1. Hacia una historia social de la literatura uruguaya
Bartolomé Hidalgo: antecedentes hispanos y creación original
Según los biógrafos, Bartolomé Hidalgo nació en Montevideo. Sus padres eran argentinos.
Temprano, quedó huérfano de padre y compartió pobreza y sinsabores con su madre y sus
hermanas. Comenzó a trabajar muy joven, como empleado en el comercio del padre de José
Artigas. Éste fue su primer vínculo con la familia Artigas, que se fortalecería por su
participación en la revolución libertadora, coronada por la entrada victoriosa en
Montevideo tras la derrota de las fuerzas ocupantes. Con el triunfo, le llegaron cargos de
gobierno: Administrador interino de Correos y después, por un lapso tan breve como el
gobierno artiguista, Ministro interino de Hacienda.
Las biografías se refieren también, desde luego, a su creación literaria. Se inicia con
la “Marcha Nacional Oriental”, escrita en conmemoración del Armisticio entre la Junta de
Buenos Aires y el gobierno de Montevideo; continúa con los muy célebres “Cielitos”, y
finaliza con los “Diálogos patrióticos”, unos y otros creados –en su mayoría- entre 1820 y
1822. Su producción incluye, además, un unipersonal titulado “Sentimientos de un
patriota”, llevado a escena en 1816.
Como corresponde, Bartolomé Hidalgo recibió la influencia de los poetas
neoclásicos españoles. Aunque la abandonó pronto, entiendo que puede resultar interesante
acceder a una muestra de la obra de Manuel José Quintana, el modelo más señalado por la
crítica.
Nueva expresión para una realidad nueva
Quintana nació en 1777 y murió en 1857. Tuvo a Gaspar de Jovellanos como
maestro, fue miembro de la Real Academia Española y recibió de Isabel II un galardón por
su labor poética. En verdad, el influjo que ejerció en Hidalgo sólo es perceptible en la
primera etapa de la producción del uruguayo; sin embargo, vale la pena apreciar la notable
diferencia formal entre los textos de ambos –más notable por cuanto el contenido es
semejante-, para aquilatar el cambio que se produjo en la concepción poética de nuestro
coterráneo. Veamos la obra de Quintana:
A LA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA PARA PROPAGAR LA VACUNA EN AMÉRICA
BAJO LA DIRECCIÓN DE DON FRANCISCO BALMIS
¡Virgen del mundo, América inocente!
Tú, que el preciado seno
al cielo ostentas de abundancia lleno,
y de apacible juventud la frente;
tú, que a fuer de más tierna y más hermosa
entre las zonas de la madre tierra
debiste ser del hado,
ya contra ti tan inclemente y fiero,
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2. delicia dulce y el amor primero,
óyeme: si hubo vez en que mis ojos,
los fastos de tu historia recorriendo,
no se hinchasen de lágrimas; si pudo
mi corazón sin compasión, sin ira
tus lágrimas oir, ¡ah!, que negado
eternamente a la virtud me vea,
y bárbaro y malvado,
cual los que así te destrozaron, sea.
Con sangre están escritos
en el eterno libro de la vida
esos dolientes gritos
que tu labio afligido al cielo envía.
Claman allí contra la patria mía,
y vedan estampar gloria y ventura
en el campo fatal donde hay delitos.
………………………………….
Desde el punto de vista conceptual, el poema de Manuel Quintana depara una
sorpresa. El propósito del autor es exaltar la expedición filantrópica de Francisco Javier de
Balmis y Berenguer, cirujano honorario de Carlos IV, quien entre 1808 y 1814 recorrió
América y Filipinas para difundir en esas regiones la vacuna contra la viruela. Pero, al
enaltecer la figura del médico y sus compañeros de empresa, Quintana “ve”, a través de los
ojos de los expedicionarios, el dolor de la “América inocente”, mutilada por los
conquistadores españoles. El poeta hispano y el uruguayo comparten su furioso embate
contra el invasor. En Hidalgo, se trata de una expresión de fervor americanista, es decir,
patriótico en sentido amplio; en Quintana, del reconocimiento, digno y valiente, de la
barbarie de sus compatriotas.
