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Nota del autor




S o y Tu e s d a y L o b s a n g Ra m p a . * És te e s m i ú n i c o no m b re y ,
ahora, mi nombre legal, y no respondo a ningún otro. Varias
cartas me llegan con una fantástica acumulación de nombres
añadida; van a parar directamente a la cesta de los papeles por
tirar, puesto que, como digo, mi solo nombre es: Tuesday
Lobsang Rampa.
Todos mis libros son veraces; todas mis pretensiones, funda-
das. Hace años la prensa de Inglaterra y Alemania inició una
campaña en contra de mi persona, en días en que no me podía
d e fe nd e r a m í m i s m o , a c a u s a d e e s ta r p o st r a d o , c a s i mo r i -
bu ndo , v íc tima d e u na t rombos is co rona ria . Fui p e rse gu i do
sañuda y locamente.
Aun ahora unas pocas personas me quieren mal, y por eso co-
l e c c i o n a n « e v i d e n c i a s » ; a u n q u e e s s i g n i fi c a t i v o q u e n i n gú n
«colector de evidencias» haya intentado verme personalmente. E s
inusitado el no conceder a una «persona acusada» una
oportunidad de puntualizar su propia historia. Todo el mundo
es inocente antes de que se pruebe lo contrario. Nunca se ha
probado mi culpabilidad; y jamás se me ha permitido probar
mi autenticidad.
L a p r e n s a i n g l e s a y a l e m a n a n o m e h a c o n c e d i d o e l me n o r
sitio en sus columnas; de manera que me he visto en la desa-
gradable posición de saberme inocente y veraz, sín poder ex-
plicar a nadie mi historia, vista desde mi lado. Una gran ca-
dena de televisión me ofreció una entrevista; pero insistiendo en
que yo tenía que decir lo que ellos pensaban que yo tenía qu e
co nta r — d ic ho de o tro modo, un mo ntó n de e mbus te s . Yo , lo
qu e n ece si to , e s co nta r la ve rd ad ; v is to lo cu al , el los no me
dejaron asomar a la pantalla.

    « T u e s d a y » , e n i n g l é s , s i g n if i c a « m a r t e s » . C o m o s e a q u e e l la m a
t ibe tano dec lara su nom b re en i ngl és y n o en s u idiom a nativo, hemos
respetado su manera de hacer.



                                                                                         7
D é j e s e m e r e p e t i r q u e t o d o c u a n t o e s c ri b í e s v e r a z . M i s p re -
tensiones son justificadas. Mi razón específica, cuando insisto, se
basa en que, en un futuro próximo, otras personas como yo
se presentarán, y no deseo que sufran todo lo que he tenido q u e
s u f r i r p o r c u l p a d e l a m a l i c i a y o d i o p e r v e rs o d e u n o s
cuantos.
Un gran número de personas han visto mis papeles, absoluta-
mente auténticos, probando que he sido un alto Lama del
Potala, en Lhasa, Tibet, y que poseo el título de doctor en
Medicina, graduado en la China. Aunque la gente haya visto
dichos documentos, lo «pone en olvido» cuando la prensa anda
embrollando alrededor del asunto.
L eed , pu es , todos mi s l ib ros, b ie n s egu ro s e n vues tro fue ro
interno de que todo lo que se escribe en ellos                           es verdad,        y lo
que pretendo ser, es lo que                realmente        soy. Leed mis libros y lo
veréis.




                                                      T. Lobsang Rampa
Prólogo




E l p rese nte l ibro e s u n cu rso mu y e spec ia l iz ado de i ns truc -
ción destinado a cuantos estén sinceramente interesados en
conocer todas aquellas cosas que deben ser conocidas. P r i m e r a m e n t e
se pensó en redactarlo bajo la forma de un curso por
c o r r e s p o n d e n c i a ; p e r o s e h i z o l a c u e n t a d e q u e sería
necesaria una organización tal que implicaría que cada u no
de los es tud iantes tend ría que sa t is fa ce r un a cuo ta de
treinta y cinco libras esterlinas por el curso entero. Por ello,
con la colaboración de mis editores, se optó por la publicación
en forma de libro.
Un pobre, infeliz escritor no puede sacar mucho de sus libros;
ya se sabe, lo que gana es muy poco, y aun, a menudo, el
autor recibe de todas las partes del mundo cartas cuyos autores
s e « o l v i d a n » d e i nc l u i r e n e l l a s l a r e s p u e s t a p a g a d a . D i c h o
autor puede hacer dos cosas: pagar él mismo, o bien ignorar
la carta.
En mi caso, muy atolondradamente, he cargado con el coste
del papel impreso, la mecanografía y los gastos de correo; pero
e l l o m e ha r e s u l ta d o d e m a s i a d o c o s to s o . N o me s i e n to c o n
ánimos para responder las preguntas y cartas cualesquiera que
sean, a menos de que la gente recapacite sobre lo que digo.
Sin duda será interesante para el lector saber cosas como las
qu e s i gue n: me han l le gado c a rtas comu nic ándo me qu e m is
libros eran excesivamente caros y pidiéndome ejemplares gra-
tuitos. Otro señor me escribió que mis libros eran demasiado
caros y me rogaba que le mandase una copia autógrafa de cada
uno de ellos y, como de pasada, me pedía la copia de dos
l ib ro s qu e no e r an m ío s , pa ra qu e t amb ié n se las m and as e.
Naturalmente, respondí la carta en cuestión.
D igo a mis lectores, encarecidamente, que si leen este libro
les seguirá un gran provecho. Si lo estudian, el beneficio será
aún mayor. Para ayudarlos, hallarán incluidas las Instrucciones

                                                                                  9
qu e es tab an de s ti nad as p rim i tiva me n te al cu rso po r corre s-
pondencia.
S i gue al p re sente l ib ro o tro vo lu men que co nti ene e n fo rm a
monográfica artículos sobre varios temas de interés ocultístico y
co tid ia no ; es tá reda ctado en fo rma de d ic cio na rio , u n d ic-
cionario glosado. Después de haber buscado por varios países
del mundo un glosario semejante, he acabado por decidirme a
escribirlo yo mismo. Considero este segundo volumen esenc i a l
p a r a c o m p l e t a r l a s n o c i o n e s d e l p r i m e r o , y h a c e r m á s útil y
provechoso su estudio.




                            T. Lobsang Rampa
Instrucciones




Nosotros — vosotros y yo — nos disponemos a trabajar juntos
para que vuestro desarrollo psíquico pueda proceder sin len-
titudes. Algunas de estas lecciones serán posiblemente más
largas y más difíciles que las otras; pero ninguna de ellas ha
s ido « re ll en ada » co n a rti fic ios . Tod as e l las cont ie ne n, ha s ta
tanto como está bajo nuestro poder, real «alimento», sin ali-
ños de fantasía.
Escoged una velada concreta, todas las semanas, para estudiar
estas lecciones de trabajo. Adquirid la costumbre de estu-
d ia r u n tiempo fijo ,         en   u n lu ga r d e te rm i nado v e n e l mis m o
día de la semana. Aquí se trata de algo más que leer palabras;
hay que asimilar ideas que os puedan ser muy extrañas; ade-
más, la disciplina mental os será de un gran auxilio.
Elegid un sitio — alguna habitación apartada — donde os en-
contréis cómodos. Aprenderéis más estando cómodos. Poneos
acostados, si Os gusta más así; pero, sea como quiera, adoptad
una actitud en la que no tengáis que mantener la musculatura
t e n s a ; e n l a q u e o s p o d á i s r e l a j a r d e l to do , d e m a ne ra q u e
la atención entera pueda concentrarse en la letra impresa y
en los pensamientos que están detrás de ella. Si os sentís
tenso, os es preciso dedicar gran parte de la atención a percibir
la sensación de la tensión muscular. Es indispensable que, por
el espacio de una hora, o dos, o las que necesitéis para leer
l a l e c c i ó n , na d i e v e n ga a ro m p e r e l hi l o d e v u e s t ro s p e n s a -
mientos.
Cerrad con llave vuestro cuarto de estudio. Es preferible así; y
cerrad los postigos (o cortinas) para que las flu ctuaciones de
la claridad no distraigan vuestra atención. Que haya una so la
l u z en la hab i tac ió n ; p o r e je m plo , u na lá mpa ra d e p ie,
s i t u a d a l i g e ra m e n t e d e t r á s d e v u e s t ra c a b e z a . a s t a p ro p o r-
cionará una iluminación adecuada, dejando el resto de la habi-
tación dentro de una discreta penumbra.
Manteneos tendidos, o en la posición que os resulte más cómoda
     y de mayor reposo. Practicad unos breves instantes de rela-
     jamiento; tal vez, añadid a eso tres respiraciones profundas,
     la una detrás de la otra; retened el aire por tres o cuatro
     s egu ndos , y expu lsad lo e n tre s o cu a tro se gu ndos m ás . Pe r-
     maneced inmóvil un período de unos pocos segundos más y
     entonces empezad la lectura de la lección que corresponda.
     Leed primero con tranquilidad, como quien lee un diario.
     Cuando hayáis terminado la lectura, haced una pausa de unos
     cu an to s mom ent os pa ra pe rmi ti r que lo que acab ái s de l ee r
     caiga dentro del subconsciente. Entonces, empezad de nuevo.
     C a m i n a d a t ra v é s d e l t e x to d e l a l e c c i ó n m e t i c u l o s a m e n te ,
     párrafo por párrafo. Si hay algo que se os haga difícil de
     c o m p re nd e r , re d a c ta d u na n o ta ; e s c ri b i d l a e n a l gú n b l o c h
     de notas situado al efecto, que esté a mano. No intentéis me-
     morizar nunca; no hace el menor provecho el hacerse esclavo
     de la letra impresa; el objeto de la lección es únicamente
     caer dentro de vuestro subconsciente. Un esfuerzo consciente
     dirigido a meterse en la memoria los textos a menudo bloquea u
     obscurece el pleno sentido de las palabras. No os preparáis
     pa ra un os ex ám enes , do nde s e requ ie re repe ti r a l p ie d e l a
     l e t ra — c o mo u n l o ri to — c i e r ta s f ra s e s d e l te x to . V o s o t r o s
     lo que debéis hacer es ir almacenando conocimientos que os
     permitan libraros de las cadenas de la carne y os hagan ver
     c l a ro q u é c o s a e s e l c u e rp o hu m a no y q u é s e n ti d o t i e n e l a
     Vida sobre la Tierra.
     Cuando hayáis terminado la primera lectura global del libro, y
     procedáis a repasar sus lecciones, consultad vuestras notas y
     estudiad de nuevo los puntos sobre los cuales habíais quedado
     en duda y no veíais claros. Sería demasiado fácil escribirnos a
     n oso tros y rec ib i r la re spue s ta ; e n ton ces l a respu es ta no
     caería dentro del subconsciente. Es más agradable y provechoso
     p a r a v o s o t r o s q u e l o g r é i s pe n s a r l a r e s p u e s t a c o n v u e s t r o
     esfuerzo.
     Debéis aportar vuestro esfuerzo. Nada que valga la pena puede
     lograrse sin esfuerzo. Todo aquello que se entrega gratis,

12
c a s i s i e mp re e s p o rq u e n o m e re c e l a m e n o r c o n s i d e ra c i ó n .
Te né is qu e abr i r vu e s t ra men t e ; qu e re r asi m il a r lo s nu evos
conocimientos; tenéis qu e imaginaron que el saber penetra,
fluyendo dentro de vosotros mismos. Recordadlo bien: «Como
piensa, así es el hombre».
Lección primera




Antes de cu alquier intento dirigido a entender la natu raleza
del Super-yo, o de tratar de alguna materia de estudio «ocul-
ta», hemos de estar seguros de que comprendemos la natura-
leza del hombre. Entendiendo por «hombre» el varón y la
mujer. Digamos desde ahora, y de una manera definitiva, que l a
mu je r es i gua l, s i má s no , qu e e l homb re en todo lo re ferente
a las cosas ocultas y las percepciones extrasensoriales. La
mujer, de hecho, muchas veces posee una mayor brillantez en
su au ra y una mayor capacidad de apreciación en varias
facetas de lo metafísico.




¿Qué es la vida?
En verdad, todo lo que existe es «vida». Incluso aquellas
criaturas que normalmente llamamos «sin vida», son vivientes.
La forma normal de su existir puede haber cesado, y en
e s te c a s o , no s o tro s l a s l l a ma m o s « mu e r ta s » , s i n v i d a ; p e ro
con el cese de esta vida, una nueva forma de existencia
aparece. El proceso de disolución, crea vida por sí mismo.
T o d o a q u e l l o q u e e s , v i b r a . To d o o b j e t o e x i s t e n t e c o n s i s t e
en moléculas moviéndose continuamente. Usaremos el vocablo
«moléculas» y no los de átomos, neutrones, protones, etc., por
la razón de que aquí se trata de un curso de metafísica y
no de química ni de física. Intentamos pintar un «cuadro
g e ne ra l » , y no u n de ta l lado ex ame n mi c ros cópi co qu e resu l-
taría impertinente por causa de las materias tratadas.
Tal vez nos veamos obligados a decir unas pocas palabras
sobre moléculas y átomos, ante todo para calmar a los puristas
que, si no, escribirían y nos explicarían cosas que ya sabemos.
Las moléculas son pequeñas, muy pequeñas; pero pueden ser
percibidas por el microscopio electrónico y por aquellos que

                                                                                 15
están instruidos en las artes metafísicas. El diccionario define
     la molécula como la porción más pequeña de una substancia,
     capaz de existir de una manera independiente, y conservando
     las propiedades de aquélla. Pese a su pequeñez, las moléculas
     se componen de partículas aún más diminutas, conocidas por
     el nombre de «átomos».
     Un átomo es parecido a un sistema solar en miniatura. El
     núcleo representa el sol en nuestro sistema solar. Alrededor
     de este «sol», giran los electrones, mu y por el estilo que, en
     nuestro sistema, giran los planetas alrededor del nuestro
     c entro so la r. Como e n e l sis tema p la ne tari o , cada á to mo se
     compone de espacio casi vacío. Aquí (fig. 1), se dibuja el
     á to mo de ca rbo no — e l «l ad ri l lo » de nu es tro Uni ve rso —; s e
     ve enormemente magnificado. La fig. 2 reproduce la dispo-
     sición del Universo planetario nuestro. Cada substancia posee
     un número distinto de electrones alrededor de su «sol»
     — el núcleo. El uranio, por ejemplo, tiene noventa y dos
     electrones, al paso que el carbono sólo consta de seis. Dos de
     ellos muy próximos al núcleo y los cuatro restantes girando
     a mayor distancia de éste.
             Pero ahora, vamos a olvidar todo eso de los átomos y ceñirnos
     a las   moléculas.
     El hombre es una masa de moléculas girando rápidamente. En
     s u a p a ri e n c i a , e s s ó l i d o ; no e s fá c i l ha c e r p a s a r u n d e d o a
     través de su carne y sus huesos. Con todo, esa solidez es una
     ilusión que se nos impone debido a que pertenecemos — con
     exceso — a la Humanidad. Consideremos una criatura infini-
     tamente pequeña que pueda estar a una cierta distancia de un
     cu e rpo humano y m i ra rlo . Es ta cria tu ra verí a sol es e n rot a -
     ción, espirales de nebulosas y corrientes de astros semejantes
     a la Vía Láctea. En las partes blandas del cuerpo — la carne —
     las moléculas estarían ampliamente dispersas. En las substan-
     cias más duras — los huesos — las moléculas ofrecerían más
     densidad, apretadas juntas como un gran enjambre de estre-
     llas.
             Imaginamos a uno de vosotros mismos situado en la cumbre

16
ÁTOMO DE CARBONO


                                Fig. 1.


de una montaña cuando la noche es muy clara. Estáis solo,
lejos de las luces de cualquier ciudad, las cuales, por refrac-
ción a través de las gotas de humedad suspendidas en el
aire, hacen que los cielos aparezcan como empañados. (Ésta
es la razón por la cual los observatorios se hallan siempre en
sitios apartados.) Estáis en vuestra propia cumbre... Encima

                                                           17
EL SISTEMA SOLAR
Fig. 2.
de vosotros las estrellas brillan claramente. Contempláis cómo
ruedan en formación interminable ante vuestros ojos maravi-
l l a d o s , G ra nd e s g a l a x i a s s e e x t i e n d e n d e l a n te d e v o s o tr o s .
Enjambres de astros adornan la negru ra del cielo nocturno.
Cruza el cielo la banda que se conoce por Vía Láctea; parece
un largo trazo de humo. Estrellas, mundos, planetas. Mo-
léculas. Así aquella criatura microscópica os vería a vosotros.
Los luceros del cielo aparecen como puntos de luz con in-
c re í b l e s e s p a c i o s e n m e d i o d e e l l o s . E s tá n a b i l l o n e s , a t ri -
l lo ne s .. . Si n emb a rgo , co mpa rado con e l gra n esp ac io entre
ellas, nos hacen el e fe c to d e e s c a s a s . Un s u p u e s to n a v í o d e l
e s p a c i o p u e d e mo v e rs e e n tre l a s e s t re l l a s s i n to c a r n i n gu na
d e e l l a s . En l a s u p o s i c i ó n d e q u e o s fu e ra p o s i b l e
c o nto r ne a r l o s e s p a c i o s e n t re l a s e s t re l l a s — l a s m o l é c u l a s
— , ¿ q u é s e v e rí a ? L a c ri a tu ra m i c ro s c ó pi c a q u e o s e s tá
m i r a n d o d e s d e l e j o s t a m b i é n s e l o p re g u n t a . N o s o t ro s
s a b e m o s q u e t o d o l o q u e e l l a v e s o m o s n o s o t ro s . ¿ C u á l ,
e n to nc e s , e s l a fo r m a c i ó n f i na l d e l a s e s t re l l a s e n l os
c i e l o s ? C a d a ho m b re e s u n u n i v e rs o e n e l c u a l l o s p l a n e t a s
— m o l é c u l a s — g i r a n en derredor d e u n so l c en t r al . Cad a
p ied ra o ra mi to , o go ta d e ag ua , se compone de moléculas en
constante, inacabable movimiento. E l h o m b r e s e c o m p o n e d e
m o l é c u l a s q u e s e m u e v e n : e s t e movi mi en to enge nd ra u na
f o rm a de e le c tri c idad qu e , un id a a la «electricidad» producto
del Super- yo, da lu gar a la vida sensible. Alrededor de los
polos de la Tierra brillan resplandecientes tempestades
magnéticas, que dan origen a las auroras boreales con todo su
acompañamiento de luces coloreadas. Del mismo modo, alrededor
de todos los planetas — y moléculas — se producen radiaciones
magnéticas que se conjugan y se interfieren con otras
radiaciones emanadas de otros mundos o moléculas. «Nadie es
un mundo dentro de sí mismo.» No existen m u n d o s n i
m o l é c u l a s s i n o t r o s m u n d o s y o t r a s m o l é c u l a s . C ad a
c ria tu ra , mu ndo o mo lécu la , d epe nde d e la e xi s te nc ia de otras
criaturas, para que su existencia pueda continuarse.
También puede apreciarse que cada grupo de moléculas posee
una densidad distinta. Son como enjambres de estrellas me-
c ié ndos e e n el e spa cio . En al gu na s pa rtes de l Uni ve rso ha y
áreas muy despobladas de estrellas o planetas, o mundos
— c o m o s e q u i e r a l l a ma rl o s . M a s e n o tr a s e x i s te u n a g ra n
densidad; por ejemplo en la Vía Láctea. De la misma forma,
una piedra puede representar una concentración muy fuerte
de galaxias. El aire está mucho menos poblado de moléculas, y,
como sabemos, pasa por los conductos capilares de nuestros
pulmones y se mezcla con el torrente sanguíneo. Más allá de
la atmósfera existe un espacio donde hay grupos de moléculas
de hidrógeno en ancha dispersión. El espacio no es el vacío
absolu to, como la gente se imagina; es una colección de mo-
l écu la s de hidró ge no e n f re né tic a osc i lac ión y , po r e l lo, l as
estrellas, los planetas y los mundos están compuestos de
moléculas de hidrógeno.
Es evidente que si un cuerpo posee una cantidad importante
de grupos moleculares, será una cosa de la mayor dificultad
pa ra o tro cue rpo e l pa sa r a tra vés d e l as mo lé cul as de l p ri-
m e ro ; p e ro l o q u e e s l l a m a d o u n « fa n ta s m a » , q u e ti e ne s u s
moléculas ampliamente espaciadas, puede atravesar con faci-
lidad una pared de ladrillos. Pensemos en lo que es la pared
en cuestión: un conjunto de molécu las, algo parecido a una
nube de polvo suspendida en el aire. Por improbable que
parezca, existe espacio entre una molécula y otra, lo mismo
que existe entre las estrellas, y si alguna criatura es lo bastante
pequeña, o si sus moléculas están lo suficientemente disper-
sas, entonces les es factible el pasar a través de las moléculas
de la pared sin tocar ninguna. Esto nos permite apreciar cómo
un «fantasma» puede aparecerse en un salón cerrado, y cómo
p u e d e c i rc u l a r a t ra v é s d e u n a p a re d e n a p a ri e nc i a s ó l i d a .
Iodo es relativo, una pared que es sólida para cualquiera de
n o s o t ro s , p u e d e n o s e r l o p a r a u n f a n ta s m a o u na c ri a t u r a
del astral. Pero, de esas cosas hablaremos más tarde.
Lección segunda




El cuerpo humano es, por supuesto, un conjunto de moléculas,
como acabamos de ver; y para una criatura muy diminuta co-
mo, pongamos por caso, un virus, sería vista como tal. Consi-
deremos ahora el ser humano como un conjunto de substancias
químicas, que también lo es.
Un ser humano se compone de unos cuantos productos quími-
cos. Principalmente agua. Si os parece que esto contradice en
algo la lección anterior, tened en cuenta que también el
a gua se co mpone de mol écu la s , y es u na cos a ev ide n te que si
se pudiese enseñar a hablar a un virus ( !), os explicaría que
ve moléculas de agua chocando entre sí, como guijarros en
una playa. Y criaturas todavía más diminutas explicarían que
las moléculas del aire recuerdan la arena de las orillas del mar.
Pero ahora, lo que más nos interesa, es la composición química
de nuestro cuerpo.
Si vais a una tienda y compráis una batería para vuestra
lámpara de bolsillo, tendréis un envase dentro del cual hay
una caja de zinc con un electrodo de carbón en el centro —
u na p ie za de c a rbo no a ve ce s ta n d el ga d a como u n láp iz y
una serie de productos químicos unidos estrechamente entre l a
c aj a ex te rio r   de   z i nc y el bas to nc i llo ce ntra l d e c a rbono . La
masa del dispositivo es húmeda por dentro y seca por fuera.
Colocáis esa batería dentro de la lámpara y cuando actuáis e l
conmutador obtenéis luz. ¿Por qué? Porque bajo ciertas
condiciones, el carbono y las substancias químicas, reaccionan
químicamente y producen una cosa que llamamos electricidad.
El recipiente de zinc con sus productos químicos y su baston-
cillo de carbono genera electricidad; pero, dentro de la
batería, no hay electricidad; es un conjunto de substancias
químicas, a punto de actuar bajo determinadas condiciones.
Algunas personas han oído decir que hay botes y buques de
toda clase que pueden generar electricidad simplemente por

