1. Hugo Chávez Frías
El nuevo retorno,
la nueva batalla

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El nuevo retorno,
la nueva batalla
Hugo Chávez Frías
Llegada al país del presidente
de la República Bolivariana de Venezuela,
Hugo Chávez,
tras culminar tratamiento médico
en La Habana, Cuba
Maiquetía, estado Vargas
16 de marzo de 2012
El nuevo retorno, la nueva batalla
Hugo Chávez Frías
Colección Claves
CORREO DEL ORINOCO
Alcabala a Urapal, Edificio Dimase, La Candelaria, Caracas-Venezuela
www.correodelorinoco.gob.ve - Rif: G-20009059-6
Directorio
Hugo Rafael Chávez Frías
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
Andrés Izarra
Ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información
Alejandro Boscán
Viceministro de Estrategia Comunicacional
Lídice Altuve
Viceministra de Gestión Comunicacional
Edición: Francisco Ávila
Corrección: Michel Bonnefoy
Diseño y diagramación: Saira Arias
Portada: Saira Arias
Marzo, 2012
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Buenas noches a mi amado pueblo venezola-
no; buenas noches a la patria toda.
Es imposible que no sienta uno, cada vez
que retorna a la patria, una especie de galo-
par indómito que surge de lo más profundo
de las entrañas y nos desborda, y se desata
hecho sentimiento. Una vez más lo he senti-
do al tocar de nuevo tierra venezolana.
Una nueva etapa de lo que he llamado, des-
de el año pasado, el eterno retorno, tomando a
Zaratustra. El permanente retorno, el círculo.
Y este nuevo retorno —compatriotas, amado
pueblo venezolano, soldados de la patria toda,
niñas y niños de Venezuela, hombres y muje-
res de esta tierra, trabajadores, trabajadoras,
juventud heroica, estudiantes, campesinos, her-

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manos indígenas— hoy, 16 de marzo, después
de 21 días de ausencia del territorio venezola-
no —ausencia física, porque siempre he estado
aquí, con ustedes en el corazón, en la mente, en
el alma, en todo mi ser— viene convertido en
una oración, en un canto, en un compromiso.
En una oración a Dios, en una oración a Cris-
to, a Jesús, mi comandante; en una oración del
alma, de agradecimiento, de fe, de amor. Una
oración de esperanza en esta batalla que nos ha
correspondido dar.
¿Quién dijo que este camino iba a ser fácil?;
ya lo profetizaba el grande Argimiro Gabaldón:
largo y duro es este camino, pero este es el ca-
mino. El camino de la redención del pueblo, el
camino de la redención de la patria, el camino
de la independencia nacional, el camino del de-
sarrollo integral de Venezuela, del crecimiento
nacional. El camino de la construcción de la
patria socialista, la patria democrática.
Así lo digo desde mi corazón, sintiendo al
retornar todavía ese galopar indómito de sen-
timientos patrios. Una oración elevo y estoy se-
guro de que no es sólo mía, es colectiva; una
oración que comparto con nuestro pueblo, de
fe, de esperanzas renovadas en esta batalla por
la vida, por la patria, en esta batalla para con-
tinuar haciendo realidad, precisamente, el pro-
yecto de mi comandante, Jesús de Nazareth.
“Bienaventurados los pobres porque de
ellos será mi reino”. Bienaventurados los ni-
ños, bienaventuradas las niñas; bienaventura-
dos los pueblos porque de ellos será este reino,
el reino de la patria, el reino de la democracia
socialista.
Una oración que en estas semanas me ha
llegado nuevamente con una fuerza indómi-
ta, con una fuerza celestial; una fuerza que va
más allá de lo humano; una fuerza que tras-
ciende estas montañas, estos mares y llega a
mi espíritu, a darme cada día más fuerza, más
voluntad de vivir, más voluntad de luchar y de
vencer; de triunfar ante la adversidad y ante
las dificultades. En eso comparto con el pue-

