1. IDENTIDAD
En la construcción de la “Argentina civilizada”, las raíces africanas e
indígenas fueron extirpadas junto con todo elemento material e
inmaterial que las recordase. Desde la colonización, los pueblos afros,
los pueblos indios, fueron fijados en zonas de dependencia,
estigmatizados en una categoría de subdesarrollados, entonces la nación
se conformó en base a la construcción de otredades o alteridades que
han sido procesadas en la narrativa histórica.
Durante el período de dependencia, se inculcó a estos grupos sociales el
miedo, el complejo de inferioridad, el temor, la genuflexión, el
desamparo, el servilismo, el desarraigo cultural. Esto provocó a su vez
una doble negación, pues ellos mismos se automarginaron por miedo a
la discriminación.
En el período de independencia, el Estado Nación empezó a construir un
sujeto colonizado a partir de la idea de estereotipo o molde europeo,
necesitaba imponer un discurso homogeneizante para conformar una
sociedad sin diferencias étnicas, la necesidad de crear un “nosotros”
colectivo llevó a los gobernantes a difundir pautas culturales, mitos de
origen y un conjunto de símbolos tendientes a la consolidación de una
identidad argentina. Los héroes hacedores de la nacionalidad argentina-
Mitre, Alberdi, Echeverría, Sarmiento y otros- reflejaron virtudes éticas y
las brindaron al imaginario colectivo como una suerte de espejo sobre el
que forjar las virtudes nacionales.
Desde el último cuarto del siglo XIX, (la generación del 80), comenzó la
construcción de la idea del progresivo emblanquecimiento de la sociedad
argentina.
Políticos y sociólogos, del siglo XX sostuvieron que “Progresar era salir
de América para entrar en Europa”. La intelectualidad argentina se
adscribió al positivismo. El inicio de este auge intelectual coincidió con el
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2. gobierno de Roca. Se trató de encasillar todo lo humano y lo
extrahumano dentro de las leyes positivas, es así que la Historia pasó a
ser parte de las Ciencias exactas, con postulados dentro de fórmulas
matemáticas, afirmando que la Historia no era un registro de la lucha
de clases ni de la lucha institucional sino de la lucha racial. José
Ingenieros (sociólogo argentino) fue uno de lo autores que abogó por la
adaptación de las teorías europeas a la realidad americana y al
aniquilamiento de lo se llamaba “raza inferior”. Sostenía que las razas
blancas y no blancas debían desarrollarse separadamente. Así los negros
y los indios perderían de manera inevitable en la lucha por el
predominio.
Considerando a los afroargentinos como seres próximos a los simios
antropoides que a hombres civilizados. Afirmaba que mezclar razas
inferiores con otras razas superiores se convertía en una descendencia
raquítica, simiesca, con todos los defectos de la raza noble acentuados
por la sangre villana. Sostuvo que lo que se hacía a favor de las razas
inferiores era anticientífico. A lo sumo se los podría proteger para que se
extinguieran amablemente.
Para sociólogos y políticos la europeización era un hecho inevitable.
Por ello, promovieron el aluvión migratorio de europeos con
predominancia de Italia, España y otros países de Europa, dentro del
marco de un proyecto económico y de dominación política, para forjar a
ciudadanos “blanqueados” en color, y “europeizados” en la mentalidad y
costumbres.
Con esta influencia, empezó la cimentación de un proyecto nacional
cuyo correlato era una visión de la historia que relegaba al pasado a
tipos sociales relacionados con el origen indígena y africano,
convirtiéndolos en “gauchos” o “criollos” protagonistas de una lucha
desigual entre la “barbarie” y la “civilización”. La inmigración europea
cumpliría un papel civilizatorio, contagiando hábitos de trabajo y
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3. aportando una mano de obra calificada por provenir de pueblos con
modelos productivos avanzados y capaz de suplir la escasez crónica de
oferta de mano de obra, producto de la reducida población nacional.
Los prejuicios y el racismo, se convirtieron en las principales
consecuencias de este proyecto nacional, que instaló la idea de que en
Argentina “no hubo ni hay negros”.
