Como prólogo de un libro mío, Gonzalo hizo esta presentación del Nuevo Paradigma, digamos que el crecimiento personal va parejo al espiritual. Todo consiste en dejar hacer, ir aprendiendo nuestra vocación al servicio...
2. En primer lugar Jesús vino a liberarnos: “La verdad os hará libres”.
Yo me pregunto, ¿libres de qué? y me respondo que libres de todo, incluido el
dolor y el sufrimiento.
Para mí, el dolor es un síntoma, como la fiebre. Síntoma de un mal, pero no es
mal en sí.
Además, la fiebre me indica que mi cuerpo está infectado y el dolor me indica
que mi mente está infectada, infectada de falta de comprensión y de falta de
abandono en la voluntad Divina.
El dolor y el sufrimiento es una resistencia mental a lo que acontece.
Liberar a la humanidad del dolor y del sufrimiento haría que al no
malgastar energía en la negatividad tendríamos mucha más energía
disponible para crecer.
3. Se habla de la taza vacía, “para poder llenarla otra vez”.
Pues toda la historia de mi crecimiento se basa en la
experiencia de llenarse y vaciarse.
Tomar y dejar.
También nuestra relación con las personas que amamos:
tomarlas cuando están, dejarlas ir cuando se van…
4. Para mí, la vida es confiar en esa fuerza y gracia divina que nos va
llevando. Por eso, lo peor que puedo hacer es que el yo(ego) ahogue
ese crecimiento.
Si queremos controlar el destino, nos pasamos la vida con miedo y
angustias. En cambio, si soltamos las riendas de la vida en manos
de esa energía divina (sinergia llaman a la gracia los cristianos
ortodoxos), sabiendo que lo mejor siempre está por llegar (en esta
vida o en nuestras futuras experiencias espirituales para seguir
creciendo), nos ocuparemos del día a día, pero sin preocuparnos. E
integraremos el dolor, la muerte de alguien querido, dentro de esos
planes, sabiendo que al final todo será para bien de todos.
5. Si no entendemos bien esa verdad demostrada científicamente, en
nuestra experiencia personal y colectiva de la humanidad, no
entenderemos nada del misterio de la muerte y tantas cosas más.
Al final podremos renegar de un Dios justiciero que quiere que muera
un ser querido, o caer en el cinismo de que la vida es absurda.
Nos han hecho comulgar muchas veces con ruedas de molino. Pero en
el Evangelio hay una verdad que hoy podemos descubrir con más rigor
que hace años, cada día más. En este sentido se cita a Juan Pablo II: “Así
pues, estamos llamados a colaborar con Dios, mediante una actitud de
gran confianza”, y teniendo presente que somos administradores de
esos dones, continúa: “recordaremos también que nada nos pertenece, y
debemos estar dispuestos a donarlo”.
Un buen resumen de esa postura confiada hasta que se vea la luz, en
nuestro aprendizaje, en medio de las adversidades, son aquellas
palabras de la santa de Ávila: «Nada te turbe, nada te espante; todo se
pasa. Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene,
nada le falta. Sólo Dios basta».
6. Las reflexiones sobre el dolor y la muerte del santo Job quedan
completadas con el mensaje de Jesús, que nos dice que hemos de
ocuparnos, no preocuparnos (Mateo 10,29).
Lo explica muy bien Santo Tomás Moro: "nada nos puede pasar que
Dios no haya querido. Todo aquello que Él quiere, por malo que
nos pueda parecer es, no obstante, lo que hay de mejor para
nosotros".
Y Edith Stein resumía así: "Lo que no estaba en mis proyectos se
encontraba en los proyectos de Dios. Y cuanto más a menudo se me
presentan tales acontecimientos, tanto más viva se hace en mí la
convicción de fe de que no existe el azar -visto de la parte de Dios-, que
toda mi vida, hasta en sus menores detalles, está prevista en el plan de la
providencia divina y que ella es, ante los ojos de Dios que lo ve todo, una
coherencia inteligible perfecta".
Así, “todo procede del Amor, todo es dispuesto para la salvación del
hombre” , según decía Santa Catalina de Siena, porque hay una fuerza
divina que nos protege, haciendo que de todo surja un bien, como cita
otro de mis autores preferidos, Elisabeth Kübler-Ross: "no existen
errores, ni coincidencias. Todos los acontecimientos son bendiciones que
se nos dan para que podamos aprender".
7. Si miro mi vida, veré que ha habido cosas sencillas que me eran fáciles, y otras
complicadas que me han servido para madurar…
Nos gustaría que todo fuera fácil, sin problemas. Pero eso haría de nosotros algo
débil, endeble, como un churro en el que no podemos apoyarnos.
Debido a que la Ciencia ha demostrado la causación descendente (las
dimensiones superiores en consciencia causan todo lo que ocurre en el mundo
de la materia, como dijo Jesús: "hasta el último cabello de tu cabeza esta
contado“.
