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El dia 26 de Mayo de 1813,entre las doce i una        .
del dial arrib6 a1 puerto de San Vicente la espedi-
cion enemiga que se dirijia de ChiloC i Valdivia,
e n cinco buques, de 10s que dos eran fragatas i tres
bergantines. A las cuatro i media de la tarde di6
fondo en el surjidero d e la boca del rio Lenga; i
e n el momento seconoci6 ser espedicion enemiga
dirijida d e ChiloC, por la construccion de las cha-
lupas i demas embarcaciones menores, que in.
continenti echaron a1 agua, distinguikndose sobre
cubierta mucha jente. Todo lo comuniquC e n el
acto a1 Gobernador-Intendente d e la ciudad de la
Concepcion, (la ciudad dista de aquel punto dos i
media leguas i de Talcahuano tres i media), pi-
diCndole su dictzimen d e lo que deberia hacer en
aquel caso. N o tuve contestacion alguna. En
el entre tanto, i en cuanto me fuC posible, me
 R* DE CHILE-TOM0 I1                          I8
274    HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE


puse en defensa con mi corta guarnicion, que
se componia de ciento cincuenta hombres. A las
ocho d e la noche se me avis6 por mis centinelas
avanzados que el enemigo se hallaba desembarcado
en dicha boca del rio Lenga (este rio dista de Tal-
cahuano una i media legua). Mont4 a caballo i diri-
jime a aquella ensenada en compafiia de dos Dra-
gones, 10s cuales fueron sorprendidos i tornados
prisioneros por una avanzada que ya tenia en tierra
el enemigo; i yo escapC de sus garras por el quite
que naturalmente hizo mi caballo, a tomarle por
                                       1
las riendas, i echk a correr e n huida. La oscuridad
de la noche me libert6 que me volteasen con 10s
muchos disparos que me hicieron. hle diriji a
aquella hora, que serian mas de las nueve i media,
a 10s caiiones de a 24 de la esplanada de San Vi-
cente, que tenia abocados a tierra, i Antes de llegar
alli, encontrk en aquellos mkdanos de arena al
secretario del Gobernador-Intendente de la Con-
cepcion, don Santiago Fernhndez, perdido i solo,
i le impuse de todo lo ocurrido i le pedi que se
dirijiese inmediatamente a comunicarlo a1 sefior
Gobernador, para que caminasen las tropas de re-
fuerzo. Llegado que fui a dicha esplanada, hice
descargar POP elevacion 10s dos cafiones, bastante
seHal para demostrar a la ciudad que habia now-
dad, como para alarmar la poca jente que
en las alturas de Talcahuano. Creyendo, finalmente,
SUCESOS DESDE 1810 HPSTA   1814      275

 ser atacado aquella misma noche, i teniendo QCU-
 pados cincuenta hombres en sostener aquellos ca-
 fiones,tuve a bien enterrarlos i traerme las curefias,
 replegando esta tropa para aquellas alturas i apre-
 surando yo solo el p-as0 para llegar a la plaza a dar
 Otras disposiciones.
    Dentro de ella encontrk tres sujetos, montados
 con un traje estraGo, les doi el ;qui& vive?, i des-
 pues de retardarlo, me contestan hiel intendente del
 ej&rcitodel Virrei que acaba de desembarcar en la
 boca del rio Lenga, mandado por su jeneral a ha-
 blar con el Gobernador-Intendente de la provincia
 de la Concepciontt. L e contest6 que estaba bien i
que viniese a mi casa, que era el Gobernador de
aquel puerto, a mostrarme sus credenciales, i q u e
en el modo como lo encontraba apareciaser u n es-
pia enemigo. Me reprodujo iique conmigo no tenia
nada que hablar, i que como 10s momentos urjian
en la felicidad o desgracia del pais, le facilitara un
soldado para que lo dirijiese a la ciudad, hacithdo-
me responsable de su demora a las resultastt. Vien-
do el orgullo de s u respuesta, le contest& echando
mano a mis pistolas: Ilmarchen Uds. por delante,
piratas, si no quieren en este momento ser victi-
mast!. Asi lo hicieron.
