Tema 2 los determinantes del crecimiento económico
1. 2.1 INTRODUCCIÓN
España consiguió un crecimiento muy rápido de su renta per cápita en la segunda
mitad del siglo XX. Hasta mediados del decenio de 1970 el desarrollo fue muy
intenso, aprovechando la ola expansiva de la economía mundial, y posibilitó un
apreciable acercamiento a los niveles de vida logrados en los países más avanzados,
algo que antes había parecido una tarea casi imposible durante un largo siglo de
lenta industrialización. Pero también los años finales del siglo citado y una parte de
la primera década del actual se han caracterizado por un desarrollo muy vigoroso,
aunque con importantes desequilibrios que se dejan ver en la profundidad de la
actual crisis.
Este crecimiento económico fue acompañado de un cambio profundo en los modos
de vida y de trabajo de los españoles, asó como en las formas en que éstos se
organizan y gobiernan, a semejanza, también, de los demás países desarrollados y,
en particular, de los que integran hoy, junto a España, la Unión Europea.
Progreso económico y modernización institucional son, pues, dos fenómenos
interrelacionados, de gran alcance y de carácter duradero, cuya continuidad ha
encontrado una garantía en la gradual apertura económica y política de España
hacia el resto del mundo.
2.2 PRINCIPALES RASGOS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO ESPAÑOL
DESDE LOS AÑOS SESENTA
1. Alta tasa media anual alcanzada
La tasa media anual alcanzada es del 3% que supera en 0,6% la media de los países
comunitarios. Así pues, España ha superado el ritmo de avance de las naciones
europeas más maduras, (esto se debe a que las economías más atrasadas muestran
una mayor capacidad de crecimiento cuando sus tasas de ahorro y de ascenso de la
población se asemejan a las de las más adelantadas). De hecho, también ha sido
más alto en el período de referencia el crecimiento en Portugal, Grecia e Irlanda.
2. Perfil temporal seguido por la renta per cápita española se asemeja mucho
al de los países comunitarios
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TEMA 2 LOS DETERMINANTES DEL CRECIMIENTO
ECONÓMICO
2. Esto revela que España aún antes de pertenecer a la Unión Europea, ha participado
con intensidad de los acontecimientos económicos fundamentales vividos por los
países occidentales europeos con los que no ha dejado de acrecentar sus relaciones.
Este perfil común a la UE combina al menos 3 períodos de evolución tendencial
diferente:
a) Edad dorada del crecimiento europeo: comienza en los años 50 y
finaliza en 1974, con la crisis económica derivada del alza del precio del
petróleo.
b) Ajuste y recuperación de esta intensa crisis.
c) Aumento sostenido del PIB per cápita apreciable (2%), propio de
economías maduras. Hasta 2008, cuando la economía mundial entra en
una profunda crisis, de claras semejanzas a la Gran Depresión de 1929 y
de la que aún no se ha recuperado.
3. Mayor profundidad de las crisis que se han producido durante el periodo
estudiado
1. En particular la desencadenada en el decenio de 1970. Los efectos
sobre la economía española del encarecimiento del crudo de petróleo
que tuvo lugar durante la segunda mitad del decenio señalado fueron
más intensos que en otros países, y se vieron amplificados por
importantes subidas en los salarios, en el marco del proceso de
transacción política hacia la democracia. El lento crecimiento
económico de este período supone un retroceso en el proceso de
convergencia de España con la renta per cápita media comunitaria, que
hasta entonces había sido muy rápido.
2. La segunda de las crisis aludidas tuvo su centro en el año 1993 y fue de
breve duración e intensidad.
3. La tercera es la iniciada en 2008, de alcance muy superior a la anterior,
y en la que está inmersa de igual modo toda la UEM.
4. Las fluctuaciones que se producen en cada una de las tres grandes etapas
que se han distinguido en la evolución de la UE poseen un carácter más
marcado en España
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3. Las mayores fluctuaciones del PIB español son en buena medida consecuencia del
proceso de homogeneización política y económica que ha vivido España con los
países de su entorno durante el período que se está estudiando, en particular su
tardía apertura al exterior y su peculiar flexibilización del mercado de trabajo. Las
etapas de expansión están relacionadas con los momentos de apertura exterior que
han suscitado expectativas favorables en los agentes económicos.
