EL POSROMANTICISMO
El Romanticismo fue breve: desde mediados de siglo XIX , lo contrarresta un
movimiento de signo diferente, no clásico, sino objetivista, el Realismo (frente al
subjetivismo romántico). Aunque este subjetivismo persiste en poetas de la 2ª mitad del
siglo como Bécquer y Rosalía de Castro.
Por tanto, se dice que Bécquer y Rosalía escribieron en el periodo de posromanticismo,
de transición entre el final del Romanticismo (hacia 1850) y la consolidación del
Realismo (en torno a 1870).
Ambos escritores, entre otros , eluden la actitud realista en el arte, tampoco les gustaba
la poesía del primer Romanticismo, la de Espronceda, tan exaltada y recargada.
Este modelo, el de una lírica intimista, sencilla de forma y parca de ornamento, de
adornos, para que resalte más el sentir profundo del poeta es el que más les atrae.
BÉCQUER
(Vida: ver libro pág.14)
LAS RIMAS
Ya muerto, en 1871, sus amigos publicaron la 1ª edición de las Rimas, conjunto de
toda su obra poética. Son composiciones breves, de rima asonante y métrica variada.
Esta obra supone una verdadera renovación del lenguaje poético que tendrá una gran
influencia en la poesía española posterior.
Son versos que siguen la tradición española (con dominio del endecasílabo y del
heptasílabo), con una gran riqueza de combinaciones estróficas y rima asonante.
Usa el hipérbaton para establecer un ritmo adecuado, acorde con la tensión dramática.
También el encabalgamiento (1) de gran fuerza rítmica al deslizarse de unos versos a
otros, o al detener el verso en busca de una suspensión indefinida mediante puntos
suspensivos.
Utiliza un número limitado de recursos retóricos mostrando su preferencia por un tipo
de “poesía breve y seca” . En su poesía abundan las comparaciones, tan típicas de los
románticos, pero no hay metáforas ocultas, su palabra es transparente, usa símiles
sencillos.
Dialoga a veces consigo mismo, o con otros, aportando un tono íntimo, confidencial,
como de conversación íntima entre el lector y el poeta.
A él le resulta imposible escribir un gran poema, a la manera del Romanticismo
exuberante, con una ordenación extensa, valiéndose de resonante y elevada palabrería,
elige medios más modestos.
Cada rima tiene unidad poética, en contraste con la brevedad del argumento en que se
apoya, a veces dicho argumento es sólo un estado de ánimo.
Los románticos pretendían que el poeta elaborase su obra a golpe de exaltación, en el
hervor de la inspiración. Bécquer considera que los asuntos tienen que madurar en el
alma del escritor hasta que salen fuera en un esfuerzo artístico cuyo resultado último es
la poesía.
TEMAS DE SU POESÍA
-La poesía (rima I-XI)
En estos poemas se reflexiona sobe la poesía y el fenómeno espiritual de la creación. La
creación poética va unida al sentimiento y al misterio de los estímulos que lo impulsan
a escribir.
Bécquer considera que hay una poesía pomposa, que seduce “con su armonía y su
hermosura”. Pero hay obra breve y seca, “que brota del alma como una chispa
eléctrica”,desnuda de artificio, que roza el alma del lector y depierta su fantasía.
La primera es la poesía de todo el mundo, agrada al oído produce satisfacción y se
desvanece. La segunda es, “la poesía de los poetas”: se produce como el acorde de un
arpa, que queda vibrando y no acaba: al concluir su lectura, “se inclina la frente
cargada de pensamientos sin nombre”.
Evidentemente, Bécquer se inclinó por seguir el camino de esa poesía breve y seca y
descartando la más ostentosa y sonora.
-El amor (rimas XII-XXIX)
Para él, no estar enamorado era como ir dormido por la vida. Por eso el amor será el
tema principal de su obra poética. Para percibir la belleza del mundo y vivir con
plenitud había que empeñarse en la aventura del amor, con los riesgos que trajera.
A veces tratan de la ilusión o del dolor que resultan de la experiencia del amor que se
anuncia o bien, de lo que queda como recuerdo de la emoción vivida.
Las mujeres en su vida aparecen como objeto deseado que, cuando se logra, defrauda,
es orden y desorden a la vez.
¿Qué vale más: Ella, en sí como tal mujer, o el amor por sí mismo, la tempestad
lanzada o la infinitud de la poesía, lo que le pasa al espíritu del poeta?
-El desengaño (rimas XXX-LI)
Tratan del desengaño y las consecuencias que conlleva: la melancolía, la amargura, el
dolor y la desesperación.
-La soledad (rimas LII hasta el final)
Tratan de la soledad frente al mundo y frente a la muerte. Son amargas reflexiones
sobre el sentido de la vida y el miedo a la muerte.
La muerte rondó varias veces cerca de Bécquer, y él lo sabía y estuvo empeñado en que
fuese parte de su poesía. La muerte está en los oscuros pensamientos del poeta, en los
esfuerzos por adivinar su misterio, en la afición por los cementerios, y por los paisajes
de otoño, tocados de melancolía.
RIMA XLII
Cuando me lo contaron, sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor …Con pena
logré balbucear breves palabras…
¿Quién me dio la noticia?...Un fiel amigo…
Me hacía un gran favor…Le di las gracias.
RIMA XXXVIII
Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
RIMA LXXX
Es un sueño la vida,
pero un sueño febril que dura un punto;
cuando de él se despierta,
se ve que todo es vanidad y humo…
¡Ojalá fuera un sueño
muy largo y muy profundo,
un sueño que durara hasta la muerte…!
Yo soñaría con mi amor y el tuyo.
RIMA LXXXV
Solitario , triste y mudo
hállase aquel cementerio;
sus habitantes no lloran…
¡Qué felices son los muertos!
LIII
Volverán las oscuras golondrinas pero aquellas cuajadas de rocío,
en tu balcón sus nidos a colgar cuyas gotas mirábamos temblar
y, otra vez con el ala a sus cristales y caer, como lágrimas del día…,
jugando llamarán; ésas… ¡no volverán!
pero aquellas que el vuelo refrenaban Volverán del amor a tus oídos
tu hermosura y mi dicha al las palabras ardientes a sonar;
contemplar, tu corazón de su profundo sueño
aquellas que aprendieron nuestros nombres… vez despertará;
tal
ésas…¡no volverán!
pero mudo y absorto y de rodillas,
Volverán las tupidas madreselvas como se adora a Dios ante su altar,
de tu jardín las tapias a escalar, como yo te he querido…,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas, desengáñate,
sus flores se abrirán; ¡así no te querrán!
XLI
Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o que abatirme…!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano, y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que arrancarme…!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar , el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
XIII
Tu pupila es azul y, cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul y, cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul y, si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.
XXXVII
Antes que tú me moriré;escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.
Antes que tú me moriré; y mi espíritu,
en su empeño tenaz,
se sentará a las puertas de la muerte,
esperándote allá.
Con las horas los días, con los días
los años volarán,
y a aquella puerta llamarás al cabo…
¿Quién deja de llamar?
Entonces, que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro Jordán;
GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER