1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
III Domingo de Adviento. Evangelio (Mateo 11, 2-11). 15/12/2013
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar
por medio de sus discípulos: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Jesús
les respondió: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los
inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los
pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”. Al irse ellos,
Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una
caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten
con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y
más que un profeta; él es de quien está escrito: “Yo en envío mi mensajero delante de ti, para
que prepare el caminito ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que
Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”.
¡Conviértete!
Juan Bautista es un profeta del Señor. Se ha echado al desierto para proclamar: “Preparad el
camino del Señor”. Ve muy decaída la fe de su pueblo. Los ve muy confiados en que son “hijos
de Abrahán”; pero sin que los frutos aparezcan por ninguna parte.
El pueblo sencillo, al escuchar esa voz, se mueve al arrepentimiento de sus pecados y se hace
bautizar en el Jordán.
Hoy también la Iglesia hace oír su voz en el desierto. Ha ido allí para escuchar, ella también, la
llamada a una permanente conversión; y, al mismo tiempo, se ha sentido empujada por el
Espíritu a predicar por el mundo la necesidad de volver al Señor. Esa voz de la Iglesia resuena
aquí y ahora. Hoy no es un susurro para confortar a los que sufren, ni arenga para animar a los
que luchan; es grito apremiante, que intenta despertar a cuantos, dormidos en la rutina de
creernos más cristianos que nadie, no percibimos quizá que nuestro corazón hace tiempo que
navega por otros derroteros.
Es necesario que hoy siga resonando ese grito; porque dentro de la Iglesia quedamos, todavía
muchos fariseos y saduceos. Muy seguros en nuestro sentirnos “hijos de Abrahán”, pensamos
que, con haber sido bautizados, ya está todo hecho. ¡Lástima que se nos olvide algo importante:
que eso de nada sirve si no damos “el fruto que pide la conversión”.
Es uno de los males que aquejan a nuestra Iglesia: que, en una gran parte, la formamos lo que
podríamos llamar “cristianos no convertidos”. A muchos de nosotros, el nombre de cristianos
nos viene solamente de una lejana y fría ceremonia –en tantos casos meramente social y
costumbrista-, que no nació de una verdadera fe por parte de nuestros padres; ni se robusteció
en nosotros mediante una educación cristiana; ni, consecuentemente, llegó a traducirse después
en una vida coherente con la fe recibida. Hemos llegado a creernos cristianos simplemente, “por
raza”: por haber nacido en un país que tenía la vieja costumbre de bautizar a todos los niños.
Pero estamos muy lejos de conocer –muchas veces ni de oídas- a ese Cristo de que nos viene el
apellido. Y más lejos todavía de seguirlo.
Es Adviento. Aún estamos a tiempo. ¿Por qué no nos dejamos de pretextos, y damos en serio el
paso de la conversión?
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Eres un cristiano de costumbre social?
¿Cuál es la conversión necesaria para acoger a este Señor que nos trae la Paz?
¿En qué cosas me puedo plantear mi propia conversión?
Piensa tomar alguna iniciativa en este Adviento…
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.