                                                                   21
el hecho de estar dentro del agua salada. Por ejemplo, según
     ciertas condiciones, un bote o una embarcación cualqu iera,
     au nqu e e s té ocioso e n el ma r, puede ge ne rar u na co rrie nte
     eléctrica entre planchas adyacentes de metales distintos. Des-
     g r a c i a d a m e n t e s i e l b u q u e ti e n e , p o r e j e m p l o , e l f o n d o d e
     cobre conectado con las obras superiores de hierro, entonces,
     como no se adopten dispositivos especiales, se producirá
     una «electrólisis» (con la corriente eléctrica) que corroerá la
     juntura de ambos metales, eso es, el hierro y el cobre. Natu-
     ralmente que esto no pasa nunca porque se usa un «ánodo
     sacrificado». Una pieza de un metal como el zinc, el aluminio y
     el magnesio, es positiva en relación con otros metales
     comunes como el cobre o el bronce. El bronce, como es sabido,
     suele usarse para fabricar los propulsores de los buques. Ahora
     b ie n; si e l «ánodo sa crificado » se a ta al barco o al bo te po r
     d e b a j o d e l a l í ne a d e fl o ta c i ó n y s e c o n e c t a c o n o t ra p a r te
     metálica sumergida, esta parte sacrificada se corroe y gasta,
     e v i ta n d o q u e e l c a s c o d e l b u q u e o s u s p ro p u l s o re s s e d e te -
     rioren. Este es el procedimiento usual en las embarcaciones y
     lo mencionamos al efecto de dar una idea de cómo funciona la
     electricidad y se produce de las más inusuales maneras.
     El cerebro produce electricidad por sí mismo. Dentro del
     cuerpo hu mano se hallan indicios de metales; incluso metales
     como el zinc, y huelga decir que el cuerpo humano tiene
     como base la molécula de carbono. Hay mucha agua en el
     cuerpo y también ciertas cantidades de substancias químicas,
     co rno son e l m ag ne sio , e l po ta sio , e tc . De todo es to re su l ta
     una corriente eléctrica, muy débil, pero que puede percibirse,
     medirse y ser registrada.
     U n e n fe rm o m e nt a l p u e d e , p o r me d i o d e a d e c u a d o s i ns t ru -
     mentos, ver registradas las ondas de su cerebro. En su cabeza
     se le colocan varios electrodos, y pequeñas plumas van regis-
     trando una línea sinuosa sobre una tira de papel. A medida
     que el paciente piensa ciertas cosas, las plumas trazan cuatro
     delgadas líneas que tienen que ser interpretadas, y que indican el
     tipo de enfermedad que sufre aquella persona. Instrumentos

29
semejantes son de uso corriente en los hospitales de enfermos
de la mente.
El cerebro es. sin duda, una especie de estación receptora de
los mensajes transmitidos por el Super-yo, y el cerebro, a su
vez, transmite mensajes, como son las lecciones aprendidas,
las experiencias ganadas, etc., con destino al Super-yo. Estos
m ensa jes s e tra ns mi ten po r medio de l a «Cue rd a d e P lata » ,
masa de moléculas dotadas de una alta velocidad. las cuales
vibran y ruedan a frecuencias en extremo divergentes, y comu-
nican el cuerpo humano con el Super-yo humano.
E l cu e rpo , aquí en la Ti e rra , es pa rec ido a un v eh ícu lo que
se mueve por un control a distancia. El conductor es el Super-
y o . Todo e l mu ndo ha v is to a que llo s coc hes d e jugu e te que
están conectados con el niño y que los maneja por medio de
un cable largo y ilexible. El niño aprieta un botón y hace que
el coche se pon1;a en marcha, o se pare o haga marcha atrás.
Dando vuelta a un volante que hay en el mando del cable, el
co che e s gui ado . El cu e rpo h uma no se pued e co mpa ra r , e n
líneas muy generales, con este juguete. El Super-yo, que no
puede bajar a nuestro mundo terrenal, para garlar experiencia
envía acá en el suelo este cuerpo que somos nosotros mismos.
Todo cuanto experimentemos, todo cuanto pensemos o escu-
chemos, sube para ser almacenado en la memoria del Su-
per-yo.
H a y i nd iv idu o s su m am en t e i n t el i g e n tes e « i nsp i rad o s» , qu e
obtienen a menudo un mensaje directo — conscientemente --
del Super-co, a través de la Cuerda de Plata. Leonardo de Vinci
fue uno de estos que estuvo con más constancia en contacto
con su Yo superior; y así, grabó con el sello de su genio casi
todo lo que hizo. Los grandes artistas y músicos son aquellos
que se hallan más próximos al Super-yo respectivo, quizás en
une o dos «líneas» particulares; de este modo, cuando vuelven
a sí mismos, componen o pintan cosas «inspiradas», que les
han sido dictadas en su mayor o menor parte por los grandes
poderes que nos controlan.
        La Cuerda de Plata nos liga con nuestro Super-yo de una

                                                                      73
forma muy parecida a la que el cordón umbilical une al niño
     con su madre. El cordón umbilical es una cosa muy intrincada,
     m u y c o m p l e j a ; p e ro r e s u l ta u n t ro z o   de   cordel si la compa-
     ramos con la Cuerda de Plata. Ésta, consiste en una masa de
     moléculas girando sobre unas frecuencias extremamente va-
     ri as ; pe ro es imp alp abl e po r lo que a nu est ro cue rpo sobre la
     Tierra se refiere. Las moléculas están demasiado dispersas para
     que los seres humanos corrientes puedan verlas.
     Los perros, como es sabido, pueden ser advertidos por un
     « s ilb ido s il encioso » , de o tros pe rro s , si lb ido i nau d ib le pa ra el
     hombre. De la misma forma, hay animales que pueden ver l a
     Cuerda de Plata y el aura, ya que ambas vibran según
     frecuencias que están dentro de la zona receptiva de la vista
     de d ic hos animal es . A fue rza d e p rác tic a e s comp le tamente
     p o s i b l e p a r a u n h o m b r e e x t e n d e r l a f ra n j a r e c e p ti v a d e s u
     mirada, igual cómo un individuo débil, con práctica y ejercicio,
     puede levantar un peso que normalmente excedería con mucho de
     sus capacidades físicas.
     La Cuerda de Plata es una masa de moléculas, una masa de
     vibraciones. Se puede comparar con aquel rayo directo de on-
     das de la radio, que los científicos hacen reflejar de la Luna. Lo
     hacen para medir la distancia de la Tierra a su satélite, radian-
     do aquél sobre la superficie de la Luna. Muy parecidamente
     sucede con la Cuerda de Plata entre el cuerpo humano y su
     h u m a no Su p e r- y o ; e s e l mé t o d o e m p l e a d o p o r é s te c u a nd o se
     trata de comunicarse con su cuerpo terrenal.
     Todo cuanto hacemos, es conocido por el Super-yo. Las per-
     so na s se es fue rza n pa ra s e r e spi ri tu a le s si ca mi na n po r «l a
     derecha senda». Concretamente, si se esfuerzan hacia la espi-
     ri t ua lid ad y su es fu e rzo tiende a lo g ra r que les au me nte la
     frecuencia de sus vibraciones en la Tierra, y de camino, por
     la Cuerda de Plata, aumentar la frecuencia vibratoria del
     S u p e r- y o . E l Su p e r- yo t ra ns m i te u n a p a rt e d e s í m i s m o a l
     cuerpo humano para que así pueda aprender lo que estudia y
     servirse de las propias experiencias. Cada buena acción
     nuestra, aumenta nuestras vibraciones terrenales y astrales;

24
pero si obramos mal con el prójimo, disminuimos el nú mero
de ellas. De esta forma, cu ando nosotros ju gamos u na mala
pasada a cualquier otro, descendemos un peldaño en la esca-
lera de la evolución, y, al contrario, cada buena acción nos
hace subir de grado en la misma cuenta. Por esto es tan
importante el seguir el viejo precepto budista que nos exhorta a
«devolver bien por mal y no tener miedo de nadie, ni temer l o s
a c t o s d e n a d i e , p u e s t o q u e , d e v o l v i e n d o e l b i e n p o r e l mal y
haciendo siempre el bien, siempre progresaremos hacia lo alto y
nunca descenderemos a lo bajo».
Todos conocemos personas que son «u nos tipos bajos». Una
gran parte de nuestro conocimiento metafísico influye sobre el
uso común. Lo mismo que sucede cuando decimos de una
p e r s o n a q u e « e s t á n e g r o » , o d e u n « h u m o r n e g r o » . To d o e s
cuestión de las vibraciones, o de la forma en que el cuerpo,
valiéndose de la Cuerda de Plata, transmite al Super-yo, y de la
manera como el Super-yo devuelve la impresión al cuerpo
Hay personas que no pueden comprender el porqué de su
inhabilidad para mantener contacto consciente con el Super-
yo. Es una cosa muy difícil sin una larga ejercitación. Supon-
gamos que una persona se halla en Sudamérica y tiene qu e
telefonear a otra en Rusia, tal vez en Siberia. Ante todo,
tiene que asegurarse de que allí existe una línea de teléfono
utilizable; después tiene que calcular la diferencia de tiempo
entre los dos países. También hay que enterarse de si la persona
a quien hemos de telefonear está disponible y puede hablar
nuestra lengua. Finalmente, si las autoridades de aquel país
permitirán que se le hable por teléfono. Es preferible, en este
grado de la evolu ción, no presumir excesivamente sobre los
i n te n to s p a ra p o n e rs e e n c o n t a c t o c o n e l Su p e r- y o d e u n a
manera consciente. Ningún curso, ninguna información puede
proporcionar en unas pocas páginas escritas lo que exige diez
a ñ o s d e p rá c ti c a s p a ra c o n s e g u i rs e . Mu c h a s p e rs o n a s s o n
impacientes en exceso; esperan que les baste con leer un curso, e
inmediatamente hacer todo lo que pueden hacer los maestros;
mientras que los maestros han tenido que estudiar su

                                                                              25
vida entera, y varias vidas antes de llegar al resultado. Leed
este curso; estudiadlo; reflexionad sobre su s materias, y si
q u e ré i s a b r i r v u e s t ra m e n te , t e n é i s l a i l u m i n a c i ó n s e g ur a .
Hemos conocido varios casos en que algunas personas (princi-
palmente mujeres) recibieron una cierta información y en se-
guida fueron capaces de percibir el etérico, o el aura o la
Cuerda de Plata. Tenemos de ello experiencias para fortificar
vuestras convicciones de que vosotros también podréis hacer
lo propio, si os queréis permitir el tener fe.
Lección tercera




Hemos visto ya cómo el cerebro humano produce electricidad
bajo la acción de substancias químicas, del agua y las muestras
m i ne ra l e s q u e l o r e c o r re n y e n l a s c u a l e s e s c o n te n i d o . L o
mismo que el cerebro humano produce electricidad, la produce
el cuerpo del hombre, porque la sangre que corre por las
venas y arterias también acarrea dichas substancias químicas,
rastros de minerales y agua. La sangre se compone, ante todo,
d e a g u a . E l c u e rp o e n te ro e s tá b a ñ a d o d e e l e c tr i c i d a d . N o
es ésta del tipo de electricidad que alumbra vuestro hogar o
calienta vuestra cocina eléctrica. Hay que considerarla desde
su procedencia magnética.

S i po nemo s un a ba rra i ma nt ad a sob re una m esa , y e nc ima
de dicha barra una hoja de papel, y luego derramamos sobre
el papel donde se esconde el imán una cantidad abundante
de limaduras de hierro, veremos que éstas se alinean espon-
táneamente en una figura especial. Vale la pena de hacer el
e x p e ri m e n to . B a s ta c o n a d q u i r i r e n c u a l q u i e r fe r re te rí a , o
a lm acé n de ma t e ri al auxi li ar de los exp e ri me n tos d e físi ca
un imán de los baratos; generalmente van a muy buen
precio o podéis pedirlo prestado. Póngase una hoja de pa-
p e l , p ro c u ra n d o q u e a p r o x i m a d a m e n te e l i m á n c a i g a e n e l
centro de éste. Cómprense también en una tienda de objetos
para la química, o donde sea, finas limaduras de hierro; no son
nada caras. Espolvoréense sobre el papel, como si se tratase
de sal o pimienta, las limaduras. Desde cosa de medio palmo
largo de altura. Se verá entonces cómo las limaduras se alinean
en una forma peculiar, que dibuja unas curvas que van de un
cabo al otro de la barra imantada, coincidiendo con las líneas
de fuerza del imán. Es el mejor camino para entender estas
cosas y será de utilidad para vuestros estudios posteriores.
L a f u e rz a m a g n é t i c a e s l o mi s mo q u e e l e té ri c o d e l c u e rp o
humano; el aura que lo envuelve.

                                                                             27
Probablemente todos saben que un hilo que conduce una
     co rrie nte e léc tri ca e n ge nd ra u n campo ma gn é tico a su al re -
     dedo r. S i l a corri e nte v a rí a , e so es , si es «a l te rna » e n lu ga r
     de «co n ti nu a » , e n to nce s el ca mpo ma g né tico fluc tú a y expe -
     rimenta pulsaciones según los cambios de polaridad; parece
     regular su pulsación con la corriente alterna.
     El cuerpo humano, que es una fuente de electricidad, tiene
     su campo magnético que lo envuelve. Es un campo que fluctúa
     mucho. El etérico — como lo llamamos — fluctúa o vibra tan
     ráp ida me nte que es d i fí ci l que nos d emos cu enta de su mo -
     vimiento. Es lo mismo que, teniendo encendida una bombilla
     eléctrica en casa, por mucho que la corriente fluctúe cincuenta o
     sesenta veces por segundo, no podemos percibirlas; pese a
     q u e e n a l gu nos d i s tr i t o s ru ra l e s , o e n a l g u no s b u q u e s , l a s
     fluctuaciones son tan lentas que el ojo puede darse cuenta de
     las oscilaciones de la luz.
     Si una persona se acerca demasiado a otra, muchas veces tiene
     l a se ns ac ión de qu e se le pone l a ca rne de gal l ina . Al gu na s
     personas — muchas — conocen cuando se les aproxima otra.
     Experiméntese con un amigo; pongámonos detrás y acerque-
     mos un dedo a su nu ca y después, toquémosle ligeramente.
     Éste, a menudo, no distinguirá entre ambas sensaciones: la
     de la proximidad y la del tacto. Esto es debido a que el
     etérico también es sensible al tacto.
     Dicho etérico es el campo magnético que rodea al cuerpo
     hu mano (fig. 3). Es el pródromo del au ra, su «núcleo», como
     si dijéramos. En varias personas, la envoltura del etérico
     sob resa le unos tres mi l íme tros a l rededo r de cad a pa rte de l
     cuerpo, incluso de cada hilo individual del pelo. En otras
     personas puede extenderse unos centímetros, aunque sin pasar
     de unos dieciocho. El etérico sirve para medir la vitalidad de
     l a p e rs o na . V a r í a m u c ho c o n l o s c a m b i o s d e s a l u d . S i u n a
     persona ha ejecutado un duro trabajo en aquel día, entonces
     e l e té ri co s e ha l la co mo ad he rido a l a pi el . Co n e l de sca nso
     s e pu ede ex tende r po r ce ntím e tros . S i gue co n exa c ti tud l os
     contornos del cuerpo, tanto si se trata, éste, de una mole o de

28
EL CAMPO ETIRICO
      Fig. 3.
una menudencia. Refiriéndonos al etérico interesa hacer resal-
     tar que si una persona se ve sometida a una gran tensión
     eléctrica, pero de reducido amperaje, entonces puede ser per-
     cibido el etérico, con un brillo a veces rosa, a veces azul.
     Ta m bi én u na ci e rta co ndi ción d el ti empo aum ent a la v is ib i-
     lidad del etérico. Se produce en el mar y es conocido bajo
     el nombre de Fuego de San Telmo. Según el tiempo que hace,
     los palos y el cordaje aparecen contorneados de una luz fría,
     perfectamente inofensiva; pero que sobrecoge a los que ven
     el fenómeno por vez primera. Podría compararse con el etérico
     de una embarcación.
     Muchos habitantes del campo han sido testigos de que, en una
     noche oscura o neblinosa, mirando a los cables de alta tensión
     que cruzan por encima de sus cabezas, han observado, según
     ciertas condiciones que se daban, una especie de nieblas bri-
     llando pálidamente, de un color blanquecino y azu lado, qu e
     atemorizan al espectador y han infundido miedo a más de un
     campesino. Los ingenieros electricistas conocen este fenó-
     meno, que llaman la corona de los cables de alta tensión, y
     que constituye una de las dificultades que tienen que resolver,
     por cuanto dicha corona, pasando por encima de los aisladores,
     puede ionizar al aire hasta el punto de poder provocar cortos
     circuitos que pueden estropear los relés y dejar regiones en-
     teras a oscuras. En nuestros días las ingenieros adoptan
     disposiciones especiales y costosas para eliminar dicha corona.
     La corona del cuerpo humano es el etérico, y parece algo
     por el estilo en lo de las descargas de las líneas de alta
     tensión.
     Muchas personas podrían ver lo etérico del cuerpo humano a
     base de un poco de práctica, si quieren tener paciencia. Por
     desgracia, la gente se hace la ilusión de que existe algún
     c am ino r áp id o y b a ra to p a ra l o g ra r los con oc im ie n tos y l as
     facultades que han costado años a los Maestros. No se puede
     h a c e r n a d a s i n l a p rá c t i c a ; l o s g ra n d e s i ns t ru m e n t i s ta s s e
     ejercitan durante horas todos los días, y jamás interrumpen
     sus estudios. Debemos hacer como ellos, si queremos ser capa-

30
ces de ver el etérico y el aura del cuerpo humano. Uno de los
caminos consiste en que una persona se nos preste volunta-
r i a m e n te a mo s t ra rn o s e x te n d i d o s u b ra zo d e s n u d o . D e b e
situarse, con su brazo y su mano bien abierta unos centímetros,
delante de un fondo de color neutro o negro del todo. Mirad
hacia el brazo y los dedos, no directamente sobre ellos, sino
en su dirección. Requiere una destreza especial el hallar la
forma de mirar al sitio indicado en la forma requerida. Si lo
conseguís veréis, pegado al cutis del brazo, algo parecido a
una niebla de color gris-azulado. Como se ha dicho, se extiende
desde cosa de dos centímetros y medio hasta dieciocho a dis-
ta nc ia d el cuerpo . Mu y a me nu do pod re mos mi ra r hac ia el
brazo sin divisar otra cosa que éste; esto se debe a que aún
n o e s tá n m a d u ro s p a ra e l e x p e rim e n to ; « l o s á rb o l e s n o l e s
de ja n ve r l a se lv a» . En es te c aso hay qu e ab ando na r y re la -
jarse; a copia de práctica se verá que realmente allí hay
algo.
O tro m é to d o e s h a c e r l a s p rá c t i c a s s o b re u no m i s m o . Se n -
taos y poneos cómodos. Procurad qu e entre vosotros y cu al-
quier otro objeto — silla, mesa o pared —, haya por lo menos
cosa de un metro. Respirad fuerte, profundamente y con
pausa. Entonces, extended del todo vuestros brazos, colo-
cando vuestros cuatro dedos y los dos pulgares hacia arriba,
de forma que establezcan contactos con sus yen-as. Entonces
separando vuestros dedos, que queden a un centímetro — o
medio — el uno del o tro , os daré is cuenta de «cierta cosa».
Puede parecer como una niebla gris; o casi luminosa. Entonces,
lentamente id separando vuestros dedos, cada vez de medio
c entím e tro , y os ap e rc ibi réis de qu e al lí « a lgo » ex is te . Es te
«algo» es el etérico. Si perdéis contacto, es decir, que este «alg o »
s e d is ipa , e nton ce s vol ved a e mpe za r y haced de nuevo como
antes. Es sólo cuestión de práctica. Digámoslo otra vez, para los
grandes músicos mundiales todo se reduce a práctica, práctica y
más práctica; de ella nace la buena ejecución. Para vosotros
pu ede producir buenos resultados en las ciencias metafísicas.


                                                                        31
Vo lv ed aho ra a m i ra r vu es tros dedo s . I nves ti gad cu idados a-
     m en t e l a déb il n i ebl a que cor r e d el u no a l o t ro . A fu e r za d e
     práctica podréis observar que va del uno al otro, desde la
     m ano i z qu ie rda a la ma no de r ec ha o de ésta a la i z qu ie rda ,
     no solamente según vuestro sexo, sino también vuestro estado
     de salud, o lo que estéis pensando en aquel momento.
     Si encontráis una persona que quiera ayudaros, entonces po-
     déis hacer prácticas de palma a palma de la mano. Si encon-
     tráis dicha persona, a ser posible del otro sexo que el vuestro,
     qu e se si en te e n u na s i ll a, enf re n te de la vu es tra . Los dos ,
     entonces, extended vuestras manos y vu estros brazos tanto
     como sea posible. Entonces lentamente poned sobre la palma
     de vuestro compañero, vuelta hacia arriba, la vuestra vuelta
     hacia abajo, de manera que casi hagan contacto. Cuando la
     separación llegue a no ser sino de cuatro o cinco centímetros,
     p e r cib i ré is como u na b r is a , f r í a o c al ie n te se gú n los caso s,
     que va entre vuestra palma y la suya. Si percibís una corriente
     c ál ida , mo ve r l i ge rame n te vue s tra ma no , de man e ra que no
     esté en la línea directa de un dedo al otro. sino formando
     á n g u l o ; l a s e n s a c i ó n d e c a l o r c re c e rá e n t o n c e s . E s t e c a l o r
     crecerá con la práctica. Cuando hayáis alcanzado este grado,
     si miráis cuidadosamente entre vuestra palma y la de la otra
     persona distinguiréis claramente el etérico. Es como el humo
     de un cigarrillo que no haya sido respirado por los pulmones
     — h u m o d e u n g ri s s u c i o — ; mi e n t ra s q u e é s te s e rá d e u n
     matiz azulado limpio.
     D igamos un a ve z más que e l e té ri co no e s más que la man i -
     festación externa de las fuerzas magnéticas del cuerpo. A esto
     lo llamamos el «fantasma», ya que cuando una persona muere
     en buena salud, esa carga etérica subsiste durante cierto
     ti empo y puede se g re ga rs e de l cu e rpo y v ag a r co mo un fa n-
     tasma sin seso, qu e es una cosa completamente distinta de
     una entidad astral. Trataremos de todas estas cosas más
     t a rd e . P e ro t o d o s he m o s o í d o h a b l a r d e v i e j o s c e m e n te r i o s
     e n e l c a mp o , s i n a l u mb r a d o a l gu n o , e tc . A l gu na s p e rs o n a s
     sostienen que pueden ver unas lucecitas azuladas, en la noche

32
oscura, saliendo del emplazamiento de una tumba acabada de
ocupar. Esto es verdaderamente la carga etérica que se disipa,
exhalada por un cadáver reciente. Es algo semejante al calor
que despide un caldero que haya estado hirviendo y que se le
ap a rta d el fueg o . A med ida qu e el c ald e ro s e e nfrí a , la se n-
s ac ión d el ca lo r qu e de é l se esc apa ta mbi é n se va e nfria n-
do. Igualmente, cuando un cuerpo muere (hay grados relativos
e n l a m u e r te ; r e c u é rd e s e ) l a s fu e r za s e té r i c a s c a d a v e z s e
debilitan más. Puede darse que el etérico se conserve alrededor
de u n cue rpo d i fu nto po r varios días de spués de la muerte
física de éste. Pero esa materia forma parte de otra lección.
Práctica, práctica y más práctica. Mirad vuestras manos, mirad
vuestro cuerpo, experimentad con una persona amiga que quiera
prestarse a todas estas prácticas, ya que sólo a través de
ellas podréis percibir el etérico. Hasta que no podáis percibir a
éste, os será imposible de ver al aura, que es una cosa más
sutil.
Lección cuarta