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blo de Venezuela, un sentimiento, un código
genético.
Lo digo parafraseando al padre Simón Bolí-
var cuando expresó: “Soy el hombre de las di-
ficultades”. Nosotros, sus hijos, sus hijas, somos
eso: el pueblo de las dificultades.
Así que aquí me tienen de nuevo con esa ora-
ción, en primer lugar. Esta mañana estaba fir-
mando unas cartas en La Habana. Entre ellas,
firmé una para su eminencia el Cardenal de La
Habana y otra para el reverendísimo y excelentí-
simo Nuncio Apostólico de su santidad el Papa,
acreditado ante el gobierno de Cuba. Lo hice en
agradecimiento a una santa misa que ellos dos
condujeron hace varios días, junto a los pueblos
venezolano y cubano, pidiendo a Dios, a Jesús
por mi salud; a la virgen de la Caridad del Co-
bre, patrona cubana; a la virgen de Coromoto,
patrona venezolana. Allí me despedía de estos
dos eminentes hombres de nuestra iglesia con
aquella frase, muy de la palabra sagrada: con
Cristo con él y en él, viviremos y venceremos.
Así lo digo hoy, con Cristo con él y en él,
viviremos y venceremos y haremos realidad el
sueño de Jesús, el proyecto de Jesús, mi coman-
dante, aquí en la tierra.
[Mi] querida madre Elena me acompaña;
queridas hijas, Rosa y María; hermanos, fami-
liares; querido padre en Barinas; amigos de lo
más íntimo de mis años, de mis amores, de mis
querencias, camaradas, compañeros de armas,
soldados de este camino largo que hemos tran-
sitado.
Debo decirles también, amado pueblo, que
este nuevo retorno viene también convertido,
no sólo en una oración, sino también en un
canto.
Siento como un canto en el viento, que bate
la bandera; un canto de amor, porque esta nue-
va fase de la batalla contra la adversidad ha
sido como un gran dinamo, generador cada día
más sentimientos de amor. Un canto de amor
que comparto desde mi corazón con todos us-
tedes, queridos venezolanos y venezolanas. De

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amor por esta patria, de amor por este pueblo,
de amor por ustedes. Y ese amor, precisamente,
es la más grande de las fuerzas que aquí me
tienen de pie y me seguirán sosteniendo en la
lucha por la vida, para continuar construyén-
donos en la patria del amor.
Como dice el himno nuestro [del Ejército
Venezolano]:
Nuestra sangre es la savia del pueblo,
y en el pueblo se plasma en canción,
es la rosa más pura del viento,
que en la historia da brillo a la acción.
Es un canto de amor.
Declaro que es cada día más grande mi amor
por la patria venezolana, por el pueblo venezo-
lano, por las luchas de nuestro pueblo, por la es-
peranza de nuestro pueblo. Amor, amor, amor.
Este nuevo retorno camaradas, compañe-
ros, compatriotas, también viene cargado de
un sentir de agradecimiento y reconocimiento
a todos ustedes, porque no he dejado de estar
atento ni un solo día, ni aún los más duros.
En las primeras horas después de la inter-
vención quirúrgica —que fue muy exitosa, gra-
cias a Dios, a la ciencia médica, a mi equipo
médico—; en esas primeras horas de la recu-
peración, que son de las más difíciles, no dejé
de estar un minuto ausente, estuve pendiente
siempre de los aconteceres de cada día, de cada
noche y qué orgulloso estoy. Me siento desbor-
dado de orgullo patrio, de sentimientos positi-
vos, de mirar desde allá cómo el pueblo vene-
zolano sigue junto a su gobierno, desplegado
en la lucha, construyendo el Proyecto Nacional
Simón Bolívar, haciéndolo realidad en todo el
frente, en lo social, en lo político, en lo econó-
mico, en lo moral, en la lucha de todos los días.
Por eso les decía que, este nuevo retorno
también viene cargado, además de la oración,
del canto de amor, de un profundo sentir, de
reconocimiento a ustedes. Si pudiera convertir
mi corazón en una especie de condecoración; si

