2.
Religión en la Roma antigua
La religión romana consistía, igual
que entre los griegos, más en un
conjunto de cultos que en un cuerpo
de doctrinas. Había dos clases de
cultos: los del hogar, que unían
estrechamente a la familia, y los
públicos, que estimulaban el
patriotismo y el respeto al Estado. En
la época imperial se añadiría el culto
al emperador. En términos generales,
se trataba de una religión tolerante
hacia todas las religiones extranjeras,
pues los romanos acogieron a dioses
griegos, egipcios, frigios, etc. También
era una religión contractual, pues las
plegarias y ofrendas se hacían a
manera de pacto con los dioses, es
decir, para recibir favores, y si el
creyente entendía que la divinidad no
le cumplía, dejaba de rendirle culto.
3. Júpiter. Es el dios de los cielos, de las nubes y soberano del universo.
Con el rayo imparte la justicia
Juno. Diosa del matrimonio. Le estaba consagrado el pavo real.
Neptuno. Dios del mar y de las aguas en general. Se le representa
como hombre adulto, con barba y con un tridente, con el que provoca
las tempestades.
Plutón. Dios de los infiernos. Reina con Proserpina el mundo
subterráneo.
Ceres. Protectora de las cosechas y campos. Se la representa con una
espiga de trigo y el cuerno de la abundancia
MInerva. Diosa virgen de la guerra en su concepción táctica y de la
inteligencia. Se la representa vestida con armadura, casco, escudo y
lanza.
Marte. Dios de la guerra. Se le representa con lanza y casco. Tuvo
relaciones con Venus.
Dioses Olímpico
4.
Venus. Diosa del amor carnal. Se la representa como una hermosa
mujer, desnuda y acompañada frecuentemente de eros, su hijo. Sus
símbolos son la concha marina, el loto y la granada
Vulcano. Dios de la fragua y del trabajo manual. Dios cojo, se suele
considerar que nació solo de Juno.
Apolo. Dios del sol, de la belleza masculina y de las artes en general.
Se le representa como un joven hermoso, con la cítara, el arco y la
flecha, instrumentos estos últimos con los que expandía las
enfermedades.
Diana. Diosa virgen de la caza. Adorada también como diosa de la
luna. Se la representa con un arco y una flecha
Mercurio. Dios mensajero y de los comerciantes. Acompaña al alma de
los muertos en los Infiernos.
Baco. Dios del vino y de los placeres. Suele ir acompañado de
bacantes, ménades y sátiros
Dioses Olímpico
5.
Cultos
Cada familia, a imitación de lo que
en un principio ocurría sólo en las
«gentes» patricias, tenía su propio
ritual a la hora de venerar a sus
dioses. Estos ritos estaban
presididos por el pater familias. La
mujer, al casarse, abandonaba los
cultos de su familia y se
incorporaba a los de la familia de su
marido. También participaban,
sobre todo en el culto al Genius, los
esclavos y «clientes» de la familia.
Los ritos más frecuentes eran
ofrendas de alimentos, libaciones,
plegarias, adornos florales, velas o
candelas encendidas.
6.
El culto doméstico
En cada familia se rendía culto a los
numina al igual que a los
antepasados: el genio familiar, los
lares, protectores de los campos, los
manes, protectores de la casa, y los
penates, protectores de la despensa y
los alimentos. El pater familias
oficiaba como sacerdote,
especialmente durante la cena, en
donde se hacían libaciones, es decir,
derramamiento de vino, leche o miel
sobre el lararium, o santuario familiar,
en el cual ardía siempre una llama, a
la que llamaban hogar. Entre los
romanos no había culto a los muertos.
Los cadáveres eran incinerados,
mientras se pronunciaban discursos
de alabanzas al fallecido, y las cenizas
eran guardadas en urnas funerarias
7.
