Este documento presenta las biografías breves de 15 sacerdotes y hermanos de la Congregación de la Misión que fueron martirizados durante la Guerra Civil Española por grupos marxistas debido a su fe católica. Los relatos describen cómo fueron arrestados, torturados y asesinados de varias formas crueles, incluyendo fusilamientos y apuñalamientos, a manos de los comunistas. Muchos de los mártires perdonaron a sus verdugos antes de morir y declararon su fe en Cristo hasta el final
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Mártires vicencianos de la Guerra Civil Española
1. Mártires de la Guerra Civil
Española de la Congregación
de la Misión
asesinados por odio a la fe
católica, y por ser clérigos
religiosos
2. P. Fortunato Velasco
Tobar, CM
• Algunos jefes comunistas
llegaron a su pueblo, y a la una
de la madrugada se llevaron al
P. Fortunato por la fuerza a la
prisión nacional, metiéndolo con
otros dos o más prisioneros. La
noche del 23 de agosto de 1936
lo sacaron de la cárcel y, en el
camino hacia el cementerio,
murió fusilado.
• Todos los testigos declararon
que murió perdonando a los
que le mataron.
3. P. Leoncio Pérez
Nebreda, CM
• El 29 de julio de 1936, mientras los
sacerdotes estaban comiendo,
oyeron las campanas de la iglesia
parroquial dando la alarma. Las
tropas marxistas habían entrado
en la ciudad. El P. Leoncio
escapó, poniéndose ropa y
zapatos viejos. Un delincuente
llamado José Santiago Candeal,
sospechando que el anciano era
un sacerdote disfrazado, tiró
intencionadamente su sombrero al
suelo y vio la tonsura en su
cabeza. Golpeó al cura en la
cabeza y en el cuello con una pala
y unas barras de hierro que
llevaba en la silla de montar, hasta
matarlo.
4. Hno. Luis Aguirre
Bilbao, CM
• Los marxistas fueron a por el
hermano Aguirre, que protestó
proclamando su inocencia y
diciendo que no había hecho
nada por lo que debieran
matarlo. Le hicieron arrodillarse
frente al Liceo, hoy Seminario
Diocesano, y allí mismo lo
ejecutaron. Antes de que
sonaran los disparos, declaró:
"Si tengo que morir, muero por
Dios y por España". Los
marxistas le intimidaron
gritando: "¡Viva el comunismo!",
pero el mártir gritó "¡Viva Cristo
Rey!".
5. Hno. Narciso Pascual
Pascual, CM
• El 26 de julio de 1936, las tropas
marxistas tomaron como
prisioneros a los miembros de la
Congregación de la Misión de
Guadalajara. Otros 300 católicos
fueron encarcelados con ellos.
Sufrieron muchas penurias y
abusos. Había muy poca comida.
En el frío invierno les quitaban los
colchones de lana, las mantas y los
abrigos. Los sacerdotes y religiosos
rezaban y ofrecían el sacramento de
la reconciliación a los prisioneros
que estaban siendo ejecutados. El 6
de diciembre, una multitud de
comunistas atacó la prisión y
ejecutó a los presos en el patio de
la cárcel.
6. P. Vicente Vilumbrales
Fuente, CM
• Miembro de la Provincia de
Madrid, nació el 5 de abril de 1909
en Reinoso de Bureba, Burgos
(España), fue encarcelado durante
seis meses y murió el 6 de
diciembre de 1936 en los
fusilamientos de Guadalajara.
• Le apasionaba el estudio de los
idiomas, y en su tiempo libre
aprendía inglés y francés por las
noches. Lo consideraba necesario
para comunicarse con la gente, en
un mundo moderno que se hacía
cada vez más pequeño.
7. P. Gregorio Cermeño
Barceló, CM
• Miembro de la Provincia de Madrid,
nació el 9 de mayo de 1874 en
Zaragoza (España) y murió el 6 de
diciembre de 1936 en Guadalajara.
• Fue profesor durante cuatro años
en el Colegio Apostólico de la
Congregación de la Misión y en el
seminario diocesano.
• Se dedicó especialmente al
confesionario, donde permanecía
durante horas, sin más recompensa
que ver a los fieles alcanzar la paz
interior.
8. P. Tomás Pallarés
Ibáñez, CM
• El 13 de octubre, los marxistas
planeaban hacer explotar la cárcel
improvisada que habían montado,
cuando vieron que las fuerzas
gubernamentales avanzaban sobre
la cárcel. La primera explosión
destruyó tres paredes y dejó a los
presos sin una escalera por la que
escapar. Los guardias perdieron el
control de la situación y gritaron
"sálvese quien pueda". Algunos
empezaron a salir a rastras.
Bajando por una cuerda de
sábanas, el P. Tomás recibió un
disparo en la cabeza. Se soltó de la
cuerda y cayó al segundo piso,
donde murió al instante.