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pudiera lograr que el pueblo venezolano todo
encarnara en un ente físico le pondría de mi
corazón, de mi pecho, esa condecoración de
orgullo en su pecho. Pueblo grande, pueblo su-
blime, pueblo heroico, pueblo que ha venido
dando demostraciones de sabiduría.
Ya lo decía, desde Lima, el padre Bolívar,
quien se jugó todo por el pueblo y junto al pue-
blo: “Tengo pruebas irrefragables del buen tino
del pueblo en las grandes resoluciones, y por
eso creo más en el juicio del pueblo que en las
opiniones de los sabios”.
Eso lo dijo Bolívar, con mucha mayor pro-
fundidad; se la jugó todo por el pueblo y con
el pueblo. Por eso traigo de Bolívar ese pensa-
miento, esa idea, ese sentimiento.
Están ustedes, pueblo de Venezuela, como
un solo ente colectivo demostrando al mundo
cada día más, porque no es ayer, no son estos
20 días, no; ya van casi 20 años demostrando
el buen juicio popular en las grandes resolucio-
nes en la hora de los grandes desafíos. ¿No hay
motivos para que un hijo del pueblo profundo
como soy se sienta orgulloso de ese pueblo pa-
dre, de ese pueblo héroe, de ese pueblo sabio?
Claro que hay, y cada día, estoy seguro, ten-
dremos más razones y más poderosas para sen-
tirnos orgullosos de lo que somos, de lo que he-
mos comenzado a ser de nuevo, el gran pueblo
venezolano, el gran pueblo de Bolívar. Por eso
mi reconocimiento.
Qué batalla tan hermosa, qué batalla en la
agricultura. Qué batalla en las grandes misio-
nes. Qué batalla, querido camarada Elías Jaua
Milano, vicepresidente, hermano y compañero.
Qué batalla, señores vicepresidentes, ministras.
Un especial reconocimiento hago a mis minis-
tras, por el despliegue social en la batalla de la
educación, de la salud.Del poder popular, la vi-
vienda, junto al pueblo, los consejos comunales,
las comunas, el poder popular.
Qué orgullo, le decía a Fidel y a Raúl esta
tarde y les mostré una entrevista donde uno de
los eminentes visitantes que hemos tenido en

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estos últimos días en la exitosisíma Feria Inter-
nacional del Libro de Venezuela, un intelectual
español de mucha experiencia, dijo que lo lle-
varon a Ciudad Caribia y vio el socialismo: “He
visto el socialismo; me lo enseñaron los pobres
en Ciudad Caribia”. ¿No me voy a sentir orgu-
lloso de eso?, la patria socialista ya está brotan-
do, está naciendo.
Por eso insisto, Elías, compañeros ministros,
ministras, gobernadores patriotas, generales y
almirantes, soldados de la patria, cadetes de la
patria, trabajadores de la patria, juventud de la
patria, estudiantes, mujeres de la patria: lo más
que nosotros tenemos que cuidar hoy no es ni
siquiera lo que hemos logrado en esta última
década, que bastantes cosas hemos alcanzado;
lo más que tenemos que cuidar es lo que vamos
a lograr en esta década que va corriendo y que
va a concluir en el 2020 y en la próxima del
2021 al 2030. Son esos 30 años, las tres prime-
ras décadas de este siglo, las del renacimiento
que ya ocurrió, del crecimiento y la consolida-
ción nacional de la patria independiente, libre,
grande, potencia socialista y luego, luego la pa-
tria seguirá creciendo.
Siento que Venezuela cada día crece más y lo
más que crece aquí es la conciencia, el amor, la
moral, la voluntad.Pero la patria crece en todos
los sentidos; en la población, en el territorio, en
lo económico, en la producción; en el poderío
económico, el poderío social, el poderío moral,
el poderío institucional. Es una patria en madu-
ración, una patria en equilibrio, y cada día será
una patria más madura, más equilibrada y más
sólida. Es decir, una patria en potencia. Esa es
Venezuela ya, y cada día lo será más.
Por eso mi agradecimiento a todos, a todas
por el despliegue del gobierno, al pueblo, un
reconocimiento a su madurez, al buen juicio,
al buen tino. Los avances en estos días son im-
presionantes en todos los órdenes como ya he
señalado, y seguiremos creciendo y avanzando,
y echando abajo la herencia nefasta del capita-
lismo, de la Cuarta República, de los cien años

