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28 / Lancelot Nº1.263/05.10.2007
¡No nos moverán!¡No nos moverán!Las familias afectadas por el desalojo forzoso al que les somete la Iglesia al
vender la propiedad en la que viven, se niegan a marcharse
L
os inquilinos de
las seis casas
de la calle
Palacio Valdés, en
Argana Alta, que la
Iglesia cedió hace
cincuenta años a las
familias más
necesitadas de la
isla, se enfrentan
ahora a la
posibilidad de
quedarse sin hogar. Y
es que la Iglesia ha
decidido vender sus
propiedades,
desentendiéndose de
qué pasará ahora
con esas personas.
Los afectados, por su
parte, se niegan a
resignarse y ya han
presentado una
denuncia.
M.A.C. / FOTOS: JAVIER SÁENZ
Miguel Ramírez es uno de
los seis inquilinos de la calle
Palacio Valdés. En realidad,
esa ha sido siempre su casa,
ya que nació en ella hace 36
años y sus padres vivieron
en ella durante casi cincuen-
ta. “Parece que la Iglesia ha
vendido todas las casas, es
decir las viviendas en las
que vivimos”, explica. “Hace
49 años, el párroco de enton-
ces, al que llamaban Don
Polo, cedió una serie de vi-
viendas construidas en ese
inmueble para los pobres, y
la Iglesia nos la entregó a
nosotros. Ahora, parece que
sin previo aviso, decidieron
venderlas. Así nos lo dije-
ron, y sobre la marcha lo
hicieron”, y añade. “Así que
nos hemos puesto en manos
de abogados y les hemos
puesto una denuncia al nue-
vo párroco, Antonio Perera y
Juan Antonio Rivero de Ive-
co, el comprador, por una
posible falsedad documen-
tal”, y explica, “podría ocu-
rrir que el comprador hubie-
ra adquirido las viviendas
engañado porque parece que
“el cura” prácticamente les
dijo que las casas estaban
libres de carga y los que
vivíamos aquí éramos ocu-
pas… ¡y nosotros no somos
ocupas!”.
Miguel desconoce que es
lo que va a pasar con los
actuales inquilinos. “En prin-
“El cura” prácticamente les dijo que
las casas estaban libres de carga y
los que vivíamos aquí éramos
ocupas… ¡y nosotros no somos
ocupas!”
Nº1.263/05.10.2007 Lancelot / 29
cipio, la primera posibilidad
de comprar las viviendas era
nuestra, pero no nos lo han
dado”, asegura. “Las han ven-
dido por cerca de 60 millo-
nes de pesetas y nos han
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“Nosotros tenemos un con-
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Miguel, que ha sido el
encargado de ponerse en con-
tacto con los abogados que
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de los que disponen. “Noso-
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ganando, pero no nos vamos
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Y es que Miguel asegura
que los vecinos del inmue-
ble están censados en esas
viviendas, y pagan religiosa-
mente los recibos domicilia-
dos del agua y la luz. “Este
es nuestro hogar, y yo creo
que con los años que lleva-
mos viviendo aquí hemos
adquirido una serie de dere-
chos que ahora nos los quie-
ren quitar de un plumazo”.
Miguel es contundente
“ellos nos cedieron estas ca-
sas y hasta la fecha, y ahora
les han dado la posibilidad
de vender el terreno, y lo
han vendido”, afirma. “Lógi-
camente, el nuevo dueño nos
ha mandado un aviso para
ver si nos marchábamos por
voluntad propia, pero nues-
tros abogados nos han dicho
que ni hablar. Ya se verá que
pasa después del juicio”.
La tristeza de Dolores
María Dolores Guillén es
otra de las inquilinas de las
polémicas casas. Vive en una
de ellas con un hijo “enma-
rihuanado” con el que, ase-
gura, que discute constante-
María Dolores Guillén desgrana retazos de su triste
historia.
