El imperio español instauró el Virreinato de Nueva España en 1535, luego de la caída del imperio azteca a manos de Hernán Cortés, considerando la enormidad territorial de sus nuevos dominios. Su territorio abarcó una gran extensión cuyo centro natural era el valle de México. Sobre los cimientos de la monumental Tenochtitlan, la capital azteca, se erigió Ciudad de México, sede de la corte virreinal durante todo el período colonial. El primer Virrey fue don Antonio de Mendoza, conde de Tendilla. El virreinato comprendía, por el Sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la gobernación de Castilla de Oro con la estratégica ciudad de Panamá.