3.1.3. SAN AGUSTIN DE HIPONA (354 – 430 d.c.):
Nació el 13 de noviembre del 354 en Tagaste, Numidia (actual Souk-Ahras,
Argelia).
San Agustín falleció en Hipona el 28 de agosto del 430. Su festividad se celebra el
28 de agosto.
Inspirado por el tratado filosófico Hortensius, del orador y estadista romano Marco
Tulio Cicerón, se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias
corrientes filosóficas antes de ingresar en el seno de la Iglesia. Su código moral no
era muy estricto; Agustín recordaría posteriormente en sus Confesiones:
“Concédeme castidad y continencia, pero no ahora mismo”. Desilusionado por la
imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios,
abandonó esta doctrina y dirigió su atención hacia el escepticismo.
Un día, por fin, según su propio relato, creyó escuchar una voz, como la de un
niño, que repetía: “Toma y lee”. Interpretó esto como una exhortación divina a
conocer las Sagradas Escrituras y leyó el primer pasaje que apareció al azar: “...
nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de
rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os
preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias” (Rom. 13, 13-14). En
ese momento decidió abrazar el cristianismo. Fue un periodo de gran agitación
política y teológica, ya que mientras los pueblos germanos amenazaban el Imperio
llegando a saquear Roma en el 410, el cisma y la herejía amenazaban también la
unidad de la Iglesia. Agustín emprendió con entusiasmo la batalla teológica.
“AGUSTÍN DESARROLLÓ SUS DOCTRINAS DEL PECADO ORIGINAL Y DE
LA GRACIA DIVINA, DE LA SOBERANÍA DIVINA Y DE LA
PREDESTINACIÓN”.
La importancia de san Agustín entre los padres y doctores de la Iglesia es
comparable a la de san Pablo entre los apóstoles. Como escritor, fue prolífico,
convincente y un brillante estilista. Su obra más conocida es su autobiografía
Confesiones (397-401), donde narra sus primeros años y su conversión. En su
gran apología cristiana La ciudad de Dios (413-426), formuló una filosofía
teológica de la historia.
Su frase mas importante: “Al entrar en el interior de sí encuentro ahí a Dios a
quien había busca en vano por todas partes”. Dios es el centro de todas las cosas
y “detrás de todo lo imperfecto tocamos lo perfecto, detrás de lo relativo, lo
absoluto, detrás de lo humano, lo trascendente” donde hay un ascenso a lo
inteligible. “Hemos de vivir recta y justamente sobre la base de la ley eterna, por
medio del cual es conservado el orden de la naturaleza, pues ama, pero fíjate bien
que es lo que merece amarse”.
La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el
maniqueísmo. Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia
espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la
naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las
mujeres son salvados por el don de la gracia divina; frente al maniqueísmo,
defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia. Es dualista
porque cree que el hombre tiene cuerpo y alma.
“Este pensador cristianizo a la filosofía de platón”.
3.2. TRANSICION (V – lX d.c.):
Los siglos VI, VII y VIII son puente o transición entre la Patrística, que encontró su
esplendor en el IV y V, y la Escolástica cristiana occidental, que se iniciará en el IX
y tendrá su mejor momento en el XIII. En este período de transición se encuentran
escritores considerados por algunos historiadores como los últimos Padres o
representantes de la Patrística; pero también hallamos otros autores llamados por
otros “primeros escolásticos”.
“LO CIERTO ES QUE HAY UNA LÍNEA DE CONTINUIDAD ENTRE LA
PATRÍSTICA Y LA ESCOLÁSTICA CRISTIANA MEDIEVAL, LO QUE SUPONE
PERSONALIDADES “DE DOS MUNDOS”, QUE SINTETICEN Y TRASMITAN
LO ANTIGUO Y LO PROYECTEN HACIA EL FUTURO”.
Tales fueron en Occidente hombres como Boecio, Casiodoro y San Isidoro; los
dos primeros en Italia, el último en la España visigótica cristiana. Boecio y
Casiodoro, formados en la cultura clásica grecorromana occidental, pero
funcionarios del reino bárbaro arriano establecido en Ravenna. Ambos laicos,
Boecio fue condenado a muerte probablemente a causa de sus vínculos con el
Imperio Romano Bizantino de Oriente (católico); Casiodoro terminó sus días como
maestro en una escuela monacal.
Las obras de Boecio, Casiodoro y San Isidoro, fueron, con las de San Agustín, las
que configuraron la base del programa de estudios de la Escolástica occidental
naciente hasta mediados del siglo XII. Boecio fue el fundador de la lógica
medieval. Boecio fue el que hizo posible el primer ingreso de Aristóteles (su lógica)
en Occidente.
