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“Aquí estoy, mándame” _ 14 octubre 2020 esp

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“Aquí estoy, mándame” _ 14 octubre 2020 esp

  1. 1. Roma, 14 octubre 2020 Queridas hermanas, Un afectuoso saludo, lleno de entusiasmo misionero y en comunión con todas las comunidades de fe que celebran el Mes Misionero. es el tema escogido por el Papa Francisco para la 94a Jornada Mundial de las Misiones (JMM) que tendrá lugar el próximo 18 de octubre. El mensaje para la JMM fue escrito en la fiesta de Pentecostés cuando todo el mundo, cogido «de improviso por una tempestad inesperada y furiosa», estaba “desconsoladamente” inmerso en la pandemia del Covid-19. Por eso, una vez más el Papa Francisco presenta una fotografía de la realidad e insiste en afirmar que «no podemos avanzar cada uno por su cuenta, sino solamente juntos». Aún si la llamada a la vida, a la vocación misionera es un hecho personal y cada uno da su respuesta según la generosidad de su corazón, nosotras la vivimos y la hacemos concreta en comunidad, dentro de una cultura o un tejido de culturas, con los pies plantados dentro de una específica realidad. Según el Papa Francisco, «la llamada a las misiones, la invitación a salir de si mismo por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad de compartir, de servir, de interceder». Hemos visto en tantas partes del mundo, en los últimos meses, el testimonio de doctores, de enfermeras, de operadores sanitarios, de voluntarios que han dado su vida para salvar la vida de otros. Lo mismo podemos decir de tantas/os religiosas/os y sacerdotes. Ante esta situación, el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones sacude nuestro ser FMA. Dios nos hace cuotidianamente la pregunta: «¿A quién enviaré?». ¿A quién enviaré a sustituir esto o aquella? ¿A quién enviaré para anunciar la Buena Nueva del Evangelio? ¿A quién enviaré para dar testimonio de mi amor, para «tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo»? Dios «pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados». Entonces, queridas hermanas, frente a la invitación amorosa de Dios no podemos hacer silencio o echarnos para atrás: “Aquí estoy, mándame”. «Jesús es el Misionero del Padre». Su Espíritu «hace de nosotros discípulos de Cristo y nos envía en misión hacia el mundo y las gentes». En este segundo año del trienio de preparación al 150° aniversario de fundación de nuestro Instituto, la misión ad gentes nos hace pensar insistentemente en la consigna “A ti te las confío”. Todavía hoy hay jóvenes, niños/as, familias, pueblos enteros que esperan el anuncio del Evangelio. La consigna “A ti te las confío” recibida y acogida por Madre Mazzarello con corazón generoso y abierto, resuena aún hoy en la historia de nuestro Instituto y se repite para cada una de nosotras. Una multitud de jóvenes espera una presencia que les indique su esperanza en el futuro: “A ti te las confío”. Niños y niñas necesitados de cuidados, de educación y formación esperan la fuerza transformadora del carisma salesiano: “A ti te las/los confío”. Familias en situación de riesgo e incertidumbre tienen necesidad de alguno que camine a su lado: “A ti te las confío”. Poblaciones enteras que aún no han oído el nombre de Jesús tienen derecho a recibir el primer anuncio: “A ti te las 1
  2. 2. confío”. Nuestra Casa común, la Madre Tierra, amenazada por una economía que ignora a las personas, mata la vida y aborta el sueño de un mundo justo y fraterno… “A ti te la confío”. Con un sereno e inquieto espirito misionero, disponibles a acoger las “llamadas de Dios”, las invito a releer la Carta 59 de Madre Mazzarello, escrita a sor Jacinta Olivieri, directora de la casa de Buenos Aires-Boca, en enero de 1881. Esta carta fue escrita antes de la partida de la tercera expedición misionera (3 febrero de 1881). En pocos renglones, Madre Mazzarello expresa el deseo de tener noticias de las hijas lejanas y las anima en su trabajo apostólico. ¿Quién era sor Jacinta Olivieri? Sor Jacinta nació en Ovada (Alejandría) el 28 agosto de 1851. Hizo su profesión en Mornese el 8 diciembre de 1877. Partió para Argentina con la segunda Expedición misionera el 1° enero de 1879. Desafortunadamente dejó el Instituto el 27 marzo de 1883, después de casi 6 años de vida religiosa. Sin embargo, aquello que nos interesa y queremos valorar es el “magisterio” de Madre Mazzarello. La carta – ¡muy breve! – se abre con una pregunta, que revela ternura y preocupación por parte de la Madre: «¿Estás muerta o viva? No me escribes nunca ni una línea, todas dan señales de vida, por escrito o por otro medio, que me recuerdan que aún están vivas y que se acuerdan de mi pobre y miserable persona, pero tú nada». En seguida, Madre Mazzarello revela el deseo de hacer una visita a las hermanas, cosa que sabemos que no se ha realizado. Escribe la Madre: «Esperaba haceros una visita y en cambio tengo que contentarme con mandaros una carta; ¡paciencia! Que se cumpla la voluntad de Dios». En este trozo y en los renglones que siguen, Madre Mazzarello une la voluntad de Dios con la realidad del Paraíso. Acepta como voluntad de Dios el no poder visitar a las hermanas y centrase en la meta de toda alma consagrada: el Paraíso. «Nos veremos ciertamente en el Cielo. Mientras tanto preparémonos allá un buen lugar, practicando todas las virtudes que requiere nuestra Santa Regla, seamos exactas en su observancia». Y después, llegan las palabras que son el corazón de esta carta y que están muy de acuerdo con el mes misionero: «Eres muy afortunada al poder hacer mucho bien y ganar muchas almas para el querido Jesús. Trabaja, trabaja mucho en el campo que el Señor te ha dado, no te canses nunca; trabaja siempre con la recta intención de hacerlo todo por el Señor y Él [te dará] un hermoso tesoro de méritos para el Paraíso». Queridas hermanas, contemplando el campo que el Señor nos ha dado y nos da cada día: “A ti te las confío”, en esta nueva normalidad renovemos nuestra total adhesión a su proyecto: “Aquí estoy, mándame”. Ciertamente muchas hermanas oirán un especial llamado del Señor para la misión ad gentes. Estoy segura que responderán: “Aquí estoy, mándame”. En este camino de preparación al CG XXIV oremos juntas: María, «Estrella de la evangelización y Consuelo de los afligidos», discípula misionera del Hijo Jesús, llena nuestra tinajas con el vino de la sabiduría y del entusiasmo misionero, para que el sueño de Dios Padre se realice en el mundo: todos hermanos de todos! Les aseguro mi oración por cada una de ustedes y, juntas, oremos por todas las misioneras y misioneros ad gentes del presente e del futuro. ¡Un fuerte abrazo, siempre en comunión fraterna! Consejera para las Misiones 2

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