El documento describe las siete clases de heridas que sufrió Jesucristo antes de morir en la cruz: 1) heridas contusas por los puñetazos recibidos, 2) heridas punzantes por la corona de espinas, 3) heridas lacerantes por los azotes, 4) heridas abrasivas por cargar la cruz, 5) heridas punzo penetrantes por los clavos en las manos y pies, 6) una herida incisiva penetrante por la lanza en el costado, y 7) heridas en el corazón por la traición y
Luisa de Marillac y cuidado de las personas ancianas
TRATADO EL MAESTRO SILENCIOSO "HERIDO POR NOSOTROS" No. 200
1. Herido Por Nosotros
Hay uno que sufrió muchas heridas, las cuales
fueron aumentando a medida que trascurría el tiempo.
Estas fueron producidas, no por un accidente sino por
aquellos que le rodeaban. A Él le fue ofrecida una
medicación analgésica y sedativa de su época a base de
vinagre mezclado con hiel que era dado a las víctimas
para amortiguar los dolores producto del castigo recibido,
sin embargo, prefirió sufrir sus heridas en pleno uso de
sus facultades mentales. Como Médico me propongo
considerarlas una a una. Comenzaremos por decir que sus
heridas la podríamos clasificar en siete (7) clases:
1. Heridas Contusas. Ellas fueron producidas a
consecuencia de los puñetazos lanzados contra su rostro
(1). Los boxeadores usan guantes almohadillados cuando
tienen que contender con su rival y en múltiples
oportunidades salen con heridas contusas o anfractuosas.
Este hombre recibió puñetazos de parte de sus enemigos,
sin poder defenderse ya que tenía las manos atadas y sus
ojos vendados. Así fue desfigurado delante de los
hombres su parecer y su hermosura. (2)
2. Heridas Punzantes. Estas fueron producidas
a consecuencia de una corona de espinas colocada sobre
su cabeza. Los soldados ejecutores de esta acción las
enterraron aun más, al golpearle con una caña con lo cual
se incrementaron sus dolores y sangramiento. (3).
3. Heridas Lacerantes. Un líder político, gobernador de Judea, sentenció que fuera azotado.
Según el método Romano de azotar, la persona era desvestida [desnudada] y amarrada, encorvada en un
pilar...El azote [látigo] era de tiras de cuero que llevaban atados pedazos de hueso y/o plomo que le
desgarraban o laceraban la piel, tejido subcutáneo y tal vez los músculos de la espalda, hombros y del
pecho. Allí Él fue azotado cruelmente por soldados fuertes y robustos. Le aplicaron de acuerdo a lo que
conocemos 39 latigazos. Se sabe que un 50% de las personas que recibían esta flagelación morían a causa
de ella. ¡Cuánto sería dolor! (4,5, 6). Le consideraron como un delincuente o malhechor, aunque se sabía
que por envidia le habían entregado.
4. Heridas Abrasivas. Él tuvo que cargar su propia cruz sobre sus hombros desde el pretorio
hasta cercano al Gólgota, sabemos que otro después tuvo que tomarla por Él. El patíbulo de la cruz le
producía un roce persistente produciendo a causa de su peso y movimientos escoriaciones o heridas
abrasivas y dolorosas. (7).
5. Heridas Punzo penetrantes. Este preso sin igual fue conducido al Gólgota y allí le horadaron
sus manos y sus pies clavándole a la cruz. Considerando algunos reparos anatómicos, podemos decir que
le atravesaron su muñeca en un área por donde pasa el nervio mediano, de paso sin anestesia,
incrementando en consecuencia su sufrimiento. (8, 9).
2. 6. Herida Incisiva penetrante. Una lanza de un soldado romano atravesó y abrió su costado y de
allí salió sangre y agua, poniendo de manifiesto la profundidad de la herida así como su muerte. (10).
7. Heridas en el Corazón. Había sido dicho: “Porque yo estoy afligido y necesitado, Y mi
corazón está herido dentro de mí.” (Salmo 109:22). No hay duda, que las heridas mayores se produjeron
allí en su interior a causa de de la traición de uno de sus amigos (Judas), la negación de uno de sus
seguidores (Pedro), el abandono de sus discípulos, la multitud malagradecida que le injuriaba y maldecía,
los esputos que le lanzaron en señal de desprecio y sobre todo el desamparo de su Dios: El dijo: Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Mateo 27:46.
Esta incomparable persona que sufrió tales heridas y dolores por ti y por mí, fue el Salvador del
mundo, nuestro Señor Jesucristo. ¡Pero, el saber estas cosas no te salvarán! A menos que las verdades del
sufrimiento de Cristo capturen tu corazón, no serás convertido. Deja que estas consideraciones
conmuevan tu alma y prendan tu corazón. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga (herida) fuimos nosotros
curados” Isaías 53:5. Ojalá que estas palabras y hechos te muevan a venir a Cristo por fe, y caigas ante
Él, y así seas curado de todo pecado. Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios (1 Pedro 3:18), Él todo lo hizo por amor. Él quiere perdonarte y darte
vida eterna. Está de tu parte rechazarle (te acarreas perdición y condenación eterna) o aceptarle (recibes
vida eterna). Decídete ahora mismo a arrepentirte de tus pecados y recibirle (a Cristo) en tu corazón
como tu Señor y Salvador personal. Así, Habrás hecho la mejor y la más grande elección de tu vida.
Dr. Luis A. Silva Cisneros.
Referencias: (1) Marcos 14:65. (2) Isaías 52:14. (3) Mateo 27:29-30. (4) Juan 19:1. (5) 2 Corintios 11:24.
(6) Deuteronomio 25:1-3. (7) Juan 19:17. (8) Juan 20:25. (9) Salmo 22:16. (10) Juan 19:33-34.