Las obras del oriental Dionisio, traducidas al latín e introducidas en Occidente por
Juan Escoto Erigena en el siglo IX, aportaron al ingrediente místico y teológico de
la Escolástica, sobre todo en la línea del neoplatonismo cristiano.
“Es el paso de la patrística a la escolástica”.
La Filosofía Medieval es un libro que recorre el largo milenio de pensamiento
filosófico, desde la Edad Antigua a los albores de la Modernidad. Parte de los
orígenes patrísticos de la filosofía medieval y de la herencia clásica recibida en el
Medievo, trata las grandes síntesis elaboradas por filósofos cristianos,
musulmanes y judíos, y termina en la escolástica barroca, en la que se produce la
conjunción de la segunda escolástica con los primeros pasos de la física moderna.
Al invadir los bárbaros la Europa, sólo una institución queda en pie: la Iglesia. La
poderosa unidad cristiana, como entidad espiritual, no podía ser alcanzada por los
golpes de la fuerza bruta. Ella es lo único que permanece, y por eso constituye el
lazo de unión entre el Imperio que se desploma y los nuevos Estados que traza la
espada de los invasores. Por ese título, se constituía la Iglesia en educadora de
los jóvenes pueblos que abrían apenas sus ojos a la civilización.
La ciencia profana, aun después de los esfuerzos de Carlomagno, Boecio y
Casiodoro, se hallaba reducida a las artes liberales, que, en número de siete,
correspondiendo a los días de la semana y a otros misteriosos simbolismos, se
distribuían en dos grupos: el primero, el trivium, comprendía tres en loor de la
Santísima Trinidad (Gramática, Lógica y Retórica); el segundo, el quatrivium,
abrazaba cuatro por los cuatro ríos que fecundaban el Paraíso terrenal (Aritmética,
Geometría, Música y Astronomía).
3.2.1. Boecio (480 – 524 d.c):
Ancio Manlio Torcuato Severino; Político, filósofo y poeta latino y hombre de
estado romano. Hijo de un cónsul romano, completó su formación en Atenas.
Fue encarcelado, torturado y decapitado en Ager Calventienus, al norte de Pavía,
«injustamente», según él mismo, por haber intentado proteger al Senado.
Mientras estuvo en la cárcel escribió De Consolatione Philosophiae (Sobre la
consolación de la Filosofía), obra filosófica que, aunque escrita por alguien que no
era cristiano, contiene muchos elementos de la ética cristiana por lo que fue tenida
en muy alta consideración durante toda la época medieval.
Boecio escribió también un tratado de lógica sobre todo influido por la terminología
lógica de los medievales, y realizó diversas traducciones y comentarios de las
obras de Aristóteles, que sirvieron para que los escolares de entonces se iniciaran
en el conocimiento del filósofo griego; escribió también sobre música, aritmética y
teología.
Para este filósofo no es lo mismo el ser que lo que es, y todo ser existe porque
practica de un primer ser que es Dios por Creación (Alteridad) no por emanación
(Totalidad).
“LA FELICIDAD DE LOS HOMBRES SOLO SE ENCUENTRA EN EL BIEN
SUPREMO QUE ES DIOS”.
En su obra principal realiza la distinción, que luego sería central para la
Escolástica, entre id quod est (todo el ente) y quo est o esse (aquello que hace
que el ente sea).
Su obra más famosa es, sin embargo, Consolatio philosophiae, mencionada en la
Edad Media como De consolatione philosophiae. Se trata de un diálogo entre el
propio Boecio y Filosofía, personaje alegórico femenino que se le aparece a
Boecio para aclararle el problema del destino, de por qué los malvados logran
recompensa y los justos no.
La Filosofía intenta suavizar su aflicción demostrándole que la verdadera felicidad
consiste en el desprecio de los bienes de este mundo y en la posesión de un bien
imperecedero, que coincide con la Providencia universal que gobierna todas las
cosas, concepto éste que toma del Estoicismo.
Este trabajo tuvo una gran importancia para la ulterior teología del Cristianismo
medieval, pese a que tanto la metodología como la terminología que utiliza Boecio
son meramente filosóficas y en ningún momento plantea la cuestión en términos
de fe cristiana.