2.3 DETERMINANTES DEL CRECIMIENTO A LARGO PLAZO
Un aumento de la renta per cápita puede conseguirse, bien porque se agrande el
porcentaje de la población que realiza actividades productivas (la relación entre
empleados y población total), o bien porque se incremente el rendimiento laboral o
la productividad por trabajador (relación entre renta y número de empleados). De
hecho, la renta por habitante no es sino el producto de estas dos relaciones, y su
tasa de variación puede calcularse, de forma aproximada, por la suma de las tasas
de variación de ambas.
Ello no significa, sin embargo, que el crecimiento pueda lograrse indistintamente
por cualquiera de estas dos vías, ya que existen límites para el aumento de la tasa
de ocupación de la población, derivados de factores demográficos, culturales y
sociales.
La productividad del trabajo aparece, así, como la pieza clave del crecimiento. El
crecimiento económico de España se ha basado de forma decisiva en el aumento de
la productividad del trabajo, si bien en una medida algo menor que en el resto de de
los países comunitarios y que en Japón. Este hecho se ha reflejado en una moderada
capacidad de generación de empleo, en contraste con lo ocurrido en los Estados
Unidos.
Los años en que la productividad del trabajo aumenta más que la renta per cápita,
disminuyendo, por consiguiente, la tasa de empleo por habitante, son los de
ralentización o disminución del crecimiento de la producción total. Los salarios
reales, y los márgenes empresariales de los sectores más protegidos de la
competencia, se resisten entonces a suavizar su crecimiento, impulsando al alza la
productividad del trabajo, a través del descenso en el empleo.
Este cambio hacia un modelo más generador de empleo ha resultado ser
extremadamente radical, al ir acompañado de una notable desaceleración en el
ritmo de avance de la productividad del trabajo, que resulta muy preocupante, pues
3
4. sólo de manera parcial puede atribuirse al abaratamiento del factor trabajo. Sin
duda es también un reflejo de la limitada capacidad de innovación de economía
española.
La radicalidad de este cambio se ha puesto de manifiesto en el elevado ajuste
laboral que está teniendo lugar durante la actual crisis, destruyendo parte del
empleo creado en los primeros años de la década de 200 y acelerando el ritmo de
aumento de la productividad.
2.4 FLUCTUACIONES CÍCLICAS Y DESEQUILIBRIOS MACROECONÓMICOS
2.4.1 PRINCIPALES FLUACTUACIONES Y SUS CAUSAS
Las fluctuaciones cíclicas que registra la evolución del PIB per cápita se deben a que
los factores de oferta que determinan su crecimiento (población, productividad y
precio de los factores de producción) y los de demanda (consumo, inversión y
exportaciones netas) no evolucionan de manera gradual y sostenida, sino que,
experimentan bruscos cambios o perturbaciones (shocks), lo que da lugar a
desequilibrios macroeconómicos: inflación, desempleo, déficit exterior o déficit
público. Por otra parte, las políticas que los gobiernos aplican para corregir estos
desequilibrios contribuyen también a las fluctuaciones, frenando o acelerando el
aumento del PIB.
Para acercarse al análisis de las fluctuaciones españolas conviene comparar el
aumento del PIB real con el del PIB potencial o de equilibrio, es decir, con el que se
habría obtenido usando la capacidad productiva instalada y empleado a todos los
trabajadores disponibles, con la excepción de aquellos que integran el paro
“natural” o estructural de la economía (número de parados que no puede reducirse
sin que se generen alzas de salarios en el mercado de trabajo). Las diferencias entre
las sendas de avance del PIB potencial y real (output gat) deben atribuirse a los
shocks o perturbaciones transitorias antes aludidos.
Etapas de crecimiento:
1. Primera de las grandes etapas (1960-1974): PIB > PIB potencial, esto ocurrió
también en la segunda mitad de los decenios de 1980, 1990 y 2000.
2. Por el contrario, dentro de la etapa pronunciada crisis económica iniciada a
mediados de la década de 1970 destacaron algunos años por su carácter
particularmente recesivo.
