Este documento resume las representaciones negativas del hombre negro en el pensamiento intelectual colombiano del siglo XIX. Describe al hombre negro como primitivo, tosco, brutal, indolente y semisalvaje. Lo caracteriza como perezoso, fanático, cobarde y cínico. Además, contrasta al hombre negro con el europeo, retratado como activo, inteligente, elegante y poético. Finalmente, atribuye la condición del hombre negro a haber nacido bajo un sol abrasador en un entorno
2. Allá el hombre primitivo, tosco, brutal,
indolente, semi-salvaje y retostado por el sol
tropical, es decir, el boga colombiano, con
toda su insolencia, con su fanatismo
estúpido, su cobarde petulancia, su
indolencia increíble y su cinismo de
lenguaje, hijos más bien de la ignorancia
que de la corrupción; y más acá el europeo,
activo, inteligente, blanco y elegante,
muchas veces rubio, con su mirada
penetrante y poética, su lenguaje vibrante y
rápido (Samper, 1973: 386-187).
3. De un lado el pesado champán, barca
toldada de palmas secas, de 20 a 50 metros
de longitud y dos o tres de anchura,
especie de choza flotante, y montando por
multitud de bogas que gritan atrozmente y
parecen una legión de salvajes del desierto;
o bien la miserable ramada indígena
expuesta a la cólera de los vientos, las
invasiones de los reptiles […] abrigando
familias de salvaje fisonomía, fruto del
cruzamiento de dos o tres razas diferentes
(1973:387)
4. Nacido [el boga] bajo un sol abrasador; en
un terreo húmedo, inmenso y solitario, y
contando con una naturaleza exuberante
que lo da todo con profusión y en balde, y
que exagerando el desarrollo físico de los
órganos, debilita sus funciones y degrada su
parte moral; el boga, descendiente de
África, e hijo del cruzamiento de razas
envilecidas por la tiranía no tiene casi de la
humanidad sino la forma exterior y las
necesidades y fuerzas primitivas (1973:
403)