2. La Encarnación del Hijo es un ejemplo de la espiritualidad desde abajo. Escoge un establo, Belén y unos pañales para nacer. El corazón de los pobres y en la pobreza de corazón. “No somos más que el establo donde Dios nace. Espiritualmente somos tan sucios como un establo. Nada tenemos presentable al Señor, pero precisamente él quiere habitar en nuestra pobreza” ( C.G. Jung)
3. Lo mismo que en el Bautismo de Jesús: El cielo se abre sobre él mientras se encuentra metido en la corriente del Jordán. El agua está contaminada por los pecados del pueblo. Y ahí se abre el cielo y se deja oír la voz del Padre y baja el Espíritu Santo. Sólo cuando hagamos pie en medio de nuestras faltas se abrirá el cielo sobre nosotros.
4. Encontrar a Dios suponía para los monjes del desierto haberse encontrado antes a sí mismos. Necesitan familiarizarse con sus propios sentimientos, bajar a su propia realidad para subirse después a Dios. Sólo en diálogo abierto con las aspiraciones del corazón se llega a Dios en el que se unifica todo. Partir de las aspiraciones, sentimientos y necesidades, analizarlos previamente si se quiere llegar a la verdad de Dios. Si no se hace así lo que se encuentra es una proyección subjetiva de Dios. La vía espiritual de la contemplación y unión con Dios pasa por el análisis de nuestros pensamientos y deseos.
5. La conciencia de los propios pecados es un modo apropiado para deducir la propia incapacidad de mejorarse a sí mismo. Identificarse con el buen o mal ladrón, pero siempre ladrón, significa entrar en una atmósfera de humildad y constante proceso de conversión, liberación de las cadenas que nos atan a l mundo y abandono definitivo del culto al propio yo.
6. Isaac de Nínive dice: “Esfuérzate por entrar en la sala de los tesoros de tu interior y te encontrarás en los salones del cielo. Aquella y estos son una misma cosa. Tienen una misma entrada. La escala del cielo está oculta en el interior de tu alma. Salta desde el pecado para bucear en lo más profundo de tu alma y encontrarás una escalera para ascender. El camino hacia Dios es bajada a la propia realidad. El salto para bucear en las profundidades se da desde el trampolín del pecado. Es él el que me pude lanzar al abandono de los ideales forjados por mí mismo y lanzarme a las profundidades del alma. Allí están juntos mi corazón y Dios. Allí está también la escalera para ascender a él.”
7. Dice el profeta: “ Tu ca í da se convertir á en tu educador ” . (Jr 2,19) Todas las dificultades, incluso los pecados est á n llenos de sentido. Dios sab í a que todo eso pod í a ser positivo para m í . Lo permiti ó por eso.
8. San Benito, Basilio y los Padre resumen la humildad en: Conócete a ti mismo. Para Orígenes es un don grande que Cristo hace a la humanidad y la auténtica fuente de energía para los cristianos. Para San Gregorio de Nisa el hombre sólo puede imitar a Dios en la humildad. Por tanto la humildad es el único camino para asemejarse a Dios.
9. Para San Agustín la humildad es la valoración de la propia medida, sus limitaciones inherentes al ser de criaturas y el conocimiento de uno mismo. “Tu humildad, hombre, consiste en aceptar lo que eres.” La humillación de Cristo es, en primer lugar, “acción salvífica de Dios”. Por tanto, no es virtud, sino actitud religiosa que une al hombre con Cristo. Se puede y debe dar la humildad en el pecado y esto me obliga a capitular y a abrirme a Dios. La confesión de la incapacidad de llegar por sí mismo a, ser devoto ni santo, da con la puerta de acceso a Dios.
10. La humildad brota como consecuencia de una experiencia de Dios en cuanto misterio infinito comparado con la experiencia que uno tiene de sí mismo como criatura limitada.. Cuando más me acerco a Dios más dura descubro mi verdad; cuanto más conozco mi verdad en el fracaso tanto más me abro a la verdad de Dios.
11. Para San Benito la humildad es imitación de Cristo que se vació a sí mismo y se hizo semejante a los hombres (Flp 2,6) Se humilló y se hizo obediente hasta la muerte. Lleva la humildad al amor perfecto, al apasionamiento por Cristo, a la íntima y personal unión con él y al gusto de las virtudes, entendiendo virtudes no en sentido moral, sino como la fuerza dad por Dios al hombre, que le hace sentir gusto en su vitalidad, en su dinamismo, en su vida modelada según el espíritu divino. El final del camino de la humildad no es la humillación sino su exaltación, su transformación por el espíritu del Señor que le impregna y el gusto por la nueva calidad de vida.
12. El fariseo que pone toda su confianza en sus logros morales es humillado por Dios. Instrumentaliza a Dios para complacerse en sí mismo. El publicano pone su confianza en Dios porque se conoce en humildad, se confía a la misericordia divina y es ensalzado.
13. La escala de Jacob es un camino de subida a Dios justamente cuando Jacob estaba huyendo, desesperado, sin planes, es ahí donde Dios le muestra que es el momento en que él se va a hacer cargo de todo.
14. El camino hacia el tesoro, el auténtico yo y la experiencia de la propia impotencia son aspectos de la espiritualidad de abajo. Esta impotencia se convierte en punto de apoyo para dar el salto hacia arriba de la gracia. En la profundidad de mí mismo donde puedo ser curado. La experiencia de mi nada me lanza a la totalidad de Dios. Ahí es donde vislumbro quién es Dios y en qué consiste su gracia.
15. La humildad y el humor. Hace falta humor que de un tratamiento de serenidad y de realidad a la propia realidad y a los propios fracasos. El humor hace presentir que todo es posible en nosotros porque somos de barro y no debemos hacer ascos de nuestras miserias y limitaciones. Ponerse de acuerdo con uno mismo tal como es. El humor arranca las máscaras y protege contra la tentación de creerse un monumento histórico. El humor sabe decir que la nada humana es sostenida por Dios e impregnada de su amor.