En cuanto a la forma, el texto de Manuel Quintana exhibe los rasgos distintivos del
neoclasicismo: reiteración del hipérbaton; adjetivación profusa; tono enfático,
declamatorio; uso de términos infrecuentes en el habla ordinaria. Comparémoslo, pues, en
este nivel, con algunos fragmentos de un poema de Hidalgo.
CIELITO PATRIÓTICO QUE COMPUSO UN GAUCHO
PARA CANTAR LA ACCIÓN DE MAIPÚ
………………………
De noche avanzaron ellos
y allá tuvieron sus tratos;
compraron barato, es cierto.
¡Qué malo es comprar barato!
Cielito, cielo que sí,
le dijo el sapo a la rana,
canta esta noche a tu gusto
y nos veremos mañana.
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3. Se reúnen los dispersos
y marchan las divisiones,
y ya andaban los paisanos
con muy malas intenciones.
Allá va cielo y más cielo,
cielito de la cadena,
para disfrutar placeres
es preciso sentir penas.
Pero, ¡bien ayga los indios!
ni por el diablo aflojaron,
mueran todos los gallegos,
¡Viva la patria! gritaron.
…………………….
Cielito, cielo que sí,
americanos unión,
y díganle al Rey Fernando
que mande otra expedición.
Ya, españoles, se acabó
el tiempo de un tal Pizarro,
ahora como se descuiden
les ha de apretar el carro.
………………………….
Es mucha la distancia entre aquella poética española que alguna vez fue modélica, y
la versión original de nuestro primer poeta. Como afirmé antes, el español es, en ambos
casos, el villano; sólo que para Hidalgo es también el derrotado, y como tal, se vuelve
objeto de burla; “le dijo el sapo a la rana, / canta esta noche a tu gusto / y nos veremos
mañana”. Aquí, el poeta celebra con algaraza la valentía de sus hermanos del continente; en
tanto que Quintana no puede más que condenar amargamente a sus compatriotas.
No obstante, es en el plano formal donde se advierte la revolución creativa de
Bartolomé Hidalgo. La expresión es llana, clara, familiar. El cielito –que, según Lauro
Ayestarán, “reconoce una antigua filiación romancesca”- tiene la música rápida y pegadiza
de la fiesta popular, no la pomposa y grave del himno. Es americano en su tema –la victoria
sobre el godo-, sus caracteres –el rey Fernando, Pizarro, los paisanos, los indios- y su
lenguaje – “bien ayga”. Incluso el estribillo se convierte en una afirmación entusiasta por
obra del “cielo que sí”. Reparemos una vez más en la contemporaneidad de Hidalgo y
Quintana, y confirmaremos que el poeta uruguayo inaugura una modalidad de
comunicación poética estrictamente vernácula.
Con el mismo acento nativo, escribe Bartolomé Hidalgo los “Diálogos patrióticos”:
“Nuevo diálogo patriótico entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte, y
Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo” (1820); “Diálogo patriótico
interesante entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo, y el
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4. gaucho de la Guardia del Monte” ( 1821); “Relación que hace el gaucho contreras a Jacinto
Chano de todo lo que vio en las fiestas Mayas en Buenos-Ayres, en el año 1822” (1822).
De éstos se ha dicho que son la primera manifestación de dos tendencias de la
literatura gauchesca: el “cantar opinando” y la vertiente paródica. En todos hay una visión
realista, crítica y, al mismo tiempo, festiva de la sociedad que más tarde continuarán, con
matices diversos, Antonio Lussich, autor de “Los tres gauchos orientales”, y José
Hernández , el creador del “Martín Fierro”.
Fuentes:
DODERA, Julio, artículo sobre Bartolomé Hidalgo, en: Alberto Oreggioni (director
editorial), Nuevo diccionario de literatura uruguaya, Montevideo, Banda Oriental, 2001.
HIDALGO, Bartolomé, Obra completa, Prólogo y notas de Walter Rela, Montevideo,
Ciencias, 1979.
ROXLO, Carlos, Historia crítica de la literatura uruguaya, tomo I, Montevideo, Barreiro y
Ramos, 1912.
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