Breve catequesis sobre la naturaleza del matrimonio cristiano segunda parte: El Nuevo Testamento. Los videos son sobre homilías y discursos de los Santos Padres Jaun Pablo II, Benedicto XVI y Francisco; posiblemente haya dificultad para reproducirlos. Esta catequesis fue implementada en la reunión de formación permanente para grupos de prematrimoniales de la Diócesis de Celaya, en junio de 2016.
4. BIBLIOGRAFÍA
Sagrada Escritura.
Concilio Vaticano II, Const. Past., Sobre la
Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes,
nn. 47-52.
Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 1601-
1666; 2197-2233; 2247-2253.
Juan Pablo II, Exh. Ap., La Familia en los
Tiempos Modernos, Familiaris consortio, nn.
11-16.
Francisco, Exh.Ap., Sobre el amor en la
familia, Amoris laetitia, nn. 58-88.
Augusto Sarmiento, El Matrimonio Cristiano,
EUNSA, Pamplona 2012.
6. Recordando un poco
Dato “originario”, la
Creación: Dios es
autor del matrimonio;
el matrimonio, con sus
propiedades y fines,
están inscritos en la
misma naturaleza del
hombre y de la mujer
(Gen 1, 26-28; 2,
26.28).
El pecado de los
orígenes:
Oscurecimiento de la
verdad originaria del
matrimonio (Gen 2, 25;
3, 7.16).
7. Proceso de redención del matrimonio y la familia:
† La bondad originaria del matrimonio y la familia
permanece, pero experimenta dificultad en su
realización histórica y existencial (cf. CCE n.
1608.1609).
† Doctrina en el A.T sobre el matrimonio y la familia (los
Mandamientos) (cf. CCE n. 1610).
† Simbolismo de la alianza matrimonial en relación a la
Alianza entre Dios y su pueblo (profetas, Cantar de los
Cantares) (cf. CCE n. 1611).
† Uso de la vida familiar para hablar de la relación entre
Dios y su pueblo (relación paterno-filial).
9. EL MATRIMONIO EN EL SEÑORLa comunión de amor entre Dios y los
hombres, ha llegado a su plenitud en la
persona misma de Jesucristo (cf. CCE 1612).
La Encarnación del Verbo señala: que forma
parte del “deber ser” del matrimonio dirigirse
desde su raíz más honda a la verdad de “el
principio”; y que ese “ethos” se ha de vivir en
la perspectiva de la realidad definitiva del Reino
de los Cielos, instaurada ya con la venida de
Cristo.
En las palabras y hechos de Jesús se
encuentra una serie de datos y acentos cuya
comprensión está en la base de la doctrina de
la Iglesia sobre el misterio del matrimonio:
10. † En la predicación de Jesús
encontramos diversas
enseñanzas en torno al
matrimonio y a la vida familiar
(cf. Mt 5, 27-32: 22. 30; etc).
† Al referirse a la alianza entre
Dios y su pueblo, los
Evangelios se sirven de un
lenguaje y una terminología
tomados del matrimonio y la
vida familiar: Cristo se
presenta como el Esposo (cf.
Mt 9, 14-17; Jn 3, 22-36); el
Reino de los Cielos se
compara a un banquete de
bodas (cf. Mt 25, 1-13; 22, 1-14;
Lc 14, 15-24); etc.
11. † Presencia de Cristo en
las bodas de Caná (cf.
Jn 2, 1-11), que indica la
dignidad del
matrimonio, se realizan
unos signos que
manifiestan la llegada
de la Nueva Alianza, y
anuncia “que en
adelante el matrimonio
será un signo eficaz de
la presencia de Cristo”
(CCE 1613).
12. Doctrina en Mt 19, 1-12
Para penetrar en el “misterio” del matrimonio
(su significación), tiene especial relevancia los
textos de los Sinópticos sobre la discusión del
Señor con los fariseos acerca del libelo de
repudio ya citados (cf. CCE n. 1614).
Anuncia la verdad sobre el matrimonio,
mostrando la continuidad, en la Nueva Alianza,
del designio divino manifestado en los
“orígenes” y en la historia del pueblo de Israel.
Aclara que las deformaciones histórico-
culturales en que se ha realizado el matrimonio,
se debe a “la dureza del corazón”, al desorden
instaurado en el hombre por medio del pecado
(dificultad para comprender el designio de Dios
y dificultad para ponerlo en obra).
13. Indica las dos perspectivas que se deben tener
presentes para comprender la verdad profunda
del matrimonio: la del “principio” (cf. Mt 19, 4.8)
y la escatológica o “el Reino de los Cielos” (cf.
Mt 19, 12).
Restablece el sentido originario del matrimonio,
aboliendo el permiso dado por Moisés:
manifestó con claridad la unidad indisoluble que
se establece por medio de la alianza
matrimonial, querida por Dios (cf. Mt 5, 32; 19, 3-
9; Mc 10, 2-12; Lc 16, 18) y, por tanto, el deber de
vivir en consecuencia (sentido normativo de la
enseñanza del Señor, cf. Mt 19, 6; CCE n. 1614).
Por tanto, mientras el vínculo matrimonial
permanece (el acta de repudio no lo puede
disolver), no puede contraerse otro matrimonio;
la nueva unión que se intentara, además de
ilícita, sería inválida, es decir, nula.