A a mí me ayuda mucho recordar cada día la frase de un Maestro: "todo es
PERFECTO Y NECESARIO, y si no, no ocurriría”. Pero todo es perfecto y
necesario desde el punto de vista del crecimiento de nuestras almas y no
necesariamente desde el punto de vista de las preferencias de nuestros cuerpos
inferiores. En definitiva, al saber esto es mas fácil perder la agenda propia para
fluir con el plan Divino.
8. Para mí, un punto clave es aprender de las experiencias
con las dificultades que van componiendo ese
aprendizaje, y ese es mi destino. Con él, voy
descubriendo y preparándome para mi misión, para lo
que estoy en la vida.
El dolor o sufrimiento se transforma cuando veo que
todo es gracia, pero para eso hay que pasar por un
aprendizaje…
El dolor puede desconcertar, suena como una lengua
rara (pongamos el húngaro) en la que yo no entiendo
nada hasta que encuentro la clave, y comienzo a
encontrar sentido a todo.
9. Cuando los padres tenemos que elegir colegio para
nuestros hijos buscamos uno donde pensamos que les
van a exigir y eso va a ser un poco molesto porque no van
a estar tan cómodos, pero sabemos que tienen que
aprender y eso no siempre es cómodo.
Sin embargo, cuando se hacen más mayores los padres
queremos una vida cómoda y sin incidencias para ellos
como si ya no tuviesen mucho más que aprender.
Yo personalmente pido a Dios que -sin pasarse, claro-, me
envíe todo aquello que me pueda hacer crecer según su
plan para mí. Yo lo aceptare gustoso como una gran
ocasión de aprendizaje aunque sea un incómodo para mi
mente. Y además, esa aceptación abstracta, sin objeto
todavía, hace que mi vida sea más fácil al no necesitar
más lecciones ya que la aceptación no es ya una
asignatura pendiente.
También he comprobado que cuando otros empiezan a
ver las cosas de esta forma, su transformación sigue los
mismos pasos que yo seguí. Si no lo hubiese comprobado
primero en mí y luego en muchos otros, jamás me
hubiese atrevido a plantear lo que ahora planteo.
10. Es difícil ir contra los resultados, y ahora me refiero
no solo a la experiencia de los místicos, sino a los avances
de la ciencia que muestra un nuevo paradigma, algo que
prueba lo sobrenatural, que nos pone en evidencia la
verdad de todo lo que ha dicho Jesús… porque además
Dios nos muestra sus leyes a través de los resultados que
obtenemos siguiéndolas o no. Así es como las vamos
descubriendo.
11. Nada puede acontecer fuera de esas leyes o el Universo perdería su orden perfecto.
Una de esas leyes, la “Ley de correspondencia”, determina con todo detalle las
experiencias que nuestras Almas han de vivir.
Todas las experiencias nos preparan –en su destino- para una misión. Todo es
aprendizaje. Todo al final es para bien.
La energía va desarrollándose en nuestro interior, y así la vida te devuelve lo
que inviertes, se amplía la comprensión y se va desarrollando nuestro modo
de ser más alto, la mente superior, intuitiva, y sobre todo el espíritu, nuestra
alma.
Todo lo que nos dice nuestro cuerpo físico es cierto a ese nivel. También lo que nos
dicen las emociones. Y la razón. Pero hay un nivel más alto de comprensión, por el
espíritu que alcanza una inteligencia sin necesidad de desarrollar razonamientos,
sino por intuición. A ese nivel en que no hace falta lenguaje, en nosotros va
desarrollándose un crecimiento -proceso espiritual– en el que vemos que todo será
para bien, y sin llegar a una insensibilidad, que sería mala porque no tendría en
cuenta que en nuestro “yo” espiritual está integrado también nuestro “yo” racional, y
emotivo, y el físico… podemos hablar de una desensibilización en la que ya no
sufrimos apenas, pues encontramos un sentido a esa pérdida.
12. La cruz será así un regalo, y las dificultades parte del destino del alma.
Aceptar la cruz será aceptar mi destino.
El alma viene con un destino para poder hacer un aprendizaje para una
misión.
El alma, que es individual y colectiva, se va abriendo a un proceso de
comprensión hacia lo que nos causa dificultad.
Yo he descubierto mi misión en ayudar a otros en ese crecimiento. Todo
ha confluido hacia esa misión, a lo largo de mi vida. Al final, todos
descubrimos nuestra vocación al amor, al servicio. Las dificultades me
sirven para crecer y prepararme para desarrollar mi misión.
Todos hemos de comprender que tenemos un destino para desarrollar
una misión, y sería estúpido entorpecerlo buscando huir de ese destino.
En cambio, si no nos resistimos podremos aprender más rápido, vivir
antes y mejor esa misión para la que vivimos. Subiremos más rápido a
un nivel de conciencia más alto.
13. Tenemos una vida espiritual donde se integra todo lo
demás; pero el hombre no es sólo espíritu. A ese nivel,
no hay ya apegamientos, no hay tanto dolor.
