2. Hace bastante tiempo, apareció sorpresiva e inesperadamente, y al principio me resultó difícil aceptarla y soportarla, debido a su permanente e incomprensible silencio.
3. Me costaba mucho adaptarme a su estilo de vida, por su extrema y a la vez inquietante calma que contrastaba con mi manera de ser y con todo lo que me rodeaba.
4. A medida que fueron transcurriendo los años en medio de frustraciones, desilusiones y pérdidas de todo tipo, ella permaneció a mi lado, calladamente, pero haciéndome sentir siempre su compañía.
5. Y un día, esa silenciosa compañera, me estimuló para que fuera en busca de los “mudos maestros”, quienes a través de sus escritos, me podían dar respuestas a tantos interrogantes existenciales que yo tenía.
6. Aceptando y aprovechando cada día más su valiosa ayuda, pude seguir orientando la proa de mi barco hacia aquellos puertos que me permitían seguir llenando las bodegas de sabiduría.
7. Todas las veces que decidí apartarla de mi lado por creer que había encontrado un mejor acompañamiento, fue en vano, y entonces, sin que la llamara, se hacía presente nuevamente.
8. En definitiva, me demostró con su aparición, lo útil y ventajoso que es poder contar con ella, porque en mi caso, fue la única que me ayudó a alcanzar y mantener la paz interior.