   Llegado a casa, mand6 asegurar s u s dos compa-
fieros, le exiji sus credenciales, que se resisti6 a
mostrArmelas, hasta que le ofreci cargarlo de pri-
276     HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE


 siones. Ent6nces me las entreg6, con tres pliegos
 mas, cerrados i sellados para las corporaciones de la
 ciudad, Cabildo EclesiAstico, Secular i Gobernador-
  Intendente. E n el momento hice sacar dos copias
 certificadas de las credenciales, i a la una de la ma-
 drugada del siguiente dia le remiti una copia i l o ~
 tres pliegos a1 Gobernador-Intendente. El inten-
 dente del ejkrcito real qued6 Gien asegurado. Todo
 lo comuniqui. oficialmente a1 Intendente de la Con-
cepcion, diciindole que me instruyera sobre lo que
deberia hacer en el cas0 en que me veia i que la
fuerza que podia venir en aquella espedicion de de-
sembarco, en 10s dichos cinco buques menores, no
era mas de 1,200 a 1,500 hombres. Esta noche me
vinieron de refuerzo ochenta hombres con cuatro
cafiones de a cuatro. A las once del dia, recibi tres
pliegos cerrados con las respuestas d e las cor-
poraciones, para que las entregase al intendente
del ej&rcitoreal, i Io pusiese en libertad con sus
compafieros, que lo eran s u secretario i un soldado.
Ademas me decian quecomo yo tenia el enemigo
a la vista i podia contar con setecientos a ochocien-
tos hombres, entre infanteria, caballeria i artilleros,
que habian ordenado marchasen en mi refuerzo,
tratase, si era posible, de sostenerme o replegarme
con mi corta guarnicion a aquella ciudad. Viendo,
pues, mi situacion tan ventajosa, el entusiasmo de
mis tropas que no cesaban d e gritar jviva la patria!
SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA   1814   277


  jmorir o vencer!, nuestra posicion d e defensa, el
  refuerzo que nos venia, i que marchando a un paso
  regular o nos uniamos o tomAbamos a1 enemigo
  entre dos fuegos, segun el camino que debia traer,
  contest6 que sin pCrdida de momento avanzasen las
 tropas i se posesionasen de las alturas de la chAca-
  ra del Manzano, ordenando a1 conductor del oficio,
 que fuC abierto, se lo mostrase a1 comandante que
 mandaba la division en s u trAnsito. Asi me puse
 en defensa.
    A las dos de dicha tarde se movi6 el ejdrcito me-
 migo, dirijikndose sobre Talcahuano; a las tres se
 aproxim6 a tiro de canon de un calibre de 24. Una
 guerrillade Dragones de 25 hombres que tenia
 afuera en espectacion d e sus movimientos, incon-
 tinenti que lo avistb, le hizo fuego con sus cafiones
del calibre d e a cuatro, que traia de tren volante.
S e repleg6 dicha guerrilla, bajo de 10s fuegos que
rompi6 el enemigo, hasta tres veces lopuso en re-
tirada en el mayor des6rden. Se sup0 despues que
la tropa enemiga gritaba: IlQue eso no era lo tra-
tado, que c6mo les habian ofrecido que no se les
tiraria un tiroll. Despues de tres horas d e fuego
que les sostuve a mil ochocientos hombres que me
atacaron, 10s cuales viendo mi resistencia i que 10s
destrozaba mi artilleria, tocando a deguello, avan-
zaron sus cafiones hasta defenderlos con sus pro-
Pias bayonetas, despues de clavarlos. D e las tres
278     HISTORIA DE LA REVOLUClON D E CHILE


 partes de mi guarnicion murieron seis hombres.
 Los enemigos tomaron la poblacion de aquel
to y yo escapk, por entre sus bayonetas, mediante
10s pi& de u n famoso caballo. A cuantas personas
 encontraban por las calles, que quedaron algunos
 godos, pasaron a cuchillo, sin distincion de clases.
 Forzaron a balazos las cerraduras de las casas en
 que se habian refujiado mujeres i niiios, i 10s ase-
sinaron.
    No saciando su furia con 10s que encontraron en
el pueblo, se dirijieron a 10s montes, i donde oian
llorar muchachos o el menor ruido, estuvieron ha-
ciendo fuego, hasta que la oscuridad de la noche i
el toque de reunion 10s hizo replegarse. Solo ent6n-
ces ces6 el deguello.
    El ejercito de refuerzo, que se alcanzaba a distin-
guir, como llevo dicho, a1 mando del traidor coman-
dante de infanteria Ramon J i m h e z Navia, e n las
tres horas que sostuve el fuego, se divirti6 en mi
sacrificio, pues venia de entrega como lo verificb.