     C omo v imos en la l ecc ió n p re cede nte , e l cue rpo s e ha ll a ro-
     deado por el etérico, que abarca todas y cada una de las
     partes de éste. Pero, extendiéndose más allá del etérico, está
     el aura. Se parece al etérico en que también es de origen
     magnético. Pero la semejanza no pasa de aquí.
     Podemos afirmar que el aura muestra los colores del Super-yo.
     Muestra si una persona es espiritual o carnal. También, si se
     encuentra en buena salud o mala, o si actualmente se encuen-
     tra enferma. Todo se refleja en el aura. Es la indicadora del
     Super-yo, o si preferís decirlo así, del alma. El Super-vo y el
     alma, naturalmente, son la misma cosa.
     En esta au ra podemos ver la enfermedad y la salud, el aba-
     timiento y el éxito, el amor y el odio. Tal vez es mejor que no
     sean muchas las personas que puedan ver el aura en nuestros
     días. Ahora parecen cosas comunes el qu erer llevar ventaja
     sobre el prójimo, buscar el provecho a costa de nuestros
     semejantes, y el aura delata cada pensamiento tal como es,
     reflejando los colores y las vibraciones del Super-yo. Es un
     hecho que, todas las veces que una persona se encuentra
     e nfe rma s í n esp e ra nzas , su au ra emp al ide ce , y e n a lgun os
     casos incluso se apaga antes de que muera dicha persona. Si
     u n ind iv iduo ha tenido u na l a rga e nfe rmedad , e ntonces s u
     aura desaparece antes de la muerte, dejando solamente el eté-
     rico. Al contrario, cuando una persona se muere por accidente
     m ie n tra s pos ee e l au ra e n su apogeo , la co nse rva u nos mo -
     mentos después de la muerte clínica.
     Llegando a este punto, puede ser oportuno intercalar algunas
     o b s e rva cio ne s a ce rc a d e la mu e rte , ya que és ta no e s como
     una corriente que se interrumpe o un recipiente que se vacía
     de golpe. Morir es un proceso más bien lento. No importa
     cómo una persona muere, aunque sea decapitada. La muerte
     no se instala en el cuerpo hasta pasado cierto número de
34
momentos. El cerebro, como hemos visto, almacena y genera
una corriente eléctrica. La sangre proporciona las materias
químicas, la humedad y los diversos metales, e inevitable-
mente esos ingredientes quedan almacenados en el tejido del
c e reb ro . De e ste modo, el cereb ro conti núa fu nc io na ndo de
tres a cinco minutos después de la muerte clínica.
Varias personas han afirmado que tal o cual forma de eje-
cución es instantánea; pero esas afirmaciones son absolu-
tamente risibles. Como lo afirmamos, incluso la cabeza sepa-
rada del cuerpo puede funcionar todavía unos pocos minutos.
Existe un caso que fue contemplado y registrado en crónicas
en días de la Revolu ción francesa. Un llamado «traidor» fu e
g u i l lo ti nado y e l ve rdu go lev an tó po r lo s c abe llo s l a c abe za
del ajusticiado, pronunciando estas palabras: «Esta es la cabeza
de un traidor». El pueblo asistía entonces a las ejecuciones y
las consideraba unas fiestas nacionales. Pues bien; el público
pudo ver, con horror, que los labios del guillotinado pro-
nuciaban, sin que se escu chase su voz: «¡Esto es mentira!».
E s to cons ta en l os a rc hi vos o fic ia le s de Fra nc ia . To dos l os
médicos y cirujanos os dirán que, al interrumpírsele el sumi-
nistro de sangre, el cerebro tarda tres minutos en estropearse;
por cuya razón, si el corazón deja de latir se hacen toda clase
de esfuerzos para ponerlo otra vez en marcha lo más rápida-
mente posible.
Hemos hecho esta digresión para poner de manifiesto que la
muerte no es instantánea, y tampoco la disipación del aura.
Es una verdad médica, sabida por los médicos forenses y los
patólogos, que el cuerpo muere en varias etapas. Primero, el
cerebro; después, el resto de los órganos, de uno a uno. Lo
que más tarda en morirse son los cabellos y las uñas.
Igual como el cuerpo no muere instantáneamente, el aura se
ap ag a d e una fo rma g radu ada . Po r e sa razón , u na pe rso na
dotada de clarividencia puede ver, por el aura, el porqué una
determinada persona ha fallecido. El etérico es de una natu-
raleza distinta que el aura y puede subsistir por algún tiempo
como un fantasma aparte; especialmente si la persona murió


                                                                          35
de una muerte violenta, súbita. Una persona llena de salud
que conoce un final violento, tiene sus «baterías bien cargadas» y
su etérico en pleno vigor. Con la muerte del cuerpo, el
etérico se encuentra desligado y flota por su cuenta. Gracias a
una atracción magnética visitará indudablemente los sitios que
tenía acostumbrados en vida, y si una persona que es cla-
r i v i d e n te , o q u e s e ha l l a mu y e x c i ta d a ( e s d e c i r , q u e ti e n e
s u s v i b ra c i o ne s a c e l e ra d a s ) , to p a c o n a q u e l e té r i c o , p u e d e
verle y exclamar: «¡Oh. Éste es el fantasma de Fulano de
Tal!».
El aura es de una materia más sutil que el comparativamente
rudimentario etérico. El aura, en realidad, es mucho más
perfeccionada, con respecto al etérico, de lo que este último l o
es con relación al cuerpo físico. El etérico «se desliza»
sobre el cu erpo como una funda completa que sigue los con-
tornos de éste. Pero el aura se extiende para formar una
e spec ie d e cá sc a ra e n fo rma de hue vo a l red edo r de l cu e rpo
(figu ra 4). Puede pasar del metro ochenta de altura, por un
diámetro de metro veinte en su parte más ancha. Está distri-
buido de forma que el cabo más agudo corresponde a los
pies y el más ancho a la cabeza del ser humano. El aura
consiste en unas radiaciones de brillantes colores, que van de
varios centros del cuerpo a otros.
D i c e u n v i e j o p ro v e rb i o c h i n o : « U na p i n tur a e q u i v a l e a m i l
palabras». De manera que, para ahorrarnos unos pocos miles
d e p a l a b ra s , i n s e rt a r e m o s u n d i b u j o , y s ob re d i c ho d i bu j o
indicaremos las líneas de fuerza del aura, viniendo de varios
centros y dirigiéndose a otros, así como su forma total de
cáscara de huevo.
Debemos aclarar que el aura existe aunque el estudiante no
pueda percibirla por el momento. Tampoco podemos ver el aire
que respiramos, y es muy dudoso que el pez pueda ver el
agua dentro de la cual se mueve. El aura, pues, es una
fuerza vital. Existe, si bien las personas sin la debida for-
mación no pueden darse cuenta de ella. Es posible poder ver
una aura sirviéndose de algunos equipos, entre ellos varios

                                                                                          37
tipos de antiparras que se pueden aplicar sobre nuestros ojos;
     pero, por todo lo que he podido saber de esos instrumentos,
     parece ser que son en extremo dañinos para la vista; ponen
     a p ru e b a v u e s t ro s o j o s ; l o s o b l i g a n a m i ra r d e f o rm a s a n t i -
     naturales. De manera que no podemos recomendar ni por un
     momento dichas antiparras que pretenden hacernos capaces de
     ver el aura, ni aquellos dispositivos formados de dos láminas
     de vidrio entre los cuales se pone un tinte especial y por
     lo general mu y caro. Aconsejamos no abandonar la práctica
     y, con u n poco de fe y otro poquito de buena guía, llegaréis
     a s e r c a p a c e s d e v e r e l a u ra . L a m a yo r d i f i c u l ta d p a r a v e r
     e l a u ra e s q u e l a m a y o r p a r te d e l a s p e rs o n a s no c r e e q u e
     jamás pueda verla.

     El aura, como hemos dicho, es de diversos colores; pero tene-
     mos que puntualizar que, refiriéndonos a colores, nos concre-
     tamos a una parte especial del espectro. En otras palabras,
     au nqu e nos v al g amos de l a pa lab ra «co lo r» , tamb ié n pod ría -
     mos citar la frecuencia de esta onda que llamamos «roja»
     o «azul». El rojo, digámoslo de pasada, es uno de los colores
     más fáciles de ver. El azul no es tan fácil. Hay personas que
     n o pued en d isti n gu i r e l azu l; o t ras el co lorado . Si u no es tá
     en presencia de una persona que pueda ver el aura, tiene que
     i r con cu idado de no dec i r al go qu e no sea ve rd ad ; po rque ,
     si decís mentira, el que ve el aura se dará cuenta en seguida.
     Normalmente, una persona tiene un «halo» de color o azu-
     lado, o hien amarillento. Si se miente, se producen rayos de
     u n a ma r il lo verd o so a t r avé s d el h alo . S e tra t a de u n co lo r
     d i f í c i l d e e x p l i c a r ; p e ro , u na v e z v i s to , y a n o s e o l v i d a . A s í
     es, que al contar un embuste, uno se delata inmediatamente
     por los efluvios amarillo-verdosos que se producen a través del
     halo que se encuentra en la cúspide dei aura.
     Podemos decir que el aura se extiende desde la base hasta los
     ojos y entonces se ve una capa radiante amarilla o azul, que
     es el halo o nimbo. Entonces, en la misma cima del aura
     surge una especie de fuente de luz, conocida en Oriente con
     el nombre de «loto florido», ya que ciertamente parece dicha

38
flor. Se compone de un intercambio de colores y. para la ima-
ginación, se aparece como si se abriese un loto de siete
pétalos.
Cuanto mayor sea la espiritualidad de una persona, más
tiende al color amarillo de azafrán su halo o nimbo. Si una
persona tiene pensamientos turbios, esta parte de su aura se
convierte en un desagradable marrón barroso, orlado de aquel
color bilioso, verdoso-amarillento, que denuncia la mentira.
Estamos en la creencia de que hay muchas más personas de lo
que parece. capaces de percibir el aura. Muchos '.'en, o tienen la
sensación del aura sin saber lo que ven en realidad. Es muy
corriente, hablando, que una persona diga que le sienta bien
tal   o   cual   color,   y   que   no   puede   llevar   tal   o   tal   otro.
Instintivamente sabe que chocaría con su aura: Os habrá
sucedido de ver una persona que viste unos colores que os
parecen imposibles según vuestra opinión particular. No veis
el aura; pero, siendo vosotros más sensibles que vuestro
amigo tan mal vestido, sentís que aquellos colores se pegan de
bofetones con su aura. Bastantes personas, pues, poseen el
sentido, la experiencia o alguna percepción del aura; sólo que,
habiendo sido enseñados desde su infancia que todo esto eran
tonterías, se han hipnotizado a sí mismos y creen que, a ellos,
no les será posible ser esas cosas.

También es un hecho el que una persona puede influir sobre
su salud llevando ropa de ciertos colores. 'Si se llevan colores
que choquen con el aura de la persona, ésta se sentirá incómoda o
preocupada hasta que no adopte un color que le vaya bien.
Vosotros podéis experimentar que ciertos colores particulares,
en una habitación, os irritan o bien os halagan la vista. Los
colores, al fin y al cabo, no son más que diferentes nombres
de las vibraciones. El colorado es una vibración; el verde,
otra, y el negro, otra. Y, del mismo modo que las vibraciones
sonoras pueden chocar v producir disonancias. también las
vibraciones que llamamos «colores» pueden tener sus choques
y crear desarmonías espirituales.
Lección Quinta




     El Aura y sus colores


     Todo sonido musical es una combinación de vibraciones armó-
     nicas, que dependen de que sean compatibles con sus vecinas.
     Toda falta de relación numérica produce un sonido «ingrato»,
     un sonido que no es agradable al oído. Los músicos procuran
     producir sólo sonidos que sean agradables»
     Como en la música, se produce en los colores, puesto que éstos
     son también vibraciones, aunque éstas se encuentren ligera-
     m e n te a p a r ta d a s d e a q u é l l a s , e n e l e s p e c tr o g e ne ra l d e l a
     percepción humana. Podemos contemplar colores puros que
     n o s a gr a d e n y n o s e l e v e n e l á n i mo . O b i e n c o l o r e s q u e n o s
     irriten, que nos atormenten los nervios. En el aura humana
     se distinguen varios colores diferentes, con sus matices. Algu-
     nos de ellos sobrepasan los límites de la percepción de aque-
     llos observadores que no se han ejercitado en ello; de manera
     que carecen de nombre universalmente aceptado.
     Asimismo existe, como sabéis, el silbido «silencioso» del
     perro. Eso es, que resuena con una frecuencia de vibraciones
     que ningún oído humano puede captar, y, en cambio, lo oyen
     los perros. En el extremo opuesto de la escala, existen sonidos
     graves que el hombre percibe y el perro, no; los sonidos graves
     se le escapan.
     Supongamos que desplazamos la escala de sonidos que puede
     pe rcib i r u n ser huma no hasta que é s te pued a oí r el s i lbido
     d e l p e r ro . D e l a mi s ma fo rma , s i p o d e m o s d e s p l a z a r ha c i a
     arriba nuestra vista, veremos el aura humana. Pero hay que
     andar con cuidado, so pena de perder la percepción del negro o
     del morado.

              El autor se refiere a la música usual; no a la experimental.



40
N o se ría razo nab le p re te nde r d a r u na l is ta c omp le ta de los
innumerables colores que existen. Limitémonos a los más
corrientes y acusados. Los colores básicos cambian a medida
d e l o s p ro g r e s o s q u e e f e c t ú a l a p e r s o n a c u y a a u r a c o n t e m -
plarnos. Cuando una persona crece en espiritualidad, también
evolucionan sus colores. Si una persona tiene la desdicha de
retroceder en la escala del progreso, sus colores básicos se
alteran por completo, o mudan de matiz. Los colores básicos
(de los que se hablará en seguida), nos muestran la persona
también «básica». Los innumerables matices indican los pen-
samientos e intenciones, así corno el grado de espiritualidad.
El aura forma remolinos y se desliza como un arco iris singu-
larmente intrincado. Los colores corren alrededor del cuerpo
e n c re c i e nt e s e s p i r a l e s , y t a m b i é n c a e n d e l a c a b e z a a l o s
p ies . P e ro esos colo res so n mu cho s má s que los que jam ás
se vieron en un arco iris; éste es una mera refracción de cris-
tales de agua — simples objetos —, al paso que el aura es la
vida misma.
Damos a continuación unas notas de unos pocos colores, ya
que es imposible tratar de otros hasta que no se conoce esta
lista:




Rojo


En su buena forma, el rojo indica una sana fuerza impulsora.
Los buenos generales y jefes políticos de las masas tienen una
gran cantidad de rojo en sus auras. Un tinte particularmente
claro de rojo, con los bordes de un amarillo claro, indica
u n a p e rs o na l i d a d d e « c ru z a d o » ( q u e s e d e s v i v e p o r a y u da r a
sus semejantes). Mucho cuidado en no confundirle con el
vulgar «metomentodo», cuyo «rojo» es, en cambio, «marrón».
Franjas de color rojo, emergiendo del sitio donde está un
órgano, indican que éste se halla en magníficas condiciones de
salud. Algunos de los gobernantes de renombre mundial

                                                                             41
tienen una gran cantidad de rojo en el conjunto de su aura.
     Lástima que, en demasiados casos, se halle contaminado por
     degradantes sombras.
     Un rojo de mal aspecto, fangoso o excesivamente oscuro,
     indica un carácter malo o vicioso. Aquella persona es infor-
     m al , p e nde nc ie ra , t ra id o ra , a fano sa d e p ro v ec ho p rop io e n
     detrimento de su prójimo. Un rojo opaco invariablemente
     i nd i c a d e p re s i ó n n e rv i o s a . U n a p e rs o n a d o t a d a d e u n r o j o
     «malo» puede ser físicamente robusta. Por desgracia, también
     p u e d e s e r f u e r t e p a r a e l m a l . H a y a s e s i n o s q u e t i e ne n u n
     rojo degradado en sus auras. Como más ligero sea el rojo
     (ligero,   que no     claro)    la persona será más nerviosa e inestable.
     Una persona es mu y activa, incluso con exceso, y no puede
     permanecer quieta más que unos escasos segundos. Segura-
     mente, ella es mu y egocéntrica. Los colores rojos alrededor
     de los órganos denotan su estado. Un rojo opaco, o tirando a
     marrón, con lentas pulsaciones sobre el sitio donde está un
     órgano, es señal de cáncer. Se puede ver si el cáncer está allí                          o
     si todavía es incipiente.              El aura indica qué clase de enfer-
     medades están a punto de atacar al cuerpo, a menos de que se
     adopten medidas curativas. Eso en el futuro va a ser la utili-
     lidad de lo que podremos llamar «auroterapia».
     Un rojo punteado y centelleante, procedente de los maxilares,
     anuncia dolor de mu elas; un marrón opaco, pulsando en el
     h a lo , d el a ta el m iedo ante la pe rsp ec tiva de te ne r que i r a l
     de ntis ta . El co lo r es ca rla ta l o « l lev an » todos cua ntos e s tá n
     d e m a s i a d o e na mo ra d o s d e s í mi s m o s . Es e l c o l o r d e l fa l s o
     orgullo; del orgullo sin fundamento. Pero el escarlata lo
     vemos situado alrededor de las caderas de las damas que
     venden «amor» contra la moneda del Reino. Esas damas, por
     l o ge ne r al , no s e i n te re sa n p o r e l s ex o como ta l ; p a r a el la s
     es simplemente un medio de ganarse la vida. De este modo,
     e l p resu mido y la p ros ti tu ta comp a rte n los m is mos co lore s
     en sus respectivas auras.
     Siguiendo con el grupo «rojo», el rosa (que no es, en realidad,
     más que el coral) es signo de inmadurez. Las jovencitas Fileno-
42
r e s d e l o s v e i n t e o s te n ta n e l ro s a d o e n v e z d e l c o l o ra d o d e
cualquier clase. En el caso de una persona adulta, el rosa
corresponde             a     un        i n f a n ti l i s m o   e    inseguridad.           Un       rojo
o s c u ro , c o l o r d e hí g a d o c ru d o , i nd i c a u n s u j e to c i e r ta m e nt e
n a d a re c o me n d a b l e . U n a p e r s o n a a l a q u e ha y q u e e v i ta r ,
p o rq u e n o s o c a s i o n a r í a q u e b ra d e ro s d e c a b e z a . C u a nd o
d i c h o c o l o r s e v e s o b r e u n ó r g a no , q u i e re d e c i r q u e é s te s e
h a l l a m u y e nfe rm o y s i s e p r o d u c e s o b re u n ó rg a n o v i ta l e s
s e ñ a l d e u n a m u e r t e p ró x i m a .
To d o s     aquellos          que        o s t e n ta n e l         color   ro j o   al     final del
e s te r nó n ,      tienen          a l te ra c i o n e s       ne rv i o s a s .    Ti e ne n       que
a p re nd e r a c o n t ro l a r s u s a c t i v i d a d e s y v i v i r c o n m á s c a l ma ,
s i q u i e r e n d i s f r u t a r d e u n a v i d a l a r g a y t ra n q u i l a .




Anaranjado

E l c o lo r na ra n j a , en re al id a d , e s u n a ra ma d e l e nc a rna d o ;
pero        le      rendimos               el        homenaje           de      r e s e rv a rl e     u na
c l a s i f i c a c i ó n p r o p i a p o r q u e a l g u n a s r e l i g i o n e s d e l O r i e n te
lejano consideran el naranja como el color del Sol y lo
r e v e re n c i a n . P o r e s ta r a zó n h a y t a n to c o l o r a na ra nj a d o e n
a q u e l l a s t i e rr a s . P o r o tro l a d o , a t e n to s a m o s t ra r l a c a ra y
l a c ru z d e l a m o ne d a , a ñ a d i re m o s q u e o tr a s re l i g i o n es
s o s ti e n e n q u e e l a zu l e s e l c o l o r d e l S o l . M a s , n o i mp o r t a
nuestra           opinión          en     el        asunto;      el    naranja        es     un      color
b á s i c a m e n te     hermoso,               y    las    p e r s o na s   con      un     acertado
ma t i z a n a ra n j a d o e n s u a u r a s o n ge nt e c o ns i d e ra d a p a ra
c o n s u s s e m e j a n te s ; s o n h u m a no s y ha c e n to d o l o p o s i b l e
p a ra     ayudar         a    los       d e má s ,        que   no     han      sido      ta n      a fo r-
t u n a d a m e n te d o t a d o s . Un a ma r i l l o a n a ra n j a d o e s u n c o l o r
mu y d e s e a b l e , q u e d e no ta d o mi ni o d e s í m i s mo y p o se e
d i v e r s a s v i r tu d e s .

U n a na ra n jad o ti ra nd o m á s o me no s ha c i a el m a r ró n es
s e ñ a l d e s e r u n a p e rs o n a p e re z o s a q u e t o d o l o t ra ta c o n
negligencia.              Un        m a r ró n         a n a ra n j a d o      también              indica
t r a s to r n o s e n l o s ri ñ o -


                                                                                        13
n e s . S i e s tá s i tu a d o s o b re l o s r i ño n e s y ti e n e u n a m a n c ha
mellada de color gris, denota la presencia de cálculos re-
nales.
Un anaranjado teñido de verde delata una persona a quien le
gusta el pelear por el solo gusto de pelear; y cuando nosotros
hayamos progresado hasta el punto de poder percibir los
matices dentro de los colores, obraremos prudentemente evi-
tando todo trato y discusión con personas qu e tienen algú n
trazo verde entre su anaranjado, pu esto qu e sólo saben ver
« bl anco y n egro » y le s f al tan i ma gi na ció n, pe rcepc ió n y di s-
c e rnimie n to p a r a d a rs e cuen t a de qu e hay ma t ic es d e co no-
cimiento, de opinión, así como de color. Las personas afectadas
por el verde-anaranjado no acaban nunca de argüir, sólo por el
gusto de argüir, sin que les preocupe si sus argumentos son
verdaderos o falsos; para ellos, la cosa está en el argüir sin
parar.




Amarillo


Un amarillo dorado indica que su posesor está dotado de una
naturaleza muy espiritual. Todos los grandes santos tienen
halos de oro alrededor de sus cabezas. A mayor espiritualidad,
más brillo de aquel amarillo dorado. Haciendo una digresión,
añadiremos que todos los que poseen una extraordinaria espi-
r i t u a l i d a d , t a m b i é n t i e n e n e l a ñ i l e n s u a u r a ; p e r o a h o r a se
habla del amarillo. Todos cuantos ostentan este color se
hallan en buena salud espiritual y moral. Siguen rectamente
por la Senda, y de acuerdo con su exacto matiz de amarillo,
tienen muy poco que temer. Una persona dotada de un
amarillo brillante puede estar completamente segura; si el ama-
rillo es degradado (como el color de algu nos malos quesos),
que es cobarde por naturaleza; de esos que la gente dice «es
amarillo». Es muy común que se vea el aura de las personas, y
muchos de esos dichos populares se hallan en todas las len-
g u as desd e tiempo s a trás . Pe ro un a ma ril lo feo es si g no d e
s e r u na mal a pe rson a ; u no qu e t ie ne m iedo con ti nuam ente
d e t o d o . U n a m a ri l lo ro ji zo n o e s d el t o do f a v o rab le p o rqu e
indica una timidez mental, moral y física. Las personas con
ese color cambiarán una religión por otra, siempre en busca
de algo que no se puede alcanzar en cinco minutos. Les falta
voluntad de permanencia; no pueden fijarse en nada si no unos
breves momentos. Una persona que tenga el amarillo rojizo y
e l ro jo ca s ta ño e n su au ra , s ie mp re co rre e n pos de l sexo
opuesto, siempre sin sacar nada. Merece ser notado que
una persona pelirroja y que tiene el rojo amarillo en su aura,
será muy combativa, muy agresiva y muy llevada a interpretar
toda obs e rva ció n qu e se l e ha ga co mo u n insu l to p e rso na l .
Esto se refiere particularmente a los que tienen el pelo rojo y
el cutis rojizo y a menudo pecoso.
Muchos de esos matices amarillentos y rojizos indican que la
persona que los tiene está afligida por un gran complejo de
inferioridad. Cuanto más rojo haya en el amarillo, mayor será
este complejo. Un amarillo tirando a castaño denota pen-
samientos muy impuros y un pobre desarrollo espiritual.
Muchos individuos de esta calaña o catadura poseen este rojo-castaño-
amarillo y, en el caso de ser particularmente malo, se les añade
como una argamasa verde que mancha con puntos el aura.
Son gente que casi nunca pueden ser salvados de su propia
demencia.
Todo amarillo tirando a castaño indica pensamientos impuros
y que la persona afectada por este color no conserva siempre
la senda recta y breve. Por lo que hace a la salud, el amarillo
v e rdoso e s si gn o de pad ec imi e n tos de l h í gado . Cu ando es te
color gravita hacia un amarillo-castaño-rojizo, significa que los
males son principalmente de naturaleza social. Una persona
aquejada de una enfermedad social invariablemente tiene una
zona de castaño oscuro y amarillo, también oscuro, alrededor
de sus caderas. A menudo dicha zona está moteada con algo
que parece polvo colorado. Con el color castaño que se va
pronunciando cada vez más sobre el amarillo, y a veces mos-

                                                                      45
trando franjas dentadas, nos damos cuenta de que la persona
     está enferma de la mente. Un individuo que posee una doble
     personalidad (en el sentido de la psiquiatría) muy frecuente-
     mente presenta la mitad del aura de un amarillo azulado y la
     otra de un amarillo tirando a marrón y a verde. Es una com-
     binación absolutamente desagradable.
     El amarillo dorado puro, con el cual hemos dado principio a
     esta sección, debe ser siempre cultivado. Puede ser alcanzado
     por una continua pureza de pensamientos y de intenciones.
     Todos tenemos que pasar por el amarillo brillante antes no
     hagamos nuevos progresos por la senda de la evolución.




