El poema fue escrito por el poeta mexicano Amado Nervo cerca del final de su vida. En el poema, Nervo le agradece a la vida porque nunca le dio esperanzas fallidas, trabajos injustos o penas que no se merecía. Reconoce que él fue el arquitecto de su propio destino y que cosechó lo que plantó. A pesar de que sabía que el invierno seguiría a la primavera, acepta que la vida no le prometió que mayo sería eterno. Aunque tuvo noches de pena,