El documento describe el carisma de la fundadora Madre Eugenia Ravasco como una herencia espiritual para la congregación religiosa. El carisma proviene de la inspiración original de la fundadora y transmite la vida de Cristo y María a los miembros. Para vivir fielmente el carisma, los miembros deben encarnar el dinamismo interno a través de la conversión, interioridad y discernimiento espiritual. El carisma también debe transmitirse a la Iglesia y a aquellos a quienes la congregación sirve, como una fuer
2. La inspiración primigenia enviada a la Fundadora en Santa Sabina es la raíz de nuestra Congregación religiosa. De ella mediante la caridad pasa a nosotras la vida de Cristo y de María recorriendo como linfa vital para alimentar nuestro ser, nuestro obrar, nuestro tender a Dios, nuestro ir hacia los jóvenes y el prójimo.
3. Todos los miembros de nuestra Congregación tienen en sí este don del Espíritu, también si en forma diversa, y según la intensidad de unión interior con la Fundadora y, también según la fidelidad personal a la propia vocación.
4. El carisma del Instituto, en efecto tanto más suelta su “carga de irradiación colectiva, de contagio espiritual” cuanto más nosotros sus miembros sepamos vivir y encarnar ahora y en este momento el dinamismo interno.
5. Solo así entonces sabremos también transformar “una memoria histórica en memoria actualizada” y sabremos responder a los llamados y a los signos del Espíritu como Madre Eugenia ha sabido hacer con respecto a su tiempo. Este es el deber que tiene nuestra comunidad con relación al hoy.
6. Para continuar siendo, como deseaba Madre Eugenia, “Tantos miembros en un solo cuerpo; es más, tantos corazones en una sola alma que viva y muera por Dios y en Dios”, para ser, esto es, una comunidad que vive en dinámica fidelidad, en actitud de conversión y en la dimensión de interioridad, nosotras tenemos la necesidad hoy de hacer un discernimiento espiritual capaz de ponernos en sintonía con la misión que el Espíritu Santo se propuso suscitando en la Iglesia nuestra comunidad.
7. Ante todo cada una debe sentirse consciente de ser llamada a realizar el carisma personal y la vocación propia dentro de su comunidad. Es decir, debemos despertarnos y reforzar en nosotras el sentido de pertenencia teológica y carismática a nuestra Congregación, porque, “solo en la fidelidad y continuidad a la matriz espiritual que lo ha engendrado, el discípulo encontrará su identidad consagrada!”
8. Si la comunidad ha absorbido profundamente la potencialidad del propio carisma, entonces conserva una fuerte carga de creatividad pastoral y espiritualidad, que la hace encontrar los medios para que la inspiración primigenia del fundador continúe encarnándose en el hoy.
9. CARISMA PARA LA IGLESIA Dios da sus dones para que sirvan para la edificación de todo el cuerpo místico que es la Iglesia. (Cf. 1Cor) Si pertenece a la Iglesia, nuestro carisma es también para aquellos que se acercan al Instituto para gozar los beneficios de nuestras iniciativas. Estos encuentros con los destinatarios de nuestro apostolado son la ocasión para que el carisma de Madre Eugenia los contagie espiritualmente y se convierta también para ellos en fuerza vital.
10. Nosotras, comunidad de Madre Eugenia no podemos levantar empalizadas entre nuestra espiritualidad y aquellos que nos rodean. Los jóvenes, las familias, los necesitados espiritual y corporalmente con los cuales entramos en contacto, deben poder beber ellos también en las fuentes de las cuales brotó nuestra institución religiosa: el corazón de Cristo, nutrirse y vivir.
11. Comunicar, transmitir, consignar nuestro carisma en aquello que es la fuerza originaria: la caridad que se traduce en todas las formas del amor a Dios y al prójimo hace parte de nuestra misión en la Iglesia.
12. Quería que las jóvenes más grandes se prestaran para dar catequesis, esto es, compartía el núcleo originario de su carisma. Se podría continuar con muchas otras ejemplificaciones. Con estos ejemplos ella nos indicó el camino para transformar el don recibido de Dios en un don consignado a la Iglesia. Madre Eugenia nos ha precedido en esto y nos ha dado el ejemplo: “Hablaba siempre del amor de Dios”; es decir, comunicaba a todos la sustancia de su carisma; “Nos invitaba también a nosotras alumnas a poner aparte cualquier cosa para los pobres y para los enfermos del hospital” es decir, educaba a su carisma de atención a las necesidades del otro y a la generosidad.
13. Nos encontraremos también nosotras escribiendo nuestra “carta de amor” al Señor, en un “cuaderno” que El mismo nos pondrá entre las manos: la juventud, la Iglesia el mundo.