Un cartel reza la situación en la
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Pilar Callero y Sinforiano Lemes llevan más de 50 años
viviendo en su casa.
“Nosotros hemos puesto una
denuncia y vamos a seguir adelante
a lo que salga, así que o salimos
perdiendo o ganando, pero no nos
vamos a quedar callados”
30 / Lancelot Nº1.263/05.10.2007
mente, pero que es su hijo, el
único que le queda en casa.
“A uno me lo pilló un coche
y a mi marido me lo mataron,
así que a veces me dan ata-
ques de pena y me pongo a
llorar”, asegura, secándose
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balan por su mejilla.
Hace cuarenta años, Dolo-
res vivía en un corral, con su
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de piedras y barro. Entonces,
el párroco de San Ginés le
ofreció la oportunidad de vi-
vir en una de las casitas que
la Iglesia tenía para los veci-
nos más necesitados. “Me
dijeron que me daban la casa
para que viviéramos como
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cuatro paredes y un cuarto
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les iban a quitar las casas, y
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dido decir eso. Por eso, y
junto a los inquilinos de las
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puesto en manos de un abo-
gado para que intente solu-
cionarles el problema.
A Dolores la casa le em-
pieza a quedar un poco gran-
de, y aunque se las apaña
para faenar en la cocina, y
tenerlo todo limpio y “de-
cente”, lo cierto es que nota
el paso de los años, y las
quemaduras y las caídas pro-
ducidas por la falta de vista
son, cada vez, más frecuen-
tes. “Estoy enferma y enci-
ma me quieren quitar mi
casa, así no son las cosas, yo
creo que la Iglesia lo ha
hecho mal”, señaló en voz
tenue, como temerosa de sus
propias palabras. “Vamos,
creo yo”.
Pilar y Marcial
Cincuenta y cinco años
llevan Pilar Callero y su ma-
rido, Sinforiano Lemés, al
que todos conocen como
Marcial, viviendo en la calle
Palacio Valdés del barrio de
Argana Alta. “Fuimos los
primeros que vinimos a vivir
aquí, y de eso hace más de
cincuenta años… vinimos
con seis hijos y aquí tuvi-
mos otros tres”, asegura.
“Cuando nos dieron estas
casas no eran ni una tercera
parte de lo que son en la
actualidad, y claro con nue-
ve hijos, pues poco a poco
fuimos invirtiendo las pese-
tillas que teníamos en mejo-
rar la casa, hicimos un baño,
una cocina, más habitacio-
nes, pusimos el techo nuevo
porque se caía… hemos in-
vertido lo poco que tenemos
en esta casa, ¿y ahora nos
quieren echar?, ¿ahora que
ya somos dos ancianos y no
podemos ni movernos?”.
Pilar asegura que el solar
lo donaron a la iglesia los
cursillistas que en los años
sesenta había en Lanzarote.
“Ellos y los médicos fueron
los que pusieron el dinero y
los materiales para levantar
las casitas, y se lo dieron a la
iglesia para que las repartie-
ra entre los más necesita-
dos”, y añade. “Antes vivía
en una casita con una única
habitación con todos mis
hijos y mi marido, que traba-
jaba en las salinas. Así que
cuando nos dieron esta casi-
ta, nos dieron un papel en el
que nos advertían que si
algún día, cuando mis hijos
fueran grandes, venía una
familia con niños pequeños
y más necesitada que noso-
tros, pues que nos tendría-
mos que ir. Pero claro, no
para venderla, y no después
de cincuenta y cinco años,
cuando casi no nos podemos
mover y somos dos pobres
viejos. A estas alturas viene
un cura nuevo y nos larga a
la calle para venderles la
casa a los de Iveco, ¿y qué
pasa con nosotros ahora?”.
“Además, yo no quiero in-
demnización ninguna, yo
quiero una casa, quiero mi
casa para estar tranquila has-
ta el día que me muera”,
afirma. “¿Qué hacemos si no?