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5. 3. Reducción del PIB en el año 1993, que obedece sobre todo a las restricciones
de política monetaria ligadas a los efectos de la unificación de Alemana.
4. 2009: las más importante del período que aquí se estudia, consecuentemente
del efecto combinado del ajuste de la burbuja inmobiliaria española con la
crisis financiera internacional.
Se ha de prestar atención a las causas de todas estas fluctuaciones. Un buen método
para profundizar en ellas es a través del examen de los desequilibrios
macroeconómicos que las han acompañado, pues éstos suelen ser diferentes según
se trate de perturbaciones de demanda u oferta.
• Las perturbaciones de demanda: (Impulsar el gasto agregado)
o Relación positiva Producción y precios
o Relación negativa SBCC (al estimular las importaciones)
• Las perturbaciones de oferta:
o Relación negativa Producción y precios
o Relación positiva SBCC
Aunque en el origen de las fluctuaciones española se han mezclado factores de
demanda y de oferta, puede decirse que en las fases expansivas han sido más
importantes los de demanda, mientras que en las etapas recesivas han destacado
los de oferta, en tanto que la actuación de los gobiernos ha contribuido a veces a
ampliar la magnitud de las fluctuaciones.
Debe destacarse el importante papel desempeñado por la apertura al comercio
exterior entre los factores impulsores de la demanda; de la misma manera que
entre los factores restrictivos de oferta lo han hecho las alzas en los salarios y en las
cotizaciones a la Seguridad Social, expresiones de la rigidez de un mercado de
trabajo muy rígido.
A) FASE DE EXPANSIÓN
Abrir la economía al exterior en momentos de expansión europea permitió paliar
con mayores exportaciones el aumento de importaciones que provocó la liberación
5
6. comercial. Pero a la expansión de la demanda interna, tanto de la formación bruta
de capital de las empresas, como del consumo nacional, fueron sostenidos, y a
menudo alentados, por políticas monetarias expansivas que tendieron a dotarlos de
más fuerza.
El fuerte aumento de la demanda en esas fases expansivas provocó tensiones
alcistas sobre los precios, al tiempo que un déficit en el comercio exterior. Para
atajar ambos desequilibrios, los gobiernos adoptaron con frecuencia medidas de
contención monetaria y fiscal, de estabilización, que frenaron el crecimiento
económico y la creación de empleo; asimismo, procedieron a devaluar la moneda
con el fin de conseguir restablecer la competitividad perdida, mejorar el equilibrio
de las cuentas exteriores y preparar una nueva etapa de expansión, en la que a
menudo los desequilibrios citados volvieron a presentarse.
En la última década, la expansión de la economía se ha beneficiado notablemente
de la adopción del euro, un paso más en la apertura a la competencia exterior. La
nueva moneda vino acompañada de un reducción sensible de los tipos de interés,
en parte derivada de la desaparición de la prima de riesgo que exigían los inversores
en España, y ello impulsó de forma intensa la demanda interior, en particular la
formación bruta de capital en inmuebles. El importante incremento en el número de
inmigrantes, una perturbación positiva de oferta, estimuló más aún el gasto interior,
moderando al mismo tiempo el ascenso de salarios y precios, pero sin poder evitar
un formidable incremento del déficit exterior. Pero, al contrario que en ocasiones
anteriores, éste no ha podido ser corregido ahora con una devaluación de la
moneda, al no disponer ya España de moneda propia.
B) FASE DE RECESIÓN
Prestando atención ahora a las perturbaciones negativas, debe resaltarse que la
etapa recesiva del decenio de 1970 se vio marcada sobre todo por una mayor
repercusión del alza del precio del crudo petrolífero, debido a una alta dependencia
de esta materia prima, y por relevantes alzas en los salarios y en las cotizaciones de
la Seguridad Social, en gran medida producto de las tensiones políticas propias del
proceso de transición de la dictadura a la democracia, que también crearon un clima
de incertidumbre poco propicio para la inversión.
La fase de crisis económica que atraviesa España actualmente es, sobre todo, el
fruto de perturbaciones negativas de demanda.