Esto se vio reflejado, por ejemplo en la convivencia diaria. Desde la
segunda mitad del siglo XIX, y a pesar de la completa libertad
decretada, los negros siguieron sin poder acceder a los lugares públicos.
Encontraban muchos problemas en los salones de bailes y cafés. Si no
eran rechazados, les pedían más de lo que se cobraba a un hombre
blanco. Fue el caso de un negro que por el color de su piel le quisieron
cobrar cinco pesos por un café mientras no valía más que uno. Eso
conmovió a la población afroargentina que calificó al dueño de ser
enemigo de la igualdad de castas. (La Crónica, 28 de Julio de 1855).
Tampoco podían frecuentar las mismas escuelas que los blancos o en el
año 1880 cuando los negros se quejaron ante el Ayuntamiento de
Buenos Aires por las distinciones odiosas e injustificables que se hacía
en los teatros Ópera y Variedades. Pidieron que dejasen acceder a las
personas que con garantía suficiente de cultura, deseaban tomar parte
de los bailes de máscara. Esta petición tuvo serias dificultades para
cumplirse, porque las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que dicta
la Constitución Argentina, sólo existen en la mente de los legisladores,
porque, a veces, los hombres encargados de hacer cumplir las leyes son
los primeros en incumplirlas.
Estas diferencias también se aplicaron en las iglesias católicas. En los
oficios religiosos, se separaba los negros de los blancos. Así para la boda
de una pareja de negros se les obligó a casarse en la sacristía,
calificándolos de “perros” (Molina, Dominga Lucía).
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4. “Los negros eran excluidos de todo derecho a aspirar cualquier puesto
público, sin acordarse de que para que los blancos gozaran de ese
derecho, fueron los primeros en abandonar sus familias y sus hogares
para ir a defender la patria. ¿Y cúal ha sido la recompensa? El desprecio,
la humillación. La libertad en nuestra patria sólo existe en la forma. Esa
es la libertad de que goza ante la ley nuestra clase”. (La Prensa, jueves
22 de enero de 1880).
Córdoba no fue la excepción, aunque no se sintió agobiada por el
problema racial, el enfrentamiento del blanco con el negro era muy
visible. Los amos no aceptaban de ninguna manera el acercamiento,
más allá de las reglas de trata y domesticación, aprovechando ese
material humano para su servicio.
En el censo realizado en 1778 en la ciudad, las castas afrodescendientes
alcanzaban el sesenta por ciento de la población urbana. A partir de
1840, los siguientes censos omiten la identidad étnica de la población,
no obstante señalan que el sesenta por ciento pertenece a los llamados
“pardos”, por lo tanto la población era mayoritariamente descendiente
de africanos.
Los pardos fueron acrecentándose con el tiempo y no existían alicientes
para que ellos pudieran escalar dentro de la sociedad.
Sin embargo, los blancos tenían la certeza de que estaban bajo los
procedimientos permitidos por el orden jurídico de España y de la
suprema justicia celestial, esto dio fuerzas para tratar a quienes no
fueran como ellos con imposición, y le ayudaron en su soberbia a
consumar injusticias que en definitiva repugnaban al espíritu cristiano.
Había excepciones, algunas familias tenían un trato más humanizado
con sus esclavos y los cuidaban físicamente porque les habían resultado
una fuerte inversión, pero si éstos querían ascender socialmente, estas
familiaridades se escondían.
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5. Esta ordenación social jerárquica del período colonial, se repitió a través
del tiempo aún cuando fueron libres. En Córdoba hacia el año 1900,
continuaban las opiniones racistas. En el ingreso a la Universidad se
solicitaba la Probanza de méritos, que no era otra cosa que certificar
que no había ascendencia negra en el aspirante. Esto se superó con la
reforma universitaria de 1918. Sin embargo, las dificultades
económicas, sociales, culturales por las que pasaron los descendientes
de castas luego de la liberación, los llevaron a ocultarse tras el velo del
mestizaje, marginándose hasta su invisibilización, tratando de borrar la
presencia afro en nuestra identidad cordobesa. No obstante, en la
población actual se observan fuertes rasgos fenotípicos de
afrodescendientes: El cordobés típico es una mezcla, se puede observar
en rasgos como la nariz ancha, las palmas rosadas, el tono de piel y el
cabello enrulado.
