1. Simón Pedro
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San Pedro
Papa de la Iglesia católica
30/33–67
San Pedro, representado en un ícono encáustico del siglo
VI, ubicado en el Monasterio de Santa Catalina del Monte
Sinaí.
2. Sucesor San Lino
Información personal
Nombre
secular
Shimón Bar Ioná
Títulos Apóstol, príncipe de los apóstoles,1 papa y
mártir
Nacimiento fecha desconocida, en Betsaida (Galilea)
Fallecimiento
c. 67, Roma, Imperio romano
Santidad
Canonización culto inmemorial2
Festividad
29 de junio, junto a san Pablo
18 de enero, cátedra de san Pedro
en Roma
22 de febrero, cátedra de san
Pedro en Antioquía
1 de agosto, san Pedro
encadenado (Vetus Ordo)
16 de enero, veneración de sus
santas cadenas (Bizantino)
25 de enero, conmemoración, en
la fiesta de San Pablo, vetus ordo'3
'
Venerado en Iglesia católica, Iglesia copta, Iglesia
ortodoxa, Comunión anglicana y las
confesiones protestantes, siguiendo sus
enseñanzas bíblicas.
3. Patronazgo Tréveris
Santa Sede y el Papado
Roma
Pescadores
Constructores
Reparadores de redes de pescar
Cosechadores
Panaderos
Carniceros
Zapateros
Cerrajeros
Relojeros
Albañiles
Protector contra la fiebre y el
envejecimiento
Iglesia ortodoxa de Antioquía
Santuario Basílica de San Pedro, ciudad del
Vaticano
«San Pedro» redirige aquí. Para otras acepciones, véase San Pedro (desambiguación).
Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C. - Roma, ca. 67), conocido también como
san Pedro, Cefas, o simplemente Pedro, fue, de acuerdo con múltiples pasajes
neotestamentarios, uno de los discípulos más destacados de Jesús de Nazaret. Su nombre de
nacimiento era Shimón bar Ioná y era pescador de oficio en el mar de Galilea. Por su
seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del
Nuevo Testamento en general y de los cuatro Evangelios canónicos y los Hechos de los
Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado
por Pablo de Tarso en sus epístolas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere
como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9). Figura de primer
orden y de firme valor teológico en razón del ministerio que le confió el propio Jesucristo,
es también conocido como el príncipe de los apóstoles.4 Dado el prestigio del que gozó en
la Iglesia primitiva, proliferaron también los «escritos apócrifos» centrados en su figura,
como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, los Hechos de Pedro, los Hechos de
Pedro y Pablo, y la Predicación de Pedro.4
La Iglesia católica lo identifica a través de la sucesión apostólica como el primer papa,
basándose, entre otros argumentos, en las palabras que le dirigió Jesús: «Tú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo
te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo» (Mateo 16:18-19).5
4. Otras Iglesias católicas apostólicas, como la ortodoxa, no lo consideran de esta manera, por
entender que Jesús no edificaría su Iglesia sobre un hombre (Pedro) sino sobre la confesión
de fe que Pedro hizo: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mateo 16:16). Para los
ortodoxos, la Iglesia se edifica sobre Cristo, Hijo de Dios, y Pedro no constituye la cabeza
de la Iglesia, sino un apóstol que pudo ver en ese momento por gracia del Espíritu Santo lo
que Jesús sería según la fe cristiana.6 La Iglesia ortodoxa de Antioquía lo considera el
primero de sus obispos en la sucesión apostólica.
Las artes se inspiraron con frecuencia en la persona de Pedro y en pasajes del Nuevo
Testamento y de los textos apócrifos que lo tienen como figura excluyente. Su llamado al
seguimiento de Jesús de Nazaret, la entrega a él de las llaves del Reino, el lavatorio de los
pies durante la última cena, sus negaciones durante la pasión de Jesucristo y la comisión de
apacentar la grey por parte de Jesús resucitado, sus predicaciones y curaciones después de
Pentecostés, sus controversias con Pablo de Tarso, y su martirio en Roma son algunos de
los motivos representados. Se lo caracteriza iconográficamente con las llaves que
simbolizan el reino de Dios, el gallo que recuerda sus negaciones, la cruz que es emblema
de su martirio, el báculo que se le atribuye como pastor, y también el pez, símbolo de la
promesa de Jesús de Nazaret de hacerlo «pescador de hombres».
Índice
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1 Simón Pedro en el «Nuevo Testamento»
o 1.1 Nombre
o 1.2 Origen
o 1.3 La llamada de Jesús
o 1.4 Confesor de Cristo
o 1.5 Tras la muerte de Jesús
o 1.6 Muerte de Pedro
2 Búsqueda de sus restos
3 Escritos atribuidos a Pedro
o 3.1 Epístolas de Pedro
o 3.2 Obras apócrifas
4 Iconografía
5 Véase también
6 Referencias
o 6.1 Notas
o 6.2 Bibliografía
7 Enlaces externos
Simón Pedro en el «Nuevo Testamento»[editar]
Nombre[editar]
5. Fragmentos del Codex Sinaiticus de Mateo 16:18
Todos los evangelios mencionan el nombre de Simón; Jesús se dirige a él siempre así, salvo
con una excepción (Lucas 22,34): «Pero él dijo: “Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo
antes que hayas negado tres veces que me conoces”».