Debido a que en su obra maestra, en prosa y verso, la Consolación, no cita en
ningún momento a Jesucristo ni la Sagrada Escritura, ni explícitamente la fe
cristiana, algunos historiadores en los siglos XVIII y XIX pusieron en duda el
cristianismo de Boecio y la autenticidad de sus obras teológicas; demostrada ésta,
la cuestión está definitivamente resuelta.
También escribió sobre aritmética (De arithmetica), música (De música),
geometría, astronomía y de teología (Opuscula theologiae, cinco libros). Todo con
la intención de transmitir a las nuevas generaciones, a los nuevos tiempos, la gran
cultura grecorromana. Precisamente por este motivo, Boecio ha sido calificado
como el último representante de la cultura romana antigua y el primero de los
intelectuales medievales.
3.2.2. Casidoro (490 – 583 d.c.):
Murió hacia el 583, había nacido hacia el 490 de una familia noble de Calabria.
La vida de Casiodoro se articula, esencialmente, en torno a dos períodos
separados por la conversión (conversión que le indujo a abandonar la vida
pública).
Sus obras tienen una orientación más bien práctica, y obedecen a circunstancias
ambientales: de carácter histórico y político las de su época dedicada al servicio
del estado, y para la instrucción de sus monjes en las ciencias profanas y
teológicas las escritas en su retiro. Entre las primeras hay que contar la Crónica
universal y la Historia de los godos, conocidas sólo en extractos, y las Cartas
varias, una colección de más de 540 actas oficiales de gran valor histórico. Entre
las segundas, una Historia eclesiástica en que refunde básicamente las obras de
Sócrates y Sozomeno, que pasaron así al mundo medieval occidental; y las
Instituciones de lecciones divinas y humanas, que son una introducción a la
teología y un esquema para el estudio de las siete artes liberales.
“LA FILOSOFÍA SE DEFINE COMO EL CONOCIMIENTO DE LAS COSAS
DIVINAS Y HUMANAS”.
También escribió una obra propia (544) para preservar del olvido la sustancia del
patrimonio intelectual de su tiempo: Institutiones de estudios divinos y profanos.
En ella se aprecia la influencia de Boecio (¿su maestro?) y del “De Doctrina
Cristiana” de San Agustín. La segunda parte de esta obra figuró en la Edad Media
como manual de artes liberales. La primera se refiere a la formación del monje en
ciencias sagradas. Según Pieper apenas se descubre huella de originalidad.
Casiodoro es más que todo un recolector y compilador. Pero su obra será fuente y
mina para los siglos siguientes. Algunas de las definiciones clásicas de la filosofía
fueron preservadas en ella.
El monasterio de Vivarium constituye una especie de ciudad en la cual las ciues
religiosi no tendrán que preocuparse de su subsistencia material, debiéndose
consagrar a los oficios litúrgicos, al ejercicio de las artes y, sobre todo, a la copia y
corrección de libros: Vivarium tiene que ser un centro de primordial importancia
para la transmisión de numerosos textos, tanto bíblicos, como litúrgicos o
paganos.
Tuvo la idea de encomendar precisamente a los monjes la tarea de recuperar,
conservar y transmitir a las generaciones futuras el inmenso patrimonio cultural de
los antiguos para que no se perdiera. Por eso fundó Vivarium, un cenobio en el
que todo estaba organizado de manera que se considerara sumamente precioso e
irrenunciable el trabajo intelectual de los monjes. Estableció también que los
monjes que no tenían una formación intelectual no se dedicarán sólo al trabajo
material, a la agricultura, sino también a transcribir manuscritos para contribuir a la
transmisión de la gran cultura a las futuras generaciones. Y esto sin detrimento
alguno del compromiso espiritual monástico y cristiano y de la actividad caritativa
en favor de los pobres.
En su enseñanza, distribuida en varias obras, pero sobre todo en el tratado De
ánima y en las Institutiones divinarum litterarum, la oración, alimentada por la
sagrada Escritura y particularmente por la meditación asidua de los Salmos, ocupa
siempre un lugar central como alimento necesario para todos.
3.2.3. San Isidro de Sevilla (560 – 636 d.c.):
Teólogo, arzobispo y enciclopedista español, murió en Sevilla el 4 de abril de 636.
Fue canonizado en 1598 y declarado doctor de la Iglesia en 1722.
Su festividad se celebra el 4 de abril.
Su obra más influyente fue Etimologías, una de las primeras enciclopedias que
recoge el saber de la época de forma exhaustiva.
Nació en Sevilla (España) y estudió en un monasterio bajo la supervisión de su
hermano san Leandro, a quien más tarde sucedería como arzobispo de Sevilla.