El Amor Universal es una comprensión, no un
sentimiento.
El Amor no sufre. El cariño sí.
El cariño necesita un objeto sobre el que proyectarse a
diferencia del Amor. El cuerpo físico sufre. El cuerpo
emotivo también. Así, tengo también otras capas de
mí, que sí notan el dolor: la "vida afectiva", y la "vida
corporal".
14. Si mi vida esta regida por mis cuerpos superiores,
si rige el espíritu, puede dominarse mucho... y
según el nivel de crecimiento, se puede llevar
mejor o no, en la medida que nos acercamos a lo
divino. De manera que por un lado, el dolor y las
dificultades tienen un sentido, para crecer,
aprender. Pero por otro lado, Dios no tiene
passio, es decir no sufre, pero sí compassio, es
decir, comprensión compasiva, y su Misericordia
nos salva impulsando y atrayendo nuestro
crecimiento por los niveles de consciencia.
Nosotros también podemos pasar de una fase
más bien sensible a otra espiritual. Es decir, en la
medida que tengamos más cercanía con niveles
altos de conciencia, más parecidos a Dios,
podremos integrar en nuestro “yo” espiritual todo
lo que nos pasa, y no sufrir demasiado.
De la misma forma que en la fase sensible
aparecen los instintos y la violencia, en la
espiritual sólo hay amor y paz, sin apenas dolor.
15. Los niveles de consciencia descubiertos y perfectamente descritos
por la ciencia hoy, son campos energéticos, parecido a los campos
magnéticos o gravitacionales que influyen totalmente en todas las
decisiones, comportamientos, percepción, cultura, tentaciones y
capacidad de comprensión humanas.
Si no se conocen estos niveles y como operan es difícil dar una
explicación completa y coherente de lo que ocurre.
Estos estados de consciencia configuran los "cursos" que las Almas
deben ir aprobando (trascendiendo).
Se sabe que los problemas que surgen en un Nivel solo se resuelven
en el siguiente.
Tenemos que comprender la limitación de comprensión inherente
a los estados más bajos de la misma forma que comprendemos que
explicar física cuántica a un niño pequeño es, por el momento,
imposible. También dice la ciencia que hay una ecuación
matemática que dice:
Felicidad = nivel de consciencia.
16. Hoy día nos damos cuenta que la violencia humana pertenece a esas primeras partes
más instintivas de nuestro ser. Se debe a una falta de crecimiento personal, de
conocimiento de quienes somos, es decir está causado por la ignorancia.
Y por eso ser víctimas de algún tipo de violencia ya no causa rabia en una persona que
esté a un nivel de consciencia más avanzado, y en él se genera compasión, así cuando
hay una pérdida de un ser querido por algún tipo de violencia, el modelo es Jesús que
en la Cruz pide por los que le matan, y transforma así la ofensa en intercesión: “Padre,
perdónales, que no saben lo que hacen”. Es decir pone la misma ignorancia como
fuente de salvación. Esto da un modo de pensar mucho más aquietado.
Vivir desde el cerebro etéreo, esa fase más alta de nuestro yo, nos da paz. Nos hace
pensar que “eso” que nos da “sufrimiento” en nuestro yo físico, o emotivo, en realidad
es necesario en la evolución espiritual.
17. Los que se dejan llevar por fases instintivas, al tener
energizados los chacras inferiores tienen menos eficacia
pues la vida es aprender, y el que no se deja llevar por esa
fuerza energética divina, y se opone a ese crecimiento, a
ese “destino” en el que a base de experiencias vamos
aprendiendo, tarda más en descubrir su “misión”, para la
que ha sido creada esa persona.
No es ni bueno ni malo lo que nos pasa, solo un medio
perfecto para crecer.
Si no asumimos en nuestro “yo” espiritual esas
contradicciones, serán un síntoma de que la energía de
más baja vibración de nuestro ser esta rigiendo nuestras
vidas.
San Francisco de Sales, con su espiritualidad llena de
dulzura, nos anima a no preocuparnos, sino a tener
paciencia con nosotros mismos, pues todo requiere su
tiempo... como esas fases del duelo aquí descritas…
donde vemos que lo pasional va dando paso a lo
espiritual, dentro de esos traumas que sufrimos en la
vida.
18. El amor universal se asienta en el cuarto
cuerpo (cerebro etéreo o mente superior),
donde la experiencia de nuestra vida nos
conduce a una misión de servicio. Ya no
estamos secuestrados por el cuerpo
emocional.
El cariño me lleva a sufrir por el dolor que
otros sufren. El Amor lo ve como necesario
para su crecimiento. Ve que esa persona sobre
todo es “alma”, y aquello ayudará a su
evolución.
Gonzalo Rodríguez-Fraile y Diaz.
Licenciado en Derecho (Universidad de Navarra), Harvard MBA, Empresario y
estudioso del crecimiento personal.