Misterio de las negaciones de Pedro. Primer paso de la Hermandad del Carmen Doloroso
(Sevilla)
Cabe resaltar que se menciona a Pedro (Petro-πέτρος)7 como la masculinización del griego
πέτρα (petra), es decir ‘roca’, cambiando apenas su terminación pero manteniendo la raíz
de la palabra; nunca realizan la traducción a lithos (λίϑος), que vendría a señalar una piedra
del camino y con lo cual podría interpretarse que sería una piedra pequeña.8
Por otra parte, Pablo de Tarso siempre le llamó Cefas. Esta palabra hebrea helenizada del
arameo אפיכ (kefas), no era un nombre propio, pero Pablo se lo asigna como tal.9 10
La palabra en arameo "kefas" significa 'roca',11 mientras que la palabra Petro en griego
Ático significa piedra (que se puede arrojar), y Petra significa roca (que es
inamovible),aunque es necesario señalar que el Evangelio de Mateo no fue escrito en griego
Ático sino en griego Koiné, en el cual no existe ninguna distinción entre "Petro" y "Petra"
donde ambos significan 'roca'.12
En cualquier caso, la distinción entre Petro y Petra, es irrelevante considerando que la frase
de Mateo 16:18 podría haber sido dicha por Jesús en su idioma nativo el Arameo, y la
palabra para ambas habría sido 'Kefas', que aplica para 'Petro' y 'Petra', que significa roca.
6. Un ejemplo de esto, es el texto Peshitta y el texto Diatéssaron que usan la palabra "kefas"
para "Petro" y "Petra".13
Griego original del Códice Sinaítico:
ΚΑΓΩ ΔΕ ϲΟΙ ΛΕΓΩ ΟΤΙ ϲΥ ΕΙ ΠΕΤΡΟϲ ΚΑΙ ΕΠΙ ΤΑΥΤΗ ΤΗ ΠΕΤΡΑ ΟΙΚΟΔΟΜΗϲΩ ΜΟΥ ΤΗΝ ΕΚ ΚΛΗϲΙΑΝ
ΚΑΙ ΠΥΛΑΙ ΑΔΟΥ ΟΥ ΚΑΤΙϲΧΥϲΟΥ
Mateo 16:18
Origen[editar]
Conocemos la vida de san Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más
algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue
obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona.
De acuerdo con la narración evangélica, Pedro era un pescador judío de Galilea.14
Su lugar de nacimiento fue Betsaida (Juan 1,42-44), un pueblo junto al Lago de Genesaret,
de cuya ubicación no hay certeza, aunque generalmente se busca en el extremo norte del
lago. Ejercía el oficio de pescador junto a su hermano Andrés, ambos poseían una barca.15
Casi todas las tradiciones e informaciones que tenemos de él son a partir de la llamada de
Jesús; muy poca información tenemos de su vida anterior. Su padre es mencionado por su
nombre en Mateo 16,17: Jesús le habla como «Simón, hijo de Jonás», en hebreo ןב ןומייס
יונה.
Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa (Mateo
8,14; Marcos 1,29-31; Lucas 4,38) al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo
(alrededor del 26-28 D.C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría
tenía hijos.16 Otros escritos, parte del corpus declarado apócrifo en Nicea, mencionan que
había tenido, exactamente, una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos
llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio.17 Así pues, estas son las
pocas referencias que tenemos de Simón Pedro antes de conocer a Jesús de Nazaret.
La llamada de Jesús[editar]
7. San Pedro, pintura de El Greco.
Pedro fue incorporado como discípulo al principio del ministerio de Jesús. Los evangelistas
sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) describen su entrada de manera diferente a como lo
hace Juan. Aquí se ven las diferencias entre ambos:
Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su
hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os
haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.
Mateo 4:18-20
Encontró primero a su hermano Simón y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías. Y se lo presentó a
Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Jonás, pero te llamarás
Kefas» (que quiere decir Piedra).
Juan 1:41-42
Según el testimonio de Juan (Juan 1:40-42), fue su hermano Andrés quien lo introdujo al
grupo, tras encontrarse ambos entre los seguidores de Juan el Bautista. La narración de los
sinópticos da otro punto de vista, como se aprecia en los ejemplos, narrando la historia de
que al ver a ambos recoger las redes, Jesús les invitó a hacerse «pescadores de hombres»
8. (Mateo 4:18-22, Marcos 1:16-20, Lucas 5:1-10) y fue Simón el primero en reconocer a
Jesús como el Hijo de Dios, y no su hermano Andrés.
Confesor de Cristo[editar]
Simón podría decirse que fue el que negó a Jesús, su discípulo más allegado, y esto, se nota
en los evangelios. Existen muchos pasajes donde vemos a Simón muy cerca de Jesús, por
ejemplo:
Fue uno de los tres discípulos íntimos que, según la Biblia, fueron testigos de la
transfiguración de Jesús (Marcos 9:1).
Según el relato bíblico fue el primero en reconocer a Jesús como el Mesías
esperado. «Y él les preguntaba: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro le
contestó: “Tú eres el Cristo”» (Marcos 8:29).
Los evangelios recogen también la profecía de Jesús anunciando la traición de
Pedro quien lo negaría tres veces consecutivas por miedo a ser reconocido como
seguidor de Jesús. Aún cuando la noche de la última cena, Pedro juró no apartarse
de Jesús, al ser interrogado por los soldados romanos que lo habían detenido, negó
tres veces conocerlo antes del canto del gallo, es decir, antes de que la noche
acabase, cumpliéndose así la profecía del Mesías. (Mateo 26:69-75, Marcos 14:66-
72, Lucas 22:54-62, Juan 18:25-27).
En el mismo pasaje, en la cena del Señor: «Jesús le dijo: “Y tú, después de que
hayas vuelto, fortalece a tus hermanos”» (Lucas 22:32). En esta tarea encomendada
por Jesús a Pedro de fortalecer y servir de apoyo a sus hermanos después de la
muerte, ha visto la Iglesia católica otro fundamento para sostener el primado de
Pedro sobre los demás apóstoles.