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de soledad y más, que a nuestro pueblo le tocó
vivir.
Esta mañana orábamos en familia, y alguien
leía un salmo, la palabra de Cristo. “He veni-
do —dijo Jesús— a traer la buena nueva, la li-
beración de los oprimidos”. Es la liberación de
los oprimidos, es la sociedad de iguales, es la
sociedad justa, es la sociedad socialista lo que
estamos construyendo.
Este nuevo retorno entonces, camaradas,
compañeros, amado pueblo venezolano, viene
con todas esas cargas. Una oración, un canto de
amor, un sentir, un reconocimiento, una palabra
de reconocimiento, una palabra de muchas feli-
citaciones a mi equipo de gobierno, al poder po-
pular, al Partido Socialista Unido de Venezuela,
desplegado en batalla política, en batalla ética,
en batalla moral, en batalla social; a los partidos
de la Revolución, al Gran Polo Patriótico, des-
plegado con un proyecto por delante. ¿Cuál es
nuestro proyecto? Aquí está en plena marcha:
la Constitución Bolivariana, el proyecto boliva-
riano, el Primer Plan Socialista de la Nación, al
cual estamos redondeando este año 2012 para
abrir el nuevo ciclo 2013-2019.
Reconocimiento; felicitaciones y mi llama-
do a que continuemos fortaleciendo todo eso,
la oración, el amor, el reconocimiento, la au-
tocrítica, el fortalecimiento de lo positivo, la
crítica y el combate a lo negativo y dentro de
lo negativo.
También he estado muy pendiente de la
agenda apátrida, de la agenda opositora, de la
agenda de la derecha. Ha venido —lamenta-
blemente— recrudeciendo, así lo veo y siento,
la agenda del miedo. Ha llegado al extremo la
dirigencia opositora, y esto ya es un alto acto de
irresponsabilidad que raya en lo criminal.
Estaba viendo a otro gobernador de la derecha
diciendo que toda el agua que consume el pueblo
venezolano en el centro del país está contamina-
da. Ese gobernador tendrá que asumir su respon-
sabilidad, porque está usando la mentira para tra-
tar de generar miedo. Es la agenda del miedo, los

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medios de comunicación de la derecha juegan a
la incertidumbre, al terror.
Creo que están cayendo en un peligroso des-
espero. Por eso llamo al país a mantener la cal-
ma, la madurez, el buen tino y el buen juicio; a
los cuerpos de inteligencia a estar muy atentos
a los movimientos de algunos de estos grupos
de la derecha más extremadamente radical e
irracional, que se ve perdida ya, cuando faltan
apenas seis meses y unos pocos días para las
elecciones del 7 de octubre.
Y lo que se respira en la calle ya es la victoria
bolivariana del 7 de octubre.
Eso lo dicen hasta las piedras. Pregúntenle a
las piedras. Pregúntenle a ver qué dice el Arau-
ca o el Orinoco. No van a poder con nosotros.
Ni que hagan lo que hagan, entonces están ca-
yendo en el desespero, y en la agenda del terror
y del miedo.
Tenemos que neutralizar ese miedo. Allá
ellos y sus miedos. Aquí nosotros y nuestro
amor, nuestra certeza.
Como diría el gran poeta norteamericano
Walt Whitman: “Aquí estamos yo y este miste-
rio”. Seguros. Con la más segura de las certidum-
bres de que viviremos y venceremos, y habrá pa-
tria, y Venezuela será la patria de la paz, la patria
del amor, la patria del pueblo, la patria feliz.
Nadie nos va a sacar de ese camino, porque
es demasiada la fuerza espiritual y demasiada
la fuerza material. Es decir, el poderío moral,
el poderío espiritual es de millones de nosotros;
el poderío físico y material es demasiado gran-
de y tenemos que seguirlo fortaleciendo, y va a
seguir creciendo el poderío nacional en todos
los órdenes.
Quería señalarles eso, el permanente retor-
no, el círculo, cargado de una gran oración, de
un canto de amor, que al mismo tiempo es mi
compromiso. Lo prometido es deuda; les he
prometido que voy a vivir; vamos a vivir y va-
mos a seguir venciendo.
Y en ese compromiso daré todo, toda la fuer-
za espiritual, moral y física que cabe en mi co-