A m h o s de una legua de Talcahuano me encon-
trci con el refuerzo i su comandante, a quien, a,
presencia de sus oficiales, con aquella ardiente furia
que respiraba mi corazon en aquellos momentos, le
dije mil insultos, e inflamados mis oficiales juntos
conmigo, i aun aquella parte de tropa que nos ro-
deaba, dijeron: IIvamos, muchachos, a morir todos o
a reconquistar aTalcahuanol1. Marchamos precipita-
SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA   1814   279

 dos u n corto trecho, cuando Jindnez matid6 hacer
alto; i vinikndose a ml, me dice: Il,+5mo mesuble-
 va Ud. la tropa?!! ContestCle: ilYo no la sublevo,
 ella i sus oficiales se vienen conmigoll. Hizo pre-
 Sente que la &den que traia del Gobernador-Inten-
 dente de la provincia era que, e n cas0 de no llegar
 a tiempo del ataque i que Talcahuano fuese toma-
 do, se replegase a la ciudad, de lo cual trasluci
 algun desaliento. Mand6 Jimenez en retirada s u s
 tropas, las que obedecieron. Yo me adelant6 a la ciu-
dad a poco rato. Serian como las ocho de la noche,
cuando se present6 al palacio del Gobernador-Inten-
dente, donde yo me hallaba, el intendente del ej&-
cito (el mismo que yo aprehendi), con oficio de inti-
macion d e rendicion a la ciudad en el tdrmino de
tantas horas. S e di6 &den por s u Gobernador para
que se juntasen las corporaciones; reunidas i leido
que fu6 el citado oficio, se observ6 un gran silencio,
hasta que el dean Roa i el Conde d e la Marquina
prorrumpieron diciendo: llque lo que se deberia ha-
cer era capitular, i de ninguna suerte ponerse en
defensalr a cuya opinion se adhirieron 10s demas
concurrentes.
    Concluido dicho razonamiento, me pregunt6 el
Gobernador- I n tendente mi d i c t h e n , ya que me
habia batido con aquel enemigo, sobre q u C fuerza
creia fuese la que me atac6, ya que con tan poca
jente hice tanta resistencia. L e contest6 que me
280      HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE


parecia serian mas de dos mil hombres, 10s cuales
por tres veces se pusieron e n retirada i logd disi-
parlos inmediatamente, por lo que se demostraba
ser unos reclutas, que s u figura era d e indios chile-
nos. Ent6nces el Intendente dijo que tenia sete-
cientos hombres con su correspondiente tren volan-
te de artilleria, i que con esto i las miIicias que podia
juntar asi de infanteria como de caballeria se po-
dria hacer una vigorosa defensa.
   E n la mafiana siguiente, hubo sus opiniones, i la
mia fuC que d e ninguri modo debiamos aventu-
rar una accion decisiva; que me parecia que sin pdr-
dida de momento se sujetase a1 intendente del ej&-
cito real, se tratase sacar todos 10s caudales, pertre-
chos de guerra i cosa precisa d e la ciudad, retiran-
do igualmente todos 10s ganados, que se citasen
todos 10s cuerpos d e milicias de la provincia i se
diera cuenta a la capital i se replegasen todas las
tropas a1 interior, tomando las mejores posiciones,
hasta reunir un ejCrcito respetable para presentar
accion. Dichas proposiciones se oyeron con frialdad
por aquellas corporaciones. El intendente piclib se
le permitiera ir a hablar con el intendente del ejbr-
cito real i suplicarle que diera plazo hasta la maiia-
na siguiente para acordar la contestacion, a lo que
este dltimo accedi6.
   Por la mafiana, juntas las corporaciones i todo el
pueblo en el palacio, se me aclam6 a mi por je-
SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA   1814   281

neral de las tropas, se pidi6 la separacion de JimC-
     i se espuso que e n nadie se tenia mayor confianza
que en mi i que, en esta intelijencia, diese mi dictii-
men, que fuC el mismo que el anterior, con el que
se avinieron. Se orden6 incontinenti a Jim4nez i a
mi, replegar las tropas para Puchacai. Se opus0 el
pueblo a que fuese Jim4nez; pero despues cedi6.