Tras la resurrección, según lo relata Juan Juan 21:15-17, Jesús resucitado se aparece
ante los discípulos y dirigiéndose a Pedro le hace reafirmar tres veces su amor por
Él, encargándole la tarea de ser pastor de sus ovejas y apacentar sus corderos. En
este episodio también se basa la Iglesia católica para sustentar su creencia de que
san Pedro fue el primer papa.
Tras la muerte de Jesús[editar]
Tras la muerte de Jesús, la figura de Pedro es menos precisa. Si bien, varios de los
evangelios —tanto canónicos como apócrifos— dejan entrever que había tenido un vínculo
especial con Jesús. En Lucas 24:34 se narra una comunicación especial del resucitado a
Pedro, por ejemplo.
El Evangelio de Mateo no vuelve a nombrar a Pedro tras haber este negado conocer a Jesús.
El autor de Hechos de los apóstoles, sin embargo, presenta a Pedro como una figura crucial
de las comunidades paleocristianas; es él quien preside la selección para la sustitución de
9. Judas Iscariote (Hechos 1:15-26), él quien toma la palabra y se dirige a la multitud el día de
Pentecostés (Hechos 2:14-41), él quien castiga la mentira de Ananías y Safira a los
Apóstoles (Hechos 5:1-11), él quien es examinado públicamente por el Sanedrín junto con
Juan (Hechos 4:7-22, Hechos 5:18-42).
Pietro Perugino: Cristo entrega a Pedro las llaves del reino de los cielos (Fresco de la
Capilla Sixtina, 1480-1482)
Es el primer apóstol que supuestamente obra un milagro público: tras invocar el nombre de
Jesús, los cristianos afirman que cura milagrosamente a un hombre a las puertas del templo
de Jerusalén (Hechos 3:1-10). En otra oportunidad, la Biblia afirma que resucita a una
mujer (Hechos 9:36-43).
Se reafirma juez en el caso de Simón el Mago, quien pretende comprar el poder de invocar
al Espíritu Santo (Hechos 8:14-25). Emprende misiones a Lidia, Jaffa y Cesarea. Tiene una
intervención destacada en el Concilio de Jerusalén, cuando Pablo sostiene que el mensaje
de Jesús debe extenderse también a los gentiles (pueblo no judío).
En todos estos ejemplos, en los que la figura de Simón Pedro se destaca por encima del
resto de los apóstoles, ha visto la Iglesia católica una confirmación de la enseñanza de que
él ejercía el primado sobre ellos. La prédica de Pedro, sin embargo, estuvo por lo general en
los primeros años limitada al pueblo judío a diferencia de Pablo, que predicaba a los
«gentiles» (personas no judías) aunque fue el quien bautizó al primer cristiano no judío, en
Cesarea, debido a una visión tenida en Joppe, fue al Centurión Cornelio y a su familia
(Hechos 10:1-33). Más tarde, según la tradición católica, se trasladaría a Roma.
El autor de los Hechos, sin embargo, se centra luego en las obras de Pablo de Tarso, por lo
que de los años posteriores es mucho lo que se ignora. De acuerdo con la epístola a los
Gálatas, se trasladó a Antioquía, donde Pablo lo encontró más tarde (Gálatas 2:11). La
primera epístola a los Corintios deja entrever que Pedro quizá visitó la ciudad en sus
misiones (1Corintios 1:12).
Pablo habla de él destacando su lugar preeminente entre los miembros de la Iglesia
primitiva: «Como lo hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y el mismo Cefas»
(1Corintios 9:5), «Santiago, Cefas y Juan, considerados como columnas de la Iglesia»
(Gálatas 2:9).
Pedro se habría trasladado a Roma mientras Pablo se quedaba en Jerusalén. Allí habría
participado en grupos de cristianos ya establecidos en Roma, sin embargo no hay evidencia
10. en los relatos evangélicos; según otras tradiciones como las que mencionan Orígenes o
Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica (III, 36) Pedro habría sido el que fundó la
Iglesia de Antioquía, pero tampoco hay otra evidencia que lo verifique.
Muerte de Pedro[editar]
La Crucifixión de Pedro, de Caravaggio, lo representa con la cabeza hacia abajo, de
acuerdo con la tradición
La tradición católica narra que Pedro acabó sus días en Roma, donde fue obispo, y que allí
murió martirizado bajo el mandato de Nerón en el Circo de la colina vaticana, sepultado a
poca distancia del lugar de su martirio y que a principios del siglo IV el emperador
Constantino I el Grande mandó construir la gran basílica.
Clemente Romano, en su carta a los corintios, data su muerte en la época de las
persecuciones de Nerón. El evangelio de Juan sugiere, en su característico estilo alegórico,
que Pedro fue crucificado Juan 21:18-19. Algunos retrasan la redacción de este Evangelio
hasta el siglo II, por lo que consideran su testimonio de menor relevancia. Pedro de
Alejandría, que fue obispo de esa ciudad y falleció en torno a 311, escribió un tratado
llamado Penitencia, en el que dice: «Pedro, el primero de los apóstoles, habiendo sido
apresado a menudo y arrojado a la prisión y tratado con ignominia, fue finalmente
crucificado en Roma». Orígenes en su Comentario al libro del Génesis III, citado por
Eusebio de Cesarea, dice que Pedro pidió ser crucificado cabeza abajo por no considerarse
digno de morir del mismo modo que Jesús. Lo mismo relata Jerónimo de Estridón en su
obra Vidas de hombres ilustres.
11. Flavio Josefo relata que la práctica de crucificar criminales en posiciones distintas era
común entre los soldados. El texto de 1Pedro 5:13, que envía saludos desde «la Iglesia que
está en Babilonia» ha sido entendido por algunos en sentido figurativo, como señal de que
Pedro escribía desde Roma por el hecho que la antigua Babilonia sobre el Éufrates estaba
en ruinas y el término «Babilonia» habría sido usado por la antigua comunidad cristiana
para referirse a la Roma de los emperadores (Apocalipsis 17:5). No obstante, otros
estudiosos alegan que no había razón alguna para utilizar términos crípticos para referirse a
Roma en un simple saludo y suponen que «Babilonia» se refería efectivamente a una
comunidad cristiana asentada en las ruinas de esa ciudad, por lo demás, densamente
habitada.