     Verde


     El verde es el color de la curación, de la enseñanza y el del
     crecimiento físico. Muchos grandes médicos y cirujanos tienen
     una abundancia de verde en su aura; también de rojo y, cosa
     curiosa, ambos colores se mezclan armoniosamente y sin dis-
     c o rd i a e n t re s í . El ro j o y e l v e rd e , c u a nd o s e v e n e l u n o a l
     lado del otro, en diversas materias, muchas veces chocan e irri-
     tan; pero, situados en el aura, gustan. Verde con una cantidad
     p ropo rc io nada d e rojo i nd ica un g ra n ci ru ja no , u n homb re
     mu y compe tente . E l ve rde , so lo s i n e l ro jo, u n méd ico mu y
     e m i n e n te q u e c o no c e s u p ro fe s i ó n ; o u n a e nf e r m e ra , c u y a
     vo cac ió n es su p ro fe sió n y su s amo res . El ve rd e , m ix to con
     una dosis proporcionada de azul, anuncia éxitos en la ense-
     ñanza. Algunos grandes profesores tienen el verde en sus
     respectivas auras y franjas o estrías de un azul movedizo, una
     especie de azul eléctrico, y muchas veces, entre el azul y el
     verde hay pequeñas tiras de amarillo-dorado que indican
     que el profesor es de aquellos que se preocupan cordialmente
     por el bienestar de sus discípulos y tienen la necesaria altura
     espiritual para enseñar los temas más elevados.
             Todo cuanto tiene que ver con la salud de las personas y de

46
l os a ni ma les se trad uce po r u na e le vada ca n tidad de v e rde
e n l a c o m p o s i c i ó n d e s u s a u ra s . N o s e l l e ga a l n i v e l d e l o s
más grandes cirujanos o médicos; pero todo el mundo, no
importa cuál, si tratan de la salud de las personas, de los ani-
males o plantas, tienen una cierta cantidad de color verde en
sus auras. Parece como la insignia de su profesión. El verde
n o e s , c o n to d o , e l c o l o r d o m i n a n te ; c a s i s i e m p re s e h a l l a
subordinado a otro color. Es un color benéfico e indica que el
que lo posee con abundancia es una persona amistosa, compa-
siva y considerada para con los demás. Si un individuo pre-
senta un verde-amarillento, de todos modos no podemos fiar-
nos de él, y en la medida misma de la mezcla de un ama-
rillo desagradable con un verde repugnante, asimismo será la
co n f ia nz a qu e n o s me re zc a . L o s t im ad o res t i e ne n u na au ra
verde-amarillenta (son gente que sabe hablar a sus víctimas
de una manera amable y luego les quitan engañosamente el
dinero). Tienen una especie de argamasa verde a la cual
se une su amarillo. A medida que el verde tiende al azul — ge-
neralmente un agradable azul celeste o azul eléctrico — más
digna de confianza es una persona.




Azul


Este color, a menudo se describe como el del mundo espiritual.
También denota habilidad intelectual como cosa distinta de la
espiritualidad; pero, naturalmente, tiene que ser, dicho azul,
del matiz justo; con este matiz es un color ciertamente mu y
favorable. El etérico es de un tinte azulado, un azul parecido
al que exhalan los cigarrillos antes de ser aspirados y expirados
por la boca, o también, el humo de la leña ardiendo. Cuanto
más brillante sea el fuego, más vigorosa la salud de la persona.
El azul pálido es el color de las personas que tienen que ser
empujadas para que adopten cualquier decisión de provecho.
Un azul más oscuro es el de una persona que está haciendo

                                                                            47
progresos, que es laboriosa. Más oscuro indica una persona
     hábil en las tareas de lo vida y que ha encontrado ciertas satis-
     facciones en su trabajo. Esos azules más oscu ros se hallan a
     menudo entre aquellos misioneros que lo son en virtud de
     u na « voca ció n» dec id ida . N o s e ha l la n e nt re a qu e llo s o t ros
     misioneros que no pasan de aspirar a una tarea que puede
     p e rmi t i rl e s d a r , t a l v e z , l a v u e l ta a l mu n d o c o n l o s ga s to s
     pagados. Podernos ju zgar a las personas por el vigor de su
     amarillo y la oscuridad de su azul.




     Añil


     Vamos a clasificar el añil y el violeta dentro de la misma cate-
     goría, dado que sus matices se confunden y se pasa insensible-
     mente del uno al otro y muy frecuentemente dependen entre
     sí. Las personas que ostentan dicho color en su aura de una
     manera manifiesta, son gente de profundas convicciones reli-
     giosas, que no se contentan con profesar exteriormente una
     religión. Esto constituye una gran diferencia; algunas personas
     dicen que son religiosas; otras dicen creen serlo; pero hasta
     que no se sea capaz de ver con certitud su aura, no se puede
     decir de ellas nada que sea seguro. Si una persona tiene un
     toque rosado en su añil, ésta será quisquillosa y desabrida,
     sobre todo para con las personas que se encuentren bajo la
     dependencia de dicho sujeto. El tinte rosado en el añil es un
     toque degradante, roba una porción de su pureza al aura. De
     pasada, digamos que las personas que presentan colores añil,
     violeta o morado en sus respectivas auras padecen trastornos
     del corazón y desórdenes del estómago. No les sientan bien ni
     los fritos ni la comida, por poco grasienta que sea.




48
Gris


El gris es un modificador de los colores del aura. En sí, carece
de significación, excepto la de que la persona está muy poco
e volu cio nad a . Si la persona a qui en co ntemp lamos no es tá
evolucionada, presenta normalmente grandes franjas y man-
chas de gris; pero, corrientemente, nunca miraréis el cuerpo
desnudo de una persona sin evolucionar. El gris, en un color,
delata una debilidad de carácter y una pobreza general de sa-
lud. Si alguien tiene zonas grises sobre algún órgano, eso indica
u n pel i g ro d e f a l lo d e l a sa lud d e é s te , o y a es t á e nfe rmo y
hay que curarlo inmediatamente. Una persona con una espesa y
dolorosa jaqueca, tendrá una nube como de humo gris que l e
a traviesa e l ha lo o n imbo , y no impo rta de qué colo r sea
éste, sus pulsaciones seguirán el ritmo de las punzadas de la
jaqueca que le aflige.
Lección sexta




     Con todo lo dicho, es obvio que todo cuanto existe es vibra-
     ción. Así, a través de todo lo existente, hay algo que podría-
     mos llamar un gigantesco teclado, formado por todas las vi-
     braciones que pueden haber existido siempre. Imaginémonos
     que se trata de un inmenso piano, extendiéndose por infinitas
     magnitudes. Imaginémonos, también, que nosotros somos hor-
     migas, y que sólo podemos escuchar unas muy pocas notas.
     Las vibraciones corresponden a las diferentes teclas de piano.
     Una nota, o tecla, cubriría todas las vibraciones que llamamos
     «tacto», la vibración que es tan lenta, tan «sólida» que la
     sentimos más que verla o escucharla (fig. 5).
     La nota siguiente sería el sonido. Esto es, la nota que cubre
     todas estas vibraciones que activan el mecanismo interior de
     nuestros oídos. No podemos percibir con nuestros dedos estas
     vibraciones; pero nuestros oídos nos dicen que se trata del
     «sonido». No podemos oír una cosa que sólo puede ser objeto
     de l ta cto ; ni pode mos ap reciar po r el tac to lo que debe se r
     oído.
     De este modo habremos cubierto dos notas del teclado de
     nuestro piano.
     La nota siguiente será la vista. Aquí también tendremos una
     vibración de tal frecuencia (esto es, vibrando tan rápidamente)
     que no podemos tocarla ni escucharla; pero afecta a nuestros
     ojos y se llama la «vista».
     Mezclada con esas tres notas hay otras de la misma frecuen-
     c ia , o zo na de frecue ncia s , qu e ll ama mos « rad io» . Una no ta
     más alta nos conduce a la telepatía, la clarividencia y otras
     manifestaciones de poderes emparentados con estas últimas.
     Pero el punto esencial es el de la verdaderamente inmensa can-
     tidad de grados de frecuencias, o de vibraciones. El hombre
     sólo puede percibir una extensión ciertamente escasísima de
     ellas.

50
EL TECLADO SIMBÓLICO
La vista y el sonido están estrechamente relacionados, de todas
     l as ma ne ra s . Pode mos ob tene r u n co lo r y de ci r qu e e s u na
     nota musical, puesto que existen instrumentos electrónicos
     qu e puede n tra ns fo rma r u n co lo r de te rm inado en u na nota
     determinada. Si esto parece difícil de comprender, hay que
     considerar lo siguiente: las ondas de la radio, eso es, música,
     palabras y hasta imágenes, están continuamente en casa, a
     donde vayamos y hagamos lo que hagamos. Nosotros, sin el
     auxilio de ningún aparato, no podemos percibir estas ondas de
     la radio; pero con un aparato especial, al que llamamos una
     «radio», que capta las ondas y, si lo preferís, traduce las fre-
     cuencias de la radio en frecuencias auditivas, podemos escu-
     char los programas de las emisoras y hasta ver las imágenes
     de la televisión.
     De la misma manera, podemos tomar un sonido y decir que
     concuerda con un color, y viceversa, afirmar que un color co-
     rresponde a un sonido determinado. Esto es muy conocido en
     Oriente, y creemos que verdaderamente tiene que influir posi-
     tivamente en la apreciación que hagamos de una obra de arte;
     po r e je mplo , cu a ndo m i ra mos u n cu ad ro e i ma ginamos u n
     a co rde que resu l ta ría de aque l los co lo res si los tra nspo rtá -
     semos a la música.
     Todos sabemos que Marte es también conocido por «el Planet a
     Rojo». Marte es el planeta rojo, y el rojo de cierto tono —
     e l r o j o b á s i c o — t i e n e u n a n o t a m u s i c a l q u e c o r r e s p o n de al
     «do».
     El anaranjado, que es parcialmente rojo, corresponde con la
     nota «re». Entre las creencias de algunas religiones se establece
     que el anaranjado es el color del Sol; otras religiones dicen que
     el color del Sol, es el azul. Preferimos creer que el Sol es
     anaranjado.
     E l am a ri llo corre spond e a l «m i » y e l p la neta Me rcu rio e s e l
     «regente» del amarillo. Todo esto, natu ralmente, procede de
     la mitología oriental; igual que los griegos tuvieron sus dioses y
     diosas que cruzaban el firmamento en sus carros flamígeros,
     los pueblos del Oriente Tienen sus mitos v leyendas; pero in-

52
vestían sus planetas con diversos colores, y decían que tal y
cual color era regido por tal y cual planeta.
El verde tiene una nota musical correspondiente al «fa». Es
un color de crecimiento, y algunos afirman que el crecimiento
de las plantas puede ser estimulado con notas musicales ade-
c u a d a s . A u nq u e no te ng a mo s e x p e r i e n c i a p e rs o na l d e e s te
hecho particular, poseemos una información procedente de
fuentes dignas de crédito. Saturno es el planeta que controla el
verde. Es interesante observar que los antiguos derivaron estos
colores de las sensaciones que recibían contemplando un deter-
minado planeta entregados a la meditación. Varios de los an-
tiguos meditaron en las cumbres más altas de la Tierra, en los
altos picos de los Himalayas, por ejemplo, y cuando se está a
muchos miles de metros de altura se deja mucho aire atrás, y
los planetas se ven más claros y las sensaciones son más agu-
das. De este modo los sabios de la Antigüedad establecieron
las normas sobre los colores.
El azul corresponde a la nota «sol». Corno hemos dicho antes,
en algunas creencias religiosas se contempla el azul como el
color del Sol; pero como sea que seguirnos la tradición oriental,
decidimos que el planeta del azul es Júpiter.
El añil es «la» de la escala musical y en Oriente se cree regido
por Venus. Venus, cuando está bien espectada, eso es, cuando
reparte beneficios a los humanos, concede habilidad artística y
pureza de pensamiento. Proporciona el mejor tipo de carácter.
Únicamente cuando está conectada con las personas de la más
baja vibración, Venus conduce a diversos excesos.
El violeta corresponde a la nota «si» y es regida por la Luna.
Aquí también, si nos hallarnos bajo el buen aspecto de la
L u na , o d e l c o l o r v i o l e ta , é s to s c o m u n i c a n c l a ri d a d a l p e n -
samiento, espiritualidad e imaginación controlada. Pero si el
a s p e c t o e s m a l o , e n t o n c e s s e p ro d u c e n l a s p e r t u rb a c i o n e s
mentales que hacen a un individuo «lunático».
En la parte exterior del aura existe un envoltorio que encierra
t o t a l m e n te a l c u e rp o h u m a no , s u e t é r i c o y a l a u ra m i s m o .
Parece como si el conjunto del ser humano, con el cuerpo

                                                                              53
f í s i c o e n e l c e n tro , l u e g o e l e t é r i c o y l u e go e l a u r a ,
     e s tu v i e s e n m e t i d o s e n u n s a c o . I ma gí ne s e d e e s t a fo rma :
     t e n e m o s u n h u e v o d e g a l l i n a c o mo to d o s . D e n t ro e s tá l a
     y e m a , q u e c o rr e s p o n d e a nu e s t ro c u e rp o . D e s p u é s e s t á n l a s
     c l a ra s , q u e c o r r e s p o n d e n a l e té r i c o y a l a u ra . P e ro e n e l
     h u e v o , e n t re l a c l a ra y l a c á s c a ra , v e m o s u na e s p e c i e d e
     p e l l e j o m u y b l a nd o . C u a n d o h e r v i mo s u n hu e v o                    y
     l e v a n t a m o s l a c á s c a ra , p o d e mo s p e l a r e s ta p e l í c u l a . E l
     c o nj u n to d e l ho m b re e s p a r e c i d o . Es t á e nc e r r a d o p o r l a
     e s p e c i e d e p e l l e j o q u e l o c u b re . És te e s c o m p l e ta m e n te
     t r a n s p a r e n t e y , b a j o e l i m p a c to d e l a s o n d u l a c i o n e s y
     t e mb l o re s d e l a u ra , o n d u l a u n p o c o ; p e ro s i e m p re t i e nd e a
     r e c o b ra r s u f o r m d e h u e v o , c o m o u n g l o b o s i e m p re r e c o b ra
     s u e s fe ri c i d a d p o r c u a nto s u p re s i ó n i n te r i o r e s m a y o r q u e
     l a e x te rna . P o d e m o s ha c e r no s c a r go v i s u a l me n te i m a g i n a nd o
     e l c u e rp o , e l e t é ri c o y e l a u ra c o n te n i d o s d e n t ro d e u n s a c o
     m u y d e l g a d o d e c e l o f á n , e n fo rma d e hu e v o ( f i g . 6 ) .
     C u a nd o p e n s a m o s , p ro ye c ta m o s d e s d e e l c e re b ro , a t ra v é s
     d e l e té ri c o y de l a u ra , s o b re e s te « c u ti s á u ri c o » . A l l í , s o b re
     l a s u p e r fi c i e e x t e r i o r d e e s ta c u b i e rt a , s e p ro d u c e n
     i m á g e ne s d e nu e s tro s p e n s a m i e n to s . C o mo e n o t ra s v e c e s ,
     p a ra e x p l i c a r l o , d a m o s u n e j e mp l o b a s a do e n l a ra d i o o l a
     t e l e v i s i ó n . En e l c u e l l o d e u n tu b o d e te l e v i s i ó n , l o q u e s e
     c o no c e b a j o e l n o m b re d e « c a ñó n e l e c t ró n i c o » , d i s p a ra
     e l e c t ro ne s ra p i d í s i m a me n t e s o b re u n a p a n t a l l a f l u o re s c e n te ,
     q u e e s l a p a nt a l l a d e l te l e v i s o r. A m e d i d a q u e l o s e l e c t ro n e s
     s e p i n ta n s o b r e u n re v e s ti m i e n to e s p e c i a l q u e e s tá e n l a
     parte interior de la pantalla, éste se pone fluorescente; es
     d e c i r , ha y a l l í u n p u n to l u m i n o s o q u e p e r s i s te p o r u n
     t i e m p o s u f i c i e nt e p a ra q u e no s q u e d e u n a « me m o ri a
     r e s i d u a l » d e a q u e l p u n to . D e e s ta m a ne ra , e l o j o c o nt e m p l a
     l a to ta l i d a d d e l a s i má g e ne s s o b r e l a p a n t a l l a d e l te l e v i s o r .
     P a r a l e l a m e n te a l a s v a r i a c i o n e s d e l t r a n s m i s o r , c a m b i a n l a s
     i m á g e ne s .
     D e u n m o d o m u y p a re c i d o , l o s p e ns a m i e n to s s o n e m i ti d o s
     p o r e l t ra n s m i s o r — n u e s t ro c e r e b ro — y l l e g a n a l a
     c u b i e r ta d e l a u ra . A l l í l o s p e ns a m i e n to s s e p i n ta n y fo rm a n
     i m á g e ne s q u e p u e d e n s e r v i s t a s p o r u n c l a r i v i d e n te . P e ro no
     sólo se ven



54
LA FUNDA AUREA
    Fig. 6.
nuestros pensamientos actuales, sino todos los que han existido
     anteriormente.
     Es muy fácil para un Adepto mirar a una persona y ver en la
     cubierta del aura alguna de las cosas que dicha persona hizo
     durante sus dos o tres vidas anteriores. Esto puede parecer
     fantástico para los que no son iniciados; pero es perfectamente
     exacto.
     L a ma te ria no pued e de s trui rse . Todo cuant o ex is te , si gue
     siendo. Si producirnos un sonido, la vibración de éste — la
     energía que lo causa — persiste para siempre. Si, por ejemplo,
     n o s es p o sib le v ia ja r e n u n i n s ta n te h as ta u n p la ne t a mu y
     lejano, podremos ver, en la suposición de que dispongamos de
     instrumentos adecuados, imágenes que se produjeron miles y
     miles de años atrás. La luz tiene una velocidad definida y
     jamás empalidece; de manera que si nos trasladamos -- instan-
     táneamente -- lo bastante lejos de la Tierra, podremos ver su
     creación. Pero, todo esto, nos llevaría lejos de lo que estarnos
     hablando. Debemos precisar que el subconsciente, como no
     está controlado por la conciencia, puede proyectarnos imáge-
     nes de cosas que se encuentran más allá de lo que ésta alcanza. Y
     que una persona dotada de suficientes facultades de clarivi-
     dencia puede conocer, sin dificultad, qué clase de persona es
     a que ll a qu e tie ne enf re nte . Es to e s u na form a ava nzad a de
     psicometría, que podríamos llamar «psicometría visual». Más
     adelante trataremos de la psicometría.
     Todos los que posean alguna percepción o sensibilidad pueden
     sentir el aura, aun cuando no puedan verla. ¿Cuántas veces os
     habrá sucedido que instantáneamente os atrae — o, al contra-
     rio, repele — una persona antes de haber cambiado una sola
     palabra con ella? La percepción inconsciente del aura explica
     nuestras simpatías y antipatías. Todos podemos verla; pero los
     abusos de toda clase pueden hacernos perder aquella facultad.
     En los siglos venideros no habrá nadie que no esté facultado
     para practicar la telepatía, la clarividencia, etcétera.
     Procedamos más adelante en lo de las simpatías y antipatías;
     cada aura se compone de varios colores y listas de colores. Es

56
necesario que los colore, y las listas liguen entre sí recíproca-
m ent e pa ra q u e do s pe rso nas sea n com pa ti bl es . Es to es l a
causa de que un marido y su mujer sean compatibles en una o
dos cosas y completamente incompatibles en el resto. Ello es
deb ido a que la fo rma particu la r de la o nda que posee una
de las personas encaja sólo parcialmente con la onda de la
otra.
Decimos, de dos personas, que están en dos polos opuestos; es
el caso de la incompatibilidad rotunda. Si preferimos mirarlo
por otro lado, diremos que las personas que son compatibles
poseen auras respectivas, cuyos colores se funden y armonizan,
al paso que las incompatibles tienen sus auras fabricadas de
colores que chocan y que irritan la sensibilidad de quienes las
contemplan.
Las personas proceden de varios tipos. Sus vibraciones tienen
frecuencias comunes. Las personas de un tipo «común» tien-
den a ir en grupo. Se pueden ver rebaños de muchachas siem-
pre juntas, y de mozalbetes holgazaneando por las esquinas o
f o r m a nd o b a nd a s . La c a u s a s e d e b e a q u e to d o s e l l o s — o
ellas — tienen frecuencias comunes o tipos comunes de aura;
por eso dependen los unos de los otros, ejercen una influencia
magnética recíproca, y la personalidad más fuerte del grupo
será la que dominará, para bien o para mal. Los jóvenes tienen
que ser educados con disciplina y autodisciplina, a fin de que
sean controlados sus impulsos más primarios, si la raza tiene
que mejorar.
Como se ha dicho, el cuerpo humano está centrado dentro de
el envoltorio en forma de huevo que le rodea, centrado dentro
del aura; ésta es la posición normal para casi todos, las perso-
nas corrientes y que gozan de buena salud. Cuando una per-
sona sufre una enfermedad mental, no está debidamente cen-
trada. Muchas personas dicen: «Hoy no estoy en mi centro».
este es el caso; la persona se halla proyectada en un rincón
del ovoide. La gente que posee una doble personalidad es
completamente distinta de la corriente; puede muy bien tener
la mitad del aura de un color y la otra de otro completamente

                                                                    57
distinto. Puede, incluso, en casos de doble personalidad muy
     acusada, que el aura no tenga precisamente la forma de un
     huevo, sino de dos huevos unidos por un extremo el uno al
     otro. Las enfermedades mentales no pueden ser tratadas lige-
     ramente. Los tratamientos a base de choques son peligrosos
     ya que pueden lanzar el astral (va que de él se trata) fuera
     del cuerpo físico. Pero el tratamiento de choque más enérgico
     se designa ( ¿consciente o inconscientemente?), el choque de
     dos huevos en uno. A menudo quema grupos de neuronas en
     el cerebro.
     Nacemos con ciertas posibilidades, ciertos límites en los co-
     lores de nuestras auras, la frecuencia de nuestras
     vibraciones y otros detalles; así, es posible a toda persona
     con la suficiente determinación y buena voluntad alterar la
     propia aura en sentido positivo. Desgraciadamente, es más
     fácil el ir a lo peor. Sócrates, por ejemplo, sabía que habría
     sido un buen asesino; pero quiso caminar por donde el hado
     le conducía; y dirigió sus pasos en la vida en un sentido
     opuesto. En vez de asesino, Sócrates se convirtió en el
     hombre más sabio de su época. Todos podemos, si nos es
     necesario, levantar nuestros pensamientos a más alto nivel y
     auxiliar a nuestras auras. Una persona con un rojo turbio y
     oscuro en ella, signo de que está dotada de una sexualidad
     excesiva, puede aumentar la frecuencia de las vibraciones de
     este rojo sublimando sus deseos sexuales y llegando a ser
     una persona de un mayor empuje constructivo, que se abre
     su propio camino en la vida.
     El aura se desvanece pronto después de la muerte; mas, el
     etérico puede convertirse en el fantasma sin cerebro que
     sigue visitando, insensible, sus lugares preferidos en vida.
     Varias personas, en distritos rurales, han visto unas formas
     de color azulado sobre las sepulturas de los cadáveres
     recientemente enterrados. Este resplandor se hace más
     perceptible por las noches. Consiste, como es natural,
     meramente en el etérico que se disipa después de la
     descomposición del cuerpo.
     En el aura, las vibraciones bajas corresponden a colores
     opacos y turbios que provocan más náusea que atracción.
     Cuanto más



58
altas son las vibraciones de cada uno, más puros               y   brillantes
resultan los colores del aura; no brillantes de un modo llama-
tivo, sino con el mejor y el más espiritual de los resplandores.
Podemos decir que los colores puros son «deleitosos», mien-
tras que los turbios son desagradables. Una buena acción abri-
llanta el aspecto del aura, haciendo resaltar los colores áuricos.
Una mala acción los desciende al azul o al negro. Las buenas
acciones — en provecho del prójimo — hacen ver el mundo a
través de «cristales rosados».
Hay que fijar bien en nuestra mente que el color es el mayor
índice de nuestras potencialidades. Los colores cambian, como
es natural, con nuestros cambios de estado de ánimo; pero los
colores básicos permanecen, excepto en el caso que una per-
sona determinada mejore, o empeore su carácter. El color bá-
sico permanece y los matices indican el estado de humor del
individuo. Mirando los colores del aura de una persona cual-
quiera hay que preguntarse:

1.    ¿Cuál es el color?
2.    ¿Es claro o turbio? ¿Cómo puedo ver a su través?
3.    ¿Ondula en algunas de sus partes, o está colocado casi in-
      móvil sobre una mancha?
4.    ¿Es una franja continua de color conservando su forma
      estructura, o fluctúa y presenta corno picos agudos y pro-
      fundos valles?
5. También hemos de asegurarnos de que no nos dejamos lle-
     var por prejuicios sobre una persona, cuando se trata sola-
     mente de mirar su aura, sin imaginar que es turbia cuando,
     de hecho, no lo es en absoluto. Pueden ser nuestros pensa-
     mientos erróneos lo que nos hace parecer un color turbio;
     porque hemos de tener muy presente que, examinando el
     aura de otra persona, tendríamos antes que estar muy segu-
     ros de no contemplarla a través de nuestra propia aura.