March4 yo por delante; llegado que fuf a1 campa-
mento, les hice presente a 10s oficiales i tropas lo
determinado por el Gobernador, pueblo i corpora-
ciones, a lo que me contestaron: IlSeiior, vamos allii;
per0 no sea cosa que nos entreguen a nosotros conlo
entregaron a Ud. ayer, sacrificando toda su guarni-
cionl,. Los disuadi de estas espresiones i me contes-
taron: Ilvamostl. En seguida me diriji a hacer pre-
sente a1 cuerpo d e Dragones, que se hallaba a la
retaguardia; per0 Antes de llegar a ellos, me llama
Jim4nez i me dijo: llMal estamos, oiga lo que le dice
este cabolt; IlSeiior, me dijo &e, lo que hai es que
la tropa dice que no quiere pelear con nadie, sino
entregarse a Lima; i no hai otra voz que la de jviva
el Rei!,! Contest4 lleste hombre est&loco o ebriofl.
Se enton6 bste a un mismo tiempo con la compafiifa
de Granaderos, i levantiindose el tumulto, u n Gra-
nadero me tom6 por la sola'pa del uniforme, diciCn-
dome que m e retirase i que no obedecian otras br-
denes que las de don Ramon JimCnez i del Gober-
nador don Pedro Benavente; i tiriindome hiicia un
282    HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE


lado trat6 de tomarme mi caballo para no dejarme
escapar; me dispararon dos tiros que no me acer-
taron. Ent6nces hui a la vista de las tropas que se
dirijian a tomar la plaza, aclamando al Rei. Receloso
d e mi ordenanza trati. de separarme, i s610 tomeel
camino de Penco Viejo, con Animo de embarcarme
en la lancha cafiunera (que escap6 de la toma de
Talcahuano) para dirijirme a Valparaiso, En el ca-
rnirio pens& e n la tardanza que por el mal tiempo
podia tener el largo viaje, i resold irme por tierra
i ser yo el conductor de esta infausta noticia al Go-
bernador. E n mi trAnsito por dicho Penco, *orden&
a1 patron de la citada lancha que, despues de hacer
viveres en aquella costa, se dirijiese con s u tripula-
cion a Valparaiso, haciCndolo responsable d e las
resultas, si asi no lo verificaba. AI comandante
d e aquel puerto no le cornuniquC nada, por pare-
cerme sospechoso. Despues tomi. mi ruta para
aquellas montafias, ~610,   hasta llegar a media noche
a la villa de Coelemu.
   AI amanecer de1 siguiente dia, continu6 cami-
nando hasta llegar a Quirihue; e n el camino encon-
trC el rejimiento d e dicha villa que, con su coronel
don Antonio Merino, se dirijia para Concepcion.
L e hice presente lo ocurrido i le recomendi. regre-
sase i oficiase a la capital de Santiago, como 10 ve-
rific6. Aprovechi. el mismo propio para oficiar yo
a1 Superior Gobierno todo lo sucedido en la Con-
SUCESOS DESDE I810 HASTA   1814     283

 cepcion i Talcahuano. En la misma tarde encontrk
 10s rejimientos de Cauquenes que marchaban igual-
 mente para Concepcion, les hice regresar i oficiar
en 10s mismos t6rminos que el antecedente, cuyas
 noticias fueron las primeras que recibib el Superior
 Gobierno.
   E n la villa de San Fernando, a 10s tres i medio
&as de camino, encontrh a1 Presidente de la Junta
de Gobierno, don JosC Miguel Carrera, que con
una escolta d e diez a doce hombres, se dirijia preci-
pitadamente a la ciudad de T a k a , a donde form6
su cuartel jeneral, a quien inform6 detalladamente
de todo lo ocurrido. Desde aquel punto empez6 a
dictar mui felices i acertadas providencias. El di-
nero que veriia de Concepcion se salv6, i con ardi-
des se tom6 prisionera una partida de treinta Dra-
gones bien armados. L a suerte a porfia i el gran
Dios favorecian nuestra dCbil fuerza, tanto que
infundi6 temor a1 enemigo con 10s progresos de la
primera accion d e Yerbas-Buenas, i en seguida el
ataque d e San CArlos, que 10s oblig6 a encerrarse
en Chillan. Nosotros reconquistamos la ciudad de
Concepcion i su puerto, le tomamos prisionera la
fragata Thomas, que venia de Lima con un refuer-
zo d e treinta oficiales, desde brigadier inclusive,
cincuenta mil pesos i otros pertrechos d e guerra.
   El Superior Gobierno que nos rejia crey6 con-
cluida la guerra con estas operaciones, i desde
284    HISTORIA DE LA REVOLUCION DE $HILE


aquellos momentos trat6 de separar a 10s sefiores
Carreras, llegando al estremo de no franquear nin-
gun auxilio al ejbrcito, Antes si protejer la deser-
cion de 10s oficiales i tropa. I por bltimo, 10s man-
d6 entregar a1 enemigo, despues de haber ellos
entregado el mando.

                            R A F A E L DE LA S O T A

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Relato del desembarco y ataque español a Talcahuano en 1813

  • 1. El dia 26 de Mayo de 1813,entre las doce i una . del dial arrib6 a1 puerto de San Vicente la espedi- cion enemiga que se dirijia de ChiloC i Valdivia, e n cinco buques, de 10s que dos eran fragatas i tres bergantines. A las cuatro i media de la tarde di6 fondo en el surjidero d e la boca del rio Lenga; i e n el momento seconoci6 ser espedicion enemiga dirijida d e ChiloC, por la construccion de las cha- lupas i demas embarcaciones menores, que in. continenti echaron a1 agua, distinguikndose sobre cubierta mucha jente. Todo lo comuniquC e n el acto a1 Gobernador-Intendente d e la ciudad de la Concepcion, (la ciudad dista de aquel punto dos i media leguas i de Talcahuano tres i media), pi- diCndole su dictzimen d e lo que deberia hacer en aquel caso. N o tuve contestacion alguna. En el entre tanto, i en cuanto me fuC posible, me R* DE CHILE-TOM0 I1 I8
  • 2. 274 HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE puse en defensa con mi corta guarnicion, que se componia de ciento cincuenta hombres. A las ocho d e la noche se me avis6 por mis centinelas avanzados que el enemigo se hallaba desembarcado en dicha boca del rio Lenga (este rio dista de Tal- cahuano una i media legua). Mont4 a caballo i diri- jime a aquella ensenada en compafiia de dos Dra- gones, 10s cuales fueron sorprendidos i tornados prisioneros por una avanzada que ya tenia en tierra el enemigo; i yo escapC de sus garras por el quite que naturalmente hizo mi caballo, a tomarle por 1 las riendas, i echk a correr e n huida. La oscuridad de la noche me libert6 que me volteasen con 10s muchos disparos que me hicieron. hle diriji a aquella hora, que serian mas de las nueve i media, a 10s caiiones de a 24 de la esplanada de San Vi- cente, que tenia abocados a tierra, i Antes de llegar alli, encontrk en aquellos mkdanos de arena al secretario del Gobernador-Intendente de la Con- cepcion, don Santiago Fernhndez, perdido i solo, i le impuse de todo lo ocurrido i le pedi que se dirijiese inmediatamente a comunicarlo a1 sefior Gobernador, para que caminasen las tropas de re- fuerzo. Llegado que fui a dicha esplanada, hice descargar POP elevacion 10s dos cafiones, bastante seHal para demostrar a la ciudad que habia now- dad, como para alarmar la poca jente que en las alturas de Talcahuano. Creyendo, finalmente,
  • 3. SUCESOS DESDE 1810 HPSTA 1814 275 ser atacado aquella misma noche, i teniendo QCU- pados cincuenta hombres en sostener aquellos ca- fiones,tuve a bien enterrarlos i traerme las curefias, replegando esta tropa para aquellas alturas i apre- surando yo solo el p-as0 para llegar a la plaza a dar Otras disposiciones. Dentro de ella encontrk tres sujetos, montados con un traje estraGo, les doi el ;qui& vive?, i des- pues de retardarlo, me contestan hiel intendente del ej&rcitodel Virrei que acaba de desembarcar en la boca del rio Lenga, mandado por su jeneral a ha- blar con el Gobernador-Intendente de la provincia de la Concepciontt. L e contest6 que estaba bien i que viniese a mi casa, que era el Gobernador de aquel puerto, a mostrarme sus credenciales, i q u e en el modo como lo encontraba apareciaser u n es- pia enemigo. Me reprodujo iique conmigo no tenia nada que hablar, i que como 10s momentos urjian en la felicidad o desgracia del pais, le facilitara un soldado para que lo dirijiese a la ciudad, hacithdo- me responsable de su demora a las resultastt. Vien- do el orgullo de s u respuesta, le contest& echando mano a mis pistolas: Ilmarchen Uds. por delante, piratas, si no quieren en este momento ser victi- mast!. Asi lo hicieron. Llegado a casa, mand6 asegurar s u s dos compa- fieros, le exiji sus credenciales, que se resisti6 a mostrArmelas, hasta que le ofreci cargarlo de pri-