El historiador religioso de la antigüedad Eusebio informa que Pedro «fue crucificado con la
cabeza hacia abajo, habiendo él mismo pedido sufrir así». Sin embargo, la profecía de Jesús
acerca de la muerte de Pedro no fue tan específica. El libro A catholic commentary on Holy
Scripture admite lo siguiente: «Puesto que se coloca la extensión de las manos antes de ser
ceñido y llevado, es difícil discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la
profecía, debemos suponer que el prisionero fue atado al patíbulum antes de ser ceñido y
llevado a la ejecución».
Por eso, si no fuera por la tradición que registró Eusebio, la declaración de Jesús en sí no
señalaría a una muerte por crucifixión o por fijarlo en un madero. Considerando las
palabras de Juan 21:18-19 aparte de la tradición, llegaríamos a la siguiente conclusión: En
los años cuando Pedro era más joven podía ceñirse a gusto para cualquier deber que quería
desempeñar. Tenía la libertad de ir a donde quisiera ir. Pero en la vida posterior esto
cambiaría. Tendría que extender las manos, quizás en sumisión a otra persona. Otro hombre
lo controlaría, ciñendo a Pedro (ya sea atándolo o preparándolo para lo que habría de venir)
y cargándolo a un lugar adonde no querría ir, evidentemente al lugar de ejecución. Así la
profecía de Jesús respecto a Pedro realmente indicó que el apóstol moriría «una muerte de
mártir», pero no necesariamente denota la manera en que se le daría esta muerte.
Búsqueda de sus restos[editar]
12. La crucifixión de san Pedro.
Estatua de san Pedro en el interior de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
En 1939 el Papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar
de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda (ante el
desmentido de otras tradiciones): que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro.
Las excavaciones duraron hasta 1949. Se encontró una necrópolis que se extendía de oeste
a este en paralelo al Circo de Nerón. La necrópolis estaba inundada de tierra, posiblemente
por ser la base de la basílica primigenia. Se encontraron cinco monumentos, el más antiguo
databa del siglo II. Se incluía una parte de un edificio adosado a un muro revocado en rojo
que servía de fondo para el más antiguo de los monumentos. En una pared lateral que
13. cerraba este pequeño monumento por su parte norte (el así llamado Muro G) se encontraron
unas inscripciones que datan de antes de Constantino, muestra de la devoción de los fieles.
Una de las inscripciones señalaba «ΠΕΤΡ ΕΝΙ» (inscripción incompleta, en griego, que
podría significar ‘Pedro está aquí’ o ‘Pedro esté en paz’).18 Debajo del monumento se
encontraba una tumba a nivel del suelo cubierta con unas tejas. La tumba estaba vacía, pero
alrededor de ella se agolpaban decenas de otras humildes tumbas. Estas a veces incluso se
superponían, o cortaban tumbas anteriores, pero no tocaban la primera de ellas, la que
estaba en el centro. Por la evidencia dada, Pío XII suspendió las excavaciones y anunció
que se había encontrado la tumba de Pedro.
Margherita Guarducci, arqueóloga, prosiguió las investigaciones en 1952. Estudió y
descifró el famoso muro de las inscripciones (Muro G) y descubrió el uso de una
criptografía de tinte místico: el uso repetitivo de las letras Π, ΠΕ y ΠΕΤ como abreviatura
del nombre de Pedro, aunque normalmente era vinculado al nombre de Cristo. Asimismo
hay aclamaciones a Cristo, María, Pedro, a Cristo como segunda persona de la trinidad y a
la trinidad.
Años después la misma Margherita Guarducci, pidió analizar unos huesos que habían sido
encontrados en un nicho del Muro G, justamente tras la citada inscripción ΠΕΤΡ ΕΝΙ. El
antropólogo Venerando Correnti los estudió y señaló que había huesos humanos y de ratón,
un ratón que debió de haber quedado atrapado tiempo después de producido el entierro. Los
huesos humanos presentaban las siguientes características:
Tenían adherida tierra, mientras que los huesos de ratón estaban limpios. Se analizó
la tierra adherida a los huesos humanos y es la misma tierra de la tumba abierta y
que fue encontrada vacía, identificada por Pío XII como la de Pedro, las tumbas
colindantes tenían otra clase de tierra.
Los huesos están coloreados de rojo por haber estado envueltos en un paño de
púrpura y oro. Hay hilos de oro y de la tela incluso adheridos a algunos huesos.
Debían de ser huesos de una persona muy venerada, pues los envolvieron en un rico
paño de púrpura y oro, para guardarlos en ese nicho. Parece que estos huesos fueron
retirados de la tumba de tierra y guardados para protegerlos de la humedad del
terreno. Este nicho ha permanecido intacto desde Constantino hasta hoy.
Los huesos humanos son de la misma persona: varón, de complexión robusta, que
murió a una edad avanzada y vivió en el siglo I.
A partir de estos datos la arqueóloga elaboró la siguiente teoría: cuando Constantino quiso
hacer la basílica los huesos fueron desenterrados y envueltos en un manto de púrpura y oro
y depositados en el nicho donde debían de haber estado, pero durante las excavaciones los
obreros usaron el martinete para derribar muros y, deseando llegar rápidamente a la tumba,
provocaron un derrumbe sobre los restos. Todo mezclado tomó la apariencia de desechos.