Existe una correspondencia entre los ritmos musical y mental.
El cerebro humano es una masa de vibraciones con impulsos

                                                               59
eléctricos que irradian por todas partes de éste. Un ser huma-
     no emite una nota musical, dependiente de las frecuencias de
     la vibración de dicho ser. Es muy parecido a una colmena,
     de la que se escapa el zumbido de una multitud de abejas; por
     esto algunas otras criaturas oyen a los seres humanos. Cada
     ser humano tiene su propia nota básica, que se emite constan-
     temente igual que un alambre eléctrico produce una nota al
     paso del viento. Además, la música que se hace popu lar es
     aquella que se encuentra en relaciones de simpatía con la for-
     mación de las ondas de los cerebros y, éstas, de los cuerpos.
     Podemos hallar una melodía «que se pega al oído» qu e todo
     el mundo canturrea o silba. La gente dice que «tal o cual melo-
     día» no se le quita de la cabeza. Este tipo de canciones tienen
     la clave de las ondas cerebrales durante un tiempo determi-
     nado, hasta que su energía fundamental se disipa.
     La música clásica es de una naturaleza más permanente. Es una
     música que obliga a las ondas del auditorio a vibrar por sim-
     patía con ella. Si los dirigentes de una nación necesitan levan-
     tar el espíritu de sus seguidores, tienen que componer o tener
     ya compuesta una forma especial de música, llamada «himno
     nacional». Quienes escuchan esta música se llenan de toda
     suerte de emociones; se les fortifica el espíritu y piensan con
     amor en su tierra y con arrogancia en los demás países. Fenó-
     meno que se produce meramente porque las vibraciones que
     llamamos sonido han provocado vibraciones mentales que les
     hacen reaccionar en determinado sentido. D e este modo es
     pos ib le «p reo rde na r» c ie rta s re acc io nes e n e l se r hu mano ,
     interpretando ante el sujeto ciertos tipos de música.
     Una persona profunda en sus pensamientos, que esté dotada
     de unas ondas cerebrales con altos picos y depresiones profun-
     das, ama la música del mismo tipo; eso es, que posea picos y
     profundidades. Pero los que tienen una mente dispersa, pre-
     fieren una música también sin sustancia; música que no pasa
     de un tintineo y que no sale de la insignificancia.
     Varios de los grandes compositores son personas que, cons-
     ciente o inconscientemente, viajan por el astral, y que llegan a