  • 4. 276 HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE siones. Ent6nces me las entreg6, con tres pliegos mas, cerrados i sellados para las corporaciones de la ciudad, Cabildo EclesiAstico, Secular i Gobernador- Intendente. E n el momento hice sacar dos copias certificadas de las credenciales, i a la una de la ma- drugada del siguiente dia le remiti una copia i l o ~ tres pliegos a1 Gobernador-Intendente. El inten- dente del ejkrcito real qued6 Gien asegurado. Todo lo comuniqui. oficialmente a1 Intendente de la Con- cepcion, diciindole que me instruyera sobre lo que deberia hacer en el cas0 en que me veia i que la fuerza que podia venir en aquella espedicion de de- sembarco, en 10s dichos cinco buques menores, no era mas de 1,200 a 1,500 hombres. Esta noche me vinieron de refuerzo ochenta hombres con cuatro cafiones de a cuatro. A las once del dia, recibi tres pliegos cerrados con las respuestas d e las cor- poraciones, para que las entregase al intendente del ej&rcitoreal, i Io pusiese en libertad con sus compafieros, que lo eran s u secretario i un soldado. Ademas me decian quecomo yo tenia el enemigo a la vista i podia contar con setecientos a ochocien- tos hombres, entre infanteria, caballeria i artilleros, que habian ordenado marchasen en mi refuerzo, tratase, si era posible, de sostenerme o replegarme con mi corta guarnicion a aquella ciudad. Viendo, pues, mi situacion tan ventajosa, el entusiasmo de mis tropas que no cesaban d e gritar jviva la patria!
  • 5. SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA 1814 277 jmorir o vencer!, nuestra posicion d e defensa, el refuerzo que nos venia, i que marchando a un paso regular o nos uniamos o tomAbamos a1 enemigo entre dos fuegos, segun el camino que debia traer, contest6 que sin pCrdida de momento avanzasen las tropas i se posesionasen de las alturas de la chAca- ra del Manzano, ordenando a1 conductor del oficio, que fuC abierto, se lo mostrase a1 comandante que mandaba la division en s u trAnsito. Asi me puse en defensa. A las dos de dicha tarde se movi6 el ejdrcito me- migo, dirijikndose sobre Talcahuano; a las tres se aproxim6 a tiro de canon de un calibre de 24. Una guerrillade Dragones de 25 hombres que tenia afuera en espectacion d e sus movimientos, incon- tinenti que lo avistb, le hizo fuego con sus cafiones del calibre d e a cuatro, que traia de tren volante. S e repleg6 dicha guerrilla, bajo de 10s fuegos que rompi6 el enemigo, hasta tres veces lopuso en re- tirada en el mayor des6rden. Se sup0 despues que la tropa enemiga gritaba: IlQue eso no era lo tra- tado, que c6mo les habian ofrecido que no se les tiraria un tiroll. Despues de tres horas d e fuego que les sostuve a mil ochocientos hombres que me atacaron, 10s cuales viendo mi resistencia i que 10s destrozaba mi artilleria, tocando a deguello, avan- zaron sus cafiones hasta defenderlos con sus pro- Pias bayonetas, despues de clavarlos. D e las tres
  • 6. 278 HISTORIA DE LA REVOLUClON D E CHILE partes de mi guarnicion murieron seis hombres. Los enemigos tomaron la poblacion de aquel to y yo escapk, por entre sus bayonetas, mediante 10s pi& de u n famoso caballo. A cuantas personas encontraban por las calles, que quedaron algunos godos, pasaron a cuchillo, sin distincion de clases. Forzaron a balazos las cerraduras de las casas en que se habian refujiado mujeres i niiios, i 10s ase- sinaron. No saciando su furia con 10s que encontraron en el pueblo, se dirijieron a 10s montes, i donde oian llorar muchachos o el menor ruido, estuvieron ha- ciendo fuego, hasta que la oscuridad de la noche i el toque de reunion 10s hizo replegarse. Solo ent6n- ces ces6 el deguello. El ejercito de refuerzo, que se alcanzaba a distin- guir, como llevo dicho, a1 mando del traidor coman- dante de infanteria Ramon J i m h e z Navia, e n las tres horas que sostuve el fuego, se divirti6 en mi sacrificio, pues venia de entrega como lo verificb. A m h o s de una legua de Talcahuano me encon- trci con el refuerzo i su comandante, a quien, a, presencia de sus oficiales, con aquella ardiente furia que respiraba mi corazon en aquellos momentos, le dije mil insultos, e inflamados mis oficiales juntos conmigo, i aun aquella parte de tropa que nos ro- deaba, dijeron: IIvamos, muchachos, a morir todos o a reconquistar aTalcahuanol1. Marchamos precipita-