14. “-salvo en caso de fornicación-” (porneia; cf.
Mt 19, 9): no es una excepción a la doctrina
de la indisolubilidad, sino que, en la
tradición católica se ha entendido en el
sentido de “uniones ilegítimas” como el
concubinato o uniones incestuosas (cf. 1Co
5, 1; Hch 15, 20.29; 21, 25), lo cual es
concorde con Lv 18 (matrimonios contraídos
por parientes dentro de los grados
prohibidos).
Enseña que, para comprender y vivir el
“misterio” del matrimonio en su verdadero
sentido, se requiere entender su carácter
vocacional y la ayuda de la gracia (cf. Mt 19,
11; CCE n. 1615).
15. Doctrina paulina
La significación del
matrimonio señalada
anteriormente, se hace
más explícita en las
Cartas de San Pablo.
Su doctrina se presenta
en continuidad con las
enseñanzas de
Jesucristo sobre el
matrimonio.
El “deber ser” del
matrimonio cristiano
(ethos) surge del “ser”
del matrimonio
(naturaleza).
16. Tanto en 1Co 7 como en
Ef 5, el matrimonio
cristiano se concibe
como una “realidad
sagrada”: el matrimonio
tiene una dimensión
nueva en los que, por el
bautismo, han renacido
como hombres nuevos
en Jesucristo; por esta
condición sagrada del
cristiano, la unión
matrimonial también se
configura como una
realidad sagrada.
17. Ef 5, 21-33:
† Texto más importante
sobre el “misterio” del
matrimonio.
† En continuidad con la
tradición derivada del
A.T., habla de cómo ha
de entenderse y
vivirse a partir del
misterio de amor que
se da en la unión entre
Cristo y la Iglesia.
18. † Dos coordenadas generales de la Carta: el
del “misterio de Cristo” que se realiza en la
Iglesia, como expresión del plan divino de
salvación; y el de la “vocación cristiana”
como modelo de vida para cada uno de los
bautizados.
† Uso de la analogía esponsal va en dos
direcciones: la alianza de los esposos
“explica” el carácter esponsal de la unión
de Cristo con la Iglesia; y, a su vez, esta
unión –como “gran sacramento”- determina
la sacramentalidad del matrimonio como
alianza santa de los esposos, hombre y
mujer.
19. † La analogía establecida por San Pablo
presupone la “sacramentalidad originaria”
del matrimonio (nivel creacional y natural) y
descubre su “significación sacramental
plena”, como fruto del amor nupcial de
Cristo y de la Iglesia (nivel de la redención y
de la gracia sobrenatural).
† El matrimonio es un “misterio grande”,
pero no considerado en sí mismo, sino en
su relación a la unión de Cristo con la
Iglesia (cf. GrS 10; MD 25).
20. Rm 7, 2-3 y 1Co 7, 2.10-
11: los textos se
complementan;
contemplan varias
posibilidades; concluyen
que ni la mujer ni el
marido pueden casarse
otra vez (pues es la
doctrina del Señor) y, en
caso de separación, la
única posibilidad es la de
reconciliarse o
permanecer separados,
ya que el matrimonio es
uno y esa unidad hace
imposible otro
matrimonio.
21. Concluyendo
El matrimonio cristiano es un misterio que
consiste en anticipar temporalmente la unión
eterna de la humanidad salvada (la Iglesia-
Esposa) con su Salvador (Cristo-Esposo).
El matrimonio de Cristo con la Iglesia es la
realidad (que no pasará); el matrimonio cristiano
entre un hombre y una mujer, es la sombra y
figura (que pasará, ya que está ligado a este
mundo) de aquella realidad.
22. «Toda la vida cristiana está
marcada por el amor
esponsal de Cristo y de la
Iglesia. Ya el Bautismo,
entrada en el Pueblo de
Dios, es un misterio nupcial.
Es, por así decirlo, como el
baño de bodas (cf Ef 5,26-
27) que precede al banquete
de bodas, la Eucaristía. El
Matrimonio cristiano viene a
ser por su parte signo
eficaz, sacramento de la
alianza de Cristo y de la
Iglesia. Puesto que es signo
y comunicación de la gracia,
el matrimonio entre
bautizados es un verdadero
sacramento de la Nueva
Alianza»
(CCE n. 1617)
24. ORACIÓN DEL CATEQUISTA
Señor haz que yo sea tu testigo, para
comunicar tu enseñanza y amor.
Concédeme poder cumplir la misión
de catequista con humildad y
profunda confianza.
25. Que mi catequesis
sea un servicio a los
demás,
una entrega gozosa
y viva de tu
Evangelio.
Recuérdame
continuamente que
la fe que deseo
irradiar,
la he recibido de Ti
para los que me
confías.
26. Hazme verdadero
educador de la fe, atento
a la voz de tu Palabra,
amigo sincero de los
demás, especialmente, de
mis hermanos
catequistas.
Que sea el Espíritu Santo
quien conduzca mi vida
para que no deje de
buscarte y quererte, para
que no me venza la
pereza y el egoísmo,
para combatir la tristeza.
27. Señor: unido a Ti y a la Iglesia y a tu
Madre María, sepa yo guardar, como
ella, tu Palabra y ponerla al servicio
del mundo.
Amén.
(San Juan Pablo II)