Monseñor Kaas, jefe de la Fábrica de San Pedro, guardó todo resto humano que se
encontraba y los restos estuvieron así guardados diez años sin conocerse su procedencia.
En 1964 las investigaciones de Guarducci terminaron y un año después se publicó su libro
Reliquie di Pietro sotto la Confessione della Basílica Vaticana (‘las reliquias de Pedro bajo
la confesión de la Basílica Vaticana’), libro muy discutido por una parte de la comunidad
14. científica. En 1968 Pablo VI anunció que, según los estudios científicos realizados, había la
suficiente certeza de que se habían encontrado los restos del apóstol. En su revisión del
tema, Edgar R. Smothers escribió: «Una reserva prudente se interpondría en el camino de
un juicio categórico de autenticidad. Sin embargo, existe una seria probabilidad positiva de
que éstos sean los huesos de san Pedro».19
Escritos atribuidos a Pedro[editar]
Entre los escritos del Nuevo Testamento, se considera habitualmente que el evangelio de
Marcos recoge las enseñanzas de Pedro por parte de uno de sus discípulos, si bien esta no
es una opinión unánime.20
Epístolas de Pedro[editar]
Además, dos epístolas se atribuyen tradicionalmente a Pedro. Sin embargo, los originales
griegos son muy superiores en su redacción a lo esperable en un rústico pescador cuyo
primer idioma era el arameo y que no habría estudiado griego ni retórica (Hechos 4:13). La
explicación tradicional es que, al menos la primera de las epístolas fue redactada por un
amanuense que, si no recogió directamente de boca de Pedro sus opiniones, lo conocía lo
suficientemente bien como para hablar en su nombre.
Sin embargo, la autoría por san Pedro de la segunda epístola está muy discutida. El
comentario de la Biblia de Jerusalén dice que «muchos críticos modernos se niegan por su
parte a atribuirla a san Pedro, y es difícil acusarles de estar equivocados». De acuerdo con
los estudios de Raymond E. Brown, su texto era desconocido en Occidente hasta alrededor
del año 350 y luego fue rechazada por muchos cristianos. En Oriente su aceptación llegó
aún más tarde, en el siglo VI en algunos casos. En cualquier caso, la primera mención del
texto es una referencia a Orígenes recogida por Eusebio de Cesarea alrededor de 250.
Numerosos autores han señalado que el estilo es muy similar al de una carta apócrifa
antiguamente atribuida a Clemente Romano (la segunda epístola de Clemente), por lo que
es posible que su autor fuese el mismo. Razones argumentales han demostrado que su
redactor conocía la epístola de Judas.
Obras apócrifas[editar]
Otras obras apócrifas han circulado con la pretensión de recoger las palabras o los hechos
de Pedro. Desde la antigüedad, sin embargo, se ha cuestionado su autenticidad. Estas
incluyen:
El Evangelio de Pedro
Los Hechos de Pedro
Una Carta de Pedro a Felipe, conservada en la biblioteca Nag Hammadi
Un Apocalipsis de Pedro, que fue considerado auténtico hasta entrado el siglo IV
La Epistola Petri, una carta que consta al inicio de algunas versiones de las obras de
Clemente de Alejandría
15. Iconografía[editar]
Símbolos tradicionales de san Pedro, las llaves y el gallo.
Por ser considerados herederos de la llamada «profesión petrina», los papas de la Iglesia
católica romana llevan un anillo con la imagen del santo echando las redes al mar, llamado
Anillo del Pescador.
En el pasaje de Mateo 16:13-19 de acuerdo a la interpretación patrística, Jesús habría
nombrado ‘piedra’ o ‘roca’ a san Pedro cuando reconoció a Cristo como «el Hijo del Dios
vivo», es decir, Dios y Señor. El evangelista añade que el Apóstol recibiría «las llaves del
Reino de los Cielos». Este es el fundamento de la representación habitual de Pedro en la
iconografía como portador de un par de llaves, como suele verse en las imágenes de Pedro
el Apóstol como fundador de la sede de Antioquía. Los mismos elementos también están
presentes en la heráldica vaticana, por cuanto los papas se consideran los sucesores de
Simón Pedro.
La tradición de la Iglesia católica apostólica ortodoxa reconoce como primer obispo de
Roma a Lino, designado por el Apóstol Pablo primer fundador y misionero de la primitiva
comunidad cristiana de Roma, en tanto que reserva para el apóstol Pedro el título de
Corifeo (‘director del coro’) de los apóstoles.
La representación convencional de san Pedro lo presenta ya anciano, portando las llaves
(Llaves del Cielo). Entre sus atributos se cuentan también la barca (por su profesión), el
libro y el gallo (por su negación). Ocasionalmente se lo reviste de los atributos de un obispo
o de un papa, si bien las tradiciones relativas a estos no se fijaron hasta mucho más tarde.
Las escenas de su martirio lo presentan por lo general cabeza abajo.
16. Predecesor:
No tiene
Papa
30/33-67
Sucesor:
san Lino
Predecesor:
No tiene
Obispo de Antioquía
?-44
Sucesor:
Evodio
Véase también[editar]
Portal:Iglesia católica. Contenido relacionado con Iglesia católica.
Andrés el Apóstol
Papa
Patronazgo de San Pedro
Referencias[editar]
Notas[editar]
1. Volver arriba ↑ En el Nuevo Testamento es llamado S. Pedro Príncipe de los Apóstoles,
Diccionario de la Real Academia, 1737; pág. 381.
2. Volver arriba ↑ Véase la sección sobre cutlo inmemorial en el artículo de canonización
3. Volver arriba ↑ Se conmemora en la fiesta de la conversión de San Pablo. Church Music
Association of America Musicasacra.com, ed. (23 junii 1962). Missale romanum ex decreto
sacrosancti Concilii tridentini restitutum. pp. XLV. Consultado el 10 de marzo de 2014.