Vamos de casa en casa de
mis hijos con todos los bár-
tulos. Eso sería bien triste.
Así que no nos vamos a
mover, y vamos a ver en qué
queda la denuncia que he-
mos interpuesto”.
Marcial asegura que ellos
se han gastado mucho dine-
ro en la casa, pero que algu-
nos vecinos han invertido
más de tres millones en re-
formas. “Y muchas horas de
trabajo”, asegura. “Mucho
esfuerzo y muchas ilusiones
y ahora de viejos, la Iglesia
nos echa a la calle. Que me
hubieran avisado con cua-
renta años y no con ochenta
y tres”, exclama, y por lo
bajo farfulla, “¿Dónde se ha
visto una Iglesia que hace
negocio vendiendo casas que
le quita a los pobres?”.
Por su parte, ante la au-
sencia del párroco, los res-
ponsables de la Iglesia de
San Ginés mientras él no
está, aseguran que la venta
ya está hecha y poco más
hay que decir. Desde la Dió-
cesis grancanaria, a pesar del
requerimiento de Lancelot
sobre los motivos para llevar
a cabo esta venta ahora, no
ha habido respuesta.
Miguel Ramírez se ha encargado de movilizar a los
abogados.
Los vecinos cuentan con numerosos documentos
que avalan su causa.
Marcial asegura que ellos se han
gastado mucho dinero en la casa,
pero que algunos vecinos han
invertido más de tres millones en
reformas
“¿Dónde se ha visto una Iglesia
que hace negocio vendiendo
casas que le quita a los pobres?”,
se pregunta Marcial

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  • 1. 28 / Lancelot Nº1.263/05.10.2007 ¡No nos moverán!¡No nos moverán!Las familias afectadas por el desalojo forzoso al que les somete la Iglesia al vender la propiedad en la que viven, se niegan a marcharse L os inquilinos de las seis casas de la calle Palacio Valdés, en Argana Alta, que la Iglesia cedió hace cincuenta años a las familias más necesitadas de la isla, se enfrentan ahora a la posibilidad de quedarse sin hogar. Y es que la Iglesia ha decidido vender sus propiedades, desentendiéndose de qué pasará ahora con esas personas. Los afectados, por su parte, se niegan a resignarse y ya han presentado una denuncia. M.A.C. / FOTOS: JAVIER SÁENZ Miguel Ramírez es uno de los seis inquilinos de la calle Palacio Valdés. En realidad, esa ha sido siempre su casa, ya que nació en ella hace 36 años y sus padres vivieron en ella durante casi cincuen- ta. “Parece que la Iglesia ha vendido todas las casas, es decir las viviendas en las que vivimos”, explica. “Hace 49 años, el párroco de enton- ces, al que llamaban Don Polo, cedió una serie de vi- viendas construidas en ese inmueble para los pobres, y la Iglesia nos la entregó a nosotros. Ahora, parece que sin previo aviso, decidieron venderlas. Así nos lo dije- ron, y sobre la marcha lo hicieron”, y añade. “Así que nos hemos puesto en manos de abogados y les hemos puesto una denuncia al nue- vo párroco, Antonio Perera y Juan Antonio Rivero de Ive- co, el comprador, por una posible falsedad documen- tal”, y explica, “podría ocu- rrir que el comprador hubie- ra adquirido las viviendas engañado porque parece que “el cura” prácticamente les dijo que las casas estaban libres de carga y los que vivíamos aquí éramos ocu- pas… ¡y nosotros no somos ocupas!”. Miguel desconoce que es lo que va a pasar con los actuales inquilinos. “En prin- “El cura” prácticamente les dijo que las casas estaban libres de carga y los que vivíamos aquí éramos ocupas… ¡y nosotros no somos ocupas!”