  • 7. SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA 1814 279 dos u n corto trecho, cuando Jindnez matid6 hacer alto; i vinikndose a ml, me dice: Il,+5mo mesuble- va Ud. la tropa?!! ContestCle: ilYo no la sublevo, ella i sus oficiales se vienen conmigoll. Hizo pre- Sente que la &den que traia del Gobernador-Inten- dente de la provincia era que, e n cas0 de no llegar a tiempo del ataque i que Talcahuano fuese toma- do, se replegase a la ciudad, de lo cual trasluci algun desaliento. Mand6 Jimenez en retirada s u s tropas, las que obedecieron. Yo me adelant6 a la ciu- dad a poco rato. Serian como las ocho de la noche, cuando se present6 al palacio del Gobernador-Inten- dente, donde yo me hallaba, el intendente del ej&- cito (el mismo que yo aprehendi), con oficio de inti- macion d e rendicion a la ciudad en el tdrmino de tantas horas. S e di6 &den por s u Gobernador para que se juntasen las corporaciones; reunidas i leido que fu6 el citado oficio, se observ6 un gran silencio, hasta que el dean Roa i el Conde d e la Marquina prorrumpieron diciendo: llque lo que se deberia ha- cer era capitular, i de ninguna suerte ponerse en defensalr a cuya opinion se adhirieron 10s demas concurrentes. Concluido dicho razonamiento, me pregunt6 el Gobernador- I n tendente mi d i c t h e n , ya que me habia batido con aquel enemigo, sobre q u C fuerza creia fuese la que me atac6, ya que con tan poca jente hice tanta resistencia. L e contest6 que me
  • 8. 280 HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE parecia serian mas de dos mil hombres, 10s cuales por tres veces se pusieron e n retirada i logd disi- parlos inmediatamente, por lo que se demostraba ser unos reclutas, que s u figura era d e indios chile- nos. Ent6nces el Intendente dijo que tenia sete- cientos hombres con su correspondiente tren volan- te de artilleria, i que con esto i las miIicias que podia juntar asi de infanteria como de caballeria se po- dria hacer una vigorosa defensa. E n la mafiana siguiente, hubo sus opiniones, i la mia fuC que d e ninguri modo debiamos aventu- rar una accion decisiva; que me parecia que sin pdr- dida de momento se sujetase a1 intendente del ej&- cito real, se tratase sacar todos 10s caudales, pertre- chos de guerra i cosa precisa d e la ciudad, retiran- do igualmente todos 10s ganados, que se citasen todos 10s cuerpos d e milicias de la provincia i se diera cuenta a la capital i se replegasen todas las tropas a1 interior, tomando las mejores posiciones, hasta reunir un ejCrcito respetable para presentar accion. Dichas proposiciones se oyeron con frialdad por aquellas corporaciones. El intendente piclib se le permitiera ir a hablar con el intendente del ejbr- cito real i suplicarle que diera plazo hasta la maiia- na siguiente para acordar la contestacion, a lo que este dltimo accedi6. Por la mafiana, juntas las corporaciones i todo el pueblo en el palacio, se me aclam6 a mi por je-
  • 9. SUCESOS DESDE I 8 1 0 HASTA 1814 281 neral de las tropas, se pidi6 la separacion de JimC- i se espuso que e n nadie se tenia mayor confianza que en mi i que, en esta intelijencia, diese mi dictii- men, que fuC el mismo que el anterior, con el que se avinieron. Se orden6 incontinenti a Jim4nez i a mi, replegar las tropas para Puchacai. Se opus0 el pueblo a que fuese Jim4nez; pero despues cedi6. March4 yo por delante; llegado que fuf a1 campa- mento, les hice presente a 10s oficiales i tropas lo determinado por el Gobernador, pueblo i corpora- ciones, a lo que me contestaron: IlSeiior, vamos allii; per0 no sea