14. “ En el Corazón de Cristo Madre Eugenia intuyó que la linfa vital de la Iglesia es la caridad; y por eso ha vigilado y vigila todavía, para que la vida de su Instituto continúe siendo caridad al unísono de la mente y del corazón”, continúe alimentando nuestras vidas. Vale para nosotras su promesa: “Amaos, y yo del cielo os protegeré”.
16. El Corazón de Jesús fue el punto específico perspectivo, el prisma a través del cual ella “leyó” toda la obra de la Redención y el misterio de la gracia que actúa en los corazones. En él contempló la iglesia, el mundo, la juventud, y también sus hijas: “Os miro en el espejo del Corazón de Jesús y os veo…trabajar con prontitud, celo…amor recíproco… buen espíritu”. EL CORAZON DE JESUS PROYECTO DE VIDA.
17. Su corazón, conformándose cada vez más a los sentimientos del Corazón de Jesús, se dilató a los confines del mundo, amó con amor universal a todos los hombres bajo cualquier cielo, especialmente el juvenil, pero también los lejanos, los últimos. El amor la impulsaba a llevar por todas partes el anuncio de la bondad de Dios. De este modo vivió también su profecía.
18. En unión con el Corazón de Jesús ella vivió su sacerdocio y se ofreció en holocausto por las almas, armonizando su vida con la de El, su sufrimientos con los sufrimientos de El, en un tenaz cotidiano esfuerzo de fidelidad. “Dígnate OH Corazón de Jesús hacerme conocer lo que más te agrada y yo con tu ayuda lo haré”
19. Si, tened fe: El Corazón de Jesús calentará vuestros corazones y los hará generosos y capaces de hacer el bien… Que tu puedas encontrar en el Corazón de Jesús verdadera paz, santo consuelo, amor que te abisme”…En la fuente del Corazón de Jesús aprovisiónate de gracia, confiándote a la intercesión del Corazón de su Santísima Madre…Coloca todas tus necesidades en aquel gran Corazón, magnánimo, amorosísimo: El pensará en todo”.
20. Finalmente la exhortación que se conecta directamente al carisma: “Inspirémonos en la escuela del amor del Corazón de Jesús y llenas de celo demostremos abiertamente corazón para todos, especialmente para las jóvenes confiadas a nuestros cuidados, amando con Dios y por Dios… Dios estará con nosotros y María SS. Nos conducirá de la mano a la roca segura del Sagrado Corazón de Jesús”.
22. El Culto a la SS. Eucaristía es otro de los pilares de la espiritualidad de Madre Ravasco. Desde el día de la primera comunión, Eugenia había abierto su corazón a un amor especial por Jesús Eucaristía . LA EUCARISTIA AMOR SACRAMENTADO
23. En la presencia Eucarística fundamentaba las raíces profundas de su fe: “Le era familiar la verdad de la presencia de Dios y una fe confidencial en el SS. Sacramento Pasando por el corredor cercano a la Capilla, solía tocar el muro y preguntaba: “Jesús estás ahí?”.
24. Madre Eugenia, iluminada por la gracia del carisma, intuyó esta estrechísima unión entre el amor del Corazón y el amor de Jesús en la Eucaristía; por esto adoraba en el misterio eucarístico a Jesús como “Amor sacramentado” y con generosidad de fe se dirigía al “S. Corazón de Jesús Sacramentado”.
25. Por tanto, en el carisma de Madre Ravasco el S. Corazón y la Presencia Eucarística son la doble manifestación del único amor de Cristo por la humanidad.. Veneraba a Jesús víctima por los pecadores del mundo; sacerdote, mediador “hacia su Divina Majestad”; y el tabernáculo se configuraba como el “trono de la misericordia y del amor”, signo del amor “exagerado” del Corazón de Jesús
26. MARIA OTRA FUENTE PRINCIPAL DE NUESTRO CARISMA
27. La presencia de la Madre de Dios en la vida y en las intenciones fundamentales de Eugenia, en efecto no fue un hecho devocional, relacionado tal vez a la espiritualidad del tiempo, sino un fruto del Espíritu, que germinó en el momento del bautismo y que llegó a su maduración con el don del carisma, y que se transformó en alimento de toda la espiritualidad y de la obra que aquel carisma debía engendrar.
28. En el Corazón Inmaculado de María ella encontró el modelo más perfecto, después de Jesús del amor hacia los hombres.
29. PARA CONCLUIR “ No hay ninguna entre vosotros que quiera gastarse toda por Dios y hacer un poco de bien por amor del Corazón de Jesús?” La respuesta a este llamado es la semilla de nuestra Congregación