Si tomamos el significado del término identidad decimos que es el
conjunto de rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Estos
rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás.
Entendemos por identidad cultural, al conjunto de valores, orgullos,
tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que
funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para
que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de
pertenencia integrándose a la diversidad, en respuestas a los intereses,
códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la
cultura dominante.
Ahora bien, los rasgos que hacen a la identidad según algunos
estudiosos se heredan y otros opinan que se construyen. Hay aspectos
de la identidad que se heredan (como el rechazo por parte del grupo
dominante hacia una etnia dominada o los odios ancestrales entre
pueblos, que llevan a las grandes confrontaciones bélicas), pero también
se construyen.
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6. Actualmente, esta construcción plantea una búsqueda crítica por la
identidad nacional, la cual debe fortalecerse con el reconocimiento de los
aportes de todos los componentes socioculturales. Necesitamos
repensarnos como nación, en términos de los imaginarios hegemónicos
y las identidades sociales postuladas y asumidas como verdades en la
Argentina.
Resumiendo: Podemos decir que la formación del estado argentino
implicó una construcción selectiva, clasista y racista de la idea de
nación, en cuanto a los grupos socioculturales incluidos en el mismo,
revalorizando a migrantes europeos (por ej. cuando se habla de que la
argentina se formó por el aporte de los pueblos originarios y de los que
vinieron en los barcos, refiriéndose a colonizadores e inmigrantes,
cuando sabemos que los esclavizados llegaron con los colonizadores y
luego como inmigrantes libres). Esta selección se llevó a cabo a través
de mecanismos y estrategias de invisibilización y negación, las que
veremos luego más detalladamente, se desestimó a los grupos
socioculturales de afrodescendientes y a su vez a los pueblos originarios.
Por ello, la elaboración de la historia oficial argentina implicó la
construcción selectiva del pasado, en un estado monolítico, donde
prevaleció una sola cultura, la dominante, y las demás fueron negadas y
sojuzgadas.
Necesitamos asumir una construcción de la identidad a partir del diálogo
y encuentro de la variedad de culturas y razas que aportaron al
concepto de nuestro ser nacional. La identidad es el resultado de todas
las memorias o identidades culturales que estemos dispuestos a
reconocer como pueblo argentino. Pero solo se puede lograr si los
actores sociales interiorizan la diversidad y la asumen con respeto, en
igualdad de condiciones.
Porque los afrodescendientes de nuestro país, de nuestra América, no
desaparecieron, ni se resignaron, ni olvidaron. No pocos de ellos en un
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7. esfuerzo por integrarse a la sociedad, serán artistas y periodistas,
trabajadores y militantes sociales, políticos y aún superando las trabas
discriminatorias subsistentes científicos y profesionales.
Y siguen, en los nuevos tiempos, tiempos de unir, como dijera José
Arguedas, “todas las sangres”, con el corazón ardiendo por llevar a la
vida, los sueños de libertad e igualdad de los afroargentinos y de
afroamericanos en general.
Bibliografía:
Academia Nacional de Historia, Nueva historia de la nación Argentina,
Buenos Aires, Planeta, 1999.
Emiliano Endrek, El mestizaje en Córdoba.
Celton, Dora Estela, La venta de esclavos en Córdoba, Argentina entre
1750 y 1850. En: Cuadernos de Historia. Serie población Nº 2, FF Y H.
UNC, Córdoba, 2000.
Becerra, María José; Buffa, Diego; García, Claudia; Vagni, Juan José;
Zeballos, Juan Manuel, Pasado y presente del aporte africano en la
identidad cordobesa.
Encuentro Nacional de jóvenes Afrodescendientes 2011, Conclusiones,
auspiciado por la Comisión de Afrodescendientes del Consejo Consultivo
de la Cancillería Argentina.
Molina, Dominga Lucía, “Negros en Argentina: racismo y autoestima”
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