Como arzobispo, san Isidoro ayudó a unificar la Iglesia en la península Ibérica al
convertir a los visigodos (que conquistaron la península en el siglo V) del
arrianismo—una de las herejías más desintegradoras en la historia de la Iglesia—
al cristianismo oficial.
También presidió varios concilios eclesiásticos importantes. Uno de los más
famosos fue el Concilio de Toledo (633), que decretó la unión de la Iglesia y el
Estado, el establecimiento de escuelas en las catedrales de todas las diócesis y la
normalización de la práctica litúrgica.
Su obra más importante, Etimologías, que consta de 20 libros, reúne todo el
conocimiento secular y religioso de la época y contiene información obtenida de
las obras de otros escritores y sabios latinos. Aunque carece de originalidad, este
libro fue uno de los textos preferidos de los estudiantes de la edad media, y
durante siglos un libro de referencia por su claridad en la exposición. La obra de
san Isidoro alcanzó una difusión extraordinaria y por tanto tiene un valor
incalculable en cuanto transmisora del saber. También escribió tratados de
teología, sobre la Biblia (Cuestiones sobre el Antiguo Testamento), lingüística,
ciencia e historia (Historia de los godos y Crónica universal). Su obra Tres libros
de sentencias constituye el primer manual de doctrina y ética cristianas de la
Iglesia latina.
San Isidro es por excelencia el patrón de los campesinos, es el santo a quienes
muchos acuden para que llueva y los madrileños le tienen un especial aprecio
porque es su patrón. Su nombre completo era el de Isidro de Merlo y Quintana.
“PROPONE UNA UNIÓN ENTRE LOS PRINCIPIOS CRISTIANOS Y LOS
ELEMENTOS DEL NEOPLATONISMO COMO INSTRUMENTO DE DIOS PARA
EL TRIUNFO DEL BIEN, PARA LA PROTECCIÓN DE LOS DÉBILES”.
San Isidoro fue muy leído durante la Edad Media y Renacimiento (al menos diez
ediciones fueron impresas entre 1470 y 1530). Su influencia fue enorme entre sus
contemporáneos. Braulio, obispo de Zaragoza y amigo de San Isidoro, le describió
como el hombre elegido por Dios para salvar a los españoles de la marea de
barbarie que amenazaba con inundar la civilización clásica en Hispania. El VIII
Concilio de Toledo (653) manifestó su admiración por la figura de San Isidoro con
las siguientes elogiosas palabras: «El extraordinario doctor, el último ornamento
de la Iglesia Católica, el hombre más erudito de los últimos tiempos, el siempre
nombrado con reverencia, Isidoro». Este tributo fue ratificado por el XV Concilio de
Toledo, celebrado en 688. Entre sus discípulos se encuentra San Ildefonso de
Toledo.
Todos los escritos históricos medievales de España estuvieron basados en las
obras de San Isidoro.
3.2.4. El renacimiento Carolingio (Vlll – lX d.c.):
Nombre que recibe el resurgimiento de la cultura clásica latina en el seno del
Imperio Carolingio, en el paso del siglo VIII al IX. La controversia entre los
historiadores respecto a lo que se podría llamar la civilización carolingia en el
campo artístico y literario está aún lejos de terminar. Se ha usado por mucho
tiempo el término "renacimiento"; otros, sin embargo hablan nada más que de
transición.
Los medios académicos han consagrado una serie de expresiones utilizadas para
las más diversas circunstancias. Una de ellas es, sin duda, la de renacimiento
utilizada para definir la situación cultural de la Europa de Carlomagno y la de sus
sucesores los emperadores de la casa de Sajonia. ¿Hasta qué punto la retórica
puede llegar a traicionar la realidad de los hechos? ¿Se asiste en estos dos
momentos a procesos de regeneración cultural? La respuesta estaría llena de
matices... y abriría a su vez numerosos nuevos interrogantes. Los coetáneos de
Carlos que exaltaron su figura lo hicieron no sólo como político, como cristiano o
como buen gestor económico. También crearon el mito de un emperador
preocupado por la vida cultural. Esta tradición se fue manteniendo con el discurrir
de los siglos. Así, como ha recordado E. Garin, en 1461, el embajador de
Florencia en París (Filippo de Medicci) hacía remontar a Carlomagno el primer
intento de Renacimiento en Europa. Y a mediados del siglo XIX, un historiador de
la literatura francesa, J. J. Amére daba definitivamente carta de naturaleza
académica a la expresión "Renacimiento carolingio". ¿Hasta qué punto resulta
adecuada? Algunos autores de nuestro siglo se han pronunciado sin demasiadas
reservas sobre su idoneidad. Así, J. Boussard piensa que personajes como san
Bonifacio, san Crodegango de Metz o el propio Carlomagno eran conscientes de
la situación heredada de decadencia cultural e ignorancia generalizadora que era
necesario enderezar. Un documento tan polivalente como la "Admonitio Generalis"
del 789 buscaba, entre otros fines, la restauración de las letras frente a la
negligencia de las generaciones anteriores. “PARA ÉL, EL REY DEBE
CONDUCIR AL PUEBLO DE DIOS POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR PARA
SER REINAR Y EXALTAR SU LEY”.
