, también nosotros tenemos
emociones. Aun cuando sólo te lo mostremos muy raramente.

Sin embargo, entre la riqueza de facetas y la floritura de sentimientos
femeninos y el bosque oscuro difícilmente de describir de los sentimientos
masculinos existe una cierta diferencia. Voy a intentar explicarte cómo “siente”
una emoción masculina y cómo se produce.

En principio, se puede decir que, a diferencia de las mujeres, no estamos en
permanente contacto con nuestro mundo sentimental. Puesto que nos
percibimos a nosotros mismos en el mundo exterior y nos definimos sobre la
base de la reacción de nuestro prójimo, muchas veces no sabemos qué pasa en
realidad en nuestro interior.

Como quizás sabrás, los seres humanos tenemos diversas áreas del cerebro que
llevan a cabo las más distintas tareas. A saber: el pensar lógicamente, la
creatividad, el lenguaje, etc. En determinados ámbitos éstas están “cableadas”
las unas con las otras mucho menos en los cerebros de nosotros, los hombres,
que en el de las mujeres. El área del mundo sentimental no se puede
comunicar de manera tan efectiva con el área del lenguaje como sucede en el
caso de las mujeres.

Esto significa que nosotros sentimos que hay un sentimiento que nos
conmueve, pero no podemos denominarlo o describirlo de manera precisa.


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Podemos calcularte sin problemas la tercera raíz cuadrada de “pi”, pero no
tenemos ningún acceso directo y que se pueda describir a nuestro mundo
sentimental.

Puesto que tenemos únicamente una visión limitada de nuestras emociones,
no podemos hablar tampoco en realidad bien y fluidamente de nuestras
sensaciones. Por eso tienen los hombres también tan a menudo miedo a
hacerlo cuando una mujer les pregunta que qué “siente él por ella”.

Mientras que ella sabe muy bien qué siente y puede describirlo también con
bastante precisión, él es a menudo simplemente incapaz de hacerlo. Éste es en
muchas ocasiones el motivo por qué las mujeres desesperadamente se
desvanan los sesos y se preguntan por qué desperdician sus sentimientos con
semejante bloque de piedra emocional.

El hecho es el siguiente: nosotros tenemos sentimientos, pero no sabemos
expresarlos de manera tan clara. Y puesto que éste es un campo en el cual
somos inferiores a las mujeres, nos encontramos atrasados ante las preguntas
acerca de nuestro estado emocional y nos parecen totalmente abrumadoras.
Sabemos en principio que, en última instancia, es una debilidad no aclararse
sobre sus propios sentimientos y, por eso, adornamos a veces esta debilidad
con un agregado de ironía y de cinismo. Nos reímos de los sentimentalismos
femeninos.

Cuando se instala en nosotros un sentimiento como, por ejemplo, el “estar
enamorado”, no sabemos a menudo exactamente si es un “estar enamorado”
lo que ahora sentimos. Sabemos únicamente que en presencia de nuestra
nueva amistad nos sentimos bien y que es una sensación agradable pasar el
tiempo con ella. Y, en general, nos va bien, nos sentimos como en la gloria.
Pero por qué es así no lo sabríamos decir con absoluta seguridad. ¿Quizás es
por el nuevo trabajo que tengo ahora? ¿Quizás es por el conflicto por fin
dirimido con un amigo? ¿Quizás es por el buen tiempo del momento? ¿O es por
la mujer que hace poco ha entrado en mi vida?


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Mmm… quizás una mezcla de todo…

Esto es, sentimos que nos va bien o también mal, pero no sabemos
exactamente cuál es el desencadenante de ello. Por eso tendríamos que
reflexionar para saber qué nos pasa exactamente. E incluso entonces no
sabríamos decir con seguridad qué nos hace realmente felices o también
tristes.

A propósito de la tristeza: si estamos muy heridos, si alguien nos ha hecho
realmente daño emocionalmente, percibirás muy pocas veces que estamos
tristes – a penas nos dignamos a mostrar voluntariamente esta tristeza. Y
mucho menos admitir esta tristeza. Nos enrabiamos entonces.

Si de esta manera observas a un hombre que está de un humor execrable y
sólo echa chispas, puedes deducir de ello que ha sido de alguna forma herido y
que está triste. Pero la tristeza y la herida se manifiestan en nosotros en la
mayoría de los casos con iras y ataques de rabia.

Además, en la cuestión de los sentimientos tenemos otra percepción temporal
diferente. En un caso normal, dura más tiempo hasta que un sentimiento como
el estar enamorado se instala en nosotros. Hasta que nos enamoramos de una
mujer puede pasar un periodo de tiempo mucho más largo que en el caso de
una mujer. A menudo sucede que sólo notamos que una mujer nos quiere,
cuando ésta ha desaparecido. Sólo cuando no está, sentimos nuestros
verdaderos sentimientos hacia ella.

Te podría haber pasado pocas veces, pero es la verdad. No podemos hacer
desgraciadamente nada contra ello.

