D o s d i s c í p u l o s
d e s e n c a n t a d o s y
a b r u m a d o s p o r l o s
acontecimientos de los
ú l t i m o s d í a s d e c i d e n
fugarse de aquella in-
tragable realidad. Emaús
no era Jerusalén, estaban
en direcciones diversas y
con diverso significado. En
ese camino fugitivo y
huidizo, les esperaba el
Señor. Él va reuniendo su
comunidad tan dispersa y
asustada. A cada uno lo
encontrará en su drama y
en su evasión: llorando a la
puerta del sepulcro, a
María Magdalena; en el
cenáculo escondidos por
miedo a los judíos, a la
mayoría de los discípulos; y
c a m i n o d e E m a ú s , a
nuestros dos protagonistas
d e e s t e d o m i n g o . L a
maravillosa narración de
Lucas nos pone ante uno de
los diálogos más bellos e
impresionantes de Jesús
c o n l o s h o m b r e s .
E fe c t i v a m e n t e , É l s e
encuentra con dos personas
que acaso habían creído y
apostado por tan afamado
Maestro... pero a su modo,
con sus pretensiones y con
s u s e x p e c t a t i v a s
liberacionistas para Israel,
como deja entrever el
Evangelio de hoy. Pero el
Hijo del hombre no se
dejaba encasillar por nada
ni por nadie, y actuó con la
radical libertad de quien
solo se alimenta del querer
del Padre y vive para el
cumplimiento de su Hora. Y
entonces interviene Jesús
en una ejemplar actitud de
acompañar y enseñar a
esta pareja de “alejados”:
les explicará la Escritura y
les partirá el pan, narrando
la tradición de todo el
Antiguo Testamento que
confluye en su Persona, en
qu i e n v i n o c o m o p a n
partido para todas las
h a m b r e s d e l c o r a z ó n
humano. Finalmente se les
abrieron los ojos a los dos
fugitivos hospederos de
Jesús en el atardecer de su
escapada, y pudieron
reconocerlo. Es interesante
el apunte cargado de sin-
ceridad: “¿no ardía nuestro
corazón mientras nos
hablaba?”. Les ardía, pero
no le reconocían; les
ocurría algo extraño ante
tan extraño viajero, pero no
le reconocían. Bastó que se
les abrieran los ojos para
descubrir a quien buscaban,
sin que jamás se hubiera
ido de su lado. Y bastó
simplemente esto para
escuchar a quien deseaban
oír, sin que jamás hubiera
dejado de hablarles. Dios
estaba allí, Él hablaba allí.
Eran sus ojos los que no le
veían y sus oídos los que no
le escuchaban. Volvieron a
Jerusalén, en viaje de
vuelta, no para huir de lo
que no entendían, sino para
anunciar lo que habían
reconocido y comunicárselo
a los demás, que en un
cenáculo cerrado a cal y
canto habían encontrado su
particular Emaús. Entonces
como ahora, en aquellos
c o m o e n n o s o t r o s .
Desandar nuestras fugas,
abrirse nuestros ojos, y ser
misioneros de lo que hemos
encontrado.
Jesús Sanz,
arzobispo de Oviedo
Año 13, nº 651 - 30 de abril de 2017
“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”
EL PÚLPITO
PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LA MEDALLA MILAGROSA
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)
San Pío
Domingo 3º de Pascua
Jerusalén: ida y vuelta Intenciones
por las que
el Papa
quiere que
recemos durante
el mes mayo
Por la evangelización:
Cristianos de África,
testigos de la paz
Por los cristianos
de África,
para que den un
testimonio profético
de reconciliación,
de justicia y paz,
imitando a Jesús
Misericordioso.
Intención de la
CEE
Por las familias
cristianas,
para que sean como
iglesias domésticas
donde se vive
y trasmite el evangelio
de Jesucristo.
Envíe sus aportaciones a hojaparroquialmilagrosa@yahoo.es
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¡No dejes de visitarlo!
http://www.parroquiadelamedallamilagrosa.blogspot.com.es
PRIMERA LECTURA
(Hch 2, 14.22-33)
“Dios resucitó a este Jesús”
El día de Pentecostés, Pedro, de pie
con los Once, pidió atención y les
dirigió la palabra: “Judíos y vecinos
todos de Jerusalén, escuchad mis
palabras y enteraos bien de lo que
pasa. Escuchadme, israelitas: Os
hablo de Jesús Nazareno, el hombre
que Dios acreditó ante vosotros
realizando por su medio los
milagros, signos y prodigios que
conocéis. Conforme al designio
previsto y sancionado por Dios, os lo
entregaron, y vosotros, por mano de
paganos, lo matasteis en una cruz.
Pero Dios lo resucitó, rompiendo las
ataduras de la muerte; no era posible
que la muerte lo retuviera bajo su
d o m i n i o , p u e s D a v i d d i c e ,
refiriéndose a él: “Tengo siempre
presente al Señor, con él a mi
derecha no vacilaré. Por eso se me
alegra el corazón, exulta mi lengua,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la
corrupción. Me has enseñado el
sendero de la vida, me saciarás de
gozo en tu presencia”. Hermanos,
permitidme hablaros con franqueza:
El patriarca David murió y lo
enterraron, y conservamos su
sepulcro hasta el día de hoy. Pero era
profeta y sabía que Dios le había
prometido con juramento sentar en
su trono a un descendiente suyo;
cuando dijo que “no lo entregaría a la
muerte y que su carne no conocería
la corrupción”, hablaba previendo la
resurrección del Mesías. Pues bien,
Dios resucitó a este Jesús, y todos
nosotros somos testigos. Ahora,
exaltado por la diestra de Dios, ha
recibido del Padre el Espíritu Santo
que estaba prometido, y lo ha
derramado. Esto es lo que estáis
viendo y oyendo”.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 15, 1-11)
R: Señor, me enseñarás
el sendero de la vida.
Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti;
yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”.
El Señor es el lote
de mi heredad y mi copa;
mi suerte esta en tu mano. R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye
internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás
a la muerte,
ni dejarás a tu fiel
conocer la corrupción. R.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo
en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
SEGUNDA LECTURA
(1P 1, 17-21)
“Por Cristo vosotros creéis en
Dios”
Queridos hermanos: Si llamáis Padre
al que juzga a cada uno, según sus
obras, sin parcialidad, tomad en
serio vuestro proceder en esta vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de
ese proceder inútil recibido de
vuestros padres: no con bienes
efímeros, con oro o plata, sino a
precio de la sangre de Cristo, el
Cordero sin defecto ni mancha,
previsto antes de la creación del
mundo y manifestado al final de los
tiempos por nuestro bien. Por Cristo
vosotros creéis en Dios, que lo
resucitó de entre los muertos y le dio
gloria, y así habéis puesto en Dios
vuestra fe y vuestra esperanza.
SANTO EVANGELIO
(Lc 24, 13a.15-17a.19b-32)
“Quédate con nosotros, porque
atardece y el día va de caída”
Dos discípulos de Jesús iban
andando aquel mismo día, el primero
de la semana, a una aldea llamada
Emaús, distante unas dos leguas de
Jerusalén; iban comentando todo lo
que había sucedido. Mientras
conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a
caminar con ellos. Pero sus ojos no
eran capaces de reconocerlo. Él les
dijo: “¿Qué conversación es esa que
traéis mientras vais de camino?”
Ellos se detuvieron preocupados. Y
uno de ellos, que se llamaba Cleofás,
le replico: “¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén, que no sabes
lo que ha pasado allí estos días?” Él
les pregunto: “¿Qué?” Ellos le
contestaron: “Lo de Jesús, el
Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras, ante
Dios y ante todo el pueblo; cómo lo
entregaron los sumos sacerdotes y
n u e s t r o s j e f e s p a r a q u e l o
c o n d e n a r a n a m u e r t e , y l o
crucificaron. Nosotros esperábamos
que él fuera el futuro liberador de
Israel. Y ya ves: hace dos días que
sucedió esto. Es verdad que algunas
mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado: pues fueron muy de
mañana al sepulcro, no encontraron
su cuerpo, e incluso vinieron
diciendo que habían visto una
aparición de ángeles, que les habían
dicho que estaba vivo. Algunos de los
nuestros fueron también al sepulcro
y lo encontraron como habían dicho
las mujeres; pero a él no lo vieron”.
Entonces Jesús les dijo: “¡Qué necios
y torpes sois para creer lo que
anunciaron los profetas! ¿No era
necesario que el Mesías padeciera
esto para entrar en su gloria?” Y,
comenzando por Moisés y siguiendo
por los profetas, les explicó lo que se
refería a él en toda la Escritura. Ya
cerca de la aldea donde iban, él hizo
ademán de seguir adelante; pero
ellos le apremiaron, diciendo:
“Quédate con nosotros, porque
atardece y el día va de caída”. Y
entró para quedarse con ellos.
Sentado a la mesa con ellos, tomó el
pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio. A ellos se les
abrieron los ojos y lo reconocieron.
P e r o é l d e s a p a r e c i ó . E l l o s
comentaron: “¿No ardía nuestro
corazón mientras nos hablaba por el
c a m i n o y n o s e x p l i c a b a l a s
Escrituras?” Y, levantándose al
momento, se volvieron a Jerusalén,
donde encontraron reunidos a los
Once con sus compañeros, que
estaban diciendo: “Era verdad, ha
resucitado el Señor y se ha
aparecido a Simón”. Y ellos contaron
lo que les había pasado por el camino
y cómo lo habían reconocido al
partir el pan.
“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(3ª semana del salterio)
Lunes 1: San José Obrero
Col 3, 14-15.17.23-24; Sal 89, 2-16; Mt 13, 54-58
Martes 2: San Atanasio
Hch 7, 51-59; Sal 30, 3-8.17.21; Jn 6, 30-35
Miércoles 3: Fiesta de San Felipe y Santiago
1Cor 15, 1-8; Sal 18, 2-5; Jn 14, 6-14
Jueves 4: San José Mª Rubio
Hch 8, 26-40; Sal 65, 8-9.16-17.20; Jn 6, 44-51
Viernes 5: San Ángel de Sicilia
Hch 9, 1-20; Sal 116, 1-2; Jn 6, 42-59
Sábado 6: Santa Benita
Hch 9, 31-42; Sal 115, 12-17; Jn 6, 60-69
Domingo 7: Santa Flavia Domitila
Hch 2, 14a.36-41; Sal 22, 1-6; 1P 2, 20b-25;
Jn 10, 1-10