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Notas del autor

  • 1.
  • 2. Nota del autor S o y Tu e s d a y L o b s a n g Ra m p a . * És te e s m i ú n i c o no m b re y , ahora, mi nombre legal, y no respondo a ningún otro. Varias cartas me llegan con una fantástica acumulación de nombres añadida; van a parar directamente a la cesta de los papeles por tirar, puesto que, como digo, mi solo nombre es: Tuesday Lobsang Rampa. Todos mis libros son veraces; todas mis pretensiones, funda- das. Hace años la prensa de Inglaterra y Alemania inició una campaña en contra de mi persona, en días en que no me podía d e fe nd e r a m í m i s m o , a c a u s a d e e s ta r p o st r a d o , c a s i mo r i - bu ndo , v íc tima d e u na t rombos is co rona ria . Fui p e rse gu i do sañuda y locamente. Aun ahora unas pocas personas me quieren mal, y por eso co- l e c c i o n a n « e v i d e n c i a s » ; a u n q u e e s s i g n i fi c a t i v o q u e n i n gú n «colector de evidencias» haya intentado verme personalmente. E s inusitado el no conceder a una «persona acusada» una oportunidad de puntualizar su propia historia. Todo el mundo es inocente antes de que se pruebe lo contrario. Nunca se ha probado mi culpabilidad; y jamás se me ha permitido probar mi autenticidad. L a p r e n s a i n g l e s a y a l e m a n a n o m e h a c o n c e d i d o e l me n o r sitio en sus columnas; de manera que me he visto en la desa- gradable posición de saberme inocente y veraz, sín poder ex- plicar a nadie mi historia, vista desde mi lado. Una gran ca- dena de televisión me ofreció una entrevista; pero insistiendo en que yo tenía que decir lo que ellos pensaban que yo tenía qu e co nta r — d ic ho de o tro modo, un mo ntó n de e mbus te s . Yo , lo qu e n ece si to , e s co nta r la ve rd ad ; v is to lo cu al , el los no me dejaron asomar a la pantalla. « T u e s d a y » , e n i n g l é s , s i g n if i c a « m a r t e s » . C o m o s e a q u e e l la m a t ibe tano dec lara su nom b re en i ngl és y n o en s u idiom a nativo, hemos respetado su manera de hacer. 7
  • 3. D é j e s e m e r e p e t i r q u e t o d o c u a n t o e s c ri b í e s v e r a z . M i s p re - tensiones son justificadas. Mi razón específica, cuando insisto, se basa en que, en un futuro próximo, otras personas como yo se presentarán, y no deseo que sufran todo lo que he tenido q u e s u f r i r p o r c u l p a d e l a m a l i c i a y o d i o p e r v e rs o d e u n o s cuantos. Un gran número de personas han visto mis papeles, absoluta- mente auténticos, probando que he sido un alto Lama del Potala, en Lhasa, Tibet, y que poseo el título de doctor en Medicina, graduado en la China. Aunque la gente haya visto dichos documentos, lo «pone en olvido» cuando la prensa anda embrollando alrededor del asunto. L eed , pu es , todos mi s l ib ros, b ie n s egu ro s e n vues tro fue ro interno de que todo lo que se escribe en ellos es verdad, y lo que pretendo ser, es lo que realmente soy. Leed mis libros y lo veréis. T. Lobsang Rampa
  • 4. Prólogo E l p rese nte l ibro e s u n cu rso mu y e spec ia l iz ado de i ns truc - ción destinado a cuantos estén sinceramente interesados en conocer todas aquellas cosas que deben ser conocidas. P r i m e r a m e n t e se pensó en redactarlo bajo la forma de un curso por c o r r e s p o n d e n c i a ; p e r o s e h i z o l a c u e n t a d e q u e sería necesaria una organización tal que implicaría que cada u no de los es tud iantes tend ría que sa t is fa ce r un a cuo ta de treinta y cinco libras esterlinas por el curso entero. Por ello, con la colaboración de mis editores, se optó por la publicación en forma de libro. Un pobre, infeliz escritor no puede sacar mucho de sus libros; ya se sabe, lo que gana es muy poco, y aun, a menudo, el autor recibe de todas las partes del mundo cartas cuyos autores s e « o l v i d a n » d e i nc l u i r e n e l l a s l a r e s p u e s t a p a g a d a . D i c h o autor puede hacer dos cosas: pagar él mismo, o bien ignorar la carta. En mi caso, muy atolondradamente, he cargado con el coste del papel impreso, la mecanografía y los gastos de correo; pero e l l o m e ha r e s u l ta d o d e m a s i a d o c o s to s o . N o me s i e n to c o n ánimos para responder las preguntas y cartas cualesquiera que sean, a menos de que la gente recapacite sobre lo que digo. Sin duda será interesante para el lector saber cosas como las qu e s i gue n: me han l le gado c a rtas comu nic ándo me qu e m is libros eran excesivamente caros y pidiéndome ejemplares gra- tuitos. Otro señor me escribió que mis libros eran demasiado caros y me rogaba que le mandase una copia autógrafa de cada uno de ellos y, como de pasada, me pedía la copia de dos l ib ro s qu e no e r an m ío s , pa ra qu e t amb ié n se las m and as e. Naturalmente, respondí la carta en cuestión. D igo a mis lectores, encarecidamente, que si leen este libro les seguirá un gran provecho. Si lo estudian, el beneficio será aún mayor. Para ayudarlos, hallarán incluidas las Instrucciones 9
  • 5. qu e es tab an de s ti nad as p rim i tiva me n te al cu rso po r corre s- pondencia. S i gue al p re sente l ib ro o tro vo lu men que co nti ene e n fo rm a monográfica artículos sobre varios temas de interés ocultístico y co tid ia no ; es tá reda ctado en fo rma de d ic cio na rio , u n d ic- cionario glosado. Después de haber buscado por varios países del mundo un glosario semejante, he acabado por decidirme a escribirlo yo mismo. Considero este segundo volumen esenc i a l p a r a c o m p l e t a r l a s n o c i o n e s d e l p r i m e r o , y h a c e r m á s útil y provechoso su estudio. T. Lobsang Rampa
  • 6. Instrucciones Nosotros — vosotros y yo — nos disponemos a trabajar juntos para que vuestro desarrollo psíquico pueda proceder sin len- titudes. Algunas de estas lecciones serán posiblemente más largas y más difíciles que las otras; pero ninguna de ellas ha s ido « re ll en ada » co n a rti fic ios . Tod as e l las cont ie ne n, ha s ta tanto como está bajo nuestro poder, real «alimento», sin ali- ños de fantasía. Escoged una velada concreta, todas las semanas, para estudiar estas lecciones de trabajo. Adquirid la costumbre de estu- d ia r u n tiempo fijo , en u n lu ga r d e te rm i nado v e n e l mis m o día de la semana. Aquí se trata de algo más que leer palabras; hay que asimilar ideas que os puedan ser muy extrañas; ade- más, la disciplina mental os será de un gran auxilio. Elegid un sitio — alguna habitación apartada — donde os en- contréis cómodos. Aprenderéis más estando cómodos. Poneos acostados, si Os gusta más así; pero, sea como quiera, adoptad una actitud en la que no tengáis que mantener la musculatura t e n s a ; e n l a q u e o s p o d á i s r e l a j a r d e l to do , d e m a ne ra q u e la atención entera pueda concentrarse en la letra impresa y en los pensamientos que están detrás de ella. Si os sentís tenso, os es preciso dedicar gran parte de la atención a percibir la sensación de la tensión muscular. Es indispensable que, por el espacio de una hora, o dos, o las que necesitéis para leer l a l e c c i ó n , na d i e v e n ga a ro m p e r e l hi l o d e v u e s t ro s p e n s a - mientos. Cerrad con llave vuestro cuarto de estudio. Es preferible así; y cerrad los postigos (o cortinas) para que las flu ctuaciones de la claridad no distraigan vuestra atención. Que haya una so la l u z en la hab i tac ió n ; p o r e je m plo , u na lá mpa ra d e p ie, s i t u a d a l i g e ra m e n t e d e t r á s d e v u e s t ra c a b e z a . a s t a p ro p o r- cionará una iluminación adecuada, dejando el resto de la habi- tación dentro de una discreta penumbra.
  • 7. Manteneos tendidos, o en la posición que os resulte más cómoda y de mayor reposo. Practicad unos breves instantes de rela- jamiento; tal vez, añadid a eso tres respiraciones profundas, la una detrás de la otra; retened el aire por tres o cuatro s egu ndos , y expu lsad lo e n tre s o cu a tro se gu ndos m ás . Pe r- maneced inmóvil un período de unos pocos segundos más y entonces empezad la lectura de la lección que corresponda. Leed primero con tranquilidad, como quien lee un diario. Cuando hayáis terminado la lectura, haced una pausa de unos cu an to s mom ent os pa ra pe rmi ti r que lo que acab ái s de l ee r caiga dentro del subconsciente. Entonces, empezad de nuevo. C a m i n a d a t ra v é s d e l t e x to d e l a l e c c i ó n m e t i c u l o s a m e n te , párrafo por párrafo. Si hay algo que se os haga difícil de c o m p re nd e r , re d a c ta d u na n o ta ; e s c ri b i d l a e n a l gú n b l o c h de notas situado al efecto, que esté a mano. No intentéis me- morizar nunca; no hace el menor provecho el hacerse esclavo de la letra impresa; el objeto de la lección es únicamente caer dentro de vuestro subconsciente. Un esfuerzo consciente dirigido a meterse en la memoria los textos a menudo bloquea u obscurece el pleno sentido de las palabras. No os preparáis pa ra un os ex ám enes , do nde s e requ ie re repe ti r a l p ie d e l a l e t ra — c o mo u n l o ri to — c i e r ta s f ra s e s d e l te x to . V o s o t r o s lo que debéis hacer es ir almacenando conocimientos que os permitan libraros de las cadenas de la carne y os hagan ver c l a ro q u é c o s a e s e l c u e rp o hu m a no y q u é s e n ti d o t i e n e l a Vida sobre la Tierra. Cuando hayáis terminado la primera lectura global del libro, y procedáis a repasar sus lecciones, consultad vuestras notas y estudiad de nuevo los puntos sobre los cuales habíais quedado en duda y no veíais claros. Sería demasiado fácil escribirnos a n oso tros y rec ib i r la re spue s ta ; e n ton ces l a respu es ta no caería dentro del subconsciente. Es más agradable y provechoso p a r a v o s o t r o s q u e l o g r é i s pe n s a r l a r e s p u e s t a c o n v u e s t r o esfuerzo. Debéis aportar vuestro esfuerzo. Nada que valga la pena puede lograrse sin esfuerzo. Todo aquello que se entrega gratis, 12
  • 8. c a s i s i e mp re e s p o rq u e n o m e re c e l a m e n o r c o n s i d e ra c i ó n . Te né is qu e abr i r vu e s t ra men t e ; qu e re r asi m il a r lo s nu evos conocimientos; tenéis qu e imaginaron que el saber penetra, fluyendo dentro de vosotros mismos. Recordadlo bien: «Como piensa, así es el hombre».
  • 9.
  • 10. Lección primera Antes de cu alquier intento dirigido a entender la natu raleza del Super-yo, o de tratar de alguna materia de estudio «ocul- ta», hemos de estar seguros de que comprendemos la natura- leza del hombre. Entendiendo por «hombre» el varón y la mujer. Digamos desde ahora, y de una manera definitiva, que l a mu je r es i gua l, s i má s no , qu e e l homb re en todo lo re ferente a las cosas ocultas y las percepciones extrasensoriales. La mujer, de hecho, muchas veces posee una mayor brillantez en su au ra y una mayor capacidad de apreciación en varias facetas de lo metafísico. ¿Qué es la vida? En verdad, todo lo que existe es «vida». Incluso aquellas criaturas que normalmente llamamos «sin vida», son vivientes. La forma normal de su existir puede haber cesado, y en e s te c a s o , no s o tro s l a s l l a ma m o s « mu e r ta s » , s i n v i d a ; p e ro con el cese de esta vida, una nueva forma de existencia aparece. El proceso de disolución, crea vida por sí mismo. T o d o a q u e l l o q u e e s , v i b r a . To d o o b j e t o e x i s t e n t e c o n s i s t e en moléculas moviéndose continuamente. Usaremos el vocablo «moléculas» y no los de átomos, neutrones, protones, etc., por la razón de que aquí se trata de un curso de metafísica y no de química ni de física. Intentamos pintar un «cuadro g e ne ra l » , y no u n de ta l lado ex ame n mi c ros cópi co qu e resu l- taría impertinente por causa de las materias tratadas. Tal vez nos veamos obligados a decir unas pocas palabras sobre moléculas y átomos, ante todo para calmar a los puristas que, si no, escribirían y nos explicarían cosas que ya sabemos. Las moléculas son pequeñas, muy pequeñas; pero pueden ser percibidas por el microscopio electrónico y por aquellos que 15
  • 11. están instruidos en las artes metafísicas. El diccionario define la molécula como la porción más pequeña de una substancia, capaz de existir de una manera independiente, y conservando las propiedades de aquélla. Pese a su pequeñez, las moléculas se componen de partículas aún más diminutas, conocidas por el nombre de «átomos». Un átomo es parecido a un sistema solar en miniatura. El núcleo representa el sol en nuestro sistema solar. Alrededor de este «sol», giran los electrones, mu y por el estilo que, en nuestro sistema, giran los planetas alrededor del nuestro c entro so la r. Como e n e l sis tema p la ne tari o , cada á to mo se compone de espacio casi vacío. Aquí (fig. 1), se dibuja el á to mo de ca rbo no — e l «l ad ri l lo » de nu es tro Uni ve rso —; s e ve enormemente magnificado. La fig. 2 reproduce la dispo- sición del Universo planetario nuestro. Cada substancia posee un número distinto de electrones alrededor de su «sol» — el núcleo. El uranio, por ejemplo, tiene noventa y dos electrones, al paso que el carbono sólo consta de seis. Dos de ellos muy próximos al núcleo y los cuatro restantes girando a mayor distancia de éste. Pero ahora, vamos a olvidar todo eso de los átomos y ceñirnos a las moléculas. El hombre es una masa de moléculas girando rápidamente. En s u a p a ri e n c i a , e s s ó l i d o ; no e s fá c i l ha c e r p a s a r u n d e d o a través de su carne y sus huesos. Con todo, esa solidez es una ilusión que se nos impone debido a que pertenecemos — con exceso — a la Humanidad. Consideremos una criatura infini- tamente pequeña que pueda estar a una cierta distancia de un cu e rpo humano y m i ra rlo . Es ta cria tu ra verí a sol es e n rot a - ción, espirales de nebulosas y corrientes de astros semejantes a la Vía Láctea. En las partes blandas del cuerpo — la carne — las moléculas estarían ampliamente dispersas. En las substan- cias más duras — los huesos — las moléculas ofrecerían más densidad, apretadas juntas como un gran enjambre de estre- llas. Imaginamos a uno de vosotros mismos situado en la cumbre 16
  • 12. ÁTOMO DE CARBONO Fig. 1. de una montaña cuando la noche es muy clara. Estáis solo, lejos de las luces de cualquier ciudad, las cuales, por refrac- ción a través de las gotas de humedad suspendidas en el aire, hacen que los cielos aparezcan como empañados. (Ésta es la razón por la cual los observatorios se hallan siempre en sitios apartados.) Estáis en vuestra propia cumbre... Encima 17
  • 14. de vosotros las estrellas brillan claramente. Contempláis cómo ruedan en formación interminable ante vuestros ojos maravi- l l a d o s , G ra nd e s g a l a x i a s s e e x t i e n d e n d e l a n te d e v o s o tr o s . Enjambres de astros adornan la negru ra del cielo nocturno. Cruza el cielo la banda que se conoce por Vía Láctea; parece un largo trazo de humo. Estrellas, mundos, planetas. Mo- léculas. Así aquella criatura microscópica os vería a vosotros. Los luceros del cielo aparecen como puntos de luz con in- c re í b l e s e s p a c i o s e n m e d i o d e e l l o s . E s tá n a b i l l o n e s , a t ri - l lo ne s .. . Si n emb a rgo , co mpa rado con e l gra n esp ac io entre ellas, nos hacen el e fe c to d e e s c a s a s . Un s u p u e s to n a v í o d e l e s p a c i o p u e d e mo v e rs e e n tre l a s e s t re l l a s s i n to c a r n i n gu na d e e l l a s . En l a s u p o s i c i ó n d e q u e o s fu e ra p o s i b l e c o nto r ne a r l o s e s p a c i o s e n t re l a s e s t re l l a s — l a s m o l é c u l a s — , ¿ q u é s e v e rí a ? L a c ri a tu ra m i c ro s c ó pi c a q u e o s e s tá m i r a n d o d e s d e l e j o s t a m b i é n s e l o p re g u n t a . N o s o t ro s s a b e m o s q u e t o d o l o q u e e l l a v e s o m o s n o s o t ro s . ¿ C u á l , e n to nc e s , e s l a fo r m a c i ó n f i na l d e l a s e s t re l l a s e n l os c i e l o s ? C a d a ho m b re e s u n u n i v e rs o e n e l c u a l l o s p l a n e t a s — m o l é c u l a s — g i r a n en derredor d e u n so l c en t r al . Cad a p ied ra o ra mi to , o go ta d e ag ua , se compone de moléculas en constante, inacabable movimiento. E l h o m b r e s e c o m p o n e d e m o l é c u l a s q u e s e m u e v e n : e s t e movi mi en to enge nd ra u na f o rm a de e le c tri c idad qu e , un id a a la «electricidad» producto del Super- yo, da lu gar a la vida sensible. Alrededor de los polos de la Tierra brillan resplandecientes tempestades magnéticas, que dan origen a las auroras boreales con todo su acompañamiento de luces coloreadas. Del mismo modo, alrededor de todos los planetas — y moléculas — se producen radiaciones magnéticas que se conjugan y se interfieren con otras radiaciones emanadas de otros mundos o moléculas. «Nadie es un mundo dentro de sí mismo.» No existen m u n d o s n i m o l é c u l a s s i n o t r o s m u n d o s y o t r a s m o l é c u l a s . C ad a c ria tu ra , mu ndo o mo lécu la , d epe nde d e la e xi s te nc ia de otras criaturas, para que su existencia pueda continuarse. También puede apreciarse que cada grupo de moléculas posee una densidad distinta. Son como enjambres de estrellas me-
  • 15. c ié ndos e e n el e spa cio . En al gu na s pa rtes de l Uni ve rso ha y áreas muy despobladas de estrellas o planetas, o mundos — c o m o s e q u i e r a l l a ma rl o s . M a s e n o tr a s e x i s te u n a g ra n densidad; por ejemplo en la Vía Láctea. De la misma forma, una piedra puede representar una concentración muy fuerte de galaxias. El aire está mucho menos poblado de moléculas, y, como sabemos, pasa por los conductos capilares de nuestros pulmones y se mezcla con el torrente sanguíneo. Más allá de la atmósfera existe un espacio donde hay grupos de moléculas de hidrógeno en ancha dispersión. El espacio no es el vacío absolu to, como la gente se imagina; es una colección de mo- l écu la s de hidró ge no e n f re né tic a osc i lac ión y , po r e l lo, l as estrellas, los planetas y los mundos están compuestos de moléculas de hidrógeno. Es evidente que si un cuerpo posee una cantidad importante de grupos moleculares, será una cosa de la mayor dificultad pa ra o tro cue rpo e l pa sa r a tra vés d e l as mo lé cul as de l p ri- m e ro ; p e ro l o q u e e s l l a m a d o u n « fa n ta s m a » , q u e ti e ne s u s moléculas ampliamente espaciadas, puede atravesar con faci- lidad una pared de ladrillos. Pensemos en lo que es la pared en cuestión: un conjunto de molécu las, algo parecido a una nube de polvo suspendida en el aire. Por improbable que parezca, existe espacio entre una molécula y otra, lo mismo que existe entre las estrellas, y si alguna criatura es lo bastante pequeña, o si sus moléculas están lo suficientemente disper- sas, entonces les es factible el pasar a través de las moléculas de la pared sin tocar ninguna. Esto nos permite apreciar cómo un «fantasma» puede aparecerse en un salón cerrado, y cómo p u e d e c i rc u l a r a t ra v é s d e u n a p a re d e n a p a ri e nc i a s ó l i d a . Iodo es relativo, una pared que es sólida para cualquiera de n o s o t ro s , p u e d e n o s e r l o p a r a u n f a n ta s m a o u na c ri a t u r a del astral. Pero, de esas cosas hablaremos más tarde.
  • 16. Lección segunda El cuerpo humano es, por supuesto, un conjunto de moléculas, como acabamos de ver; y para una criatura muy diminuta co- mo, pongamos por caso, un virus, sería vista como tal. Consi- deremos ahora el ser humano como un conjunto de substancias químicas, que también lo es. Un ser humano se compone de unos cuantos productos quími- cos. Principalmente agua. Si os parece que esto contradice en algo la lección anterior, tened en cuenta que también el a gua se co mpone de mol écu la s , y es u na cos a ev ide n te que si se pudiese enseñar a hablar a un virus ( !), os explicaría que ve moléculas de agua chocando entre sí, como guijarros en una playa. Y criaturas todavía más diminutas explicarían que las moléculas del aire recuerdan la arena de las orillas del mar. Pero ahora, lo que más nos interesa, es la composición química de nuestro cuerpo. Si vais a una tienda y compráis una batería para vuestra lámpara de bolsillo, tendréis un envase dentro del cual hay una caja de zinc con un electrodo de carbón en el centro — u na p ie za de c a rbo no a ve ce s ta n d el ga d a como u n láp iz y una serie de productos químicos unidos estrechamente entre l a c aj a ex te rio r de z i nc y el bas to nc i llo ce ntra l d e c a rbono . La masa del dispositivo es húmeda por dentro y seca por fuera. Colocáis esa batería dentro de la lámpara y cuando actuáis e l conmutador obtenéis luz. ¿Por qué? Porque bajo ciertas condiciones, el carbono y las substancias químicas, reaccionan químicamente y producen una cosa que llamamos electricidad. El recipiente de zinc con sus productos químicos y su baston- cillo de carbono genera electricidad; pero, dentro de la batería, no hay electricidad; es un conjunto de substancias químicas, a punto de actuar bajo determinadas condiciones. Algunas personas han oído decir que hay botes y buques de toda clase que pueden generar electricidad simplemente por 21
  • 17. el hecho de estar dentro del agua salada. Por ejemplo, según ciertas condiciones, un bote o una embarcación cualqu iera, au nqu e e s té ocioso e n el ma r, puede ge ne rar u na co rrie nte eléctrica entre planchas adyacentes de metales distintos. Des- g r a c i a d a m e n t e s i e l b u q u e ti e n e , p o r e j e m p l o , e l f o n d o d e cobre conectado con las obras superiores de hierro, entonces, como no se adopten dispositivos especiales, se producirá una «electrólisis» (con la corriente eléctrica) que corroerá la juntura de ambos metales, eso es, el hierro y el cobre. Natu- ralmente que esto no pasa nunca porque se usa un «ánodo sacrificado». Una pieza de un metal como el zinc, el aluminio y el magnesio, es positiva en relación con otros metales comunes como el cobre o el bronce. El bronce, como es sabido, suele usarse para fabricar los propulsores de los buques. Ahora b ie n; si e l «ánodo sa crificado » se a ta al barco o al bo te po r d e b a j o d e l a l í ne a d e fl o ta c i ó n y s e c o n e c t a c o n o t ra p a r te metálica sumergida, esta parte sacrificada se corroe y gasta, e v i ta n d o q u e e l c a s c o d e l b u q u e o s u s p ro p u l s o re s s e d e te - rioren. Este es el procedimiento usual en las embarcaciones y lo mencionamos al efecto de dar una idea de cómo funciona la electricidad y se produce de las más inusuales maneras. El cerebro produce electricidad por sí mismo. Dentro del cuerpo hu mano se hallan indicios de metales; incluso metales como el zinc, y huelga decir que el cuerpo humano tiene como base la molécula de carbono. Hay mucha agua en el cuerpo y también ciertas cantidades de substancias químicas, co rno son e l m ag ne sio , e l po ta sio , e tc . De todo es to re su l ta una corriente eléctrica, muy débil, pero que puede percibirse, medirse y ser registrada. U n e n fe rm o m e nt a l p u e d e , p o r me d i o d e a d e c u a d o s i ns t ru - mentos, ver registradas las ondas de su cerebro. En su cabeza se le colocan varios electrodos, y pequeñas plumas van regis- trando una línea sinuosa sobre una tira de papel. A medida que el paciente piensa ciertas cosas, las plumas trazan cuatro delgadas líneas que tienen que ser interpretadas, y que indican el tipo de enfermedad que sufre aquella persona. Instrumentos 29
  • 18. semejantes son de uso corriente en los hospitales de enfermos de la mente. El cerebro es. sin duda, una especie de estación receptora de los mensajes transmitidos por el Super-yo, y el cerebro, a su vez, transmite mensajes, como son las lecciones aprendidas, las experiencias ganadas, etc., con destino al Super-yo. Estos m ensa jes s e tra ns mi ten po r medio de l a «Cue rd a d e P lata » , masa de moléculas dotadas de una alta velocidad. las cuales vibran y ruedan a frecuencias en extremo divergentes, y comu- nican el cuerpo humano con el Super-yo humano. E l cu e rpo , aquí en la Ti e rra , es pa rec ido a un v eh ícu lo que se mueve por un control a distancia. El conductor es el Super- y o . Todo e l mu ndo ha v is to a que llo s coc hes d e jugu e te que están conectados con el niño y que los maneja por medio de un cable largo y ilexible. El niño aprieta un botón y hace que el coche se pon1;a en marcha, o se pare o haga marcha atrás. Dando vuelta a un volante que hay en el mando del cable, el co che e s gui ado . El cu e rpo h uma no se pued e co mpa ra r , e n líneas muy generales, con este juguete. El Super-yo, que no puede bajar a nuestro mundo terrenal, para garlar experiencia envía acá en el suelo este cuerpo que somos nosotros mismos. Todo cuanto experimentemos, todo cuanto pensemos o escu- chemos, sube para ser almacenado en la memoria del Su- per-yo. H a y i nd iv idu o s su m am en t e i n t el i g e n tes e « i nsp i rad o s» , qu e obtienen a menudo un mensaje directo — conscientemente -- del Super-co, a través de la Cuerda de Plata. Leonardo de Vinci fue uno de estos que estuvo con más constancia en contacto con su Yo superior; y así, grabó con el sello de su genio casi todo lo que hizo. Los grandes artistas y músicos son aquellos que se hallan más próximos al Super-yo respectivo, quizás en une o dos «líneas» particulares; de este modo, cuando vuelven a sí mismos, componen o pintan cosas «inspiradas», que les han sido dictadas en su mayor o menor parte por los grandes poderes que nos controlan. La Cuerda de Plata nos liga con nuestro Super-yo de una 73
  • 19. forma muy parecida a la que el cordón umbilical une al niño con su madre. El cordón umbilical es una cosa muy intrincada, m u y c o m p l e j a ; p e ro r e s u l ta u n t ro z o de cordel si la compa- ramos con la Cuerda de Plata. Ésta, consiste en una masa de moléculas girando sobre unas frecuencias extremamente va- ri as ; pe ro es imp alp abl e po r lo que a nu est ro cue rpo sobre la Tierra se refiere. Las moléculas están demasiado dispersas para que los seres humanos corrientes puedan verlas. Los perros, como es sabido, pueden ser advertidos por un « s ilb ido s il encioso » , de o tros pe rro s , si lb ido i nau d ib le pa ra el hombre. De la misma forma, hay animales que pueden ver l a Cuerda de Plata y el aura, ya que ambas vibran según frecuencias que están dentro de la zona receptiva de la vista de d ic hos animal es . A fue rza d e p rác tic a e s comp le tamente p o s i b l e p a r a u n h o m b r e e x t e n d e r l a f ra n j a r e c e p ti v a d e s u mirada, igual cómo un individuo débil, con práctica y ejercicio, puede levantar un peso que normalmente excedería con mucho de sus capacidades físicas. La Cuerda de Plata es una masa de moléculas, una masa de vibraciones. Se puede comparar con aquel rayo directo de on- das de la radio, que los científicos hacen reflejar de la Luna. Lo hacen para medir la distancia de la Tierra a su satélite, radian- do aquél sobre la superficie de la Luna. Muy parecidamente sucede con la Cuerda de Plata entre el cuerpo humano y su h u m a no Su p e r- y o ; e s e l mé t o d o e m p l e a d o p o r é s te c u a nd o se trata de comunicarse con su cuerpo terrenal. Todo cuanto hacemos, es conocido por el Super-yo. Las per- so na s se es fue rza n pa ra s e r e spi ri tu a le s si ca mi na n po r «l a derecha senda». Concretamente, si se esfuerzan hacia la espi- ri t ua lid ad y su es fu e rzo tiende a lo g ra r que les au me nte la frecuencia de sus vibraciones en la Tierra, y de camino, por la Cuerda de Plata, aumentar la frecuencia vibratoria del S u p e r- y o . E l Su p e r- yo t ra ns m i te u n a p a rt e d e s í m i s m o a l cuerpo humano para que así pueda aprender lo que estudia y servirse de las propias experiencias. Cada buena acción nuestra, aumenta nuestras vibraciones terrenales y astrales; 24
  • 20. pero si obramos mal con el prójimo, disminuimos el nú mero de ellas. De esta forma, cu ando nosotros ju gamos u na mala pasada a cualquier otro, descendemos un peldaño en la esca- lera de la evolución, y, al contrario, cada buena acción nos hace subir de grado en la misma cuenta. Por esto es tan importante el seguir el viejo precepto budista que nos exhorta a «devolver bien por mal y no tener miedo de nadie, ni temer l o s a c t o s d e n a d i e , p u e s t o q u e , d e v o l v i e n d o e l b i e n p o r e l mal y haciendo siempre el bien, siempre progresaremos hacia lo alto y nunca descenderemos a lo bajo». Todos conocemos personas que son «u nos tipos bajos». Una gran parte de nuestro conocimiento metafísico influye sobre el uso común. Lo mismo que sucede cuando decimos de una p e r s o n a q u e « e s t á n e g r o » , o d e u n « h u m o r n e g r o » . To d o e s cuestión de las vibraciones, o de la forma en que el cuerpo, valiéndose de la Cuerda de Plata, transmite al Super-yo, y de la manera como el Super-yo devuelve la impresión al cuerpo Hay personas que no pueden comprender el porqué de su inhabilidad para mantener contacto consciente con el Super- yo. Es una cosa muy difícil sin una larga ejercitación. Supon- gamos que una persona se halla en Sudamérica y tiene qu e telefonear a otra en Rusia, tal vez en Siberia. Ante todo, tiene que asegurarse de que allí existe una línea de teléfono utilizable; después tiene que calcular la diferencia de tiempo entre los dos países. También hay que enterarse de si la persona a quien hemos de telefonear está disponible y puede hablar nuestra lengua. Finalmente, si las autoridades de aquel país permitirán que se le hable por teléfono. Es preferible, en este grado de la evolu ción, no presumir excesivamente sobre los i n te n to s p a ra p o n e rs e e n c o n t a c t o c o n e l Su p e r- y o d e u n a manera consciente. Ningún curso, ninguna información puede proporcionar en unas pocas páginas escritas lo que exige diez a ñ o s d e p rá c ti c a s p a ra c o n s e g u i rs e . Mu c h a s p e rs o n a s s o n impacientes en exceso; esperan que les baste con leer un curso, e inmediatamente hacer todo lo que pueden hacer los maestros; mientras que los maestros han tenido que estudiar su 25
  • 21. vida entera, y varias vidas antes de llegar al resultado. Leed este curso; estudiadlo; reflexionad sobre su s materias, y si q u e ré i s a b r i r v u e s t ra m e n te , t e n é i s l a i l u m i n a c i ó n s e g ur a . Hemos conocido varios casos en que algunas personas (princi- palmente mujeres) recibieron una cierta información y en se- guida fueron capaces de percibir el etérico, o el aura o la Cuerda de Plata. Tenemos de ello experiencias para fortificar vuestras convicciones de que vosotros también podréis hacer lo propio, si os queréis permitir el tener fe.