cosa que nos entreguen a nosotros conlo entregaron a Ud. ayer, sacrificando toda su guarni- cionl,. Los disuadi de estas espresiones i me contes- taron: Ilvamostl. En seguida me diriji a hacer pre- sente a1 cuerpo d e Dragones, que se hallaba a la retaguardia; per0 Antes de llegar a ellos, me llama Jim4nez i me dijo: llMal estamos, oiga lo que le dice este cabolt; IlSeiior, me dijo &e, lo que hai es que la tropa dice que no quiere pelear con nadie, sino entregarse a Lima; i no hai otra voz que la de jviva el Rei!,! Contest4 lleste hombre est&loco o ebriofl. Se enton6 bste a un mismo tiempo con la compafiifa de Granaderos, i levantiindose el tumulto, u n Gra- nadero me tom6 por la sola'pa del uniforme, diciCn- dome que m e retirase i que no obedecian otras br- denes que las de don Ramon JimCnez i del Gober- nador don Pedro Benavente; i tiriindome hiicia un
  • 10. 282 HISTORIA DE LA REVOLUCION DE CHILE lado trat6 de tomarme mi caballo para no dejarme escapar; me dispararon dos tiros que no me acer- taron. Ent6nces hui a la vista de las tropas que se dirijian a tomar la plaza, aclamando al Rei. Receloso d e mi ordenanza trati. de separarme, i s610 tomeel camino de Penco Viejo, con Animo de embarcarme en la lancha cafiunera (que escap6 de la toma de Talcahuano) para dirijirme a Valparaiso, En el ca- rnirio pens& e n la tardanza que por el mal tiempo podia tener el largo viaje, i resold irme por tierra i ser yo el conductor de esta infausta noticia al Go- bernador. E n mi trAnsito por dicho Penco, *orden& a1 patron de la citada lancha que, despues de hacer viveres en aquella costa, se dirijiese con s u tripula- cion a Valparaiso, haciCndolo responsable d e las resultas, si asi no lo verificaba. AI comandante d e aquel puerto no le cornuniquC nada, por pare- cerme sospechoso. Despues tomi. mi ruta para aquellas montafias, ~610, hasta llegar a media noche a la villa de Coelemu. AI amanecer de1 siguiente dia, continu6 cami- nando hasta llegar a Quirihue; e n el camino encon- trC el rejimiento d e dicha villa que, con su coronel don Antonio Merino, se dirijia para Concepcion. L e hice presente lo ocurrido i le recomendi. regre- sase i oficiase a la capital de Santiago, como 10 ve- rific6. Aprovechi. el mismo propio para oficiar yo a1 Superior Gobierno todo lo sucedido en la Con-
  • 11. SUCESOS DESDE I810 HASTA 1814 283 cepcion i Talcahuano. En la misma tarde encontrk 10s rejimientos de Cauquenes que marchaban igual- mente para Concepcion, les hice regresar i oficiar en 10s mismos t6rminos que el antecedente, cuyas noticias fueron las primeras que recibib el Superior Gobierno. E n la villa de San Fernando, a 10s tres i medio &as de camino, encontrh a1 Presidente de la Junta de Gobierno, don JosC Miguel Carrera, que con una escolta d e diez a doce hombres, se dirijia preci- pitadamente a la ciudad de T a k a , a donde form6 su cuartel jeneral, a quien inform6 detalladamente de todo lo ocurrido. Desde aquel punto empez6 a dictar mui felices i acertadas providencias. El di- nero que veriia de Concepcion se salv6, i con ardi- des se tom6 prisionera una partida de treinta Dra- gones bien armados. L a suerte a porfia i el gran Dios favorecian nuestra dCbil fuerza, tanto que infundi6 temor a1 enemigo con 10s progresos de la primera accion d e Yerbas-Buenas, i en seguida el ataque d e San CArlos, que 10s oblig6 a encerrarse en Chillan. Nosotros reconquistamos la ciudad de Concepcion i su puerto, le tomamos prisionera la fragata Thomas, que venia de Lima con un refuer- zo d e treinta oficiales, desde brigadier inclusive, cincuenta mil pesos i otros pertrechos d e guerra. El Superior Gobierno que nos rejia crey6 con- cluida la guerra con estas operaciones, i desde
  • 12. 284 HISTORIA DE LA REVOLUCION DE $HILE aquellos momentos trat6 de separar a 10s sefiores Carreras, llegando al estremo de no franquear nin- gun auxilio al ejbrcito, Antes si protejer la deser- cion de 10s oficiales i tropa. I por bltimo, 10s man- d6 entregar a1 enemigo, despues de haber ellos entregado el mando. R A F A E L DE LA S O T A