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7. 2.4.2 DESEQUILIBRIOS MACROECONÓMICOS COMPARADOS
Para concluir esta parte, conviene hacer una referencia a los resultados que se
obtienen cuando se comparan los desequilibrios macroeconómicos en España y en
los países que se han tomado como referencia a lo largo de este capítulo. Las
principales diferencias pueden resumirse así:
• La inflación y el desempleo alcanzaron cifras más elevadas en España
• Mayor desequilibrio de la balanza por cuenta corriente, cuyas causas pueden
resumirse en mayores y más frecuentes perturbaciones de demanda y de
oferta.
• En cambio, el déficit público se ha situado ligeramente por debajo del nivel
medio comunitario.
La participación de España en el proceso de integración monetaria europea exigió,
sin embargo, una drástica reducción de sus desequilibrios macroeconómicos. Desde
1997, la inflación se encuentra por debajo de 4% anual y el déficit público llegó a
convertirse en superávit, aunque ha vuelto a aparecer con vigor en los dos últimos
años, como consecuencia de las políticas anticrisis adoptadas.
Todo ello fue compatible con una tasa de crecimiento económico mayor que la
media comunitaria y una importante creación de nuevos empleos.
Por otro lado, una rápida expansión de la economía durante los años intermedios de
la década de 2000 y el sostenimiento de un diferencial positivo de inflación, junto al
moderado crecimiento de la UE, la elevación del precio del petróleo y la notable
apreciación del Euro respecto al dólar, ampliaron significativamente el déficit de la
balanza por cuenta corriente hasta el año 2007. La crisis, al deprimir profundamente
la demanda interna, lo ha vuelto a situar en niveles más aceptables, pero sin llegar a
eliminarlo por completo. Como en ocasiones anteriores, una devaluación habría
permitido corregirlo por completo, estimulando al mismo tiempo el aumento del PIB
y favoreciendo una más pronta recuperación. Pero la pertenencia a la UEM solo
permite devaluaciones internas, a través de reducciones de costes y precios, no de
movimientos cambiarios.
RESUMEN
En el último medio siglo, España se ha acercado sustancialmente a la renta media de
la Unión Europea-15, merced a un crecimiento económico de perfiles temporales
similares, pero siempre por encima del promedio, si se descuenta la etapa
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8. comprendida entre 1975 y 1985, de pronunciada crisis económica y con una
compleja transición política.
El crecimiento del PIB tuvo en los primeros años del período considerado un apoyo
casi exclusivo en el aumento de la productividad media del trabajo, con escaso
relieve en términos de creación de empleo. Un gran incremento del capital por
trabajador y una alta tasa de incorporación de progreso tecnológico, en una buena
parte proveniente del exterior, fueron los principales determinantes del ascenso en
el rendimiento laboral.
La flexibilización del mercado de trabajo iniciada en 1984, como respuesta a la
preocupación social acerca del elevado volumen de desempleo creado durante el
período de crisis económica, dio paso a un cambio de pauta en el modelo de
crecimiento, que desde entonces ha descansado principalmente en la creación de
empleo temporal. Este cambio ha ido acompañado de un avance muy lento en la
productividad del trabajo, que es parcialmente el reflejo de la falta de un esfuerzo
tecnológico susceptible de compensar el papel más limitado que toca desempeñar
ahora el capital por trabajador. Este problema es hoy la principal preocupación de
analistas y gobiernos, pues amenaza la capacidad de crecimiento de la economía
española a largo plazo.
Las fluctuaciones cíclicas más pronunciadas de España, cuando se comparan con las
del conjunto de los países que integran la Unión Europea se explican por
perturbaciones de demanda y oferta. Entre las primeras, las más importantes
proceden de la apertura al exterior; las segundas guardan relación con las tensiones
políticas y sindicales del período de transición hacia la democracia, así como con la
reciente entrada de inmigrantes. Puede por ello adelantarse la hipótesis de que la
tardía homogeneización económica y política de España con sus países vecinos es
una de las principales causas de sus mayores fluctuaciones cíclicas y también de sus
mayores desequilibrios macroeconómicos, fundamentalmente en términos de
inflación y déficit exterior.
Desde mediados del decenio de 1990, la mayor semejanza del marco institucional y
de política económica español con el de los restantes países comunitarios ha
contribuido a hacer más similares las evoluciones cíclicas de ambas economías.
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