  • 22. Lección tercera Hemos visto ya cómo el cerebro humano produce electricidad bajo la acción de substancias químicas, del agua y las muestras m i ne ra l e s q u e l o r e c o r re n y e n l a s c u a l e s e s c o n te n i d o . L o mismo que el cerebro humano produce electricidad, la produce el cuerpo del hombre, porque la sangre que corre por las venas y arterias también acarrea dichas substancias químicas, rastros de minerales y agua. La sangre se compone, ante todo, d e a g u a . E l c u e rp o e n te ro e s tá b a ñ a d o d e e l e c tr i c i d a d . N o es ésta del tipo de electricidad que alumbra vuestro hogar o calienta vuestra cocina eléctrica. Hay que considerarla desde su procedencia magnética. S i po nemo s un a ba rra i ma nt ad a sob re una m esa , y e nc ima de dicha barra una hoja de papel, y luego derramamos sobre el papel donde se esconde el imán una cantidad abundante de limaduras de hierro, veremos que éstas se alinean espon- táneamente en una figura especial. Vale la pena de hacer el e x p e ri m e n to . B a s ta c o n a d q u i r i r e n c u a l q u i e r fe r re te rí a , o a lm acé n de ma t e ri al auxi li ar de los exp e ri me n tos d e físi ca un imán de los baratos; generalmente van a muy buen precio o podéis pedirlo prestado. Póngase una hoja de pa- p e l , p ro c u ra n d o q u e a p r o x i m a d a m e n te e l i m á n c a i g a e n e l centro de éste. Cómprense también en una tienda de objetos para la química, o donde sea, finas limaduras de hierro; no son nada caras. Espolvoréense sobre el papel, como si se tratase de sal o pimienta, las limaduras. Desde cosa de medio palmo largo de altura. Se verá entonces cómo las limaduras se alinean en una forma peculiar, que dibuja unas curvas que van de un cabo al otro de la barra imantada, coincidiendo con las líneas de fuerza del imán. Es el mejor camino para entender estas cosas y será de utilidad para vuestros estudios posteriores. L a f u e rz a m a g n é t i c a e s l o mi s mo q u e e l e té ri c o d e l c u e rp o humano; el aura que lo envuelve. 27
  • 23. Probablemente todos saben que un hilo que conduce una co rrie nte e léc tri ca e n ge nd ra u n campo ma gn é tico a su al re - dedo r. S i l a corri e nte v a rí a , e so es , si es «a l te rna » e n lu ga r de «co n ti nu a » , e n to nce s el ca mpo ma g né tico fluc tú a y expe - rimenta pulsaciones según los cambios de polaridad; parece regular su pulsación con la corriente alterna. El cuerpo humano, que es una fuente de electricidad, tiene su campo magnético que lo envuelve. Es un campo que fluctúa mucho. El etérico — como lo llamamos — fluctúa o vibra tan ráp ida me nte que es d i fí ci l que nos d emos cu enta de su mo - vimiento. Es lo mismo que, teniendo encendida una bombilla eléctrica en casa, por mucho que la corriente fluctúe cincuenta o sesenta veces por segundo, no podemos percibirlas; pese a q u e e n a l gu nos d i s tr i t o s ru ra l e s , o e n a l g u no s b u q u e s , l a s fluctuaciones son tan lentas que el ojo puede darse cuenta de las oscilaciones de la luz. Si una persona se acerca demasiado a otra, muchas veces tiene l a se ns ac ión de qu e se le pone l a ca rne de gal l ina . Al gu na s personas — muchas — conocen cuando se les aproxima otra. Experiméntese con un amigo; pongámonos detrás y acerque- mos un dedo a su nu ca y después, toquémosle ligeramente. Éste, a menudo, no distinguirá entre ambas sensaciones: la de la proximidad y la del tacto. Esto es debido a que el etérico también es sensible al tacto. Dicho etérico es el campo magnético que rodea al cuerpo hu mano (fig. 3). Es el pródromo del au ra, su «núcleo», como si dijéramos. En varias personas, la envoltura del etérico sob resa le unos tres mi l íme tros a l rededo r de cad a pa rte de l cuerpo, incluso de cada hilo individual del pelo. En otras personas puede extenderse unos centímetros, aunque sin pasar de unos dieciocho. El etérico sirve para medir la vitalidad de l a p e rs o na . V a r í a m u c ho c o n l o s c a m b i o s d e s a l u d . S i u n a persona ha ejecutado un duro trabajo en aquel día, entonces e l e té ri co s e ha l la co mo ad he rido a l a pi el . Co n e l de sca nso s e pu ede ex tende r po r ce ntím e tros . S i gue co n exa c ti tud l os contornos del cuerpo, tanto si se trata, éste, de una mole o de 28
  • 24. EL CAMPO ETIRICO Fig. 3.
  • 25. una menudencia. Refiriéndonos al etérico interesa hacer resal- tar que si una persona se ve sometida a una gran tensión eléctrica, pero de reducido amperaje, entonces puede ser per- cibido el etérico, con un brillo a veces rosa, a veces azul. Ta m bi én u na ci e rta co ndi ción d el ti empo aum ent a la v is ib i- lidad del etérico. Se produce en el mar y es conocido bajo el nombre de Fuego de San Telmo. Según el tiempo que hace, los palos y el cordaje aparecen contorneados de una luz fría, perfectamente inofensiva; pero que sobrecoge a los que ven el fenómeno por vez primera. Podría compararse con el etérico de una embarcación. Muchos habitantes del campo han sido testigos de que, en una noche oscura o neblinosa, mirando a los cables de alta tensión que cruzan por encima de sus cabezas, han observado, según ciertas condiciones que se daban, una especie de nieblas bri- llando pálidamente, de un color blanquecino y azu lado, qu e atemorizan al espectador y han infundido miedo a más de un campesino. Los ingenieros electricistas conocen este fenó- meno, que llaman la corona de los cables de alta tensión, y que constituye una de las dificultades que tienen que resolver, por cuanto dicha corona, pasando por encima de los aisladores, puede ionizar al aire hasta el punto de poder provocar cortos circuitos que pueden estropear los relés y dejar regiones en- teras a oscuras. En nuestros días las ingenieros adoptan disposiciones especiales y costosas para eliminar dicha corona. La corona del cuerpo humano es el etérico, y parece algo por el estilo en lo de las descargas de las líneas de alta tensión. Muchas personas podrían ver lo etérico del cuerpo humano a base de un poco de práctica, si quieren tener paciencia. Por desgracia, la gente se hace la ilusión de que existe algún c am ino r áp id o y b a ra to p a ra l o g ra r los con oc im ie n tos y l as facultades que han costado años a los Maestros. No se puede h a c e r n a d a s i n l a p rá c t i c a ; l o s g ra n d e s i ns t ru m e n t i s ta s s e ejercitan durante horas todos los días, y jamás interrumpen sus estudios. Debemos hacer como ellos, si queremos ser capa- 30
  • 26. ces de ver el etérico y el aura del cuerpo humano. Uno de los caminos consiste en que una persona se nos preste volunta- r i a m e n te a mo s t ra rn o s e x te n d i d o s u b ra zo d e s n u d o . D e b e situarse, con su brazo y su mano bien abierta unos centímetros, delante de un fondo de color neutro o negro del todo. Mirad hacia el brazo y los dedos, no directamente sobre ellos, sino en su dirección. Requiere una destreza especial el hallar la forma de mirar al sitio indicado en la forma requerida. Si lo conseguís veréis, pegado al cutis del brazo, algo parecido a una niebla de color gris-azulado. Como se ha dicho, se extiende desde cosa de dos centímetros y medio hasta dieciocho a dis- ta nc ia d el cuerpo . Mu y a me nu do pod re mos mi ra r hac ia el brazo sin divisar otra cosa que éste; esto se debe a que aún n o e s tá n m a d u ro s p a ra e l e x p e rim e n to ; « l o s á rb o l e s n o l e s de ja n ve r l a se lv a» . En es te c aso hay qu e ab ando na r y re la - jarse; a copia de práctica se verá que realmente allí hay algo. O tro m é to d o e s h a c e r l a s p rá c t i c a s s o b re u no m i s m o . Se n - taos y poneos cómodos. Procurad qu e entre vosotros y cu al- quier otro objeto — silla, mesa o pared —, haya por lo menos cosa de un metro. Respirad fuerte, profundamente y con pausa. Entonces, extended del todo vuestros brazos, colo- cando vuestros cuatro dedos y los dos pulgares hacia arriba, de forma que establezcan contactos con sus yen-as. Entonces separando vuestros dedos, que queden a un centímetro — o medio — el uno del o tro , os daré is cuenta de «cierta cosa». Puede parecer como una niebla gris; o casi luminosa. Entonces, lentamente id separando vuestros dedos, cada vez de medio c entím e tro , y os ap e rc ibi réis de qu e al lí « a lgo » ex is te . Es te «algo» es el etérico. Si perdéis contacto, es decir, que este «alg o » s e d is ipa , e nton ce s vol ved a e mpe za r y haced de nuevo como antes. Es sólo cuestión de práctica. Digámoslo otra vez, para los grandes músicos mundiales todo se reduce a práctica, práctica y más práctica; de ella nace la buena ejecución. Para vosotros pu ede producir buenos resultados en las ciencias metafísicas. 31
  • 27. Vo lv ed aho ra a m i ra r vu es tros dedo s . I nves ti gad cu idados a- m en t e l a déb il n i ebl a que cor r e d el u no a l o t ro . A fu e r za d e práctica podréis observar que va del uno al otro, desde la m ano i z qu ie rda a la ma no de r ec ha o de ésta a la i z qu ie rda , no solamente según vuestro sexo, sino también vuestro estado de salud, o lo que estéis pensando en aquel momento. Si encontráis una persona que quiera ayudaros, entonces po- déis hacer prácticas de palma a palma de la mano. Si encon- tráis dicha persona, a ser posible del otro sexo que el vuestro, qu e se si en te e n u na s i ll a, enf re n te de la vu es tra . Los dos , entonces, extended vuestras manos y vu estros brazos tanto como sea posible. Entonces lentamente poned sobre la palma de vuestro compañero, vuelta hacia arriba, la vuestra vuelta hacia abajo, de manera que casi hagan contacto. Cuando la separación llegue a no ser sino de cuatro o cinco centímetros, p e r cib i ré is como u na b r is a , f r í a o c al ie n te se gú n los caso s, que va entre vuestra palma y la suya. Si percibís una corriente c ál ida , mo ve r l i ge rame n te vue s tra ma no , de man e ra que no esté en la línea directa de un dedo al otro. sino formando á n g u l o ; l a s e n s a c i ó n d e c a l o r c re c e rá e n t o n c e s . E s t e c a l o r crecerá con la práctica. Cuando hayáis alcanzado este grado, si miráis cuidadosamente entre vuestra palma y la de la otra persona distinguiréis claramente el etérico. Es como el humo de un cigarrillo que no haya sido respirado por los pulmones — h u m o d e u n g ri s s u c i o — ; mi e n t ra s q u e é s te s e rá d e u n matiz azulado limpio. D igamos un a ve z más que e l e té ri co no e s más que la man i - festación externa de las fuerzas magnéticas del cuerpo. A esto lo llamamos el «fantasma», ya que cuando una persona muere en buena salud, esa carga etérica subsiste durante cierto ti empo y puede se g re ga rs e de l cu e rpo y v ag a r co mo un fa n- tasma sin seso, qu e es una cosa completamente distinta de una entidad astral. Trataremos de todas estas cosas más t a rd e . P e ro t o d o s he m o s o í d o h a b l a r d e v i e j o s c e m e n te r i o s e n e l c a mp o , s i n a l u mb r a d o a l gu n o , e tc . A l gu na s p e rs o n a s sostienen que pueden ver unas lucecitas azuladas, en la noche 32
  • 28. oscura, saliendo del emplazamiento de una tumba acabada de ocupar. Esto es verdaderamente la carga etérica que se disipa, exhalada por un cadáver reciente. Es algo semejante al calor que despide un caldero que haya estado hirviendo y que se le ap a rta d el fueg o . A med ida qu e el c ald e ro s e e nfrí a , la se n- s ac ión d el ca lo r qu e de é l se esc apa ta mbi é n se va e nfria n- do. Igualmente, cuando un cuerpo muere (hay grados relativos e n l a m u e r te ; r e c u é rd e s e ) l a s fu e r za s e té r i c a s c a d a v e z s e debilitan más. Puede darse que el etérico se conserve alrededor de u n cue rpo d i fu nto po r varios días de spués de la muerte física de éste. Pero esa materia forma parte de otra lección. Práctica, práctica y más práctica. Mirad vuestras manos, mirad vuestro cuerpo, experimentad con una persona amiga que quiera prestarse a todas estas prácticas, ya que sólo a través de ellas podréis percibir el etérico. Hasta que no podáis percibir a éste, os será imposible de ver al aura, que es una cosa más sutil.
  • 29. Lección cuarta C omo v imos en la l ecc ió n p re cede nte , e l cue rpo s e ha ll a ro- deado por el etérico, que abarca todas y cada una de las partes de éste. Pero, extendiéndose más allá del etérico, está el aura. Se parece al etérico en que también es de origen magnético. Pero la semejanza no pasa de aquí. Podemos afirmar que el aura muestra los colores del Super-yo. Muestra si una persona es espiritual o carnal. También, si se encuentra en buena salud o mala, o si actualmente se encuen- tra enferma. Todo se refleja en el aura. Es la indicadora del Super-yo, o si preferís decirlo así, del alma. El Super-vo y el alma, naturalmente, son la misma cosa. En esta au ra podemos ver la enfermedad y la salud, el aba- timiento y el éxito, el amor y el odio. Tal vez es mejor que no sean muchas las personas que puedan ver el aura en nuestros días. Ahora parecen cosas comunes el qu erer llevar ventaja sobre el prójimo, buscar el provecho a costa de nuestros semejantes, y el aura delata cada pensamiento tal como es, reflejando los colores y las vibraciones del Super-yo. Es un hecho que, todas las veces que una persona se encuentra e nfe rma s í n esp e ra nzas , su au ra emp al ide ce , y e n a lgun os casos incluso se apaga antes de que muera dicha persona. Si u n ind iv iduo ha tenido u na l a rga e nfe rmedad , e ntonces s u aura desaparece antes de la muerte, dejando solamente el eté- rico. Al contrario, cuando una persona se muere por accidente m ie n tra s pos ee e l au ra e n su apogeo , la co nse rva u nos mo - mentos después de la muerte clínica. Llegando a este punto, puede ser oportuno intercalar algunas o b s e rva cio ne s a ce rc a d e la mu e rte , ya que és ta no e s como una corriente que se interrumpe o un recipiente que se vacía de golpe. Morir es un proceso más bien lento. No importa cómo una persona muere, aunque sea decapitada. La muerte no se instala en el cuerpo hasta pasado cierto número de 34
  • 30. momentos. El cerebro, como hemos visto, almacena y genera una corriente eléctrica. La sangre proporciona las materias químicas, la humedad y los diversos metales, e inevitable- mente esos ingredientes quedan almacenados en el tejido del c e reb ro . De e ste modo, el cereb ro conti núa fu nc io na ndo de tres a cinco minutos después de la muerte clínica. Varias personas han afirmado que tal o cual forma de eje- cución es instantánea; pero esas afirmaciones son absolu- tamente risibles. Como lo afirmamos, incluso la cabeza sepa- rada del cuerpo puede funcionar todavía unos pocos minutos. Existe un caso que fue contemplado y registrado en crónicas en días de la Revolu ción francesa. Un llamado «traidor» fu e g u i l lo ti nado y e l ve rdu go lev an tó po r lo s c abe llo s l a c abe za del ajusticiado, pronunciando estas palabras: «Esta es la cabeza de un traidor». El pueblo asistía entonces a las ejecuciones y las consideraba unas fiestas nacionales. Pues bien; el público pudo ver, con horror, que los labios del guillotinado pro- nuciaban, sin que se escu chase su voz: «¡Esto es mentira!». E s to cons ta en l os a rc hi vos o fic ia le s de Fra nc ia . To dos l os médicos y cirujanos os dirán que, al interrumpírsele el sumi- nistro de sangre, el cerebro tarda tres minutos en estropearse; por cuya razón, si el corazón deja de latir se hacen toda clase de esfuerzos para ponerlo otra vez en marcha lo más rápida- mente posible. Hemos hecho esta digresión para poner de manifiesto que la muerte no es instantánea, y tampoco la disipación del aura. Es una verdad médica, sabida por los médicos forenses y los patólogos, que el cuerpo muere en varias etapas. Primero, el cerebro; después, el resto de los órganos, de uno a uno. Lo que más tarda en morirse son los cabellos y las uñas. Igual como el cuerpo no muere instantáneamente, el aura se ap ag a d e una fo rma g radu ada . Po r e sa razón , u na pe rso na dotada de clarividencia puede ver, por el aura, el porqué una determinada persona ha fallecido. El etérico es de una natu- raleza distinta que el aura y puede subsistir por algún tiempo como un fantasma aparte; especialmente si la persona murió 35
  • 31.
  • 32. de una muerte violenta, súbita. Una persona llena de salud que conoce un final violento, tiene sus «baterías bien cargadas» y su etérico en pleno vigor. Con la muerte del cuerpo, el etérico se encuentra desligado y flota por su cuenta. Gracias a una atracción magnética visitará indudablemente los sitios que tenía acostumbrados en vida, y si una persona que es cla- r i v i d e n te , o q u e s e ha l l a mu y e x c i ta d a ( e s d e c i r , q u e ti e n e s u s v i b ra c i o ne s a c e l e ra d a s ) , to p a c o n a q u e l e té r i c o , p u e d e verle y exclamar: «¡Oh. Éste es el fantasma de Fulano de Tal!». El aura es de una materia más sutil que el comparativamente rudimentario etérico. El aura, en realidad, es mucho más perfeccionada, con respecto al etérico, de lo que este último l o es con relación al cuerpo físico. El etérico «se desliza» sobre el cu erpo como una funda completa que sigue los con- tornos de éste. Pero el aura se extiende para formar una e spec ie d e cá sc a ra e n fo rma de hue vo a l red edo r de l cu e rpo (figu ra 4). Puede pasar del metro ochenta de altura, por un diámetro de metro veinte en su parte más ancha. Está distri- buido de forma que el cabo más agudo corresponde a los pies y el más ancho a la cabeza del ser humano. El aura consiste en unas radiaciones de brillantes colores, que van de varios centros del cuerpo a otros. D i c e u n v i e j o p ro v e rb i o c h i n o : « U na p i n tur a e q u i v a l e a m i l palabras». De manera que, para ahorrarnos unos pocos miles d e p a l a b ra s , i n s e rt a r e m o s u n d i b u j o , y s ob re d i c ho d i bu j o indicaremos las líneas de fuerza del aura, viniendo de varios centros y dirigiéndose a otros, así como su forma total de cáscara de huevo. Debemos aclarar que el aura existe aunque el estudiante no pueda percibirla por el momento. Tampoco podemos ver el aire que respiramos, y es muy dudoso que el pez pueda ver el agua dentro de la cual se mueve. El aura, pues, es una fuerza vital. Existe, si bien las personas sin la debida for- mación no pueden darse cuenta de ella. Es posible poder ver una aura sirviéndose de algunos equipos, entre ellos varios 37
  • 33. tipos de antiparras que se pueden aplicar sobre nuestros ojos; pero, por todo lo que he podido saber de esos instrumentos, parece ser que son en extremo dañinos para la vista; ponen a p ru e b a v u e s t ro s o j o s ; l o s o b l i g a n a m i ra r d e f o rm a s a n t i - naturales. De manera que no podemos recomendar ni por un momento dichas antiparras que pretenden hacernos capaces de ver el aura, ni aquellos dispositivos formados de dos láminas de vidrio entre los cuales se pone un tinte especial y por lo general mu y caro. Aconsejamos no abandonar la práctica y, con u n poco de fe y otro poquito de buena guía, llegaréis a s e r c a p a c e s d e v e r e l a u ra . L a m a yo r d i f i c u l ta d p a r a v e r e l a u ra e s q u e l a m a y o r p a r te d e l a s p e rs o n a s no c r e e q u e jamás pueda verla. El aura, como hemos dicho, es de diversos colores; pero tene- mos que puntualizar que, refiriéndonos a colores, nos concre- tamos a una parte especial del espectro. En otras palabras, au nqu e nos v al g amos de l a pa lab ra «co lo r» , tamb ié n pod ría - mos citar la frecuencia de esta onda que llamamos «roja» o «azul». El rojo, digámoslo de pasada, es uno de los colores más fáciles de ver. El azul no es tan fácil. Hay personas que n o pued en d isti n gu i r e l azu l; o t ras el co lorado . Si u no es tá en presencia de una persona que pueda ver el aura, tiene que i r con cu idado de no dec i r al go qu e no sea ve rd ad ; po rque , si decís mentira, el que ve el aura se dará cuenta en seguida. Normalmente, una persona tiene un «halo» de color o azu- lado, o hien amarillento. Si se miente, se producen rayos de u n a ma r il lo verd o so a t r avé s d el h alo . S e tra t a de u n co lo r d i f í c i l d e e x p l i c a r ; p e ro , u na v e z v i s to , y a n o s e o l v i d a . A s í es, que al contar un embuste, uno se delata inmediatamente por los efluvios amarillo-verdosos que se producen a través del halo que se encuentra en la cúspide dei aura. Podemos decir que el aura se extiende desde la base hasta los ojos y entonces se ve una capa radiante amarilla o azul, que es el halo o nimbo. Entonces, en la misma cima del aura surge una especie de fuente de luz, conocida en Oriente con el nombre de «loto florido», ya que ciertamente parece dicha 38
  • 34. flor. Se compone de un intercambio de colores y. para la ima- ginación, se aparece como si se abriese un loto de siete pétalos. Cuanto mayor sea la espiritualidad de una persona, más tiende al color amarillo de azafrán su halo o nimbo. Si una persona tiene pensamientos turbios, esta parte de su aura se convierte en un desagradable marrón barroso, orlado de aquel color bilioso, verdoso-amarillento, que denuncia la mentira. Estamos en la creencia de que hay muchas más personas de lo que parece. capaces de percibir el aura. Muchos '.'en, o tienen la sensación del aura sin saber lo que ven en realidad. Es muy corriente, hablando, que una persona diga que le sienta bien tal o cual color, y que no puede llevar tal o tal otro. Instintivamente sabe que chocaría con su aura: Os habrá sucedido de ver una persona que viste unos colores que os parecen imposibles según vuestra opinión particular. No veis el aura; pero, siendo vosotros más sensibles que vuestro amigo tan mal vestido, sentís que aquellos colores se pegan de bofetones con su aura. Bastantes personas, pues, poseen el sentido, la experiencia o alguna percepción del aura; sólo que, habiendo sido enseñados desde su infancia que todo esto eran tonterías, se han hipnotizado a sí mismos y creen que, a ellos, no les será posible ser esas cosas. También es un hecho el que una persona puede influir sobre su salud llevando ropa de ciertos colores. 'Si se llevan colores que choquen con el aura de la persona, ésta se sentirá incómoda o preocupada hasta que no adopte un color que le vaya bien. Vosotros podéis experimentar que ciertos colores particulares, en una habitación, os irritan o bien os halagan la vista. Los colores, al fin y al cabo, no son más que diferentes nombres de las vibraciones. El colorado es una vibración; el verde, otra, y el negro, otra. Y, del mismo modo que las vibraciones sonoras pueden chocar v producir disonancias. también las vibraciones que llamamos «colores» pueden tener sus choques y crear desarmonías espirituales.
  • 35. Lección Quinta El Aura y sus colores Todo sonido musical es una combinación de vibraciones armó- nicas, que dependen de que sean compatibles con sus vecinas. Toda falta de relación numérica produce un sonido «ingrato», un sonido que no es agradable al oído. Los músicos procuran producir sólo sonidos que sean agradables» Como en la música, se produce en los colores, puesto que éstos son también vibraciones, aunque éstas se encuentren ligera- m e n te a p a r ta d a s d e a q u é l l a s , e n e l e s p e c tr o g e ne ra l d e l a percepción humana. Podemos contemplar colores puros que n o s a gr a d e n y n o s e l e v e n e l á n i mo . O b i e n c o l o r e s q u e n o s irriten, que nos atormenten los nervios. En el aura humana se distinguen varios colores diferentes, con sus matices. Algu- nos de ellos sobrepasan los límites de la percepción de aque- llos observadores que no se han ejercitado en ello; de manera que carecen de nombre universalmente aceptado. Asimismo existe, como sabéis, el silbido «silencioso» del perro. Eso es, que resuena con una frecuencia de vibraciones que ningún oído humano puede captar, y, en cambio, lo oyen los perros. En el extremo opuesto de la escala, existen sonidos graves que el hombre percibe y el perro, no; los sonidos graves se le escapan. Supongamos que desplazamos la escala de sonidos que puede pe rcib i r u n ser huma no hasta que é s te pued a oí r el s i lbido d e l p e r ro . D e l a mi s ma fo rma , s i p o d e m o s d e s p l a z a r ha c i a arriba nuestra vista, veremos el aura humana. Pero hay que andar con cuidado, so pena de perder la percepción del negro o del morado. El autor se refiere a la música usual; no a la experimental. 40
  • 36. N o se ría razo nab le p re te nde r d a r u na l is ta c omp le ta de los innumerables colores que existen. Limitémonos a los más corrientes y acusados. Los colores básicos cambian a medida d e l o s p ro g r e s o s q u e e f e c t ú a l a p e r s o n a c u y a a u r a c o n t e m - plarnos. Cuando una persona crece en espiritualidad, también evolucionan sus colores. Si una persona tiene la desdicha de retroceder en la escala del progreso, sus colores básicos se alteran por completo, o mudan de matiz. Los colores básicos (de los que se hablará en seguida), nos muestran la persona también «básica». Los innumerables matices indican los pen- samientos e intenciones, así corno el grado de espiritualidad. El aura forma remolinos y se desliza como un arco iris singu- larmente intrincado. Los colores corren alrededor del cuerpo e n c re c i e nt e s e s p i r a l e s , y t a m b i é n c a e n d e l a c a b e z a a l o s p ies . P e ro esos colo res so n mu cho s má s que los que jam ás se vieron en un arco iris; éste es una mera refracción de cris- tales de agua — simples objetos —, al paso que el aura es la vida misma. Damos a continuación unas notas de unos pocos colores, ya que es imposible tratar de otros hasta que no se conoce esta lista: Rojo En su buena forma, el rojo indica una sana fuerza impulsora. Los buenos generales y jefes políticos de las masas tienen una gran cantidad de rojo en sus auras. Un tinte particularmente claro de rojo, con los bordes de un amarillo claro, indica u n a p e rs o na l i d a d d e « c ru z a d o » ( q u e s e d e s v i v e p o r a y u da r a sus semejantes). Mucho cuidado en no confundirle con el vulgar «metomentodo», cuyo «rojo» es, en cambio, «marrón». Franjas de color rojo, emergiendo del sitio donde está un órgano, indican que éste se halla en magníficas condiciones de salud. Algunos de los gobernantes de renombre mundial 41
  • 37. tienen una gran cantidad de rojo en el conjunto de su aura. Lástima que, en demasiados casos, se halle contaminado por degradantes sombras. Un rojo de mal aspecto, fangoso o excesivamente oscuro, indica un carácter malo o vicioso. Aquella persona es infor- m al , p e nde nc ie ra , t ra id o ra , a fano sa d e p ro v ec ho p rop io e n detrimento de su prójimo. Un rojo opaco invariablemente i nd i c a d e p re s i ó n n e rv i o s a . U n a p e rs o n a d o t a d a d e u n r o j o «malo» puede ser físicamente robusta. Por desgracia, también p u e d e s e r f u e r t e p a r a e l m a l . H a y a s e s i n o s q u e t i e ne n u n rojo degradado en sus auras. Como más ligero sea el rojo (ligero, que no claro) la persona será más nerviosa e inestable. Una persona es mu y activa, incluso con exceso, y no puede permanecer quieta más que unos escasos segundos. Segura- mente, ella es mu y egocéntrica. Los colores rojos alrededor de los órganos denotan su estado. Un rojo opaco, o tirando a marrón, con lentas pulsaciones sobre el sitio donde está un órgano, es señal de cáncer. Se puede ver si el cáncer está allí o si todavía es incipiente. El aura indica qué clase de enfer- medades están a punto de atacar al cuerpo, a menos de que se adopten medidas curativas. Eso en el futuro va a ser la utili- lidad de lo que podremos llamar «auroterapia». Un rojo punteado y centelleante, procedente de los maxilares, anuncia dolor de mu elas; un marrón opaco, pulsando en el h a lo , d el a ta el m iedo ante la pe rsp ec tiva de te ne r que i r a l de ntis ta . El co lo r es ca rla ta l o « l lev an » todos cua ntos e s tá n d e m a s i a d o e na mo ra d o s d e s í mi s m o s . Es e l c o l o r d e l fa l s o orgullo; del orgullo sin fundamento. Pero el escarlata lo vemos situado alrededor de las caderas de las damas que venden «amor» contra la moneda del Reino. Esas damas, por l o ge ne r al , no s e i n te re sa n p o r e l s ex o como ta l ; p a r a el la s es simplemente un medio de ganarse la vida. De este modo, e l p resu mido y la p ros ti tu ta comp a rte n los m is mos co lore s en sus respectivas auras. Siguiendo con el grupo «rojo», el rosa (que no es, en realidad, más que el coral) es signo de inmadurez. Las jovencitas Fileno- 42
  • 38. r e s d e l o s v e i n t e o s te n ta n e l ro s a d o e n v e z d e l c o l o ra d o d e cualquier clase. En el caso de una persona adulta, el rosa corresponde a un i n f a n ti l i s m o e inseguridad. Un rojo o s c u ro , c o l o r d e hí g a d o c ru d o , i nd i c a u n s u j e to c i e r ta m e nt e n a d a re c o me n d a b l e . U n a p e r s o n a a l a q u e ha y q u e e v i ta r , p o rq u e n o s o c a s i o n a r í a q u e b ra d e ro s d e c a b e z a . C u a nd o d i c h o c o l o r s e v e s o b r e u n ó r g a no , q u i e re d e c i r q u e é s te s e h a l l a m u y e nfe rm o y s i s e p r o d u c e s o b re u n ó rg a n o v i ta l e s s e ñ a l d e u n a m u e r t e p ró x i m a . To d o s aquellos que o s t e n ta n e l color ro j o al final del e s te r nó n , tienen a l te ra c i o n e s ne rv i o s a s . Ti e ne n que a p re nd e r a c o n t ro l a r s u s a c t i v i d a d e s y v i v i r c o n m á s c a l ma , s i q u i e r e n d i s f r u t a r d e u n a v i d a l a r g a y t ra n q u i l a . Anaranjado E l c o lo r na ra n j a , en re al id a d , e s u n a ra ma d e l e nc a rna d o ; pero le rendimos el homenaje de r e s e rv a rl e u na c l a s i f i c a c i ó n p r o p i a p o r q u e a l g u n a s r e l i g i o n e s d e l O r i e n te lejano consideran el naranja como el color del Sol y lo r e v e re n c i a n . P o r e s ta r a zó n h a y t a n to c o l o r a na ra nj a d o e n a q u e l l a s t i e rr a s . P o r o tro l a d o , a t e n to s a m o s t ra r l a c a ra y l a c ru z d e l a m o ne d a , a ñ a d i re m o s q u e o tr a s re l i g i o n es s o s ti e n e n q u e e l a zu l e s e l c o l o r d e l S o l . M a s , n o i mp o r t a nuestra opinión en el asunto; el naranja es un color b á s i c a m e n te hermoso, y las p e r s o na s con un acertado ma t i z a n a ra n j a d o e n s u a u r a s o n ge nt e c o ns i d e ra d a p a ra c o n s u s s e m e j a n te s ; s o n h u m a no s y ha c e n to d o l o p o s i b l e p a ra ayudar a los d e má s , que no han sido ta n a fo r- t u n a d a m e n te d o t a d o s . Un a ma r i l l o a n a ra n j a d o e s u n c o l o r mu y d e s e a b l e , q u e d e no ta d o mi ni o d e s í m i s mo y p o se e d i v e r s a s v i r tu d e s . U n a na ra n jad o ti ra nd o m á s o me no s ha c i a el m a r ró n es s e ñ a l d e s e r u n a p e rs o n a p e re z o s a q u e t o d o l o t ra ta c o n negligencia. Un m a r ró n a n a ra n j a d o también indica t r a s to r n o s e n l o s ri ñ o - 13