4. ↑ Saltar a: a b Cipriani, S. (2000). «Pedro». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G.
Diccionario de los Santos, Volumen 2. Madrid: San Pablo. pp. 1856–1864. ISBN 84-285-2259-6.
5. Volver arriba ↑ Entre otras numerosísimas referencias: SAN BONIFACIO I, 418-422, De la
Carta Manet beatum a Rufo y demás obispos de Macedonia, de 11 de marzo de 422,
Denzinger D-109b; SAN GELASIO I, 492-496, De la Carta 42 o Decretal De recipiendis et
non recipiendis libris, del año 495, Denzinger D-163; SAN HORMISDAS, 514-523, De la
infalibilidad del Romano Pontífice, añadido a la Carta Inter ea quae, a los obispos de
España, de 2 de abril de 517, Denzinger D-171; Concilio Vaticano I, Sesion IV, 18 de julio
de 1870, Constitución dogmática «PASTOR AETERNUS» sobre la Iglesia de Cristo, Cap.
1, De la institución del primado apostólico en el bienaventurado Pedro, Denzinger D-1822;
Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, promulgada 21 de
noviembre de 1964, Cap. 3, Constiución jerárquica de la Iglesia y particularmente del
Episcopado, n. 22.
6. Volver arriba ↑ Anguelakópulos, Ánguelos. «Interpretación ortodoxa del pasaje: “Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”». Logos ortodoxo. Consultado el 26 de
noviembre de 2013.
7. Volver arriba ↑ William D. Mounce: Interlinear for the rest of us: the reverse interlinear
for New Testament.
8. Volver arriba ↑ Fritz Rienecker: Sprachlicher Schlüssel zum Griechischen Neuen Testament
(pág. 43). Gießen, 1970.
9. Volver arriba ↑ http://biblehub.com/greek/ke_phas_2786.htm
17. 10. Volver arriba ↑ The text of the Apostolos in Epiphanius of Salamis Escrito por Carroll D.
Osburn
11. Volver arriba ↑ http://biblehub.com/greek/2786.htm
12. Volver arriba ↑ http://www.catholic.com/tracts/peter-the-rock
13. Volver arriba ↑ http://www.peshitta.org/pdf/Mattich16.pdf
14. Volver arriba ↑ Es reconocido como galileo en Marcos 14,70: «Y Pedro lo volvió a negar.
Después de un rato, los que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro: “Es evidente que eres
uno de ellos, pues eres galileo”».
15. Volver arriba ↑ Lucas 5,3)
16. Volver arriba ↑ Clemente de Alejandría. (1998). Stromata III, vi, pág 276. Editorial
Dindorf. Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-
38-8.
17. Volver arriba ↑ Clemente de Alejandría. (1998). Stromata VII, xi, pág 306. Editorial
Dindorf. Conocimiento religioso y continencia auténtica. Ciudad Nueva. ISBN 84-89651-
38-8.
18. Volver arriba ↑ Es oportuno recordar que la lengua culta del Imperio romano ―hasta el
siglo II al menos― fue el griego, y que de cualquier modo esta era la lengua universal.
19. Volver arriba ↑ Smothers, Edgar R. (1966). «The bones of St. Peter». Theological Studies
27: pp. 79-88. http://www.ts.mu.edu/readers/content/pdf/27/27.1/27.1.4.pdf. Consultado el
8 de agosto de 2013.
20. Volver arriba ↑ Antonio Piñero: Guía para entender el Nuevo Testamento (págs. 340-341).
Madrid: Trotta, 2006.
Bibliografía[editar]
Guarducci, Margherita: La tradición de Pedro en el Vaticano: a la luz de la historia
y de la arqueología. Tipografía Políglota Vaticana, 1963.
Kirschbaum, E., E. Junyent, y J. Vives: La tumba de san Pedro y las catacumbas
romanas. «Los monumentos y las inscripciones», Madrid: B. A. C., 1954.
Enlaces externos[editar]
Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Simón Pedro.
«San Pedro (príncipe de los apóstoles)», artículo en la Enciclopedia Católica.
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24. La dirección educativa y su problemática
Alfredo Mayorga Manrique
Inspector de Educación y Periodista
Ex Presidente del Consejo Escolar del Estado
Resumen
La dirección escolar es una figura clave en la organización y funcionamiento de los centros
educativos, que adquiere cada día
mayor relieve debido a la creciente complejidad de las instituciones escolares. La figura del director
escolar ha recibido diferente
tratamiento en las leyes educativas desde su aparición a finales del siglo XIX. Las funciones
directivas y sus dimensiones están
encaminadas a dar cumplimiento al objetivo de promover, impulsar, coordinar, supervisar y
controlar todas las actividades de
la institución escolar para plasmar en una realidad cotidiana el Proyecto Educativo. La dirección
escolar exige profesionalidad,
especialización, independencia y autonomía.
Palabras clave: dirección escolar, función directiva, participación, profesionalidad, independencia.
Introducción
Todo lo relacionado con la dirección educativa es objeto de permanente actualidad, polémica y
controversia. Y ello tiene su origen
no solo en opiniones conceptuales diversas e incluso diametralmente divergentes sino porque en el
fondo existe una carga
ideológica que reconoce implícitamente la gran influencia que puede ejercer el director escolar en
las instituciones educativas.
25. De aquí nace su deseo de teledirigirlo o manipularlo.
Pero las divergencias se producen no solo en el terreno de los principios sino que abarcan y se
extienden a las realidades
concretas de cómo se ejerce tan delicada tarea y quién debe ejercerla.