9. Hno. Salustiano
González Crespo, CM
• Miembro de la Provincia de
Madrid, nació el 1 de mayo de
1871 en Tapia de la Rivera Léon
(España) y murió el 13 de
octubre de 1934 en Oviedo.
• El hermano Salustiano murió el
mismo día y en las mismas
circunstancias que el padre
Tomás Pallarés Ibáñez.
10. P. Amado García
Sánchez, CM
• Incluso cuando estaba escondido,
salía a escondidas por la mañana
temprano para decir misa y confesar.
El 22 de octubre de 1936, él y un
hermano fueron hechos prisioneros.
Se le acusó de haber dicho misa el
15 de agosto, de ser sacerdote, de
ser fascista y de hacer rezar el Credo
y el Padre Nuestro. Lo torturaron
durante tres días. Cuando vinieron a
matarlo, abrazó al hermano Jiménez
y le dijo "¡Adiós! Nos vemos en el
cielo". Luego a sus verdugos:
"Matadme, pero no hagáis nada a
este pobre anciano que sólo es
nuestro ayudante". En el momento
de la muerte, perdonó a sus
verdugos y dijo que estaba feliz de
entregar su vida a Dios.
11. P. Andrés Avelino
Gutiérrez Moral, CM
• El 3 de agosto de 1936, hacia las 3
de la tarde, tres o cuatro militares
marxistas sacaron al P. Andrés de la
cárcel en un coche y lo llevaron a la
parroquia de San Justo, en Asturias.
Le hicieron subir a una montaña
empinada. Subió con mucha
dificultad, rezando todo el tiempo, y
empujado por sus torturadores.
Cuando llegó a la cima, a unos 70
metros, sus torturadores le
dispararon. Más tarde, testigos
presenciales observaron que su
frente estaba marcada con una cruz
ensangrentada del ancho de dos
dedos. Había sellado su martirio con
su propia sangre haciendo la señal
de la cruz antes de morir.
12. P. Ricardo Atanes
Castro, CM
• El 14 de agosto de 1936, a las
cuatro de la tarde, los comunistas
sacaron a todos los presos que
estaban en la iglesia de San José
para ejecutarlos. Con una sonrisa
en la cara, el P. Ricardo fue
arrastrado al camión de la muerte
junto con unos 300 compañeros,
entre ellos sacerdotes y religiosos
reconocidos católicos. Los
camiones se detuvieron en la cima
de una de las hermosas colinas que
rodean Gijón, no muy lejos de la
represa de agua, que se llamaba
comúnmente "Llantones". Los
prisioneros fueron colocados en
filas y, con ametralladoras, los
marxistas los acribillaron a todos.
13. P. Pelayo José
Granado Prieto, CM
• Al llegar a la casa, un testigo
escuchó las risas y los insultos de
los militares que atormentaban al
padre Pelayo. Golpeaban e
insultaban al sacerdote. Le cortaban
la carne en pedazos diciendo: ¡mira
qué carne tan blanca tiene! Los tres
últimos días de su tormento en la
cárcel, pedía con angustia un poco
de agua para beber, pero sus
verdugos se la negaban. A estas
torturas físicas se añadieron las
espirituales. Pidió que un sacerdote
lo confesara, pero su petición fue
denegada por los marxistas. El 27 de
agosto de 1936, por la noche, lo
sacaron de su rectoría más muerto
que vivo, lo apuñalaron por la
espalda hasta que expiró y arrojaron
su cuerpo al río.
14. P. Ireneo Rodríguez
González, CM
• Al ver que muchos cristianos de su
región eran arrestados, los
Misioneros Paúles podrían haberse
escondido o haber encontrado
refugio en un lugar más seguro en
España. Pero optaron por continuar
su ministerio, confiando en el
Señor. En un gesto de caridad
heroica, el padre Ireneo y otro
sacerdote ofrecieron su vida para
salvar la de los demás prisioneros,
especialmente la de los padres,
pero sus verdugos, llenos de odio a
la fe, hicieron oídos sordos a su
petición, rechazando así su
compasiva caridad. Los colocaron
frente a los muros de la prisión y los
fusilaron; sus cuerpos se
abandonaron en el suelo.
15. P. Antonio Carmaníu
Mercader, CM
• El P. Antonio era muy inteligente y
estudió humanidades y filosofía.
Primero quiso ser sacerdote
diocesano, pero luego se sintió
atraído por la dedicación vicenciana
a las misiones. Se decía que tenía
un temperamento brusco y una
tendencia a ser duro y exigente,
pero la experiencia le enseñó con el
tiempo a tratar con todo tipo de
personas y particularmente con los
pobres. Empezó a darse cuenta de
que poco o nada se consigue con
los pobres sin paciencia, dulzura y
amabilidad. El 17 de agosto de
1936, mientras sus ejecutores
gritaban "¡Viva el comunismo!", él,
exhausto, gritó: "Os perdono. Viva
Cristo Rey".