  • 39. n e s . S i e s tá s i tu a d o s o b re l o s r i ño n e s y ti e n e u n a m a n c ha mellada de color gris, denota la presencia de cálculos re- nales. Un anaranjado teñido de verde delata una persona a quien le gusta el pelear por el solo gusto de pelear; y cuando nosotros hayamos progresado hasta el punto de poder percibir los matices dentro de los colores, obraremos prudentemente evi- tando todo trato y discusión con personas qu e tienen algú n trazo verde entre su anaranjado, pu esto qu e sólo saben ver « bl anco y n egro » y le s f al tan i ma gi na ció n, pe rcepc ió n y di s- c e rnimie n to p a r a d a rs e cuen t a de qu e hay ma t ic es d e co no- cimiento, de opinión, así como de color. Las personas afectadas por el verde-anaranjado no acaban nunca de argüir, sólo por el gusto de argüir, sin que les preocupe si sus argumentos son verdaderos o falsos; para ellos, la cosa está en el argüir sin parar. Amarillo Un amarillo dorado indica que su posesor está dotado de una naturaleza muy espiritual. Todos los grandes santos tienen halos de oro alrededor de sus cabezas. A mayor espiritualidad, más brillo de aquel amarillo dorado. Haciendo una digresión, añadiremos que todos los que poseen una extraordinaria espi- r i t u a l i d a d , t a m b i é n t i e n e n e l a ñ i l e n s u a u r a ; p e r o a h o r a se habla del amarillo. Todos cuantos ostentan este color se hallan en buena salud espiritual y moral. Siguen rectamente por la Senda, y de acuerdo con su exacto matiz de amarillo, tienen muy poco que temer. Una persona dotada de un amarillo brillante puede estar completamente segura; si el ama- rillo es degradado (como el color de algu nos malos quesos), que es cobarde por naturaleza; de esos que la gente dice «es amarillo». Es muy común que se vea el aura de las personas, y muchos de esos dichos populares se hallan en todas las len-
  • 40. g u as desd e tiempo s a trás . Pe ro un a ma ril lo feo es si g no d e s e r u na mal a pe rson a ; u no qu e t ie ne m iedo con ti nuam ente d e t o d o . U n a m a ri l lo ro ji zo n o e s d el t o do f a v o rab le p o rqu e indica una timidez mental, moral y física. Las personas con ese color cambiarán una religión por otra, siempre en busca de algo que no se puede alcanzar en cinco minutos. Les falta voluntad de permanencia; no pueden fijarse en nada si no unos breves momentos. Una persona que tenga el amarillo rojizo y e l ro jo ca s ta ño e n su au ra , s ie mp re co rre e n pos de l sexo opuesto, siempre sin sacar nada. Merece ser notado que una persona pelirroja y que tiene el rojo amarillo en su aura, será muy combativa, muy agresiva y muy llevada a interpretar toda obs e rva ció n qu e se l e ha ga co mo u n insu l to p e rso na l . Esto se refiere particularmente a los que tienen el pelo rojo y el cutis rojizo y a menudo pecoso. Muchos de esos matices amarillentos y rojizos indican que la persona que los tiene está afligida por un gran complejo de inferioridad. Cuanto más rojo haya en el amarillo, mayor será este complejo. Un amarillo tirando a castaño denota pen- samientos muy impuros y un pobre desarrollo espiritual. Muchos individuos de esta calaña o catadura poseen este rojo-castaño- amarillo y, en el caso de ser particularmente malo, se les añade como una argamasa verde que mancha con puntos el aura. Son gente que casi nunca pueden ser salvados de su propia demencia. Todo amarillo tirando a castaño indica pensamientos impuros y que la persona afectada por este color no conserva siempre la senda recta y breve. Por lo que hace a la salud, el amarillo v e rdoso e s si gn o de pad ec imi e n tos de l h í gado . Cu ando es te color gravita hacia un amarillo-castaño-rojizo, significa que los males son principalmente de naturaleza social. Una persona aquejada de una enfermedad social invariablemente tiene una zona de castaño oscuro y amarillo, también oscuro, alrededor de sus caderas. A menudo dicha zona está moteada con algo que parece polvo colorado. Con el color castaño que se va pronunciando cada vez más sobre el amarillo, y a veces mos- 45
  • 41. trando franjas dentadas, nos damos cuenta de que la persona está enferma de la mente. Un individuo que posee una doble personalidad (en el sentido de la psiquiatría) muy frecuente- mente presenta la mitad del aura de un amarillo azulado y la otra de un amarillo tirando a marrón y a verde. Es una com- binación absolutamente desagradable. El amarillo dorado puro, con el cual hemos dado principio a esta sección, debe ser siempre cultivado. Puede ser alcanzado por una continua pureza de pensamientos y de intenciones. Todos tenemos que pasar por el amarillo brillante antes no hagamos nuevos progresos por la senda de la evolución. Verde El verde es el color de la curación, de la enseñanza y el del crecimiento físico. Muchos grandes médicos y cirujanos tienen una abundancia de verde en su aura; también de rojo y, cosa curiosa, ambos colores se mezclan armoniosamente y sin dis- c o rd i a e n t re s í . El ro j o y e l v e rd e , c u a nd o s e v e n e l u n o a l lado del otro, en diversas materias, muchas veces chocan e irri- tan; pero, situados en el aura, gustan. Verde con una cantidad p ropo rc io nada d e rojo i nd ica un g ra n ci ru ja no , u n homb re mu y compe tente . E l ve rde , so lo s i n e l ro jo, u n méd ico mu y e m i n e n te q u e c o no c e s u p ro fe s i ó n ; o u n a e nf e r m e ra , c u y a vo cac ió n es su p ro fe sió n y su s amo res . El ve rd e , m ix to con una dosis proporcionada de azul, anuncia éxitos en la ense- ñanza. Algunos grandes profesores tienen el verde en sus respectivas auras y franjas o estrías de un azul movedizo, una especie de azul eléctrico, y muchas veces, entre el azul y el verde hay pequeñas tiras de amarillo-dorado que indican que el profesor es de aquellos que se preocupan cordialmente por el bienestar de sus discípulos y tienen la necesaria altura espiritual para enseñar los temas más elevados. Todo cuanto tiene que ver con la salud de las personas y de 46
  • 42. l os a ni ma les se trad uce po r u na e le vada ca n tidad de v e rde e n l a c o m p o s i c i ó n d e s u s a u ra s . N o s e l l e ga a l n i v e l d e l o s más grandes cirujanos o médicos; pero todo el mundo, no importa cuál, si tratan de la salud de las personas, de los ani- males o plantas, tienen una cierta cantidad de color verde en sus auras. Parece como la insignia de su profesión. El verde n o e s , c o n to d o , e l c o l o r d o m i n a n te ; c a s i s i e m p re s e h a l l a subordinado a otro color. Es un color benéfico e indica que el que lo posee con abundancia es una persona amistosa, compa- siva y considerada para con los demás. Si un individuo pre- senta un verde-amarillento, de todos modos no podemos fiar- nos de él, y en la medida misma de la mezcla de un ama- rillo desagradable con un verde repugnante, asimismo será la co n f ia nz a qu e n o s me re zc a . L o s t im ad o res t i e ne n u na au ra verde-amarillenta (son gente que sabe hablar a sus víctimas de una manera amable y luego les quitan engañosamente el dinero). Tienen una especie de argamasa verde a la cual se une su amarillo. A medida que el verde tiende al azul — ge- neralmente un agradable azul celeste o azul eléctrico — más digna de confianza es una persona. Azul Este color, a menudo se describe como el del mundo espiritual. También denota habilidad intelectual como cosa distinta de la espiritualidad; pero, naturalmente, tiene que ser, dicho azul, del matiz justo; con este matiz es un color ciertamente mu y favorable. El etérico es de un tinte azulado, un azul parecido al que exhalan los cigarrillos antes de ser aspirados y expirados por la boca, o también, el humo de la leña ardiendo. Cuanto más brillante sea el fuego, más vigorosa la salud de la persona. El azul pálido es el color de las personas que tienen que ser empujadas para que adopten cualquier decisión de provecho. Un azul más oscuro es el de una persona que está haciendo 47
  • 43. progresos, que es laboriosa. Más oscuro indica una persona hábil en las tareas de lo vida y que ha encontrado ciertas satis- facciones en su trabajo. Esos azules más oscu ros se hallan a menudo entre aquellos misioneros que lo son en virtud de u na « voca ció n» dec id ida . N o s e ha l la n e nt re a qu e llo s o t ros misioneros que no pasan de aspirar a una tarea que puede p e rmi t i rl e s d a r , t a l v e z , l a v u e l ta a l mu n d o c o n l o s ga s to s pagados. Podernos ju zgar a las personas por el vigor de su amarillo y la oscuridad de su azul. Añil Vamos a clasificar el añil y el violeta dentro de la misma cate- goría, dado que sus matices se confunden y se pasa insensible- mente del uno al otro y muy frecuentemente dependen entre sí. Las personas que ostentan dicho color en su aura de una manera manifiesta, son gente de profundas convicciones reli- giosas, que no se contentan con profesar exteriormente una religión. Esto constituye una gran diferencia; algunas personas dicen que son religiosas; otras dicen creen serlo; pero hasta que no se sea capaz de ver con certitud su aura, no se puede decir de ellas nada que sea seguro. Si una persona tiene un toque rosado en su añil, ésta será quisquillosa y desabrida, sobre todo para con las personas que se encuentren bajo la dependencia de dicho sujeto. El tinte rosado en el añil es un toque degradante, roba una porción de su pureza al aura. De pasada, digamos que las personas que presentan colores añil, violeta o morado en sus respectivas auras padecen trastornos del corazón y desórdenes del estómago. No les sientan bien ni los fritos ni la comida, por poco grasienta que sea. 48
  • 44. Gris El gris es un modificador de los colores del aura. En sí, carece de significación, excepto la de que la persona está muy poco e volu cio nad a . Si la persona a qui en co ntemp lamos no es tá evolucionada, presenta normalmente grandes franjas y man- chas de gris; pero, corrientemente, nunca miraréis el cuerpo desnudo de una persona sin evolucionar. El gris, en un color, delata una debilidad de carácter y una pobreza general de sa- lud. Si alguien tiene zonas grises sobre algún órgano, eso indica u n pel i g ro d e f a l lo d e l a sa lud d e é s te , o y a es t á e nfe rmo y hay que curarlo inmediatamente. Una persona con una espesa y dolorosa jaqueca, tendrá una nube como de humo gris que l e a traviesa e l ha lo o n imbo , y no impo rta de qué colo r sea éste, sus pulsaciones seguirán el ritmo de las punzadas de la jaqueca que le aflige.
  • 45. Lección sexta Con todo lo dicho, es obvio que todo cuanto existe es vibra- ción. Así, a través de todo lo existente, hay algo que podría- mos llamar un gigantesco teclado, formado por todas las vi- braciones que pueden haber existido siempre. Imaginémonos que se trata de un inmenso piano, extendiéndose por infinitas magnitudes. Imaginémonos, también, que nosotros somos hor- migas, y que sólo podemos escuchar unas muy pocas notas. Las vibraciones corresponden a las diferentes teclas de piano. Una nota, o tecla, cubriría todas las vibraciones que llamamos «tacto», la vibración que es tan lenta, tan «sólida» que la sentimos más que verla o escucharla (fig. 5). La nota siguiente sería el sonido. Esto es, la nota que cubre todas estas vibraciones que activan el mecanismo interior de nuestros oídos. No podemos percibir con nuestros dedos estas vibraciones; pero nuestros oídos nos dicen que se trata del «sonido». No podemos oír una cosa que sólo puede ser objeto de l ta cto ; ni pode mos ap reciar po r el tac to lo que debe se r oído. De este modo habremos cubierto dos notas del teclado de nuestro piano. La nota siguiente será la vista. Aquí también tendremos una vibración de tal frecuencia (esto es, vibrando tan rápidamente) que no podemos tocarla ni escucharla; pero afecta a nuestros ojos y se llama la «vista». Mezclada con esas tres notas hay otras de la misma frecuen- c ia , o zo na de frecue ncia s , qu e ll ama mos « rad io» . Una no ta más alta nos conduce a la telepatía, la clarividencia y otras manifestaciones de poderes emparentados con estas últimas. Pero el punto esencial es el de la verdaderamente inmensa can- tidad de grados de frecuencias, o de vibraciones. El hombre sólo puede percibir una extensión ciertamente escasísima de ellas. 50
  • 47. La vista y el sonido están estrechamente relacionados, de todas l as ma ne ra s . Pode mos ob tene r u n co lo r y de ci r qu e e s u na nota musical, puesto que existen instrumentos electrónicos qu e puede n tra ns fo rma r u n co lo r de te rm inado en u na nota determinada. Si esto parece difícil de comprender, hay que considerar lo siguiente: las ondas de la radio, eso es, música, palabras y hasta imágenes, están continuamente en casa, a donde vayamos y hagamos lo que hagamos. Nosotros, sin el auxilio de ningún aparato, no podemos percibir estas ondas de la radio; pero con un aparato especial, al que llamamos una «radio», que capta las ondas y, si lo preferís, traduce las fre- cuencias de la radio en frecuencias auditivas, podemos escu- char los programas de las emisoras y hasta ver las imágenes de la televisión. De la misma manera, podemos tomar un sonido y decir que concuerda con un color, y viceversa, afirmar que un color co- rresponde a un sonido determinado. Esto es muy conocido en Oriente, y creemos que verdaderamente tiene que influir posi- tivamente en la apreciación que hagamos de una obra de arte; po r e je mplo , cu a ndo m i ra mos u n cu ad ro e i ma ginamos u n a co rde que resu l ta ría de aque l los co lo res si los tra nspo rtá - semos a la música. Todos sabemos que Marte es también conocido por «el Planet a Rojo». Marte es el planeta rojo, y el rojo de cierto tono — e l r o j o b á s i c o — t i e n e u n a n o t a m u s i c a l q u e c o r r e s p o n de al «do». El anaranjado, que es parcialmente rojo, corresponde con la nota «re». Entre las creencias de algunas religiones se establece que el anaranjado es el color del Sol; otras religiones dicen que el color del Sol, es el azul. Preferimos creer que el Sol es anaranjado. E l am a ri llo corre spond e a l «m i » y e l p la neta Me rcu rio e s e l «regente» del amarillo. Todo esto, natu ralmente, procede de la mitología oriental; igual que los griegos tuvieron sus dioses y diosas que cruzaban el firmamento en sus carros flamígeros, los pueblos del Oriente Tienen sus mitos v leyendas; pero in- 52
  • 48. vestían sus planetas con diversos colores, y decían que tal y cual color era regido por tal y cual planeta. El verde tiene una nota musical correspondiente al «fa». Es un color de crecimiento, y algunos afirman que el crecimiento de las plantas puede ser estimulado con notas musicales ade- c u a d a s . A u nq u e no te ng a mo s e x p e r i e n c i a p e rs o na l d e e s te hecho particular, poseemos una información procedente de fuentes dignas de crédito. Saturno es el planeta que controla el verde. Es interesante observar que los antiguos derivaron estos colores de las sensaciones que recibían contemplando un deter- minado planeta entregados a la meditación. Varios de los an- tiguos meditaron en las cumbres más altas de la Tierra, en los altos picos de los Himalayas, por ejemplo, y cuando se está a muchos miles de metros de altura se deja mucho aire atrás, y los planetas se ven más claros y las sensaciones son más agu- das. De este modo los sabios de la Antigüedad establecieron las normas sobre los colores. El azul corresponde a la nota «sol». Corno hemos dicho antes, en algunas creencias religiosas se contempla el azul como el color del Sol; pero como sea que seguirnos la tradición oriental, decidimos que el planeta del azul es Júpiter. El añil es «la» de la escala musical y en Oriente se cree regido por Venus. Venus, cuando está bien espectada, eso es, cuando reparte beneficios a los humanos, concede habilidad artística y pureza de pensamiento. Proporciona el mejor tipo de carácter. Únicamente cuando está conectada con las personas de la más baja vibración, Venus conduce a diversos excesos. El violeta corresponde a la nota «si» y es regida por la Luna. Aquí también, si nos hallarnos bajo el buen aspecto de la L u na , o d e l c o l o r v i o l e ta , é s to s c o m u n i c a n c l a ri d a d a l p e n - samiento, espiritualidad e imaginación controlada. Pero si el a s p e c t o e s m a l o , e n t o n c e s s e p ro d u c e n l a s p e r t u rb a c i o n e s mentales que hacen a un individuo «lunático». En la parte exterior del aura existe un envoltorio que encierra t o t a l m e n te a l c u e rp o h u m a no , s u e t é r i c o y a l a u ra m i s m o . Parece como si el conjunto del ser humano, con el cuerpo 53
  • 49. f í s i c o e n e l c e n tro , l u e g o e l e t é r i c o y l u e go e l a u r a , e s tu v i e s e n m e t i d o s e n u n s a c o . I ma gí ne s e d e e s t a fo rma : t e n e m o s u n h u e v o d e g a l l i n a c o mo to d o s . D e n t ro e s tá l a y e m a , q u e c o rr e s p o n d e a nu e s t ro c u e rp o . D e s p u é s e s t á n l a s c l a ra s , q u e c o r r e s p o n d e n a l e té r i c o y a l a u ra . P e ro e n e l h u e v o , e n t re l a c l a ra y l a c á s c a ra , v e m o s u na e s p e c i e d e p e l l e j o m u y b l a nd o . C u a n d o h e r v i mo s u n hu e v o y l e v a n t a m o s l a c á s c a ra , p o d e mo s p e l a r e s ta p e l í c u l a . E l c o nj u n to d e l ho m b re e s p a r e c i d o . Es t á e nc e r r a d o p o r l a e s p e c i e d e p e l l e j o q u e l o c u b re . És te e s c o m p l e ta m e n te t r a n s p a r e n t e y , b a j o e l i m p a c to d e l a s o n d u l a c i o n e s y t e mb l o re s d e l a u ra , o n d u l a u n p o c o ; p e ro s i e m p re t i e nd e a r e c o b ra r s u f o r m d e h u e v o , c o m o u n g l o b o s i e m p re r e c o b ra s u e s fe ri c i d a d p o r c u a nto s u p re s i ó n i n te r i o r e s m a y o r q u e l a e x te rna . P o d e m o s ha c e r no s c a r go v i s u a l me n te i m a g i n a nd o e l c u e rp o , e l e t é ri c o y e l a u ra c o n te n i d o s d e n t ro d e u n s a c o m u y d e l g a d o d e c e l o f á n , e n fo rma d e hu e v o ( f i g . 6 ) . C u a nd o p e n s a m o s , p ro ye c ta m o s d e s d e e l c e re b ro , a t ra v é s d e l e té ri c o y de l a u ra , s o b re e s te « c u ti s á u ri c o » . A l l í , s o b re l a s u p e r fi c i e e x t e r i o r d e e s ta c u b i e rt a , s e p ro d u c e n i m á g e ne s d e nu e s tro s p e n s a m i e n to s . C o mo e n o t ra s v e c e s , p a ra e x p l i c a r l o , d a m o s u n e j e mp l o b a s a do e n l a ra d i o o l a t e l e v i s i ó n . En e l c u e l l o d e u n tu b o d e te l e v i s i ó n , l o q u e s e c o no c e b a j o e l n o m b re d e « c a ñó n e l e c t ró n i c o » , d i s p a ra e l e c t ro ne s ra p i d í s i m a me n t e s o b re u n a p a n t a l l a f l u o re s c e n te , q u e e s l a p a nt a l l a d e l te l e v i s o r. A m e d i d a q u e l o s e l e c t ro n e s s e p i n ta n s o b r e u n re v e s ti m i e n to e s p e c i a l q u e e s tá e n l a parte interior de la pantalla, éste se pone fluorescente; es d e c i r , ha y a l l í u n p u n to l u m i n o s o q u e p e r s i s te p o r u n t i e m p o s u f i c i e nt e p a ra q u e no s q u e d e u n a « me m o ri a r e s i d u a l » d e a q u e l p u n to . D e e s ta m a ne ra , e l o j o c o nt e m p l a l a to ta l i d a d d e l a s i má g e ne s s o b r e l a p a n t a l l a d e l te l e v i s o r . P a r a l e l a m e n te a l a s v a r i a c i o n e s d e l t r a n s m i s o r , c a m b i a n l a s i m á g e ne s . D e u n m o d o m u y p a re c i d o , l o s p e ns a m i e n to s s o n e m i ti d o s p o r e l t ra n s m i s o r — n u e s t ro c e r e b ro — y l l e g a n a l a c u b i e r ta d e l a u ra . A l l í l o s p e ns a m i e n to s s e p i n ta n y fo rm a n i m á g e ne s q u e p u e d e n s e r v i s t a s p o r u n c l a r i v i d e n te . P e ro no sólo se ven 54
  • 50. LA FUNDA AUREA Fig. 6.
  • 51. nuestros pensamientos actuales, sino todos los que han existido anteriormente. Es muy fácil para un Adepto mirar a una persona y ver en la cubierta del aura alguna de las cosas que dicha persona hizo durante sus dos o tres vidas anteriores. Esto puede parecer fantástico para los que no son iniciados; pero es perfectamente exacto. L a ma te ria no pued e de s trui rse . Todo cuant o ex is te , si gue siendo. Si producirnos un sonido, la vibración de éste — la energía que lo causa — persiste para siempre. Si, por ejemplo, n o s es p o sib le v ia ja r e n u n i n s ta n te h as ta u n p la ne t a mu y lejano, podremos ver, en la suposición de que dispongamos de instrumentos adecuados, imágenes que se produjeron miles y miles de años atrás. La luz tiene una velocidad definida y jamás empalidece; de manera que si nos trasladamos -- instan- táneamente -- lo bastante lejos de la Tierra, podremos ver su creación. Pero, todo esto, nos llevaría lejos de lo que estarnos hablando. Debemos precisar que el subconsciente, como no está controlado por la conciencia, puede proyectarnos imáge- nes de cosas que se encuentran más allá de lo que ésta alcanza. Y que una persona dotada de suficientes facultades de clarivi- dencia puede conocer, sin dificultad, qué clase de persona es a que ll a qu e tie ne enf re nte . Es to e s u na form a ava nzad a de psicometría, que podríamos llamar «psicometría visual». Más adelante trataremos de la psicometría. Todos los que posean alguna percepción o sensibilidad pueden sentir el aura, aun cuando no puedan verla. ¿Cuántas veces os habrá sucedido que instantáneamente os atrae — o, al contra- rio, repele — una persona antes de haber cambiado una sola palabra con ella? La percepción inconsciente del aura explica nuestras simpatías y antipatías. Todos podemos verla; pero los abusos de toda clase pueden hacernos perder aquella facultad. En los siglos venideros no habrá nadie que no esté facultado para practicar la telepatía, la clarividencia, etcétera. Procedamos más adelante en lo de las simpatías y antipatías; cada aura se compone de varios colores y listas de colores. Es 56
  • 52. necesario que los colore, y las listas liguen entre sí recíproca- m ent e pa ra q u e do s pe rso nas sea n com pa ti bl es . Es to es l a causa de que un marido y su mujer sean compatibles en una o dos cosas y completamente incompatibles en el resto. Ello es deb ido a que la fo rma particu la r de la o nda que posee una de las personas encaja sólo parcialmente con la onda de la otra. Decimos, de dos personas, que están en dos polos opuestos; es el caso de la incompatibilidad rotunda. Si preferimos mirarlo por otro lado, diremos que las personas que son compatibles poseen auras respectivas, cuyos colores se funden y armonizan, al paso que las incompatibles tienen sus auras fabricadas de colores que chocan y que irritan la sensibilidad de quienes las contemplan. Las personas proceden de varios tipos. Sus vibraciones tienen frecuencias comunes. Las personas de un tipo «común» tien- den a ir en grupo. Se pueden ver rebaños de muchachas siem- pre juntas, y de mozalbetes holgazaneando por las esquinas o f o r m a nd o b a nd a s . La c a u s a s e d e b e a q u e to d o s e l l o s — o ellas — tienen frecuencias comunes o tipos comunes de aura; por eso dependen los unos de los otros, ejercen una influencia magnética recíproca, y la personalidad más fuerte del grupo será la que dominará, para bien o para mal. Los jóvenes tienen que ser educados con disciplina y autodisciplina, a fin de que sean controlados sus impulsos más primarios, si la raza tiene que mejorar. Como se ha dicho, el cuerpo humano está centrado dentro de el envoltorio en forma de huevo que le rodea, centrado dentro del aura; ésta es la posición normal para casi todos, las perso- nas corrientes y que gozan de buena salud. Cuando una per- sona sufre una enfermedad mental, no está debidamente cen- trada. Muchas personas dicen: «Hoy no estoy en mi centro». este es el caso; la persona se halla proyectada en un rincón del ovoide. La gente que posee una doble personalidad es completamente distinta de la corriente; puede muy bien tener la mitad del aura de un color y la otra de otro completamente 57
  • 53. distinto. Puede, incluso, en casos de doble personalidad muy acusada, que el aura no tenga precisamente la forma de un huevo, sino de dos huevos unidos por un extremo el uno al otro. Las enfermedades mentales no pueden ser tratadas lige- ramente. Los tratamientos a base de choques son peligrosos ya que pueden lanzar el astral (va que de él se trata) fuera del cuerpo físico. Pero el tratamiento de choque más enérgico se designa ( ¿consciente o inconscientemente?), el choque de dos huevos en uno. A menudo quema grupos de neuronas en el cerebro. Nacemos con ciertas posibilidades, ciertos límites en los co- lores de nuestras auras, la frecuencia de nuestras vibraciones y otros detalles; así, es posible a toda persona con la suficiente determinación y buena voluntad alterar la propia aura en sentido positivo. Desgraciadamente, es más fácil el ir a lo peor. Sócrates, por ejemplo, sabía que habría sido un buen asesino; pero quiso caminar por donde el hado le conducía; y dirigió sus pasos en la vida en un sentido opuesto. En vez de asesino, Sócrates se convirtió en el hombre más sabio de su época. Todos podemos, si nos es necesario, levantar nuestros pensamientos a más alto nivel y auxiliar a nuestras auras. Una persona con un rojo turbio y oscuro en ella, signo de que está dotada de una sexualidad excesiva, puede aumentar la frecuencia de las vibraciones de este rojo sublimando sus deseos sexuales y llegando a ser una persona de un mayor empuje constructivo, que se abre su propio camino en la vida. El aura se desvanece pronto después de la muerte; mas, el etérico puede convertirse en el fantasma sin cerebro que sigue visitando, insensible, sus lugares preferidos en vida. Varias personas, en distritos rurales, han visto unas formas de color azulado sobre las sepulturas de los cadáveres recientemente enterrados. Este resplandor se hace más perceptible por las noches. Consiste, como es natural, meramente en el etérico que se disipa después de la descomposición del cuerpo. En el aura, las vibraciones bajas corresponden a colores opacos y turbios que provocan más náusea que atracción. Cuanto más 58
  • 54. altas son las vibraciones de cada uno, más puros y brillantes resultan los colores del aura; no brillantes de un modo llama- tivo, sino con el mejor y el más espiritual de los resplandores. Podemos decir que los colores puros son «deleitosos», mien- tras que los turbios son desagradables. Una buena acción abri- llanta el aspecto del aura, haciendo resaltar los colores áuricos. Una mala acción los desciende al azul o al negro. Las buenas acciones — en provecho del prójimo — hacen ver el mundo a través de «cristales rosados». Hay que fijar bien en nuestra mente que el color es el mayor índice de nuestras potencialidades. Los colores cambian, como es natural, con nuestros cambios de estado de ánimo; pero los colores básicos permanecen, excepto en el caso que una per- sona determinada mejore, o empeore su carácter. El color bá- sico permanece y los matices indican el estado de humor del individuo. Mirando los colores del aura de una persona cual- quiera hay que preguntarse: 1. ¿Cuál es el color? 2. ¿Es claro o turbio? ¿Cómo puedo ver a su través? 3. ¿Ondula en algunas de sus partes, o está colocado casi in- móvil sobre una mancha? 4. ¿Es una franja continua de color conservando su forma estructura, o fluctúa y presenta corno picos agudos y pro- fundos valles? 5. También hemos de asegurarnos de que no nos dejamos lle- var por prejuicios sobre una persona, cuando se trata sola- mente de mirar su aura, sin imaginar que es turbia cuando, de hecho, no lo es en absoluto. Pueden ser nuestros pensa- mientos erróneos lo que nos hace parecer un color turbio; porque hemos de tener muy presente que, examinando el aura de otra persona, tendríamos antes que estar muy segu- ros de no contemplarla a través de nuestra propia aura. Existe una correspondencia entre los ritmos musical y mental. El cerebro humano es una masa de vibraciones con impulsos 59
  • 55. eléctricos que irradian por todas partes de éste. Un ser huma- no emite una nota musical, dependiente de las frecuencias de la vibración de dicho ser. Es muy parecido a una colmena, de la que se escapa el zumbido de una multitud de abejas; por esto algunas otras criaturas oyen a los seres humanos. Cada ser humano tiene su propia nota básica, que se emite constan- temente igual que un alambre eléctrico produce una nota al paso del viento. Además, la música que se hace popu lar es aquella que se encuentra en relaciones de simpatía con la for- mación de las ondas de los cerebros y, éstas, de los cuerpos. Podemos hallar una melodía «que se pega al oído» qu e todo el mundo canturrea o silba. La gente dice que «tal o cual melo- día» no se le quita de la cabeza. Este tipo de canciones tienen la clave de las ondas cerebrales durante un tiempo determi- nado, hasta que su energía fundamental se disipa. La música clásica es de una naturaleza más permanente. Es una música que obliga a las ondas del auditorio a vibrar por sim- patía con ella. Si los dirigentes de una nación necesitan levan- tar el espíritu de sus seguidores, tienen que componer o tener ya compuesta una forma especial de música, llamada «himno nacional». Quienes escuchan esta música se llenan de toda suerte de emociones; se les fortifica el espíritu y piensan con amor en su tierra y con arrogancia en los demás países. Fenó- meno que se produce meramente porque las vibraciones que llamamos sonido han provocado vibraciones mentales que les hacen reaccionar en determinado sentido. D e este modo es pos ib le «p reo rde na r» c ie rta s re acc io nes e n e l se r hu mano , interpretando ante el sujeto ciertos tipos de música. Una persona profunda en sus pensamientos, que esté dotada de unas ondas cerebrales con altos picos y depresiones profun- das, ama la música del mismo tipo; eso es, que posea picos y profundidades. Pero los que tienen una mente dispersa, pre- fieren una música también sin sustancia; música que no pasa de un tintineo y que no sale de la insignificancia. Varios de los grandes compositores son personas que, cons- ciente o inconscientemente, viajan por el astral, y que llegan a 60