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razón, que cabe en mi alma, en mis entrañas.
Mejor dicho, que no cabe, porque es tanta
que no cabe en este recipiente. Es una fuerza
más grande que el Caribe; más grande que la
Cordillera de la Costa; más grande que la in-
mensa sabana apureña, barinesa, guariqueña,
portugueseña; más grande que las montañas de
los Andes; más grandes que la Gran Sabana,
más grande que el Orinoco. Y la culpa no es
mía, es de este tiempo; es de ustedes por tan-
to amor. Y como dice el poeta y apóstol José
Martí: “Amor con amor se paga”. Paguémonos
con amor este compromiso, sellado de amor, de
vida, de futuro, de certidumbre, de sonrisa, de
canto patrio.
Así que todo esto para decir lo feliz que me
siento de estar aquí de otra vez, después de
estos 20 días en los cuales hemos estado bata-
llando de nuevo, contra esa enfermedad que,
ya ustedes saben, me emboscó el año pasado,
y después de la exitosa operación del domingo
26 de febrero, en esas casi dos semanas hemos
estado en un proceso de franca recuperación y
seguimos en recuperación.
Debo seguir, ustedes saben, con mucha disci-
plina ese plan de recuperación física, pero ten-
go que decirles que me siento bastante recupe-
rado, como lo anunciábamos hace pocos días,
en todas las funciones biológicas, en todas las
funciones del cuerpo; la alimentación, el peso
recuperado, el ritmo poco a poco lo voy toman-
do de nuevo.
Pero, como me decía Fidel hoy otra vez,
cuando ya se despedía en aquel lugar, donde
como dice Katiuska Blanco, que él le dijo un
día: “Aquí parece que el tiempo se detuviera por
las tardes”. Hoy parecía que el tiempo se dete-
nía por la tarde, en La Habana, cuando Fidel
se paró, saludó y me dijo: “Chávez, te conozco.
Dile a tu pueblo que tienes que ser disciplinado,
que él te van a entender, que no crea nadie que
ya pasó todo”.
Estamos venciendo, pero debemos seguir
siendo rigurosamente disciplinados, así como

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en el Ejército, así como en la Guardia, así como
en la Marina, como en la Aviación, como en la
Milicia.
Disciplina de soldado, disciplina de recluta.
Debo seguir una disciplina ni siquiera de gene-
ral. La disciplina del general es grande y la del
almirante, pero la del recluta es mayor. Disci-
plina de recluta debo seguir para continuar por
la senda— como dije un día, parafraseando a
Zaratustra— esta remontada de cuesta rumbo
al Chimborazo; rumbo a la Batalla de Carabo-
bo, rumbo al 2021, al 2031. Es decir, rumbo
a la patria grande, el eterno retorno, la patria
perpetua.
Mañana a mediodía los invito. ¡Balcón del
Pueblo! me sale mañana. Mañana a mediodía,
invito al pueblo de Caracas. Ahí estaremos con-
versando un rato, para continuar haciendo al-
gún análisis y lanzar, como debo, lineamientos
políticos, generales, de la gran estrategia.
Por ahí está Jorge Rodríguez, el jefe del co-
mando de campaña Carabobo; por ahí está
Diosdado Cabello, primer vicepresidente del
Partido Socialista junto a Elías Jaua, primer vi-
cepresidente; ministras, ministros, pueblo todo.
Unión, unión; unidos seremos invencibles.
Heme aquí de nuevo, en el galopar indómito
de la patria.
Buenas noches, Venezuela, “llevo tu luz y tu
aroma en mi piel y el cuatro en el corazón”.
Buenas noches. ¡Qué feliz de estar aquí de
nuevo en tierra venezolana!

16. Discurso del Presidente de la República Bolivariana
de Venezuela, Hugo Chávez, a su llegada al país tras culminar
tratamiento médico en La Habana, Cuba. Maiquetía, estado Vargas,
16 de marzo de 2012.