El director escolar, en todos los niveles educativos, pero especialmente en los básicos y
obligatorios, ha sido, es y será figura cla-
TRIBUNA ABIERTA. Alfredo Mayorga. La dirección educativa y su problemática
CEE Participación Educativa nº 5 pp. 93
ve en la organización y funcionamiento de los centros educativos y su papel y funciones adquieren
cada día mayor importancia
y relieve en base a la creciente complejidad de las instituciones escolares por abarcar cada día
mayores tareas y responsabilidades,
por el aumento creciente de los alumnos en número y en edad y por la implicación cada vez mayor
de los factores cogestores
de la Comunidad educativa: padres, profesores, alumnos y fuerzas políticas y sociales. Todos ellos
han pasado de ser
simples espectadores orteguianos a implicarse en la vida de los Centros, a niveles no exclusivos
en el terreno de la información,
sino de gestión y gobierno, como reconoce nuestra Constitución, que en su artículo 27.7 señala:
“los profesores, los padres y en
su caso, los alumnos, intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la
Administración….”
Todo lo que hace relación a la dirección es clave en la organización y funcionamiento de los
Centros educativos, tanto en sus
aspectos estáticos como dinámicos. Por ello es uno de los elementos determinantes de la actividad
educativa y factor clave de
rendimiento y eficacia. A la postre de calidad.
Proceso y devenir histórico
La figura del director, con entidad propia y diferencia del docente, ha tenido un desarrollo paralelo
al de las instituciones escolares,
a su creciente complejidad y a las soluciones de los retos educativos propiciados por la
organización escolar que ha pasado
de tener un carácter artesanal a científico.
En España, en los terrenos básicos y obligatorios, los centros han recorrido, en su devenir
histórico, un largo camino que va desde
las escuelas mixtas a las actuales empresas y comunidades educativas, pasando por las unitarias,
graduadas incompletas,
graduadas completas, grupos escolares y agrupaciones. Un largo y sugestivo camino lleno de
dificultades y esperanzas.
Eso hace que la figura del director escolar surja a finales del siglo XIX. El Reglamento de Escuelas,
de 23 de septiembre de 1898,
habló por primera vez de la escuela graduada y de los directores y una de las tareas que
encomendaba a éstos era la de “cuidar
que existiese armonía entre los maestros” y de “la disciplina general de la escuela”.
Dicho reglamento en su artículo segundo decía “toda escuela normal tendrá una escuela en
prácticas dirigida por el regente.”.
Con posterioridad, un año más tarde, el 29 de agosto de 1899, se establecieron el número de
secciones de las graduadas y
señala que “al frente de ellas habrá un director.”
En 1910 se generaliza la escuela graduada y se hace lo mismo con la función directiva
profesionalizada que va unida a ella. Paso
importante se dio en la República cuando por decreto de 1 de julio de 1932 se estableció que las
vacantes fueran cubiertas por
TRIBUNA ABIERTA. Alfredo Mayorga. La dirección educativa y su problemática
CEE Participación Educativa nº 5 pp. 94
directores que accedieran a su puesto por oposición.
26. La Ley de Educación Primaria de 1945 y su posterior reforma de 21 de diciembre de 1965 se
ocupa de todo lo referente a la
dirección y ésta última, en su artículo 76, creó el cuerpo de Directores Escolares como Cuerpo
Especial de Funcionarios de la
Administración Civil del Estado.
La “ley Villar” en 1970 diferenció la dirección de centro y de la de un área geográfica y declaró a
extinguir el Cuerpo de Directores
y finalizó con el carácter profesional de dicho puesto de trabajo. Y eso incidió de forma negativa en
la calidad de la educación en
los años posteriores como puso de relieve la Comisión de Evaluación de la Ley General de
Educación y a cuyo frente estuvo el
catedrático de derecho del trabajo y ex ministro, el leonés Fernando Suárez González, en el
informe que se elaboró y que fue
entregado al ministro de educación en aquel entonces Aurelio Menéndez donde se indicaba como
factor negativo y causa del
fracaso escolar la “carencia de una dirección profesionalizada”.
Desde aquella lejana época todo ha sido un tejer y destejer sin abordar ni solucionar la
problemática educativa en el campo de
la dirección y todo sigue en una permanente interinidad.
La función directiva y la participación
La participación, reto de los tiempos modernos, pasa no tanto por “tomar parte” como “ser parte” y
ello conlleva una diferenciación
de áreas de trabajo, competencias y responsabilidades, desterrando el falso y demagógico
concepto de que todos valemos
para todo y debemos participar y decidir, en igualdad de condiciones, en todo. No admite, esta
falsa participación, diferentes
niveles de responsabilidad.
La participación, en sus diferentes grados, pasa desde la información, su primer escalón, a su
utópica autogestión.
El director, máximo responsable legal del Centro educativo, debe ser garante de unidad y para ello
debe evitar una actitud de aislamiento,
fomentar el trabajo en equipo, propiciar la autonomía de actuación de cada uno de los elementos
personales, respetando
su campo de competencias, sean exclusivas o compartidas, y ser conscientes de que la creación
de un clima de convivencia,
obligado en toda actividad, conduce en ocasiones a tener que hacer uso de su autoridad, legal y
personal, cuando las normas
y exigencias del trabajo son conculcadas. Tarea dura y enojosa pero en múltiples ocasiones
necesaria y para la cual tiene que
tener todo el respaldo administrativo.
Las funciones directivas y sus dimensiones están encaminadas a dar cumplimiento al objetivo de
promover, impulsar, coordinar,
TRIBUNA ABIERTA. Alfredo Mayorga. La dirección educativa y su problemática
CEE Participación Educativa nº 5 pp. 95
supervisar y controlar todas las actividades de la institución escolar, siendo consciente de que los
objetivos quedan plasmados
en el Proyecto Educativo y desarrollados en el Plan General del Centro en el Reglamento de
Régimen Interior y en los Proyectos
Curriculares. Especial relieve tiene todo lo referente a las relaciones humanas.