  • 2. Nº1.263/05.10.2007 Lancelot / 29 cipio, la primera posibilidad de comprar las viviendas era nuestra, pero no nos lo han dado”, asegura. “Las han ven- dido por cerca de 60 millo- nes de pesetas y nos han comunicado que teníamos un mes para desalojar, cosa que no hemos hecho, claro, y no han vuelto a decirnos nada”. “Nosotros tenemos un con- trato de arrendamiento, aun- que nunca nos han cobrado renta, pero el contrato era de esas características. Ahora, después de cincuenta años, no nos pueden echar a la calle de la noche a la maña- na”, afirma. La intención del nuevo comprador, Iveco, es cons- truir naves industriales. “Nos han ofrecido tres millones de pesetas en concepto de in- demnización, pero, ¿qué ha- cemos con eso? Nosotros pre- feríamos pagar diez millones de pesetas por cada vivien- da, es decir pagarle al com- prador los 60 millones de pesetas que ha pagado, y quedarnos con las casas”, y añade. “Otra posible opción es quedarnos aquí de alqui- ler, con los antiguos contra- tos, y el dinero que está estipulado”. Miguel, que ha sido el encargado de ponerse en con- tacto con los abogados que llevan el caso, muestra sobre la mesa todos los documen- tos y papeles acreditativos de los que disponen. “Noso- tros hemos puesto una de- nuncia y vamos a seguir adelante a lo que salga, así que o salimos perdiendo o ganando, pero no nos vamos a quedar callados”. Y es que Miguel asegura que los vecinos del inmue- ble están censados en esas viviendas, y pagan religiosa- mente los recibos domicilia- dos del agua y la luz. “Este es nuestro hogar, y yo creo que con los años que lleva- mos viviendo aquí hemos adquirido una serie de dere- chos que ahora nos los quie- ren quitar de un plumazo”. Miguel es contundente “ellos nos cedieron estas ca- sas y hasta la fecha, y ahora les han dado la posibilidad de vender el terreno, y lo han vendido”, afirma. “Lógi- camente, el nuevo dueño nos ha mandado un aviso para ver si nos marchábamos por voluntad propia, pero nues- tros abogados nos han dicho que ni hablar. Ya se verá que pasa después del juicio”. La tristeza de Dolores María Dolores Guillén es otra de las inquilinas de las polémicas casas. Vive en una de ellas con un hijo “enma- rihuanado” con el que, ase- gura, que discute constante- María Dolores Guillén desgrana retazos de su triste historia. Un cartel reza la situación en la que se encuentran los vecinos. Pilar Callero y Sinforiano Lemes llevan más de 50 años viviendo en su casa. “Nosotros hemos puesto una denuncia y vamos a seguir adelante a lo que salga, así que o salimos perdiendo o ganando, pero no nos vamos a quedar callados”
  • 3. 30 / Lancelot Nº1.263/05.10.2007 mente, pero que es su hijo, el único que le queda en casa. “A uno me lo pilló un coche y a mi marido me lo mataron, así que a veces me dan ata- ques de pena y me pongo a llorar”, asegura, secándose algunas lagrimas que ya res- balan por su mejilla. Hace cuarenta años, Dolo- res vivía en un corral, con su marido y sus hijos, rodeada de piedras y barro. Entonces, el párroco de San Ginés le ofreció la oportunidad de vi- vir en una de las casitas que la Iglesia tenía para los veci- nos más necesitados. “Me dijeron que me daban la casa para que viviéramos como personas”, afirma, explican- do que cuando le dieron la vivienda era poco más que cuatro paredes y un cuarto que hacía las veces de baño. “Mis hijos han trabajado mucho en ella y han inverti- do el poco dinero que hemos ido teniendo en mejorarla”. La parroquia les dijo que les iban a quitar las casas, y ella no acaba de entender como “el señor cura” ha po- dido decir eso. Por eso, y junto a los inquilinos de las otras cinco viviendas, se han puesto en manos de un abo- gado para que