Los dioses de Roma eran de origen latino y etrusco, a los cuales se
sumaron con el tiempo divinidades griegas, egipcias y frigias, adaptando
los nombres y, en algunos casos, también los atributos. Los principales
eran Júpiter, Juno y Minerva, y esta fue la Tríada Capitolina por mucho
tiempo. Durante la República, Marte fue de los más importantes y
adorados. Los cultos consistían en libaciones, sacrificio de animales,
plegarias, etc. Cada acto público, el inicio o la terminación de una guerra,
el triunfo en una batalla, etc., estaba vinculado a la celebración de una
ceremonia religiosa.Los cónsules tenían atribuciones no sólo civiles, sino
también religiosas, de modo que la religión pública era una cuestión de
Estado, tolerando, por otro lado, todo tipo de cultos privados, siempre y
cuando no fueran en contra de los preceptos religiosos estatales. Ante todo,
el culto público era un medio de comunión política que no sólo incluía a
los ciudadanos romanos, sino que tendía un lazo de unión sobre la
totalidad de pueblos que integraban el Imperio
El culto público
8.
En la época imperial, se generalizó el culto a los emperadores por el carácter
providencial y sagrado que se les atribuyó. Dicho culto empezó ya a la muerte
de Julio César, y se desarrolló, sobre todo, a partir del principado de Augusto.
Este fue, precisamente, el efecto más original de la política religiosa de Augusto,
que siguió la tendencia de los últimos tiempos de la República, mezclando
íntimamente tradiciones nacionales y culto helenístico. Sobre todo, dio un
impulso decisivo a las tendencias que habían sido recientemente afirmadas en
Roma, que concedían a la figura del jefe una significación sagrada. Augusto
supo unir las antiguas nociones latinas de numen y genius y las formas
helenísticas de exaltación de los generales victoriosos para crear una mística
relativa a su persona. Su genio, el Genius Caesaris, quedó ligado a los lares de
los rincones sagrados, y recibió un culto al tiempo que los demás. Se elevaron
templos en las provincias en honor del emperador, junto con templos a la
misma Roma
El culto imperial
9.
Los sacrificios variaron según los tiempos, las circunstancias y la idea que se
tenía de cada divinidad en particular. En un principio fueron comunes los
sacrificios humanos, pero esta práctica fue pronto abandonada. Por otra parte,
se ofrecían frutos en los altares, haciendo libaciones de vino, leche y aceite. Pero
el tipo de sacrificio más generalizado fue el de animales. Se derramaba su
sangre, se interpretaban los signos de sus entrañas, y se asaba la carne para
comerla según las circunstancias. Regularmente solían sacrificar bueyes a
Júpiter, toros a Marte, caballos a Neptuno, machos cabríos a Baco, vacas a Ceres
y a Juno, ciervas a Diana y cabras a Fauno. El primer cuidado de los sacerdotes
era examinar si la víctima estaba completamente limpia; en seguida la
purificaban y los asistentes hacían lo mismo con agua lustral echada por
aspersión.
Los sacrificios
10.
La fiesta del lobo (Lupercalia) en honor al dios de los socorros Faunus, y en que
los danzantes eran los Lupercos;
La fiesta de Hércules, con las cofradías de los Galicianos y los Pinaziano.
La fiesta de Marte se celebraba del 1 al 23 de marzo.
La fiesta de la diosa Tellus (diosa de los campos sembrados) era el 15 de abril y
se llamaba Fordicida.
El 19 de abril eran las fiestas de Ceres (Cerialia)
El 21 de abril era la fiesta de la Parilia, dedicada al dios de los rebaños Pales
Festividades
11.
Se practicaba una serie de ritos para asegurarse que el alma hiciese un viaje
seguro al mundo de los muertos. A la ceremonia asistía toda la familia. Algunos
se tapaban la cara con máscaras de cera con el rostro de sus antepasados, que,
de esta forma, asistían también al entierro.
El cadáver se podía incinerar o inhumar. Las cenizas se guardaban en urnas que
se colocaban en los columbarios o en los panteones. Los cementerios se
ubicaban en las afueras de la ciudad, junto a las vías principales.
Cada año se recordaba a los difuntos en febrero, mes de las purificaciones. Se
realizaban fiestas funerarias y se visitaban los sepulcros, colocándose alimentos,
bebidas y flores. También solían preparar un banquete, dejando un lugar libre
con alimentos, en recuerdo del último familiar muerto.
EL RITO FUNERARIO