El decidir pasa por conocer, priorizar y seleccionar objetivos. Saber cómo y cuándo tomar una
decisión siendo conscientes de
que pueden existir varias opciones y de que en ocasiones tendremos que inclinarnos no siempre
por la mejor, ya que las realidades
económicas y sociales suelen indicarnos las posibilidades y limitaciones.
La oportunidad a la hora de decidir es clave del éxito o del fracaso. Se ha dicho que el éxito de
Julio Cesar no fue fruto de pasar
27. el Rubicón, que le permitió la conquista de Roma, sino haberlo hecho en el momento oportuno, ni
un minuto antes ni un minuto
después.
Las funciones hacen relación a las fases del proceso directivo, vinculado a la organización y
funcionamiento del centro y, como
señala Ortega, implica “pluralidad de elementos y orden”. Y como lógica consecuencia priorizar y
seleccionar.
El director tiene que plasmar en una realidad cotidiana el Proyecto Educativo, y ello obliga a:
1.- Planificar. Establecer las metas a corto, medio y largo plazo.
2.- Organizar. Articular los diferentes elementos y distribuir y armonizar el trabajo.
3.- Dirigir.
4.- Coordinar y
5.- Supervisar y controlar.
Reiteradamente se viene diciendo que tres son las dimensiones de la función del director escolar
en los tiempos actuales:
- educativa
- empresarial y
- pública
Por ello el ilustre pedagogo García Hoz señala las siguientes funciones que hay que cultivar y
desarrollar en todo directivo:
- representativa
- coordinadora
- administrativa y
- orientadora
TRIBUNA ABIERTA. Alfredo Mayorga. La dirección educativa y su problemática
CEE Participación Educativa nº 5 pp. 96
Profesionalidad e independencia
La dirección escolar no es una tarea artesanal, tiene rigor científico y la profesionalidad por la que
abogamos pasa por estar en
posesión de unos saberes específicos y diferenciados de los docentes. Un magnífico profesor
puede ser un pésimo director. Ello
conlleva la especialización que debe estar presente en los sistemas de acceso y en su
actualización y reciclaje permanente.
Independencia y autonomía que hacen que los directores estén sujetos en exclusiva a los
mandatos de las disposiciones legales
y sin que puedan ser objetos de manipulación ni ser convertidos en correa de transmisión de
intereses políticos y partidistas.
Esa independencia y autonomía que pedimos para el director debe hacerse extensiva a todo el
profesorado al cual se le puede
decir lo que hay que hacer pero no el cómo.
El acceso es garantía de profesionalidad, autonomía e independencia y debe dar cumplimiento, en
todo momento, a los principios
constitucionales de publicidad, capacidad y mérito y debe constituir un estímulo profesional y
económico. Bueno es recordar
que ya en el año 1932, en plena República y como anteriormente hemos señalado, establecía que
las vacantes de directores
de escuelas graduadas de seis o más secciones serían provistas mediante concurso-oposición a
los que tendrían acceso los
maestros profesionales en situación de servicio activo.
La Pedagogía comparada nos indica como en Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y en casi
todos los Estados norteamericanos
“se exige para acceder a la dirección en los centros”, como señala Manuel de Guzmán, una
especialización profesional y en algunos
países como España “a menudo auténticos criterios políticos se presentan como novedades
pedagógicas” y “la selección
por conocimientos se sustituye por la elección desde la Administración”.
28. Situación actual. Una llamada a la esperanza
Sin caer en posiciones y consideraciones pesimistas hay que reconocer que el tema de la dirección
educativa y su eficaz tratamiento
político, administrativo y pedagógico es una permanente asignatura pendiente. Aparece y
desaparece en nuestros textos
legales cual un Guadiana sujeto a toda clase de vaivenes.
La dirección educativa, como reiteradamente hemos señalado, es un factor de calidad y medio
obligado y necesario para luchar
de una manera eficaz contra el fracaso escolar, que tanta preocupación y alarma social produce.
Muchas personas, incluidas profesionales
de la educación, y no digamos ya políticos, consideran, de manera errónea, que el fracaso escolar
es fruto exclusivo
TRIBUNA ABIERTA. Alfredo Mayorga. La dirección educativa y su problemática
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de los contenidos que se imparten, o de las carencias y lagunas que existen en los diferentes
campos del saber y en los aprendizajes.
Aun siendo lo anterior en parte verdad no debemos olvidar que cuando adjetivamos la palabra
fracaso con el término
escolar estamos haciendo relación a toda la institución educativa, a su organización y
funcionamiento y, de un modo especial, a
la racional y necesaria participación, a los órganos de gobierno, tanto colegiados como
unipersonales y entre estos el director es
clave y fundamento de todos ellos.
Habrá que incidir de modo muy marcado en su profesionalidad e independencia, a la postre en su
autonomía.
Me siento identificado con el pensamiento de Basset cuando en “Directores para una escuela
mejor” afirma:
“Lo que la administración exterior no puede hacer es tratar de dirigir el centro. Cuando una
autoridad intenta hacerlo, el carácter
profesional del puesto de director desaparece, porque él se convierte en un mero agente de la
autoridad, así como
también el personal docente. Un centro dirigido en esta forma es semejante a una fábrica de
enseñar. Puede ser eficaz en el
sentido concreto pero no puede ser una institución educativa”.
Es urgente motivar y estimular a los profesores para que se sientan vocacionados e ilusionados en
el ejercicio de la dirección
educativa, cargada de riesgos y responsabilidades pero con la hermosa posibilidad de propiciar
una comunidad de intereses
educativos, fomentar el trabajo en equipo, la participación, cooperación y solidaridad, como
grandes dogmas sociales de todo
tiempo y lugar.