Fue un período de renacimiento intelectual y cultural, con el número de actividades
ocurrido durante los reinados de los líderes carolingios y Ludovico Pío. Durante
este período hubo un aumento de los estudios de literatura, artes, arquitectura,
jurisprudencia y litúrgicos. El período también vio el desarrollo del Latín Medieval y
la minúscula carolingia, proveyendo un lenguaje común y un estilo de escritura
que influyo en la comunicación de la mayoría de Europa. El uso del término
renacimiento para describir este período es disputado debido a que la mayoría de
los cambios causados en este período fueron casi completamente limitados al
ámbito del clero, y debido a que el período careció de la amplia gama de
movimientos sociales del posterior Renacimiento italiano. Más que un
renacimiento de nuevos movimientos culturales, este período fue caracterizado
por lograr recrear la cultura previa del Imperio romano.
Debido a una fuerte alianza del Estado y la Iglesia para llevar a cabo las reformas,
el Renacimiento carolingio (a diferencia del Italiano) no fue humanista ni
antropocéntrico, sino que se centró más en aspecto teológico y católicos.
3.2.5. Juan Escoto Erigena (815 – 877 d.c.):
De origen irlandés, se llamó a sí mismo "Hijo de Eire" (Irlanda), de allí su nombre
"Erígena" o "Eriúgena".
Nació en el año 810, es el creador del primer gran sistema filosófico de la edad
media. Condenaron el tratado De Divina Praedestinatione (Sobre la predestinación
divina, 851), que defiende la creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el
destino final de los individuos en el sentido de que éste no depende de Dios de
una forma absoluta, ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la
salvación o la condenación. Por otra parte, Eriúgena afirma también en sus
escritos que no existe nada semejante a la condenación como se cree conforme a
la tradición. Todos los seres humanos, afirma, se transformarán por igual en
espíritus puros.
En su panteística obra De Divisione Naturae(Sobre la división de la Naturaleza,
865-870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada.
Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una manifestación de
las ideas presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como el
punto más alto de toda la evolución.
Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser sancionada por la autoridad;
más bien al contrario, la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De
Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa
Honorio III ordenó que se quemara.
Suele creerse que Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la
presencia de Cristo en la Eucaristía, aunque algunos de los puntos de vista de
Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el alcance
de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros
representantes del escolasticismo.
“PARA ESTE PENSADOR DIOS SE CREA A SI MISMO EN UNA MATERIA
INEFABLE EN LA CRIATURA SE MANIFIESTA EN ELLA, Y EN ELLA PASA
DE INVISIBLE A VISIBLE”.
Su filosofía se mantiene en la línea de lo que se conoce como neoplatonismo en
cuanto al platonismo y la teología negativa. Sin embargo, Erígena quiso explicar la
realidad mediante un sistema racional y unitario que contradecía el dualismo de la
religión —Dios y mundo son dos realidades diferentes— y los dogmas relativos a
la creación y la voluntad divinas.
Para Escoto, razón y fe eran fuentes válidas de conocimiento verdadero, y por ello
no pueden ser opuestas; pero si así fuera, la razón debe prevalecer. Esta
afirmación, junto al panteísmo (todas las cosas son emanación de Dios y vuelven
a Él) y al pandeísmo que sostiene su explicación Sobre la división de la
Naturaleza, le valió la condena eclesiástica por herejía, que pudo eludir gracias a
la protección real.
Para Escoto, ni siquiera Dios podría comprender su propia esencia en tanto que
no es todo lo que se le podría predicar o atribuir. Asimismo, Dios no puede
comprender su esencia porque si así lo hiciera, necesitaría verse a sí mismo en
sus criaturas (lo creado), esto es, en sus manifestaciones que están en el plano
del ser. Ergo, "Dios se crea, creando", y por esto si se pensara a sí mismo, se
limitaría.