intente solu- cionarles el problema. A Dolores la casa le em- pieza a quedar un poco gran- de, y aunque se las apaña para faenar en la cocina, y tenerlo todo limpio y “de- cente”, lo cierto es que nota el paso de los años, y las quemaduras y las caídas pro- ducidas por la falta de vista son, cada vez, más frecuen- tes. “Estoy enferma y enci- ma me quieren quitar mi casa, así no son las cosas, yo creo que la Iglesia lo ha hecho mal”, señaló en voz tenue, como temerosa de sus propias palabras. “Vamos, creo yo”. Pilar y Marcial Cincuenta y cinco años llevan Pilar Callero y su ma- rido, Sinforiano Lemés, al que todos conocen como Marcial, viviendo en la calle Palacio Valdés del barrio de Argana Alta. “Fuimos los primeros que vinimos a vivir aquí, y de eso hace más de cincuenta años… vinimos con seis hijos y aquí tuvi- mos otros tres”, asegura. “Cuando nos dieron estas casas no eran ni una tercera parte de lo que son en la actualidad, y claro con nue- ve hijos, pues poco a poco fuimos invirtiendo las pese- tillas que teníamos en mejo- rar la casa, hicimos un baño, una cocina, más habitacio- nes, pusimos el techo nuevo porque se caía… hemos in- vertido lo poco que tenemos en esta casa, ¿y ahora nos quieren echar?, ¿ahora que ya somos dos ancianos y no podemos ni movernos?”. Pilar asegura que el solar lo donaron a la iglesia los cursillistas que en los años sesenta había en Lanzarote. “Ellos y los médicos fueron los que pusieron el dinero y los materiales para levantar las casitas, y se lo dieron a la iglesia para que las repartie- ra entre los más necesita- dos”, y añade. “Antes vivía en una casita con una única habitación con todos mis hijos y mi marido, que traba- jaba en las salinas. Así que cuando nos dieron esta casi- ta, nos dieron un papel en el que nos advertían que si algún día, cuando mis hijos fueran grandes, venía una familia con niños pequeños y más necesitada que noso- tros, pues que nos tendría- mos que ir. Pero claro, no para venderla, y no después de cincuenta y cinco años, cuando casi no nos podemos mover y somos dos pobres viejos. A estas alturas viene un cura nuevo y nos larga a la calle para venderles la casa a los de Iveco, ¿y qué pasa con nosotros ahora?”. “Además, yo no quiero in- demnización ninguna, yo quiero una casa, quiero mi casa para estar tranquila has- ta el día que me muera”, afirma. “¿Qué hacemos si no? Vamos de casa en casa de mis hijos con todos los bár- tulos. Eso sería bien triste. Así que no nos vamos a mover, y vamos a ver en qué queda la denuncia que he- mos interpuesto”. Marcial asegura que ellos se han gastado mucho dine- ro en la casa, pero que algu- nos vecinos han invertido más de tres millones en re- formas. “Y muchas horas de trabajo”, asegura. “Mucho esfuerzo y muchas ilusiones y ahora de viejos, la Iglesia nos echa a la calle. Que me hubieran avisado con cua- renta años y no con ochenta y tres”, exclama, y por lo bajo farfulla, “¿Dónde se ha visto una Iglesia que hace negocio vendiendo casas que le quita a los pobres?”. Por su parte, ante la au- sencia del párroco, los res- ponsables de la Iglesia de San Ginés mientras él no está, aseguran que la venta ya está hecha y poco más hay que decir. Desde la Dió- cesis grancanaria, a pesar del requerimiento de Lancelot sobre los motivos para llevar a cabo esta venta ahora, no ha habido respuesta. Miguel Ramírez se ha encargado de movilizar a los abogados. Los vecinos cuentan con numerosos documentos que avalan su causa. Marcial asegura que ellos se han gastado mucho dinero en la casa, pero que algunos vecinos han invertido más de tres millones en reformas “¿Dónde se ha visto una Iglesia que hace negocio vendiendo casas que le quita a los pobres?”, se pregunta Marcial