Y precisamente estas diferencias emocionales entre los sexos garantizan tantos
malentendidos entre hombres y mujeres.

Escucha en algún momento las canciones de amor de autores masculinos y
femeninos en la radio y presta atención al texto. Los hombres cantan
principalmente sobre lo mal que les va, ahora, cuando su amada no está. Cómo


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la han querido mucho, cómo desearían que volviera. Los hombres tienden la
mayoría de las veces a las explosiones de sentimientos cuando todo es
demasiado tarde. Las mujeres, por el contrario, cantan a menudo de sus
actuales y fuertes sentimientos hacia su hombre o su amado. Cómo lo
necesitan mucho, cómo lo quieren. Y ahora.

Resumamos: los hombres tienen sentimientos, también de manera intensa. No
acostumbran a tener un trato especialmente bueno con ellos y los muestran
muy pocas veces, pero – existen.

Apenas llegarás muy lejos preguntando e insistiendo qué siente un hombre por
ti – o te eludirá o lo hará con miedo. Puesto que para él es una tarea casi
insoluble explicártelo. Es decir, como cuando un hombre te pide saltar en
paracaídas y no entiende que esto es un problema para ti.

Temporalmente visto, hay a menudo una “traslación” entre los sentimientos de
una mujer y los de un hombre. Los hombres “cojean” sentimentalmente a
menudo un poco “por detrás”, lo que subyace simplemente en el hecho de
que no son conscientes de sus sentimientos en la medida en la que la gran
mayoría de las mujeres lo son. Por ello, no te maravilles y no te pongas a
pensar en qué podría estar sintiendo ahora un hombre. A menudo él siente
incluso lo mismo que tú, sólo que no lo sabe.

Pero te puedo dar ánimos: hay un par de trucos con los cuales puedes
descubrir en poquísimo tiempo, qué siente un hombre. Ante todo, qué siente
él ante ti.

De ello, más tarde.


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¿Qué es atractivo para un hombre?

En el transcurso de todos estos años en los que me he ido ocupando del tema,
me he preguntado constantemente: ¿Qué encontramos realmente de atractivo
en una mujer? ¿Qué propiedades nos atraen a los hombres? Frente a todos los
rumores malvados hay valores interiores por los que nos entusiasmamos – en
última instancia, son justamente estos valores interiores los que nos llevan a

Hay muy pocas personas que ven con sus propios ojos y
que sienten con sus propios corazones.

-Albert Einstein-

iniciar una relación fija con una mujer. O a darnos rápidamente a la fuga.

He tenido innumerables conversaciones con hombres sobre ello y formulado la
pregunta: “¿Qué encuentran los hombres atractivo? ¿Por qué y cómo nos
enamoramos seriamente? ¿Qué propiedades nos excitan en una mujer?”

Tras llevar a cabo toda esta investigación, afirmo que hay soprendentemente
muchos paralelos entre todos los diferentes hombres. Se puede, de hecho,
afirmar, que hay una “lista” de propiedades atractivas y atrayentes en las
mujeres que suscribirían casi todos los hombres.

Aquí están, pues, las propiedades del carácter de las mujeres que pueden hacer
palpitar más fuertemente los corazones de los hombres. Y apostaría a que tú
tienes más de una:

Sentido del humor


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Cuando consigues hacer reír a un hombre te elevas sobre toda la masa de
mujeres aburridas y deprimidas. Ante todo, el humor que es un poco sarcástico
produce que los hombres rían. Mira los sketchs de Anke Engelke y sabrás qué
quiero decir. Humor del tipo en el que te “burlas” de ti misma o de él un poco,
es decir, hacer bromas graciosas sobre él puede entusiasmar de verdad a un
hombre.

Los hombres lo practican habitualmente entre ellos. Se burlan mutuamente de
ellos de una manera inofensiva y divertida. Entre nosotros hay un código no
escrito que demuestra lo que nos gusta. Cuando él hace una broma sobre ti y
no te la tomas personalmente, sino que contraatacas de la misma manera
inofensiva, puedes estar seguro de su estimación y simpatía. El sentido del
humor es una de las propiedades más simpáticas de una mujer.

Inteligencia
Si le sorprendes con cosas que le muestran que tienes cultura y que puedes
hablar de diferentes temas te has ganado enseguida su respeto y
reconocimiento. Cuando una mujer puede participar en una conversación
política, histórica o económica, tiene un efecto extremadamente interesante y
atrayante. Ante todo, cuando tienes una opinión propia y diferente a la suya –
pero ésta no la presentas de manera “combativa”. Los hombres estiman mucho
la inteligencia de las mujeres, pero no les gusta esos aires de competencia que
muchas tienen hoy día que quieren demostrar también su inteligencia. No
tienes que probar absolutamente nada para que un hombre se de
rapidísimamente cuenta de la inteligencia de un mujer y esté impresionado por
ella.

Pero – y precisamente – también la inteligencia que no es fruto de una
formación, sino de una capacidad rápida de comprensión suscita en un hombre
respeto y admiración.


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